Capítulo 90.
El comienzo de la guerra.
"Todo existe, aunque esté en tu mente. ¿Quién dice que los sueños y las pesadillas no son tan reales como el aquí y el ahora?" John Lennon.
Londres Inglaterra. 19:30 hrs.
Hay veces en los que la vida nos enseña que es como un pasadizo en el que no podemos dominar cuál será la siguiente vuelta que demos, pero que cuando la descubrimos nos damos cuenta de que no es más que un túnel que nos llevará a lo profundo de un pozo sin salida. A la vida y al destino a veces les encanta pelear y nosotros tenemos que pagar las consecuencias de sus discusiones, tomamos el camino equivocado y nos perdemos en el abismo.
Podía reducir toda mi vida a los últimos 5 meses que había vivido con la mujer que quería para toda la eternidad, antes de eso mi vida parecía estar en un completo limbo en el que ni siquiera importaba todo lo que había ocurrido con anterioridad, lo único que quería era permanecer al lado de esa hermosa mujer, tomar su mano y poder destruir a todos los demonios que nos perseguían.
A ella quería ocultarle al monstruo que era, no quería que conociera a ese hombre que era capaz de asesinar a sangre fría o de hacer daño por venganza, sin embargo ella me había demostrado que incluso ese monstruo desaforado, merecía el amor que ella me daba. Keyli era perfecta en todos los sentidos, no le importaba cuánta sangre manchaba mis manos o cuántos monstruos y demonios estaban en mi interior, ella los abrazaba y me enseñaba que al contrario de lo que mi madre me había dicho cuando era un simple niño, yo sí merecía ser amado.
Pero por más extraño que pareciese, yo no quería ser amado por nadie más que por esa hermosa muñequita de ojos verdes, brillantes y curiosos. Esos ojos que me hacían perder completamente la cordura, que sin importar lo que ocurriera a mi alrededor, centrar mi vista en esos preciosos ojos verdes era suficiente para saber que estaba completo en todos los sentidos. Esos ojitos bailarines que miraban de un lado a otro cuando sentía sorpresa o curiosidad, esos que se llenan de lágrimas cada que la hacía explotar por el placer que le daba y ¿Por qué no? Esa determinación que me enamoraba a cada instante.
Ella no era de un NO, si no encontraba la respuesta que ella estaba deseando luchaba hasta hacerlo, era imposible que aceptará un no por respuesta cuando tenía una interrogante, era tan determinada que sin importar cuántas trabas le pusiera la vida, siempre las saltaría y regresaría brillando más que una estrella. La había visto apagarse un par de veces, volverse cenizas al recordar su pasado o de sufrir un nuevo trauma como el que le había ocurrido 2 años atrás, sin embargo también la había visto volver a brillar y renacer como un fénix que se alzaba en un vuelo glorioso lleno de luces y destellos.
Mi muñequita era fuerte y sabía que cualquier cosa que nos pusiera la vida, sería suficiente estar a su lado para saber que todo estaba absolutamente bien, no importaba si teníamos que caer mil veces, si seguíamos juntos podríamos tomar nuestra mano, levantarnos y darle a todo lo que estuviera jodiéndonos. Porque ella era totalmente mi fuerza, ella era lo que me hacía sonreír por las mañanas y lo que me hacía desear tener un mundo mejor para poderlo vivir junto a ella.
La amaba en cada sentido que podía existir en la vida, y tenía la completa confianza, en que ella me amaba de la misma manera a mí, me encantaba saber que mi muñequita era lo más grande que tenía en la vida, realmente no quería perderla, porque sabía que si eso ocurría, yo mismo me encargaría de destruir al maldito mundo, congelar el infierno y volver cenizas del cielo.
Lo único que le rogaba a Dios y lo que más deseaba que se cumpliera en mi vida, era poder seguir viendo esos preciosos ojos Esmeralda, tan brillantes que me hacían tocar las estrellas y tan hermosos que me hacían saber que la divinidad sí existía. No me importaba si entrábamos a mil guerras o si de repente el mundo dejaba de existir, lo único que quería era permanecer al lado de esa preciosa mujer.
