Pequeña notita: Desmadrito del desmadrote<3
Siempre fuiste tú.
"La historia tiene la realidad atroz de una pesadilla; la grandeza del hombre consiste en hacer obras hermosas y durables con la sustancia real de esa pesadilla." ~ Octavio Paz
Croacia, Madrugada 01:00 hrs.
A veces la vida nos enseña que existen males más grandes de los que conocemos, esos males son personas avariciosas que quieren tener el poder de algo o de alguien y que se obsesionan para poder conseguirlo y de esa manera arruinarle la vida la persona si no sientes que ni siquiera tienen vela en el entierro.
La obsesión mata y muchas veces se confunde con supuesto amor, pero las personas que conocen del tema saben que en realidad una obsesión no tiene otro nombre, es más fuerte que un encaprichamiento que posiblemente sólo exista la creencia de que no se puede vivir sin esa persona, pero es una obsesión, esto es lo menos que ocurre.
Muchas veces la vida nos enseña que no podemos controlar todo lo que pase a nuestro alrededor, que no solo depende de nuestras decisiones sino también de las de muchas otras personas que pueden tener malas intenciones, nunca podemos tener el control completo de nuestras vidas, es horrible pero es cierto.
Cuando pensamos que llegamos al punto más bajo en nuestra vida nos damos cuenta de que en realidad no estábamos ni a la mitad de lo que podía ser lo peor, la vida es así pero a veces es necesario tocar fondo para saber que nuestra vida puede llegar a ser algo mejor, sin embargo nosotros mismos sabemos que si ese fondo significa la pérdida de quienes amamos, no hay poder humano que haga que nos levantemos nuevamente.
La vida siempre nos pone las personas indicadas en el momento adecuado por más que creamos que no estamos tomando decisiones correctas eso es una completa mentira, porque en realidad el destino, el universo, la vida o quien sea quien maneje todo eso, sabe los momentos correctos en los que deben aparecer ciertas personas en nuestra vida; quizás para que cumplamos nuestro destino o que logremos vivir completamente en paz, pero también nos pone ciertos baches para que conozcamos lo fuerte que somos o lo fuerte que fuimos.
Muchas veces sin darnos cuenta vivimos la mejor parte de nuestra vida creyendo que es permanente, nos damos cuenta demasiado tarde de que debimos de haber disfrutado más, porque era el último momento de tranquilidad que tendríamos, nos damos cuenta de que todo lo que Vivimos se convirtió en un simple recuerdo que sólo quedará grabado en nuestra memoria, sin embargo ese recuerdo funcionará para comenzar a escribir una nueva historia.
Las guerras desde siempre han sido catastróficas, acaban con cientos de inocentes sin darles la oportunidad de elegir si quieren luchar o formal grupo de personas que se oculta para poder tener una vida medianamente tranquila, hasta que la guerra culmine; Sin embargo hace que pierdas cualquier motivación, por eso siempre dicen que en ella no hay esperanza, es como la entrada al infierno en donde debes abandonar todo lo que te hace sentir vivo, para que dentro no seas despojada de todo ello.
Es completamente absurdo lo que una obsesión puede causar, sin embargo siempre hay algo que puede empeorar, por eso nunca debemos dar nada por sentado porque no tenemos idea del momento en el que el universo decidirá jodernos y hacer que toda la esperanza culmine en la guerra. Una guerra sin precedentes que no tendrá fin.
A veces, encontramos obsesiones que son imposibles de controlar, obsesiones que matan incluso para satisfacer las necesidades. Esas obsesiones son las más peligrosas.
Corría en los amplios campos de algún hermoso lugar lleno de flores, escuchaba a lo lejos el sonido perfecto de una cascada y la risa de Niall quien corría frente a mí, me hacía sentir aún más llena de paz.
La brisa golpeaba mi rostro y estaba segura de que tenía una enorme sonrisa en mi rostro. Niall se giró en mi dirección con una hermosa sonrisa llena de cariño, ese pequeño niño se parecía tanto a mí, que si no supiera que no era mi hijo, lo confundiría.
—Mami—murmuró—. ¿Mis helmanitos no estan dando patalitas?
Bajé la mirada sin entender lo que me decía, hasta que pude ver el gran vientre que cargaba. El vestido floreado de tono beige se cernía perfectamente a mi pancita de embarazada, tan linda que tenía un sentimiento de confusión en mi ser.
—Niall—murmuró Conall a mis espaldas—. Recuerda que mami siente las pataditas de tus hermanitos solo por las noches...
—Es que ya quielo que salgan—murmuró—. Quielo enseñales a pateal el balón... así ya no patealan a mami.
—Y recuerda lo que la abuelita siempre te dice... patean a mami porque quieren que mami les de atención...
—¿Mami, yo también te di patalitas?
—No, mi amor—murmuré—. Recuerda que yo no pude cargarte aquí...
—Oh, cielto—murmuró—. Pero aun así me quieres, ¿Veldad mami?
—Por supuesto que si—murmuré—. Te quiero con mi vida, enano.
—Y yo te quielo a ti, mami—murmuró —. A ti también, papi...
Niall nos dio una pequeña sonrisa y salió corriendo a seguir persiguiendo mariposas que revoloteaban a nuestro alrededor. Conall se pudo detrás de mí, rodeó mi grande barriguita con sus manos y me abrazó por la espalda, haciéndome sentir una seguridad incalculable.
