Capítulo 94.
*Este es el desmádrote, así que agárrense.
Hasta mi último respirar.
"El hombre ha de fijar un final para la guerra. Si no fuera así, la guerra fijará un final para el hombre."~ John F. Kennedy
A veces la vida nos enseña que no importa lo que hagamos, no importa cuánto sacrifiquemos o cuando dolor debamos atravesar a lo largo de nuestra existencia, si algo está destinado a permanecer a pesar del tiempo, la ley de la vida es básica, no desaparecerá, así pasen miles de años o vidas, si algo está escrito, siempre sucederá.
Como seres humanos aprendemos a reaccionar a diferentes cosas que suceden en nuestro día a día, reacciones que son diferentes todo el tiempo, a veces reaccionamos en una sonrisa, un llanto o una mueca, o hacemos gran pancho por ello y aprendemos a superarlo rápidamente, sin embargo, también existen esas reacciones que nos hacen perder el control de nosotros mismos, convirtiéndonos en auténticos monstruos que no descansan hasta obtener lo que desean.
En la vida siempre nos encontraremos con diferentes cosas que de una u otra manera siempre nos harán sentir una inimaginable sensación de inseguridad, algo que nos hará trastabillarnos y hacernos perder el equilibrio que quizás nos esforzamos por años para conseguir, pero así es la vida, tan sórdida y oscura, tan dolorosa que es impredecible y tan dolorosa que siempre deja una marca en nuestra alma.
Jamás habia sido de suplicar al universo cosas, siempre había pensado que si querías algo, era tu obligación luchar por ello, no podías culpar a fuerzas invisibles de lo que sucediera o dejara de suceder, debías hacerte cargo de tus propias decisiones y de tu destino. Sin embargo, en ese momento en el que todo era una bola cargada de incertidumbre, lo único que podía hacer era suplicar al cielo para que me diera una oportunidad.
Si de algo me arrepentía era de no haberle dicho más veces a mi muñequita cuanto la amaba, por no haberla estrechado en mis brazos con más fervor y por haber tenido miedo de amarla desde un principio, negándome al compromiso que eso conllevaba. Me sentía un idiota, quería regresar el tiempo tres años atrás, cuando habia llegado por primera vez a la base Alpha y habia conocido a la implacable coronel Kim, pero no para repetir lo que habia ocurrido, sino para hacer las cosas bien, enfrentarme a Walter y no perder el tiempo para decirle a la mujer de mi existencia cuanto la amaba.
Yo queria regresar el tiempo para jalarme las orejas a mí mismo y hacerme entender que sin esa hermosa muñequita de preciosos ojos verdes, llenos de curiosidad y amor, era la mujer de mi vida, que debía amarla desde el principio, que no debía perder el tiempo en nada más. Sí, aunque sonase egoísta, también queria regresar el tiempo para que ella jamás se hubiese enamorado de mi ex mejor amigo, queria protegerla incluso de él y el dolor que le habia provocado en su corazón.
Queria cambiar tantas cosas, tantos momentos que nos habían llevado a esta ese punto, pero a la vez, no queria cambiar absolutamente nada, porque cada una de las situaciones que habíamos enfrentado me habían demostrado una cosa: No importaba donde, no importaba cuando y tampoco cuanto tiempo pasara, nuestro amor era tan fuerte que era capaz de mover montañas y destruir mundos.
Queria revivir cada momento al lado de esa hermosa mujer, tener su hermosa sonrisa, sus pucheros o sus berrinches sólo para mí, queria amarla desde un principio y entregarle mi vida, mostrarle que sin importar nada, si ella estaba a mi lado, la única que podía dañarme era ella, no importaba si mil balas me atravesaban, por ella estaba dispuesto a recibir mil más.
Estaba que me volvía completamente loco, me movía de un lado a otro, buscando respuestas o algo que pudiera guiarnos a la ubicación de mi muñequita, sabía que me habia dado una pista de donde se encontraban, sin embargo, no tenía ni la mínima idea de si me habia dado alguna especie de coordenadas o si me habia dado la descripción de lugar.
Mi cabeza, llena de sentimientos, no me dejaba pensar con claridad, sentía que estaba en una nebulosa cargada de terror al saber que mi princesa podía estar en gran peligro, no podía arriesgarme a que algo malo le pasaba, porque yo estaba completamente seguro de algo, si a ella le pasaba algo o volvía a desaparecer de mi vida, esta perdería completo sentido y mi corazón se iría junto con ella.
Miré con pesadez la pantalla, donde se mostraba la única información que nuestro sistema de búsqueda arrojaba "Objetivos no encontrados". Sólo habia pasado media hora desde la llamada de Magnus, pero eso solo alteraba más mis nervios, si no llegábamos a tiempo, las cosas atroces que ese bastardo podía hacerle a mi muñequita eran inmensas, era un maldito sádico psicópata.
