Tú y yo contra el mundo.

Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos son para sus respectivos creadores.

Era una noche fría y oscura, transitaba por alguno de los tantos caminos que le dirigían a su destino, el cabello empapado por la lluvia cubría parte de su rostro y su ropa húmeda traía cierto castigo gélido a su cuerpo.

Siempre había sido de esa forma desde que tenía memoria, recorriendo los mismos senderos tras ejecutar el mismo trabajo. No era algo que desease hacer por el resto de su vida, pero tampoco tenía otras opciones. No tenía el poder ni la voluntad para cambiar el destino que se le ha sido asignado, y si algo la mantenía con vida, era aquel vacío que alberga en su corazón, uno que desde que tiene memoria le obliga a esperar por algo o alguien, aguardando el día en que pueda desaparecer y rebosar de felicidad.

Si, esa era su vida, triste y gris, tal vez por ello su actitud se había tornado fría y dura a través de los años, era una ruda guerrera que nunca se le ha visto retroceder por miedo o cualquier otro temor, sin embargo, tras esa noche, tanto ella como su destino cambiarían completamente.

Miró la luz destellar en medio del cielo, apenas visible por la fría precipitación que nublaba los alrededores, casi pudo confundirse con un rayo, sin embargo el estruendo que devastó e hizo sacudir los alrededores no podrían compararse a un evento de ese tipo.

La confusión e incertidumbre hicieron detener sus pasos, atónita miró la luz que en medio del bosque continuaba iluminado la pesada noche, un brillo intenso que poco a poco se desvanecía, sea lo que sea había caído tan cerca que era tentativo acercarse, sin embargo no era algo prudente y seguramente peligroso, sin embargo ¿cuántas veces uno puede presenciar este tipo de eventos? Al menos los ojos de esa mujer nunca habrían visto algo igual y seguramente nunca lo harían.

Sus pasos eran lentos y temerosos. Cautelosamente se acercó y pronto se topó con el gran cráter que se abría en medio de la tierra, el fuego que se encendía en los alrededores se apagaba por la lluvia que extinguía sus llamas y la incandescente piedra continuaba brillando en medio del agujero.

Todo era tan extraño, se cuestionó si era alguna clase de poder mágico que algunos caballeros sacros solían utilizar, todo era tan confuso y repentino que se encontró desconcertada en ese extraño ambiente, entonces, solo empeorando las cosas, una silueta se movió de entre los ardientes escombros, sus ojos incrédulos temblaban atónitos por lo que observaba, pues un hombre se enderezó tambaleante insinuando debilidad ¿Y cómo no estarlo? Si después de estrellarse ferozmente cualquiera pudo haber muerto y si era así lo que sea que fuese no debía ser humano.

A pesar de que estaba oculta, aquellos ojos destellantes la señalaron como si mirasen a través de las tinieblas y destellaron con un color esmeralda que petrificaría a cualquiera, parecía ser un demonio que se alzaba desde el más profundo infierno y todo empeoró cuando sus pasos se dirigieron hacia ella.

Presa de un extraño miedo emergió de entre las hojas y desenvainando su espada amenazó al ser que tenía frente a sus ojos.

—¡¿Qué-qué eres?! —exclamó con voz rígida pero que insinuaba cierto temor, sin embargo, ni su arma ni su tono hicieron detener los lentos pasos de aquello que se aproximaba. —¡Si te acercas más te mataré! —amenazó nuevamente no evitando retroceder, pero una vez más fue ignorada y la sombra se aproximó cada vez más a su posición, cerrando sus ojos con fuerza blandió su espada e intentó apuñalarle, sin embargo su hoja no chocó con nada y escuchó un leve estruendo azotar la tierra, después de eso, la calma de la lluvia regresó.

Notó al hombre cerca de sus pies y por unos pocos momentos observó aquel cabello rubio desvanecerse y convertirse uno tan oscuro que se perdió en las tinieblas de la noche.

Incrédula se acercó un poco y con su retina miró aquel cuerpo y las ropas desgastadas que le cubrían, con la poca luz pudo ver un rojo bañar esa piel y las prendas que la cubrían, era un hombre, un hombre herido que seguramente estaba a punto de morir, quién sabe la causa, tal vez fue por estrellarse duramente contra el suelo o por otras causas que ella no conocía, aún así estaba claro que necesitaba ayuda y no había nadie más que ella en los alrededores.

—¿Se encuentra bien? —un poco incrédula decidió preguntar, pero solo pudo escuchar débiles gemidos en respuesta, comprendía que debía hacer algo rápido antes de la muerte reclamase a esa persona, y ella, que era temida por la sangre que ha derramado, a pesar del temor que ha logrado infundirle a sus enemigos, su corazón no evitó compadecerse, además la incertidumbre sobre lo ocurrido fue un impulso más que le llevó a tomar la decisión que cambiaría su vida para siempre.


Encuentro - Primera Parte.

Abrió sus ojos con dificultad, un extraño sueño había tenido y desconcertado miró el techo podrido y también percibió la humedad del frío lugar. Parpadeó pesadamente un par de veces y no pasó mucho antes de que pudiera sentir el fuerte dolor que estremecía su cuerpo.

Se quejó ahogadamente apenas pudiendo evitar gritar. —Has despertado. —Una voz femenina pudo escucharse en el recinto, por un momento recordó ese tono como si no fuese la primera vez que lo escuchaba e inmediatamente sus ojos señalaron allá donde la mujer se encontraba.

Un poco confuso la contempló, detallando ese cabello rosa que cubría la mitad de su rostro y dejaba descubierto una retina azul como si allí se hubiese grabado el color del cielo, su piel blanca que en medio de ese oscuro lugar resaltaba a pesar de traer suciedad en ella, expresaba frialdad y a la vez cuidado. —Estás lastimado, traté tus heridas lo mejor que pude, pero no ha sido suficiente. —Explicó después señalando el torso del hombre que estaba cubierto en su totalidad por prendas que aparentemente buscaban sanarle.

—Ya veo.. —Inesperadamente respondió en un tono suave y amable, después él volvió a mirar el techo y sostuvo su cabeza buscando levantarse.

—¿Quién eres y Por qué Caíste del cielo? —le preguntó ella directamente, su desconfianza era evidente, pero si había algo más notorio que eso, era la confusión del hombre respecto a esa pregunta.

—Mi nombre es Son Gokú, debí golpearme la cabeza porque no recuerdo nada. —comentó sentándose en la cama y sobándose cómicamente su frente, sin embargo pronto miró de mejor manera el recinto y detalló el lugar en el cual se encontraba.

Cuatro paredes, un apuerta y una ventana que apenas si dejaba entrar algo de luz, no había mucho más salvo la cama, lo que parecía ser una letrina y la chica que más allá se encontraba mirándole fijamente. Intentó levantarse, sin embargo, las heridas y el dolor le impidieron siquiera levantar su torso.

—No debes moverte, estás muy lastimado. —Señaló ella. —No sé dónde estuviste, pero realmente te hicieron daño. —resaltó teniendo en cuenta las heridas que anteriormente había tratado.

—Para serte sincero no recuerdo nada... —aún confuso respondió imitándose a rascar su cuello, buscando alguna imagen en sus memorias, pero todo era tan extraño y distorsionado que no podía ver nada. —Muchas gracias... —Susurró girando a ver a la dama, agradeciendo con el brillo que su oscura retina ofrecía. —de no ser por tí seguramente estaría muerto. —riéndose de su situación concluyó.—¿Dónde estamos? —decidió preguntar buscando tener un indicio de lo que pudo haber pasado, pero las respuestas de la chica solo le dejaban más dudas que aclaraciones.

—Estamos en las fronteras de Danafor al oeste de villa Ordán, dormiste por un par de días. —contestó, sin embargo, ninguno de esos nombres parecía ser reconocido por él, fue tan evidente en su incrédula mirada que simplemente suspiró resignada a poder saber algo de ese hombre.

De pronto y sin previo aviso un rugido resonó en el pequeño recinto, un sonido fácilmente reconocible que dejaba al chico en una posición vergonzosa.

Buscó entre su ropa y luego extendió una manzana poco conservada. —Debes tener hambre. —supuso ella mirando al chico y la confusión que traía, continuó señalándole con su azul retina mientras aún continuaba con su mano extendida esperando a que rechazara su gesto o lo aceptase sin más.

—¡Si, tengo mucha hambre! —respondió y después de recibir la fruta  devoró el alimento en un solo bocado, tal hazaña dejó incrédula a la chica que miró sorprendida el gesto, pero antes que incomodarse o sentir desagrado dejó liberar una pequeña risita. —¡Estuvo muy rica, muchas gracias... —con ojos brillantes habló y frotó su estómago insinuando estar satisfecho, sin embargo no supo cómo referirse a ella.

—Liz. —Respondió a la pausa incómoda del joven. —Mi nombre es Liz.—repitió nuevamente.

—Muchas gracias por ayudarme Liz. —con voz gentil pronunció su nombre y sonrió también, quién sabe cuál hubiese sido su destino si ella no le hubiese encontrado.

 —No tengo mucho, así que debes conformarte con esto. —Liz informó, su tono que antes era frío y rudo ahora inspiró amabilidad y un poco más de confianza. —Deberías descansar también, tu cuerpo lo necesita. —Sugirió y acercándose al joven le invitó a recostarse una vez más.

—Si, realmente me duele mucho. —entre risitas él respondió y se recostó lo mejor que pudo en el duro colchón.

—Gokú... —Musitó esa palabra dibujó una pequeña sonrisa. —Qué extraño nombre...

Quién era y de dónde venía era una incógnita presente en ambos, Gokú poco o nada recordaba de lo que antes pudo ocurrir con él, y la intriga era evidente en la chica de cabellera rosa, todo de él le parecía curioso, desde su cabello extraño hasta la forma poco despreocupada que presentaba, era un misterio total y quien sabe si algún día lo podría resolver.

A ojos de Gokú, ella era bastante amable y gentil, comúnmente solía mostrarse con una expresión fría y poco animada, aunque a veces no evitaba dibujar una pequeña sonrisa, esos eran los momentos en que ese espantoso sitio guardaba algo verdaderamente bello. Cuidó de él al pasar los días, limpió sus heridas y le alimentó, no como él hubiese querido pero era lo que había.

—No te muevas Gokú, si te mueves mucho no puedo ayudarte. —Cambiando las vendas de su espalda habló mientras un tono molesto susurraba intentando no levantar la voz.

—Pero me duele mucho. —Se quejaba mientras hacía un puchero.

—¡Pues no te muevas, de lo contrario no sanarás! —contestó la mujer. —Debiste hacerte esto de alguna manera así que aguanta. —Habló y aplicó la salvia de algunas plantas sobre los moretones y heridas.

Los días habían pasado, y fue tiempo suficiente para conocerle un poco, su actitud a veces parecía ser un poco despreocupada e incluso llegaba a ser infantil algunas veces, posiblemente causado por su amnesia o simplemente era así, eso no lo sabía ni él mismo.

—¿Vives sola en este lugar Liz? —indagó él en un momento de silencio que precedió, ella siempre se sentaba en uno de los rincones, en completo silencio y sin hacer mucho más que cerrar sus ojos.

—Ya deberías haberte dado cuenta. —exclamó aburridamente. 

—¿Entonces no tienes familia? —él continuó indagando, observando el rostro cabizbajo y desanimado de la chica.

—No. —Respondió fríamente . —¿Tú la tienes? —regresó la pregunta buscando saber si él podía recordar algo, pero pudo verse la frustración del joven al intentar indagar en sus memorias sin éxito alguno.

 —La verdad no lo sé. —terminó por decir mientras reía nerviosamente.

—Para terminar en este estado sí que debiste golpearte fuerte la cabeza. —ella exclamó suspirando y el nuevamente rió sin saber qué responder. Antes de que pudieran continuar conversando, el sonido de un cuerno pudo escucharse en el exterior.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Gokú y liz inmediatamente se puso en pie.

—Tengo que irme. —informó ella. —Procura descansar y no te muevas, volveré en un par de días y si alguien se acerca intenta esconderte. —sin decir mucho y sin volverse a ver más salió del sitio y dejó a su invitado completamente solo en un profundo silencio.

Los días pasaron, las cosas que gokú podía hacer eran limitadas, apenas si podía moverse y el dolor le torturaba si lo intentaba, su sentido del Kí era distorsionado, se vio incapaz de hacer uso de él ni de percibir sus alrededores, ni siquiera se le fue posible saber qué tan lejos Liz se encontraba.

Las cosas para liz en realidad no fueron distintas a lo que usualmente vivía, afuera, las calamidades y penas agotaban su cuerpo, empuñando su espada acataba las órdenes que le han impuesto día tras día, esa era su vida y la percepción del tiempo era bastante deplorable, la noche o el día, todas las horas y minutos parecían desvanecerse, para cuando se daba cuenta, su espada cortaba el aire y se chocaba con muchas más, tenía al frente a los enemigos que debe enfrentar día tras día sin propósito alguno, dejándose consumir por aquel vacío que dentro de su corazón albergaba.

Era como caminar en la nada, regresaba al mismo punto sin fuerzas ni voluntad para pensar en levantarse otra vez, su anhelo, aquel que nunca se cumplía le embargaba en una amarga melancolía, porque no importa cuanto tiempo esperase, ese vacío que le alienta a buscar constantemente una silueta desconocida nunca parecía desaparecer, sentir que estaba buscando a alguien sin éxito alguno empezaba a pesarle.

Una repetitiva historia que continuaría quién sabe cuánto, pero si algo le hizo saber el destino y el universo, es que después de que atravesara la puerta de su prisión alguien se apiadaría de su amargura y soledad, ver esa sonrisa y ese rostro alegre por primera vez dentro de esas frías paredes fue un evento que fue tan sorpresivo como anormal.

—¿Liz?, ¡ya volviste! —con emoción la voz de Gokú exclamó y la chica inmediatamente se congeló, pues había olvidado completamente que alguien más residía en su pequeña y oscura guarida, un persona que no tenía nada más que ofrecer salvo esa sonrisa que en tan frío recinto era imposible creer que se dibujaba y expresara tanta felicidad.

—Tardaste bastante, me estabas preocupando. —él informó. —¿Te encuentras bien?, ¡tu ropa tiene sangre! —alertó señalando la armadura y demás prendas de la dama, que inmediatamente reaccionó y cerró la pesada puerta.

—¡Cállate, podrían escucharte y me meterás en graves problemas! —exclamó y rápidamente cubrió la boca del hombre.

—¿Me trajiste algo de comida? —preguntó sonriente mientras frotaba su estómago. —No quiero molestarte, pero de verdad tengo mucha hambre! —se quejó y ella entrecerró su mirada un poco molesta por su despreocupación.

Dejó un par de frutas sobre la cama y gokú las tomó con emoción. —Muchas gracias Liz, se ven deliciosas! —sus ojos brillaban y devoraba todo en un santiamén en tanto ella se desplomó pesadamente en uno de los rincones.

—Pareces bastante cansada, ¿estás herida? —él indagó con la boca llena, sin despegar su mirada de Liz.

—No, esto no es mío, tuve que cargar a un compañero herido. —Respondió ella y luego prestó un poco más de atención al joven. —¿Aún te duele? —ella preguntó y él afirmó con la cabeza. 

—me cuesta mucho moverme, pero cada día estoy mejor. —con esa misma actitud respondió, parecía irreal que a pesar de esas heridas actuase de esa forma tan despreocupada y alegre.

—¿has podido recordar algo? —indagó nuevamente mientras le señaló curiosa con aquel lucero celeste, de alguna manera le animó un poco ver la actitud del joven. 

—Pues... —Musitó seriamente mientras sujetó su mentón y miró al suelo bastante pensativo, sus ojos se entrecerraron con preocupación y su silencio delataba su angustia. —No, no recuerdo nada. —Habló y levantó sus hombros, inmediatamente Liz cayó de espaldas ante semejante respuesta dada después de la incertidumbre que causó.

—¡ay, Está fría! —se quejó y se retorció mientras ella limpiaba su espalda con un pequeño trapo.

—Debes limpiarte un poco, apestas. —Ella afirmó y volvió a remojar la tela en un cubo de agua, un pequeño rubor se marcaba en las mejillas de la chica, pues nunca había tocado el cuerpo de un hombre, ni mucho menos uno tan perfectamente esculpido, porque aunque había visto a sujetos grandes con músculos desproporcionados, él era distinto de alguna forma.

—Te ves fuerte, ¿Eres alguna especie de caballero? —indagó mientras esa extraña idea vino a ella, después de todo era lo único que pudo suponer.

—No sé a lo que te refieres. —dijo él rascando su nuca. —pero me gusta entrenar y pelear. —explicó y luego rió nerviosamente. —Bueno al menos así se supone, no recuerdo haber peleado con alguien... —Dijo mientras intentaba recordar, pero la misma historia se repetía.

—Eres bastante misterioso. —después de contagiarse por esas expresiones, remojó una vez más la tela, en ese momento aquel cuerno resonó una vez más en el exterior y la atención de Liz se centró enteramente en ese llamado.

—¿Tienes que irte? —él preguntó cuando la dama dejó todo de un lado y se preparó. Limitándose a asentir ella respondió.

—No hagas ruido, es posible que no regrese hasta la mañana. —informó y nuevamente sin decir más salió de aquellas cuatro paredes.

Ese fue el comienzo de una extraña rutina que continuó por los siguientes días, en completa soledad gokú miraba la luz desplazarse hora tras hora no importando si era el día o la luna la que enviaba su brillo por la única ventana abarrotada, en esa que más que ser una habitación, era una prisión, sin embargo al final del día o cuando el alba llegase, sabía que ella siempre aparecería.