—Te ves hermosa, mi amor—murmuró acariciando mi vientre—. Ahí llevas a mi descendencia...
—Y la mía—murmuré.
Miré a mi alrededor, dándome cuenta nuevamente de que todo era un simple sueño, no era real.
—Quiero quedarme aquí—murmuré.
—Podemos quedarnos aquí—murmuró con una sonrisa—. Aquí no hay dolor, no hay sufrimiento y tampoco muerte...
—Y tampoco tú—murmuré.
—No—murmuró—. Estarías encerrada en un bucle, soñando lo mismo una y otra vez... tú no eres eso, tú no escapas de tus problemas, tú los enfrentas y les das una patada en el culo a todos los que te joden o joden a tu familia.
—Si, eso hago yo...
—Bueno... entonces... abre esos hermosos ojitos de muñequita y dale una lección a ese bastardo...
—No quiero que te vayas...—murmuré.
Sentí pánico al ver como poco a poco, Niall desaparecía en el aire y de pronto, todo parecía convertirse en dolor. El cielo que al principio habia estado azul, se tornó completamente rojo y unas nubes oscuras amenazaban con soltar su ira. El temor me embriago, mis sueños se intoxicaron por la realidad y todo se fue a la basura.
—Pronto estarás entre mis brazos, muñequita... te lo prometo... pronto terminaremos esta maldita guerra...
Abrí los ojos completamente aturdida, no tenía ni la mínima idea de donde me encontraba, mis ojos pesaban y el dolor era calcinante en cada una de mis extremidades, no era capaz de enforcar, parpadeé en repetidas ocasiones, esperando que la vista se me aclarara y fuera capaz de ver qué diablos estaba ocurriendo. No tenía ni la menor idea de lo que ocurría.
El accidente, los gritos de Conall, los sollozos de mi madre <<Joder>> mi cabeza era un completo lio, no podía pensar con claridad y tampoco ordenar mis recuerdos, no tenía ni la menor idea de donde me encontraba, lo único que podía descifrar era que me encontraba suspendida en el aire, mis brazos rogaban auxilio, solo podía significar que estaba en un lugar lejano al suelo.
Fui consciente de mi cuerpo, me encontraba casi desnuda, solo con las bragas puestas, colgada en lo que parecía ser una cruz de San Andrés, Conall me habia enseñado algunas cosas de ese tipo de herramientas, pero en ese momento, no me causaba la mínima excitación, lo único que deseaba era asesinar al bastardo que nos tenía en ese lugar.
Mi cuerpo estaba cubierto por cuerdas, en esa técnica que conocía como shibari, aunque no demostraban absolutamente nada de sensaciones placenteras para mí.
—Por fin, nuestra invitada estelar ha decidido abrir los ojos y honrarnos con su belleza—murmuró con voz ronca el bastardo de Alexei.
—N...No la toques—gruñó mi padre.
Podía escuchar la desesperación en su tono, el miedo que lo invadía y estaba completamente segura de que no solo tenía miedo por mí, no podía enfocar, pero estaba segura de que estaban en una situación igual o peor de en la que yo me encontraba.
—No tienes derecho a opinar, Hunter—murmuró con sorna—. No cuando la reina ha despertado...
—Suéltala, bastardo—gruñó Nick—. No le toques un solo cabello o te haré sufrir.
—Ay, Nikolai, siempre tan bondadoso, debiste quedarte en Suiza, arreando ovejas en lugar de venir a jugar al héroe... eso pasa cuando pones a idiotas como agentes.
—Justo lo que paso contigo—gruñó mi madre—. Eres un maldito desgraciado, un maldito traidor.
—Me alaga con sus palabras, señora ministra—murmuró Alexei con sorna—. Me calarían si me importaran, pero como no lo hacen... ni modo... Ahora, regresando a nuestra invitada de Honor... espero este comoda, majestad.
Traté de espabilarme, no podía seguir aturdida, no cuando la vida de todos dependía de mí. Enfoqué con dificultad al bastardo frente a mí, Alexei tenía una sonrisa sádica en el rostro, el maldito hijo de puta se estaba riendo de lo que estaba ocurriendo, le causaba risa tenerme atada y eso lo odiaba.
—V...Vete a la mierda—gruñí.
—Ou, la reina sabe decir groserías—dijo con sorna—. Deberías cuidar tu boquita, no es propio para una señorita, menos si esta frente a sus padres.
—Alexei, no juegues con la muñeca, el jefe va a enfadarse mucho—murmuró una voz conocida y sentí terror—. Bienvenida, majestad...
Miré con terror al hombre pelinegro que estaba frente a mí, no podía creer lo que mis ojos veían, era imposible. Habia estado frente a nuestras narices todo el tiempo, ese maldito desgraciado era el que habia estado dando la información que nosotros decíamos en las juntas de consejo. Me sentí tonta, nadie puede ser tan amable y desinteresado, era claro que había algo malo con él.
—Oliver—murmuré—. Traidor hijo de puta...
—Fue demasiado fácil convencerlos a todos que yo era el bueno. Hacer que el tonto de Maxim quedará como el idiota y después, hacer que se deshicieran de él, aunque bueno, el plan principal era acabar con él y tu noviecito... pero los idiotas no apuntaron como debían y solo mataron a una simple soldado.