Me había dado esas dos horas, sabiendo que sería imposible encontrarlo, estaba jugando conmigo como si él fuese un maldito gato satisfecho, mi padre siempre decía esa metáfora, un gato satisfecho siempre juega con su comida hasta que se cansa, para después devorarlo de un solo bocado. Pero Magnus no sabía que yo también podía serlo, y me aseguraría de en ese momento convertirlo en un maldito ratón, jugaría con él hasta que muriera de las peores formas posibles, no me importaba una mierda todo lo demás.
Mi padre entró a la oficina cargando un bonche de expedientes, que parecían haber sido quemados en algunas partes, lo miré sin entender, hasta que los dejo frente a mi sobre el escritorio que habia ido remplazado después de mi ataque de ira. Lo observé, notando en él la mirada preocupada, esa mirada que solo yo conocía y que sabía significaba que algo muy malo estaba ocurriendo.
—Suéltalo—murmuré.
—Me llevaron a la sala de expedientes, al parecer, Maxim también estaba en búsqueda del verdadero Lombardi, tiene más información de la que nosotros pudimos obtener en todo este tiempo. Sin embargo, solo encontró coincidencias.
—¿Qué tipo de coincidencias?
—Bueno... Al parecer... Massimo nuca fue llevado a un orfanato, por la simple razón de que su padre nunca murió.
—¿Giuseppe? Eso es imposible, su muerte fue sonada por todos lados, incluso los civiles lo supieron, no debemos olvidar que Giuseppe también fue gobernante de Italia ...
—No lo fue—murmuró entregándome un archivo—. Está incompleto, parece que alguien dedico bastante tiempo en eliminar los nombres verdaderos o todo lo que podía llevarnos a la nueva identidad de Massimo.
Miré las hojas, donde habia demasiada información, pero donde parecía que debía haber nombres escritos, tenía quemaduras parecidas a las de los cigarros, fruncí el ceño, solo alguien con acceso a esos archivos podía saber lo que contenían, la mayoría se encontraba en claves que solo algunos entenderíamos.
—Está jugando—murmuré—. Quiere que lo encontremos, pero no quiere hacerlo tan evidente...
—Lo mismo pensé—murmuró mi padre—. Si tuvo acceso a estos archivos, pudo haber eliminado cualquier rastro, pero en su lugar, solo borro los nombres que podían darnos una pista de quien mierda es...
—¿Crees que Lombardi y Schiavone estén conectados?
—Si—murmuró mi padre—. Lo confirmamos hoy... estan jugando con nosotros, uno nos distrae y el otro ataca...
Miré a mi padre, intercambiando la mirada entre los papeles y su rostro, tenía miedo de lo que podía pasar, porque la alianza de dos mafias solo significaba desastre, no solo para el mundo militar, sino que cientos de civiles inocentes también peligraban.
Antes de que pudiese decirle otra palabra, todo a nuestro alrededor se ilumino de rojo, debido a las alarmas de intrusos. Intercambiamos miradas y a la par nos pudimos de pie, empujé los papeles dentro de la cajonera del escritorio, sabiendo que si habia un ataque los papeles se mantendrían a salvo en ese lugar.
Ambos nos colocamos los chalecos antibalas que teníamos preparados, ya habíamos creado un plan de contingencia, sabiendo que podíamos ser el próximo punto de ataque. Tomé mi arma y la coloque en mi espalda como refuerzo, mi padre me entrego una FN Minimi automática, me aseguré de que tuviera balas suficientes, sintiendo la adrenalina correr por mis venas.
Mi padre me lanzó una mirada que entendí a la perfección, sin demorar, ambos salimos de la oficina al pasillo, escuchando el alboroto que se creaba en lo que era la entrada.
—Ustedes, protejan al capitán Kim, se encuentra en la enfermería—ordené a cuatro soldados que corrían delante nuestro.
—¡Sí, señor! —contestaron.
Tomaron una ruta diferente, mientras nosotros aceleramos el paso hasta la puerta principal, todas las tropas se encontraban armadas, habia francotiradores en la azotea y podía ver que la mayoría estaban esperando la orden para disparar.
Las tropas, sin romper la formación, abrieron paso para que pudiésemos posicionarnos al frente de todos ellos. Alcé el arma y apunté directamente al corazón del hombre que se encontraba frente a nosotros, tenía los ojos grises como el acero, la barba larga pero definida y el cabello amarrado en una coleta. Vestía un pulcro traje vino y una camisa negra.
—Lev Nikolaev—murmuré.
—Zdravstvuy, dvoyurodnyy brat. (Здравствуй, двоюродный брат—Hola primo.)
Miré con sorpresa al hombre, no bajé el arma a pesar del repentino nombre que me habia dado, lo vi sonreír ladinamente, dándole un saludo a mi padre.
—¿Qué haces aquí, Nikolaev? —gruñí.