Pude ver a mi hermosa muñequita corriendo por un grande prado, lleno de sus flores favoritas. Una hermosa sonrisa se dibujaba en sus labios, mientras con sus ojos observaba con curiosidad todo a su alrededor. El perfecto vestido blanco se alineaba a su silueta, su cabello revoloteaba por el ligero viento que corría y en sus brazos, llevaba a mi hermoso pequeño, quien reía sin parar.
Sentía que estaba nadando en las nubes era como si estuviese en una película hermosa, en la que mi muñequita era la mayor protagonista. El simple hecho de imaginar su bella sonrisa era suficiente para sentirme totalmente a salvo.
Mi preciosa muñequita extendió una mano hacia mí, sentí que sonreía y comencé a caminar en su dirección, rodeé su mano con la mía y sentí completa tranquilidad al sentir su piel sobre la mía, ella era como el aliento en un desierto desolado. Fue entonces cuando vi, la pequeña barriguita que se extendía en su vientre.
Aunque claro que quería tener bebés con ella, sabía que no era posible y que se sentía completamente insegura, pues le habían arrebatado cualquier posibilidad de ser madre, pero ver a mi hermosa muñequita con una barriguita, era sentir que toda mi vida estaba completa.
Pero antes de que pudiese seguir fantasía con ese niño tan hermoso, sentí unas manos sobre mi pecho, como queriendo averiguar si seguía con vida o me había largado al otro mundo, y aunque en esos momentos quería que la respuesta fuera la segunda por el maldito dolor que sentía en todo mi cuerpo, era claro que todo lo que había vivido era realidad.
Imaginé otro par de segundos su hermosa sonrisa y sus perfectos ojos verdes, tratando de recolectar toda la fuerza necesaria para abrir mis ojos y enfrentarme a la maldita realidad en la que habían muerto cientos de inocentes por un bombardeo.
El simple hecho de recordar sus preciosos ojos era suficientes para hacerme sentir las fuerzas necesarias para vencer cualquier cosa que se presentara en nuestro camino, incluido un maldito bombardeo al estilo segunda guerra mundial.
El aturdimiento no me dejaba ni siquiera procesar toda la información de lo que había ocurrido, sólo se sentía como si estuviese en un bucle de tiempo en el que las cosas se repetían una vez tras otra en mi cabeza. Lo último que recordaba era haber escuchado las bombas detonarse muy cerca de nosotros y acabar con lo que sabíamos era el edificio principal de la central de la FEMR en Londres.
El cansancio y agotamiento de mi cuerpo estaba cobrándome factura, sentía como si mil agujas traspasaban mi retina y me torturaban de una manera realmente escalofriante, era como si de repente, toda mi vida se redujera a ese simple instante, del que ni siquiera yo era capaz de controlar el cansancio que estaba en mi cuerpo. Quería cerrar los ojos y mantenerlos de esa manera, pero sabía que no era posible estando en una situación así.
A lo lejos podía escuchar lamentos, gritos llenos de desesperación y llantos incontrolables. No era capaz de enfocar del lugar de donde salían tantos lamentos, pero estaba seguro de que en ese momento todo a nuestro alrededor se había convertido en un maldito asador, habían explotado por lo menos 3 malditas bombas, había sido un bombardeo completamente pues para conseguir ese tipo de armamento se necesitaban meses de planeación, incluso para una organización militar.
—Coronel Harrison—murmuró un hombre—. Coronel, ¿Está con nosotros?
—Desearía no—gruñí.
Cada uno de mis músculos protestaba por el simple movimiento de mi boca, seguramente se debía a que la onda expansiva me había alcanzado y me había desmayado completamente, miré a mi padre quien se encontraba sentado a mi lado, con la ropa cubierta de cenizas y los ojos igual de cansados que los míos.
No tenía idea de qué mierda había ocurrido, pero de lo que sí estaba completamente seguro era de que eso no sólo había sido una declaración de guerra a la IISMFCMO, sino más bien el inicio de algo mucho más grande.