—¿Una simple soldado? —murmuré con los dientes apretados—. ¡Era una de mis mejores amigas y la novia de mi hermano!
—Daños colaterales—murmuró—. Eso pasa cuando juegas con fuego... tarde o temprano haces combustión...
—Maldito bastardo—gruñí—. ¡Confiamos en ti!
—Gran error—aseguró—. Digo, siendo la mejor agente de toda la IISMFCMO, deberías saber que no puedes confiar en nadie... nisiquiera en tu propia familia... ¿No es así, ministro? ¿Le contó a su hija el pequeño detalle de como trataba a su esposa cuando se conocieron? Y tú, Arisbette ¿Le enseñaste a tu hija a ser una buena perra?
—Vuelve a insultar a mi esposa y te haré sufrir más de lo necesario—gruñó mi padre.
—Oh vamos, Hunter—murmuró Oliver con sorna—. ¿No le contaste a tu hija que su madre era tu puta personal?
—Cállate—ordenó mi padre.
—Por lo que tengo entendido, son una maldita familia sadomasoquistas... que sorpresita...
No me importaba si a mis padres les gustaba eso, nisiquiera si ellos se enteraban de que a mí también me gustaba, pero era claro que queria hacernos pelear, queria que nos separáramos para poder darnos en el punto más débil.
—Por supuesto que lo sé—murmuré —. No hay secretos entre nosotros... somos una familia, pero suponiendo por tu actuar, creo que jamás conociste el significado de eso—provoqué.
—Maldita perra—gruñó.
Sentí el ardor de una bofetada en mi mejilla derecha, pero nisiquiera me atreví a hacer una sola mueca, estaba llena de rabia, lo único que queria era asesinar a ese bastardo y al hijo de puta de Magnus, nisiquiera me importaba si Lombardi aparecía, en ese momento era el menor de mis problemas.
—¡Oliver! —gruñó Alexei, alejándolo de mi—. Te van a matar si la vuelves a tocar...
—Se metió con mi familia...
—Y lo seguiré haciendo—murmuré—. Seguramente fuiste de esos idiotas que creció en un orfanato, creándose traumas imaginarios y culpando a la vida por sus problemas ¿Pues adivina qué? No eres el centro del puto mundo, nadie tiene la culpa de tu maldita desgracia y tampoco de tus perras decisiones, así que madura de una puta vez...
—Hija de...
—Con mi madre ni te metas—gruñí—. Qué tú no tengas una... no significa que puedes insultar a la mía.
<<Keylani, mandaste a la Antártida tu sentido de supervivencia. Cállate.>>
Un segundo golpe llego a mi otra mejilla, logrando que las cadenas que sujetaban mis manos y piernas temblaran junto con mi cuerpo, pero no sentía el mínimo remordimiento de estarle diciendo esas cosas al bastardo de Oliver, era un maldito traidor.
—Suficiente—gruñó Alexei.
Le hizo una seña a los hombres que se encontraban a mis costados, quienes sin dudarlo, tomaron a Oliver por los hombros y lo obligaron a caminar en dirección a lo que suponía era la salida del lugar. Fue cuando presté completa atención a lo que había a mi alrededor.
Estábamos en un cine antiguo, seguramente de los años ochenta, lo que más me llamo la atención fue el enorme letrero que decoraba la parte trasera el lugar, tenía un enorme oso con las palabras Jedi, pij i spavaj. Ovo je zemlja medvjeda, obećana zemlja (Comer, beber y dormir. Esta es la tierra de los osos, la tierra prometida.)
Todos mis amigos se encontraban sentados en las butacas que suponía eran VIP, mis padres ocupaban los lugares del centro, mi hermano y Nick se encontraban a sus laterales, Archie y mi tío Avery a los lados de Gian y Nick, Jacob estaba al lado de Avery, pero no había señal de Álex, lo que realmente me preocupaba.
—¿Dónde está Álex?
—Oh, veras, querida—murmuró Alexei—. Se pone al día con su hermanito mayor... no lo ha visto desde hace años...
—¿Qué?
—Ya verás—murmuró con una sonrisa sádica—. Bien... será mejor que se pongan cómodos, la función está por comenzar...
—No te atrevas a tocar a nadie—gruñí.
—Oh, no—murmuró—. Tengo prohibido divertirme con cualquiera de nuestro honorable público, pero no prometo mucho con el entretenimiento, será de primera calidad y mi señor se asegurará de que lo disfruten...
—Tocas a alguien de mi familia y me aseguraré de matarte....
—Suerte con eso—murmuró con sorna—. Hablando del rey... haced reverencia, vuestro rey ha llegado...
Alexei colocó un celular frente a mí, mientras a mis espaldas podía sentir el reflejo de la pantalla, seguramente proyectando lo que Magnus quería que viéramos. Al ver la pantalla, sentí temor al ver en un espacio, a mi hermano y a Marlen de rodillas; en otro, una cámara que apuntaba lo que sabía era la bodega de alimentos, podía distinguir los rostros llenos de pánico de la mayoría de mi ejército, pero lo que hizo que mi corazón se rompiera en mil pedazos, fue ver el rostro de todos mis amigos y mis tíos, incluso Isabella, Mimi, Lui y Liz se encontraban ahí.
