prologo II
parte 2
Miedo
—¡maría, oculte! — grito John mientras, intentaba con todas sus fuerzas bloquear la puerta principal de su hogar.
María no quería dejar a su esposo, ella lo amaba tanto que quería se fuera, en vez de huir y dejar a su esposo que muera, fue en busca de cuchillos de la cocina y trajo tantos como pudo, se acercó rápidamente a su esposo y le otorgó, también ayudo a bloquear la puerta.
—no te dejare John, solo tenemos que esperar a que venga la policía militar — dijo maría empujado.
—¡maría no seas tonta, son más que nosotros, no habrá tiempo! — John grito nuevamente.
—¡no John, te prometí que en el día de nuestro matrimonio que estaría a tu lado, hasta el fin! — maría grito desesperada.
—¡piensa en nuestro hijo, por favor, crecerá sin una madre! — a este punto John no sabía que más decir para que su esposa se ocultara.
Eso hizo por un momento dudar a maría, ella sería capaz de dejar a su hijo solo. Pero también estaba John, ella no quería que muera, no lo aceptaría, ella de pequeña siempre amo intensamente, no pensó dejarlo solo.
—maría, yo te amo y te amare por siempre, por eso te ruego que corras, no quiero verte morir—para este momento John estaba llorando, aun sosteniendo la puerta con todas sus fuerzas.
—amor—dijo maría llorando también, poco a poco quiso irse, pero fue demasiado tarde y un cuchillo atravesó la puerta de madera cortando la palma de John quien por el dolor retrocedió, lo que fue lo suficiente para que los que estaban empujando.
María se alejó mientras corría hacia el segundo piso. Aun con su velocidad fue detenida y cayó al suelo por una llave en su cuello.
—¡maría! —grito John, quien también fue apresado por los embusteros.
—¿esta es la mujer? — pregunto uno de ellos, mientras que uno ingresaba y asentía mientras miraba a maría.
En total eran 6 hombres armados, tres sostenido a John y dos a maría, uno que estaba mirando a la chica, el cual era el jefe.
—sí, el cliente pago mucho por ella, así que no la lastimen mucho —dijo el jefe de los usurpadores, luego miro a John —mátalo
—¡no le hagas daño, putos de mierda! — maría grito, mientras veía como acercaba una navaja al cuello de su esposo, las lágrimas y la desesperación estaban en ella, intento con todo lo que tenía salirse de las manos de los hombres que la sostenían, pero parecía en vano, miro a los ojos de su marido.
—no lo hagan— lloro maría—no por favor
Para este punto maría, estaba suplicando cuando observo como la navaja estaba a casi tocar la piel.
Alejado de todo esto, se encontraba Max, que como siempre se encontraba con Mikasa hablando y jugando, pero por alguna razón Max tuvo el presentimiento de algo malo, por lo cual le aviso a Mikasa que se retiraría temprano, ella asintió y ambos se fueron a su hogar.
Max camino un poco apresurado a casa, desde la distancia pudo ver como hombres armados estaba entrando a su hogar, una vez llego, observo a su madre y padre aprisionados, sostenido por varios hombres que desconocía, vio como acercaron una navaja al cuello de su padre, escucha a su madre suplicar, apoderándose la desesperación y el odio grito.
—¡dejen a mis padres! — dijo Max mientras saltaba y golpeaba al que estaba parado en el medio.
Esto sorprendió a todos, pero desespero a los padres del chico al ver que estaba aquí.
—¡Max huye! — gritaron ambos padres, quienes fueron silenciados.
Mientras que el jefe que estaba golpeado, por el enojo, sujeto del cuello al niño y lo sostuvo en aire.
—mocoso de mierda, ese fue un buen golpe —dijo el sujeto para escupir el suelo, mostrando que había sido dañado por el color rojo de la sangre.
—cambio de planes — dijo el sujeto, mientras ahorcaba al niño —háganlos gritar, intente no dañar tanto la mercancía
Sonriendo perversamente los sujetos empezaron a golpear a la pareja, la sangre y moretones no tardaron en aparecer.