Y así, la vida de Liz continuaba, gris y repetitiva, con el único objetivo de cumplir el mismo deber y regresar a su guarida para esperar el siguiente llamado, así había sido desde que logró empuñar una espada por primera vez y no parecería cambiaría nunca, ni tampoco tenía la oportunidad para hacerlo, en algún punto se resignó y ahora incluso se había complicado las cosas al ocultar al cuidar de un hombre que apenas si sabe quién es, seguramente nada bueno podría terminar de todo esto, pero en cuanto abría aquella puerta al menos tenía la idea de que alguien estaría aguardando por ella.

—Hola Liz, al fin llegaste! —esa voz y ese tono, de pronto le sacaban de su mundo y dentro del oscuro lugar que tanto odiaba, esa sonrisa resplandecía animada y ese gesto nunca cambiaba, esos ojos nunca dejaban de brillar y ese hombre siempre se sentía feliz por verla, si se lo preguntaban, era reconfortante.

—Gracias por lavar mi ropa. —gokú habló y extendió la parte superior de su doji hacia arriba bastante emocionado.

—No es nada, pero no te muevas que intento ayudarte! —ella habló mientras aplicaba alguna sustancia en la espalda del joven. —Me cuesta mucho conseguir estas plantas. —molesta y disgustada continuaba hablando en tanto terminaba de reemplazar las vendas.

—Arde bastante, pero seguramente pronto estaré muy bien, muchas gracias Liz. —Dijo él y se giró hacia la chica que también sonrió.

—Eso espero, pero si te sigues moviendo y no descansas solo retrasarás las cosas tonto. —ella respondió y pellizcó la mejilla del chico. —Ahora bebe esto. —Indicó extendiendo un pequeño recipiente.

—Pero eso huele feo, además ya me siento mejor. —dijo él evitando tomar el té que Liz le preparó.

—Si no te lo tomas no te daré nada de comida! —amenazó y observó detenidamente como él se congeló sin saber qué hacer, momentos después recibió el recipiente sin pensarlo dos veces.

—¡sabe feo! —dijo haciendo muecas y sacando la lengua, tal reacción causaba la burla en Liz que batallaba por no levantar la voz. —Ya-ya no quiero. —entregando el recipiente vacío habló y agitó su cabeza. 

—Deberías verte, eres gracioso. —conteniendo sus risitas ella comentó. —Pero no es para tanto, pronto te sentirás muy bien. —continuó mientras se sentó a un lado del joven.

—Pero sabe muy amargo. —él se quejó.

—Sabes, tienes un cabello bastante extraño. —comentó y extendió sus manos para acariciar los mechones que se levantaban en contra de la gravedad, recordó en ese instante aquel momento en que pasó de ser tan rubio a este oscuro color, juraba que fue de esa forma, aunque algunas veces dudaba si solo fue impresión suya.

—Tú tienes un cabello muy lindo Liz. —él también afirmó y se giró para ver a la chica. —Tiene un color muy bonito,. —aclaró. 

—Tu crees? —preguntó ella bastante curiosa, pues era la primera vez que alguien resaltaba esas cosas.

—Me recuerda al color de algunas nubes, ya sabes, algunas son naranjas o amarillas, pero solo algunas tienen ese color. —explicó y señaló hacia la ventana, donde casualmente aquel atardecer pintaba de ese tono que intentaba expresar.

—Dicen que cuando el sol naciente tiene ese color, es porque se derramó sangre. —Ella dijo después, relacionando ese relato con lo que usualmente hace día tras día, era un poco deprimente si se lo pensaba de esa forma.

—Bueno, nunca he visto un amanecer con ese color, solo veo las nubes porque sé que tú podrías llegar Liz. —afirmó él y exaltó a la chica con ese comentario, no evitó expresarlo con un leve gesto de asombro perceptible en su rostro.

—Entonces, quieres decir que siempre me estás esperando? —ella indagó con un tono un poco desconcertado, y él afirmó a esa especulación.

—Ya sabes, no recuerdo nada y estoy un poco confuso, pero cuando estás aquí dejo de pensar en eso. —explicó mientras miró al suelo, pero no con tristeza, solo expresando la realidad con la cual vive día tras día. —Cuando estás aquí todo deja de ser tan extraño. —concluyó mientras levantó una vez más su mirada y observó a la dama, casi pudo decir un pensamiento oculto que ella también podría estar ignorando.

La noche terminó por caer y Gokú yacía tranquilo entregado a un profundo sueño, o eso era lo que liz miraba, porque ella en ese mismo rincón le miraba, no sabía qué era lo que le esperaba con esto, no sabía por qué los comentarios de ese hombre le parecieron tan extraños, nunca antes había escuchado como ella se miraba a través de ojos ajenos y de pronto ahora no dejaba de pensar el la descripción que él le ofreció, no solo eso, saber que su ánimo y alegría que expresan cuando se encuentran es porque en realidad él espera horas y horas por verla otra vez.

En realidad posiblemente solo sea una necesidad que ha desarrollado al no poder recordar nada y al ser la única persona con quien tiene contacto, pero aunque lo pensara de esa forma, no quitaba el hecho de que todo lo que dice era realmente honesto, entonces, la alegría que él expresa, sólo puede relucir cuando ella está cerca, si era así, no evitaba sentirse feliz.


—Creo que ya puedo caminar, ¿crees que pueda salir un rato a estirar las piernas?. —preguntó él mientras caminaba por el pequeño recinto.

—Ya te dije que no puedes. —Informó ella. —Debes quedarte aquí, estaremos en problema si alguien te mira, ya te lo he dicho —advirtió y luego suspiró pesadamente.

—¿Por qué no puedo?, me aburro mucho y seguramente te irás pronto. —Respondió con un tono frustrado rascando su mejilla.

—Este sitio está vigilado por muchas personas y se supone que no debería haber traído a nadie a esta ubicación. —Seriamente explicó evitando a toda costa que él saliese, Gokú quiso reprochar, pero realmente parecía que metería en problemas a la chica si continuaba.

—De acuerdo... —Dijo él riendo nerviosamente. 

—Bueno, no puedo estar aquí todo el día, tengo cosas de las que ocuparme sabes? —ella contestó y con su dedo empujó la mejilla del varón. —Todo mejorará y podrás dejar este sitio aburrido, ya lo verás. —continuó buscando animar al joven.

—¿Te acompañaré? —le preguntó inocentemente sin saber exáctamente a lo que se refería y ella se quedó muda y quieta ante tan repentina y confusa cuestión. El sentimiento fue mutuo y ambos buscaron algo más del otro, ya sea una explicación o una respuesta, no obstante, alguien golpeó la puerta antes de que pudiesen hablar.

—Oye Liz, ¡deja de holgazanear y prepárate, nos marcharemos dentro de poco! —una voz molesta informó desde el exterior golpeando bruscamente la puerta, inmediatamente después de escucharle pudo ver el rostro intimidado y asustado de Liz que buscaba obedecer.

—¡Estaré lista enseguida! —respondió alterada ante el cruel llamado que la solicitó en el exterior e inmediatamente dejando su posición caminó hacia algunas prendas que colgaban en la pared.

—¿Tardarás mucho esta vez? —preguntó Gokú preocupado por la situación presentada, el poco ánimo plasmado en el rostro de la mujer le indicó que ella no estaba bien.

Ella asintió fríamente mientras ponía sobre su cuerpo algunas estropeadas armaduras. —Es posible que tarde un par de días, hasta entonces debes intentar ocultarte si alguien entra. —informó mientras de un rincón tomó una espada y la abrochó a su cinturón, detallando a la dama; parecía iba a una batalla.

—Yo estaré bien Liz, no te preocupes. —respondió él y sonrió, no quería preocupar a la chica. —Te estaré esperando. —dijo después y ella sonrió también. Se acercó a la puerta, sin embargo diferente a veces anteriores, ella se volvió para ver una vez más a Gokú.

—Intentaré no tardar... —Pronunció y mantuvo su melancólica sonrisa hasta que cerró la puerta y desapareció de esos ojos negros que se mostraron preocupados, y ¿cómo no estarlo? Ella era gentil y bastante amable, había sido afortunado de encontrarse con Liz, porque a pesar de las dificultades continuaba ofreciendo su ayuda, a pesar de que las penas y melancolía se grababan en su rostro, siempre se levantaba e iba allá donde no parecía haber más que desastre y miseria, no se equivocaba.

Una vez más, las espadas chocaban, los hombres avanzaban y el caos reinaba en el campo de batalla, Una jadeante Liz levantó su hoja y su mano temblaba delatando el cansancio que le poseía.

—Son muchos, debemos retirarnos! —algunos hablaron, pues las tropas de Danafor no hacían más que acorralarles y los hombres caían, por un momento como todas las veces pensó en rendirse y simplemente entregarse a sus enemigos, sin embargo, al igual que esas ocasiones, una extraña sensación le hacía considerar sus decisiones, era ese vacío que aún no ha logrado llenar, era esa persona que ún no puede encontrar, o simplemente saber que alguien está esperando por ella le permitió escapar.

Esa fue la forma en que nuevamente se encontró frente a esa puerta, completamente agotada sin más opción que regresar a ese oscuro agujero, pero al menos esperaba ver la sonrisa que siempre le ha recibido y al tipo extraño que aguarda por su llegada, pero hoy no parecía ser ese día, pues al ver el interior no encontró a esa persona y por un momento se congeló.

—¿Gokú? —mirando hacia muchos lugares pronunció ese nombre, no estaba en la cama y no le encontró en ninguno de los rincones, fue una extraña sensación la que se presentó al no verle en ningún sitio, un temor y desesperación aparecieron ante la ausencia del chico y rápidamente se alarmó pensando en lo peor.

—¿Liz? —repentinamente él contestó y se asomó mostrándose por debajo de la cama, los ojos atónitos de la chica le encontraron e inmediatamente brillaron repletos de alivio.

—Por qué me asustas de esa forma, pensé que te habían descubierto! —siseó cerrando la puerta y acercándose con un disgusto presente en sus expresiones.

 —Tú eres la que me asustó, nunca vienes tan temprano... —aliviado habló, sin embargo se intrigó bastante al verla, pues cuando notó las exageradas manchas de sangre sobre su rostro y ropa fue preocupante.


La noche había terminado por caer, una vela traía luz al pequeño recinto y ella limpiaba su piel mientras que él fue obligado a apegar su rostro contra la pared.

—¿Dónde fuiste antes? —intrigado se aventuró a preguntar, decidido a borrar algunas dudas que tenía presente desde hace tiempo.

—¿Te interesa en realidad? —ella cuestionó evitando responder. 

—Sí, me interesa. —Respondió inmediatamente. —Cuándo regresas, siempre pareces triste, y cuando te vas, es como si quisieras no ir allí. —continuó explicando.

Un silencio se presentó ante las cuestiones, Liz descendió su mirada en una pausa que expresaba su incomodidad antes de responder, pero entendió que no podía ocultarlo más.—Soy una enemiga del reino de Danafor, he tenido que enfrentar a unos cuantos caballeros sacros de esa ciudad y tuvimos que retirarnos, ese es mi deber al servir a este bando. —explicó mientras remojaba el pequeño trapo sobre el agua.

—Vaya, ¿entonces te enfrentas a otras personas?. —inesperadamente se mostró animado y casi voltea a ver a la chica. —Realmente debes ser una persona fuerte. —Declaró y los ojos de la chica se abrieron, porque antes que ver esas expresiones, sintió que él le juzgaría. —¿Eres fuerte? —indagó queriendo saber mucho más.

—Con el tiempo he aprendido a defenderme... —ella respondió en una leve pausa sin comprender bien de qué hablaban.

—Ya entiendo, realmente deben ser batallas muy difíciles. —DIjo él. —Pero si te exiges demasiado, puede ser un problema, debes descansar un poco. —Ahora para hacer la situación más extraña se mostró preocupado.

Por un momento se cuestionó su situación, era una mujer que tiene en su mísera guarida a un hombre que quién sabe dios de dónde viene, ¿qué clase de situación era esta? soltó una risita solo de imaginarlo, era una calamidad y ella de todas las personas existentes debió ser quien menos esperaría vivirla.

—Sabes, siento que te he visto antes... —Gokú comentó mientras continuaba viendo la pared.

—Claro que es así, cuando caíste te acercaste, me asustaste—respondió ella golpeando la cabeza del Son y le invitó a volverse.

—lo-lo siento Liz. —se disculpó mientras sonreía, pero antes de que pudiesen continuar divirtiéndose alguien golpeó fuerte la puerta.

—Liz, qué demonios estás haciendo, prepárate ya! —una voz enojada exclamó desde el exterior y la chica nuevamente se mostró angustiada.

—Saldré ahora mismo! —respondió e inmediatamente saltó de la cama y se vistió lo más rápido que pudo.

—¿Te irás otra vez? —él indagó mientras le miró preocupado por esa actitud, ella se limitó a asentir mientras abrochaba la espada bajo su cintura. —Pero si acabas de volver, debes descansar... —él sugirió, pero la chica no le hizo caso alguno.

—Procura esconderte. —ella habló acercándose a la puerta, en su cara se notaba en desánimo que todo esto le provocaba. —Puede que tarde algunos días. —dijo después volviéndose hacia el chico, de alguna forma, sentir que alguien se preocupa por ella era algo nuevo y la forma en que él la miraba era atrapante.

—Cuídate Liz, te estaré esperando. —Contestó y sonrió animadamente antes de que ella se fuese y tal como lo afirmó, esperó en silencio en esa fría habitación, día tras día.

Al pasar el tiempo sus sentidos parecían regresar, pudo sentir cada presencia en el exterior, cada una con una punzada y entre todas ella distinguía la presencia de Liz, al menos ya era un avance, pero nada más que eso, solo le quedaba esperar a que ella volviese una vez más, pero aún así, tendría que marcharse nuevamente y así continuaría, pensar que esa situación le agobia no le agradaba y realmente quiso hacer algo por ella.

Si pudiese recordarlo, sabría que era tal cual el primer momento en que se encontraron, pues la lluvia se precipitaba con fuerza en esa pesada noche, fría y silenciosa. La puerta se golpeó con fuerza y resonó fuertemente, tan así que incluso logró despertar al hombre que descansaba, pero solo bastó sentir su presencia para saber que ella había regresado nuevamente.

—Llegaste antes, ¿ha sucedido algo? —indagó él frotando sus ojos y mirando la silueta de la chica que se desplomó bajo el marco de la puerta. —¡Liz!, ¡¿te encuentras bien?! —despertando completamente habló y sin perder tiempo corrió hacia la mujer y le recibió antes de que pudiese caer completamente, ella no contestó y gokú sólo pudo escuchar su entrecortada respiración y con mucho cuidado la llevó a la cama.

La débil luz de una vela iluminaba las cuatro paredes, la lluvia aún continuaba precipitándose en el exterior y bajo ese ambiente melancólico solo eran ellos dos. Con delicadeza Gokú cubría un corte que se marcaba en el abdomen de Liz, los papeles se invirtieron esta vez y fue él quien atendió las heridas de la mujer que no dijo decía nada, dejando el recinto en un silencio amargo que solo era opacado por el sonido estridente del exterior.

—Supongo que esto ayudará... —él habló y terminó de cubrir la herida.

—Gracias... —Cabizbaja ella musitó. —Hoy ha sido un día difícil, nos emboscaron y tuvimos que retirarnos otra vez... —explicó, podía notarse fácilmente su fastidio, pero más que eso, una tristeza que se expresaba en cada palabra que pronunciaba.

—¿Por qué sigues con esto? —gokú decidió preguntar después de escucharla. —Siempre llegas cansada y herida, te tratan mal y duermes bastante mal... —continuó buscando resolver esas dudas.

—No puedo cambiarlo. —Respondió Liz y apartó la mirada. —Estamos en un conflicto y estoy obligada a participar en él. —musitó aclarando su situación, pero el rostro del chico no estaba muy convencido.

—¿Por qué?, parece que no quieres hacerlo. —él continuó y ella le miró con desgano.

—Claro que no lo quiero tonto. —respondió con enojo. —Pero no puedo hacer nada, ellos me compraron como una esclava y no puedo cambiarlo. —explicó suspirando y deprimida se giró mirando la pared.

El silencio precedió en esa habitación, gokú intentó tocar su hombro para animarle, sin embargo algo le hizo detenerse y evitó decir algo que seguramente terminaría por molestar a Liz.

—En todo caso, las cosas se han complicado y no puedes quedarte aquí mucho tiempo. —desvaneciendo el incómodo momento ella susurró con melancolía. —En cuanto termines de recuperarte deberás irte. —aclaró en tono bajo.

—Estará complicado, ¿a donde voy a ir? —murmuró confuso rascando su mejilla y ella soltó una risita por escucharle de esa forma. —No conozco estos lugares, ni mucho menos sé donde estoy. —Frustrado continuó, y a ella tampoco es que le hiciera muy feliz pensar en abandonar a su suerte a alguien con amnesia, pero simplemente hay cosas que ella no puede cambiar.

—Cualquier sitio será mejor que este lugar. —consciente o inconscientemente ella murmuró, tal vez en sus adentros siempre ha estado rendida a dar un giro total a su vida, pero no podía ver más que esas cuatro paredes que la rodeaban, ni más allá del único mundo que conoce, simplemente esperaba cumplir ese anhelo, ese deseo de llenar el vacío de su corazón y dejar de sentir que está buscando a alguien, y nada de eso, ni su vida ni sus sueños rotos ayudarían a su amigo.

