Capítulo 10
Narra Mark:
Me quedé dormido mientras esperaba a Perth, ya que últimamente no me deja dormir mucho, siempre llega con ganas de hacer el amor y mi tiempo de descanso se ha disminuido. Ahora que lo pienso, ni siquiera sé si él está durmiendo bien; pero tuve que despertar cuando sentí un leve mordisco en mi oreja y me hizo cosquillas.
- ¡Despierta dormilón! Tengo algo que decirte. - Se burla de mí.
- Más bien, tienes algo que hacer con mi cuerpo. - Respondí rápidamente y abrí mis piernas. - ¡Que sea rápido porque quiero volver a dormir!
- Mark, ya basta, déjate de payasadas. Mira esto, abre tus ojos. - Hago lo que me dice y me muestra unos boletos para un viaje hacia una isla no muy poblada.
- ¿Y eso? ¿Adónde quieres ir? - Dije agarrando los boletos. Luego acarició mi cabello antes de posar su mano sobre mi mejilla izquierda y dice:
- Vámonos de luna de miel, mi amor. Esa que debimos tener hace mucho tiempo.
- ¡¿ESTÁS JUGANDO?! - Le grité, salté sentándome en la cama y él sonrió.
- No, hablo muy en serio. - Me lancé a sus brazos y empecé a besarlo como loco.
- ¡Te amo, te amo, te amo!
Ahora esas palabras se escuchan continuamente en nuestra casa, si no las grito yo por alguna sorpresa que me da Perth, es él quien me las dice mientras hacemos el amor. Me senté a horcajadas sobre el regazo de mi esposo, tratando de besarlo con mucha más pasión, pero fui detenido por él, quien me empujó levemente.
- ¿Por qué? - Pregunté un poco irritado.
- Porque dijiste que lo hiciera rápido, y yo jamás lo haré rápido contigo, debo disfrutar de cada centímetro de tu piel.
Sus manos y ojos recorrieron mi cuerpo mientras dijo esas palabras, haciéndome sentir caliente por todas partes, en ese instante, le dije que podía hacer conmigo todo lo que quisiera. Terminamos haciendo el amor por horas, antes de que por fin me envolviera en sus brazos para dormir lo más juntos que fuera posible.
A la mañana siguiente, todo el personal estaba arreglando su equipaje, porque Perth había reservado toda la isla para nosotros y los empleados que iban junto a sus familias. Conocí a la esposa de Bill y su pequeña hija, la hija menor de Lin, el prometido de Pin; Jim decidió llevar a su mejor amigo, pues aún no está casada y es huérfana.
- ¿Nos vamos? - Entra Perth a preguntarme.
- Mira esto... - Le mostré mi maleta llena hasta la mitad. - No llevo casi nada, ¿y si he olvidado algo importante? No podré hacer nada para llevármelo. - Me quejé y él beso mi mejilla derecha.
- Lin y Jim empacaron una maleta extra para ti. Puedes buscar allí lo que sea que se haya quedado. Y ya vámonos.
Perth no me dejó responder, solo cerró mi equipaje, me agarró de la muñeca y me costó mucho seguirle el paso hasta llegar a un par de helicópteros que habían aterrizado en el helipuerto de la mansión. Muy sorprendido le pregunté a Perth si no iríamos tan lejos, él respondió que sí, pero que parte del viaje lo haríamos en helicóptero y el resto en un pequeño crucero.
- ¿Por qué no vino el crucero a traernos aquí? Tienes un muelle a 500 metros de la mansión.
- Lo sé, pero el crucero se ha marchado hace un día y medio. Pese a eso, aún están a mitad del camino, no quería que sintieras tan largo el viaje. - Contesta con voz tranquila.
- ¿Un avión no habría sido mejor opción? - Me sorprende que Perth tenga a toda la aerolínea Tanapon a su disposición y me lleve en crucero.
- Es que... Sé que tu experiencia con los aviones no es buena; y no quiero reabrir las heridas del pasado. Es nuestra luna de miel, debemos ser inmensamente felices.
Le di un cariñoso abrazo a Perth rodeando su cintura y él aprovechó para besarme la frente de manera muy tierna, fue una hermosa demostración de amor de parte de ambos. Después, caminamos abrazados hasta el helicóptero, donde Perth se sentó al lado de la ventana y yo a su costado izquierdo, con nuestras manos fuertemente entrelazadas.
Nos dieron a todos unos protectores auditivos; el despegue fue bastante tempestivo, era la primera vez que me subía en un helicóptero y me asusté al grado de abrazar con fuerza el brazo de Perth. Metí mi rostro detrás de su hombro, a lo que él respondió levantando mi barbilla y dándome un suave beso que me dio tranquilidad.
Mi esposo me miró a los ojos, parecía que quería besarme con pasión o hacerme el amor allí mismo, por esa razón, escogí ocultar mi rostro en el hueco de su cuello y cerrar mis ojos un rato. Finalmente, aterrizamos sobre el crucero, donde nos recibió el capitán del barco, Perth nos presentó a todos y principalmente a mí, como su esposo.
- Sean bienvenidos al crucero, llegaremos mañana a la isla. Por favor, pónganse cómodos en las habitaciones, todos ya las tienen asignadas.
El hombre fue muy cortés con todos, nos guió a las habitaciones y cada quien entró a las que nos indicaron; Lin dijo que estaría pendiente de nosotros, pero Perth la mandó a descansar. Entrando a la habitación, puse mi maleta sobre la cama para cambiarme la ropa; mis planes se vieron truncados por Perth, quien me abrazó por atrás y besó mi cuello.