Max miraba todo esto impotente, la sonrisa de aquellos hombres, la fuerza del agarre, le producía miedo, un miedo tan fuerte que su cuerpo no se movía, solo lloraba al ser el espectador de todo esto.
Miro como golpeaba sin para a su madre, ella gritaba, suplicaban que parasen, pero no lo hacían. Al igual con su padre quien ya ni el rostro se le reconocía por tanta sangre, hinchazón y moretones.
—¡n-no mires hijo! — grito la madre solo para ser golpeada en su boca, arrancándole algunos dientes, aun si grito —cierra los ojos cariño, Mami está bien
Pero, aunque intentasen persuadirá a su hijo, Max no podía ni cerrar los ojos, el miedo se apoderaba él.
—ya es mucho, mátenlo — dijo el jefe, mientras sonreía.
—p-papá— en un pequeño susurro Max miro como nuevamente tomaban la cabeza de su padre y lo estiraban, con una navaja lo acercaban a su cuello.
—no lo hagan — dijo maría, aunque entendible por la sangre y su lengua dañada — dios te lo ruego, por favor, no
María y Max miraron por última vez los ojos de esposo y padre, antes que grotescamente cortaran el cuello, pasaron la garganta, escucharon como se ahogaban con su propia sangre y como la daga lo cortaba poco a poco, hasta que el cuerpo sin cabeza callo a suelo.
Y uno de ellos de los pelos, levanto la cabeza de John.
—no, no, no, no —maría enloqueció al ver como mataron a su esposo —n-no porque...
Max por su parte se quedó estático a la presencia la grotesca muerte de su padre, lagrimas salieron de sus ojos, pero, aun así, el miedo aún no se iba.
El jefe miro como dejaron a maría y se amargo.
—idiotas, les dije que no se excedieran, ya arruinaron su rostro, no nos sirve, termínenla — dijo el jefe.
María, aunque estaba destrozada por la muerte de su esposo, también le temió a la muerte, observo como el objeto punzante se acercaba a su cuello, busco ayuda en todos lados, pero nadie, miro a su hijo.
Max miro a su madre, sus ojos parecían decir que la ayudase, pero él no se podía mover, lo intento, pero nada, en su mente grito varias veces no, pero nada, sus dedos parecían moverse un poco. Intento más, reunir el valor, observo nuevamente los ojos de su madre,
"ayúdame Max"
El puño de Max se apretó, quiso soltarse.
—¡detente! — Max grito, intentado soltarse del agarre del jefe, pero era muy fuerte —detente por favor
Max en el aire pateo, golpe, pero no podía soltarse, grito para alertar a alguien.
La daga llego al cuello, Max miro con horro y desesperación como empezaban a cortar el cuello de su madre, intento nuevamente, con todo lo que tenía.
—¡paren, se los suplico! — pero nada, miro como cortaron hasta el último pedazo de piel del cuello de su madre, el cuerpo callo el suelo y Max miro con ojos vacíos la cabeza de su madre.
Las fuerzas que tenían desaparecieron, ya no intentaba liberarse del agarre.
Sintió como el agarre era más fuerte y le quitaba la posibilidad de respirar, cerrando lentamente los ojos, Max espero reunirse con sus padres.
Entonces Max, sintió que caía al suelo a la vez que el agarre perdía fuerza, abrió los ojos para ver como una hoja larga había cortado el brazo al sujeto que lo sostenía.
—¡arréstelos a todos y saquen al niño! — grito un soldado de la policía militar, mientras cortaba la cabeza al sujeto.
Varios entraron por la puerta, la policía militar había llegado y detenido a todos, pero demasiado tarde, muy tarde.
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Mikasa estaba esperando a Max en lugar de siempre, lo espero por horas, pero no apareció, cansada se retiró a su hogar. Estaba un poco triste que su amigo no apareciera, ella sabía que debía haber ocurrido algo importante para que no haya venido. Entonces lo esperaría mañana para él le contase.
Pero a la mañana siguiente tampoco apareció, es fue muy raro para Mikasa, que estaba acostumbrada a que Max siempre venia, entonces se preocupó mucho de lo que le podría haber ocurrido. Aunque su familia no dejase que se alejara mucho, ella conocía como llegar a la casa de Max, nunca había ido, pero Max le había dicho el camino.