Gokú no pudo evitar verla y notar su melancolía, incluso él entendía que todo esto estaba mal, no era un ambiente en el que él quisiese estar, pero pensar en dejar a liz no era algo que podía aceptar, no después de que ella le ha ayudado, no, definitivamente no quería dejarla. —Si es así, entonces te llevaré conmigo. —Gokú confesó, declaración que tomó por sorpresa a la chica que inmediatamente abrió sus ojos incrédula por lo que sus oídos escucharon. —Puedes irte conmigo y ya no tendrás que estar en este lugar, no volverán a tratarte mal. —propuso nuevamente, una declaración que penetró profundamente en su mente y sin poder evitarse, el corazón de Liz saltó con un fuerte latido.

—¿De qué hablas? —ella cuestionó ante tales declaraciones que se dieron y lentamente se volvió hacia él.

—Irnos de aquí, ¿Quieres ir conmigo Liz? —aquella propuesta causó que esa mirada azul  le mirase con mucha más intriga y brillaba como lo más bello que ha tenido esa habitación, destellaba por una pizca de esperanza que cautivaría a cualquiera. —cuando sanes escaparemos juntos. —continuó sugiriendo, con ese rostro animado y despreocupado que de alguna forma insinuaba que todo estaría bien.

—Pe-pero, ¿a dónde iremos? —ella preguntó llevando una mano a su pecho y sentándose en el borde de la cama junto el hombre que ella ha cuidado con tanto secreto.

—No lo sé, no conozco estos lugares... —dijo él mirando al techo y rascando su mejilla, sin embargo su determinación no se vio afectada en ningún momento. —Bueno, eso no importa, porque mientras no sea este, cualquier lugar estará bien ¿no? —él preguntó manteniendo una sonrisa y dejándose llevar por esa idea que ha estado presente en Liz.

—No, si nos encuentran estaremos en graves problemas, además irse así sin más es tonto. —ella aclaró negando con su cabeza y evitando aceptar ese alocado plan, de esa forma apartó la mirada evitando verle, pero no solo bastaba de eso, porque sus palabras arrastraban esa misma actitud.

—Vamos Liz, ni que fuera tan malo. —Contestó él. —Aquí es aburrido y te tratan mal, estoy seguro que allá afuera todo mejorará, y no habrá nadie que te obligue a hacer cosas que no quieres. —él propuso con un tono convincente y ella se giró lentamente hasta conectar con su mirada brillante que parecía hipnotizarle. —Además, si eso pasa yo estaré ahí para ayudarte, golpearé a esos tipos antes de que intenten hacerte algo. —continuó proponiendo e incluso sujetó sus manos para invitarle a aceptar. —No te dejaré sola.

La calidez de sus manos, el momento reconfortante, su preocupación y su actitud, le hacían ceder poco a poco, si decía que quería quedarse en tan horrible sitio mentiría, si afirmaba no interesarle la idea mentiría más que cualquier otra persona, pues no es algo en lo que ella no haya pensado antes, sin embargo, si ha desistido es porque este sitio como su poca voluntad le han atado a la resignación una y otra vez, pero, cuando tenía a Gokú al frente, casi podía creer que valía la pena.

—¿De verdad estarás ahí? —preguntó y él afirmó con su cabeza más de una vez, cabizbaja y sin saber qué decir agachó la mirada, alguien le proponía lo que ella nunca tuvo el valor de hacer, y ella tampoco quería separarse del único amigo que ha conseguido, perfectamente la persona más importante en su vida.

un silencio se extendió en el pequeño recinto ante aquellas propuestas locas que él sugería, no tenían sentido alguno, pero antes que reprochar algo simplemente sonrió tiernamente y rió débilmente. —Supongo que ir contigo sería más interesante que quedarse aquí. —ella respondió, levantando la mirada y tomó la mejilla del chico y la pellizcó con resignación, era descabellado, pero seguramente ese plan le mostraría más de lo que tendría en esa miserable vida.

—Todo estará bien Liz... —Dijo él intentando darle más ánimos. —Tienes que descansar mucho entonces, yo estaré contigo, te lo prometo... —con esa frase todo cuanto viviesen a partir de ahora se regiría por esas palabras, pues Liz se las grabó y las guardó en lo más profundo de su corazón y no temió por el futuro, no mientras tenga a alguien con ella.



La noche y la lluvia continuaron juntas, y así mismo desaparecieron con la llegada del alba. Gokú estuvo pendiente de ella por lo siguientes días y no descuidó en ningún momento a la mujer que en su momento no lo hizo con él, y más que pagar un favor, no quería que ella se sintiese mal.

—Mira Liz, es hora de almorzar. —dijo él y extendió amablemente una pieza de pan, ella recibió el alimento, pero lo partió en dos y regresó una parte a su acompañante.

—Tú también debes comer un poco. —Habló extendiendo su brazo, pero él no lo recibió.

—No tengo hambre. —Mintió rascando su cabello, no era porque le desagradase el estado del alimento, sabía que ella lo necesitaba mucho más. —Si comes te recuperarás muy pronto. —dibujando una sonrisa exclamó, pero el rugido que se escuchó después le delató.

—Estás Mintiendo Gokú, tu estómago no miente. —Con mirada molesta aclaró, no obstante él continuó negándose.

—Es lo último que te queda y deberías comerlo, yo puedo esperar. —aclaró él amablemente. —Liz es quien debe recuperarse. —dibujando una sonrisa expresó su despreocupación, ella le apreció y no necesariamente se sintió bien, pero era bastante atrapante tener alguien así, gokú era atento y se preocupaba por ella a cada instante ignorando que él también debería cuidarse, pero por más veces que le advirtiese, parecía imposible hacerle desistir.

Una persona que conoció por mera suerte ahora era el punto de apoyo más grande que ha tenido, ahora la situación por la cual pasaba, las cuatro paredes y el frío dentro de ellas no parecían ser algo por lo cual preocuparse, no si él estuviese ahí, no mientras pueda contra la profunda soledad en la cual ha vivido durante años, incluso llegó a pensar que aunque viviese ahí por el resto de su vida si al final del día gokú le estaría esperando, habría querido vagar de esa forma, pero lamentablemente el ambiente fue interrumpido.

—¡Alguien Viene! —Gokú informó e inmediatamente buscó esconderse y tal cual lo afirmó golpearon la puerta con mucha más fuerza a tal punto que la abrieron dejando tiempo suficiente para que el chico se escondiese bajo la cama.

—¡¿Qué demonios pasa contigo?! —un par de hombres grandes y fuertes allanaron la habitación de la chica, su enojo era notorio en sus rostros fruncidos.

—Qué es lo que quieren, ¿se les olvida que aún estoy herida? —furiosa confrontó a los recién llegados sin importar que intentasen intimidarla, pero Liz tampoco es que quisiese mostrarse sumisa ante detestables y prepotentes personas, pero sus reclamos causaron que uno de ellos golpease su mejilla con bastante fuerza.

—No levantes la voz, . —Aclaró sin importarle que la chica cayese débilmente al suelo. —En primer lugar eso fue tu culpa, ahora deberás pagarlo. Nos informaron que habrá un escuadrón de soldados que partirá de Danafor hacia Liones, irás al frente. —ordenó con un tono fuerte que le sugería abstenerse de negarse y tales declaraciones molestaron al saiyajin oculto bajo la cama.

¿Cómo podían obligarla a exigirse tanto?, no le daban tregua alguna a descansar y recuperarse, ni tampoco suficiente comida para alimentarse bien, ¡eso no era justo! Liz no se merecía ser tratada de esa forma.

—Estoy muy cansada y herida, no podré pelear y menos si hay pocos soldados. —Se justificó intentando levantarse, sin embargo fue empujada bruscamente y enviada hacia el suelo, gokú miró con desagrado tal escena mientras evitaba ser descubierto, sin embargo, la paciencia se le agotaba.

—No busques excusas, ese es tu trabajo. —Respondió uno de tantos hombres y apuntó con su espada. —No tenemos muchos hombres en este momento y no podemos desaprovechar esta oportunidad, recuerda que nos perteneces, y si no puedes pelear seguramente nos servirás para algo más. —Con mirada repugnante miró el cuerpo de Liz que hoy más que nunca, sabía lo que se ocultaba bajo la armadura. —Sin todo eso encima realmente parece valer la pena ¿no creen? —preguntó y los otros sonrieron mientras señalaron con perversión y lentamente se acercaron.

—¡Está bien iré! —dijo Liz resignada y bastante fastidiada, todo con tal de no tener que soportar a esas personas, sin embargo las cosas no parecían serían así de fácil.

—Claro que irás, ¿Quién dijo que puedes negarte? —dijo uno de los tipos. —pero eso puede esperar. —entre risas concluyeron y se acercaron con intensiones claras, pues la belleza de Liz no podía continuar pasando desapercibida y Gokú apretó sus puños ante tal escena que estaba a punto de pasar frente a sus ojos.

Ella no podría con todos, eran más y seguramente igual o más fuerte que ella, sería profanada y utilizada de quién sabe qué maneras, porque cuando gokú buscaba pensar en lo que ellos harían con su amiga se le revolvió el estómago y su ira no pudo contenerse más.


Un Cambio - Segunda parte.


La cama voló y contra algunos de los caballeros fue estampada sin alguna clase de compasión, en ese instante los ojos atónitos señalaron a la persona que se levantaba rígida y con clara molestia en su rostro, una extraña presión emanaba de él, y se reflejaba en su retina la molestia que dentro albergaba y liz atónita también le miró sin saber que la persona de quien había cuidado no solo era el chico despreocupado que contemplaba cada día, era un guerrero cuya fuerza respondía a la ira que podían provocarle.

—¡¿Quién demonios eres?! —Interrogó uno de ellos y repleto de cólera apuntó con su espada al saiyajin, sin embargo sus gestos que buscaban amenazar no sirvieron de nada porque él tomó aquella hoja con sus manos desnudas y la aprisionó con sus dedos.

—Ustedes... —Masculló con rabia. —No permitiré que toquen a Liz, ¡van a pagarlo! —exclamó y ejerciendo fuerzas e ignorando su filo; destruyó el metal de aquella arma que se precipitó en pedazos y chocó contra el suelo dejando incrédulos a aquellos que esclavizaron a su amiga.

Un fuerte golpe se presionó contra el abdomen de uno de los hombres y no pasó mucho tiempo antes de que se revolcase de dolor, tal era la fuerza que el tipo escupió lago de sangre intentando gritar por ayuda.

—Maldito, ¡vas a morir! —bramaron ante el escenario presentado, fastidiados por la insolencia de ese hombre y decididos a terminar con esto se abalanzaron hacia él buscando atravesarle con sus armas, en ese instante el rostro de Liz expresó completa angustia y miedo de pensar que podrían lastimar a su amigo.

—¡No! ¡Alto! —gritó la mujer intentando detener a aquellos que buscaban matar al hombre que ha ocultado con tanto empeño, sin embargo no pudo contenerles pero tampoco hizo falta, pues solo bastó de un golpe para comprender la magnitud de esa fuerza a la que se enfrentaban, y entonces, aquellas personas sucumbieron ante el poder de Gokú y fueron a parar quien sabe donde, porque solo se les pudo ver atravesando las paredes y chocando con los muros vecinos uno tras otro.

Ella quedó atónita, Gokú quien no parecía ser más que un hombre extraño y confundido se convirtió en una calamidad, su mirada solo expresaba enojo y sus gestos disgusto, pero cuando se dirigió a ella nuevamente todo cambió.

—No te preocupes Liz. —dijo él. —Todo estará bien, no vas a tener que soportar nunca más a estas personas, saldremos de aquí juntos. —decidido a hacer realidad aquella promesa extendió su mano buscando la aprobación de Liz y pese a toda la confusión y sorpresa que les rodeaban, ella no le rechazaría, pues sonrió cálidamente y tomó su mano.

El sonido de un cuerno se desató en ese que era el escondite de los enemigos de Danafor y la situación se complicó en las afueras cuando decenas de los soldados se preparaban para la contienda, tantos eran que pensar que dos personas saldrían con vida era una completa locura.

—Esto es malo. —Informó ella con el sudor recorriendo su rostro. —¡Todos vendrán aquí! —anunció y miró preocupada a Gokú, pese a que quería dejar todo atrás no podía pensar en una forma de hacerlo, ni tampoco quería saber lo que ocurriría si les capturasen.—¡debes irte Gokú! —ordenó ella y empujó al chico antes de tomar su espada preparada para ir a la batalla.

—¡No lo haré. —respondió el joven hombre. —No te dejaré con esta gente después de lo que trataron de hacerte. —aclaró y sus puños se apretaron determinados a hacer verdaderas sus palabras y antes de darse cuenta, los enemigos ya les habían rodeado.

—¡Miserable traidora! —alguien clamó y un conjunto de soldados corrieron a su posición, la guardia de Liz no tardó en presentarse, sin embargo no tuvo que hacer nada cuando una poderosa presión empujó bruscamente los alrededores arrastrando a quienes intentaban acercarse y esas cuatro paredes junto a los complejos cercanos se derrumbaron ante aquel que les señalaba con enojo.

En ese momento, la luz del sol se derramó sobre gokú y Liz, una calidez que fue distinta a cualquier otro día repetitivo que pudo sentir, y si así era hoy; era por esa misma razón, porque no era parte de esa rutina que le arrebató su vida, este era el instante en donde batallaba por su libertad y su corazón rebosó de una extraña emoción que nunca antes había sentido y por un momento no le importó si moría, no le importó nada que no fuese ir en contra de lo que tanto dolor le había causado y si se cuestionó esa forma de pensar fue meramente por el hombre que estaba a su lado.

—¡Ataquen! —con palabras temerosas alguien ordenó y los caballeros de mayor rango lanzaron sus ataques, viento, fuego, rayos, todo ese poder mágico se aproximó hacia Gokú, no obstante, no sirvió de nada, una extraña barrera rodeó a la pareja y repelió cada fuerza que se aproximó inutilizando todo el mayor arsenal que los enemigos de danafor poseían, una muestra más de todo el poder que el chico había albergado todo este tiempo.

¿Qué era eso? ¿Acaso era magia? solo los caballeros sagrados de alto rango pueden utilizar esa clase de habilidades, pero el poder de gokú parecía ir más allá cuando su mano se extendió y sobre su palma una brillante esfera se formó amenazando a todos los enemigos de Danafor que dibujaron pánico en sus rostros ante el contraataque del hombre que recaería sobre ellos.

—¡Co-corran! —ante el intimidante gesto y después de haber presenciado semejante muestra de poder no quedó más opción que dejarse consumir por el pánico y despavoridos huyeron sin dirección clara, se chocaban unos con otros y soltaban sus armas presos del temor, y pronto aquella esfera de energía arrasó con todo lo que a su paso se encontró y tampoco se detuvo hasta que más adelante cerca de una de las montañas cercanas concluyó en una explosión que fácilmente pudo haber acabado con todo lo que allí se encontrase.

 Liz continuó sorprendida cuando todos quienes la reprimieron y esclavizaron huían despavoridos dejando atrás todo lo que albergase en ese lugar, Un solo hombre había sido capaz de hacer tal hazaña, un ser cuyo poder se alejaba de cualquier otro que pudiese haber visto y cuando le miró nuevamente, lo desconoció en su totalidad.

Los gigantescos montículos de roca comenzaron a desmoronarse y la destrucción se precipitaba por el valle, el poder que se descargó en las montañas era tal que no importaba su tamaño, todo lo que se alzaba caería inevitablemente.

—Debemos salir de aquí antes de que nos aplaste! —gritaron aquellos que aún permanecían en ese lugar y antes de que liz pudiese decir algo fue tomada en brazos y tanto ella como gokú se alejaron volando.



En un río cercano asimilaban la situación, nunca antes se esperó verse de esta manera, libre y con un alivio presente en su pecho, sin embargo la incredulidad presente en ella aún no desaparecía.

Todo este tiempo había cuidado de alguien cuya fuerza estaba muy por encima de un caballero sacro de alto nivel, Gokú le había ocultado tanto que no podía verle de la misma forma, era una especie de miedo envuelto en sorpresa, a pesar de todo el tiempo que permanecieron juntos parecía ver a un extraño.

—Mira Liz, encontré esto en el bosque. —aquella voz le sacó de sus pensamientos y encontró a gokú extendiendo algunas pequeñas frutas similares a arándanos sobre su mano. —¿Crees que se puedan comer? —indagó buscando una respuesta positiva por parte de la chica, pues tenía bastante hambre.

—Si, son muy ricos. —con una sonrisa amable recibió algunas de esas pequeñas frutas. Gokú se sentó feliz frente a la mujer. Su actitud por estar al fin en el exterior parecía la de un niño pequeño, era difícil no contagiarse y creer que todo podría estar bien, sin embargo no era así realmente.

—¿Por qué no me dijiste que eras tan fuerte? —preguntó ella con voz baja.

—No me lo preguntaste. —dijo Gokú despreocupadamente levantando sus hombros causando que la peli-rosa se desconcertase.

—Tonto, ¿por qué habría de preguntártelo? —respondió ella con una expresión disgustada.

—Y por qué habría de decirte que soy fuerte, no es como si hubiese tenido que pelear con alguien. —respondió él con la boca llena y dejando aún confusa a la mujer.

—Pues porque la mayoría de las personas son arrogantes respecto a su fuerza, alardean de ella y buscan derrotar a sus enemigos. —ella explicó, sin embargo ese pensamiento no parecía concordar con ese hombre. —¡Creer que puedes ser diferente es absurdo! —continuó justificando.

—Bueno, soy fuerte, pero siempre puede haber alguien que es más fuerte que yo, uno nunca sabe, además no tengo enemigos —respondió mientras pensaba detenidamente mirando al cielo, como si un vago recuerdo intentase venir a él nuevamente, pero su mente continuó en blanco.

