Capítulo 92.
Encontrarla.
"Tan pronto como la realidad se rompe, tan pronto como estamos separados del mundo físico, las grietas comienzan a aparecer en nuestras mentes. Y a través de ellos se filtra la locura que siempre ha estado allí, fluyendo en tu cráneo como una pesadilla líquida"~. Alexander Gordon Smith.
Base IISMFCMO. Florencia, Italia. 00:30 hrs.
La vida siempre nos pone en situaciones que ponen a prueba todas nuestras barreras, nos enseña que debemos estar preparados para todo lo que nos ponga enfrente, porque hay veces en las que va a arrebatarnos absolutamente todo.
Siempre me habia gustado comparar a la vida con un espiral, giras y giras, avanzas pero siempre vuelves a pasar por un punto igual, un punto en el que las situaciones se repiten y sin darte cuenta, son más grandes y duras de lo que recordabas. Por eso me gustaba esa analogía, porque no habia nada que describiera mejor a la vida.
Mi padre siempre me decía que la vida era un ciclo, que se repite una y otra vez lo que ocurrió y aunque no existe nada igual, pasan situaciones parecidas que hacen sentirnos completamente aturdidos, porque creemos saber cómo resolverlas, sin embargo, nos topamos con la cruel realidad, en la que nada de eso es posible.
Quizás eso también es algo que mantiene interesante a la vida, repetir situaciones con diferentes parámetros de sufrimiento, alegría o dolor, pero siempre girando en un mismo eje, buscando encontrar la verdad de un todo en ese mágico giro que da la vida continuamente.
Sin embargo, así como mantiene interesante a la vida, así la llena de complejidades, porque pareciese que cada que se repite una de esas situaciones, se vuelve más dolorosa la forma de superarlo, por ejemplo, una obsesión no es capaz de borrarse pero si de volverse a encontrar y eso es lo que jode absolutamente todo.
Dicen que una de las cosas que más envenenan el alma y mata a personas inocentes es la obsesión, ningún tipo de obsesión te llevará a algo bueno, si tienes obsesión al trabajo quizás mueras por un derrame cerebral, si tienes obsesión por una persona, quizás te vuelvas loco hasta el punto de querer que sea solo tuya sin importar los medios para conseguir eso o que la persona en cuestión no esté de acuerdo en pertenecerte.
Una obsesión, combinada cruelmente con un infinito espiral, se vuelve mortal, algo impredecible y difícil de superar, como seres humanos nos volvemos completamente incapaces de poder avanzar si se nos presenta algo así, tratamos de hacerlo, pero es imposible que al librarse de una obsesión, se pueda seguir avanzando, confiando u amando.
Las obsesiones no sólo hieren el alma y dejan huellas imborrables, también torturan y matan a todo lo que tienen a su alrededor, nunca me habia obsesionado con mi muñequita, porque yo era consciente de que si ella me pedía separarnos y tomarnos un tiempo, yo estaba dispuesto a dejarla para que fuera feliz. Una obsesión no permite eso, porque la posesividad alcanza niveles inhumanos que matan todo lo que tiene vida o esperanza.
El problema de muchas personas es el típico error de confundir al amor con la obsesión, cuando todos somos completamente conscientes de que ninguna de las dos se relaciona de alguna mantera, como siempre lo habia dicho mi abuela y como yo mismo lo había comprobado en mi poca experiencia amorosa "Quien ama, cuida, protege y suelta"
Una cosa era creer que sin mi muñequita mi vida se acababa y una muy diferente a que realmente se sintiera así, porque aunque sabía que me dolería, estaba seguro de que mi acción primordial sería vengarla.
Me habia enamorado de una maravillosa mujer, una preciosa muñequita de ojos verdes que me hacía suspirar por el simple hecho de estar a mi lado, yo parecía una abeja y ella una perfecta colmena, yo tenía como trabajo rodearla todo el tiempo, ella era perfecta en cada sentido, no importaba si inflaba sus mejillas o hacia berrinches, ella era la mujer que me hacía suspirar como nunca nadie lo había hecho.
Por ella estaba completamente dispuesto a todo, ella era la mujer que podía hacer que destruyera el mundo y que también lo reconstruyera en minutos, mi muñequita era capaz de hacer que me convirtiera en un maldito monstruo capaz de volver cenizas todo el universo, pero también el hombre más cariñoso sobre el planeta tierra, ella era mi princesa, mi muñequita, mi gatita... mi mujer.
Ella sacaba lados de mí que nisiquiera yo conocía, ella era capaz de voltear mi mundo al revés y hacer que el demonio en mi interior se convirtiera en el ángel más precioso, de eso era capaz ella y me encantaba. Mi muñequita lo era todo para mí, realmente sabía que si ella volvía a faltarme, no habría nada en el mundo que me volviera a hacerme sentir vivo, pero viviría para vengarla.
Por ella si estaba dispuesto a crear una maldita guerra y eso es lo que planeaba en ese preciso instante.
No me importaba si tenía que luchar con dos clanes aliados, tampoco si tenía que luchar contra dos malditos psicópatas o si tenía que buscarla en la luna. Lo único que queria en ese momento era encontrarla, tomarla en brazos y llevarla a un lugar seguro.