—Vaya, la forma despectiva en que te diriges a tu segundo apellido me da risa—murmuró con simpleza, como si no tuviese cincuenta armas apuntando su cabeza—. Aunque debo decir que este afectuoso recibimiento es digno de un Nikolaev... Baja las armas, primito... hablemos de forma civilizada. Tío, es un gusto volverte a ver, después de tantos años...
—Bajen las armas—ordenó mi padre.
—¿Qué haces? —pregunté—. Es un maldito mafioso...
—Entiendo el sentimiento, Conall—murmuró Lev—. Pero creo que ambos tenemos cosas que hablar... puedo ayudarte a encontrar a tu mujer y traerla a salvo.
Mi cabeza me exigía meterle una maldita bala en la cabeza, pero mi corazón, me pedía a gritos darle una oportunidad para hablar, despues de todo, no teníamos más que perder, no teníamos nada que nos llevara a mi muñequita y cualquier esperanza podía servirnos.
—Desármenlo—ordené.
—No te preocupes, primo—murmuró Lev—. Si algo me enseñaron, fue que la familia es familia hasta la muerte y tú eres la única familia que me queda...
Un par de soldados se acercaron a Lev, quien sin dudarlo, dejó que lo revisaran sin que él se opusiera, o estaba hablando con la verdad o realmente era el mejor actor del puto mundo. Le hice una seña a los dos coroneles de los ejércitos Gamma y Delta, ambos sin dudarlo, se colocaron detrás de Lev.
—Vamos a la oficina principal—murmuré—. Quien quiera que se acerque a la base a menos de cien metros, debe ser capturado.
—Si, señor—murmuraron todos los solados.
Mi padre me lanzó una mirada rápida, pero no dijo nada, seguramente tratando de adivinar mis pensamientos que fluctuaban entre cientos de posibilidades. No podíamos perder el tiempo negociando con Lev, a la primer estupidez, estaba seguro de meterle una bala en el cráneo y continuar con la búsqueda.
Llegamos a la oficina Principal, Lev entró y se dejó caer en la silla frente al escritorio, mientras los dos coroneles se quedaban a sus espaldas. Mi padre y yo nos colocamos detrás del escritorio, miré a Lev, esperando que comenzara a hablar, amenazándolo con la mirada.
—Pueden irse—murmuré a los coroneles—. Encárguense de la investigación.
—Si, señor—murmuraron y sin demorar, salieron de la oficina.
Miré a Lev, tratando de adivinar cual era el truco de su visita.
—Tienes la mirada de mi tía—murmuró con una sonrisa—. Bueno, tú tienes los ojos grises de tu padre, pero esa mirada feroz es de mi casi madre. La hubieras amado, ¿Cierto, tío?
—Habla—ordené.
—Vaya y tienes su carácter—murmuró rodando los ojos—. No estoy aquí para pelear, Conall... cuando descubrí que no era el último Nikolaev sobre la tierra, comencé a buscarte. Seguro ya tienen conocimiento de ello o por lo menos lo sospechan, pero Magnus y Massimo estan aliados, su falsa rivalidad siempre fue planeada, claro que hasta hace unos ocho meses, no tenían ni idea de que podían llegar a aliarse, más considerando que Massimo no tenía el poder que tiene ahora, aun no ascendía al trono.
—No te estoy siguiendo—murmuré.
—Es fácil—murmuró—. Todo este tiempo los Lombardi vivieron bajo las sombras con un perfil bajo, no llamando la atención más de lo necesario. Luciano Lombardi tomo el poder cuando Schiavone fue capturado, pero tras la muerte de Giuseppe, se reveló que el verdadero heredero era Massimo.
—Giuseppe está muerto desde hace 25 años—murmuré—. ¿Y quien mierda es Luciano Lombardi?
—El hijo bastardo de Giuseppe—aseguró—. No es importante en la historia, cedió el trono.
—Aun así, ese bastardo esta muerto.
—O quizás eso fue lo que nos hicieron creer—murmuró con una sonrisa—. Giuseppe nunca murió, cambio de identidad y también lo hizo con su hijo Massimo... así podrían mantener un perfil bajo y no serían perseguidos por la IISMF o los Schiavone... —aseguró—. Aunque me temo que no tengo la verdadera identidad de ese bastardo... aunque créeme, yo también quiero su estúpida cabeza.
—¿A si? ¿Y que nos asegura que esto no es una trampa?
—Como ya lo dije... me enseñaron que la familia es familia hasta la muerte, si hubiese sabido hace unos cuantos meses que tú eras mi familia y por lo tanto, el pequeño de ojos verdes también era parte del legado Nikolaev, me habría zafado de su supuesta alianza desde ese momento.
—¿Cómo sabes...?
—Schiavone y Lombardi son demasiado idiotas en ese tipo de cosas, los dos estan cegados por tu mujer—murmuró—. Me di cuenta en cuanto supe que tú eras mi familia, ese niño tiene toda la sangre de un Nikolaev.