No era un pensamiento erróneo, de hecho ese podría ser el peor castigo para quien alardea con prepotencia ante los demás, y Liz entendió que aquella actitud amable continúa prevaleciendo en gokú sin importar la situación, de algún modo le conmovió y le hizo sentir feliz.

—Gracias.. por lo de antes —susurró débilmente y cabizbaja mientras comía los arándanos que gokú le regaló.

—No es nada, tú también me ayudaste Liz. —respondió feliz mientras comía las pequeñas frutas junto a la mujer de cabellera rosa. —Aunque mi Kí aún continúa un poco inestable, creo que se me pasó la mano, espero que no se enojen... —murmuró rascando su cabeza y ese gesto hizo notar que realmente estaba frente al Gokú que siempre ha conocido, y sin poder evitarlo Liz soltó una fuerte risa.

El tiempo pasó y las incredulidades cesaron, tenían en mucho que pensar a partir de ahora y poco tiempo para hacerlo.

—Bueno, bueno, ¿qué se supone que haremos ahora chico fuerte? —preguntó mientras señaló a la lejanía, ahora no se diferenciaba de gokú, no sabía qué hacer ni a dónde ir, sin embargo, no se sentía preocupada ni angustiada, era feliz de algún modo que no entendía y se dio el gusto de sentir la calidez de ese día brillante . —No podemos ir a territorio enemigo, debemos tomar un rumbo hacia otro reino. —sugirió ella, sin embargo antes de que pudiese continuar un fuerte rugido le interrumpió y supo perfectamente lo que se venía a partir de ahora.

—Creo que lo primero que debemos hacer es encontrar más comida, tengo mucha hambre! —se quejó él mientras frotaba su estómago.


Un gran pez se cocinaba sobre una rojiza fogata, los ojos de Gokú brillaban mientras esperaba ansioso la cena.

—realmente huele delicioso. —Expresó tragando la saliva que se derretía en su boca y ella rió por ese comentario y los gestos que hacía, apurado por comer algo que no estuviese mal conservado.

—Tuvimos suerte de encontrar esto, de lo contrario habríamos muerto de hambre. —dijo ella mientras recibía el calor del fuego. —Mañana será un largo día...

Comieron hasta que al fin ambos recordaron lo que era estar satisfechos, tener el estómago lleno era la sensación más reconfortante que hasta ahora experimentaban.

—Tenías Razón Liz, cualquier lugar es mejor que ese sitio. —Gokú dijo en voz baja y miró fijamente a la chica. —No te preocupes por lo que pueda pasar, yo cuidaré de tí. —continuó teniendo presente a cada momento que de no ser por ella seguramente estaría muerto, y aunque no tiene memorias, no se encontró desconsolado porque Liz estuvo con él, era su turno de apoyarla.

No tenían nada más que fuesen ellos mismos, carecían de un techo completamente y estaban entregados al mundo sin paradero alguno, pero a Liz no le asustaba enfrentar lo que vendría mañana ni el día después de eso. Tal vez era la sensación de libertad que le hacía sentirse de esa forma, pero cuando miraba el rostro de ese hombre casi podía sentir que era por él, no evitaba pensar que de no haberle encontrado seguramente continuaría siendo una esclava señalada como una enemiga de stanford sin el valor de poder ver adelante.

La noche transcurrió, el viento arrastraba el frío nocturno y golpeaba sobre ellos, Liz dormía cerca de las brasas que continuaban quemándose, y tan serena como el arroyo tranquilo que recorría muy cerca, Gokú avivaba el fuego de vez en cuando y contemplaba el cielo. No dormía ni se entregaba al sueño, prefería contemplar las estrellas mientras esperaba que alguna vaga imagen de sus recuerdos apareciese, pero no había nada, todo era tan vacío como la oscuridad que esconde los alrededores.


(...)

—Deberíamos ir a un pueblo y buscar mucha comida. —propuso Gokú mientras caminaban por uno de los senderos que llevaba a quién sabe dónde.

—No seas tonto, no tenemos dinero ni podríamos pagar una habitación, realmente no tenemos destino. —Liz Aclaró la situación con un tono risueño, habían caminado por varios días sin poder encontrar una villa.

—Entonces a dónde iremos, no conozco estos lugares. —dijo Gokú rascando su mejilla desconcertado y un poco aburrido, porque hasta donde la vista le daba no había más que montañas  bosques extenderse.

—Yo tampoco, pues nunca he salido de Danafor. —Respondió Liz suspirando. —Pero seguramente este camino nos llevará a vaizel, ya veremos qué hacemos. —explicó después.

—Pero podríamos volar y viajar más rápido. —propuso él. —Además aún no te recuperas. —Dijo preocupado, sin embargo su acompañante negó a esa idea.

—Después de lo ocurrido no queremos llamar la atención, así que debemos ser precavidos —advirtió ella. —Seguramente Danafor y los lugares cercanos están en alerta y no tardarán en actuar para encontrar la causa de ese poder devastador, lo más prudente es mantenernos alejados de todo y pasar desapercibidos. —Continuó hablando mientras suspiraba con pesadez ante el poco cuidado de Gokú, no parecía entender las consecuencias que habría si les descubrían, sin embargo tampoco tenía tiempo de explicarlo pues estaban a punto de vivirlo.

—¿Entonces no deberíamos ocultarnos de ellos? —indagó gokú mientras apuntó con su dedo al frente y Liz confusa abrió los ojo percatándose de las múltiples siluetas que se acercaban. Algo estuvo claro en ese instante, en ese día podrían ocurrir muchas cosas, pero seguramente pasar desapercibido no sería una de ellas, pues en menos de lo que se esperaron fueron rodeados por una tropa de jinetes.

Las armaduras resplandecían de distintos colores y el símbolo que se grababa en el estandarte que se alzaba entre la multitud alertó a la dama.—Son caballeros de Lionés... —Susurró mientras empuñaba su espada, no eran como el ejército de danafor y eso al menos lo tenía claro.

—¿Quienes son ustedes y a dónde se dirigen? —La voz de un hombre preguntó, abriéndose paso por entre los caballeros, más alto, más robusto y fuerte se mostró frente a la pareja, su cabello plateado resplandecía bajo ese día caluroso y fue fácil saber que era el líder de esa compañía.

—Simplemente somos viajeros, no causamos problemas. —explicó Liz y gokú se mantuvo tranquilo, pues él no tenía armas para amenazar y tampoco vía necesario mostrarse agresivo, no sentía en ellos malas intenciones por eso tampoco no le advirtió con antelación. —solo seguimos el sendero, nunca hemos cruzado estas tierras. —Continuó buscando no levantar sospechas en los caballeros.

—No es una ruta muy transitada por viajeros. —recalcó antes que nada. 

—Pues ya les hemos dicho que no conocemos estas tierras. —contestó Liz un poco agresiva por cómo les interrogaban y señalaban de esa forma.

—Un extraño poder ha azotado las fronteras de danafor, todos los reinos han entrado en alerta así que no podemos dejarles ir. —declaró el robusto caballero. —Mi nombre es Zaratras y esta es una compañía del Reino de Lionés, buscamos información sobre el incidente. —explicó revelando un nombre que alarmó a Liz de tan solo escucharlo.

—¡¿Eres Zaratras, el gran caballero sacro de Lionés!? —Preguntó Liz y él asintió, no es que antes se hubiese topado con él, sin embargo su nombre es reconocido en cualquier lugar, pues se dice que su poder es el más grande de los guerreros de ese reino.

A ojos de zaratras, ellos no parecían ser más que una pareja de campesinos, pero buscar información nunca viene mal y a simple vista no parecían ser un peligro, sin embargo el joven de por sí era extraño con ese cabello y vestía ropas bastante raras, y la chica traía una espada consigo, no es algo que uno esperaría al encontrarse en la gente que él suponía.

—Revísenlos. —Ordenó y sus hombres acataron la orden.

Descendiendo de los corceles se acercaron a la pareja, gokú no parecía molesto pues no sintió malas intenciones en ninguna de esas personas, sin embargo la confianza de Liz era menor y podía notarse la incomodidad en su rostro.

—¡Cuidado en donde tocas! —amenazó con fuerte voz a las personas que le revisaban, por su parte gokú no se molestó ni un poco que intentasen ver si traía algo extraño, y pronto los hombres regresaron a zaratras.

—No parecen ser bandidos, pero tampoco cargan con algo más que su ropa y la espada, la chica está herida, además este camino conduce a las fronteras, de alguna manera es extraño y sospechosos. —Informó uno de los soldados y las dudas no hicieron más que aumentar.

—En el menor de los casos podrían haber visto algo. —susurró Zaratras y miró detenidamente a la joven pareja. —Dividiremos la compañía en dos, la mitad avanzará y se reunirá con la compañía de Dreyfus y Hendrickson, esperen a la compañía que llegará de camelot y escuchen lo que tienen que decir, nosotros regresaremos. —indicó con fuerte voz y los caballeros acataron su orden.

—Que bien, podemos irnos. —Exclamó Gokú y junto a la chica comenzaron a avanzar, pero el caballero Zaratras parecía tener otros planes y se interpuso.

—Hay algunas preguntas que debemos hacerles, Por orden del rey serán conducidos a la capital de Liones. —Anunció, información repentina que alertó a Liz.

—No, no podemos ir, tenemos otro destino. —contestó ella inmediatamente, declaración que levantó una ceja en el caballero de plateada cabellera.

—Pensé que no habían transitado por estas tierras y no tenían destino. —Cuestionó dejándoles en una mala posición, y Liz retrocedió sin poder decir o hacer algo, solo temió profundamente por lo que el destino les esperaba



—Vaya, ¡esta ciudad es muy grande!. —Gokú exclamó observado los complejos que se levantaban, pero sobre todo admiró el castillo que en medio del pueblo resaltaba, gigantesco y hermoso, sin embargo, su atención se vio interrumpida cuando Liz golpeó su cuerpo buscando llamar su atención.

—Gokú, será mejor que no digas nada, déjame hablar a mí de lo contrario podríamos meternos en problemas. —Sutilmente susurró inclinándose bastante desde el corcel en el cual montaba  y él asintió, tenía razón, el alboroto que había causado podría alertar a estas personas y quien sabe lo que les podrían hacer, seguramente ella solucionaría todo... O eso pensaba, porque pronto estuvieron cara a cara con quien gobierna esas tierras y la presión del ambiente era tan abrumadora que cualquiera se doblegaría.

Dentro de los aposentos del castillo, Liz y Gokú yacían arrodillados frente al trono en donde reposaba el rey. Zaratras y algunos guardias vigilaban y supervisaban todo.

—Por favor, les pido que ofrezcan su respeto y su verdad hacia el Rey Bartra. —Dijo uno de los caballeros y ellos asintieron sin muchas opciones.

—Bien, dicen ser viajeros pero no traen provisiones ni dinero, es una extraña forma de viajar si me lo preguntan. —cuestionó Zaratras que rodeaba a la pareja, gokú se limitaba a mantenerse callado tal cual Liz se lo había pedido, sin embargo, al parecer ella tampoco podía responder, después de todo estaban en la mira de quien se dice es el más grande de los caballeros sacros de Lionés y el rey de uno de los reinos más importantes. —Además parecen venir exactamente de aquella fronteras que fueron destruidas, ¿tienen algo que decir en su defensa? —continuó interrogando mientras rodeaba a los supuestos viajeros, Liz pensó, pues si tenía que dar alguna respuesta debía ser bastante convincente, y  seguramente no pasaría nada si se mostraban ajenos a la situación, pues Danafor se guardaría cualquier información mientras los reinos vecinos puedan creer que ellos atacaron a sus enemigos con tal poder.

—Hu-huimos de esas fronteras, era una esclava obligada a atentar contra Danafor, después de un fuerte ataque mi esposo y yo no tuvimos más opción que huir. —Declaró Liz ante las cuestiones del caballero sagrado, con esa respuesta seguramente no cuestionarían a Gokú de ninguna forma, aún así la sorpresa fue notoria en cierta persona.

—¿Esposo? —preguntó Gokú, sin embargo fue golpeado por Liz antes de que pudiera decir algo más.

—¿Una esclava? —preguntó el Rey. —Explícate mejor jovencita. —Amablemente pidió con bastante intriga.

—Éramos obligados a servir a ese régimen, pero alguien atacó el campamento, gracias a eso pudimos huir y abandonamos esas tierras. —Liz continuó hablando. —Es por eso que no cargamos con nada ni teníamos rumbo. —explicó después buscando ser clara y no relacionarles directamente con el incidente, si todo salía bien serían libres inmediatamente.



—Vaya, al menos este calabozo es más acogedor. —Aburridamente Liz suspiró mientras  miraba con desánimo el techo. —Salimos de ese sitio solo para terminar aquí. —frustrada continuó quejándose.

—Vamos Liz, seguro que todo saldrá bien, no te preocupes. —Animó gokú que comía un trozo de pan. —Al menos nos dieron de comer y ropa nueva y la gente es más amable. —con la boca llena continuó hablando y sus declaraciones causaron una leve risita en la chica.

—Siempre buscas el lado bueno en las situaciones más jodidas. —habló y se giró para ver al chico que después de tragar inclinó su cabeza contemplándola, siempre hacía lo mismo cuando se encontraban de esa forma, sus ojos distraídos, su silencio y su atención de pronto solo eran para ella. —Gracias por hablarle a los caballeros sobre mi. —Ella habló y se avergonzó un poco. —No tuve que caminar en todo el trayecto y ahora hasta atendieron mi herida... —llevando su mano a su abdomen expresó su agradecimiento por los gestos que él tenía con ella.

—No fue nada, no iba a permitir que te hicieran caminar en ese estado. —Explicó él. —además no te preocupes, ya encontraremos la forma de salir de esto, el señor Zaratras y el Rey no parecían malas personas. —animó y se acercó un poco para acariciar el cabello rosa de la chica.

—Tonto, ojalá sea así, de lo contrario te culparé por esto. —Dijo y golpeó levemente la frente del pelinegro que se puso nervioso por esa declaración. —No es cierto, no pongas esa cara. —dijo ella riendo, gokú era bastante divertido cuando estaba confuso, cuando sonreía era casi inevitable para ella no contemplarle también.

Lentamente deslizó las yemas de sus dedos y acarició la mejilla del hombre, no se había equivocado cuando pensó que no importaba la situación en la que se encontrase, mientras él estuviera con ella no temería ni retrocedería.

—Me pregunto cómo terminará esto. —musitó y no dejó de ver al chico.

La noche fue más cálida y reconfortante que cualquier otra que antes pudieron haber pasado, no sentían la humedad ni el frío de la intemperie que antes pudo agobiarles, era un poco curioso si lo pensaban, pues ahora que estaban en una prisión de verdad era el mejor lugar en el que habían descansado.

—Mira Liz, hay bastante pan. —dijo gokú extendiendo la comida a la chica. —Está bastante rico, si lo comes podrás tener muchas fuerzas y sanarás dentro de muy poco. —Continuó.

—Oye, no solo hables de mí, tú aún no te recuperas del todo. —Contestó un poco en desacuerdo por como él la trataba y se preocupaba.

—Yo estoy bastante bien, solo me duele un poco el pecho, pero no debes preocuparte. —Explicó él y antes de que la chica pusiese reprochar algo, algunos guardias se acercaron a la celda e interrumpieron la plática.

—Jóvenes, levántense y síganme por favor. —Informó Zaratras y abrieron las rejas de la prisión. Tanto Liz como Goku no sabían lo que les esperaría, solo acataron las órdenes y fueron llevados a las afueras del castillo.

Pronto, los guardias se retiraron y solo fue el caballero Zaratras quien estuvo frente a frente con la pareja.

—¿Qué va a pasar con nosotros señor? —indagó el saiyajin.

—Nada malo en realidad. —Dijo zaratras. —Por su colaboración al habernos brindado información, el rey ha decidido dejarles en libertad, asumimos que no son un riesgo para Lionés y se ha compadecido de su situación, pueden marcharse. —informó y ante esa buena noticia, el rostro de los jóvenes expresó alegría pura.

—¡¿De verdad?! —Exclamó Liz y el gran caballero de Liones afirmó.

—¡¿Escuchaste eso Liz?!, ¡podremos irnos! —exclamó gokú bastante animado y ella no evitó celebrar también, Zaratras observó su celebración con algo de alegría también, no los culpaba, quién sabe por cuánto tuvieron que pasar al ser esclavos y más aún con el susto que se les dio sin intención de preocuparles.

—Bueno, les deseo suerte, me retiro. —Dijo el caballero de plateada cabellera y sin más que decir comenzó a alejarse dejando a los chicos solos y para que supuestamente disfrutaran de su libertad, sin embargo las cosas eran bastante más complicadas de lo que esperaba.

—No tenemos comida ni techo, ¿Que se supone que haremos? —preguntó Liz suspirando.

—Supongo que tenemos que regresar a dormir al bosque. —dijo gokú mientras intentaba pensar en algo. —Después de todo está por anochecer y no tenemos dinero. —Continuó afirmando y los pasos del caballero se detuvieron para ver nuevamente a los jóvenes discutir sobre su siguiente paradero.

—Tienes razón, supongo que no tenemos otra opción... —Liz continuó pensando sin éxito alguno más que esa solución y no era una situación en la que ellos deberían estar, después de todo la chica estaba herida aún y el caballero se preocupó por las decisiones que podrían tomar, pero aún así se apoyaban el uno al otro y no evitó ver a esa pareja joven de forma tierna y admirable, tampoco pudo no sentir un poco de empatía por ellos, eran dos chicos completamente solos en busca de su futuro, seguramente cualquiera se conmovería.