No me importaban los medios o nada más, la encontraría y me aseguraría de asesinar a los malditos hijos de puta que se habían atrevido a tocar a mi princesa. El simple hecho de escuchar sus gritos, sus suplicas y los gritos para sus padres, tratando de protegerlos, era lo que me hacía hervir la sangre y eso no era nada bueno, considerando que ella era lo único que impedía que los demonios de mi interior salieran.
Me llené de ira, nisiquiera mi padre era capaz de sacarme de ese maldito transé, no solo se trataba de mi muñequita, eran tantas cosas que sentía que mi corazón se partía en mil pedazos y no tenía la menor idea de cómo tranquilizarme para no terminar matando a cada persona que se me pusiera enfrente.
Mi padre desplegó todas las tropas disponibles para la búsqueda de todos los rehenes, él sabía cómo tomar el control de las cosas sin involucrar sus emociones, mi padre siempre habia logrado hacer que todo a nuestro alrededor se sintiera calmado aunque tuviésemos una guerra encima, él siempre lograba hacer que todo fuese tranquilo.
Yo queria que cada maldita persona de los ejércitos buscara a mi muñequita, pero no era posible, los ministros habían dado una declaración y muchos habían decidido irse para tener oportunidades de sobrevivir en una guerra inminente, aunque en cualquier guerra era una obligación ser parte, en la IISMFCMO las cosas cambiaban, no obligaban a todos a participar.
La base más cercana al lugar donde habían secuestrado a mi muñequita era en Italia, donde también debíamos dar la fática noticia de que su general habia sido asesinado con un maldito bombardeo al estilo segunda guerra mundial, pero aunque sonase cruel, en ese momento no me importaba quienes habían muerto.
Mi padre me habia tranquilizado como si fuera un maldito niño, me habia sentado en la esquina de la oficina principal, donde también se encontraba el segundo candidato a ministro, Oliver. Pero parecía que ese maldito bastado no queria cooperar a pesar de que contra él habia sido el primer ataque.
Solo buscaba proteger a su familia de la guerra inminente, pero todos hacíamos lo mismo, éramos completamente conscientes de lo que estaba pasando y no importaba lo que hiciéramos, todos los miembros de alto rango estábamos involucrados en ese desastre, pero al parecer, él era el único que no entenderlo.
—No podemos comenzar con una búsqueda, no se han cumplido las 48 horas que son debidas y debe de cumplirse el reglamento del CMI, no podemos romperlo y...
—Claro que podemos—murmuró mi padre, callando a Oliver—. No estamos hablando de soldados más, estamos frente a la desaparición de los ministros del CMI y de la IISMFCMO, además del equipo Alpha, este fue un atentado planeado y todos sabemos que en este tipo de situaciones la búsqueda tiene prioridad.
—No cuando los ministros declararon una guerra a los capos más peligrosos que han pisado la tierra—murmuró—. No podemos arriesgar desplegando más tropas de las que Bausili y usted desplegaron, el ejército Gamma retira su ayuda.
Llegué a mi limite.
No podía mantenerme quieto cuando un estúpido bastardo no solo no queria participar en la búsqueda de los grandes jerarcas, sino que se estaba comportando como un idiota, queriendo seguir los protocolos de búsqueda que eran más anticuados que la mierda.
—Usted sí que es hijo de puta—gruñí.
El hombre se giró en mi dirección, no creyendo las palabras que le habia dicho, a ese punto me valía una mierda si comenzaba una guerra entre ejércitos, ya estábamos jodidos de cualquier forma, una más no era la gran cosa, podíamos superarlo.
—¿Disculpe?
—Qué usted si es un hijo de puta ¿Esta sordo o pendejo? —respondí.
Me levanté del tonto asiento en donde mi padre me habia obligado a sentarme para no asesinar a la bola de ineptos que habia en la base de Italia. Mi padre se puso de pie, tratando de darme una mirada retadora para que regresara a mi asiento y controlara a mis demonios, pero ya habia sido suficiente para mí.
No me sentaría en una esquina como niño bueno mientras todos se aseguraban de hacer un maldito cagadero, no ayudaban y tampoco dejaban hacer, eso era lo que más me frustraba, mi muñequita estaba en peligro, Mike y Berto no reportaban lo que estaba ocurriendo en la base Alpha o como mierda Schiavone había logrado escapar, Hunt no daba señales de vida y parecía que estábamos completamente solos en esa maldita guerra.
—Coronel, si no quiere que...
—Métase su puto castigo disciplinario por el culo. Mi mujer está en peligro, los grandes jerarcas estan con ellos y no me voy a quedar a ver como un estúpido con aires de grandeza quiere impedir que comience una búsqueda, no me quedaré de brazos cruzados.
—Coronel... no tiene permitido...
—¿Y si fuera su mujer? —rugí—. ¿Qué haría si su mujer fuese quien esta secuestrada? ¿O que sepa que su bebé está en peligro?
—Seguiría los protocolos y...
—No sea un puto mentiroso—gruñí—. No haría eso, no le importaría una mierda violar protocolos, porque ama a su mujer.
—Hijo...
—No, padre—gruñí—. Si ustedes no quieren ser útiles, de acuerdo, pero nadie tiene el derecho de prohibir que se comience una búsqueda... los ministros me dieron la autoridad de un general antes de ser atacados, así que el ejército Alpha puede, con o sin ustedes—dije con firmeza.
