Capítulo 3



Narra Mark:


Después de unos minutos de no quitarme la mirada de encima, sus ojos se sentían como una forgata que me quemaba por dentro y hacía arder mi cuerpo, se acercó a su abuelo. Mi abuelo y yo volvimos a sentarnos en nuestros respectivos lugares; Perth no dejaba de mirarme con resentimiento y creí que nos echaría de su casa.

- ¿Qué quieres Rogers? ¡Habla de una maldita vez! - Hablaba con mi abuelo, pero sostenía su mirada en mí.

- Es un convenio, en el que te conviertes en el esposo de mi nieto y nuestra enemistad se acaba. Pero, hay un contrato de por medio. - Remarcó sus últimas palabras.

- No me sorprende de un viejo avaro como tú... Muéstramelo, si me interesa, lo firmaré.

Nos dio una copia al señor Tanapon y a mí, mientras que a Perth le entregó el original, leí cada parte de ese contrato con cuidado, en primer lugar, decía la fecha de la boda y que por la mañana, antes de la ceremonia, Perth debía hacer el depósito del medio millón de dólares que necesito a mi cuenta bancaria en Tailandia, y que después de eso, depositaría 25 mil al mes.

“Para gastos que yo considere”, supuestamente para mantenerme al estilo de vida al que mi abuelo me tiene acostumbrado, casi estuve a punto de reír a carcajadas por semejante infamia. Pero, el verdadero problema venía en la parte de abajo, donde se específica que la palabra “divorcio” no puede ser mencionada en nuestra casa, a menos que ya haya un heredero.

- *Cállate* - Dijo mi abuelo entre dientes cuando lo vi.

- ¿Así que me estás vendiendo a tu nieto? ¿Criaste a una puta acaso? - Dijo Perth con ira.

- ¡Perth! - Lo regañó su abuelo.

- Es tu decisión si te quieres casar, desde ya te digo que a mí no me importa si no aceptas; porque hasta donde sé, es tu abuelo quien quiere terminar con esta enemistad. En fin, avísame si aceptas y si no, no me hagas perder mi tiempo... ¡Vámonos Mark!

- ¡Está bien, acepto! - Apenas había dado algunos pasos cuando él nos detuvo. - Pero, después de casarnos, tú no te meterás en nuestro matrimonio, no podrás opinar sobre mis decisiones y tampoco sobre mi trato con Mark... Ahora dime, ¿aceptas eso? - Mi abuelo sonrió y ni siquiera me miró.

- ¿Por qué tendría que meterme? ¡Será tu esposo, no el mío! Por lo tanto, se convierte en tu problema.

- ¡Abuelo! - En ese momento, no sabía de quién tener más miedo.

- Tenemos un trato entonces.

- ¿Quieren cenar con nosotros? - Preguntó el abuelo de Perth rompiendo la tensión. - ¡Podrían dar un paseo por la playa los futuros esposos y conocerse mejor! - Dijo con entusiasmo y yo bajé la cabeza.

- ¿Quieres ir a dar un paseo conmigo, joven Rogers?

- ¡Mark! - Gritó mi abuelo.

- ¿Sí? - Respondí a mi nombre.

- Tu prometido acaba de preguntar si quieres dar un paseo con él. - Dijo mi abuelo con ira y asentí, luego se acercó a mi oído. - ¡Nadie debe enterarse de que no hemos tenido contacto en 15 años! - Espetó con furia antes de darme un beso en la mejilla.

Perth señaló el camino, dejándome caminar un par de pasos antes que él, podía sentir su mirada sobre mi cuerpo y sabía que era debido a la absurda ropa que me obligaron a vestir. Con los zapatos que llevaba, me costaba mantener el equilibrio sobre la arena, así que Perth siendo todo un caballero, se acercó a mí y extendió su brazo para que me sujetara.

Hace un año, anhelaba con todo mi ser este reencuentro, pero ahora, me duele tanto, porque sé que mis secretos pueden salir a la luz en cualquier momento y temo no ser capaz de enfrentarlo. Peor aún, con Perth caminando a mi lado en un incómodo silencio, y además, ¿qué quiso decir con el trato que tendría conmigo?

- ¿Cómo has estado? ¡Todo fue diferente desde que ya no estabas en Corea! - Traté de romper el silencio y él se rió irónicamente.

- No vayas a salir con la hipocresía de que me extrañaste, Mark, porque eso no te lo creo... Tal vez, ayer, aún te lo habría creído; pero no hoy que sé que eres el nieto de Rogers. Ahora muchas cosas tienen sentido. - Sacó conclusiones apresuradas.

- Que no te aceptara como mi novio, ¿a eso te refieres?

- ¿Quién diría que un Rogers fue quien se robó mi corazón y lo destruyó? - Perth ya no me ama.

- No sabes nada, solo me juzgas por lo que mi abuelo está haciendo.

- Lo que sé, es que preferiste venderte como una ramera, antes de aceptar mi amor... Si me hubieras aceptado, yo me habría encargado de que a ti jamás te faltara nada; pero decidiste chantajearme por dinero, eres igual que tu abuelo y con eso demuestras que eres tan malo como él.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, sin embargo, me obligué a que no salieran, debo ser fuerte, yo sabía que esto pasaría, que rompería el corazón del amor de mi vida y que me odiaría. Al menos agradezco que estaré unido al hombre que amo, sería horrible estar casado con alguien por quién jamás podría llegar a sentir nada.

- Joven, la cena está lista. - Apareció una mujer para hablar con Perth.

- Hola Lin, te agradezco, iremos ahora. - Ella se quedó expectante a que Perth me presentara, pero no lo hizo.

- Me llamo Mark, es un placer conocerla. - Dije con cortesía.