Fue a buscarlo, aunque se metiera en problemas con sus padres, ella no dejaría a Max. Una vez llego al lugar, observo que la panadería del lugar estaba cerrada y había policías militares en la zona.
Ella ahora estaba más preocupada, se acercó a una persona en busca de información.
Los acontecimientos ocurridos fueron escuchados por Mikasa, quien se tapó la boca sus lágrimas caían. La desgracia llego Max y Mikasa estaba seguro que Max lo necesitaba ms que nunca.
Fue al hospital donde le dijeron que fuese, ingreso en él y pregunto por su amigo, quien aún estaba internado en el hospital por lesiones menores, pero traumas graves.
Apresuradamente llego a la habitación de Max, abrió la puerta sin tocas y observo que Max estaba, mirando hacia la nada con uno ojos que no tenían vida.
Ella se acercó y miro su estado, estaba deplorable, sus ojos parecían que ya no querían vivir.
—Max— ella lo abrazo con delicadez y acaricio su cabello.
—Mikasa...— dijo Max en un susurro, mientras volvía a la realidad, lagrimas volvían a escaparse de los ojos de Max —Mikasa
Max lloro en el hombro de su amiga, dejo escapar todo, gritaba de ocasionalmente, se culpaba por ser un cobarde.
—no pude ni moverme, aunque mi madre suplicaba ayuda — Max lloro destrozado — suplicaba ayuda, Mikasa
—¡quería ser salvada! — Max grito, llorando sin paz, odiándose a sí mismo —y yo no hice nada
—no hace nada —
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Hubo un entierro el cual Max no asistió, aunque muertos, él no sabía que decir después de haberlos visto morir y no haberlos ayudado. Se quedó en la casa donde sus padres fueron asesinados, la única razón por la que estaba ahí era porque no tenía otro lugar a requerir, como hijo único, heredo las compañías de mensajería de su padre, la casa junto a la panadería, una gran suma de dinero que sus padres estaba ahorrando.
Pero eso no le importaba a Max, quien solo lloraba en silencio en el suelo de su habitación.
Su miedo había hecho que sus padres fallecieran, por eso se odiaba, odiaba ser débil, cobarde y un inútil, odiaba cada parte de su ser, lamento mucho la muerte de sus padres, lloro por ellos hasta que ya no salieron lágrimas.
No fue al orfanato por tener el dinero y un lugar donde vivir, una suerte que Max había ignorado.
Desde ese día Max no volvió ser el mismo, se encerró en el odio a su miedo y tuvo que mejorar, se sometió a un régimen de ejercicios muy intensos, para no ser débil hay que sufrir, por lo cual Max hacía de todo; correr kilómetros sin parar, aunque sus pulmones pidan aire y sus piernas ya no puedan, golpear un tronco para pulir sus golpes, hasta que sus puños temblaran y sangraran.
De la gran biblioteca de la ciudad, Max busco estilos de lucha, política y mecánica.
Su cuerpo parecía estar rindiéndose a la primera semana, pero aún se esmeró y lo ignoro.
Aunque hacia todo eso, aun se reunía con Mikasa, pero ya no tan frecuente, tampoco se quedaba mucho tiempo con ella, la cual entendió que su amigo tenia nuevas responsabilidades ahora que vivía solo.
—Mikasa — llamo Max, mientras admira el cielo despejado de nubes.
—¿qué pasa Max? —curiosa la chica, miro de reojo a su amigo.
—si alguna vez te pasa lo mismo que yo — Max se tomó su tiempo para continuar — lucha, aunque tengas miedo
—entiendo Max...— dijo Mikasa mientras tomaba con calma la mano de su amigo, para darle apoyo.
—gracias por hacerlo..., no quisiera que... no quisiera que termines como yo — suspiro Max, pero sintiendo la suavidad de la mano de Mikasa, se relajó.
Ambos solo disfrutaron la sensación del ambiente y de sus manos juntas.
Dos años después.