—¿Sabes quién es Lombardi?
—No—murmuró—. Antes de que rompiera su ridícula unión cuando le pusieron precio a tu cabeza y la de cada persona en la vida de Keylani, me reuní con él, pero no me dejo nisiquiera ver su rostro, llevaba una máscara parecida a la del hombre de hierro y un distorsionador de voz, ahí me dijo de su plan...
—Dijiste que estan cegados por mi mujer, ¿Lombardi tiene una obsesión con ella?
—Si—murmuró—. Dijo que la queria volverla a tener entre sus brazos... hizo alguna especie de trato con Schiavone, no estoy muy enterado de ello porque desde antes de que comenzara su plan, ellos me dejaron fuera. Solo me estaban usando porque tengo control sobre el ejército revolucionario de toda la antigua unión soviética.
—¿Un ejército de la unión soviética?
—Estuvimos fuera durante mucho, pero con orgullo puedo decir que somos mil veces mejor que su estúpido ERR, quizás los Nikolaev fuimos derrotados por tu mujer, pero seguimos fortaleciéndonos mientras estábamos dormidos... cuando Schiavone fue encerrado, pudimos resurgir, pero siempre bajo su sombra...
—La Bratva—murmuré—. La verdadera Bratva...
—Eso es correcto, primo—murmuró—. La verdadera Bratva... por eso me quisieron dentro de su alianza, porque con el EUS y ERR, seríamos imparables...
—Bien, por lo que entiendo, te uniste a ellos por el poder que te daban y el poder que tú les dabas, pero te separaste porque le pusieron precio a mi cabeza y la familia es familia hasta la muerte, pero ¿Sabes? Eso no me termina de convencer, estoy seguro de que hay más que no nos estas diciendo, tampoco nos dices el motivo por el que estas aquí, no creo que sea para saludarme... así que dilo.
—Eres persistente igual que la tía Tassia—murmuró con una sonrisa—. Tienes razón, hay más... cuando les dije que no sería parte de una matanza injustificada, ninguno de los dos lo tomó bien... Alexei asesinó a la mujer que amaba frente a mis ojos, le cortó la garganta y me obligó a ver como mi hermosa Ella moría ahogándose con su propia sangre... ese es el precio de salir de su alianza...
—¿Mataron a tu mujer?
—Mi mujer y mi hijo—murmuró—. No me quedaré en paz hasta tener su sangre en mis manos... mataron lo único que me hacía humano...
—Entiendo ese sentimiento—murmuré —. ¿Y por qué estás aquí? Presumes de tener un ejército inquebrantable ¿Por qué pedirle ayuda a los que pueden cortarte la garganta?
—Porque, sé que tanto para ti como para mí, la familia es familia hasta la muerte—aseguró—. Y porque como mi familia, no quiero que esos bastardos también te arrebaten a la mujer que amas... así que... te ofrezco una alianza, asesinemos a ese par y a cada maldito ser de sus clanes. Después, yo me entregaré como líder de la Bratva si dejas a mi ejército en libertad, no harán nada, pero todos ellos son inocentes que luchan por sus familias, han estado por siglos acompañando a la Bratva.
—¿Quién me asegura que no estas tendiéndome una trampa?
—Yo—murmuró—. Si quisiera tenderte una trampa... ya estarías muerto desde hace días—aseguró.
Miré a mi padre, quien sin dudar me dio un pequeño asentimiento, era claro que nuestra única opción era confiar a ciegas, después de todo, era consciente que con nuestro ejército tan debilitado era imposible poder ganarle a Schiavone y Lombardi. Lo que podíamos hacer para poder tener una misión victoriosa era aliarnos con Lev Nikolaev.
<<Como dicen, si quieres derrotar al enemigo, haz una alianza con su enemigo>>
—Si me traicionas, te mato—dije.
—Lo sé—aseguró—. Pero los Nikolaev no traicionan a su sangre y en estos momentos, tú eres mi única familia...
—Bien, prepara a tu ejército, atacaremos a ese bastardo—murmuré.
—Déjame a Lombardi a mí, tú puedes hacerle lo que quieras a Schiavone...—contestó.
Lev estiró la mano pero lo ignoré. Mi padre me dio una pequeña sonrisa, y estrechó una de sus manos con Lev al ver que yo no tenía la intención de hacerlo.
La puerta se abrió después de unos minutos en silencio, dándole paso a los dos coroneles, quienes lucían agitados y un rostro de haber visto un fantasma, más el que era el sustituto de Arniel, quien no habia dado una sola señal de vida.
—Encontramos a los ministros—murmuró el coronel Ascania.
—¿Dónde estan? —pregunté poniéndome de pie.