Solté un suspiro de cansancio, viendo a mi alrededor todo el desastre desalentador que se había provocado por el bombardeo, realmente parecía que habíamos vivido una escena de la segunda guerra mundial, había sido tan jodidamente horrible que no podía borrar de mi cabeza los gritos de desesperación de las personas que se encontraban dentro de la base, un lugar que se suponía era seguro para todos los ejércitos.
—Ordenen la evacuación de todas las bases—murmuré.
—Conall...
—Papá, esta fue un ataque directo, nos querían muertos y creo saber la razón...
—No la atacaran a ella—murmuró mi padre.
—Joder, esto es una completa mierda—gruñí.
Uno de los soldados me ayudó a ponerme de pie, pero desearía haberme quedado sentado en la Tierra de ese lugar. Todo el panorama era completamente desolador, la muerte y el dolor se respiraba en el aire, había gritos de súplicas y algunas personas trataban de mover escombros para sacar a sus compañeros de abajo.
—Coronel, general—murmuró el general de la base—. Tenemos un saldo hasta el momento de 20 heridos, 3 de gravedad que serán trasladados hospital internacional militar.
—¿Muertos?
—Aún no hemos entrado al recinto principal, las bombas no estaban dirigidas a nosotros, estaban dirigidas para acabar con toda la personas que estuvieran dentro de las paredes de la base. Derribaron toda nuestra base, atacaron los campos de entrenamiento y los dormitorios... y enviamos un equipo de rescate para encontrar a las personas que estaban en los dormitorios, aunque creemos que no salieron con vida, dos bombas impactaron ahí, como si supieran que esas personas estaban ahí o una persona en particular.
—Lombardo—murmuré—. El ataque fue por él... lo querían muerto.
—Es claro que lo querían muerto, pero la pregunta aquí es ¿Quién mierda lo quería muerto?
—Nos contactaremos inmediatamente con los ministros del CMI...
—Nosotros ya lo intentamos—murmuró el general—. Todas las redes de comunicación fueron bloqueadas después del ataque, todo Londres está completamente incomunicado, esto fue un ataque planeado, querían muerto a ese hombre y los daños que les hicieron a las personas inocentes sólo fue un efecto colateral.
—Lo fue—murmuró mi padre—. Pero mataron a personas inocentes, Personas que no tenían la culpa de esta maldita guerra.
—¡Señor! —gritó Nicolas.
—Joder, dime que estaban afuera de los dormitorios—murmuró mi padre.
El hombre tenía raspones por todo el cuerpo y podía verse que tenía cientos de moretones, tenía una gran herida en la cabeza y estaba completamente cubierto de Tierra, seguramente por los escombros que habían caído sobre su cabeza.
—¡Mierda, Faez! —gruñó mi padre—. Ve a la maldita ambulancia para que te atiendan...
—Estoy bien—murmuró—, América y Maxim... estaban dentro...
Miré con terror a mi padre al saber que quizás la mujer que habíamos enviado para la protección de Maxim había perdido la vida, no era una simple soldado, también era amiga de mi muñequita y aunque Hunt siempre lo negará, él sentía algo por ella, incluso después de su ruptura.
Además de cierta manera le había agarrado cariño, era una mujer inteligente y en mi etapa de depresión había estado dándome terapia incluso cuando estaba violando su sistema ético, de cierta manera me había ayudado a aceptar que mi muñequita, estuviese donde estuviese estaba mejor.
Mi padre y yo nos unimos al equipo de rescate, enviamos a Nicolas para que atendiera sus heridas y nosotros nos dedicamos a colocarnos un uniforme de rescatistas y a buscar entre los escombros a sobrevivientes de esa atrocidad. Habían matado a soldados inocentes, familias enteras que estaban en ese lugar y a personas que ni siquiera sabían que estábamos en una maldita guerra.
Tratamos de ponernos en contacto con los ministros durante dos horas, tratando de informar la situación y solicitar ayuda de todas las bases, necesitábamos cientos de manos para poder rescatar a los sobrevivientes que se encontraban en estado crítico, sabíamos que en una misión de rescate en las primeras dos horas después del incidente eran esenciales, pero en ese momento sin un solo apoyo, era completamente imposible rescatar a las personas en un corto periodo.
