Capítulo 9
Narra Mark:
El sol calentaba mi piel, las olas rompían y se escuchaban de manera hermosa a lo lejos, quise levantarme, pero mi cuerpo estaba adormecido, por esa razón me volví a dormir. Desperté algunas horas después muy asustado, porque sentí un movimiento debajo de mí y supe que estaba durmiendo sobre el pecho de alguien y recordé lo que pasó anoche.
- ¡¿Quién eres?! - Grité con fuerza y él salió de debajo de las sábanas.
- ¡No grites, me duele la cabeza! ¡Ven aquí, sigamos durmiendo!
Perth apareció, habló sin abrir sus ojos y me jaló de regreso a sus brazos, mientras tanto, me di cuenta de que de mis caderas hacia abajo, mi cuerpo dolía de manera muy intensa. Él seguía actuando como un esposo cariñoso y básicamente perfecto, por lo que tuve que empujarlo un poco para que se apartara de mí, este comportamiento me da miedo.
- ¿Qué tienes?... Me gritas, en lugar de decirme buenos días. Y ahora que quiero seguir durmiendo contigo, me empujas. - Me recrimina.
- ¿Qué haces en casa? ¿Acaso no te vas con uno de tus amantes después de tu dosis de sexo? ¡Me sorprende que sigas aquí! Me duelen las caderas, eso significa que fue dosis extra. - Casi lloro diciendo aquellas palabras, mientras Perth me miraba estupefacto.
- ... Yo... Sé que esto es extraño, pero no quiero irme a ningún otro lado, por favor, déjame abrazarte, aún me siento cansado.
Perth tiene razón, esta actitud es demasiado extraña, pero me gustó que no había ni una sola gota de ironía en sus palabras, también, que no quería irse a ningún otro lugar. Así que le tomé la palabra, me acosté de nuevo sobre su hombro izquierdo y él me dió un suave beso en la frente, antes de volver a dormirnos por un par de horas más.
Su corazón latía rápido igual que el mío, pero lo que me despertó, fue Perth, quien estaba besando mi cara como loco, por todas partes, me hizo cosquillas y abrí los ojos mientras sonreía. Traté de separarme porque en verdad me estaba haciendo muchas cosquillas, pero no pude escapar de mi esposo, solo continué riendo.
- ¡Basta!... ¡Jaja, ya déjame! - Finalmente, se alejó.
- Buenos días. - Me dice con una sonrisa coqueta. - ¿Vamos a comer, o quieres ducharte antes?
- Comida, tengo mucha hambre. - Vuelve a atacarme con sus besos locos. - ¡Jajajaja, Perth!
- Dijiste que tienes mucha hambre.
- Me refería a comida de verdad, degenerado.
Él se rió divertido, luego me dio algo de ropa para que pudiéramos ir a la cocina para comer lo que sea que fuera rápido, ya que al levantarnos, nos dimos cuenta que ya era pasado de mediodía. Para ser específico, eran casi las tres de la tarde, por eso nos moríamos de hambre, pero Perth no me dejaba hacer nada, estaba abrazándome todo el tiempo.
Por más que le dije que se alejara no me hizo caso, al final, se quemó su dedo índice derecho por no escuchar razones, me reí mucho viendo cómo aplicaba agua para quitar el ardor. Terminé de servir la comida y Perth seguía quejándose por su dedo, aunque en realidad, solo fue un roce de la crema de hongos que él mismo tiró de mi mano.
- Jaja, eso te pasa por no alejarte, te dije que te quemarías, ¿acaso no te lo dije? - Le reclamé entre risas, hasta que puso su dedo frente a mí. - ¿Qué quieres?
- Quiero que lo chupes, así como la mamada que me diste anoche. - Perth sonrió de lado y me sentí inseguro.
- Yo no hice eso. - Mi voz temblaba, igual que mis manos y mi corazón. Entonces, se acercó a mi oreja.
- ¡Lo hiciste, Mark! - Susurra. - También saltaste sobre mí, cuando salimos del club y estuvimos un tiempo encerrados en la limusina.
Mordí mi labio inferior porque me sentí caliente al escuchar eso, me pareció casi imposible que eso fuera verdad, pero me gustó la idea de haber tenido la osadía para hacerlo. Aunque antes de poder opinar sobre eso, Perth enredó sus dedos en mi cabello y me giró con rapidez para besarme eróticamente, era como si quisiera premiarme por algo.
Los labios de Perth se sintieron tan cálidos, húmedos al tacto con los míos, que me rendí al instante, su lengua inspeccionó en lo más profundo de mi boca, su mano empezó a deslizarse por mi piel. Mi mano subió hasta su cabello para tenerlo cerca y que no se le ocurriera separarme, hasta que el ruido de mi estómago nos distrajo.
- ¿Podemos comer y después seguir? ¡En verdad tengo hambre!
- ¡Es bueno que quieras continuar después! Porque no te dejaré ir. - Sonrió con picardía.
Me da un último beso en los labios, antes de sentarse frente a mí; en cuestión de una o dos horas, conocí más de Perth, que en aquellos tres años en los que trató de conquistarme. Por primera vez estábamos hablando como una pareja común y corriente, contando cosas sobre nuestras vidas, con algunas sorpresas por las confesiones.
- Me he tocado pensando en ti, durante cinco años, ¿alguna vez hiciste eso, pensando en mí?
Por una loca razón que desconozco, me sentí excitado cuando lo escuché decir que se masturbaba con mi rostro en su mente, eso me llevó a levantarme, rodear la mesa y finalmente sentarme a horcajadas sobre su regazo; Perth tocó mis muslos, apretando levemente, antes de inclinarme para reclamar sus labios para mí.