—Estan en un cine, obećana zemlja, se traduce como tierra prometida... es un museo de cine antiguo y está en el norte de Croacia. Detectamos movimiento a pesar de que las instalaciones fueron clausuradas hace tres años por inestabilidad en el edificio—respondió.
—Preparen las tropas—ordené.
—Sí, señor—contestaron ambos.
—Algo no me estan diciendo—murmuré al ver el rostro de Dexter, quien parecía haber visto a un fantasma—. ¿Dexter?
—También encontramos la identidad de Massimo Lombardi.
Le arrebaté la tableta, pero al ver la fotografía me quedé completamente petrificado. Mi cerebro no era capaz de procesarlo, sin embargo, muchas piezas comenzaron a encajar y en mi cabeza todo tuvo sentido.
Supe en ese momento el motivo de todo, siempre habia estado frente a nosotros.
<<Después de todo, dicen que la mejor forma de ocultar algo, es ponerlo a la vista de todos... maldito traidor>>
La vida muchas veces nos enseña que lo que disfrutamos, de un momento a otro puede acabar, que siempre debemos de estar felices con lo que nos es regalado, que siempre debemos sonreírle a la vida a pesar de que puedan pasar cientos de cosas a nuestro alrededor. Porque no sabemos, si la respiración que dimos fue la última de nuestra vida.
Me enamoré de Arisbette, habíamos pasado tantas cosas juntos que no habia una sola respuesta para todo lo que sentía por ella, para todas las emociones que me embriagaban cada que ella me daba una de sus hermosas sonrisas cargadas de amor o sus bellos ojos curiosos cada que pensaba en algo. Esos preciosos ojos de los que me habia enamorado 26 años atrás y de los que me seguía enamorando cada respiro.
Tomé su mano, incluso cuando estábamos completamente sujetos por las cuerdas, la sentía temblar, seguramente por el llanto que no habia cesado desde el momento en el que habíamos visto a nuestro hijo muriendo en una maldita pantalla.
Me sentía culpable por todo lo que estaba pasando, como el mayor jerarca de la IISMFCMO era mi deber prevenir todo lo que estaba ocurriendo, pero no lo habia hecho, no habíamos creado un plan de contingencia porque todos habíamos roto la principal regla de cualquier soldado, no subestimar a ningún criminal. Pero no culpaba a nadie, era solo mi culpa, debí haber luchado para que condenaran al maldito desgraciado de Schiavone a morir en la silla eléctrica o yo mismo debí asegurarme dos años atrás de que la bala le perforara los sesos. Pero me habia confiado y en resultado, toda mi familia peligraba.
Mi chiquita, la mujer que más amaba en la tierra, se aferraba a mi mano, seguramente buscando un poco de reconforte en ese lugar de dolor. Sí, me dolía como el demonio haber perdido a uno de mis hijos, pero en ese momento no tenía tiempo de ponerme a llorar, por más frio que sonase, tenía que sacar vivos a la familia que me quedaba.
Nos quitaron las vendas de las bocas después de esa llamada con Conall, quien lucía realmente aliviado al saber que seguíamos con vida, pero que a la vez podía ver ese fuego, el fuego en sus ojos que reconocía en mí mismo, ese que lograba volver cenizas el mundo y destruir el universo, todo por el amor que él le tenía a mi hija.
—Key, bebé, no duermas—murmuró mi esposa, sacándome de mis pensamientos.
Nosotros estábamos en una posición medianamente cómoda, pero mi pequeña, ella estaba todo menos cómoda. Me negaba a ver el cuerpo prácticamente desnudo de mi hija, pero tenía que asegurarme de que por lo menos siguiera consciente, estar tanto tiempo suspendida en el aire seguramente le estaba causando un gran dolor.
Odiaba a Schiavone con toda mi alma, no podía nisiquiera pensar en él como un humano, estaba torturando a mi pequeña de una forma tan denigrante que no tenía comparación. Nisiquiera me importaba si ella y Conall practicaban lo mismo que mi esposa y yo, no era quien para juzgarla; pero que Schiavone lo usase en su contra, eso sí era caer bajo, no importaba si era un maldito criminal.
—Mami—murmuró—. Perdón...
Keyli no habia dejado de repetir esas palabras, sabía que el tiempo se agotaba y ella no podía dejarse rendir, sabía que Schiavone cumpliría su promesa, nos asesinaría frente a los ojos de mi pequeña florecita y tenía que asegurarme de que ella seguiría luchando incluso cuando nos perdiera.
La cuenta regresiva que ese bastardo había colocado en la gran pantalla del cine marcaba que faltaban solo tres malditos minutos para que el tiempo se agotara. Tenía terror, demasiado, mi pequeña a pesar de siempre ser fuerte y de que yo mismo admiraba su valentía y tenacidad, sabía que lo único que podía quebrarla era que alguien le hiciera daño a su familia, a nosotros.
—Pequeña—murmuré—. No es tu culpa...