Sabía que estaba jugando a una ruleta rusa, pero en esos momentos me valía una mierda todo, lo único que queria era encontrar a mi muñequita y asegurarme de que de encontrar en perfectas condiciones, porque si ellos le tocaban un solo cabello, me aseguraría de hacerles tanto daño que fuese imposible que se levantaran.
—Queda suspendido...
Nisiquiera deje que mi padre terminara de decir las palabras, me acerqué a él como un rayo, lo tome de la solapas de su uniforme y me encaré a él, sí, sabía que no era su culpa lo que estaba ocurriendo, pero en ese momento, todos tenían la culpa de lo que estaba pasando, no me importaba si mi padre solo estaba haciendo lo que consideraba mejor para que no asesinara a nadie, lo único que queria era encontrar a mi muñequita y protegerla de toda la mierda que estaba desatándose.
—Bien, sabes que me vale una mierda ser suspendido, voy a buscar a mi mujer y grábate bien una cosa, padre. Después de eso, nisiquiera se te ocurra volver a llamarme hijo, porque para mí vas a dejar de existir—gruñí.
Pude ver el dolor en su mirada y sabía que me habia pasado con las palabras, pero no me importaba nada más, solo queria encontrar a la luz de mi vida, lo único que me importaba en ese momento era comenzar con la búsqueda de mi muñequita y tenerla en mis brazos lo más pronto posible. Él sabía ese sentimiento y aunque me dolía ver esa mirada, mi padre no me dejaría solo.
—La búsqueda se comienza ahora—gruñó—. Y no vuelvas a amenazarme con desconocerme, porque no voy a dejar que lo hagas, maldito tonto—murmuró.
—Lo está chantajeando y...
—Como viceministro del CMI, doy la orden de que se comience con la búsqueda de los rehenes y todos los ejércitos tienen la orden de buscar al maldito hijo de puta de Lombardi y Schiavone—ordenó mi padre.
—Pero...
—Di una orden—gruñó mi padre sin siquiera mirar al hombre—. No quiero tener que levantarle un castigo a usted.
El hombre, como toro embravecido, bufó y salió de la oficina principal, dejando un camino de llamas detrás de él. Miré a mi padre, arrepintiéndome un poco de mis palabras, jamás lo desconocería como mi padre, siempre creí que habia estado solo, saber que él era mi padre era lo mejor que me habia pasado.
—Padre...
—No vuelvas a decir lo que dijiste—sentenció—. Ya estuve treinta malditos años sin poder verte como mi hijo, no vuelvas a amenazarme con eso...
—Querías dejarte llevar por ese idiota...
—Jamás—murmuró—. Pero tú estabas perdiendo el control y no puedo permitir que arriesgues tu vida o la de otros soldados por querer actuar rápido... pero ahora, tienes razón, necesitamos encontrarlos, ahí está mi nuera.
Asentí sin decir nada más.
Miré a mi padre un par de minutos, realmente sintiéndome como un hijo de puta sin sentimientos que habia herido de la peor forma al hombre que siempre me habia demostrado que tenía su apoyo. Mi padre me regreso la mirada, diciéndome sin una sola palabra que sin importar absolutamente nada, él siempre estaría de mi lado y se aseguraría de hacerme feliz.
La puerta se abrió, dejando paso a uno de los soldados de la base de Italia, no tenía ni la menor idea de donde mierda estaba Arniel, pero era seguro que estaba revolcándose en su supuesta mujer. Sonaba cruel, pero nisiquiera me importaba donde o que estuviera haciendo, no merecía la pena decirle que mi muñequita estaba desaparecida, no cuando él se habia encargado de pisotear su corazón.
—Señores, Capitán Dexter a su servicio—murmuró el capitán con un saludo militar—. Encontramos esta información, nos solicitó la búsqueda de perfiles que puedan coincidir con el perfil que usted investigo.
—¿Un nombre?
—Si—murmuró en respuesta—. Pero no estamos completamente seguros, no tiene cuentas de banco, jamás ha hecho una transferencia y no tiene nada de información que pueda llevarnos a siquiera saber que tuvo una vida después de la muerte de su padre, pudo cambiar de nombre o cualquier cosa...
—¿Qué información encontró, soldado?
—Massimo Lombardi—murmuró—. Ese es el nombre con el que fue bautizado en Florencia, efectivamente, sus datos estaban encriptados en el orfanato, pero parece que alguien logro desencriptarlos, lo que creemos nos lleva a nuestro general, quizás descubrió la identidad de Lombardi y lo mataron.
—Massimo Lombardi—repentí—. Padre, ordena la captura inmediata de Massimo Lombardi, no importa si no conocemos su rostro, pero esa cucaracha tiene que salir.
—Lo haré—aseguró mi padre—. Quiero a todas las tropas de este ejército, buscando el paradero de Lombardi y envíen a un equipo a la Gran Ciudad para que nos informe la situación, nadie de la Base Alpha contesta.
—Si, señor—murmuró el hombre.
El capitán salió de la oficina, dejándonos nuevamente a mi padre y a mí, con cientos de preguntas que no podíamos ordenar en nuestras cabezas, era claro que habíamos encontrado por lo menos una pista de tantas, pero nisiquiera sabíamos si nos sería útil en ese punto.
