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El sonido de las hojas chocando mientras las pasaba de derecha a izquierda era lo único que resonaba en la biblioteca. Hoy había escogido algo de suspenso. Había escuchado muchas veces hablar de lo geniales que eran los cuentos de Edgar Allan Poe y hoy por fin había comenzado a leerlos. Pero me era muy difícil concentrarme en la lectura con Jungkook delante de mí.

Él era el responsable de la biblioteca, un joven que había llegado a trabajar hace dos meses. Me era muy fácil perderme en todos sus encantos, su amabilidad y su atención hacia los demás. Me gustó desde el primer momento que lo vi, con ese bonito brillo de alegría en sus ojos, su cabello y esa dulce sonrisa con la que siempre atiende a las personas.

Con Jungkook ahí mis tardes de lectura se habían vuelto más interesantes. Sin embargo, y muy a mi pesar, jamás habíamos interactuado más allá de pedirle ayuda para encontrar algún libro o desearle bonita tarde. Siempre que había intentado acercarme con las intenciones de tener una verdadera conversación, mi cuerpo temblaba de arriba abajo por mis nervios y timidez. Al final me retractaba y me alejaba velozmente.

“Yunseo, eres patética”, me dije mentalmente.

Mis ojos desviaron nuevamente su atención a él, quien leía una novela clásica. Parecía que le estaba encantando demasiado, porque desde minutos atrás una ligera sonrisa se instaló en sus labios y no desaparecía. Su emoción era palpable y deseé como nunca que él me observara y admirara cómo lo hacía con el libro, hasta un objeto inanimado que tenía más suerte que yo. Nunca me imaginé llegar a este punto en el que incluso estoy sintiendo envidia por un libro.

Dejo el libro sobre la mesa y me río de mí misma y sacudo mi cabeza de un lado a otro ante mis tontos pensamientos. Cuando la risa cesa, alzo mi mirada y sin querer mis ojos conectan con él, con el chico de mis sueños. Doy un respingo y tomo rápidamente el libro de vuelta. De los nervios incluso me he movido inquieta y creo que ha sido muy evidente que me he asustado con aquella conexión de miradas porque lo escucho reír.

Muerdo el interior de mi mejilla, sintiendo mi rostro enrojecerse. Debí verme tan tonta, reaccionando de aquella forma. En este momento él debe pensarlo. Si antes me era difícil estar cerca de él, ahora lo sería más.

—Que forma tan interesante de leer tienes.

Algo en mi interior comenzó a revolotear al escuchar su bonita voz. Dudé por unos instantes que fuera a mí a quien le hablaba, ¿pero si no a quién más? No había nadie, esa tarde solo éramos él y yo entre los estantes llenos de libros. Olvidando mi vergüenza pasada, alcé mis ojos. Jungkook había dejado de lado su libro y me miraba con una sonrisa de medio lado, una que evidenciaba que se estaba divirtiendo.

—¿De veras puedes leer así?

Con mis cejas arrugadas miré mi libro. Mis ojos se abrieron de par en par y rápidamente corregí mi error. Me había puesto tan nerviosa por su mirada que lo había tomado al revés. Lo volví a escuchar reír. Cubrí mi rostro con el libro para que no viera lo colorada que estaba.

—Un día de estos tienes que enseñarme a leer así. —Seguía burlándose—. Debe ser mucho más divertido leer los libros desde ese punto de vista.

Sin embargo, no se sentía como una burla mala para reírse de mí, era más como un juego inofensivo, uno que no tenía idea de cómo seguir. Bajé el libro y relamí mis labios buscando las palabras adecuadas para contestar.

—Hum… Estoy algo cansada, no me di cuenta de que lo había tomado al revés. —Era una respuesta tan torpe como yo.

—¿Mucho trabajo en la escuela?

Asentí al no poder generar una respuesta apropiada.

Curiosamente, desvié mi mirada a otro lado, incapaz de sostenerla cuando minutos antes no podía dejar de mirar y examinar su bonito rostro.

—Me llamo Jungkook, por cierto.

—Yo soy Yunseo.

—El libro que estás leyendo es bastante interesante. ¿Te está gustando?

—Sí, me lo recomendó un amigo y la verdad es genial. Y eso que no me gusta este género.

—Entonces, ¿cuál es tu género favorito? —Recargo sus brazos en el mostrador en una posición más cómoda.

—Romance y fantasía.

Jungkook se detuvo a meditar por un rato. Sus labios se fruncieron en una mueca que me pareció muy tierna.

—Entonces quizás te guste UNA LLAMA ENTRE CENIZAS. La trama te engancha desde el principio y la manera de narrar de la escritora es magnífica.