—Benvenuti nel vostro regno, Vostra Maestà—murmuró Schiavone, con su maldito acento italiano acariciando sus asquerosos labios—. ¿Cómo está mi reina? Espero te estén tratando de maravilla, yo mismo pedí tu asiento, considerando lo que te gusta someterte al bastardo de Conall.
—Sei un cadavere ambulante.
Mi contestación pareció llamarle la atención, sonrió con sorna, asegurándose de decirme con la mirada el error que habia cometido, sentí miedo y terror, cuando volvió a enfocar a Hunt y Marlen. Ambos estaban en la plaza principal, de rodillas, completamente vulnerables.
Mi hermano tenía marcas de golpes y tortura por todas partes, mi mejor amiga parecía haber sido arrastrada, el pánico me invadía a niveles cósmicos, el temor se encendía en mi ser, pero no era tan rápido como la rabia y la ira que se acumulaba en mi corazón.
—Suéltalos—gruñí—. Ya me tienes a mí, deja a mi familia en paz.
—¿Sabes que es lo que más me enamoro de ti, pequeña pajarito? —preguntó —. Qué estas dispuesta a sacrificarte por toda tu maldita familia, una familia que no ha hecho más que darte la espalda todo el tiempo... si me hubieses elegido, tendrías el mundo a tus pies... aun te daré el mundo a tus pies, pero esta vez me asegurare que no tengas nada por lo que luchar, haré que te rindas a mis pies.
—Ellos no tienen nada que ver—rugí—. Suéltalos... por favor y te prometo que estaré contigo el resto de nuestros días...
—Esa oferta terminó hace tiempo, ptichka—murmuró—. Te di la oportunidad de entregarte a mí, de juntos gobernar como los invencibles, tú estás en un mundo diferente al que perteneces... la mafia es tu hogar, lo vi en tus ojos cuando disfrutaste matando a mi gente... te entregué mi reino y solo me pisoteaste.
—Suéltalos—murmuré—. Te lo ruego, Magnus... suéltalos y te juro que después me iré contigo... no les hagas daño...
—Hace dos años habría creído tu patética actuación—murmuró con una sonrisa sádica —. Ahora no... sé que me engañaras y después te largaras en tu primera oportunidad, así que no... pajarito... no vas a volverte a escapar de mis garras y me aseguraré de eliminar todo por lo que puedes luchar.
—No—murmuré.
—Empecemos por tu hermanito—murmuró con una sonrisa sádica.
—No te atrevas a tocar a mi hijo—gruñó mi padre.
—Oh, gran ministro—murmuró burlón —. Me habia olvidado que también son invitados estelares de este gran show... creo que debieron enseñar a su hijita a ser menos arrogante y más sumisa, nada de esto estaría pasando si ella hubiera dejado de pelear hace dos años...
—Escúchame, jamás dejaré de pelear—gruñí—. Jamás dejaré de luchar, hasta en mi último respiro lucharé contra ti y te mataré...
—Eso me habría asustado en el pasado, mi ptichka, ¿Ahora? No lo creo... te rendirás a mis pies cuando no te quedé nada por lo que luchar, porque voy a matar a cada maldita persona que tenga tu atención y esta vez, no estoy solo...
Antes de que pudiera contestarle, el maldito hijo de puta le planto una fuerte parada en el abdomen a mi hermano, haciendo que Hunt se retorciera en el suelo. Quería soltarme de las malditas cadenas que oprimían mis manos, pero sabía que era completamente inútil, estaba indefensa y rodeada de tantos bastardos que era imposible escapar.
Sabía que eso no era lo que me detenía, nunca me habia detenido la cantidad de enemigos con los que tuviera que pelear, luchaba con uñas y dientes de ser necesario, pero en ese momento no estaba sola, no solo debía salvarme a mí y era completamente consciente de que cualquier paso en falso podía hacer que Magnus diera la orden de matar a toda mi familia.
—Suéltalo—supliqué al ver que un hombre se acercaba a Magnus con una especie de talado con una punta de púas—. Por favor... no le hagas daño.
Mis ojos se inundaron de lágrimas cuando Magnus tomó el taladro, sentí repulsión y un amargo sabor en mi boca, conocía ese instrumento de tortura, desgarraba la piel hasta llegar a los huesos. Magnus miró a la cámara, sabiendo que yo estaba mirando del otro lado, encendió el taladro y los gritos de mi hermano me obligaron a cerrar los ojos.
—¡Abre los ojos, Keylani! Mira lo que provocaste, el maldito dolor de cada uno de los tuyos es por tu culpa, tu maldita culpa...
Magnus tomó la mano de Hunt, cortando todo su antebrazo. Los gritos de mi hermano eran desgarradores, mi corazón dolía como la mierda, sentía que todo mi mundo se caía a pedacitos, porque sabía que su maldita amenaza no sólo se quedaba ahí. Magnus se aseguraría de causarme tanto dolor que me postraría a sus pies.
—Suéltalo—murmuré—. Suéltalo, te lo suplico... por favor... no le hagas más daño...
—Demasiado tarde, pequeña ptichka.