Narra Perth:
Las confesiones fueron divertidas, como cuando Mark llegó a la cita en la que supuestamente iríamos al cine, pero yo creí que él no había llegado; y resulta, que estuvo allí todo el tiempo. Luego, me salió con que, él era mi admirador secreto, que siempre me dejaba sándwiches en mi casillero para la hora de receso entre las clases.
- ¿Por qué, Mark? ¡Siempre debimos ser felices! - Volví a besarlo, sus labios me fascinan. - ¿Por qué me rechazaste?
La mirada de Mark se oscureció, se volvió sombría, jamás vi tanta tristeza en él, excepto cuando le hice esa pregunta, eso quiere decir, que hay algo que me oculta, y sea lo que sea, debe ser malo. Solo espero que tenga el valor y la oportunidad de confesarlo antes de que Bill me de la respuesta de su investigación, no me gustaría enterarme por otra persona.
- ¿Por qué de pronto me preguntas eso? - Sonreí recordando lo que sucedió anoche.
- Anoche, me confesaste algunas cosas, entre ellas, que jamás me odiaste por ser un Tanapon, dijiste que me amas desde el primer ramo de rosas que te regalé.
- Eso es verdad, pero no recuerdo haberlo dicho. - Solo me reí fuerte.
- No recuerdas nada, y todo fue porque te tomaste mi bebida. Escúchame bien, si alguien, quien sea, aunque sean mejores amigos, pero te da una bebida en un club nocturno, jamás debes beberla, tu imprudencia casi te cuesta la vida anoche. - Lo regañé.
- ¿Mi imprudencia? ¡No escupas para arriba, Perth! Tú no tienes idea de lo humillante que fueron las miradas de lástima en ese maldito club, cuando mi esposo estaba acurrucado con una ramera. - Se levantó de golpe y trató de salir de la cocina.
- ¡Mark, no hemos terminado de hablar! - Lo agarré del brazo para detenerlo.
- ¿De qué Perth? Creo que ya no tenemos nada de que hablar, es más, si me hubieras dejado morir anoche, tal vez ahora estarías muy feliz y buscando a alguien más... - Besé a Mark para cerrar su boca y que ya no dijera otra cosa.
- ¡Si llegara a perderte, yo me muero contigo!... ¡ESCUCHASTE ESO! - Grité como si no lo tuviera en mis brazos. - Jamás podría vivir sin ti. Aún no lo entiendes, soñé con nuestra boda desde la primera vez que te vi, cuando me iba a dormir, me detenía por unos minutos a contemplar mi cama, pensando en que una noche, ya no dormiría solo, que tú estarías allí conmigo y que podría hacerte el amor cada vez que quisiera. - Había juntado nuestras frentes y cerrado mis ojos mientras recordaba.
- Perth... - Sollozó levemente. - Dime la verdad, ¿por qué aceptaste este contrato?
- Porque luché por tu amor durante tres años, y luego vine dos años más a Bangkok a sufrir por no haberlo conseguido... Yo te amo, Mark, mi Mark. Y sinceramente, creí que era la única manera en que te tendría para mí.
Mark lloró conmigo, antes de que mi instinto me pidiera con urgencia desesperada, robarle los labios a mi esposo en un beso tan apasionado como disparejo, porque le costaba corresponderme. Pero ya no podía evitarlo, lo amo, lo amo más que a nada en el mundo y todo lo que quiero es la oportunidad de demostrarlo a cada segundo.
- Mío... - Beso. - Todo mío... - Beso.
- ¿Y tú también eres mío? - Solo sonreí ante sus palabras.
- Mark... Yo he sido tuyo, desde hace más de cinco años. Para ser específico, desde la primera vez que te vi y me sonreíste de forma tierna. Soy tuyo, mi amor.
Está vez, fue él quien me besó, y no solo eso, terminamos haciendo el amor con mi esposo, fue una ronda sobre la mesa del comedor, otra más en la estantería y la última, contra la pared. En cuanto nos vestimos, Lin apareció, solo agradecí que ya no estábamos haciendo nada, aunque aún no estaba satisfecho, así que me lo llevé a mi oficina, donde tuvimos dos rondas más.
Tok Tok Tok... (Llamaron a la puerta)
- ¿Quién? - Pregunté con disgusto porque arruinaron el momento especial en que admiraba a mi Mark, mientras dormía.
- Señor Tanapon, soy Bill. - Tiene noticias importantes, así que fui a abrir.
- ¿Qué sucedió? ¿Hiciste lo que te pedí? - Me emocioné.
- Sí señor, pero será hasta dentro de un mes, porque ya no había lugar. - Baja su cabeza como si estuviera avergonzado.
- No te preocupes, te lo pedí con poco tiempo para planearlo, pero, ¿estás seguro que en un mes?
- Absolutamente seguro, señor.
Después de agradecerle por las buenas noticias, llevé a Mark a nuestra habitación para que pudiera descansar con calma, sabiendo que solo allí, nada perturbaría su sueño y lo abracé. Me siento como un imbécil por no haber hablado con la verdad desde un principio, decirle a Mark lo que pasaba conmigo y tratar de conocer su versión de la historia.
Aún me preocupa que hay muchos secretos que desconozco, solo espero poder ganarme la confianza de Mark, para que él me lo confiese antes de que Bill complete su investigación. Es increíble lo felices que pudimos ser durante el siguiente mes, en el que me iba a trabajar, Mark se encargaba de la casa y la servidumbre; pero en la noche, la pasión se desataba en nuestra cama.
Ya ni siquiera puedo recordar cuántas horas hemos pasado haciendo el amor, solo sé que amo estar casado con el chico de mis sueños y esta noche, podré darle la sorpresa que me dijo Bill aquella tarde en mi oficina...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top