—Si lo desean... —Titubeó Zaratras interrumpiendo la conversación de los jóvenes. —Puedo hablar con el personal del castillo, les conseguiré una habitación por unos cuantos días. —les propuso e inmediatamente llamó su atención.

—¿De verdad puede hacer eso? —indagó Liz y el caballero asintió animadamente.

—Hay unas habitaciones destinadas para los caballeros que vigilan el castillo, está bien si utilizan una de esas. —Respondió amablemente y con una sonrisa. —Así que no se preocupen por eso, yo me encargaré de todo. —informó después y ambos jóvenes se miraron mutuamente mientras sus sonrisas se dibujaron en sus caras.

—Eso es muy amable de su parte, muchas Gracias Señor Zaratras. —Habló gokú y el hombre soltó algunas risas ante los agradecimientos dados.

—No hay problema, ustedes me recuerdan a mi esposa y a mí de jóvenes. —Dijo y posicionándose en medio de la pareja les condujo amablemente al castillo. —Apoyar a una pareja a salir adelante es un gusto. —exclamó mientras dejó incrédulos a los chicos por esas declaraciones.



—Hay algo de ropa en los gabinetes, pueden utilizarla, enviaré a alguien con algo de comida, que pasen buenas noche. —Dijo el caballero sagrado mientras les dejaba en la habitación y salía animadamente.

El lugar era un poco amplio y de alguna forma un poco acogedor, las ventanas daban un avista al patio de entrenamiento y había una mesita en el centro, además de eso solo había una cama que deberían compartir, Liz entendió que mentir sobre ser esposos no parecía ser una buena idea en este punto, pero al menos tenían más de lo que podían haber pensado.

—El señor zaratras es bastante amable, este lugar se ve bien. —Dijo Gokú. —debes descansar, aún debes recuperarte y seguramente estás agotada con todo lo ocurrido.—continuó mientras invitó a la chica a sentarse en el borde de la cama y luego se sentó en una silla cercana.

—Yo también dormiré y veremos qué hacemos mañana, ¿tú que opinas Liz? —indagó mientras se inclinó un poco y observó el cielo a través del cristal de la ventana, la pregunta que hizo quedó a la deriva, pues no necesariamente buscaba respuesta, solo era más un pensamiento que compartía.

—¿Siempre haces eso no? —ella indagó después de recostarse, su pregunta despertó la confusión del joven. —te quedas despierto mucho tiempo, miras al cielo y solo duermes un poco antes de que amanezca.—explicó, y su declaración tomó por sorpresa al chico.

—No es bueno que te quedes despierta. —dijo él con un tono disgustado al saber que ella no ha dormido bien todo este tiempo.

—A veces despierto y lo noto. —Aclaró la chica. —¿Por qué lo haces? —volvió a preguntar.

—Bueno, tú siempre estabas pendiente de mí. —respondió Gokú rascando su mejilla. —Yo también quería cuidarte... —explicó después.

—No debes preocuparte, no me debes nada. —Dijo ella, pero gokú le interrumpió.

—No lo hice porque lo sintiera de esa forma. —aclaró inmediatamente. —Lo hice, porque quería hacerlo... —aquellas palabras de pronto fueron más difíciles de pronunciar, se le pudo ver en su mirada tímida que se desvió y Liz se notó nerviosa por esa confesión, aquí entendió que gokú hacía lo que hacía simplemente por el mero hecho de asegurarse que ella estuviera bien, eso le hacía feliz de algún modo y su corazón se mostró un poco inquieto.

—Bueno, ya no tendrás que hacerlo de ahora en adelante, estamos seguros aquí. —ella continuó evitando extender el incómodo silencio. —Duerme tranquilo y todo lo que quieras, ya no debes preocuparte. —dijo después.

—¿Eso significa que puedo dormir contigo?. —un poco confuso él indagó, sin embargo se le fue lanzada una almohada que se estrelló contra su rostro.

—Cla-claro que no idiota, la cama es para los esposos, tonto... —dijo y le miró fulminantemente. —Ahora sal que quiero vestirme. —cruzándose de brazos ordenó.

Fue una noche profunda y serena, aún con ello conciliar el sueño parecía imposible, al menos para Liz.

Poco a poco se giró y miró la silueta de gokú más allá, apenas visible por la poca luz de la luna que se derramaba sobre su figura y permaneció así quién sabe cuánto, intentando saber la causa de la inquietud de su corazón, sensación que se sobreponía a ese vacío extraño que ha existido desde que tiene memoria y que le obliga constantemente buscar una silueta y esperando dar con unos ojos que puedan reconocerla, pero aunque gokú no calmaba esa incertidumbre, no evitaba dejar de verle, no evitaba pensar en él, porque de todas las cosas que le han sucedido, gokú es lo único que rescataría sin pensarlo dos veces, era lo más importante que tiene en su vida, tan así era, que evitaba pensar en lo que ocurriría si él se llegase a ir.


—El desayuno estuvo bastante rico, el caballero Zaratras es muy amable. —resaltó gokú mientras frotaba su estómago, no solo les habían ofrecido un lugar para pasar algunos días, el caballero de Liones se había tomado la molestia de darles un buen desayuno.

—Sí, es cierto, pero esto no nos va a durar siempre, debemos pensar en algo. —recordó Liz trayendo la realidad en la que se encontraban.

—Es cierto, pero no se me ocurre nada. —Suspiró y algo frustrado intentó pensar en algo. 

—Necesitamos dinero para comer y un lugar en dónde dormir, salir de Liones parece una mala idea así que deberíamos pensar en conseguir esas dos cosas aquí. —explicó la dama dando su punto de vista.

—Pero, aún continúa siendo complicado. —dijo gokú rascando su cabello.

—Tienes razón... —Murmuró Liz y se detuvo a pensar en algo, aunque su poca experiencia en la vida cotidiana no le ayudaría mucho.

Gokú se inclinó un poco sobre su silla y miró por la ventana mientras esperaba a que algo se le pudiese ocurrir y casi como un milagro una idea vino a él.

—¡Ya lo tengo! —exclamó y llamó la atención de la chica. —¡Liz, podrías ser una caballero Sacro! —Sugirió gokú mientras observaban a los soldados entrenar en el exterior, y ella se acercó para ver. —También eres muy buena con la espada ¿no? ¡seguro que podrías lograrlo!. —resaltando lo que conocía de ella continuó proponiendo.

—E-es una buena idea supongo... —Dijo Liz y volvió a ver el exterior. —¿De-de verdad crees que podría lograrlo? —ella preguntó un poco nerviosa, había peleado toda su vida de un bando contrario y entrar a un ambiente que no conocía se le era difícil de pensar.

—¡Claro que si, eres fuerte!. —Asintiendo apoyó intentando aclarar las dudas que ella tenía. —Puedes intentarlo, no perderás nada. —continuó alentando, algo que una vez más causaba que la chica pusiese ver adelante, cuando le miraba casi sentía que de verdad podría lograrlo

—Supongo que podríamos averiguar algo... —dijo con un pequeño rubor y volvió su mirada al frente en donde los caballeros entrenaban, en donde los estandartes de Liones se levantaban y donde esas armaduras resplandecían, no era nada parecido a lo que ella había conocido.

—Pero, aún deberíamos esperar a que sanes Liz, parece que se esfuerzan bastante... —advirtió gokú y ella soltó una risa.

—De hecho, ya estoy bien. —Dijo ella y levantó su ropa mostrando que ya no tenía su herida, inmediatamente el rostro de Gokú se mostró incrédulo y se acercó para ver la piel sana de la joven. —Qué-qué haces? —ella preguntó un poco alterada de tener a gokú tan cerca de su abdomen.

—¿Cómo pasó? —cuestionó bastante intrigado y tocó con su dedo la piel de Liz. Ella inmediatamente cubrió su estómago y un rubor se apoderó de su rostro.

—No-no lo sé, debió ser la medicina que me aplicaron, ¡además no hagas eso! —exclamó con un tono nervioso.


—Bien, me alegra que tomes la decisión de prestar tu fuerza y habilidades al reino de Liones. —Dijo Zaratras que caminaba junto a Liz y gokú hacia el patio de entrenamiento. —Sin embargo, aún debemos saber el nivel en el que te encuentras, de esa forma sabré si debes presentarte a una aspirante para caballero Sacro de rango mayor. —Continuó informando y llegaron a un cuarto en donde pudieron ver a más personas, seguramente serían aspirantes.

Espera aquí, alguien pronto vendrá y te indicará que hacer. —Explicó Zaratras y luego se marchó dejando a los jóvenes en ese recinto.

—Bueno, supongo que te veré más tarde. —Dijo Liz y miró sonriente al joven. —Deséame suerte. —continuó mientras agachó la mirada.

—Todo estará bien Liz, estoy seguro que conseguirás el trabajo. —explicó y acarició el cabello rojizo de la dama, este era el primer paso para comenzar con una nueva vida y un ambiente distinto y que alguien lo compartiese con ella era simplemente hermoso, y que gokú fuese esa persona solo mejoraba las cosas.

Pronto un caballero sacro de alto nivel hizo presencia y todos se acercaron a él, en este instante debían separarse nuevamente.

—Te estaré esperando Liz, buena suerte...



Gokú caminaba sin destino alguno por los pasillos. —Bueno, supongo que buscaré algo para distraerme... —murmuró sin saber qué hacer, sin embargo, antes de continuar vagando por ahí, un agradable olor llegó a su nariz.

Caminó por los alrededores del castillo siguiendo la sensación que inundaba su olfato, no sabía a dónde iba, pero su estómago se retorcía por el agradable aroma, más adelante pudo ver varios corceles con cargamentos y a un par de personas descargar varios cestos con alimentos, se veían bastante cansados y agotados por lo que podía notar.

—Por dios, la cocina del castillo es donde más sufre mi espalda! —se quejó alguno, gokú escuchó esa información y supo perfectamente por qué olía tan bien.

—Parecen cansados, ¿necesitan ayuda? —acercándose preguntó al ver la fatiga del par de hombres que miraron al chico y sus resaltantes brazos.


(...)

—Vaya, realmente eres muy fuerte, pudimos acabar más temprano de lo que usualmente lo hacemos. —Halagó uno de los hombres bastante admirado, pues a gokú poco o nada le costó descargar la mercancía con la cual habían batallado toda la mañana, ya solo esperaban los barriles vacíos de licor.

—La mayoría de jóvenes buscan convertirse en caballeros y ya no valoran este tipo de trabajos. —Se quejó mientras golpeaba la espalda del saiyajin. —Tú sí que pareces dar la talla. —continuó adulando.

—Bueno, yo no estoy interesado en ser un caballero así que gracias. —comentó gokú rascando su mejilla, estaba bastante animado, pues le entregaron varias frutas y comida que seguramente podría disfrutar.

—¿De verdad? —Preguntaron y él afirmó con la cabeza. —Trabajas en algún lugar, no te habíamos visto antes por aquí —Resaltó uno de los hombres analizando al chico.

—No tengo trabajo, soy nuevo aquí. —respondió.

—Qué casualidad, oye, ¿te gustaría ayudarnos? nos hace falta personal y aún debemos ir a muchos sitios, ¿te gustaría ganarte algo de dinero?. —Informó el otro mercader.

—¿Y podrán continuar dándome comida? —preguntó animado rascando su mejilla. 

—Por supuesto, te incluiremos el almuerzo y un pago justo. —respondieron y el brillo en los ojos del chico no hizo más que expresar emoción pura, y antes de que pudiesen continuar negociando, alguien les interrumpió.

—Muchachos, mi padre dice que necesitan esa cerveza cuanto antes. —Una femenina voz de pronto les sacó de su conversación, en ese instante todos volvieron la mirada y observaron a quien era la dueña de ese tono. —Los soldados pronto regresarán y necesitamos reemplazar los barriles, se molestarán. —informó y fue cuando el par de jóvenes se encontraron.

En ese instante creyó conocer a esa persona, pensó que había visto esos ojos y ese rostro en algún otro lado a pesar de que era una chica que nunca antes miró en su vida. Sin poder evitarlo, la contempló detenidamente y ella hizo lo mismo.

—Es deber del personal del castillo tener devolver esas cosas y encargarse del licor. —Discutió uno de los mercaderes.

—Lo lamento, pero estamos cortos de personal, les molestaría si pueden hacerlo ustedes por esta vez? —ella preguntó y los hombres se fastidiaron.

—Esta y todas las veces anteriores. —Se quejaron y se cruzaron de brazos insinuando que no le ayudarían, sin embargo gokú no pensaba hacer lo mismo.

—Yo podría hacerlo, no hay problema. —Propuso despreocupadamente y saltó de su asiento dispuesto a ayudar a la dama que sonrió ante el gesto amable del desconocido.

—Bueno, lleva esta cerveza, y trae los barriles vacíos. —Le ordenó uno de los que ahora eran sus jefes y él asintió, sin mucho esfuerzo tomó los grandes objetos y los cargó sobre sus hombros.

—Por aquí... —dijo la señorita y le guió por los pasillos del castillo.

En completo silencio siguió a la chica, y más adelante, junto algunos comedores bajó los grandes recipientes de madera.

—Es usted bastante fuerte... —repentinamente la chica comentó al ver cómo reemplazaba los barriles sin mucho esfuerzo. —Usualmente necesitamos de cuatro hombres para moverlos.—ella continuó.

—Gracias. —Respondió él animadamente. —en realidad me gusta levantar cosas pesadas, me hacen más fuerte. —respondió mientras cargó los barriles vacíos y miró hacia los pasillos bastante desconcertado. —No recuerdo por donde vine... —murmuró y la chica soltó una risita por la distracción del joven.

—Si desea, lo llevaré a la salida. —sugirió y él estuvo de acuerdo, inmediatamente regresaron al exterior.


—Bien, nuestro primer destino siempre será la cocina del castillo, así que tienes que estar aquí antes de que traigamos los productos. —Informó el dueño de las carretas y el chico asintió feliz mientras le entregaban algunas monedas, no sabía cuánto era, pero se trataba de dinero y seguramente Liz estaría feliz.

—No se preocupe, estaré aquí para ayudarles! —dijo y se enderezó despidiéndose mientras los hombres subían a sus carretas y ordenaron a los corceles a avanzar, nuevamente observó el dinero y las cosas que pudo ganar hoy, y no dejaba de pensar en la buena noticia que le daría a su amiga, y antes de que se pudiese ir, alguien le sacó de sus pensamientos.

—Disculpe... —Gokú se volvió y encontró a la misma chica, sonreía amablemente. —Yo quería agradecerle por lo de antes, estábamos algo atareados y usted fue muy amable al ayudarnos. —Dijo la chica amablemente e incluso se inclinó.

—No es nada, además no era mucho trabajo para mí, así que no te preocupes. —explicó y sonrió gentilmente. —Nos vemos luego. —concluyó y se dispuso a irse, pero un llamado más le hizo detener

—Di-disculpe... —dijo ella antes de que gokú se marchase. —¿Nos hemos visto antes? Le encuentro familiar, pero no puedo recordarle. —expresó llevando su mano a su corazón.

—A decir verdad también me lo preguntaba. —dijo gokú bastante asombrado, sin embargo rascó su cabeza bastante confuso. —Tengo amnesia, así que no puedo recordar nada, lo siento —explicó después un poco decepcionado.

—Ya- ya veo... —ella dijo y agachó su cabeza. —¿Puedo saber su nombre entonces? —suplicó acercándose un poco más.

—Me llamo Gokú, Son gokú. —Respondió y la chica volvió a agachar la mirada, pues no reconoció ese nombre.

—Bueno, muchas gracias Son Gokú. —respondió ella con una sonrisa y él comenzó a avanzar, pero antes de irse, se detuvo y se volvió hacia la dama. —¿Puedo saber el tuyo? —más que intrigado, se notó curioso y miró fijamente a la mujer.

—Me llamo Milk, un gusto. —


Nuestros sentimientos, Tercera parte.

—¡Gokú, buenas noticias! —emocionada Liz abrió la puerta de un golpe y entró en la habitación  con una sonrisa presente. —¡Pude entrar al programa de aspirantes a Caballeros Sacro, la prueba final será en dos Meses! —exclamó e inconscientemente buscó tomar las manos del hombre.

—Vaya, ¡eso es genial Liz!. —Compartiendo la felicidad de la chica se alegró. 

—Me dieron un uniforme, podré trabajar de guardia del castillo a medio tiempo y además podremos quedarnos aquí el tiempo necesario, ¡ya no tendremos que preocuparnos más! —continuó hablando y luego abrazó al joven, ni ella misma podía creer que todo hubiese salido tan bien el día de hoy, sin embargo presa de una extraña vergüenza se alejó inmediatamente.

—Lo-lo siento... —dijo ella buscando reincorporar su actitud. —estaba emocionada por contarte todo y creo que me sobrepasé. —se excusó desviando su mirada.

—No hay problema Liz, Eres muy linda cuando estás feliz. —resaltó el joven causando un repentino rubor en las mejillas de la dama. 

—¿Po-por qué dices eso de repente? —Dijo Liz no evitando ponerse nerviosa por ese comentario.

—Es que nunca te había visto sonreír tanto como hoy... —Gokú afirmó. — De alguna forma, cuando eres feliz yo lo soy también. —Los ojos de Liz brillaron cuando escuchó esa confesión, no pudo dejar de ver al chico y como cada expresión que él ofrecía corroboraba sus palabras, su honestidad no era un misterio a estas alturas y eso mismo le hacía exaltarse, porque han pasado por tanto, que de todo lo que gokú podía decir, aquello era lo que más le afectaba, una repentina felicidad apareció y su corazón latió nuevamente con fuerza.

