Capítulo 12



Narra Mark:



Dos cosas son las que no puedo borrar de mi memoria sobre la luna de miel, la primera es asquerosa, es que estuve vomitando por las estúpidas náuseas que fueron extrañas. Y la segunda, fue que estuve atado a merced de mi esposo, al menos unas 4 o 5 noches, y la evidencia quedó en mis muñecas, era un leve tono rojizo.

Sin embargo y apesar de estar con mis manos ajustadas, Perth no fue un completo salvaje y eso lo sé porque no hubo dolor en mi cuerpo, ni en mi trasero, menos en mis manos, fue un caballero. Y estando en la isla, no fue capaz de dejarme descansar; fue un viaje en el que literalmente, lo hicimos en todos los rincones o donde nadie nos vio.

- ¿En qué piensas? - Me pregunta, acariciando mi espalda.

- En qué me quieres encadenar a la cama, ¿te volviste loco? - Le reclamo riéndome en mi corazón.

- Más loco te volviste tú, por querer escapar. - Contesta de inmediato.

- ¿Quién dijo que quería escapar? ¡Solo fue una pregunta al azar! - Por un momento, sentí como mi enojo aumentaba.

- ¡Pues no me hagas ese tipo de preguntas! - De alguna forma, pude sentir que Perth también se estaba enojando.

- ¡¿Estás jugándome una maldita broma?! ¡¡Porque no me parece divertido!! - Entonces mi voz cambió de tono. Lo que hice fue una pregunta sin importancia.

- ¡¿Acaso me ves riendo, Mark?!... - Cubre mi boca cuando estoy por contestar y me dice. - No sé si estabas buscando una pelea; pero ya arruinaste mi buen humor. Dormiré en otra habitación.

Luego de darme un beso en la frente, sin dejar de cubrir mi boca, fue el momento en que Perth se sentó a la orilla de la cama y no quise dejarlo ir, ¿cómo podré dormir sin sus brazos rondeándome? No pude aceptar su idea de dejarme solo en esa inmensa cama, así que me levanté de inmediato y me enredé en su cuerpo para que no pudiera levantarse.

- ¡Mark, suéltame! ¡No quiero seguir discutiendo! - Se queja, pero no me aparta.

- ¡Ya entendí! Por favor no te vayas.

- No me hagas ese tipo de preguntas... Perderte ya no es opción para mí.

Es la primera vez que discutimos con Perth desde que él actúa como mi verdadero esposo, la reconciliación fue más que perfecta, y no, no me hizo el amor, solo me llenó de besos el rostro y me abrazó toda la noche; al menos a la mañana siguiente ya era un nuevo y hermoso día, sin necesidad de recordar del incidente de la noche anterior.

Como todas las mañanas, Perth me acorraló en todas partes, en el clóset, en la ducha, en el tocador, en la puerta de la habitación, y no bastándole, también en la cocina, mientras me daba muchos besos. Después, se iba al trabajo con total tranquilidad, claro que no se va sin antes dar órdenes de cuidarme como si yo estuviera hecho de cristal.

- ¡YA LLEGUÉ AMOR! - Lo escuché desde la habitación y bajé corriendo las escaleras para lanzarme a sus brazos.

- ¡Perth! ¡Te extrañé, te extrañé muchísimo! - Dije antes de darle un leve beso en los labios.

- Yo te extrañé mucho más. ¿Ya cenaste? ¿Quieres salir a comer esta noche?

- ¿Adónde iremos? - Pregunté con mucha emoción y curiosidad.

- Ve a vestirte y descúbrelo... - Me bajé de su cuerpo y corrí hacia la habitación. - ¡NO CORRAS POR LAS ESCALERAS!

No es primera vez que Perth me regaña por subir y bajar las escaleras corriendo; dice que puedo caerme y golpearme tan fuerte que hasta podría morir, ¿entonces qué hará él sin mí? En un principio, me parecían divertidas esas palabras, con el tiempo he agarrado ternura en ellas, porque lo que mi esposo no sabe, es que yo tampoco creo ser capaz de estar sin él.

- ¡Señor Tanapon! - Aparece Bill antes de irnos a la cena.

- ¿Qué sucede Bill?

- Ya tengo los papeles y datos que solicitó. Los dejé sobre su escritorio. - Perth y Bill me miraron por un momento les sonreí a ambos.

- Los revisaré cuando regrese de cenar con mi esposo. - Entonces, salimos de casa con Bill siguiéndonos de cerca.

La cena fue una velada romántica y básicamente perfecta, incluso tuvimos un nuevo vals, bailar con Perth es en definitiva mágico, algo que no se puede cambiar por dinero. Llegamos a casa muy románticos, besándonos como si no hubiera mañana; estábamos a mitad de los escalones cuando Perth empezó a quitarme la ropa y terminamos en la cama como siempre.

Por la mañana, Perth ya se estaba cambiando de ropa para ir a su estudio, ya que como hoy es sábado, no es necesario que salga de nuestro hogar, eso me hace muy feliz. Cuando se dio cuenta que ya había despertado, me dio un beso en la frente y se disculpó conmigo porque piensa que él fue quien me despertó.

- Ve directo a tu estudio. Me daré una ducha y te llevaré un café.

Volvió a sonreír de esa forma tan encantadora que me hace caer de rodillas, antes de besar mis labios y salir de la habitación, y yo aproveché para salir corriendo a ducharme. Sin embargo, en cuanto salí de la ducha, Perth me asustó, estaba sentado sobre la cama con una expresión tensa y una mirada casi llena de odio.

- ¿Perth? ¿Estás bien amor? - Se levanta y arroja los papeles que salieron en todas direcciones.