No teníamos ni siquiera un plan de ataque, no sabíamos si ellos estaban vulnerables o si los tenían simplemente como rehenes, aunque procesando las cosas quizás a ellos eran los que querían, no querían nada a cambio, todo mundo sabía que si la mafia asesinaba a los grandes ministros, todo el poder de los ejércitos se vería comprometido y mi muñequita, también jugaba un gran papel en todo eso.
No importaba si era Lombardi o Schiavone, ambos sabían que mi mujer tenía el poder de Dios con una sola mirada, aunque sólo teníamos algunas suposiciones de que Lombardi también se había obsesionado con ella, era claro que no era normal que la quisiera con tanta ímpetu. Todo eso sólo podía significar que él también estaba obsesionado con ella y si era así, todos sabíamos que estábamos en desventaja, porque la usarían en nuestra contra sabiendo que no los dañaríamos y que tampoco la dañaríamos a ella.
Me detestaba a mí mismo por no haberme dado cuenta de que había algo extraño en todo, Schiavone había estado jugando todo el tiempo, claro que no se iba a quedar quieto cuando lograra escapar. Habían estado planificando su escape desde mucho tiempo atrás, ni siquiera sabíamos cómo lo habían logrado, tampoco teníamos a nadie que nos diera la información que necesitábamos. Pues parecía que a todos los que estaban en la Gran Ciudad, se los había tragado la tierra.
Pasaron un par de horas de completa incertidumbre, no era torpe con la tecnología, en realidad habia aprendido bastante de Archie, pero era completamente inútil tratando de usar sus trucos, solo habia logrado bloquear su sistema de rastreo imposible de inhabilitar y eso me jodía completamente. Mandaba a freír espárragos a cualquier idiota que se acercará a preguntarme estupideces, mi humor se estaba afectando horriblemente al no tener la menor idea de donde estaba mi muñequita y no escuchar su voz durante más de cuatro horas me estaba matando.
Solté un suspiro, dejando caer mi cabeza en el escritorio, mi padre se dedicaba a organizar las tropas en el campo y a tratar de resolver las cosas con el consejo del CMI, quienes al parecer no estaban de acuerdo con el inicio de la búsqueda de los ministros.
<<Claro, todos quieren a los Kim fuera, saben que son los únicos que impiden que la mafia o cualquier corrupción tome los ejércitos>>
—¡Señor! —gritó un teniente.
Abrió la puerta de golpe, causando un gran estruendo en toda la oficina.
Levanté la mirada e inmediatamente me puse de pie al ver al hombre malherido que se sostenía apenas de pie, parecía un maldito zombie. Tenía el rostro desfigurado y estaba seguro de que tenía por lo menos tres malditas costillas rotas, sus ojos verdes era lo único que me podía decir de quien se trataba, pero aparte de eso, parecía un sobreviviente de algún accidente nuclear.
—Hunt—susurré—. Trae a un maldito médico y llama al general Harrison—ordené.
El teniente dejó a Hunt en el sillón doble que habia en la oficina, mi cuñado parecía completamente en shock y no tenía la menor idea de cómo diablos habia llegado hasta ese lugar con heridas tan profundas, pero de cierta manera, agradecía al cielo de que estuviera ahí.
—¡Sí, señor! —dijo el hombre.
El soldado salió de la habitación a trompicones, nisiquiera podía procesar todo lo que estaba viendo, Hunt no parecía Hunt, parecía haber recibido la paliza de su vida y no estaba completamente seguro de que mierda le habia ocurrido, tampoco habíamos tenido noticias de los exploradores que habíamos enviado a la Gran Ciudad, pero lo que estaba completamente claro, era que Hunt sabía lo que habia ocurrido, pero no estaba en condiciones de hablar o de decir más de dos palabras.
Me apresuré a tomar uno de los botiquines que se encontraban en el escritorio, tenía conocimiento de primeros auxilios como cualquier otro soldado y un curso en cirugía general de guerra, pero no servía de absolutamente nada al ver todas las heridas que tenía mi cuñado, heridas que seguramente estaban provocándole hemorragias mortales.
Mojé uno de los algodones con bastante antiséptico, limpié las heridas de su torso y evité sus ojos, se encontraban completamente perdidos, nisiquiera parecían tener un poco de vida y eso me hacía sentir jodidamente deplorable.
<< ¿Cómo se supone que le daré la noticia a este hombre de que la mujer que ama murió mientras lloraba por él?>>
—¿Conall? —preguntó—. ¿Llegué a Italia?
Enarqué una ceja al mirar sus ojos con un poco de reconocimiento, era claro que se encontraba completamente perdido en un shock, por lo que era común tener pequeños lapsos de lucidez, donde se podía saber que era lo que estaba ocurriendo a su alrededor.
—Si—murmuré—. Estas en la base de Italia.
Me miró por un par de segundos con miedo total en su mirada.
—Recibí su último mensaje, vine lo más pronto posible—murmuró—. Tenemos que buscarlos, ahí está la última familia que nos queda...
Fruncí el ceño, no sabía si estaba teniendo alucinaciones o que era lo que le ocurría, pero en definitiva, esa no era la última familia que nos quedaba, no tenía idea de que mierda habia ocurrido, pero era claro que se encontraba completamente desorientado.
—No son nuestra última familia—murmuré.
Hunt me miró y pude ver tanto dolor en sus ojos que sentí temor.
—Son la única familia que nos queda—murmuró —. Todos estan muertos... todos...