—Tenías razón, todo estará bien... —Ella musitó y desvió su mirada, notó algo extraño y se intrigo un poco. —¿Qué es eso? —preguntó Liz acercándose a la pequeña mesita y observó la comida que le esperaba.

—De alguna forma creo que terminé consiguiendo trabajo. —riendo y rascando su nuca informó lo que había vivido el día de hoy. —Me dieron algo de dinero y algunas cosas para cenar. —explicó después y empujó a Liz invitándole a sentarse en el comedor.

—¿Co-cómo?, ¡¿de verdad?! —preguntó la mujer con asombro. —¿Un trabajo? —volvió a balbucear incrédula por la noticia, quería saber más del día que gokú había tenido.

—Luego te lo explicaré, será mejor que comamos, mañana tienes que estar fuerte y con energía. —exclamó él y acercó la comida a Liz amablemente.

En ese pequeño momento, cuando al fin tenían felicidad y tranquilidad, deseó que esto nunca terminase, lo desearon ambos desde lo más profundo de sus corazones, no había momento más reconfortante y disfrutable que este, tanto así que podían percibir la calidez de una pequeña vela, reían con las calamidades que ambos relataban, gozaban de esa cena y se entregaron al más cómodo de los sueños que nunca antes tuvieron, ¿era egoísta desear que esto continuase? Si bien había una respuesta Liz no quiso saberla, no quiso pensar en una realidad que no fuese esta.

Los días transcurrieron, el entrenamiento y el trabajo les separaban la mayor parte del día, sin embargo, cuando el atardecer pintaba el cielo de naranja, Liz miraba con emoción el interior de esa habitación, porque sabía que gokú estaría allí como siempre lo ha venido siendo, y él siempre aguardaba por ella, aunque no siempre fue así. Cuando él solía terminar sus deberes más rápido de lo esperado, solía visitar los campos de entrenamiento en donde distinguía con facilidad la corta y rojiza cabellera de su amiga, se recostaba en el mismo lugar y los ojos de la chica no tardaban en distinguirle también, era una divertida rutina que casi sin querer se había venido dando y más pronto que tarde inconscientemente siempre se buscaban.


(...)

—Esa ha sido la última, creo que hemos terminado por hoy, nos veremos mañana Gokú. —Sus jefes hablaban mientras una vez más se marcharon para no volver hasta el día siguiente.

—Vaya, creo que tendré tiempo suficiente para poder visitar a Liz. —él murmuró secando algo de sudor de su frente, no era por el cansancio en sí, el calor del verano era abrazador y como si el universo se apiadase de él, esa voz se presentó nuevamente.

—Disculpe... —Una voz le llamó e inmediatamente se volvió y encontró a la chica sosteniendo una bandejita y sobre su superficie reposaba un vaso con jugo. —Pareces muy fatigado... —ella comentó y le incitó a beber, inmediatamente los ojos de Gokú brillaron por el gesto amable de la bella mujer.

—Oh, gracias milk, tenía mucho calor! —soplando de alivio recibió la bebida y tomó asiento en un escalón cercano. 

—No es nada, siempre nos estás ayudando con esa pesada carga. —dijo la chica y un rubor se apoderó de ella cuando el joven se le veía bastante contento con su bebida. —¿Te gusta? —ella preguntó y se sentó junto a él.

—Si, me gusta mucho, este es mi preferido. —respondió no parando de beber y ella soltó una risita también. —Estuvo muy rico, tu comida siempre es la mejor! —felicitó.

—Bueno, intento aprender lo mejor que puedo de mi padre, él cocina para el rey. —respondió y luego suspiró pesadamente. —Hoy ha sido un poco caótico, algunos soldados han venido desde camelot y tenemos más trabajo de lo usual. —se quejó bastante molesta.

—Bueno, no sé por qué les gusta beber esta cosa tan amarga, pero hay que llevarla antes de que se vuelvan locos. —dijo cargando la cerveza y junto a la chica caminaron al interior del castillo.

—Vaya gokú, realmente nunca pareces estar cansado! —esa voz halagó cuando gokú descargaba los enormes barriles de cerveza en los soportes y gokú solo reía mientras rascaba su barbilla. —¿Te gustaría venir a cenar más tarde? Mi padre te ha notado y quiere agradecerte de alguna forma. —continuó y los ojos del chico brillaron ante tal propuesta.

—Lo dices en serio Milk? —exclamó con emoción y ella afirmó también de la misma forma, sin embargo el rostro de Gokú presentó algunas dudas antes de aceptar.—te molesta si vengo a cenar con una persona más? —preguntó y la chica negó.

—por supuesto que no, pero solo si es una persona. —ella advirtió duramente mientras señalaba con su dedo al hombre, que afirmó emocionado a esa aclaración.

—Si es así, iré a buscar a Liz, nos vemos más tarde Milk! —informó con emoción y sin decir más corrió hacia los campos de entrenamiento, realmente habría preferido que gokú viniese solo.



Liz hablaba animadamente con algunos soldados e inmediatamente notó la presencia de gokú en los límites del patio, habló algo con ellos antes de acercarse al joven.

—Hola Gokú, veo que terminaste de trabajar antes! —ella saludó animadamente,

—Así es Liz, he tenido algo de tiempo y he venido a verte. —Gokú informó mientras esperaba sentado en un escalón cercano.

—Eso veo, ¿tuviste un día largo? —preguntó ella y él simplemente negó.

 —Ha sido un día normal. —Contestó él y estuvo a punto de hablarle sobre la invitación de Milk, sin embargo ella le interrumpió.

—Oye, algunos caballeros han venido de camelot y aún tengo que quedarme haciendo guardia a tiempo completo. —informó ella. 

—Pero... habrá algo bastante rico para comer. —dijo él y Liz simplemente tomó su mejilla y rió mientras la pellizcó. 

—No te preocupes, llegaré a tiempo para cenar, hasta entonces podrás hacer cualquier cosa. —ella explicó y soltó una risita acariciando el extraño cabello del joven, luego simplemente se dio media vuelta y avanzó hacia sus compañeros, con el tiempo, se dio cuenta que gokú debería tener su espacio, no porque ella quisiese alejarle, era porque simplemente creía que lo necesitaba . —Nos vemos más tarde Gokú. —despidiéndose fue lo último que supo de ella hasta el final del día.

¿Hacer cualquier cosa? ¿qué era lo que realmente podía hacer? vagar por ahí supuso, no era muy común que se encontrase solo, pero tampoco es que fuese algo por lo que debería preocuparse.

...

—Vaya, realmente estuvo muy rico! —exclamó Gokú mientras dejaba los platos vacíos uno tras otro y milk reía bastante contenta mientras traía más y más comida.

—Vaya vaya, quién diría que este chico puede comer tanto, con razón estás lleno de energía y fuerza. —Halagó el chef que miraba al joven Son frotar su estómago, era un apersona enorme que apenas si cabía en la cocina.

—Muchas gracias señor ox satán. —Respondió él con la boca llena. —Nunca pensé que esta comida era tan deliciosa! —exclamó y continuó devorando, nunca se había dado un festín de estos y seguramente no tendría otra oportunidad.

—Realmente me hace falta alguien como tú en la cocina, estamos bastante atareados y no hay mucho personal, los jóvenes de ahora solo piensan en convertirse en caballeros.—Se quejó él robusto hombre mientras golpeaba la espalda del chico.

—Gokú es bastante fuerte, no me sorprende que destaque también siendo un caballero sacro. —Halagó milk y el resto de la noche se resumió en risas y comida.


Al llegar a la habitación no hubo más que silencio. La noche ya había caído y no hubo rastro de Liz por ninguna parte. Hizo algunas flexiones y ejercicios que le ayudaron a pasar el rato, pero las horas avanzaron y finalmente Liz llegó.

—Oye muñeca, no quieres invitarme un rato a tu habitación? —una voz pudo escucharse al otro lado de la puerta, coqueta y extraña, ¿quién era él y por qué acompañaba a Liz?

—Claro que no, muchas gracias por acompañarme, pero ya te dije que no era necesario. —La voz de Liz se escuchó molesta.

—Vamos, no tienes que ser tan ruda, podemos divertirnos de alguna forma, la noche es joven. —Continuó proponiendo y luego la puerta se abrió y liz entró a la habitación.

—Mejor vete, no necesito divertirme, hasta mañana. —y cerró la puerta, tambaleó un poco y se sostuvo de la pared.

—¿Liz te sientes bien? —preguntó Gokú inmediatamente y se acercó y le ayudó.

—Sí, es solo que tomamos algo después de terminar el trabajo. —dijo ella y sonrió. —Las chicas llamaron a algunos caballeros y fue imposible regresar. —continuó mientras él ayudó a desabrochar su armadura y le dejó delicadamente sobre la cama.

—Veo que te divertiste Liz. —él habló y la chica sonrió por esa declaración.

—Sí, la verdad era la primera vez que me reúno con gente de esta manera. —DIjo ella y se cubrió con las mantas de su cama. —¿Tú te divertiste Son-kun? —ella indagó mientras poco a poco se entregaba al sueño, pero su lucero celeste miró al chico con bastante alegría.

—¿Eh? —dijo un poco desconcertado. —¿DIvertirme? —balbuceaba sin saber qué responder y ella le señalaba curiosa. —Si, hice bastantes cosas... —respondió y sonrió animadamente, luego simplemente buscó arropar a la mujer que cerró sus ojos, en aquel momento no tenía idea, pero un fastidio se había sembrado en su corazón y no le dejaría en paz.

Desde ese día todo comenzó a cambiar, las esperas en el campo de entrenamiento y los instantes que solían pasar juntos vinieron desapareciendo, los turnos completos y la ausencia de Liz fueron aumentando, no era que debía suponer un problema, pues ese es su trabajo, sin embargo, se sentía incómodo cuando esa mujer parecía mucho más feliz de lo que se mostraba con él, lo notaba cuando le miraba con sus compañeros o con personas que solo ella podría conocer, le miraba sonreír en la lejanía cuando sus ojos lograban encontrarla, o el gesto que prevalecía después de su llegada, era algo que no comprendía, pero que le marginaba poco a poco en una soledad incómoda y fastidiosa.

¿Por qué le molestaba tanto que Liz pasara más tiempo en ese ambiente? Era cierto que ella tenía su vida y él no tenía derecho de reclamarle nada, pero aún así, esa sensación era molesta, ¿eran celos acaso? ¿celos de que consiguiera más amigos? o ¿era algo más?... tal vez simplemente no evitaba preocuparse con ella.

Ella trabajaba duro, incluso más que él y no sabía cómo podría ayudarle, realmente no comprendía ni podía ver más de lo que no fuese ella, aún todo era confuso, pues sus ausentes memorias le obligan a no ver algo más que no fuese Liz, a no saber con certeza qué es lo que debería hacer ni mucho menos su objetivo, sin su compañía perdía el rumbo completamente y solo le quedaba una eterna espera en un vacío profundo que le obligaba a meditar su posición en la vida de esa chica, una que seguramente no se equipara con los instantes que pasan bebiendo de aquella amarga bebida que detesta, hablando de cosas que seguramente él no entiende y de algún modo, le aleja cada vez más, porque él no era nada más que un peso más que ella recogió y algo dentro suyo no lo quería aceptar.



—Son-kun, te veo algo preocupado. —Aquella voz le sacó de su pensamiento, inmediatamente al volverse se encontró con los ojos oscuros de Milk. —¿Te ocurre algo? —indagó después notándose intrigada por la actitud despistada del hombre.

—No-no es nada. —dijo él agitando su cabeza.

—Vamos Gokú, Seguramente te peleaste con tu novia. —Ella supuso mientras buscaba ver directamente al hombre y buscar la verdad, pero él fue el más desconcertado ante esa duda.

—¿Novia? —repitió esa palabra bastante confuso, porque simplemente no supo lo que significaba.

—Tú y la señorita de cabello rojo, están comprometidos ¿no? —ella continuó indagando con un tono algo melancólico por resaltar aquella suposición.

—¿Comprometerse? ¿Hablas de casarse? —continuó sin saber realmente a lo que ella se refería.

—Bueno, Pues ¿viven juntos no es así? —preguntó ya algo molesta por las respuestas que el joven daba, inmediatamente él retrocedió bastante asustado por la actitud de milk.

—Bueno, así es, pero solo compartimos la habitación, no somos nada de eso que dijiste. —él explicó y de alguna manera su declaración despertó una mirada de asombro en el rostro de la mujer.

—¿Lo-lo dices en serio? —ella preguntó anonadada y él afirmó con la cabeza. —Pe-pero los he visto ir juntos por ahí la mayoría de las veces. —Continuó indagando e inmediatamente le tomó de los hombros y le agitó desesperada por una respuesta.

—Es así, pero solo es mi amiga, compartimos la habitación porque no teníamos donde vivir! —explicó mientras sus ojos giraban en espiral, algunas chicas que vigilaban cerca del lugar reían por la interacción de la pareja.

—Vaya, realmente es una sorpresa... —Murmuró con una sonrisa, pero luego simplemente agitó su cabeza intentando regresar a la realidad. —Bueno, entonces si no es ella, qué es lo que te preocupa? —Milk continuó preguntando, no era que quisiese ser chismosa, la actitud del joven realmente era algo preocupante.

—En realidad, si es por ella. —respondió Gokú. —Solíamos hacer muchas cosas juntos, pero últimamente ha tenido mucho trabajo y otros compromisos, hemos dejado de hablar por eso. —continuó mientras agachó la cabeza.

—Y bueno, ¿Qué hay de extraño en eso? —Milk preguntó levantando sus hombros.

—Bueno, siempre hemos sido nosotros dos, desde que tengo memoria ella ha estado conmigo y me siento extraño cuando ella está con sus amigos, parece divertirse mucho más de lo que lo hacíamos juntos... —con dificultad articuló esas palabras, realmente aclarar lo que sentía su corazón y expresarlo era bastante complicado, al menos lo era para él.

—Bueno, no te has puesto a pensar que necesita su espacio? —Indagó milk y gokú le miró un poco confuso. —Ya sabes, tiene su vida y tú la tuya, no son una pareja y ella no debe sentir que tiene que pasar tiempo contigo... —explicó después ante el desconcierto del hombre.

—Sí, pero hemos estado juntos siempre... —intentó justificar, pero las declaraciones de Milk le interrumpieron inmediatamente.

—¿Y por cuánto más será eso? —ella cuestionó, fue cuando él pareció comprender la situación. —Cuando ella sea una caballero sacro tendrá un buen trabajo, estará rodeada de muchos más compañeros y será más independiente, incluso ahora demuestra serlo. —continuó explicando. —No crees que en vez de ver cómo forma su vida, ¿deberías empezar a planear la tuya? —sugirió intentando cambiar el punto de vista que gokú tenía.

—¿Planear mi propia vida? —se preguntó aún absorto por la explicación de milk.

—Así es, ¿haces algo más que no sea trabajar y esperarla? —preguntó, pero él se vio incapaz de contestar. —Ahí lo tienes Gokú, solo estás intentando aferrarte a una vida que no es tuya, seguramente ella ni siquiera sabe de tus preocupaciones. —continuó suponiendo.

—Planear mi propia vida... —un poco frustrado murmuró. —¿Cómo podría hacer eso? —cuestionó sin encontrar una respuesta y milk se acercó un poco más. 

—Bueno ya sabes, podrías empezar a salir un poco más, ver a otras personas y empezar a planear un futuro con alguien... —dijo un poco tímida. —Yo también planeo buscar mi futuro, en realidad, no hay mucho aquí que me aliente a seguir adelante y papá me apoya bastante, pero soy como tú, tengo miedo de ver hacia otros sitios y me aferro a lo que he conocido siempre, pero no crees que está mejor soltar aquello que nos detiene? —indagó y apoyó su cabeza en el hombro del joven pelinegro que le escuchó con bastante atención y logró aclarar su mente un poco más.

Era cierto que fuera de los problemas que les agobiaron y de la forma en que se encontraron, no había nada más que tuviesen en común, si era así, sería normal que ahora cuando las cosas iban mejor se relacionase y coincidiera con otras personas, Fue claro entonces al entender que muy pronto; el camino que compartió con Liz terminaría.


Todo fue tan repentino desde entonces, buscó ansiosa en los alrededores del campo de batalla como era habitual, porque Gokú siempre estaba ahí, sin embargo, no le encontró en ningún lugar, era bastante extraño, pues aquel era un día en que las labores del chico concluyen a una hora temprana, lo sabía porque distinguía cada día, sin embargo, hoy no parecía era el caso.

—Gokú seguramente aún está ocupado... —Liz musitó, no era nada extraño y seguramente estaría en la habitación como todas las tardes, pero su silueta no apareció en ningún rincón de ese recinto que compartían. La tarde pintaba de un tono rojizo las nubes y el aire se tornaba frío, en este punto si lo recordaba, era la primera vez que gokú no le estaba esperando.

La noche terminó por caer y las horas transcurrieron, ella descansaba en su cama sentada, no observando nada más que la puerta, su corazón se angustiaba por la ausencia del joven hombre que aún después de tanto tiempo no se reportaba, le había ido a buscar a los alrededores del castillo, pero no pudo encontrarle en ningún lado y la luna sobre el cielo continuó con su recorrido hasta que la única luz que iluminaba esas cuatro paredes terminó por extinguirse.


Los ojos de Liz se abrieron pesados y somnolientos después de escuchar el canto de un gallo en el exterior, su agotamiento al final pudo más que la angustia y le obligó a entregarse al sueño, pero ese incómodo sentimiento regresó cuando la silueta de gokú aún seguía ausente en la habitación, o eso pensó, pues el hombre abrió la puerta de la habitación y entró sosteniendo una bandeja con varias frutas y algunas cosas más.

