Capítulo 4
Narra Mark:
Afuera del salón de recepción, nos esperaba una limusina, con un inmenso chongo de color dorado en la parte de arriba, Perth me agarró de la cintura y me ayudó a entrar en aquel vehículo. En unos minutos vi que íbamos en dirección a su casa de la playa, parece que no mintió cuando dijo que viviríamos allí.
- Señor Tanapon, lo llamaron de una de las aerolíneas, me parece que es urgente. - Perth solo me miró por un momento antes de asentir.
- Bien, llévalo a la habitación principal, y no dejes que se escape. - Dijo con firmeza, pero, ¿adónde se supone que yo me iría?
Es la misma mujer que me recibió hace una semana, aunque me dijo por donde ir, solo pude ver la espalda de Perth mientras desaparecía tras una puerta a la mitad de un largo pasillo. Después de eso, sí seguí el camino por el que me indicó ella, llegamos a una habitación bastante grande, mi departamento podría caber dos veces aquí.
- Mmmm... Yo... - Me giré para verla. - Por favor, no crea que mi niño Perth es una mala persona, es posible que quiera desahogar su dolor con usted, pero créame que lo ama.
- ¿Por qué está tan segura de esto? - Pregunté con tranquilidad.
- Porque, él jamás ha traído a nadie a esta casa y menos, permitiría que alguien durmiera en su habitación...
Tuve la intención de decirle que tal vez solo estaba siendo considerado con la persona que a partir de hoy es su esposo; pero la vi tan segura de lo que estaba diciendo, que preferí callar. Luego de unas palabras, ella salió de la habitación, entonces me percaté de un hermoso espejo ovalado junto a un armario, que era bastante grande.
Literalmente, pude observar todo mi cuerpo en este, tan hermoso se veía el traje que mi abuelo había comprado, encajaba perfectamente en mi cuerpo y la tela es muy suave. Decido quitármelo para no dañarlo, ya que no estoy acostumbrado a usar ropa tan cara y temo arruinarla, pero justo cuando estaba en ropa interior, Perth entró.
- ¡Perth!
Casi se me sale el corazón cuando lo vi observando cada parte de mi cuerpo, solo la ropa interior le impedía verme por completo; pero eso no quitaba que se estaba comiendo mi piel con su mirada. Jamás creí que la mirada de un hombre, podría hacerme sentir tan caliente como una estufa, y allí está él, demostrando todo lo contrario.
- ¿Estás seduciéndome, Mark? - Pregunta con sus ojos inyectados en lujuria.
- No, yo solo quería cambiarme de ropa.
Subí mis manos para cubrirme, en verdad, no esperaba que Perth apareciera antes de que yo volviera a vestir mi cuerpo; aunque reconozco que me siento muy excitado con su presencia. Cierra la puerta, se acerca a mí y me gira para que me vea de frente en el espejo, donde pude ver su rostro en el reflejo, asomándose sobre mi hombro derecho.
- Esta noche... - Susurra en mi oído y me debilito. - Al fin serás mío...
🔥🔞🔞🔞🔥
Muerdo mis labios cuando empezó a besarme en el cuello; su lengua húmeda recorrió hasta mis hombros, dejando mojado con su saliva y con sus manos recorrió mi piel. En cuanto sentí su erección presionando en mi trasero, tuve que darme la vuelta, fue solo un impulso para poder unir mis labios a lo suyos.
Perth tiene razón, al fin seré suyo, lo he deseado durante casi cinco años, desde que me enamoré de él, tal vez parezca una locura, pero incluso soñé con esta noche, en que tomaría mi cuerpo. Metió su mano entre nosotros, tocándome sobre mi ropa interior, antes de cargarme y llevarme hasta la cama, donde me dejó suavemente.
- ¡Quítate eso! ¡Quiero ver tu piel!
- Pero yo... - Mi rostro se calentó tanto, jamás me he quitado la ropa delante de otra persona.
- ¡No me hagas repetirlo, Mark! - Su voz fue autoritaria.
- ¿Puedes hacerlo primero?
Mi voz temblaba, esta situación es incómoda, yo no acostumbro a quitarme la ropa desde el accidente, sé que fue hace mucho y que mis cicatrices ya ni se notan, pero aún me da vergüenza mostrar mi cuerpo; Perth por su parte, solo sonrió como burlándose de mi reacción, aunque lejos de mostrarse avergonzado, empezó a quitarse su ropa.
Arrojó el saco, casi se forma majestuosa al piso, luego su corbata, fue tan sexy ver cómo la aflojaba para su comodidad; siguió con su camisa, como si lo hiciera en cámara lenta, su torso es perfecto. Zapatos y accesorios también los quitó, sus pantalones se deslizaron por sus fuertes y gruesas piernas antes de caer hasta el piso.
Era todo un espectáculo ver como el hombre que amo, dejaba su piel desnuda frente a mí, creí que me derretiría en cualquier momento, mi corazón casi dejaba de latir, era asombroso. Se despeinó un poco el cabello, lo que hizo que mi atención se concentrara en sus ojos, lo cuales por cierto, seguían llenos de lujuria mientras recorrían mi cuerpo.
- Terminé... - Quitó su ropa interior y tuve que desviar mi mirada al ver su pene erecto. - Es primera vez que ves a un hombre desnudo, ¿verdad?
Solo asentí ante sus palabras, estaba tan nervioso, es mi primera vez para muchas de las cosas que estoy haciendo en este momento; pero él se acercó a mi rostro y mientras me sostenía la mirada, deslizó su mano derecha para quitar mi ropa interior; fue tan sexy ese instante, ni siquiera me estaba besando y sentía que flotaría.
- Di que eres mío, Mark...
- Soy tuyo, Perth.