Ella levantó la mirada, dejando sus ojos hinchados y llenos de lágrimas a la vista de todos nosotros, no habia parado de sollozar durante todo el tiempo, la habia visto dislocar sus pulgares para tratar de salir de las cadenas, pero habia sido un daño innecesario, nisiquiera habían pasado diez segundos cuando dos hombres aparecieron y encadenaron sus hombros y su torso a la maldita cruz.
—Lo es... debí entregarme hace dos años, Hunt no estaría muerto... perdón Avery, perdón Jacob... Mar murió por mi culpa... todos murieron por mi culpa—sollozó.
—Hey no...—murmuró Gian, seguramente sabiendo los sentimientos que tenía su hermana—. Eso iba a pasar tarde o temprano, tú eres la que siempre dice que lo que está escrito en el libro de la vida pasa tarde o temprano.
—Ese bastardo hijo de puta jamás habría parado... porque sabe que tu no dejarías de luchar—murmuró Álex, hablando por primera vez desde que habia llegado a ese lugar—. No me dijeron mucho... solo sé que mi maldita familia ha estado del lado de los mafiosos todo el tiempo... viví en una puta mentira desde que soy un niño... perdón.
—Tampoco es tu culpa—murmuré—. No es culpa de nadie de los que estan aquí, así que dejen de culparse—ordené—. Keylani... no importa lo que pase con nosotros, no dejes de luchar... Jamás.
—Tú padre tiene razón—murmuró mi chiquita, tomando mi mano con firmeza—. No importa lo que pase, pequeña... no te rindas... ese bastardo va a matarnos frente a tus ojos... pero no debes dejarte caer.
—Conall...
—No alcanzará a llegar—murmuré—. Por eso te estamos diciendo esto... no importa lo que pase, lo que nos hagan o lo que te hagan, no te rindas... lucha como la Kim Rossi que eres, lucha como la Keylani que siempre le patea el trasero a cualquier criminal y la mujer que siempre está dispuesta a regalar una sonrisa. Eres Keylani Kim Rossi, general del ejército Alpha...la mejor general que ha pisado el ejército.
—Papá...
—Te amamos, pequeña—murmuré al detectar en sonido de unas pisadas acercándose a nosotros y viendo la cuenta regresiva que se encontraba a segundos de llegar al final—. No dejes de luchar... no importa qué...
Se escuchó un aplauso por todos lados, apreté con más fuerza la mano de mi esposa al detectar un pequeño temblor, sabiendo que el miedo la dominaba y por más que queria ser fuerte, era imposible.
—Vaya, vaya, que hermosas palabras—murmuró Magnus—. Maravillosas palabras de despedida, gran ministro...
—Vete a la mierda—murmuré—. Te juro, que si no es en esta... en otra vida me asegurare de matarte de la forma más dolorosa que puede existir.
—Anotado—se burló—. Para que no se aburran, les daremos un poco de diversión, considerando que el tiempo se acabó y tu noviecito no apareció—murmuró hacia mi hija.
—Por favor...—suplicó mi hija—. No les hagas daño...
—Ay, Keyli—murmuró con sorna—. Siempre tan humana, eso es lo que más me enamora de ti y a la vez lo que más quiero arrancarte... me aseguraré de moldearte a mi gusto, hacerte la reina que quiero...
—No la toques—gruñí posesivamente al ver que se acercaba a mi hija.
—Señor Ministro—murmuró con una sonrisa sórdida—. No me atrevería... pero para que el juego comience, creo que es necesario bajarla de ese lugar.
El hombre me dio una sonrisa cargada de sadismo. Algunos hombres entraron al lugar, se acercaron rápidamente a nosotros y nos dieron sórdidas sonrisas, sin demorarse, comenzaron a desatarnos.
Mi chiquita se abrazó a mí con fuerza en el momento que nos dejaron libres, a pesar de que pensé que Schiavone le haría algo a nuestra pequeña, solo la soltó y se alejó junto con sus hombres a lo que parecía ser un maldito palco elevado.
Ari me miró con los ojos llenos de preocupación y sin demorarnos, los dos nos acercamos corriendo a nuestra hija, quien tenía lágrimas en los ojos, totalmente aturdida. La abrazamos con fuerza, sentí sus sollozos sobre mi pecho y estreché a ambas entre mis brazos, sabiendo que el que nos liberaran no era nada bueno.
—¿Estas bien? —pregunté a mi hija.
—Si—murmuró—. Debemos salir de aquí.
—Lo haremos—murmuré tomando la mano de mi esposa.
Mi chiquita asintió, dándome una pequeña sonrisa para tranquilizarme, esas sonrisas que me derretían. Me quité rápidamente el saco y lo coloqué sobre los hombros de mi hija, quien me regaló una sonrisa, seguramente sintiéndose segur, ya tendríamos tiempo para revisar sus heridas, era primordial salir de ese lugar.
—Amo las reuniones familiares—murmuró Magnus.