—¡¿Go-gokú?! —exclamó y un alivio soltó el nudo que se había formado en su corazón.

—Hola Liz, qué bueno que ya despertaste. —Saludó él con su carisma habitual. —He ido a la cocina del castillo y me han dado esto, es para tí. —dijo y dejó la comida en la mesita cercana.

—Deja eso de lado, ¡¿en dónde demonios estabas?! —reclamó bastante alterada.

—Oh, salí a hacer algunas cosas y me tomó más tiempo de lo que pensé, perdón por no avisarte. —dijo el chico y luego tomó la parte naranja de su dogi y la puso sobre su torso. —Ya tengo que irme, creo que hoy también llegaré tarde, así que no te preocupes Liz. —Dijo y despidiéndose salió sin decir nada más y aunque Liz intentó detenerle, él ya había salido de la habitación.

Tal vez había ido a algún sitio o quién sabe qué cosas ocurrieron, seguramente tuvo más trabajo de lo que usualmente se presenta, en realidad no tenía muchas opciones en las cuales pensar, pero aún así no dejaba de darle vueltas al asunto, se suponía que debía alegrarle que gokú tuviese más tiempo para él y estaba bien, pero de alguna manera no estaba de acuerdo, y más pronto de lo que esperaba, la tarde había caído nuevamente, y no evitaba desviar su mirada buscando al hombre de cabellos alborotados que siempre la espera aún sabiendo que su ausencia estaba advertida, pero aún así, deseaba que le sorprendiera como siempre suele hacerlo.


—Qué día... —musitó ella y abrió la puerta de la habitación, señaló bastante animada al interior, buscando a quien que le recibe siempre con emoción, sin embargo, su sonrisa se desvaneció cuando el sitio estaba en completa oscuridad, apenas iluminado por la luz naranja que se filtraba por la ventana, recordó nunca haberse encontrado con algo igual, pues para cuando llegaba, gokú le esperaba sentado en la mesita y con las llamas de la lámpara ya encendida, hoy, todo era tan opaco y raro que no supo qué hacer, simplemente aguardó por su llegada.

Fue tal cual la noche anterior, no hubo más luz que aquella plateada que se filtraba por la ventana, su ojo celeste miraba el techo, estaba agotada y angustiada ante la ausencia y parecía haber olvidado lo que se sentía pasar una noche en completa soledad y silencio, Miraba de vez en cuando la improvisada cama que se extendía a los pies de la suya, vacía y fría, y en esa posición se rindió al cansancio.



El mismo canto del gallo le despertó, y en cuanto abrió sus ojos buscó inmediatamente al joven de cabellera alborotada, sin embargo, aunque el desayuno reposaba sobre la mesa, y se suponía que llegó en algún punto de la noche, nuevamente solo podía notar su ausencia.

—Ese Gokú, ¡¿qué le pasa al irse de esa forma sin decirme nada?! —mascullaba bastante molesta y todo el día se le pudo ver más inquieta de lo que normalmente se muestra. —En cuanto regrese le llamaré la atención... —Continuaba pensando y miraba de vez en cuando a los alrededores buscándole, pero nuevamente, hasta que el crepúsculo llegó no pudo encontrarlo.


Una noche más en que ella esperó en soledad, aguardando el momento en que él pudiera llegar y todo fuese como normalmente venía siendo. Muchos no encontrarían problema alguno, porque es normal en un hombre salir y pasar el tiempo sin percepción alguna entre risas y alcohol, pero gokú no era de esas personas, ¿Qué hacía entonces? ¿por qué no venía? esos pensamientos le agotaban y el transcurrir de la noche se le hacía cada vez más pesado, y entonces, se despertó a la mañana siguiente y él nuevamente no estaba.

Abría la puerta agotada, y el escenario del día de ayer le recibía, en un silencio tan profundo que le incomodaba siendo solo ella la que residía en esas cuatro paredes, sin embargo agitó inmediatamente su cabeza evitando preocuparse, el que gokú no estuviese no significaba algo malo, él tiene cosas que hacer y que no le incluyen y estaba de acuerdo, pero, ¿Qué eran esas cosas? Gokú siempre hacía lo que hacía y le tenía en cuenta, ¿por qué de pronto actuaba de esta forma tan distante?

Día tras día, noche tras noche, el alba y el amanecer parecía eran lo mismo, frustrada se levantaba y se recostaba temiendo que no podía verle a pesar de que en algún punto él regresaba y ella no estaba ahí para recibirle, se cuestionó si de verdad darle su espacio y respiro fue una buena idea, porque ahora esa idea no le agradaba para nada, estaba preocupada y angustiada por él, quién sabe en qué lugares andaba y con quién, acaso; ¿pasaba su tiempo con alguien más? Si era así quién era y en dónde estaba, no quería dormir, quería esperar e interrogarle esas incógnitas, pero... ¿Qué derecho tenía para hacerlo? Al final Ninguna de esas dudas podría resolverse, porque como todas las noches, las horas de cansancio y sueño le traicionaban.


—¿Liz, quieres ir a tomar algo? —preguntó una de sus compañeras y algunas más se acercaron. —Hoy hemos terminado temprano, algunos chicos nos invitaron a tomar algo. —continuaron proponiendo.

—Eh, no, tengo que hacer algo. —dijo mientras sonreía amablemente y quiso irse, sin embargo le detuvieron.

—Vamos, Hoy se acaba el periodo de preparación y hay que estar relajadas, puedes decirle a tu novio no hay problema. —sugirieron sus compañeros y apuntaron allá donde el tipo de la cabellera extraña solía esperar, sin embargo notaron que no había nadie en ese sitio.

—Vaya, es cierto, últimamente no ha venido, ¿te peleaste con él? —le cuestionaron bastante intrigadas y curiosas.

—Claro que no, además él no es mi novio. —aclaró negando inmediatamente con sus manos y causó el desconcierto en las damas que se miraron mutuamente.

—¿Pero no viven juntos? —una chica habló bastante confusa. —Siempre te está esperando y no parecen hermanos. —se le cuestionó.

—No, no es eso...  —Balbuceó sin poder encontrar una respuesta. —Solo compartimos habitación y somos muy buenos amigos. —aclaró después y nuevamente las chicas se miraron entre sí, inmediatamente después saltaron con alegría y emoción.

—¡Vez, te dije que era un chico soltero! —una de las otras discutió mientras apuntó a otra aspirante a caballero.

—Con más razón deberíamos invitarlo, es bastante lindo cuando saluda, ¡si quieres te puedo cambiar el puesto de mi habitación por el tuyo Liz! —chillaron mientras una incrédula liz presenciaba los comentarios repentinos hacia su amigo.

—Pues no es lo que he escuchado —Una chica interrumpió las fantasías de las demás y llamó su atención. — según sé está saliendo con la hija del chef castillo. —aclaró e inesperadamente, tal comentario sí que pareció tomar desprevenida a Liz.

—¡¿Go-gokú salir con quien?! —preguntó, sin embargo ellas ni parecieron escucharle e inmediatamente continuaron discutiendo

—Es cierto, yo también los he visto bastante juntos, ¡pero no parecen una pareja! —los comentarios continuaron, y la chica del cabello rosa apenas si procesaba cada declaración que llegaba a sus oídos.

—Oye, si no es tu novio ¿puedes presentármelo? —una más se sumó al extraño asunto y comenzó a acorralar a la chica. —Lo he visto trabajar en la parte de atrás del castillo, ¡es bastante fuerte y guapo cuando se quita la camisa! No puedo creer que perdía una oportunidad por tu culpa! —exclamó mientras un sonrojo pintó su cara y una gota de sangre se escurrió por su nariz, y las demás también se emocionaron a la vez que Liz retrocedía evitando escuchar esos comentarios.

—Go-gokú no está en casa... —musitó melancólicamente. —Ho-hoy no podré acompañarlas, tengo algo que hacer. —dijo ella y cabizbaja se dio media vuelta y corrió lejos de ese sitio mientras que se dejaba torturar por las noticias que había recibido.

¿Qué habían sido esos comentarios? no solo se había enterado de lo popular que gokú había sido entre las chicas, si no que él supuestamente salía con alguien más, ¿por qué de pronto su corazón estaba tan inquieto? ¿por qué le afectaba tanto?

Al llegar a la habitación no le encontró, todo estaba tan silencioso y oscuro que no se asemejaba al ambiente que solía recibirle cada tarde, él no estaba ahí otra vez, pero definitivamente debería encontrarle, y salió a buscar por los alrededores, sabía que él trabajaba en la parte trasera del gran castillo y seguramente tampoco estaría ahí, pero iría de todos modos, un pensamiento que cambió cuando antes de girar en una esquina pudo escuchar el tono de su amigo y el de alguien más.

—¡Deja que te rasque la espalda con esto Gokú!. —la voz femenina de la chica exclamó mientras le perseguía con una rama, y gokú le evadía con bastante ánimo.

—Milk, no hagas eso, hace muchas cosquillas! —reía él mientras escapaba de la chica, y Liz observó desde atrás del muro y llevó las manos a su pecho, intentando apaciguar la angustia de suponer que todos aquellos rumores eran verdad.



La noche terminó por caer y gokú cenaba bastante contento mientras que Liz se encontraba silenciosa y con su mirada perdida, sin prestar atención a la comida ni decir ni una sola palabra, habían pasado un montón de días sin poder verse ni hablarse, y así de la nada todo parecía estar como si nada, él no ofrecía ninguna explicación y se mostraba tan tranquilo que le desesperaba, no dejaba de pensar en él y en esa chica y lo felices que eran.

Su descontento era evidente, y  gokú no tardó en notar su amargo sentimiento y se aventuró a preguntar.

—Qué sucede Liz? —Indagó inclinando su cuello. —Ha sucedido algo en el trabajo? —preguntó y logró sacarle del trance en que era cautiva.

—No-no es así. —exclamó y negó inmediatamente con su cabeza mientras fingía una sonrisa. 

—Pero estás bastante extraña. —él comentó preocupado. —¿te sientes enferma? —preguntó y extendió su mano para tocar la frente de Liz.

—No, ya te dije que estoy bien! —fastidiada y frustrada se alejó, su sorpresivo tono alterado desconcertó al hombre que lentamente se apartó. 

—Lo-lo siento Liz... —musitó y luego apartó su mirada.

—No, discúlpame gokú, la verdad es que sí he tenido un mal día. —Inmediatamente se dio cuenta de su tono y se disculpó nuevamente acercándose. —No debí enfadarme contigo y no quiero preocuparte, han sido días largos...—explicó y gokú volvió a dibujar su sonrisa.

—Ya veo, seguramente tienes mucho trabajo y lo menos que quieres es soportarme. —Dijo él, pero no con tono que buscaba recriminarle algo, reía comprendiendo la supuesta causa de la actitud de Liz y ella se molestó un poco por continuar actuando de esa forma y no dar alguna clase de explicación y se martirizaba cuando se cuestionaba si realmente él debería informarle sobre lo que hace o deje de hacer con su vida, pero soportar todo eso tampoco era una opción.

—Oye, ¿es cierto que te encuentras con una chica? —Lanzó esa pregunta que lastimó su corazón y ya no pudo evitarlo más y se enfadó bastante cuando el rostro confuso del chico le señalaba. —En tu trabajo, dicen que es la hija del chef. —aclaró inmediatamente.

—¡Oh, hablas de Milk! —exclamó con ánimo sabiendo perfectamente a quién se refería. —Pues sí, es una persona muy amable, me prepara comida muy rica en el almuerzo y siempre me da limonada cuando hace calor! —dijo con una sonrisa presente, tan radiante que resultaba difícil creer que se emocionaba de esa forma. —Es bastante alegre, aunque tiende a enfadarse con facilidad algunas veces... —continuó mientras llevó sus manos a su nuca y Liz se encontró afectada por cada uno de sus gestos y palabras, y se vio incapaz de reprochar algo.

—Veo que te agrada... —Ella musitó fingiendo una sonrisa. —¿Por qué no me hablaste de ella? —indagó, dejándose invadir poco a poco de un cruel fastidio.

—Bueno, no lo sé... —Respondió rascando su cabeza, y era verdad, no lo sabía, aunque tal vez simplemente no lo vio necesario, solo era alguien que conocía. —Aunque ahora que lo dices, deberías acompañarnos mañana, me ha invitado a comer algo al centro de la capital. —Informó y tal declaración pareció ser demasiado, pues el cuerpo de la mujer tembló completamente sin algún tipo de control.

—¿Te sientes bien? —Gokú no evitó indagar cuando observó cuán pálida estaba la mujer.

—Pe-pensé que irías a verme... —evadiendo la pregunta pronunció y ahora ya no pudo mantener su sonrisa, no conocía a milk, pero la odió desde lo más profundo de su corazón. —Mañana me nombrarán como caballero sacro... —musitó y agachó la cabeza.

—Pero si iré a verte Liz-san. —él aclaró y llamó la atención de la chica. —No me perdería tu nombramiento por nada, es un día especial para tí.—continuó un poco disgustado por la forma en la que ella pensaba.

—Pe-pero te irás con ella... —confrontó sin entender muy bien lo que planeaba.

—Bueno, sí es así, lo que pasa es que ella se irá a estudiar a camelot. —informó él. —Su padre ha pedido una recomendación al rey, lo más probable es que también se vaya con ella, él fue quién me invitó. —aclaró y de inmediato los ojos de la chica parecieron volver a la vida. —Yo les hablé de tí y estuvieron de acuerdo, aunque claro, solo si no tienes planes con tus amigos. —Explicó riendo genuinamente y después de esa aclaración, el corazón de la mujer se sintió más tranquilo, aunque eso no significaba que la angustia desapareciese por completo.

Todo de alguna forma continuó de la manera en que había venido siendo, una cena que se acompañaba de anécdotas vividas en ese día y luego, un silencio profundo precedía el resto de la noche, todo parecía ir bien, pero las dudas no dejaron de atormentar a la mujer. ¿Todo continuaría así? esa pregunta le impedía a Liz conciliar el sueño, porque no importa las situaciones que les han obligado a permanecer juntos, el hecho de estar durmiendo en la misma habitación no era más que una casualidad, una coincidencia que quién sabe cuánto tiempo podría durar.

Fue un momento de meditación en el cual se sumergió, pensó en todas las veces que gokú le incluía en cada cosa que planeaba, y claro que ella también lo hacía, porque cuando pensaba en su futuro tenía por seguro que en cada paso que daría gokú estaría con ella, pero ¿de qué forma quería que lo hiciera? No lo sabía, ¡maldita sea No lo sabía! Pero si algo supo en ese momento, es que no quería verle con nadie más.

Su pecho dolió de solo pensar que él no podría estar con él, que tal vez si no hubiese encontrado a gokú su destino sea totalmente diferente, que la poca felicidad que ha tenido hubiese sido inexistente, ¿acaso era él lo que tanto ha esperado? ¿era él a quien sus ojos buscan constantemente? 

Era obra del destino que ambos caminos se encontrasen de esta forma, era como si el universo hubiese conspirado para que todos estos sucesos pudiesen darse a su alrededor, ¿entonces era su deber preservarlo? ¿era su decisión extender estos momentos indefinidamente? su corazón palpitó con fuerza al pensar que podría ser de esa forma y no evitó no desearlo con todo su ser, porque en ese instante, cuando se giró y observó la figura de gokú bañada por esa plateada luz aceptó que no quería nada si él no estaba con ella, comprendió al fin que le amaba.




Gokú observó con ánimo las filas de soldados extenderse en el campo de entrenamiento, una sonrisa de felicidad se mostraba, pues entre todas esas personas podía notar a Liz.

Hoy era el día más importante que Liz había tenido hasta ahora y no evitaba emocionarse también, pero tampoco mantener esa extraña tristeza, pues cada vez podía verla más distante y lejana.

La ceremonia empezó cuando el caballero Zaratras pasó al frente y no miro a simples aprendices y aspirantes, a partir de ese día serían caballeros con todo honor y Liz era una de ellos, aquí un nuevo paso para su vida comenzaba y Gokú le hizo feliz poder acompañarla hasta este punto, realmente no podía dejar de verla.

Al finalizar el evento, todos corrían buscando a sus seres queridos, ser un caballero sagrado no era algo que se consiguiera fácil, pero aún así todos recibían apoyo de alguna parte, y Liz no era la excepción, por ello, corrió con fuerza y se encontró con el hombre que ha estado para ella y le atrapó en un fuerte abrazo.

—Eso fue genial, felicidades Liz-san... —Gokú exclamó mientras la dama continuaba abrazándole, pero lentamente se separó de él.

—Muchas gracias, jamás pensé que sería una caballero sacro, soy muy feliz. —continuó hablando y gokú no evitó compartir ese sentimiento también.

—Bueno, ya que todo ha salido bien deberíamos celebrarlo, iré a avisarle a Milk y Ox Satán. —habló y se dispuso a dar aviso a esas personas, sin embargo, antes de que pudiese irse ella le detuvo de su ropa y le impidió que se marchase.

—¡Espera! —Exclamó, pero inmediatamente, cuando tuvo los ojos de gokú sobre ella se sintió bastante nerviosa, tan así que tuvo que agachar la mirada y de pronto se le dificultó hablar también. —Po-podemos ser... ¿podemos ser solo nosotros dos esta vez? —preguntó en un tono bajo y tomó el valor suficiente para levantar su mirada y confrontar los oscuros ojos de ese hombre.

Gokú estaba sorprendido innegablemente y de alguna manera, esa propuesta le emocionó mucho más que cualquier cosa, era evidente si pudiesen sentir la inquietud que hacía palpitar fuertemente su corazón y después de ese momento de silencio profundo, él estuvo de acuerdo.