Narra Perth:
Ver a Mark empacando muy emocionado me hizo sentir realmente excitado, quería llevarlo de nuevo a la habitación y no salir de allí en varios días si eso fuera necesario, deseo eso. La parte más difícil vino en el helicóptero, cuando él se metió en mi cuello, su respiración me traspasaba la piel erizándome por todas partes y luché con dos erecciones.
- Perth... Acabamos de llegar... - Susurra en un hilo de voz. Entonces tiré de sus caderas para juntar su trasero al bulto oculto en mis shorts.
- Te lo diré de esta manera... Soy como una fogata y tú, eres el combustible que me hace arder aún más. Hazte responsable de eso amor mío. - Continué tocando su cuerpo para encenderlo.
- Oblígame a ser responsable...
Agarré con lujuria su entrepierna, arrancándole un gemido delicioso, mientras con mi otra mano, empujé la maleta fuera de la cama, antes de hacer que Mark se inclinara sobre la cama y darle una nalgada. Bajé su ropa, dejando su trasero al descubierto para inclinarme entre sus nalgas y morder levemente antes de besar esa zona.
- ¡Perth, no! - Mark trató de apartarse y yo lo agarré de los muslos.
- ¡No te atrevas a moverte! - Mi voz se escuchó como una orden.
- Pero...
- Silencio, no abras la boca a menos que sea para gemir.
Lo besé una y otra vez, hasta que él lubricó como loco, logrando que entre ambos, mojaramos la cama, pero no quería detenerme, subí besando su columna mientras bajaba mis shorts. Cuando llegué a sus hombros, y recordé unas palabras crueles que le he dicho varias veces, porque esta vez, muero por decirlas, aunque no como ofensa.
- ¿Por qué te detienes? - Me reclama, Mark cuando dejé de besarlo.
- Te diré algo, pero tómalo por el lado más sucio y lujurioso que tengas. Porque lo tengo duro y cuando te vi en cuatro, solo pude pensar en eso. - Jadeé cerca de su oído.
- ¡Qué no sea muy feo! - Antes de hablar, mejor decidí preguntar.
- Mark, yo... ¿Puedo decirte que eres una puta mientras te hago el amor o durante una fuerte calentura? - Veo su expresión de sorpresa y mejor le aclaré: - Juro que no es un insulto, es solo que me lo pones demasiado duro, tormento mío.
- Perth... - Mark mordió su labio inferior antes de sonreír y desviar su mirada.
Entre besos cada vez más subidos de tono, siendo muy eróticos, candentes y desesperadamente ansiosos, le pregunté de nuevo si podía usar el término y accedió con la condición de que no fuera una ofensa. Por supuesto que no quiero ofenderlo, solo deseo hacerlo mío y si es de forma lascivia mucho que mejor, es una de mis adorables fantasías.
Mark volvió a montarme como esa vez en la limusina, pero ahora, fue con una conversación obscena mientras saltaba sobre mi regazo, en la que yo le decía que es una puta en celo, deseoso de pene para quitarse las ganas; y lo mejor, era su respuesta, en la que me contestaba que era mi puta en celo y que solo se desespera por mi pene.
La temperatura en esa habitación subía más y más con cada ronda, en la que mi esposo me cumplió al menos cinco fantasías más; Mark definitivamente, es mi sueño hecho realidad. Hicimos el amor como dos dementes que se aman como si no hubiera mañana; es muy excitante saber que soy el primero y el único en la vida de mi esposo.
- Me saqué la lotería contigo. - Lo elogié cuando terminamos la última ronda y me acomodaba sobre su pecho.
- Yo soy el más afortunado... Al menos ahora, que tu amor es solo mío, y no tengo que compartirte con tus amantes. - Rápidamente, levanté mi rostro y le pegué levemente en la frente. - ¡Auch!
- No tengo ningún amante, Mark. ¿De verdad me crees tan imbécil como para traicionar al único hombre que he amado en mi vida? - Le reclamé.
- Pero, en nuestra primera noche, tú dijiste qué... - Cubrí su boca y junté nuestras frentes.
- Esa noche estaba dolido porque creí que solo querías vengarte de mí por ser un Tanapon, por eso quería que sufrieras lo mismo que yo... ¡No debí decirte aquellas crueles palabras! ¡Perdóname! Pero, te suplico que me creas cuando te digo que solo tú estás en mi vida y que no existe otra persona a la que ame más que a ti!
Volvemos a besarnos con Mark, deseando que el tiempo se detenga en este preciso momento y que nos deje en esta burbuja llena de amor y felicidad, de la cual, no queremos escapar jamás. Somos uno solo, lo que hace feliz a Mark, también me hace feliz; lo que lo enoja, me enoja; lo que lo entristece, me entristece.
Por esa razón digo que me saqué la lotería con él, porque jamás una pareja muestra tal sincronía y armonía, de amarse y respetarse, de añorarse y extrañarse a cada instante del día. De qué la idea de vivir separados sería como atravesar un hierro en nuestros corazones; y recordando eso, me detuve para pedirle algo muy importante.
- ¿Ahora qué sucede? - Pregunta confundido.
- Mark, mañana que lleguemos a la isla, te harás un examen de embarazo y si resulta negativo, quiero que empieces a usar anticonceptivos...
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