- ¡NO TE ATREVAS A DECIRME AMOR! - Mi corazón se sentía como si fuera a detenerse del terror.

- P... Pero... ¿Yo qué hice? - Tartamudeé mientras retrocedía.

- Cuando fuimos al bar hace dos meses, dijiste que no tenías contacto con tu abuelo, lo cual me pareció ridículo; pero, olvidaste mencionar, que ni siquiera eres un Rogers. - Habló siempre con voz molesta.

- ¿Yo dije eso?

- Estabas drogado... Pero, me debes muchas explicaciones, Mark Tanapon. - La tensión en el ambiente era casi palpable, a Perth casi le salía humo por las orejas.

- ¿Qu... Qué es lo que quieres saber?

- ¿Por qué no me dijiste que no tuviste contacto con tu abuelo el 15 largos años? Es más, ustedes eran como dos desconocidos, hasta que llegaste hace tres meses...

- Necesitaba el medio millón de dólares, por eso lo busqué. Pero, él dijo que no me daría nada y que debía casarme contigo para que tú me los dieras. - Continué para que no saque conclusiones apresuradas.

- Tu abuelo no perdonó a mi familia, ¿cierto?... ¿Aún nos culpa por la explosión del avión? - Los ojos de Perth empezaron a llenarse de lágrimas y frustración.

- Así es... Mi abuelo odia a todos los Tanapon. - Entonces se concentró en unos papeles que estaban tachados en el piso.

- ¡Es una venganza! ¡Este matrimonio es la venganza de tu abuelo! - Ya ni siquiera puedo decir que había en esa mirada, pero si aún hay amor ahí, está enterrado bajo mucho dolor. - ¿Mark? ¿Por qué no me contestas?

Lloré con desesperación, sabía que Perth se enteraría en cualquier momento, pero de esta forma es demasiado cruel; me hubiera gustado tanto haberlo preparado para la noticia de que yo jamás podré darle un hijo, y aquí estoy, cayendo de rodillas ante mi esposo, suplicando en mi corazón que su amor por mí sea más fuerte que todo.

- ¡¡DIME LA VERDAD, MALDITA SEA!! - Perth me levantó del piso y me zarandeó con fuerza, así supe que nada de lo que diga lo hará amarme de nuevo, y le dije todo de una vez.

- ¡Aquel día, el accidente dejó heridas graves en mi cuerpo, causando que... Perth, yo no puedo darte hijos, soy estéril! - Me suelta de repente y ya no sé qué hay en esos ojos.

- Repite lo que acabas de decir... - Apenas fue audible esa petición.

- No puedo darte hijos, mi amor. Pero, yo te amo, lo juro... - Puso su dedo índice en sus labios indicando que me callara.

- ¡Qué bien les quedó el plan! ¿No es así?... - Hace una pausa muy larga, el silencio fue muy incómodo. - ¿Sabes qué es lo único que mantiene a mi abuelo con la alegría de vivir? ¡La idea de que yo le de bisnietos, los herederos de sangre de los Tanapon. Y acabas de romper no sólo mi corazón, si no también el de él.

- ¡Perth...!

- ¡Cállate!... Sabía perfectamente que Rogers nos odia, pero desconocía que mi esposo estaba contagiado con ese mismo odio. Ahora comprendo el maldito contrato; no puedo creer que la persona que más amo, es la que más me lastima desde hace más de cinco años. ¿Y sabes qué? ¡Ya no quiero escuchar tus mentiras! Porque cada vez que descubro algo sobre ti, hay mil mentiras ocultas detrás de eso... Ojalá pudiera regresar el tiempo y escuchar a mi mente cuando me decía que había algo raro en ese contrato, pero no, mi corazón no me dejó pensar con claridad. ¡Adiós Mark!

Lo perseguí por toda la casa, la sola idea de que Perth ya no estará conmigo, me estaba matando lentamente; cai por las escaleras por ir corriendo y él se detuvo por un momento, parecía como si quisiera venir y cargarme en sus brazos, anhelaba eso, pero al ver que levanté mi rostro, ya no le importó mi dolor y de igual manera me dejó solo en esa casa.

- ¡Señor Tanapon! - Jim salió de la cocina al escuchar el alboroto.

- ¡No te atrevas a tocarlo! - Grita Perth.

- Pero, señor... - La mirada de Perth lo decía todo, él no permitiría que Jim me ayudase.

- ¡Puedo solo! ¡No te preocupes!

Con mucha dificultad logré ponerme de pie, pero más allá del dolor en mi cuerpo, me dolía el corazón, me sentía herido, porque sé que lastimé a Perth de nuevo y no podrá perdonarme. Limpié mis lágrimas porque no me dejaban ver con claridad; luego, él me dio una oportunidad, sin embargo, dijo que quería toda la verdad.

Incluso me preguntó sobre el dinero que he enviado a Corea desde hace tres meses y no pude contestar; amo a Perth con todo mi ser, pero me es casi imposible confiar ciegamente en él. Se lamentó por unos instantes antes de mirarme con decepción, dijo que él ha sido honesto conmigo y que le duele demasiado ver como yo no puedo serlo.

- Bill, quédense con el señor. Pero no tendrá vida de príncipe; no harán su comida, ni lavarán sus platos y mucho menos su ropa. - He vuelto a ser la persona que Perth siempre ha odiado.

- Pero... - Bill estaba a punto de objetar.

- Sin peros; tal vez si lo trato como si no valiera nada para mí, empieza a cantar como canario.

Las palabras de Perth me dolieron en el alma, y en cuanto salió, me desplomé al piso por el dolor en mi cuerpo; Bill corrió hasta mí y me cargó a la habitación, donde Jim llegó con medicamentos, pero ninguno fue capaz de quitar mi verdadero dolor...

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