Una noche como todas

No le importaba lo que dijieran los demás, si opinaban bien o si opinaban mal de su decisión, nada de lo que ellos pensaban sería un inconveniente en su vida. Si ellos querían llenarse la boca pues bien por ellos, porque para él nada ni nadie podría reemplazarlo, para él su sensei lo era y lo sería todo. Quería estar a su lado en las buenas y en las malas, admirarlo, observarlo de cerca, cada palabra o gesto de él era absoluto. Se había prometido que mientras existiera no permitiría que nadie se llenara la boca hablando mal de Saitama, y más importante, jamás permitiría que su sensei se sintiera solo, lo acompañaría en todo hasta que su última gota de vida se extinguiese.

- Deberías dormirte ya, ¿Crees que no noto que me estás mirando mientras duermo?- Dijo el mayor restregando sus ojos.

- ¡Lo lamento mucho sensei!

- ¡Ya apaga tu sistema! ¡Debes tener un interruptor en alguna parte!¿no?

- ¿Puedo seguir viéndolo unos momentos más, sensei?

Saitama pensaba que esa pregunta era de un acosador de primera, pero no respondió y solo cerró sus ojos cubriendose la mitad de la cara para que Genos no notara el leve rubor que se había generado en sus mejillas por esa pregunta.

Genos solo siguió observando a su sensei a medida que se permitía dominar por el sueño.

Le regalaría una flor por cada respiro, cada movimiento, haría de todo por él y esperaba jamás olvidar eso aun si su único lado humano dejaba de funcionar.

~Incluso si la última luz se extinguiese, yo brillaré para ti.~

Eso pensaba Genos, pero a pesar de ello él sabía perfectamente que su sensei jamás dejaría de brillar, pues su brillo era el responsable de atraer a las personas a admirarlo, y aún en la más profunda oscuridad, él sabía que eso jamás cambiaría y que él jamás perdería de vista aquel brillo sin igual que era la única luz en su camino.

~Lo Amo, Sensei.~

Fue su último susurro antes de caer dormido y su sistema se apagara dejándose llevar por la noche en un profundo sueño donde anhelaba soñar con Saitama, aunque para Genos ya encontrarse viviendo con su amado era como un sueño hecho realidad.

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