Capítulo 31
"Un recuerdo que vivirá siempre en mi corazón"
No entendía lo que estaba sucediendo, de la nada esta señora desconocida me dice que me parezco a su hija, «¿Qué está pasando?» pensé mirando a la señora extrañada. Hubo un gran silencio mientras la señora me veía detalladamente, fue muy incómodo hasta que corto el silencio
—Eso...Eso es imposible, mi hija no vive aquí y tu solo eres una niña—
—Discúlpame pequeña...debí haberte asustado—manifestó la señora con vergüenza por su comportamiento—
—Lo que pasa es que no se nada de mi hija desde que se fue hace 15 años, perdóname niña—expreso la señora con una voz preocupada—
—No se preocupe espero que la encuentre pronto—dije a la señora con una sonrisa—
—Gracias, niña. —manifestó la señora despidiéndose con la mano de forma triste y apenada—
Yo solo le devolví la despedida un tanto confundida, no sabía que hacer o decir, todo me parecía extraño pero mis pensamientos se dispersaron cuando mi papá llego y me dio una botella de agua
—¡Hola, hija! perdón la tardanza había mucha gente... —
—No te preocupes papá y gracias por el agua—respondí contenta—
—¿Quién era la señora de la que te despediste? —hablo mi papá sentándose a mi lado—
—Mmm la verdad no tengo idea, al parecer me confundió con su hija—dije tomando un poco de agua—
—Oh...ya veo—expreso mi padre pensativo—
—Si fue raro, pero es una señora muy amable—manifesté aliviada—
Mi papá no me respondió, se quedó callado y mirando fijamente a lo lejos, pensando. Me gire para verlo pero parecía muy intrigado por la señora. Me pareció extraño pero no le di mucha importancia.
—Papá, tú crees que podamos ir a comer, tengo hambre... —exprese tocando mi panza—
—¡Oh! Claro hija, ¿Qué quieres comer? —pregunto mi papá desorientado—
—Mmm, ¡Una hamburguesa! —
—¿U-Una hamburguesa? —repitió mi papá asombrado—
Asentí con la cabeza, levantándome de la banca y sacudiendo mi vestido.
—Vaya...al parecer los panqueques no fueron suficientes, ¿no? —manifestó mi papá levantándose con dificultad—
—¡Estas bancas son muy pequeñas! —exclamo mi padre tocándose la espalda y estirándose—
—Mmmm papá...creo que tú eres el que está muy grande—dije sin dudarlo—
—¡Que dices hija! Yo estoy de una estatura promedio—hablo mi papá apenado—
—Si papá te creo—hable entre pequeñas risas—
—En fin, vamos a comer—manifestó mi papá tomando mi mano—
Fuimos a un restaurante de comida rápida muy cerca del parque, pasaba mucha gente y mi papá siempre les devolvía el gesto con una sonrisa o con "Buenas tardes" yo solo me quedaba callada, me intimidaban las voces ajenas. Al llegar pedí un paquete para niños mientras que mi papá se pidió una ensalada.
—Papá, ¿Por qué te pediste una ensalada? —pregunte mirándolo confundida—
—Eeh...bueno no tengo tanta hambre, hija—contesto desviando la mirada—
—¿Fue por qué te dije que estabas grande? —
—¡N-No! Claro que no hija no te preocupes, ven vamos a sentarnos a comer—dijo mi papá apresurado—
Sabía muy bien que no era por eso, a veces mi papá puede ser muy sensible, quien lo diría. Mi papá es muy alto tal vez por eso siempre tiene problemas con puertas bajas y coches pequeños, a simple vista puede dar un poco de miedo, por su cabello pero tiene una mirada muy gentil y dulce «Tal vez por eso siempre se amarra su cabello» pensé por un instante haciendo gestos extraños.
—¿Hija? ¿Por qué haces gestos así? —preguntó mi papá tratando de evitar riéndose pues tenía bocado en la boca—
—¿Mmm? —exprese volviendo a la realidad—
Al final de pasarse su bocado mi papá empezó a reírse hasta sacar lágrimas, no comprendía que daba tanta gracia.
—¿Papá? ¿Por qué te ríes tanto? —
—Ay...perdóname, hija, no pude evitarlo...es que haces los mismos gestos chistosos de tu madre—hablo mi padre limpiándose los ojos—
—¿Los gestos de mi madre? —
—Si...eres su viva imagen, —
—¿Eso es bueno? —pregunte nerviosa—
—¡Claro, hija! No tiene nada de malo parecerse a alguno de los padres, y gracias a Dios saliste igual a tu madre, menuda mala suerte te hubieras llevado si te parecieras a mi—dijo mi padre mirándome con una sonrisa—
—Tienes razón aunque bueno, no soy del todo parecida a mi madre—dije en voz apagada mirando mis manos cubiertos por unos guantes blancos—
Mi papá tomo mis manos y quito los guantes, yo trate de evitarlo pero el me miro muy serio.
—No necesitas estos guantes hija...no me molesta ver y tomar tus manos—
—P-Pero...si no me los pongo la gente...mis compañeros... —exprese sudando de los nervios—
Estos guantes blancos siempre estuvieron conmigo desde mi accidente, no puedo simplemente desecharlos...me da miedo que alguien descubra mis manos, porque...pensaran que soy un monstro.
