Seguida #2
Despertó, sintiendo como sus ojos pesaban al igual que su cuerpo, el cual se encontraba ligeramente mareado provocando que se tambaleara de un lado a otro buscando un punto de apoyo fijo que, evidentemente no hallaba. Con mucho cuidado, procurando no matarse en el intento llegando así, hasta la planta baja.
—Dip Dop, te ves muy mal —Comentó la castaña mientras arqueaba las cejas en señal de preocupación al ver a su hermano en ese estado. En cambio, el menor de los gemelos sorbió con fuerza su nariz a la par que daba un sonoro estornudo. —¡Estás enfermo! —Gritó ella, obviando el resultado de un descuido en ese clima.
—Wow hijo te ves muy mal —Se oyó una tercera voz de fondo, tratándose de su tío quien bien vestido terminaba de bajar las escaleras para hallarse frente a la puerta donde una maleta y una bufanda le esperaban. —Y justo cuando tengo que salir.
—¿A dónde vas tío? —Con la nariz congestionada y una gangosa voz, Dipper pasó la manga de su playera por debajo de su rojiza e irritada nariz, preguntando el destino del hombre.
Soltando un bufido, el adulto por su parte repitió;
—Te lo dije ayer niño, pero no sueltas el maldito celular. —Su frase fue acompañada con un giro de ojos que le hizo ver por unos segundos la esclerótica mientras la pupila hacía su recorrido en forma de círculo.
—El tío Stan irá a visitar a Ford Dipper, lo más probable es que regrese hasta mañana —Explicó Mabel con voz tranquila, apoyándose sobre el respaldo del sillón.
—Oh ya veo, salúdame a mi tío y cuídate —Sonrió, en su vago intento de mantener el equilibrio.
(...)
—Pff —Sonrió, mirando sus ojos reflejados en el retrovisor. —Pareciera que todo estaba fríamente calculado Cipher —Dirigiéndose a sí mismo en tercera persona para darle un poco más de personalidad a su soledad, sus enguantadas manos estrujaron el volante que segundos después dobló en la esquina.
El día anterior, cuando había comenzado a seguir a su pequeño Pino se había percatado del fuerte cambio que hubo de temperatura en el ambiente, que bien a él le parecía un caluroso día en Rusia, sin embargo, para el americano fue lo que de llenó le causó una enfermedad lo suficientemente fuerte para mantenerse en reposo, cosa que le servía muchísimo. Tomó su celular y con veloces movimientos sin perder su vista del camino, marcó.
—¿Hola? —Una muy enferma voz se escuchó del otro lado de la línea.
—Pino Dios, ¿Qué tienes? Te oyes pésimo —Fingiendo demencia y no saber lo que ocurría, su preocupación salió tan bien actuada que inclusive se sorprendía de sus capacidades.
—¿Recuerdas la salida de ayer? Vale no me abrigué y estoy resfriado ahora. —Y tras terminar de explicar eso, se sacó el termómetro del brazo para poder ver su temperatura. —Y tengo 39 grados de temperatura —Notificó.
—¡Santo cielo! Pino ve a una farmacia. —Sabía a la perfección respecto a la familiar de Dipper, esa de largo y rizado cabello, aquella que había nacido un poco antes que su preciado tesoro y sin duda aquella que formaba fielmente parte de su asqueroso y ruin plan.
—Mmh... ¿Y no tienes a alguien por ahí?
—Mi hermana —Contestó con tranquilidad.
—Mándala por unas pastillas —Sugirió. —O un té, cualquier cosa que te alivie el malestar.
—Es verdad —Abrió los ojos, captando la muy buena idea que Bill le había dado, tapó el parlante y con la poca voz que le quedaba, le pidió de favor a su hermana que fuese a comprarle algún medicamento capaz de quitarle por lo menos, la temperatura.
El rubio para ese momento ya se hallaba estacionado, como siempre a una distancia prudente, casi completamente dentro de la zona boscosa, mirando con atención cada uno de los movimientos porque su "jaque" ya estaba efectuado, un juego ya comprado donde sólo necesitaba de un movimiento más para acabar con todo. Y pronto tener al castaño a sus pies.
(...)
—La chica ha salido...
—La tenemos en la mira jefe.
—Duérmanla.
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