Capítulo 34


*¡Para una mejor experiencia, poner la canción de fondo!*

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"Juntos seremos libres"


—¿Ser libres juntos? —repetí lo mismo que él, sorprendida por la repentina invitación—


—¡Si! Podemos hacerlo juntos—dijo Laurence con alegría—


—¿Cómo es que podemos ser libres? ¿Libres de qué? —seguía sin entenderlo—


—Mmmm... ¡No tengo ni la menor idea! —expreso muy inocentemente—


Lo mire extrañada por mucho tiempo tratando de entenderlo, Laurence solo me miraba de una forma muy soñada...estaba muy feliz y emocionado. No quise pensarlo más por lo que solo asentí y dejé que el me guiara a su mundo.


—¡Esta bien! ¡Enséñame como! —exclame con entusiasmo—


—¡Bienvenida a mi maravilloso universo! —grito levantándose sin explicación, tomo mis dos manos, me pare instintivamente y comenzamos a dar vueltas—


No entendía por que era tanta su alegría...pero su sonrisa era demasiado contagiosa...por un momento, sentí mi corazón de niña latir débilmente dentro de mí. Así que comencé a dar vueltas con él. Dejándome llevar.


—¡Deseo que ya sea mañana por la tarde! —exclamo Laurence con una sonrisa—


—¡Yo también! —le conteste igualmente con una gran sonrisa—


Y así fue, nos fuimos a nuestras casas después de jugar un tiempo a las escondidas y pensando que cosas haríamos mañana. Durante el camino de regreso me sentí con mucha energía, cuando llegué a casa vi que mi papá estaba sentado en una silla, recostado en la mesa dormido. Me acerqué sigilosamente y me senté enfrente suyo mirándolo con un gesto tierno, apoye mi cabeza sobre la mesa y a los pocos minutos me quede dormida.


A la mañana siguiente note un pequeño roce en mi mejilla izquierda, pensé que era una mosca o algo así que agite mi mano con un pequeño gemido de fastidio, después escuche la voz de mi papá


—¡Hija! Despierta...es hora del desayuno—dijo mi padre sutilmente, me levante rápidamente cuando lo escuche—


—¡Papá! B-Buenos d-días... —exprese con un bostezo al final mientras me estiraba—


—Hija... ¿Por qué no me despertaste cuando llegaste? Debió ser muy incomodo dormir en la mesa... —manifestó mi padre con un suspiro angustiado entre tanto estaba preparando el desayuno—


—Perdóname papá...es que te veías muy dormido y no quería despertarte—respondí un poco apenada limpiándome mi baba de la boca—


—¿Bueno, al parecer dormiste muy bien, no? —pregunto mi padre con una pequeña risa—


—Si... ¡Hace mucho que no dormía tan bien! —


—Me alegro hija que hayas tenido un buen sueño... ¡Yo por otro lado siento un dolor horrible en mi columna! —


—¡Ups! Olvide que eres muy grande... —


—¡Hija! No soy grande...solo que estoy un poco mayor—me explico mi papá nervioso—


—¿Mayor? Entonces, ¿Cuántos años tienes papá? —


—Eso no se pregunta, hija, pero...digamos que cuando naciste tenía 22 años—


—¿22 años? Por lo que ahora tienes... —hable en voz baja contando con mis dedos—¡Ah! Tienes 33... —Y antes que pudiera terminar mi papá me interrumpió sirviéndome mi plato—


—¡Bueno dejando eso a un lado! Aquí tienes tu desayuno hija—


Quise decir lo que me faltaba...pero me pareció muy graciosa la forma en que mi papá se puso, por lo que solo asentí y comimos nuestro desayuno, al paso de unos minutos la abuela bajo y desayunamos todos como una verdadera familia.


«Esto es lo que he deseado desde hace tiempo» pensé mirando a mi papá y a mi abuela con felicidad.