Max al pasar el tiempo, su mentalidad de niño fue cambiando a uno más realista, independizado por las muertes de sus padres, tuvo un abrupto paso a su madurez, abrió nuevamente la panadería de su madre para ganar ingresos, mantenía su casa limpia y regaba las plantas que su madre había criado.
También el cuerpo del chico había pasado por una metamorfosis, llego a crecer más apresuradamente que sus demás amigos, con 6 años estaba a punto de llegar al metro y medio, debajo de sus camisas blancas se ocultaba un gran cuerpo esculpido y marcado con varias cicatrices, vendas cubrían sus manos hasta las muñecas para evitar mostrar las horribles marcas en sus nudillos al exterior.
Su vestimenta había cambiado, pantalones negros una camisa bien planchada blanca y llevaba mandil por lo general cundo estaba en su panadería.
Su rostro pálido de volvió madura y puntiagudo, se dejó el cabello largo hasta su cuello, el cual de vez en cuando se lo amarraba en una cola para que no evitara su vista mientras leía, sus ojos inocentes cambiaron a uno más serios pero relajado.
Tenía relaciones de amistad con algunos vecinos, amigos de sus padres y amigos suyos, pero sobre todo tenía una buena relación con su amiga Mikasa, casi se podría decir que la consideraba una hermana.
Max no había desperdiciado ningún día desde aquella fecha, entreno su cuerpo y mente durante dos años seguidos sin descanso, con ello consiguió una enorme resistencia física, fuerza y agilidad, un no pasaba del humano promedio, pero era lo suficientemente fuerte para acabar con una persona mayor.
Practico por las noches, tácticas y estilos de combates, por lo que Max sabia, no todo dependía de la fuerza, también él debía saber cómo aprovecharla el suyo como la de su oponente.
Casi en la mayoría de las noches, soñaba el momento de la muerte de su madre, suplicándole ayuda, lloraba se frustración cundo eso pasaba.
—aquí tiene su pan, señora Jaeger — Max hablo mientras le ofrecía la bolsa con los bocadillos.
—gracias Max, toma —dijo la señora, tomando el pan y entregándole a cambio dinero.
—está completo, que tenga un buen día —dijo Max, dando una pequeña sonrisa.
Carla estaba a punto de salir, pero entonces miro al niño que estaba sentado esperando a más clientes, observo que el niño parecía estar pensando en algo.
—Max, me preguntaba si no estás ocupado más rato — pregunto la señora.
—no, no tengo nada que hacer después de cerrar el negocio, ¿porque señora Carla? — pregunto Max confundido.
—te quería invitar a cenar en mi casa, si quieres por supuesto — dijo Carla.
Max se lo pensó, no quería cocinar hoy y tener comida gratis era muy bueno, sobre todo era gratis.
—está bien, después de cerrar iré a su casa — dijo Max afirmando la invitación.
—estupendo, sé que te gustara, te veo luego Max —
Y por fin Carla se retiró, dejando a Max con su negocio.
Max saco un pequeño libro que tenía en su bolsillo, un pequeño entretenimiento mientras esperaba a mas clientes.
El libro trataba de un ave que perdía el poder volar, luego narraba la historia de él volviendo a buscar alguna manera de poder volar, al final de la historia el ave nunca pudo volar físicamente, muerto ahogado en un lago, ese voló en los aires en espíritu hasta la eternidad.
El niño ya lo había leído con anterioridad, pero como le gustaba la historia, no dejo leerlo.
—¿Max, que haces? — dijo Mikasa entrando a la panadería.
—esperando clientes, quieres un poco de pan — pregunto Max a su amiga, mientras dejaba el libro y colocaba una bandeja llena de panes.
—se ven deliciosas, gracias — dijo Mikasa mientras agarraba uno y se lo comía.
—es bueno verte Mikasa, alegras mi día — dijo sonriendo Max, ya que la presencia de su amiga siempre era agradable.
Mikasa se sonrojo por las palabras tan bonitas que Max le decía, ella no negaba también que se sentía cómoda al estar junto a él, pero no su nerviosismo no supo cómo responderle, por lo cual desvió el tema.
—el pan esta delicioso, gracias Max — dijo Mikasa.