Miré con horror, como enterraba un cuchillo en el abdomen de Hunt, logrando que mi hermano cayera sobre sus antebrazos, desangrándose por toda la tortura que ese bastardo le estaba dando. Mis ojos se llenaron de lágrimas sin ser capaz de contenerse dentro de mis ojos, me dolía como la mierda, era un dolor tan profundo e hiriente que sentía que todo a mi alrededor se volvía gris.
—Hunt—sollozó mi madre—. Mi niño...
Sentí aún más dolor en mi pecho, Magnus tenía razón, eso era mi culpa. Debía haberme rendido a sus pies desde la primera vez, debí obligarme a dejar de pelear... todos pagaban mis malditas decisiones, todos morirían por culpa mía.
—Dejaré que se desangre—murmuró con sadismo—, se ahogará en su propia sangre y morirá al final del día, y quiero que lo veas, Keylani... porque todo esto es tu culpa, debiste rendirte a mi... debiste aceptar ser mía desde hace tanto tiempo...
—Hermano—susurré.
Magnus mostró su horrible cara en la pantalla, sonriendo como el maldito psicópata que era, queria gritarle, hacerlo sufrir de maneras cósmicas, pero sabía que no podía hacerlo si mi familia estaba en juego, a mi podía hacerme lo que se le ocurriera, pero si tocaba a mi familia, eso me volvía completamente vulnerable.
—¿Por qué no saludas a la cámara, cariño? —preguntó con sorna.
El rostro malherido de Marlen apareció en la pantalla, un enorme dolor en mi corazón me embriago, ese bastardo sabía en que punto darme, sabía mi mayor vulnerabilidad y lo desdichada que me sentiría si veía morir a mi casi hermana, la mujer con la que me había criado, la chica con la que habia compartido mi vida.
—No le hagas daño, bastardo... ella está embarazada...
—Oh, si—murmuró—. Puedo notarlo, querida... apuesto que tú te viste más hermosa con una pancita de embarazada... creo que tendremos que ponernos a trabajar, no puedo esperar a tener a mi ptichka con una barriguita así, seguro te veías hermosa.
Magnus acercó un cuchillo al vientre de mi mejor amiga y el mundo se me cayó a pedazos, levanté un poco la mirada y vi el Shock en el rostro de mi tío y de Jacob, todos sabíamos de lo que ese bastardo era capaz.
—Lastima que este bebé nunca conocerá a su hermosa tía... Debiste quedarte en casa, querida, no tratar de descubrir el único secreto que debe permanecer oculto...
Un alarido de dolor salió de los labios de mi mejor amiga, pude ver el dolor cubriendo su mirada, el terror y la ira, los ojos de Marlen se llenaron de lágrimas y no pude evitar sentir que mi corazón se partía en mil pedazos, cuando Magnus mostró la daga cubierta de sangre.
Un gemido lastimero salió de los labios de Jacob, queria asesinar a ese bastardo, queria hacerlo sufrir tanto que no tuviese ganas de volver a ponerse de pie, queria venganza y se la daría, no le permitiría que volviera a tocar a mi familia.
—Suéltala—susurré.
—No, ptichka... debes hacerte responsable de tus decisiones y esta es una consecuencia—murmuró—. Ella muere por tu culpa.
Miré como volvía a enterrar la daga en el vientre de mi mejor amiga, seguramente acabando con la pequeña vida que llevaba en su interior. Me sentí culpable, era mi maldita culpa que todo eso estuviese ocurriendo. Yo era quien merecía la muerte, no ellos.
—Señor... llegaron—escuché que un hombre le decía a Magnus.
—Maldito bastardo traidor—gruñó—. Lo siento, mi ptichka... creo que la función debe terminar ahora...
Sin el mínimo remordimiento, vi el cañón de un arma apuntar a mi mejor amiga. Sentí dolor en mi corazón y los gritos de súplica de Mar se vieron opacados por la detonación del arma.
Mi corazón se detuvo, mi respiración también. Todo se volvió completamente negro, todo el dolor y la culpa de concentro en mi corazón, yo era la maldita culpable de que mi casi hermana y su bebé estuviesen muertos, si tan solo hubiera dejado de luchar, si me hubiese rendido a los pies de Magnus... toda mi familia estaría a salvo.
La señal se cortó, lo único que se reproducía en mi cabeza era el cuerpo de mi mejor amiga, sus ojos sin vida, su vientre acuchillado. Sentía un profundo dolor en mi corazón, tantas risas, tantos juegos cuando éramos niñas, tantos consejos, tantos recuerdos... todo habia terminado, todo por mi maldita culpa.
—Es mi culpa...
Susurré para mí misma, sabía que Hunt para ese momento también debía estar sin vida, Magnus no dejaría a ningún sobreviviente.
Mi cerebro se desconectó de la realidad, mi mente divagaba en todo lo que habia ocurrido, nisiquiera eran pensamientos coherentes, saltaba de un lado a otro, con recuerdos e imaginación de lo que podía haber sido si me hubiese entregado a Magnus. Todo era una completa mierda, porque estaba segura de que la muerte de mi hermano y Marlen, solo era el comienzo de mi tortura.
—No fue tu culpa—escuché un susurro.
Levanté la mirada, enfocando los ojos llorosos de mi tío.
—No lo fue—afirmó Jacob.
—No fue culpa de ti ni de nadie de nosotros, es culpa del bastardo codicioso de Magnus Schiavone—murmuró mi madre —. No puedes dejarte caer ahora, pequeña... no puedes rendirte... te necesitamos fuerte...