Mi hija se puso de pie, mirando hacia el palco donde el bastardo se encontraba, como si estuviera a punto de presenciar el mejor show del mundo. Mi pequeña valiente, levantó la mirada y miró con la ferocidad de un lobo a Schiavone.
—Suéltalos, Magnus—gruñó —. Esto es entre tú y yo, mi familia no tiene nada que ver con tu obsesión, me rendiré a tus pies si eso quieres, pero no mates a más personas de mi familia.
—Siempre tan bondadosa—murmuró con una sonrisa sádica—. Lo siento, pequeña, pero esta vez... es un rotundo no... sobrevive, y negociaremos por la vida de los que queden...
—¿Qué?
—¿Saben? Estar en la cárcel me dio mucho tiempo para pensar, me dio tiempo para planear nuevas sustancias y con la facilidad que me dieron de poder estar en comunicación con mis hombres, pude trabajar en algo nuevo. Lo he bautizado como RX4. Una deliciosa droga que con una sola dosis provoca fuerza sobrehumana, agilidad, descontrol, inmortalidad y unas ganas primitivas de asesinar a todos a su paso, los lleva al paraíso prometido, interesante nombre ¿No lo creen? Lástima que solo dura unos pocos minutos, pero es imposible poder detenerse por voluntad propia.
—No vas a inyectarnos esa mierda—gruñó mi pequeña hija.
—Oh no, querida... no le haría eso a tu familia—se burló—. Aunque me causaría placer como se matan unos con otros, creo que prefiero ver a mis ratitas en acción... seguro debes saber de quienes hablo.
Pude ver la mirada de mi hija cargada de rabia y terror.
—No lo hagas, Magnus—gruñó.
—Para que veas que no soy tan hijo de puta, hay armas ocultas en este cine—murmuró.
—Déjate de putos juegos—gruñí, protegiendo a mi esposa y a mi hija —. Deja de ser un cobarde y ven a pelear, si eso quieres.
—Ay, Hunter—murmuró con una sonrisa—. Quiero a tu hija, eso es lo que quiero... pero ahora estoy un poco molesto por el tiempo que me hizo esperar, así que quiero jugar un poco.
—Ya lo has dicho—murmuró Key, poniéndose frente a mi —. Me quieres a mí, pues aquí estoy... suelta a mi familia... ellos no tienen la culpa de nada...
—Yo que ustedes dejaba esta tontería de suéltalos me ofrezco como tributo y comenzaba a buscar las armas—murmuró con sadismo—. Tienen dos minutos, después... no me hago responsable de nada.
—Hijo de puta—gruñó mi esposa—. Tenemos que buscar esas supuestas armas—murmuró.
Mi hija asintió. Les hizo una seña a todos, quien sin demorarse, comenzaron a buscar entre los asientos o todos los lugares donde pudiesen ocultar almas, poco a poco, todos comenzamos a encontrar armas.
Ballestas, arcos con flechas, arpones y espadas.
—¿Para qué mierda nos va a servir esto? —gruñó Avery.
—Escuchen—murmuré—. No importa lo que pase, protéjanse unos con otros y no cedan ante nada...
—Si, señor—contestaron todos.
—Volvamos sanos y salvos a casa...
Miré a mis dos hijos y a mi esposa, sintiendo la fortaleza entrar en mí, no podía rendirme, no podía caer. Ellos eran mi vida y yo su fortaleza, debía luchar sin importar nada, no podía dejarme caer cuando tenía que ser el pilar de todos, sostenerlos y no dejarlos caer.
Me acerqué a mi mujer, tomando sus perfectas mejillas entre mis manos, posando un delicado beso entre sus labios, prometiéndole en silencio que sin importar nada, saldríamos de ahí. Ella me miró con dolor, devolviéndome un beso con la misma intensidad.
Nos separamos. Tomé su mano con delicadeza, como lo habia prometido 26 años atrás, sin importar las buenas o las malas, siempre sujetaré tu mano, hasta el final de mis días. Antes de poder pensarlo, todos formaron una especie de fila a nuestro lado, preparándose para lo que fuese que Schiavone tenía preparado.
—Da nachnetsya vecherinka.( Да начнется вечеринка-Que comience la fiesta.)—murmuró Magnus con una sonrisa sádica.
Varios gruñidos llamaron mi atención, parecían ser de bestias salvajes, giré la mirada, tratando de ubicar el lugar de donde salían esos tenebrosos ruidos. Mi sorpresa fue enorme al detallar que se trataba de las chicas que habíamos rescatado la noche anterior, eran cerca de diez chicas, todas amarradas a cadenas, con los ojos inyectados en sangre y con actitudes cavernícolas.
—No—murmuró mi hija—. Las usaron en nuestra contra...
—Si no me equivoco, el SX1 con cualquier otra sustancia es capaz de ser mortal para la persona que lo consume—murmuró Nikolai.