—¿Pasa algo, niña mía? —me pregunto mi abuela tiernamente—


—¡Oh! Nada abuela, solo...me siento muy feliz de estar aquí—respondí con timidez—


—¡Vaya! ¡Que alegría escuchar eso, mi niña! —exclamo con alegría mi abuela—


—Hoy presiento que será un gran día... —dije en un susurro—


Mi papá y mi abuela me voltearon a ver confundidos pues no pudieron escucharme claramente. Solo negué con la cabeza y volvimos todos a comer. El esperar no es lo mío...no puedo evitar sentirme ansiosa por ver como mi nuevo camino se abre hacia una nueva senda. Tal vez...mi vida es una desgracia...una completa tragedia, es algo que solo le pasa a un niño entre un millón pero me toco a mí, es extraño. Debería sentirme triste pero, me siento feliz de que otros niños pudieron vivir una vida tranquila y normal. En medio de toda esta tormenta, en medio de mi tristeza encontré a alguien que podía entenderme...alguien que siente lo que siento, al final nuestra desesperación se convirtió en esperanza.


Termine de desayunar y deje mis platos en el fregadero, estaba un poco despistada y a causa de eso no escuche a mi papá llamarme.


—¡Hija...! —grito suavemente mi papá —


Aturdida respondí débilmente un quejido de duda, volteé a ver a mi papá y estaba invitándome a sentarme de nuevo a la mesa. Me lavé las manos y volví a mi asiento preocupada. Mire a mi padre y a mi abuela pensando en el peor de los casos.


—¿Pasa algo...? —pregunte temerosa sentándome—


—Hija...necesito decirte algo...es importante que lo sepas, —hablo mi papá muy serio mirándome con firmeza y ternura—Cristal...hija, te pido por favor que no te sigas atormentándote, lastimándote emocionalmente por algo que esta fuera de tus manos. Recuerda que no estas sola...Tienes una familia que te ama, que te respeta y espera que tu puedas vivir tranquilamente, mi deseo como padre es que puedas seguir adelante sin preocupaciones. Que nada te detenga, yo...estaré a tu lado todo el tiempo que pueda, no le temas a dejar el pasado atrás. —


—Nadie te culpara por dejar el pasado atrás—dijo finalmente mi padre tomando mis manos—


A pesar de que mi papá había dicho esto con otra palabras...y aunque ya sabía eso...aún quedaban dudas en mi mente, pero...realmente necesitaba que alguien me lo dijera cara a cara sin rodeos. Fuerte y claro.


—G-G-Gracias p-pa-pá...Lo h-h-haré... —dije entre balbuceos pues sentía un mar de lágrimas inundar mis ojos—


—No me lo agradezcas hija...no importa lo que pases alguien siempre estará a tu lado, yo como padre estaré viéndote crecer, no puedes permanecer en un solo lugar—afirmo mi papá acariciando mi cabello—


—¿Debo ver antes de la noche? —pregunte con una mirada optimista—¿Antes de que aparezcan las estrellas? —


—Así es hija...hay una luz rosada y naranja antes de esa noche con estrellas—contestó mi padre con una sonrisa—


—¡Necesito verlo! ¡Laurence tiene que verlo! —exclamé poniéndome de pie—¡Ahora regreso! ¡Gracias, papá, abuela! —grite saliendo de la casa, despidiéndome con energía—


—¿Ahora a donde ira esta niña? —pregunto mi abuela preocupada a mi papá—


—No te preocupes, mamá...ella ha sabido escoger su camino—respondió mi papá a mi abuela tomando su mano para tranquilizarla. —


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Corrí todo lo que pude hasta el faro con la esperanza de encontrar a Laurence para contarle que había algo más grande esperando por nosotros antes que venga la noche. La noche ha sido nuestra confidente, la luna ha escuchado nuestros sueños y los ha guardado. Las estrellas nos han iluminado en cada rincón. Pero... ¿Eso es suficiente? ¿Seré demasiado ambiciosa al pedir más? ¿O demasiado ingenua? No importa...necesito verlo con mis propios ojos y quiero que Laurence lo vea conmigo.