—Eres Keylani Kim—murmuró mi padre—. La mujer que resurgió de las cenizas y siempre le ha dado patadas en las pelotas a los criminales... ese bastardo no es diferente... y no importa lo que pase, no dejes de luchar...
—Los va a matar...—sollocé.
—Lo hará—murmuró Nick—. Pero no podemos rendirnos, no puedes rendirte... debes continuar incluso si nos mata...
—Hazlo por Niall y Keyla—murmuró Archie—. Si nos matan, a ti será a la única que tendrán... debes luchar para seguir adelante...
—Eres la trilliza invencible, la que siempre nos protegió —murmuró Gian—. Debes hacerlo por todos nosotros, si nos matan... no puedes darte por vencida... no puedes hacerlo.
—Perdón—susurré—. Debí entregarme, debí...
—No—murmuró Archie—. Sabes que aunque te hubieses entregado ese bastardo nos habría matado, quiere que te rindas a sus pies y no lo harás hasta que te quedes sin motivos por los cuales luchar.
—No me rendiré—murmuré—. No lo haré.
Escuché un aplauso inundar todo el espacio de cine en el que nos encontrábamos. Levanté la mirada, encontrándome con un hombre pelinegro, de ojos azules y una sonrisa perversa, tenía una apariencia tan conocida, que si no fuese por su tono de voz, lo confundiría completamente.
—Que perfecta charla motivacional—se burló—. Aunque creo que no te será de utilidad...
El hombre bajo las escaleras, arrastrando a Álex con él, sentí un gran temor al ver el cuerpo golpeado de Álex, lo miré con temor, podía ver el dolor en su mirada y el pánico reflejado en su rostro.
—¿Álex? —pregunté—. ¿Estas bien?
—Por supuesto que está bien—murmuró el hombre sin dejar hablar a mi amigo—. Solo le di una cariñosa bienvenida a mi hermanito. No lo veía desde hace años, aunque debo decir que es realmente leal a ti, Keylani... nisiquiera a mi familia le es tan leal.
—Dorian—murmuré.
—Veo que Arniel te habló de mi—murmuró—. O quizás... no... eso arruinaría nuestra sorpresa, ¿Cierto, hermanito? —preguntó hacía Álex.
—Álex...
—Amárrenlo junto su "Famiglia"
Uno de los hombres se acercó a Álex, lo tomo por los hombros y lo obligo a caminar a su lado hasta llegar a donde se encontraban todos amarrados, miré con temor como lo amarraban también a él, cortándole la circulación de sus manos, estaba herido.
No supe si pasaron minutos u horas, ninguno de nosotros dijo una sola palabra, sabíamos que estábamos siendo escuchados, así que planear un escape no era lo más seguro, todos sabíamos que sería en vano y solo nos arriesgaríamos a terminar con una bala en la cabeza.
Los pasos pesados de alguien me hicieron levantar la cabeza, me fije en toda mi familia quienes se encontraban frente a mí, ninguno de nosotros podía siquiera pensar en dormir a pesar del cansancio que sentíamos, no era seguro estando en terreno enemigo, sin saber siquiera si alguien nos estaba buscando o no.
Miré los penetrantes ojos azules como el hielo de la Antártida que me observaban con curiosidad y obsesión, esos malditos ojos que se habían convertido en la mayor tortura de mi vida, por los que estaba en esa maldita situación y por los que me habia visto obligada a alejarme de mi familia dos años atrás.
El bastado de Schiavone bajo por los escalones, dejando a la vista su costoso traje blanco de tres piezas de diseñador, llevaba una corbata azul metálico y zapatos que costaban más que toda una ciudad. Su cabello estaba peinado hacia atrás y la maldita sonrisa arrogante que tanto odiaba se dibujaba en su rostro, seguramente satisfecho al verme tan malditamente humillada.
—Benvenuta mia regina—murmuró con una sonrisa felina—. Mi sei mancata tanto, mia bella.
(Bienvenida reina mía. La he extrañado tanto, mi bella)
—Suéltalos—murmuré—. Te juro por mi vida que si los sueltas, me iré contigo... no volveré a tratar de comunicarme con ellos...
—Como ya lo dije... es demasiado tarde, Ptichka—murmuró —. Ahora verás caer a cada uno de los que amas, esa es una consecuencia de no cumplir tus promesas, hace dos años me dijiste que estarías conmigo para siempre, fingiste tu muerte y después regresaste para encerrarme... ¿Crees que me tragué el cuento que le disté a Alexei y Lev? Por supuesto que no, tesoro... no soy tan idiota, sé que tu lealtad nunca estuvo conmigo...
—Por favor...—susurré.
—Pero ahora, tendré que obligarte a amarme, porque cuando te quedes sola en el mundo, cuando no te quede absolutamente nada por lo cual luchar, te vas a postrar a mis pies y te aseguro, que pondré al mundo de rodillas por ti... Debiste haber cedido cuando te di la oportunidad, pero en lugar de eso, me traicionaste, jugaste con el corazón que te entregué y despreciaste mi reino, el reino que puse a tus pies...
—No les hagas daño...
—Demasiado tarde, mi ptichka—murmuró—. Ahora es momento de que yo cumpla mis promesas... quizás... deberíamos comenzar a medir el nivel de dolor que soporta tu familia...