El pánico me hizo tener miedo de lo que podía estar ocurriendo, lo que significaba eso y el miedo de imaginar que alguien le podía haber hecho daño a mi pequeño me embriago, pero sabía que no debía sacar conclusiones, no hasta que alguien atendiera a Hunt y lo sacara de ese bucle en el que se encontraba.
—Tranquilo—murmuré—. Estas confundido, ya viene un doctor y se encargara de revisarte.
—No... no me entiendes... todos estan muertos...
—Hunt...
—Sé lo que hablo—murmuró—. No estoy mentalmente inestable, tengo que decirte todo lo que paso, porque sé que puedo entrar en un estado aún peor...
—Bien... dime...
—Mi padre nos dio una orden a Berto, Mike, Bausili y a mí, debíamos trasladar a Schiavone a la base para que así, si atacaban Cage Iron Pentagon, no lograra escapar... pero... les dimos justo lo que querían... Nos interceptaron cuando estábamos a punto de llegar al primer filtro para entrar a la base... quisimos pelear pero... ellos tenían a Marlen...
—¿Marlen? Ella estaba en el bunker...
—No—murmuró—. Ella encontró algo, pero todas las redes de comunicación se perdieron completamente, así que tenía que informártelo y creyó que debía ir a la base para decírtelo... la atraparon antes... nos obligaron a dar la orden de que los dejáramos pasar...
—Hunt—murmuré al ver que la herida que tenía en su abdomen sangraba aún más.
—No—murmuró—. No puedo morir sin decirte todo...
—No vas a morir—gruñí.
—Lo sé, pero no podemos correr riesgos—murmuró—. Para que no dañaran a Marlen ni a su bebé, les concedimos el acceso, Magnus... él tomo todo el control de la base y... joder...
—Hunter, ¿Qué paso después?
—Nos encerró a todos en un solo lugar, descubrimos que no solo estábamos los militares, también estaban todas nuestras tías y tíos que no pertenecen a este mundo... luego... a mí me llevaron a otro lado, me dijeron que yo era más cercano a Key...
—¿La viste?
—Videollamada—murmuró—. La hicieron ver por videollamada sus actos atroces...
—¿Qué ocurrió?
—Magnus le dijo que esas eran las consecuencias de no haberse entregado... la obligo a ver como asesinaba a...
Su voz se quebró y el miedo me invadió.
—¿A quién? —pregunté.
—A... a ... Mar... él... él mató a Marlen, l...le encajo un cuchillo en el vientre y luego le lleno el pecho de disparos...
Sentí el terror inundarme completamente, le habían dado en el punto que más le dolía, le habían arrebatado a su casi hermana.
—¿Mar...murió...?
—Si—murmuró—. Pero, no fue todo... la obligaron a ver cómo me torturaban, me quemaron la piel, me hicieron cortes y me golpearon... Mike y Berto... ellos comandaron una rebelión de todos los rehenes, pero... fueron acribillados frente a mis ojos... todos murieron ahí...
—Hunt... puedes estar teniendo alucinaciones—murmuré, tratando de convencerme a mí mismo de que eso no podía ser cierto.
—No—murmuró—. Todo... todo fue real...
—¿Cómo escapaste?
—La distracción que ellos provocaron, me dio la fuerza suficiente para correr a la zona de aeronáutica, tomé uno de los jet y lo programe a la última ubicación que detecte de ti... creo que me dio un ataque... no lo sé... no recuerdo absolutamente nada después de eso...
—Hunt...
—Todos estan muertos, mataron a Marlen y a su bebé...
—¿Mi hijo?
—Schiavone dio la orden de que lo buscaran—murmuró con pena—. Yo...
—No es tu culpa—murmuré antes de que dijera las palabras, los trillizos Kim tenían la maña de acaparar la culpa de todo lo que pasaba a nuestro alrededor—. Tranquilo, ahora debemos de pensar en otras cosas, necesitamos comenzar con el rescate de los que quedan, no sabemos dónde puedan estar... desactivaron el chip de rastreo, el único que funciona es el que creo Archie, pero no tengo ni la menor idea de cómo activarlo...
—Yo...—murmuró—. Él... él me dijo cuál era el protocolo...
—Estas muy herido...—murmuré—. Ahora, debes concentrarte en sanar, nosotros nos encargamos...
A puerta de la oficina se abrió de golpe, dejando a la vista a mi padre junto con el doctor de la base, al ver a Hunt, su rostro se petrifico y estaba seguro de que se trataba por todos los signos de tortura que tenía su cuerpo. Su pecho a pesar de estar desnudo parecía tener heridas tan profundas que si no eran atendidas podían pasar cosas horribles.
—Dios—murmuró mi padre—. ¿Qué le paso?
—Schiavone—murmuré—. Lo torturó...
—Y mató a todos—afirmó Hunt, haciendo el esfuerzo para ponerse de pie.
—Nisiquiera lo intentes—gruñó mi padre—. Quédate en donde estas, no quiero que te lastimes más de lo que ya estas...
—Pero... mi familia...
—Nos encargaremos de recuperarlos—murmuró mi padre con seguridad—. ¿Puede encargarse, doctor?
—Si, señor—murmuró el doctor, viendo a Hunt—. Realizare todos los estudios pertinentes y si es necesario, lo ingresaré a cirugía, no tengo idea de cuál es el grado de los daños...