—eso es bueno — dijo Max.
Ambos hablaron un poco más, pero como Mikasa no podía estar tan lejos de casa se despidió temprano.
Ya cuando el sol estaba punto de meterse, Max cerro la tienda y se fue a la casa de los Jaeger. Estaba de buen humor por haber hablado con Mikasa.
Llegando a la casa, Max toco a la puerta y fue recibido por un niño de su edad.
—o eres tú, un momento — dijo el niño con cabello marrón oscuro, entonces volteo — ¡mama, llego Max!
—¡hazlo pasar! — dijo la voz de Carla a lo lejos.
—ven vamos, que la cena de mama ya está casi lista — dijo Eren Jaeger, Posee un rostro redondeado y de un tamaño considerable, sus ojos son grandes y redondos, de color azul verdoso (el brillo del color de sus ojos varía en función de la iluminación). Su piel parece un poco más morena que la de los otros personajes. Su cabello es de color marrón oscuro, es corto y le llega a la nuca y por la parte delantera se le abre cayendo de forma natural delante de su frente en una especie de estilo "cortina".
Ambos niños fueron a sentarse alrededor de la mesa.
—buenas noches señor Jaeger — Max saludo al ver al padre de eren en la mesa, con un pequeño libro de medicina.
Grisha Jaeger, Era un hombre delgado, muy alto y de cabello largo café oscuro. Con un fino bigote y una pequeña barba puntiaguda en la barbilla, cejas delgadas y largas, de ojos marrón claro detrás de unos anteojos circulares.
El hombre observo al niño, como era un observador natural, noto las vendas en su mano, pensó que tal vez se había lastimado, pero como no solo fue un mano, debería haber ocurrido una pelea y por ello estaría lastimado.
Grisha conocía el niño por las historias que surgían, también porque su esposa hablaba muy bien del joven.
—buenas noches también Max, es bueno verle después de tanto tiempo — dijo Grisha mientras dejaba un poco el libro para concentrarse en su invitado.
—también es bueno señor— Max contesto, entonces miro que la portada del libro le pareció conocido — es un libro de anatomía humana
Los ojos de del doctor Jaeger brillaron de curiosidad — ¿lo has leído antes?
—sí, me gustó mucho las funciones que tiene nuestros músculos, cartílagos y arterias — dijo Max, que ya había leído un gran número de libros de medicina, no solo porque le interesaba, también era el motivo de que se recuperar de cualquier lesión que sufría en el entrenamiento riguroso que se sometía.
Hubo muchas veces en la que Max sufrió de; hemorragias internas, huesos dislocados en casos perores rotos, raspaduras y que maduras, por lo cual auto medicarse era la solución más eficaz.
—¿Cuántos músculos tenemos? —pregunto Grisha en una forma de ver el nivel que tenía Max, por lo cual comenzaría con preguntas sencillas hasta la más difíciles.
—más de 650 músculos, señor — contesto Max.
—¿cuantas costillas flotantes tenemos? —
—2—
—¿Por qué se les llama así? —
— No se unen al esternón, ni siquiera indirectamente —
—¿el musculo más importante? —
—glúteo mayor —
—estas bien chico, es sorprendente que un niño de tu edad conozca estas cosas, por lo general se unen la legión— dijo Grisha mientras sonreía un poco.
—sí, es poco lamentable — dijo Max, afirmando este hecho, no es que el estudio sea menospreciado, pero en la medicina no había mucho para estudiar, había pocos doctores y la mayoría eran investigadores, por lo cual la información no llegaba a la biblioteca.
Por otro lado, El hijo único de los Jaeger, miro sorprendió como su padre había empezado a bombardear de preguntas que el desconocía, pero que Max sabia. Lo más sorprendente de todo, era ver a su padre sonreír, aunque lo haya visto sonreír muchas veces con él y su mama, la siempre tenía una cara relajada casi seria para las demás personas.
Se sintió un poco frustrado y celoso de Max, por la atención que su padre le estaba dando.
—ya está la cena — dijo Carla mientras salía con un pavo recién salido del horno.
