Día dos
2. Mi vecina loca
La vida nunca había sido buena con Naruto Uzumaki y el mismo lo sabía.
Su vida fue una montaña rusa de altos y bajos, provocados por él mismo, quizás por la rebeldia adolescente, quizás por la soledad. Y no es que no tuviese a nadie en el mundo, solo que jamás sería igual al afecto que le darían sus padres, su padrino era lo más cercano que le quedaba a una familia. Lamentablemente también era su tutor y responsable de todo lo que habían dejado sus padres, hasta el día en que él pudiese hacerse responsable, claro está.
No obstante el trabajo de sus padres era pesado y su padrino no sesaba de papeleo tras papeleo, el tiempo era escaso y no suficiente para ocuparse personalmente de él.
Y si bien nunca le falto nada, siempre le falto lo más importante.
En ese entonces esa falta se profundizó y buscó una forma de rellenar ese vació, lo que le conllevó diversos problemas, hasta que terminó en Japón en un intento de reivindicación bastante penoso.
Pero era un cambió, un nuevo comienzo, un intentó por hacer las cosas mejor y vivir de una forma más pacífica.
Este periodo sería la calma después de la tormenta.
Y él disfrutaría esa serenidad sin buscar ningún problema innecesario...
Entonces ¿¡Por qué los problemas lo buscaban a él!?, ¿¡no era eso demasiado cruel!?
Quería gritar y tirar todo en un intento de quitar toda su frustación, él no era el rey del drama, a él no tenía que paserle todo, no por ser rubio se supone que será el chico rebelde, que tira a al mundo por la ventana y hace lo que quiere.
Malditos estereotipos.
Siempre le traían problemas, cuando llegó, sus vecinos le trataban como un ser de otro planeta, cada vez que hablaban con él arrastraban las palabras como si fuese un niño de primaria y lo peor, las formas amorfas que hacían con sus manos y brazos.
Si alguien volvía a hablarle así gritaría.
Lo bueno es que Sakura era una persona inteligente y al darse cuenta de su fluidez en el idioma, no había tratado de hacer gestos exagerados.
Eso sí, sus palabras fueron suficientes para ponerle los pelos de punta.
Al parecer su vecina de cabello rosa era la alborotadora del vecindario, que para su mala suerte vivía en la casa de al lado, tenia su misma edad y estaba especialmente interesada en establecer una amistad con él, por razones que no se había molestado en ocultar.
Según ella "era rubio ojos azules, extranjero y vivía en el vecindario" motivos suficientes para que ella se sintiera interesada en él, no de una manera romantica, pero eso no hacia las cosas mejor.
El admitía que era hermoso, guapo, sexy y muchas cosas mas... Es decir, solo mirenlo, era perfecto, lamentablemente no quería nada que trajera problemas, ni una vida social muy activa, ni fiestas locas, ni nada semejante.
Ya había pasado por esa etapa.
— Entonces vienes el viernes —pregunto Sakura antes de salir de la de la casa.
— Me gustaría, pero estoy trabajando en la tarde y no creo tener energía — Sonrió apenado por tener que rechazar, aunque bien sabía dios que la palabra vergüenza no estaba en su diccionario.
— Que mal — hizo un puchero de esos que son difíciles de resistir, ¿por qué su vecina tiene que ser joven y bonita?,
¿no es eso demasiado cruel?
— Bueno, nos vemos la próxima fue un placer vecino — se despidió la chica de cabello rosa antes de darse la vuelta e ir a su hogar.
— Lo mismo digo — suspiró y sin más demora cerró la puerta, quiza demasiado fuerte.
Su espalda se apoyó contra la puerta mientras caía lentamente hasta quedar sentado en el suelo, su rostro mostro un rastro de frustración y sus ojos estaban desenfocados como si en ese momento su mente estuviese desligada de su cuerpo.
— miau... — maullo el gato, mientras se acomodaba en las piernas del chico.
— Lo sé kurama, ha pasado mucho tiempo desde que no vemos a alguien conocido — acarició al felino.
Quizas esto no fuese tan malo.
Ella no lo recordaba.
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