Eso fue suficiente para sonreír como boba. Ya sabía que él era un chico bastante apuesto, pero escucharlo hablar con tal alegría sobre un tema que a mí me apasionaba lo volvía mucho más deseable. Gracias a eso, me fue fácil —solo un poquito— seguirle la conversación, pues era un tema en el que me consideraba experta.

Era maravilloso, por fin estaba hablando con el chico de mis sueños. Me sentía viviendo una escena cliché de alguna novela romántica, y eso me encantaba porque yo era la protagonista.

* * *

Más conversaciones sobre libros, bromas divertidas, salidas ocasionales a comer algo o pequeños paseos. Así fue como entre Jungkook y yo surgió la amistad. Me agradaba mucho estar con él, además de que ya había logrado superar mi tartamudeo. Aunque me seguía poniendo nerviosa y mi corazón se ponía como loco cuando lo tenía cerca, eso simplemente era imposible de detener porque Jungkook era tan encantador y no había ni una sola cosa que no me gustara de él. Agregando muchas más cosas a la ya larga lista.

—¿Galletas con chispas de chocolate y atún?

—Sé que suena loco, pero créeme, sabe muy bien. Es lo mejor que probarás en tu vida.

Otra cosa buena de habernos vuelto cercanos, era que por fin había dejado de balbucear. Ahora era perfectamente capaz de conversar con él sin dejar en evidencia mis sentimientos por él.

Yo estaba sentada en mi lugar habitual en la biblioteca mientras él acomodaba los nuevos libros que llegaron esa tarde. Estábamos conversando sobre nuestros gustos extraños en la comida, y vaya que Jungkook me dejó impresionada con su respuesta.

—¿Y tú?

—Sándwich de gelatina —sonreí avergonzada—. Si es de uva, sabe mucho mejor.

—Ah, interesante. Ya me dio hambre.

De entre tantas cosas que había conocido de Jungkook, ahora que éramos más cercanos, eran los comentarios tan al azar que soltaba a cada momento y que me hacían reír.

—Eres único —soltó sin pensarlo.

Me mordí la lengua por haber dicho eso y el arrepentimiento llegó como bala.

—Tú también lo eres.

Me tomó con la guardia baja, no me esperaba ese cumplido y los nervios que creí superados me envolvieron por completo. Debía estar soñando. Le mencioné que no escuché lo último que dijo, y esta vez mirándome a los ojos, repitió que yo era única. Me reí presa de los nervios y con un extraño revoloteo en mi estómago.

—Claro que no, soy como cualquier otra persona y además muy torpe. ¿O ya se te olvidó que una vez tome un libro al revés?

Él se rio. Ya había terminado su tarea, así que se sentó en la silla más cercana a mí.

—Eso no te vuelve torpe. A mí me pareció tierno aquello, sobre todo por la linda mueca que hiciste después de eso. Algo como esto. —Intentó imitarme, pero fue una muy mala imitación.

—¡Claro que no! ¡Yo no hago ese tipo de cosas! —contesté indignada ante su clara burla—. Tú eres el que sí exagera con sus gestos. La otra vez, mientras leías EL RESPLANDOR, no dejabas de hacer esto con tus labios.

Ahora era yo la que lo imitaba y exageraba mis movimientos faciales, con lo cual logré sacarle una estruendosa carcajada que terminó contagiándome. Ese tipo de momentos eran los que más atesoraba. Todo lo demás dejaba de importar y nosotros nos convertíamos en los protagonistas de una extraña novela juvenil que yo estaba encantada de escribir a su lado.

Las risas tuvieron que parar cuando una señora de mediana edad entró a la biblioteca. Jungkook se levantó y con esa bonita sonrisa suya le atendió.

Yo me quedé sentada para hacer lo que más me gustaba: admirarle y pasear mi vista por cada bonita pulgada de su rostro. Preguntándome qué se sentiría tener algo más que una amistad con Jungkook. Con el protagonista de todas las historias que mi cabeza imaginaba en mis momentos de ocio. Sin embargo, también sentía un gran miedo a querer conseguir algo más.

No quería arruinar lo poco que había logrado formar con él. No quería ser rechazada y verme obligada a renunciar a esas tardes divertidas, con conversaciones sobre nuestro cliché favorito y el más odiado, con alguno que otro chiste rancio de parte de ambos, pero que nos hacían reír. Era un dilema bastante complicado y con mucho en juego.

—Hey, Yunseo —me sobresalté, ¿cuánto tiempo estaría Jungkook intentando llamar mi atención?—. Ya es hora de cerrar.