- El gusto es mío, ¿se quedará hoy? ¡Puedo pedir que le preparen una habitación...!

- No se quedará, pero vendrá a vivir en una semana. Mejor hagan los preparativos en mi habitación, allí es donde dormirá.

Habría sido el chico más feliz del mundo si Perth se hubiera escuchado más emocionado al decir esas palabras, pero lejos de parecer cálido, fueron más frías que un congelador. Regresamos a la casa, debo reconocer el gusto impecable de mi amado, su hogar es precioso y la decoración le da un efecto de perfección.

Llegamos al comedor, nos sirvieron todo, mi abuelo me obligó a sentarme al lado derecho de Perth, a mitad de la cena, sentí como si alguien me estuviera viendo, levanté mi rostro y me encontré con la mirada profunda de Perth, siempre amé esos ojos negros, porque cuando me mira, el resto del mundo desaparece, dejándonos existir solo a nosotros.

- Ha pasado por varias generaciones Tanapon; cuídalo con tu vida. - Dijo mientras deslizaba un hermoso anillo de compromiso con un rubí en mi dedo anular.

- ¡Bonita fiesta de compromiso! - Habló mi abuelo con ironía.

- La boda es en una semana y no me diste tiempo para planear algo más grande. - Le contestó Perth aún con más orgullo.

La tensión entre ellos puede cortarse con un cuchillo, fue incómodo presenciar algo así, luego regresamos a la mansión de mi abuelo, donde casi no pude dormir, por mirar una y otra vez el precioso anillo que me dio Perth, jamás había usado algo tan caro en mi vida y menos algo que fuera una reliquia familiar.

La semana pareció irse volando, mi abuelo mandó por un sastre italiano que hace todo a medida y se encargó de mi traje, ambos fueron negros, Perth dijo que no quería blanco en ropa. Su abuelo se encargó de la ceremonia, y como mi prometido está chapado a la antigua, fue bastante clásica nuestra boda y me gustó mucho.

- Oye, aquí entre nos... ¿Qué hiciste con el medio millón? - Preguntó durante el banquete.

- ¿Ya hiciste el depósito? - Sinceramente, olvidé revisar la cuenta por tantos preparativos y cosas que me mantuvieron ocupado.

- No te hagas, Mark. 10 minutos después de hacerte el depósito, la cuenta quedó vacía, ¿creíste que no me enteraría?

Agarré mi celular y le envié un mensaje a Mean para asegurarme de que lo que dice Perth es real y resulta que fue él quién solicitó que mi cuenta estuviera vinculada a la de él, así que fue muy fácil llevar todo el dinero al hospital de Seúl, ahora sí ya puedo vivir tranquilo; ya nada me importa, mi secreto, definitivamente está a salvo.

Perth ha sido frío y distante conmigo desde que nos volvimos a ver, aunque tampoco me sorprende, yo estaría igual de dolido que él si las cosas hubiesen sido al revés, temo que me odie de por vida. La gente llegaba y nos felicitaba, ya que el abuelo de Perth estaba tan feliz de que al fin se estuviera casando, que parece que invitó a medio Bangkok.

- ¡Ahora pueden inaugurar la pista de baile, los recién casados! - Dijo el DJ.

- ¡Levántate, es hora de fingir delante de todos! - El sarcasmo de Perth me mata por dentro.

Él extendió su mano frente a mí, me llevó hasta la pista y nos pusieron una hermosa melodía romántica, me sentía feliz; porque admito que así es como soñaba mi boda, incluido el novio. Perth me acercaba cada vez más a su cuerpo, no comprendía si hacíamos algún movimiento, solo que él no me quitaba la vista de encima y los invitados gritaban que nos besáramos.

- ¿Qué dices? ¿Los complacemos? - Preguntó mirando mis labios.

- No lo sé, ¿tú quieres? - Le devolví la pregunta.

No me contestó con palabras, solo se inclinó para besarme, fue tierno y romántico, no podría imaginar mi boda más perfecta que esto, aunque Perth pronto empezó a besarme más salvaje. Vino a mi mente el recuerdo del día que se fue de Corea, de esa forma tan desesperada es que se estaba comiendo mis labios, sin darme oportunidad de respirar.

La lengua de Perth se metió profundo en mi boca, llevándome a liberar pequeños gemidos en el afán de meter un poco de aire en mis pulmones, era evidente que habíamos perdido el control. De repente, sentí un bulto presionando en mi entrepierna y así supe que él se había excitado, pero fue cuando se detuvo, beso mi mejilla derecha, mi cuello y finalmente habló.

- ¡Tenemos que irnos de aquí! - Sus labios, incluso inflamados se veían hermosos.

- ¿Tan pronto? ¡Acaba de empezar la recepción!

- Dije que nos vamos. - Dijo con voz autoritaria antes de llevarnos con nuestros abuelos. - Abuelo, Rogers, ya nos vamos. Por favor encárguense de despedir a los invitados.

- Claro hijo, felicidades, les deseo que siempre sean felices y no olviden que la verdad es importante para un matrimonio. La verdad, lo es todo. - Me miró directamente mientras decía esas palabras.

- ¿No piensas despedirte de tu abuelo, Mark? ¡Dudo mucho que lo vuelvas a ver después de hoy! - Perth parecía retarlo con la mirada. Yo solo me acerqué y le di un abrazo.

- Espero que lo que dijo Perth sea verdad, porque preferiría no volver a verte. - Susurré.

- Digo lo mismo, al fin pude librarme de ti... Y tu príncipe Perth, pronto mostrará su verdadera cara, te recordarás de mis palabras.

Lo miré desconcertado, pero antes de poder preguntarle sobre su afirmación, Perth me agarró de la mano y me sacó del lugar, llevándome a su casa en la playa...

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