—Estoy bien—murmuró Hunt—. Luce peor de lo que es...
—Eso es una completa mentira—murmuró mi padre—. Deja de ser terco, por supuesto que no es menos de lo que parece...
Un par de soldados entraron con una camilla a la habitación, ayudé a mi cuñado a subir y lo aliste para que pudiese ser llevado a la clínica de la base, era claro que las heridas que tenían no sanarían por si solas, quizás se habían sellado por el tiempo de sangrado, pero si no era atendido, moriría.
—¿Alguien puede llamar a América? —preguntó—. Quiero decirle sin miedo lo mucho que la amo...
Sentí como si un maldito bate me golpeara con una fuerza inhumana, sus ojos llenos de ilusión me crearon un vacío en el pecho, no podía nisiquiera pronunciar las palabras correctas y tampoco queria hacerlo, no podía permitir que ese hombre supiera la muerte de la mujer que amaba, en definitiva eso sería controversial para su recuperación.
—Ella...
—La enviamos a Croacia—murmuré—. Esta con el equipo de reconocimiento, estan buscando pistas...
—Oh—murmuró con una pequeña sonrisa en su malherido rostro—. Cuando regrese... por favor... díganle que estoy aquí... no pienso perder más el tiempo en pedirle que sea mi esposa...
<<Maldita sea, ¿Cómo carajos podre decirle la verdad?>>
Mi padre me dio una mirada llena de tristeza y dolor, entendía que quizás estaba reviviendo lo que le habia ocurrido a mi madre. Solté un pequeño suspiro cuando Hunt fue llevado por los soldados y el doctor afuera de la oficina, no tenía ni la menor idea de cómo le diría lo que le habia ocurrido a América, incluso a mí me costaba procesarlo.
—Conall... ¿A qué se refiere con que todos murieron?
—No sé si sea real o solo tuvo alucinaciones por la tortura—murmuré—. Pero él afirma que Magnus, llevó incluso a las esposas de los generales y en sí, a todos los que tienen alguna relación con Keylani... los encerró en una bodega y mientras tanto, a él y a Marlen los llevaron al patio principal... mataron a Marlen y a su bebé, papá...
—Oh, Jesús—murmuró —. Ese bastardo hijo de puta—gruñó.
—Con mayor razón, debemos doblar los esfuerzos para la búsqueda, no podemos arriesgarnos a que maten a más personas... si es cierto lo que Hunt dijo... mataron a todos en la base Alpha...
—Esperemos a que el equipo de reconocimiento regrese, así pueden darnos total información.
Asentí.
Aunque no quería admitirlo me sentía completamente perdido, no podía ni siquiera imaginar el hecho de que todo mundo estuviese muerto, todas las personas con las que habían luchado los últimos años habían perdido la vida. Trataba de convencerme una y otra vez, de qué quizás mi cuñado era el único que había recibido daño y de cierta forma había sufrido alucinaciones, pero también conocía al bastardo que estaba detrás de todo eso, no se tentaba el corazón y era un maldito sádico psicótico.
Traté de concentrar toda mi energía en la búsqueda del segundo bastardo, aunque a ciencia cierta no teníamos idea de si realmente estaban creando un complot entre las dos mafias más poderosas del momento, no podíamos bajar la guardia creyendo que un hombre que se había ocultado en las sombras durante más de 25 años no podía aparecer de repente.
—Hijo—murmuró mi padre, sacándome de mi análisis—. Hunt esta estable... lo sedaron durante unas horas para que se recupere más rápido, Quizás más adelante tengamos que hacer algo para tranquilizar las cosas, tarde o temprano tendremos que decirle a la noticia de que la mujer que ama murió.
Miré el reloj, notando que solo habia pasado una hora desde la llegada de mi cuñado.
—No puedo ni siquiera pensar en decirle esa noticia, se lo que se siente perder a quien más amas.... y por desgracia para ella no existe el renacer como un fénix...
—No—murmuró mi padre—. Yo puedo decírselo... quizás puedo tener un poco más de empatía y tacto, yo también perdí a tu madre...
Levanté la mirada de las hojas que estaba revisando para ver a mi padre, sentí un pequeño dolor en mi pecho y no pude evitar abrir la boca para hacer una pregunta.
—Papá—murmuré—. ¿Nunca me culpaste? ¿Por haber asesinado a mamá?
—Oh, Dios—murmuró—. Nisiquiera pienses esa estupidez—gruñó—. Tú no asesinaste a tu madre, ella no habría sobrevivido, yo no tome una decisión ante los médicos, ellos fueron los que me dijeron que lo más seguro era tratar de salvarte, las probabilidades eran nulas... pude haberlos perdido a los dos...
—Pero...
—Tú madre me dijo que debía elegirte a ti... pero no tuve que tomar esa decisión, cuando tu madre entró al quirófano, tenía un pulmón perforado y un coágulo de sangre dentro de ese pulmón... los médicos trataron de salvarla, pero cuando se dieron cuenta de que sus esfuerzos eran en vano, decidieron que lo mejor era salvarte a ti antes de que el corazón de tu madre dejara de latir...
—Creí que ella habia muerto porque nadie habia hecho nada para salvarla...
—En realidad... fue todo lo contrario—murmuró—. En un parto, siempre se le va a dar prioridad a la madre... trataron de salvarla, pero no fue posible...