—Hija...no debes preocuparte por eso, yo estaré siempre a tu lado para defenderte—dijo mi padre captando mi atención—
Lo miré a los ojos y pude ver que no estaba mintiendo...no sé cómo pude dudar de mi papá en un momento así cuando él ha estado a mi lado todo este tiempo.
—Gracias papá—exprese con una sonrisa—
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Al terminar de comer nos salimos del restaurante y comenzamos a caminar en una calle recta muy transitada de personas, ya era tarde y el sol ya se estaba ocultando, casi era hora de regresar a casa, mi papá me llevaba de la mano sin mis guantes, el sostenía fuerte mi mano. Estaba muy feliz de poder ser capaz de quitarme esos guantes blancos, que Emma me había regalado antes de morir.
Recuerdo que como estábamos en pisos diferentes tenía que ir desde el 2 nivel al 4 nivel donde estaba ella. Era todo un reto ir en silla de ruedas hasta su habitación pero cada día que la visitaba veía que se ponía mejor y los exámenes médicos también estaban mejorando pero al parecer no todo estaba bien. Ella estaba sana físicamente, pero no sabíamos nada sobre lo que había emocionalmente en ella. Un día como cualquier otro fui a visitarla, al llegar a su cuarto, la vi acostada en la cama de hospital, tenía las cortinas abiertas y un par de flores frescas al lado sobre un mesita de luz, mire de reojo su expresión y estaba más decaída que de costumbre, me preocupé así que la salude mostrando mi presencia, me subí delicadamente a la cama donde estaba y comenzamos a hablar.
Emma se puso de mejor humor al verme y escucharme hablar sobre mis aventuras espiando a las enfermeras. Paso un buen rato y no hablaba nada, estaba muy callada se veía agotada, pare de hablar pues sentía que la estaba agobiando, ella me dijo mirándome a los ojos que no parara que quería seguir escuchando mi voz. No entendí lo que quiso decir con eso pero solo asentí con una sonrisa y seguí hablando, hasta que se hizo de noche, en todo ese tiempo Emma estuvo en silencio, cuando le dije que ya me tenía que ir a mi habitación a reposar me detuvo antes de que me bajara de la cama y me dio una bolsita de regalo color verde.
—Toma Cristal, ¡feliz cumpleaños...! —me dijo con voz débil y una leve sonrisa—
Acepté el regalo contenta, pero le dije que faltaba una semana para mi cumpleaños. Emma me miro pensativa como arrepintiéndose de habérmelo dado, pero al final sonrió de nuevo débilmente y me dijo con una pequeña risa al final:
—Tómalo, si no se me va a olvidar, jeje...—
No la cuestione más, le agradecí y abrí el regalo, pude ver que eran unos guantes a mi medida color blanco perla muy parecido a mi color de piel. Le pregunte para que eran estos guantes. Emma tomo los guantes, luego quiso tomar mis dos manos pero sus fuerzas se desvanecieron al instante de tratar de levantarlos, yo le ayudé, le tendí ambas manos y me los puso.
—Mira, ahora ya no tendrás frío—me dijo con una sonrisa—
Yo sabía muy bien que no podía tener frio con estas prótesis ya que eran de metal, pero aun así me pareció un increíble regalo. Le prometí que los atesoraría. Emma me volvió a sonreír y me dijo que se alegraba mucho de tenerme como amiga. Yo le devolví la sonrisa y me despedí de ella pues ya era tarde, me bajé de la cama con un pequeño salto y me dirigí a la salida, agité mi mano despidiéndome desde la puerta de su cuarto.
Después de cerrar la puerta...ya no la volví a ver nunca, hasta que al día siguiente cuando estaba por ir a visitarla noté que en su habitación habían varios doctores y algunas enfermeras estaban fuera del cuarto susurrando entre ellas, al acercarme a preguntar que sucedía me miraron con lastima y tristeza, no entendía por qué estaban ahí, o lo que querían por lo que las mire con enojo y pregunte de nuevo más seriamente que había sucedido, ellas sintieron la presión y decidieron decirme...me comentaron que Emma en la madrugada había fallecido por un derrame cerebral. No escuche nada hasta que dijeron la palabra «falleció» hizo eco por toda mi mente, me invadía un líquido frio por todo mi cuerpo, me quede congelada mirando a las enfermeras con terror por mucho tiempo hasta que me desmaye de la impresión. No recuerdo que paso después de que me desvanecí, solo que de un momento a otro ya me encontraba de pie, con una sombrilla, ropa negra y mis guantes puestos, en el funeral de Emma, solo me quedé mirando fijamente su nombre escrito en una piedra...muy probablemente debido al shock y por qué no pude procesar bien la situación en que estaba, después de casi un año pensando todo lo que había pasado, caí en cuenta de lo que había hecho, todo mi mundo se me vino encima junto con la muerte de Emma.
Me sumergí en una gran esfera negra, con miedo, ansiedad y un debate en mi mente, tratando de olvidarme de lo que había sucedido, pero eso solo se hizo más grande. Nunca pensé que volvería a ser feliz, siempre sentí que no merecía el tan solo hecho de sonreír o reír como una persona normal. Mirar mis manos era más aterrador cada día que pasaba, y me hacía recordar claramente ese terrible día. Aún me duele tener que recordar el último regalo de mi mejor amiga. Pero su amistad, su amabilidad, su sonrisa seguirá viviendo en mi corazón para siempre.
CREDÍTOS AL AUTOR <3
¡Disculpen la tardanza de este capítulo, estaré trabajando duro para traerles el maratón!
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