—Quiero un equipo por el ala derecha, rodearemos el edificio y veremos si le encontramos sobrevivientes en el área sur—murmuré al equipo del que me estaba encargando—. Recuerden que esta es una misión para encontrar a las personas que son nuestra familia, quizás no pertenecemos al mismo ejército pero todos tenemos un mismo fin.
—¡Si, señor!
Rodeamos el edificio de los dormitorios, habían atacado con toda su fuerza ese edificio, lo que realmente nos hacía saber que habían estado en ese lugar para matar a una sola persona, las demás muertes habían sido solo un daño colateral a su estúpida estrategia de muerte. Era horrible saber que esas personas ni siquiera tenían el corazón como para pensar, en qué estaban asesinando a personas inocentes, que quizás tenían una vida militar y habían acabado con vidas de mafiosos, pero que lo habían hecho por un bien mayor.
Pero también sospechábamos que su plan principal era dañarme a mí y a mi padre, de esa manera, comenzarían a debilitar a mi muñequita. Odiaba que ellos supieran su mayor debilidad, la debilidad que ella no temía mostrarme, esa en donde ella se convertía en una mujer completamente vulnerable cuando dañaban a su familia o a las personas que amaba, una muñequita que se encerraba en sí misma cuando se sentía culpable y odiaba que supieran, que dañándome a mí, sería imposible que la protegiera.
Todos los soldados comenzaron con la maniobra de rescate, moviéndose de un lado a otro y tratando de mover los escombros para no lastimar más a las personas sobrevivientes, ni siquiera me di cuenta del momento en el que comenzó a anochecer. El ocaso llegó llevándose cualquier esperanza de poder encontrar a sobrevivientes después de 3 horas de estar bajo los escombros, pero aun así no perdimos la fe en que alguien hubiese logrado llegar hasta el búnker que se encontraba justo debajo.
—¡Aquí! —gritó un hombre.
Comencé a correr en su dirección, y de cierta manera sentí un poco de alivio al ver a América, respirando con gran dificultad, la mitad de su cuerpo se encontraba bajo los escombros, pero aún respiraba y aunque tenía los ojos llorosos por todo el dolor que estaba consumiéndola, parecía que seguía luchando por su vida para decirnos algo.
—América—murmuré—. Tranquila te sacaremos de ahí y te llevaremos al mejor hospital para que te recuperes—dije.
—N...No—murmuró—. No quiero que me lleven a un hospital... sí he estado aguantando, es porque necesitaba hablar contigo.
Su voz era completamente ronca y era claro que el dolor ni siquiera la dejaba expresarse con claridad, apretaba los ojos y hacía chillar sus dientes, seguramente tratando de soportar la forma en que se deshacía.
—América...
—Por una vez en tu vida, Harrison, cállate y escucha—gruñó.
—Vayan por una camilla y una grúa para sacarla de aquí—ordené.
Al ver las heridas que tenía era claro que no resistiría más tiempo con vida, si quería decirme algo y había estado esperándome seguramente lo quería hacer de forma privada. Traté de levantar uno de los muros que aplastaba la mitad de su tórax y le impedía la respiración, pero en cuanto lo hice me di cuenta de que incluso si la lográbamos sacar de ahí, no resistiría.
Tenía una barra completamente atravesada en el tórax, se estaba desangrando y aumentando el peso de casi 200 kg sobre su cuerpo, era claro que no sobreviviría.
—Conall—murmuró.
—Vas a sobrevivir, y llevaremos al hospital y vas a vivir... tu mejor amiga me va a asesinar si no te llevo a salvo.
—De ella te quiero hablar—murmuró—. Tienes que protegerla, Maxim, antes de morir me dijo algo importante, la persona que está detrás de todo esto está obsesionado con ella y lo peor de todo es que no es Magnus Schiavone... no me dijo el nombre pero me dijo que pronto está planeando un ataque contra ella, un ataque del que no va a poder levantarse y que la obligará a estar a sus pies. Hay una alianza, entre Magnus y Lombardi... me dijo que encontraríamos información en su correo personal... pero también me dijo que tú eras el único que podía saberlo, no pueden confiar en nadie...
—América...