—¿Jamás me culpaste?
—¿Cómo podría? —murmuró—. Queria pasar cada segundo de mi vida a tu lado, queria ser parte de tu infancia, queria verte crecer y volverte igual de fuerte y testarudo que tu madre... pero, Walter hizo que no pudiera llamarte hijo, incluso cuando ese bastardo te abandono... Y yo siempre tuve miedo a tu rechazo...
—Siempre te consideré mi padre—murmuré—. Incluso cuando mi vida dejaba de tener sentido... siempre supe que si alguien me preguntaba sobre mi padre, sin dudarlo les hablaría de ti... nunca vi a Walter como un padre...
Mi padre me dio una pequeña palmadita en el hombro.
Mi celular nos interrumpió y la pequeña burbuja de paternidad explotó con un estruendoso sonido, todo se convirtió en una gran incertidumbre y el miedo me invadió al ver la terminación del número de la videollamada, era una llamada de mi muñequita, de eso estaba completamente seguro.
Contesté sin dudarlo y la ira me embriago completamente, todo lo que habia a mi alrededor dejo de tener sentido. Queria dejar todo y matar a ese bastardo, el bastardo que tenía las manos sobre mi muñequita.
Mi muñequita estaba en lo que podía reconocer como una cruz de san Andrés, completamente desnuda, con cuerdas amarradas por todo su cuerpo, presionando las partes más sensibles, una técnica del BDSM, pero no lo era para ella, era una forma de tortura.
—Suéltala—ordené—. Aleja tu asquerosa presencia de mi mujer...
—Vaya, me ofendes, hermano—murmuró con sorna—, creí que te gustaba compartir... al menos eso fue lo último que supe...
—Vete a la mierda, Schiavone—gruñí—. Suelta a mi mujer de una puta vez.
—Déjame pensarlo... no—murmuró con una sonrisa sádica.
Su asquerosa lengua, salió de su boca y como si mi muñequita fuera un helado, dio una lamida desde su abdomen, subiendo por sus pechos desnudos y aterrizando en los labios de mi princesa, cubiertos por una venda sucia.
—Si la vuelves a tocar, te juro qué te voy a matar, no tientes tu puta suerte—gruñí.
—Sabes delicioso, ptichka—murmuró—. Extrañaba tu sabor...
—¡Suéltala! Hijo de puta, es la última advertencia—gruñí.
—No creo que llegues para impedir que nos divirtamos—murmuró—. Escuché que le gusta el sexo duro... y yo que la trate como una princesa nuestra primera vez... creo que ahora se cómo tratar a mi mujer.
—No te atrevas a tocarla—ordené.
—Te doy dos horas, Conall—murmuró—. Dos horas para que la encuentres... por los viejos tiempos... después de eso... si no has llegado... voy a llamarte y te obligaré a ver cómo nos divertimos, estoy completamente seguro de que si ella no quiere cooperar, puedo darle una ayudadita...
—No te atrevas a ponerle nada—gruñí—. No la toques... porque cuando te vea, te haré sufrir...
—No creo—murmuró—. Oh... por cierto... tus suegros te mandan saludos, ellos verán como su hija grita como una zorrita mientras me la follo—aseguró con sorna—. Oh, así como tú te la follas, como si fuera una maldita puta.
—Vuelve a insultarla y voy a hacer que te tragues tu puta polla—gruñí.
—Claro—murmuró con sorna—. Un saludo a su otro yerno, suegritos...
Enfocó la cámara a los ministros, pude ver a cada uno de los rehenes, todos estaban atados a lo que parecían ser butacas de cine. Fue entonces cuando me di cuenta, podía prestar atención a los detalles y descubrir donde estaban.
Traté de borrar de mi mente los sentimientos, no tenía tiempo de comportarme como Conall sentimental, debía dejar salir al maldito demonio de coronel. Presté más atención a los detalles, era una sala de cine abandonada pero también podía tratarse de un teatro antiguo, las paredes de terciopelo rojo, las butacas viejas y el ambiente sombrío, solo podía tratarse de uno de esos dos lugares.
—Quiero verla—ordené.
—Por supuesto—aseguró—. Estoy seguro de que ella también quiere verte... no paro de gemir tu maldito nombre mientras regresaba a su consciencia...
—Si la tocaste...
—Solo un jueguito—murmuró con sorna—. Ptichka... Alguien quiere verte.
Mi muñequita abrió los ojos, miró directo a la cámara y el terror me invadió, tenía un par de moretones en sus mejillas, podía ver su piel roja y las ataduras de sus manos le estaban causando un gran dolor.
Trató de decir algo, pero la tela en su boca se lo impedía.
—Déjala hablar—gruñí.
—Solo porque estoy seguro de que esta es la última vez que se van a decir palabras—murmuró—. Después, la haré olvidarte...
Uno de los hombres se acercó a mi muñequita, le quitó la tela de la boca.
—Conall—susurró—. Joder... no...no vengas...
—Deberías hacerle caso—murmuró Magnus—. Ella sabe por qué te lo dice...
—Muñequita—murmuré ignorando al bastardo—. Estoy en camino, te prometo que pronto te rescataré.
—No—murmuró—. ¿R...Recuerdas nuestra primer misión? F...fuimos al cine... y... y tú... me dijiste que tu película favorita era tierra de osos... m...me enamore de ti desde ese instante...