—Oh. ¿Tan tarde es? —miré mi reloj, ya eran las nueve y treinta de la noche.

—En menos de cinco minutos cierro el local y te acompañó a tu casa.

—No es necesario, mi casa queda cerca.

—Ya es muy tarde, no pienso dejarte ir sola, es peligroso.

No quería causarle molestias, pero la idea de que él me acompañara tampoco me desagradaba. Mucho menos cuando, al cerrar por completo el local, me colocó su chamarra azul sobre los hombros para protegerme del frío viento. Jamás me había sentido tan contenta de que los inviernos en Seúl fueran tan fríos. Además, podía percibir su masculina fragancia. Durante el trayecto tuve que morder el interior de mis labios para que la sonrisa de idiota enamorada no se asomara.

—Estás temblando.

Nos paramos en un semáforo rojo. Quizás era por las ráfagas de viento que los autos provocaban que el frío por fin estaba haciendo estragos en mi cuerpo. Me estremecí y comencé a frotar mis manos para darles calor.

—Sí, hace mucho frío.

De la nada, Jungkook se paró frente a mí y tomó mis manos entre las suyas. Frotaba para darles calor e incluso soplaba sobre ellas. Si antes me sentía mareada con solo el contacto, ahora ni siquiera podía respirar. En cierto punto incluso sentí sus labios rozar mi piel y una fuerte corriente eléctrica me recorrió entera.

¿Era normal hacer eso entre amigos? Con Jimin y Taehyung solemos abrazarnos y tener otro tipo de contacto entre nosotros, pero esto se sentía tan diferente. Su tacto me relajaba, era cálido y me hacía sentir bien y con deseos de que siguiera, al mismo tiempo que quería que parara, y sobre todo frustrada por no saber ni lo que yo misma quería.

Jungkook levantó la mirada y me dedicó una bonita sonrisa que hizo saltar a mi corazón.

—¿Mejor?

Claro que no. Ahora mis mejillas explotarían en cualquier momento de tanto calor que sentía.

* * *

Asomé la cabeza por uno de los escaparates de la biblioteca, Jungkook estaba ayudando a dos jóvenes de secundaria a encontrar el libro que necesitaban, pero también había una señora con su pequeña hija esperándolo. Esa tarde había mucha gente en la biblioteca y Jungkook parecía muy ajetreado. El pretexto perfecto.

—No es el momento adecuado, mejor vámonos.

—Nada de irse —Jimin tomó el cuello de mi chaqueta y jalando me obligó a detenerme—. Estuve todo el fin de semana escuchando cómo cambiabas de idea cada cinco minutos. Al final decidiste que ibas a hacerlo y ahora lo haces.

Me tomó por los hombros y, a pesar de que me resistí con todas mis fuerzas, me llevó hasta dejarme frente a la entrada de la biblioteca. En este punto, me sentía estúpida por cómo me ponía nerviosa para hablar con Jungkook al principio. Lo que sentía ahora no tenía comparación, era peor. Mi boca estaba seca y me costaba respirar. 

Después de aquella noche en la que sentí por primera vez su cálida temperatura corporal y la suavidad de sus caricias no hicieron más que avivar mis sentimientos por él. ¿Cómo no hacerlo, si él era tan atento, divertido y además compartíamos tantas cosas en común?

Aquel debate mental duró todo un fin de semana. Tal como lo expresó Jimin, él estuvo acompañándome como el mejor amigo que era para ayudarme por fin a decidirme a confesar mi enamoramiento por Jungkook.

¿Y no te gustaría sentir nuevamente todo lo que te hizo sentir? Tú sabes que sí. Y también sabes que la única forma de hacerlo es confesándole tu más grande secreto —eso me dijo Jimin, dando justo en el clavo para convencerme.

Pero ahora me estaba arrepintiendo. No quería, no quería y no quería. 

—Vamos, ya está desocupado.

—Jimin, no estoy segura. ¿Y si me rechaza? —Me di la vuelta para enfrentar a Jimin.

—¿Cómo sabes eso? ¿Qué tal si él está esperando que des el siguiente paso? ¿Lo quieres dejar esperando? —Negué frenéticamente.

—Está bien, lo voy a hacer.

—¿Hacer qué?

De mi garganta salió un gritillo y pude ver a Jimin saltar e intentar alejarse disimuladamente del lugar. ¿Tanto revuelo hicimos que llamamos la atención de Jungkook? Me di la vuelta lentamente hasta encontrarme con un Jungkook sonriente. Me quedé congelada pensando en que contestar. Mis manos estaban sudando, la oportunidad estaba frente a mí, no había ningún impedimento. Era ahora o nunca, y aunque mi labio inferior temblaba, lo iba a hacer sin titubeos y directo al grano. O al menos eso intentaría, si no me daba un ataque de pánico y terminaba huyendo.