—¡Laurence! ¡Laurence! —exclamaba su nombre mientras corría colina abajo—


No quería quedarme sin aliento así que trote lentamente pero sin querer resbale con una piedra y me caí hacia abajo, pero me levante y seguí hasta que llegue al faro, una vez ahí recupere el oxigeno que había perdido y comencé a llamarlo, era aún temprano, sabía que era inútil pero no podía regresar...por lo que decidí sentarme en el pasto y esperar a que bajara un poco el sol. Todo estaba en calma, había mucho silencio, y una brisa inundaba el campo, hacía que la hierba alta se moviera de un lado a otro, como si bailara. Era un escenario tan pacifico, el sol estaba en todo su esplendor...pero el viento era agradable y silencioso.


Comencé a cabecear un poco, y aunque luchaba por no dormirme, terminé acostada sobre el suelo durmiendo. No recuerdo que paso después...solo sé que descanse placenteramente sobre el pasto sin interrupciones. Pero sentía una mirada fija en mí, abrí un poco mis ojos y pude ver a Laurence hincado mirándome con curiosidad.


—¿Ya te has despertado? —pregunto Laurence—


—¡Oh! ¡¿Laurence?! —exclame con asombro al verlo—¿Desde cuando estas ahí? —


—Mmmm no lo sé...estaba buscándote en el faro, no te vi dentro de él. Pensé que no vendrías, pero vi que había un hueco en la hierba así que fui y, ¡te encontré! —conto Laurence su aventura buscándome con esmero—


—¿Ya se ha ocultado un poco el sol? —pregunte a Laurence levantándome del pasto preocupada de que la noche caiga—


—No aún no, ¿Por qué? —


—¡Vamos a la costa antes de que venga la noche! ¡Quiero mostrarte algo! —exclame tomando la mano de Laurence—


—¡Esta bien! ¡Vamos! —respondió con una risa Laurence—


Fuimos hasta la costa, donde se puede ver el mar a unos pocos metros.


—Laurence, cerremos los ojos y veamos juntos el cielo—sugerí y Laurence asintió curioso—


—Ya llegamos...abramos los ojos—afirme emocionada—


Ambos los abrimos y como un telón en un teatro, un cielo nuevo se reflejo en nuestros ojos con un resplandor fuerte pero sutil, ese antes del que hablaba mi papá se veía tal como lo describió, era una tonalidad rosada y anaranjada, tenía unos colores cálidos que me hipnotizaban. No podía apartar la vista del cuadro que tenía frente a mí, era algo tan hermoso y conmovedor. Estaba por contarle algo a Laurence hasta que él me interrumpió.


—Esto... ¿Esto querías mostrarme? —


—Si...es increíble, ¿no crees? —respondí ladeando mi cabeza pero sin apartar mi vista—


—¿Cómo supiste que yo también te iba a mostrar esto? —


—¿Cómo? —espabile al escuchar esa pregunta—¿Tú me querías mostrar esto? No tenía idea... —


—Si! Me alegro de que lo hayas adivinado—dijo con alegría y añadió estirando sus brazos—Estrella Caída... ¿Ahora te sientes libre? —


—¿Así se siente la libertad? —


—No lo sé...siempre me siento libre cuando estoy aquí—


—Al ver esto, me sentí de manera muy diferente a cuando veo un amanecer o cuando esta de noche...es como si la noche y el amanecer se mezclaran y crearan este cielo nuevo, puedo ver el sol, algunas estrellas, un rosa y morado pintar esta tarde. —dije con emoción y concluí—Si así es como se siente la libertad... —


—¡Somos libres! —expresé estirando mis brazos como Laurence—


Había un silencio tranquilo, pero instintivamente cruzamos miradas y nos reímos sin una razón, volvimos nuestra vista a el cielo y gritamos agradeciéndonos el uno al otro.


—¡Gracias Laurence por acompañarme! —


—¡Gracias Estrella Caída por acompañarme! —  



Fin


Ilustración especial hecha por SBersecker

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