Apreté la mano de mi esposa, quien temblaba a mi lado. La miré un par de segundos, detallando su rostro.
—Raz, dva i tri. (Раз, два и три – uno, dos y tres)—contó Magnus.
Las cadenas de las mujeres se liberaron y fue cuando pude ver que llevaban arpones en sus manos, miré a todos, quienes sin pensarlo se pusieron en posición de ataque y realmente deseaba que en ese momento todo fuese un sueño.
Todo se llenó completamente de sangre de las chicas, sin embargo, no morían. No supe si pasaron horas o minutos, pero podía ver el rostro de cansancio de todos.
—¿Por qué mierda no se mueren? —preguntó mi esposa, lanzando una flecha con maestría a una de las chicas.
—La droga—contestó Keyli—. No van a morir hasta que termine de correr por su sistema, es como la adrenalina pura, no importa cuánto dolor o heridas reciban, si no para el flujo de sangre no van a morir.
—El corazón—murmuré—. Disparen al corazón.
—¡Háganlo! —gritó mi hija.
Mi hija sonrió cuando una de sus flechas atravesó el corazón de una de las chicas. Ninguno de nosotros disfrutaba de matar a chicas inocentes, pero eran ellas o nosotros y ninguno queria morir tan pronto.
—¡Señor! ¡Estan aquí!
Escuché que decían en el palco donde se encontraba Schiavone.
Giré la mirada, buscando una respuesta. Al ver a Conall junto con Kennett irrumpir en la parte donde se encontraba Schiavone, supe que salvarían a mi familia.
Antes de poder procesar la alegría, vi como uno de los arpones de las chicas se dirigían a mi chiquita, mi reina, mi todo... no lo pensé dos veces, nisiquiera pensé en las consecuencias de interponerme en un maldito arpón.
Me lancé, la estreché entre mis brazos, sabiendo que no era lo suficientemente rápido para evitar el proyectil. Sentí un agudo dolor en mi torso, al ser inmediatamente perforado por lo que parecía ser obsidiana, mi carne se desgarro y el profundo dolor me colapso.
El gritó de mi chiquita me hizo bajar la mirada, creyendo que podía haberla salvado, sin embargo, al ver nuestros cuerpos unidos por un maldito arpón el miedo me embriago. Vi un hilo de sangre salir de sus labios, mientras su respiración estaba tan agitada que sabía que el sufrimiento era igual o mayor al mío.
—Chiquita—susurré con dificultad.
Sentí como la maldita daga era empujada desde atrás, encajándose más en mi reina, la miré con los ojos llorosos, sabiendo que nuestro final habia llegado, la estreché entre mis brazos, sintiendo su respiración disminuir, seguramente por la perforación en algún órgano vital.
—Hu...Hunter...—susurró sobre mi pecho, dejando caer una lagrima.
Un profundo dolor se instaló en mi pecho, al saber que mi vida se deslizaba entre mis dedos y a su vez, mi reina moría a mi lado. Con dificultad levanté una de mis manos, acariciando su mejilla, quizás tratando de darle reconforté.
—Si...si tú mueres, yo muero contigo—murmuré—. E...En otra vida...
—Prometo estar a tu lado—complementó en un susurró—. E...Este mundo no estaba preparado para tenernos hasta viejitos...
Grabé cada una de sus facciones en mi memoria, queriendo memorizar cada pequeño poro de su perfecta piel, cada uno de los brillos de sus ojitos y cada uno de los vellos de sus largas pestañas, sabiendo que esa era la última vez que la vería en la vida. Una lágrima resbaló por mi mejilla, rogando al cielo que me permitiese encontrarla en otra vida, para amarla eternamente.
—Te amo, mi reina—susurré.
—Te amo, mi amor—suspiró.
La vi cerrar sus ojitos y sonreí, imaginando que era solo otra noche en la que cerraríamos nuestros ojos para volver a abrirlos a la mañana siguiente, pero a la vez, sabiendo que era nuestra última vez. Me dejé rendir cuando mis parpados se volvieron tan pesados que fue imposible mantenerlos abiertos.
<<En otra vida, mi reina. En otra vida me aseguraré de que lleguemos a viejitos>>
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¿Qué les pareció este capítulo?
¿Qué creen que vaya a ocurrir?
¿Estan llorando? Porque la autora es un mar de lágrimas.
¿Creen que sea el final de Hunter y Ari? No me odien, yo me auto-odio por matar a mis personajes favoritos jajaja.
Los quiero mucho, Muñequitos, espero hayan disfrutado estos capítulos. Les estaré avisando cuando será nuestro final para esta segunda parte.
Quiero agradecerle a todos los que siguen aquí, realmente lo que escribo lo hago con todo el amor para ustedes, espero perdonen las locuras de esta autora y los pueda ver en la tercera parte de esta historia.
Los quiero!
Autora fuera.
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