—No—susurré—. Hazme lo que quieras, pero no los toques...
—Eso es lo que me enamoro más de ti, Ptichka—murmuró—. Tu maldita bondad, tu corazón lleno de luz y las alas preciosas que siempre protegen a quienes amas. Por meses me pregunté ¿Por qué no puedes amarme a mí?, cuando descubrí que era porque para ti, yo solo era un juego... no pude evitar querer arrancarte esos sentimientos, si no son míos, no pueden ser de nadie...
—Por favor... por favor, no les hagas daño...
—Mi pequeña ptichka—murmuró acariciando mi mejilla—. Cuando termine con todos ellos, voy a follarte, tan duro que lo único que vas a poder decir es lo rico que vas a sentir—susurró sobre mi oído, lamiendo desde mis clavículas hasta mis labios—. Me encanta el sabor de tu piel, sabes diferente cuando estas asustada, tan malditamente deliciosa...
—P...Por favor...—susurré.
—Voy a matarlos frente a ti, pequeña... así aprenderás que conmigo no debes jugar... no debes tentar al diablo si no estas dispuesta a sus juegos... primero, mataré a cada una de las personas a las que amas... cuando no te quede nada, voy a follarte sobre la sangre de todos y después... después iremos por nuestro hijo... y los tres nos iremos a casa, nuestra verdadera casa.
—No... —susurré llena de miedo—. No les hagas daño...
—Pero primero—murmuró sacando algo de su pantalón, pude ver que era mi celular—. No podemos iniciar la fiesta sin el invitado estelar ¿Cierto?
—No—susurré—. A él no...
—Él es invitado estelar, pequeña—murmuró—. Una fiesta no inicia hasta que el anfitrión llega... ¿Sabes? A él no lo mataré... primero haré que vea lo mucho que disfrutas estando conmigo. ¿Qué dices? ¿Lo llamamos?
—Magnus... por favor...
—Si, llamémoslo y hagámosle la invitación—murmuró ignorando mi suplica—. Quiero que sientas mi sabor mientras le llamamos a ese estúpido que se hace llamar tu novio.
Magnus, tomó una venda que nisiquiera me habia dado cuenta colgaba de su pulcro traje blanco y lo amarró en mi boca, haciéndome sentir el desagradable sabor de algo salado, sentí asco al reconocer sus palabras, las ganas de vomitar me invadieron, pero no era muy listo ahogarme con mi propio vomito.
Colocó el teléfono frente a mí, dándome una sádica sonrisa. Los tonos del celular aumentaban mi miedo y solo rogaba a los Dioses una cosa.
<<Por favor, mi amor, no contestes>>
Conall contestó la llamada. Solté una lagrima, cuando pude ver su rostro lleno de preocupación, no pude evitar que el dolor en mi pecho aumentara, Conall tenía los ojos enfurecidos, llenos de lágrimas y también podía ver a mi suegro, quien parecía querer controlar a su hijo, pero al mismo tiempo, tenía la furia en sus ojos.
—Suéltala—ordenó con voz cargada de odio—. Aleja tu asquerosa presencia de mi mujer...
—Vaya, me ofendes, hermano—murmuró con una sonrisa sádica, sonriendo hacía mi—, creí que te gustaba compartir... al menos eso fue lo último que supe...
—Vete a la mierda, Schiavone—gruñó Conall, por su mirada estaba segura de que su mente planeaba cientos de formas para asesinarlo—. Suelta a mi mujer de una puta vez.
—Déjame pensarlo... no—murmuró con una sonrisa sádica, mientras uno de sus dedos trazaba una línea en la costura de mi braga.
Magnus sacó la lengua de su boca, dándome una lamida por mi cuerpo, no era una sensación agradable, lo único que provocaba eran más ganas de vomitar, las arcadas me invadieron, pero me tragué el asco.
—Si la vuelves a tocar, te juro qué te voy a matar, no tientes tu puta suerte—gruñó Conall con furia, juraba que sus ojos grises se habían convertido en dos bolas de fuego.
—Sabes delicioso, ptichka—murmuró, ignorando a mi hombre—. Extrañaba tu sabor...
—¡Suéltala! Hijo de puta, es la última advertencia—gruñó.
—No creo que llegues para impedir que nos divirtamos—murmuró—. Escuché que le gusta el sexo duro... y yo que la trate como una princesa nuestra primera vez... creo que ahora se cómo tratar a mi mujer.
—No te atrevas a tocarla—ordenó Conall con furia.
—Te doy dos horas, Conall—murmuró Schiavone con una perversa sonrisa—. Dos horas para que la encuentres... por los viejos tiempos... después de eso... si no has llegado... voy a llamarte y te obligaré a ver cómo nos divertimos, estoy completamente seguro de que si ella no quiere cooperar, puedo darle una ayudadita...
El temor me invadió, sabía lo que significaban esas palabras, me inyectaría la maldita sustancia que me habia hecho adicta, esa mierda que me habia hecho sufrir tanto y perder tanto, por esa asquerosidad jamás podría concebir bebés y estaría encadenada de por vida a los hospitales, los efectos a mi salud crecerían con los años.
—No te atrevas a ponerle nada—advirtió Conall—. No la toques... porque cuando te vea, te haré sufrir...