—Jungkook, ¿podemos hablar?

Me miró confundido y con algo de preocupación en sus ojos. Él aceptó dubitativo. Entramos a la biblioteca, en ese momento solo estábamos los dos. Era como si el destino lo hubiera acomodado todo en ese momento para llevar a cabo mi cometido.

—¿Y bien? ¿Qué es lo que pasa?

Apreté mis puños y respiraba profundo para calmar mi agitado corazón. Jamás había sentido una emoción como la de este momento. Jamás imaginé que después de soñar despierta tantas veces con este momento, y por fin sucedería. Suspire una última vez, me animé mentalmente y le miré tratando de fingir seguridad.

—Yunseo, ¿estás bien?

—S-sí, es que… —Tragué saliva—. Jamás había hecho algo como esto en el pasado y tengo mucho miedo de meter la pata y arruinarlo. Sin embargo, quiero sacarlo de mi pecho. Tengo que decírtelo.

Me estaba yendo por las ramas. Todo lo que estaba diciendo era lo primero que me venía en mente. Pero estaba hablando desde el corazón, aunque fueran puras incongruencias.

—Y eso es que…

Jungkook me miró expectante. Con su mirada bañada en curiosidad trataba de animarme a terminar aquella oración. Cerré los ojos con fuerza y sacudí un poco mi cabeza para alejar los terribles nervios y la tensión en mi cuerpo. Los abrí de vuelta.

—Tú me gustas.

Y en un acto impulsivo, llevada por un ataque de repentina valentía, acorté la distancia entre nosotros y lo besé. Fue un beso simple en el que solo presioné nuestros labios. Sin embargo, para mí significaba mucho. Me hizo sentir un revoloteo en el estómago, pienso que se trataban de las famosas mariposas que bailaban salvajemente en mi interior.

Para mí todo eso fue maravilloso. Cuando me aleje, estaba tan feliz de aquel acto y tan orgullosa de mí por haberlo logrado, que sonreía como tonta. Claro, con las mejillas rojas y el rostro agachado, porque sentía pena de ver a Jungkook a la cara. Aunque también me moría por ver su reacción.

—Mierda.

Deje de sonreír, y alce rápidamente mi mirada para encontrarme con sus ojos cargados de compasión, triste por mi lamentable situación. Capté rápidamente la dolorosa respuesta. Toda la euforia del momento desapareció rápido, y dio paso a un inexplicable dolor. Apreté mis ojos con fuerza y cubrí mi rostro con ambas manos para que no me viera llorar.

En efecto, mierda.

—Lo siento, Yunseo, pero yo…

—No lo digas — supliqué con voz rota.

Ya que todas mis ilusiones y sueños estaban hechos pedazos como mi corazón, no había necesidad de dañarme más.

—Lo siento.

—Yo también, por el beso.

Me descubrí el rostro y salí trotando de la biblioteca. Ignoré los llamados de Jungkook y también los de mi amigo Jimin, pero él corrió tras de mí, alarmado por mi estado, preguntando que había pasado dentro de la biblioteca.

Solo me dediqué a caminar con fuerza con rumbo desconocido. Sentí una sensación de vacío como nunca antes en la vida, dándome cuenta de que todas mis ilusiones y sueños estaban rotos, al igual que mi corazón. ¿Cómo podría haber sido tan tonta para confundir la amistad de Jungkook por amor? ¿Qué tanto estaba distorsionada mi percepción de la realidad?

—¡Yunseo, detente!

Jimin respiraba agitado, lo había hecho correr bastante. No hice más que abrazarme a él en busca de consuelo y llorar sobre su pecho. Me acariciaba la espalda con tanta delicadeza que sentía cómo mi corazón se desgarraba y se recomponía al mismo tiempo. En ese momento, pensé que él era el único que me entendía en todo el mundo.

—Jimin —susurré sin mirarlo—. Yo no le gusto.

El dolor de la verdad era demasiado, no podía negar lo evidente. Jungkook solo era un personaje secundario en mi vida, y había que aceptarlo.
Lloré aún más al darme cuenta de que nunca tendría la oportunidad de tener un final feliz con él. Sabía en el fondo que nunca me amó, y esa idea me destrozó. De ser la protagonista de mi propia historia, me convertí en una simple espectadora en la suya.

Pero tenía que seguir adelante, aunque me partiera el corazón hacerlo.

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