Siempre han vivido tan sumergidos en su nuevo cambio, que no importaban si se encontraban antes del anochecer en esa pequeña habitación, eso les bastaba. Aquel día pudieron notarlo, porque era la primera vez que se tomaron su tiempo para ver más cosas y recorrer diferentes lugares, era especial porque solo eran ellos dos como siempre lo ha sido.

Así estaba bien, así quería que fuese siempre. Era el día más feliz de su vida, pero no porque ahora porte un título con el que siempre soñó, era porque alguien le acompañaba y ese alguien es la persona que más ama en esta vida, era feliz porque no evitaba pensar que podría seguir así y si así fuese lo aceptaría y todo lo que se le quitó alguna vez ya habría sido recompensado y quería aferrarse a eso con todo su ser.


El ocaso se hacía próximo en las lejanas montañas que amortajadas por el color naranja de la tarde brindaban un buen espectáculo visual, ahí dentro de la poca calidez del sol moribundo; la pareja contemplaba el horizonte, porque si había algo que disfrutaban más que las risas y cualquier cosa vivida, era este instante de tranquilidad aún cuando no se dirigían palabra alguna.

El anochecer se avecinaba y las brisas se percibían frías cuando chocaban en la piel, el ojo descubierto de Liz se deslizó y contempló el rostro de aquel hombre que ha sido el protagonista de sus momentos felices, pero también de sus preocupaciones, desde que su corazón se aclaró se ve incapaz de no buscarle, odia la idea de alejarse y repudia cualquier cosa que busque separarles 

—Hoy ha sido un día Genial, eres una caballero y todo irá mejor de ahora en adelante... —recitó gokú y correspondió a la mirada de la chica. 

—Si todo es gracias a ti Gokú. —Ella respondió y sonrió honestamente junto con su declaración, sin embargo esos gestos se desvanecieron más pronto de lo que esperaba, porque era este instante en que la vida le golpeaba con una fuerza cruel que nadie querría, y fue un mal presagio el que se le entregó cuando de un momento a otro, ella dejó de reflejarse en los ojos ónix de ese hombre.

—Yo-yo creo que también es momento de planear mi vida. —comentó y luego agachó su mirada. —Creo que es momento de que debamos separarnos... —Susurró con un tono melancólico y tan lento que se dio su tiempo de concluir con cualquier gesto presente en Liz.

—¿Qué? —ella balbuceó, apenas creyendo haber percibido bien esas palabras. —¿A qué te refieres?. —Musitó desconcertada.

—He estado hablando con Milk—dijo él mientras observaban el atardecer. —Ella le ha comentado a su padre sobre mí y es posible que me consigan un puesto de trabajo en camelot también, no conozco ese lugar, pero creo que podría ser interesante... —confesó y evitó continuar mirando a la mujer, y con ello vino una extensa pausa que extinguió todo sentimiento de felicidad.

—Pe-pero ¿Qué estás diciendo? ¿Por qué estás diciendo eso? ¡¿de qué estás hablando!? —Exclamó Liz con una quebrada voz que manifestaba su incredulidad ante semejante declaración.

—Pues de que me iré a camelot. —Respondió él. —Yo-yo no tengo nada que hacer aquí ahora, ya estás formando tu propia vida y ya no quiero ser una carga para tí... — articuló y pensó en que Milk tenía razón, a partir de este punto solo sería un obstáculo en el camino de Liz, ella no le necesitaba y seguramente nunca lo hizo, creer que todo continuaría así era un error.

Estupefacta, liz tembló después de escuchar tales palabras ¿Qué era todo eso? ¿gokú se iría a camelot?

—¡¿Cu-cuando decidiste eso?! ¡¿por qué no me lo platicaste?! —continuó cuestionando con palabras que expresaban un temor evidente.

—Bueno, en realidad aún lo estaba considerando hasta hace poco, es difícil cuando no sé lo que debo hacer, así que aprovecharé la propuesta que me hizo Milk. —respondió Gokú.

—Pe-pero, ¡¿por qué tan lejos, por qué quieres irte así de repente?! —no paró de cuestionar, no aceptaba lo que sus oídos escuchaban y en un momento se puso de pie mientras lanzaba sus preguntas.

—Yo- yo simplemente siento que debería ser así, has hecho bastante por mí y desde que me encontraste he estado contigo debido a las circunstancias, pero eso ha dejado de ser así, tú ya tienes un trabajo con nuevos amigos y podrás hacer tu vida como tú quieras, así que supongo que yo también debería esforzarme y ya no causarte molestias. —informó y cabizbajo continuó sonriendo, fingiendo que estaba de acuerdo con eso, porque al final, de eso se trataba, parecían estar preparados para avanzar con sus propios caminos, él había encontrado un trabajo con personas que le admiraban, le querían y respetaban, y ella un sitio en el cual podría redimirse de su pasado y ser quien ella quería ser, libre y continuar su historia, entonces; ¿Tenía sentido continuar juntos? ¿había alguna razón para pensar que podrían necesitarse? la realidad es que no, ella le salvó y él lo hizo también, no tenían dudas ni deudas que los continuase atando, aún así algo más que eso albergaba en el corazón de Liz, un sentimiento que le embargó en una amargura profunda.

—¿Cu-cuándo te irás? —ella preguntó débilmente, sin verse capaz de reprochar algo, y sus emociones pasaron a peor cuando la respuesta se le dio.

—Me iré esta misma noche. —Contestó con un tono apagado que apenas si podía articular sus palabras, pues incluso él no sabía cómo se sentía, esa extraña sensación le empujaba a decir que quería continuar con ella, pero expresarlo se le era imposible, al final tampoco sabría si Liz se sentiría de la misma forma y mentiría si decía que no deseaba que fuese así.

¿Cómo reprochar? ¿cómo oponerse a una decisión de ese tipo? Liz debió imaginarse que ella no era la única quien podría tener la atención de gokú ni tampoco ser la única en su vida, ni tampoco que él no vería hacia otros horizontes y con un dolor profundo estuvo dispuesta a aceptar todo eso y luego de ello no hubieron palabras por momentos que parecían ser extensos.

—Liz, ¿podrías esperarme un momento? —Interrumpiendo el incómodo silencio él se puso de pie y señaló a la chica. —No tardaré mucho. —Informó y a pasos rápidos corrió hacia el interior del castillo y Liz se quedó completamente sola mientras le observaba alejarse y desaparecer de su vista, ¡no quería esperar!, ¡no quería esperar por nada!.


El día se tornaba cada vez más frío y cada segundo eterno, la mirada de Liz se perdió en la nada hasta que escuchó los pasos de ese hombre al regresar, ni siquiera tenía fuerzas para verle, pero aún así no evitaba querer reflejarse en él, fue una buena decisión, pues pudo apreciar una vez más esa sonrisa y felicidad absoluta desbordar de él.

—Esto es para tí Liz. —extendiendo un objeto afirmó y sonrió bastante contento, era una caja larga que ella recibió a dos manos, su incredulidad fue evidente ante el inesperado gesto. —Puedes abrirlo si quieres. —indicó y apuntó al objeto, ella continuó desconcertada por el repentino obsequio y fue entonces que al abrir la cubierta un brillo de esa empuñadura le atrapó. —Ahora eres una caballero, tendrás que esforzarte mucho más y pensé que te ayudaría. —explicó mientras que observaba emocionado como ella contemplaba su forma y luego descubrió su hoja fuera de su vaina, el brillo del metal resaltaba en sus ojos y delataba el asombro de Liz.

—E-es hermosa, ¿Cómo la conseguiste? —ella agitó mucho su cabeza y cuestionó inmediatamente.

—Bueno, se la compré a los comerciantes que me dan trabajo, ellos también le proporcionan algo de armamento a esta ciudad. —respondió él. —Me dijeron que era una buena espada, no sé mucho de eso, pero se veía bastante bien. —continuó mientras rascaba su nuca expresando su nerviosismo. —¿Te gusta? —indagó al no saber si todo resultó bien.

—¿Pero cómo? ¡Esto debe costar mucho!. —ella exclamó y gokú simplemente rió.

—Bueno, así es, es por eso que tuve que trabajar mucho más tiempo de lo que pensé. —contestó. —Tuve que cargar y descargar cosas todos los días, por toda la ciudad y los alrededores. —continuó explicando y los ojos de la dama brillaron por esa declaración.

—Entonces, ¿es por eso despertabas tan temprano y regresabas tarde? —aferrándose al objeto preguntó quebradamente, sus palabras repletas de incredulidad suplicaron una respuesta, porque si era así... porque si era así, su corazón sentiría el mayor alivio de su vida.

—Por supuesto. —él afirmó con la cabeza. —Solo así podía conseguir dinero. —explicó dibujando una sonrisa tierna que como siempre, era tan honesta  a la que no se le podría cuestionar nada.

—Pe-pero si era así ¿por qué no me dijiste nada? —ella musitó buscando resolver esas dudas que aún continuaban presentes.

—Bueno, tenía que irme temprano y no quería despertarte, para cuando regresaba ya estabas durmiendo, y tampoco quería molestarte. —Contestó nervioso mientras rascaba su nuca. —Además quería evitarte para mantener la sorpresa. —dijo mientras reía y en ese instante la voz de la chica se marcó mientras su descubierto lucero brilló insinuando un llanto que batallaba por mantener.

El viento dejó de soplar y con él, un silencio profundo se presentó, el sol lanzó sus últimos rayos antes de perderse completamente y ellos no dejaron de mirarse, siendo posiblemente el momento en que ambos coincidieron honestamente aún cuando no podían expresar más que un vacío amargo entre ellos, un vacío lleno de fastidio, lleno de temores, lleno de tristeza, pero si querían avanzar, deberían borrarlo y gokú fue el primero.

—Ha sido un gusto Liz. —Musitó y sonrió nuevamente. —gracias por salvarme y por ser mi amiga. —expresó desde lo más profundo de su corazón y ella asintió de la misma forma y fue cuando después de tanto tiempo, después de haber logrado salir adelante y de poder ver al frente sin miedo al pasado, sus miradas se separaron para posiblemente no verse más, Eso estaba bien ¿no? ¿Era eso lo que querían? ¿Realmente estaba dispuesta a continuar sola? Ya no era simplemente porque se cuestionaba si realmente podría continuar por su cuenta, eso no debería ser un problema, se cuestionaba si de verdad quería ese camino.

No fue necesario martirizarse más por una respuesta, todo estaba tan claro que incluso su cuerpo lo expresó antes de que su voz pudiese nacer, fue entonces que sus manos atraparon la ropa de ese hombre y le impidieron avanzar su primer paso.

Gokú no lo entendió, y quien sabe si se congeló por esa razón, solo se quedó esperando paciente aquello que ella estaba por expresar y la cuestión que se le lanzó le congeló completamente.

—¿De verdad debes irte? —esa pregunta, tan corta y débil le quitó totalmente las fuerzas y el deseo de avanzar, no pudo ejercer fuerza alguna ante el pequeño contacto que les evitaba alejarse mutuamente. —¿De verdad vas a dejarme así como así? —volvió a indagar, pero sus suplicantes respuestas no llegaron, la voz del hombre no supo qué contestar porque no podía expresar lo que realmente quería, pero tampoco había necesidad, no sabiendo que ella es lo único que realmente le cautiva y que no puede pensar en algo más si ella no está involucrada.

—Yo no quiero separarme de tí... —ella confesó mientras miró esos oscuros ojos que tanto la buscan. —No quiero que te vayas, quiero que continúes conmigo, por favor quédate —el azúl de su retina brillaba y señalaba con determinación, dejó de un lado el objeto que cargaba y no pensó mucho cuando tomó las manos del varón, no temió, no titubeó. —Eres la única persona que ha estado ahí para mí, eres tonto, pero eso no me molesta, no me molesta que continues a mi lado, quiero que te quedes conmigo.

Él se volvió lentamente, la sorpresa y más sentimientos se reflejaban en su atónita mirada, no sabía a lo que se refería más sin embargo, la súplica de poder quedarse junto a ella le causó alegría, le hizo feliz, no lo entendió.

—Pero, si me quedo solo continuaría siendo una carga... —él habló, pero la chica negó inmediatamente a esa idea.

—Nunca has sido una carga, yo soy quien continúa aferrándose a tí. —Declaró y sus manos temblaron. —Es tu culpa, desde antes que llegaras esperaba encontrarte, me prometiste que me llevarías contigo y siempre me estás apoyando ¿soy egoísta si te pido que continúe de esa forma? —musitó quebradamente. —¿Es egoísta si te pido que te quedes conmigo? —si su voz no expresaba su desesperación, sus manos sí que lo hacían, se aferraban a él y mientras el silencio aumentaba la incertidumbre ante una respuesta que parecía no llegaría nunca.

—Siempre y cuando no te moleste, estaría bien. —respondió él y sonrió débilmente, sin embargo sus palabras fueron interrumpidas.

—No quiero simplemente eso. —Aclaró ella inmediatamente, si bien se separarían, quería dejar las cosas claras, quería expresar lo que su corazón guardaba y no se reservaría nada. —Quiero que te quedes conmigo hoy, mañana y siempre. —confesó y sólo entonces gokú supo que apartarse siempre fue una mala decisión. —Quiero compartir mi vida contigo, quiero que seas mi amante. 

El crepúsculo llegó a su fin, el tinte rojizo se desvaneció y las estrellas despertaron su brillo en el oscuro cielo, el ambiente fue frío y silencioso, las palabras no nacían y los ojos vidriosos resaltaban mientras se señalaban mutuamente aguardando por algo del otro, y así el tiempo transcurrió pesado y repleto de incertidumbre y angustia, pero a su vez felicidad y emoción.

—No te quedes callado, si me vas a rechazar dilo al menos... —Ella al fin habló apartando la mirada bastante tímida por el silencio y la pausa presente.

—E-es que no sé qué responder... —Dijo él un poco frustrado. —¿Qué es un amante? —preguntó rascando su cabeza desconociendo totalmente el significado de la palabra y ella soltó un puchero por esa pregunta.

—Qué me ames y solo estés para mí, tonto. —dijo ella. —Claro, solo si me quieres, de lo contrario no tendría sentido. —Aclaró después en un tono melancólico. 

—No, yo te quiero liz! —dijo él evitando ver la tristeza y confusión en la mujer. —Yo también me siento de esa forma —contestó él buscando desviar su mirada. —Eres la única persona que tengo y me gusta compartir tiempo contigo —No sabía cómo expresar aquello que su corazón demandaba confesar, pero aún así articulaba las palabras que eran suficientes para la mujer, pues ella le conocía perfectamente.

La felicidad que parecía perdida regresó y su cuerpo no evitó expresarlo, de esa forma rodeó con sus brazos el torso del chico y lo aferró a ella.

—De verdad quieres estar conmigo de esta forma? —indagó débilmente. —Me quieres de la misma forma en que lo hago? — Volvió a preguntar y él sonrió sinceramente y acarició el cabello rosa de la mujer.

—Si, yo te quiero y no quiero separarme de tí nunca. —respondió y apartó delicadamente el mechón que cubría su lucero descubierto y por primera vez desde que la conoció; contempló el dorado de esa retina. —Quiero estar con Liz para siempre. —Al fin aclaró.

—Seamos los dos entonces, tu y yo contra el mundo otra vez —Le propuso y tocó las manos del varón. —¿Te agrada? —preguntó y sintió su corazón rebosar de alegría cuando el correspondió con una sonrisa.

—¡Si, me gusta! —exclamó y tomando la cintura de Liz y giró con emoción.

—¡Go-gokú! —ella rio feliz, su corazón latía tanta fuerza que pensó que saldría de su pecho y no dejó de mirar a su amado ni una sola vez. —Realmente te quiero, realmente te quiero tonto! —exclamó y abrazó a su chico y en esa posición, apreciando al hombre que amaba se acercó y depositó aquel tierno gesto que unió sus labios.

bajo la luz naciente de la luna, su primer beso se consumó, cálido y tierno, era la primer cosa que les unió desde entonces y cuando sus corazones se aceleraron supieron que definitivamente pensar en alejarse uno del otro era un error, estarían juntos sin importar las circunstancias porque ya lo hicieron una vez cuando no tenían nada que perder y ahora que tenían lo que más añoraban en este mundo harían hasta lo imposible por preservarlo, o así lo creyeron en ese entonces.

Fin.


One Shot Dedicado al Michael_Demiurgos


Espero que les haya gustado esta corta historia de Amor. ¿Aburrida? Si, ¿extraña? SI, ¿Sin sentido? SI y SI, pero es lo que hay y agradezco a los que llegaron hasta aquí, así que dejen su voto si les ha gustado y también sus opiniones que les estaré leyendo, nos vemos en otro fic y hasta la próximaaaa.























—No importa el sitio, esa sonrisa siempre será la misma, eso está bien ¿no? —Esa voz expresó sus pensamientos en voz alta, inexpresivo y lento, con un tono tan débil que apenas si él mismo podía escucharlo. —Pero el Frío, la Oscuridad y el Miedo no tardarán en corromperla, porque no importa a donde vayas, cargarás con eso, así que engéndralo y guárdalo hasta el día en que venga a reclamarlo... —El tono de su voz, fue tan bajo y rasgado que cualquiera podría pensar que odiaba a aquel que cargaba a Liz en sus brazos, le miraba con repudio y asco, con tanto fastidio que era expresado en la forma que articulaba cada palabra. Abrazó sus piernas y continuó contemplando a la pareja desde esa torre lejana en donde nada ni nadie podría distinguirle de las espesas tinieblas que le rodeaban.

 —Disfrútalo mientras puedas, porque el fuego y mis bestias no tardarán en consumirlo, el destino no puede cambiarse...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top