—Cuídala, Conall... ella ya sufrió bastante y ese bastardo le va a dar en donde más le duele—murmuró—. D...Dile a Hunter... que... joder... que yo sí quería tener una vida a su lado, pero que tenía miedo no poder darle todo lo que él quiere, siempre entregó más de lo que yo estaba dispuesta a darle... dile... por favor dile que lo amo...
—Hey, yo no le voy a decir nada porque seguramente tú lo harás... no puedes morir.
—No soportaré—murmuró—. Es muy grave, he visto esa mirada antes... es la mirada que alguien le da un moribundo...
Tomé su mano temblorosa, tratando de darle un poco de reconforté sí esos serán sus últimos momentos de vida, rogaba al cielo porque no lo fueran porque no podía imaginarme decirle a mi muñequita que una de sus mejores amigas había muerto en mis brazos, pero también sabía que ella estaba completamente débil y que la muerte la acechaba.
—¡Coronel! —gritaron varios chicos acercándose con una camilla y las barras que estábamos utilizando para levantar los escombros.
—Tiene una herida expuesta, asegúrense de no lastimarla, quizás sea necesario que cortemos la barra para evitar que se mueva y perforen más órganos. Eliminen los escombros que hay en sus piernas, eso le está evitando que la circulación llegue hasta la sus pies y es posible que los pierda si no hacemos algo.
—E...Eres un cabezota—murmuró—. Ahora entiendo por qué mi amiga se enamoró de ti... Van a tener una boda hermosa... Lástima que no podré estar en ella...
Cada palabra que decía era como si le saliera de lo más profundo de su garganta, se estaba lastimando y por más que quería que guardara silencio parecía no escucharme, incluso parecía que estaba perdiendo la cordura por todo lo que estaba ocurriendo a nuestro alrededor, la miré por un par de segundos, sabiendo que quizás ese era el último momento que la vería con vida.
—Claro que vas a estar en nuestra boda, le prometiste ser su dama de honor.
Ella me miro con los ojos llenos de lágrimas.
—Asegúrate... de decirle a Hunter... que...que lo amo...—murmuró.
—Tú se lo dirás...—murmuré.
Ella me miró con los ojos llenos de lágrimas, sabiendo que lo que estaba diciéndome era real, su cuerpo estaba completamente débil y realmente no sobreviviría a más de 2 horas, sentí un hueco en mi pecho al no poder salvarla a ella, no merecía morir de esa manera tan cruel, una manera que le estaba quitando cualquier oportunidad de despedirse de los que más amaba.
—¿P...Puedes hacerme un favor?
—Dime...
—Graba algo, p...por favor...
La miré sin entender sus palabras, al comprenderlas supe que ella quería dejar por lo menos un mensaje a todas aquellas personas que había amado, todos sabíamos que su muerte estaba cerca y por más cosas que hiciéramos era imposible arrancar la de las garras de la muerte. Saqué mi celular de la parte trasera de mi pantalón, y lo puse a grabar para que se registrará su voz.
Ella me dio una pequeña sonrisa, en modo de agradecimiento, quizás nunca habíamos sido muy apegados e incluso habíamos tenido más discusiones qué palabras amigables, pero guardaba en mi corazón lo mucho que me había ayudado para superar la muerte de mi muñequita, los consejos que me había dado y aquellos abrazos, que me habían prometido habría una luz después del túnel.
—Puedes hablar—murmuré con un nudo en la garganta.
—Quiero darle un mensaje a todas las personas que amé, a mi mamá, quiero decirle que me perdone por haber sido tan cabezota y haber entrado a un ejército cuando ella me decía que no quería que terminara como mi padre, quizás debí haberte hecho caso, mamá; Mar y Liz, gracias por siempre seguirme en mis locuras, por no haberme dejado todo sola cuando perdí a mi padre y por haberme apoyado siempre que pudieron; K...Keyli, no tengo ni siquiera palabras para agradecerte el haberme salvado la vida tantas veces, tenía pensado el día de tu boda hacerte burla, recordarte la vez, qué me dijiste que este idiota no era para ti, recordarte lo estúpida que fuiste al no haberlo amado desde el principio y haber negado a tu corazón que estabas enamorada, quiero decirte que siempre te admiré, lo fuerte que has sido para superar todas las pérdidas que has tenido en tu vida ... una vez me preguntaste que cuál era tu perfil psicológico, pues... eres una mujer soñadora, a la que no le importa destruir al mundo para proteger a su familia y en resumidas cuentas, la puta ama del ejercito...