—No creo—murmuró con sadismo, mi padre hizo un sonido y fue cuando pude darme cuenta de que les habían vendado la boca como a mí. Magnus sonrió y giró la mirada hacia mi padre. — Oh... por cierto... tus suegros te mandan saludos, ellos verán como su hija grita como una zorrita mientras me la follo—aseguró con sorna—. Oh, así como tú te la follas, como si fuera una maldita puta.
—Vuelve a insultarla y voy a hacer que te tragues tu puta polla—gruñó.
—Claro—murmuró con sorna—. Un saludo a su otro yerno, suegritos...
Magnus giró la cámara hacia mis padres y dibujo una sonrisa, seguramente admirando la desesperación en sus rostros y alimentándose de su temor, todos teníamos miedo, sabíamos que nuestro ejército habia sido eliminado y posiblemente los únicos que luchaban eran Mi novio y su padre.
—Quiero verla—ordenó Conall.
—Por supuesto—aseguró—. Estoy seguro de que ella también quiere verte... no paro de gemir tu maldito nombre mientras regresaba a su consciencia...
—Si la tocaste...
—Solo un jueguito—murmuró con sorna, provocando a Conall, sabiendo perfectamente que no me habia tocado—. Ptichka... Alguien quiere verte.
Cerré los ojos por miedo, no queria volver a ver su rostro lleno de preocupación. Pero, otra parte de mí, queria grabar cada uno de los detalles de su rostro, sus preciosos ojos grises como el acero y sus perfectos labios que me encantaba besar.
<<No vengas, por favor, no vengas>>
Traté de decir, sin embargo, la venda que cubría mis labios me impedía decir cualquier palabra.
—Déjala hablar—gruñó con la furia pintándose en su mirada.
—Solo porque estoy seguro de que esta es la última vez que se van a decir palabras—murmuró Magnus—. Después, la haré olvidarte...
Sentí unas segundas manos y me quitaron la venda. La mirada de Conall se suavizo, de esa manera que me era adictiva, cada vez que me hablaba o me veía, su mirada se suavizaba y podía ver su alma completamente descubierta, me dejaba amar al hombre cariñoso, pero también al demonio que estaba dispuesto a congelar el infierno y freír el cielo.
—Conall—susurré, sintiendo una lágrima correr por mi mejilla—. Joder... no...no vengas...
<<Por favor hazme caso, no vengas... >>
—Deberías hacerle caso—murmuró Magnus—. Ella sabe por qué te lo dice...
—Muñequita—murmuró con temor—. Estoy en camino, te prometo que pronto te rescataré.
—No—murmuré.
Pero al levantar la mirada y ver a mi suegro, pude leer en sus labios <<Tenemos un ejército>>, el alma se me llenó de nuevo, habia una oportunidad de salir con vida y no la desperdiciaría, no me importaba si yo moría, pero no dejaría que ese bastardo tocara a mi familia.
<<Joder, Keylani... piensa>>
— ¿R...Recuerdas nuestra primer misión? F...fuimos al cine... y... y tú... me dijiste que tu película favorita era tierra de osos... m...me enamore de ti desde ese instante... —murmuré, esperando que me entendiera.
Sus ojos me miraron con confusión en un principio, pero su mirada cambio, seguramente sabiendo que le habia dado una pista, algo que lo llevaría a donde nos tenían.
—Muñequita—murmuró—. Te hice una promesa... y tú, Schiavone... me aseguraré de causarte tanto dolor que desearas la puta muerte, a ella le prometí volver hielo el infierno y cenizas el cielo por protegerla, así que espero disfrutes tus últimos minutos de vida...
—Por supuesto, aunque dudo que logres encontrarnos—murmuró con sorna, sonriéndome con sadismo—. Mi ptichka y yo nos divertiremos mucho, si te comportas, quizás y te invitemos a nuestra boda... por cierto... quiero a mi hijo y tú eres el único que sabe dónde está.
—Y así seguirá—murmuró Conall—. Mi amor, voy por ti... solo resiste.
Schiavone aventó mi teléfono, causando un fuerte estruendo. Me dio una sonrisa sádica y el miedo me invadió, ese maldito hombre le haría daño a mi familia. Magnus, se alejó de mí y subió con velocidad las escaleras, dando órdenes para que todos se preparan para la llegada de Conall.
El miedo me embriagaba, sabía que habia cientos de formas en lo que eso podía salir muy mal, pero las palabras de mi hombre fueron como un bálsamo de curación, no me importaba si tenía que luchar con uñas y dientes, me aseguraría de proteger a mi familia.
Lucharía hasta el final, así muriera en el intento de protegerlos, no volvería a cometer el mismo error, si tenía que morir, lo haría. Pero, la esperanza de que mi familia podía seguir con vida y sobre todo, el hombre que amaba sería el motor que me impulsaría a pelear.
<<Los voy a proteger>>
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¿Qué les parecio?
¿Qué creen que ocurra?
Una disculpita por no haber subido los capítulos ayer, a los de la luz les dio por dejar a toda la jodida ciudad en oscuridad, pero ya estamos de regreso y aquí esta el segundo capítulo de nuestro maratón final. Espero les haya gustado <3 (Mini maratón, más bien)
Los quiero mucho Muñequitos ¿Estan listos para el siguiente capítulo?
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