—cariño me ayudas cortando el pavo — Carla dijo a su esposo y este asintió.
Después de servir la cena, todos agradecieron por la comida y comenzaron probarlo, Max elogio la comida de la señora, porque hace tiempo que no había tenia comida preparada por alguien.
—entonces de que estaban hablando, los escuche muy inquietos desde la cocina — dijo Carla mientras miraba a su esposo.
—un tema particular, amor, el joven Max tiene un espléndido conocimiento de la anatomía — Dijo Grisha.
—¿anatomía?, no es el tema donde se ve las partes del cuerpo del que me hablaste — pregunto Carla.
—exacto, amor — contesto Grisha mientras le daba otra mordida a su comida.
—es genial, no sabía que te interesara ser un doctor, Max — dijo sorprendida Carla, al saber algo de Max.
—no es algo que lo valla tomar como profesión, señora Carla, solo creo que es bueno tener conocimientos básicos sobre el tema, ya sabes como dice el dicho, "Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia"— dijo Max mientras decía lo que pensaba.
—es un dicho muy bueno, no lo escuche antes, ¿Quién lo dice? — Grisha pregunto con interés.
Max un poco apenado, se rasco la cabeza y dijo — nadie importante, lo cree yo
—y respondiendo a su duda señora Carla, en un futuro solo quiero unirme al cuerpo de exploración —dijo Max.
Eso preocupo a ambos señores y le intereso a eren, que aún no conocía mucho sobre la fuerza militar.
—c-cuerpo de exploración, es peligroso Max — dijo Carla preocupada.
Mientras que Grisha que sabía de la muerte de los padres del chico, tenía dos teorías de porque el chico entraría al cuerpo de exploración.
La primera era simple, que el chico solo quería morir, después de ver como sus padres fueron asesinados, decir, "descuartizaron frente de él", habría un sentimiento suicida.
Le otro era que el chico quería poder, un objetivo que cumpliría un capricho, mejor dicho, un sueño.
—se los riesgos que conlleva, pero uno de mis más grandes sueños, es ver a fuera de estas murallas y el único medio para llegar a eso, es el cuerpo de exploración —dijo Max.
—pero aun así... Max es peligros —dijo Carla.
—bueno, ¿dime Max que crees que puedas ver afuera? —pregunto Grisha curioso, ya que él sabía lo que esperaba afuera de las murallas.
—El mar, era uno de los sueños de mi madre era ver el mar, como según sus padres le contaron a ella — dijo Max, mientras recordaba un poco a su madre contándole su sueño.
La cena trascurrió tranquilo, sin ningún problema, hablaban cosas comunes, los señores Jaeger se dieron cuenta de lo maduro que era Max para su edad, lo cual era una pena, por la muerte de sus padres.
Al final de todo, Max se estaba despidiendo e iba regresar a casa, el señor Grisha lo detuvo.
—¿Max, podemos hablar? — Grisha pregunto, mientras se sentaba en la escalera de la entrada de su casa.
—¿de qué se trata, señor Jaeger? — pregunto Max, sentándose a un lado.
—veo que tienes un gran interés por la medicina, me gustaría guiarte, puedo enseñarte cosas que en los libros aún no están escritos — dijo Grisha, mirando a Max.
Max se sorprendió, por la gran oportunidad de elevar sus estudios, pensó que sería bueno tener un mentor, quien lo podría ofrecer experiencia y conocimientos.
—¿sería mi mentor señor? — pregunto Max.
—algo así, yo te ayudaría buscando experiencia, llevándote conmigo en mi trabajo dándome una mano, también podría prestarte algunos libros de mis investigaciones, que te parece — pregunto Grisha.
—por supuesto que sí, señor Jaeger, gracias por la oportunidad — Max acepto la oferta, sería estúpido decir no, aun doctor tan reconocido como el señor Jaeger, que ayudo contra una plaga hace algunos años.
—bien, acércate mañana por la tarde, hablaremos sobre tu horario de estudios — Grisha dijo.
Max asintió, luego ambos se despidieron.
Para Max, fue suerte haber aceptado cenar con los Jaeger, ahora sería adiestrado por alguien de mucho conocimiento.
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