Traté de evitar que una lágrima rodara por mi mejilla, ver a una persona que había sido demasiado buena en vida muriendo por la avaricia de un maldito bastardo, realmente me hacía sentir completamente asqueado.
—Amé...
—C...Cállate... Harrison—gruñó—. Señores Kim, gracias por haberme acogido como una hija cuando mi madre decidió que no quería que la llamara así otra vez y A todos los demás amigos, realmente les agradezco haberme querido en vida, les prometo que en otra vida nos encontraremos... Y a ti, idiota... más te vale que protejas a mi mejor amiga...
—América, debemos parar...
—No... una última ...—murmuró —. Hu...Hunt... yo sí, quería tener una vida a tu lado... me imaginé cientos de veces a nuestros pequeños corriendo, siempre he querido un futuro a tu lado y aquella noche que me preguntaste ¿Qué era lo que yo quería para que me hicieras feliz? no supe cómo responderte que lo único que necesitaba era que tú estuvieras a mi lado... perdón por haber sido una cobarde, por no haberte dicho las palabras que quería... que te amo y ojalá el universo nos quiera juntos en otra vida... te...te amo...
Se quedó en completo silencio, y cuando me di cuenta, su respiración se había agotado, lo único que quedaba vivo en su rostro eran las lágrimas que brotaban de sus ojos, seguramente declarando con su corazón roto todo el amor que sentía por un hombre al cual no podría decirle que lo amaba de frente.
—Que tu alma sea libre y vuele muy alto—murmuré—. Viviste con lealtad y mueres con honor...
—Señor, trajimos al doctor...
—Hora de muerte, 22:30 horas—murmuré—. Sigan buscando sobrevivientes y lleven los cadáveres para que sean reconocidos...
Odiaba decir las cosas con tanta frialdad, pero en esos momentos de guerra era imposible poder tener algo más de censura al decir las cosas, era claro que necesitábamos la cabeza fría y por más amistad que tuvimos, era necesario continuar.
—¡Señor! —gritó Faez.
—Te ordené ir al médico—gruñí.
— Estoy bien—murmuró—. Le prometo que estoy completamente bien. Encontraron a Lombardo... Esta muerto...
Solté un suspiro, aunque era claro que la posibilidad de que estuviera vivo era casi nula, tenía las esperanzas de que por lo menos sobreviviera para decirnos algo de la información que América me había dado, el parecía saber la identidad de Lombardi, pero sabía que con él moría esa información.
—Que su alma ascienda—murmuré—. ¿Qué otra información tenemos?
—Nada, señor... sólo sabemos que los fabricantes de estas bombas se encuentran en Italia, al norte...
—Bien, solicita una orden de aprehensión para la persona que fabricó estas bombas, puede llevarnos a la verdadera identidad de este bastardo, que asesinó a 2 de los nuestros y a cientos de soldados de la FEMR.
—Si, señor...
—Coronel—murmuró el general de la FEMR—. Logramos establecer contacto con los ministros del CMI.
—Gracias, señor...
—Antes de que lo piense, coronel, esto no es culpa ni de ustedes ni de los ministros, no sabían que al venir aquí nos atacarían y coincidiría en que están aquí... esta es una guerra que ya había sido empezada, quieren el control del mundo militar... así que asegúrese de darle esa información a los ministros, no tenemos idea de qué siga después de esto, pero de algo estamos completamente seguros... y es que va a llover sangre.
—Lograremos justicia por todos los soldados caídos de este día—murmuré.
—No, coronel... no justicia, eso es para idiotas pacifistas... lograremos venganza... pagaran muy caro el haber asesinado a personas inocentes.
Me acerqué rápidamente a mi padre, quien estaba conectándose en una de las tabletas de la FEMR, seguramente estableciendo conexión con los ministros. Traté de sacudirme la Tierra que me bañaba por completo, incluso la sangre que tenía en el uniforme o en las manos, sabía que unos bonitos ojos verdes se preocuparían al verme de esa manera y por más que quería consolarla, no podría hacerlo al estar en un informe oficial.