Ni siquiera me detuve a pensar en lo que él me estaba pidiendo, solo sé que es la verdad, no hay otro hombre a quien yo pueda pertenecerle, nací para estar así con Perth y con nadie más. Él me besó como si mis labios fueran lo mejor que ha probado en toda su vida, se subió a la cama conmigo y enredé mis piernas en su cintura.
- ¡Cumple uno de mis sueños, Mark!
Antes de que yo pudiera preguntarle a qué se refería, él ya había quitado mi pierna izquierda de su cintura, agarró mi mano, le dio un leve beso y la llevó hasta su longitud, que me instó a tocar. Se sentía duro, grande y muy caliente; Perth mordió su labio, pero al no poder resistirlo, gimió contra mi boca y después susurró en mi oído:
- He pasado cinco años ayudándome a mí mismo, soñando con esta noche... Dime qué es real, solo quiero estar seguro de que te tengo debajo de mí.
- Yo me hago la misma pregunta, ¿esto es real?
Me sonrió, luego besó mi cuello, con eso guió un camino con sus labios, pasando por mis pezones, mordiendo y apretando mis costillas, succionando y dejando marcas alrededor de mi ombligo. Perth me hizo arquear la espalda, no sabía que fuera experto en el placer que puede llegar a sentir el cuerpo humano o para ser específico, en mí.
Después, metió uno de sus dedos en mi interior, vaya que sí me dolió, pero al mismo tiempo me masturbó, así que el dolor fue disipándose lentamente, hasta que comenzó a gustarme. Sin embargo, lejos de tener misericordia, metió de uno a tres dedos, estaba muy mojado, desde el momento en que entró en la habitación y eso me ayudó a dilatar.
- Se acabó Mark, muero por sentirme dentro de ti.
No pude decirle nada al respecto, ni pensar; en cuestión de segundos, él había abierto mis piernas, usó mi humedad para mojar su pene que parecía que le dolía mucho y se inclinó hacia mí. Besó mis labios, luego fue a mi cuello y me dio una mordida mientras me penetraba; yo solo apreté las sábanas por la sensación de dolor y ardor.
- Abrázame, Mark...
Rápidamente subí mis brazos y envolví sus hombros, él me besó con gran ímpetu, manteniéndose quieto por un momento, en lo que me acostumbraba a su tamaño y grosor. Pronto, sus besos y caricias hicieron que me gustara tenerlo dentro de mí y empecé a moverme por mí mismo para sentir como entraba y salía.
- ¡Eso es! ¡Muévete, Mark!
- Aahh... Perth...
No sabía que el acto de entregarte en cuerpo y corazón a la persona que amas podía sentirse así de bien; es simplemente espectacular que Perth me esté haciendo el amor. Después de tanta espera, ha valido la pena cada segundo, esta noche en su cama, es lo mejor que he hecho en mi vida entera, y que él sea experto, lo hace muchísimo mejor.
Perth empieza a moverse por sí mismo, penetrándome con fuerza, algo que me hacía ver estrellas cada vez que se impulsaba dentro de mí; me hizo gritar su nombre hasta que mi garganta estuvo seca. Me aferré a él como si no hubiera mañana, mi labios aún inflamados, seguían correspondiendo sus exquisitos besos.
Mis pensamientos estaban en blanco, el placer en mi cuerpo me hacía concentrarme solo en lo increíble que se sentía su piel rozándose con la mía, en un momento casi culminante, me separé de sus labios para volver a gemir su nombre; estaba flotando en una nube de lujuria, cuando él agarró mi miembro y empezó a masturbarme a gran velocidad.
- ¡MARK!
Terminé primero, llenado mi abdomen con todo mi semen, mientras que Perth hizo algunos impulsos más antes de llenarme por completo y sentí el calor en mi interior. Me sentía cansado, fue muy agotador, pero estaba dispuesto a soportar si él quería hacerlo de nuevo, aunque mi esperanza se vio completamente frustrada.
Perth se levantó de la cama, sin siquiera verme, se fue al baño y tomó una ducha, podía escucharlo desde donde estaba sentado, esperé a que saliera, creí que pediría que yo también me duchara. Sin embargo, no me miró de nuevo, solo se fue al armario, sacó ropa casual y empezó a vestirse, lo cual me dejó casi sin respiración.
- ¿Ya te vas? - Pregunté sorprendido.
- Me la pasé bien, aunque espero que no hayas creído que me quedaría contigo... Porque no será así. - Su voz era tan fría, nada que ver con el Perth de hace 20 minutos.
- Pero... Acabas de hacerme el amor y ¿piensas dejarme solo así? - Entonces se rió irónicamente.
- Allí es donde tú y yo diferimos querido, yo no te hice el amor... Simplemente, tuve sexo con la puta más cara por la que he pagado. Y solo para que lo sepas, me voy a divertir con alguno de mis amantes.
- ¿Eso es lo que piensas de mí? ¿De verdad me crees tan mala persona? - Mis ojos ardían, amenazaban con liberar lágrimas en cualquier momento.
- ¿Sabes qué? Lo único que valió la pena de esta noche, es que tu virginidad fue mía... Así que no te sientas especial, Mark. Ya te lo dije, solo eres la puta por la que más he pagado.
- ¡Es nuestra noche de bodas! ¿Cómo puedes decirme eso? - Ya no pude resistir las lágrimas.
- Esto no es un matrimonio, Mark. No te confundas, lo que tenemos es, Solo Un Contrato...
No me dedicó ni una sola mirada desde que se levantó de la cama, terminó de vestirse y salió de la habitación sin despedirse de mí; lo que me convirtió en un mar de lágrimas, jamás esperé que en mi noche de bodas, mi esposo me diría cosas tan crueles...
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