Supe que me estaba dando una clave, nunca habíamos tenido una misión en el cine y menos le habia dicho que mi película favorita era tierra de osos, me estaba dando pistas para encontrarla. Miré a mi padre, sabiendo que entendía lo que queria decirle.
—Muñequita—murmuré—. Te hice una promesa... y tú, Schiavone... me aseguraré de causarte tanto dolor que desearas la puta muerte, a ella le prometí volver hielo el infierno y cenizas el cielo por protegerla, así que espero disfrutes tus últimos minutos de vida...
—Por supuesto, aunque dudo que logres encontrarnos—murmuró con sorna—. Mi ptichka y yo nos divertiremos mucho, si te comportas, quizás y te invitemos a nuestra boda... por cierto... quiero a mi hijo y tú eres el único que sabe dónde está.
—Y así seguirá—murmuré—. Mi amor, voy por ti... solo resiste...
La llamada se cortó de repente, no era muy sabio enfurecer a Schiavone, pero era imposible evitarlo.
Entré en un transé de rabia, barrí todo lo que habia sobre el escritorio, haciendo añicos la computadora, la Tablet y esparciendo los papeles por todo el suelo, no supe de donde saqué la fuerza para mover el pesado escritorio de mármol, lo empujé con tanta fuerza que se volvió trizas en el suelo. La ira se apoderaba de mí, queria matar a alguien, queria estrangularle el maldito cuello a Schiavone hasta que dejara de respirar, lo quería asesinar, me importaba una mierda todo.
—Hijo, contrólate—ordenó mi padre.
Se plantó frente a mí, tomó mis hombros y sin esperarlo, me planto una bofetada para que reaccionara, estaba completamente sumido en la desesperación y le agradecía que me hiciera regresar a la tierra.
—La tiene—murmuré.
—Lo sé—murmuró—. Pero la vamos a recuperar y tú le rebanarás la garganta por tocar a tu mujer—aseguró.
—¿Lo haremos?
Mi padre asintió.
—Reúne a todos los equipos—ordenó mi padre.
Nisiquiera me habia dado cuenta de que habia un hombre en la entrada de la oficina.
En menos de cinco minutos, los lideres de las tropas, se encontraban reunidos en el auditorio principal, todo con su uniforme táctico y con armas listas para atacar, no solo habia agentes del ejercito Gamma, también del Delta y los pocos que habían logrado salir cuando habíamos emitido la orden de despliegue.
—Todos aquí estan enterados de que estamos enfrentando una guerra y como lo dijo el ministro antes de ser secuestrado, no se le obligará a nadie a ser parte de esto, tampoco habrá represarías si deciden abandonar el ejército ahora, tenemos una...
—No—murmuré—. Mi padre no les va a pedir que peleen, pero yo si—dije con seguridad—. Secuestraron a la mujer que amo y estoy seguro de que cualquiera de aquí sabe lo que se siente perder a alguien que aman... así que solo imaginen esto, hoy fue los ministros, los generales y el equipo Alpha... mañana... mañana pueden ser sus esposas o hijos... si no acabamos con esta amenaza ahora... esta acabara con nosotros... así que yo si les pido que peleen, no por solidaridad, sino porque si no peleamos ahora, mañana podemos morir y ver morir a quienes amamos...
—La tropa 0111, se une a la misión—murmuró uno de los capitanes del ejército Gamma—. La general Kim, nos salvó la vida... se lo debemos.
—Tropas del ejército Gamma, a cargo del coronel Ascania—murmuró el coronel que nisiquiera sabía se encontraba ahí—. Nuestro general dio la orden de retirarnos, pero no lo haremos, como ya lo dijo... peleemos hoy para tener un mañana. Nos unimos a esta guerra.
—Ejército Delta—murmuró el mismo capitán que nos habia recibido—. Pelearemos, no solo porque queremos un mañana, sino en honor de nuestro general caído...
—¿Dónde está su coronel? —pregunté.
—No lo sabemos—murmuró—. Pero, desde el momento en el que abandono a nuestro general, también dejo de existir para nosotros.
—Capitán Dexter—murmuró mi padre—. Como viceministro del CMI y general de división, en ausencia de los ministros de la IISMFCMO y general directo, lo nombro coronel provisional del ejército Gamma...
—Me honra, señor—murmuró—. Mis tropas pelearan.
—¡Si, señor! —contestaron los soldados.
—Ascania y Dexter—murmuré—. A la oficina principal...
—Si, señor.
—Los demás, prepárense, saldremos en diez—ordené—. Tenemos un rescaté por lograr.
Miré por un segundo a las tropas y evité una pequeña sonrisa en mis labios, nuevamente, mi muñequita era la única capaz de reunir a los tres ejércitos para buscarla. Solo ella era capaz de hacer que una maldición fuese una bendición y solo esperaba ser lo suficientemente rápido para rescatarla.
<<Sólo resiste, amor... voy en camino>>
¡Bienvenidos al infierno!
Ahora sí esta cosa ya se prendió, espero les guste y no quieran matar a esta pobre autora después del final, les prometo que lo amaran y me odiaran, pero tengo cosas hermosas preparadas en la tercera parte.
PDT. No me maten.
Primer capítulo del maratón final, espero lo hayan disfrutado. Nos leemos en unas horitas. <3
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