—¿América?
Negué.
—No sobrevivió, su cuerpo está siendo sacado de los escombros ¿Revisaste el de Lombardo?
—Si, no murió calcinado, los muros lo aplastaron antes de eso... pero lo reconocí...
Solté un suspiro buscando recuperar un poco del aire que había perdido.
—General—murmuró el gran ministro.
Todo a mi alrededor se volvió una completa nulidad, al ver los hermosos y perfectos ojos de mi muñequita, al enfocarme se pusieron completamente llorosos y quise por un momento mandar a la mierda todo y correr a ella para poder estrecharle entre mis brazos, protegerla de todo el mal que nos estabas echando y como me lo había advertido América, protegerla más que nadie porque estaban obsesionados con ella.
—Hubo un segundo ataque en la base de la FEMR—murmuró mi padre—. El actual director me permitió que nos quedáramos una noche a dormir aquí, hubo un ataque justo cuando estábamos entrando a la base, hay 50 muertos y 3 desaparecidos. Fue como si estuviésemos nuevamente en la segunda guerra mundial, tres aviones de carga militar nos bombardearon, éramos su objetivo.
Me perdí completamente en la conversación, claro que prestaba atención pero en mi mente solo estaba maquinando planes de escape, sabía que si realmente nos enfrentábamos a una guerra de mafiosos sería imposible ganarles, nuestro ejército se estaba debilitando a cada instante al no sentirse completamente seguros en una base y teníamos la completa seguridad de que en el momento en el que el ataque a la FEMR se hiciera público, perderíamos completa credibilidad y muchos soldados decidirían abandonar sus puestos, y las leyes eran claras; si existía una guerra directa contra el ejército, los soldados tenían la oportunidad de elegir si querían entregar su vida luchando o no.
No podíamos obligarlos a que se quedaran y eso significaba que nuestro ejército se debilitaría aún más.
En mi cabeza sólo podía pensar en tomar a mi chiquita y llevarla a una isla recóndita en la que nadie nos molestará, ocultarla por el resto de nuestras vidas y poder vivir una vida tranquila en ese lugar, quizás incluso llevarnos a todos nuestros amigos y dejar la guerra alguien más.
Pero inmediatamente me deshice de ese plan, conocía lo testaruda que llegaba a ser mi muñequita y era claro que no permitiría que huyéramos del peligro, ella no era así y aunque muchas veces me desesperaba, era una de las características que más amaba de mi muñequita, su tenacidad, honor y lealtad.
Que debía decir toda la información que me había sido dada por América, pero como ella misma lo había dicho no podía confiar en nadie y tampoco podía decírselo a mis suegros o a mi muñequita estando en una llamada grupal. Así que lo mantuve en secreto, ya tendría tiempo yo de investigar la información que me habían dado.
La vi salir a regañadientes de la habitación en donde se encontraban.
—Ministros—murmuré—. Quisiera solicitar una orden para que nuestros amigos y los niños, se oculten en algún lugar fuera de la base.
—Háganlo—ordenó—. Que se oculten en el Bunker del castillo, Denis tiene acceso.
—Gracias, señor...
—No se lo digan a nadie—ordenó la ministra—. No será seguro si alguien conoce su ubicación.
Después de despedirnos de los ministros y recibir las órdenes claras, le pedí al general una tableta para investigar, después de todo si realizaría la investigación que me habían ordenado, pero no de la manera en la que ellos pensaban, necesitaba encontrar la información que Maxim había encontrado.
Llamé a Hunt, quien inmediatamente contestó.
—Joder, Harrison, nos tenían malditamente preocupados ¿Qué mierda ocurrió?
—La base no es segura, da la orden de que todos nuestros amigos vayan al castillo y se encierren en el bunker, y ordena que desalojen la base inmediatamente, aunque los ministros lo dirán en su informe dentro de unos minutos, da la orden antes.
—¿Qué ocurre?
—Atacaron la base en donde estamos, fue un bombardeo era imposible defendernos—murmuré—. Activen también los escudos de defensa, pero todos váyanse de la base, no sabemos el momento en el que atacarán...
Lo escuché decir algunas palabras a lo que suponía eran nuestros amigos, seguramente estaban esperando noticias nuestras y se habían reunido en alguna de las salas.
—Conall—murmuró—. Nadie de nosotros se ocultará, no somos criminales, ellos son los que deberían tener miedo, sin embargo enviaremos a Julia y a Marlen junto con los niños al Bunker, todos los demás nos quedaremos a pelear si hay una guerra.
—Pero...
—Es una decisión que hemos tomado—murmuró—. Me pondré en contacto con mis padres.
Le envíe un rápido mensaje a Archie, si existía alguien capaz de encontrar lo que fuese, era él. Además que tenía la plena confianza en que encontrábamos lo que encontramos no se lo diría a nadie si se lo pedía.
<<La cuenta esta libre, puedes entrar... pero... antes... llama a Key, ella no está muy bien por todo lo que está ocurriendo, se siente culpable... >>
Tras recibir su mensaje sin dudarlo solo un poco, marqué el número de mi muñequita para poder hablar con ella y sentirme un poco más tranquilo al escuchar su voz, en cuanto a los tonos me informaron que ella había contestado la llamada, sentí una paz enorme en mi ser.
—Muñequita—susurré, por el simple hecho de escuchar sus respiraciones agitadas podía darme cuenta de la preocupación que tenía—. Joder, amor... lo siento tanto, no queria preocuparte...
—Tengo miedo—susurró.
Me sentí un completo bastardo por haberla preocupado como lo había hecho, pero unas enormes ganas de asesinar al bastardo que estaba provocando todo eso me embriagaron, quería matarlo de las peores formas posibles y hacerlo sufrir por el dolor que le estaba causando a mi muñequita. Sin embargo, de la misma manera quería correr y abrazarla para que el miedo dejara de hacerla sentir tan mal.
—Lo sé, mi amor—murmuré—. Yo también tengo demasiado miedo a perderte, no me importa nada más sólo tú y mi hijo...
—¿Cómo esta Niall?
Solté un pequeño suspiro, incluso cuando mi muñequita tenía miedo se preocupaba por todos los demás a su alrededor no importaba si ella se estaba deshaciendo en el terror, siempre sería la valiente y la fuerte entre nosotros, y eso era algo que realmente admiraba de ella y que me hacía sentir completamente orgulloso.
—No se lo digas a nadie, pero Julia y Marlen estan escondidas en un Bunker, junto con Niall y Keyla. No es el bunker de la base, es el de la casa de tus padres.
—¿Ellos lo saben?
—Lo autorizaron—murmuré—. Pero todos los demás... ellos... no quisieron ir, dijeron que sí había una guerra, darían guerra. Yo creo que todo mundo le aprendió lo cabezota de su general.
—Quiero que esto termine, joder—murmuró.
Su voz me indicaba que estaba al borde del llanto y realmente me preocupa que se desmoronara cuando estábamos tan lejos uno del otro, era claro que todo lo que estaba ocurriendo la estaba impactando de lleno a ella, pero ni siquiera sabía, todo lo que yo conocía y me aseguraría de que no lo hiciera para que no se preocupara más.
—Terminara pronto, mi amor—murmuré—. Te prometo que dentro de una semana estaremos casándonos y teniendo el mejor día de nuestra vida, no me importa si tengo que matar a cada maldito mafioso del mundo, voy a protegerte y voy a hacer que tengamos nuestro felices para siempre.
Cuando el primer sollozo salió de su garganta sentí que todo mi mundo se desmoronaba de repente, no tenía idea de por qué tenía ese sentimiento pero era un sentimiento tan horrible que no quería ni siquiera pensar en lo que podía significar, escuchar su llanto y saber que mi muñequita fuerte se estaba volviendo completamente vulnerable, me hacía sentir un completo idiota.
Quería tomar un maldito avión y volar hasta Croacia para poder consolarla en ese preciso momento, no quería soltarla ni un solo segundo y a pesar de que si tomaba un avión en ese momento me haría menos de media hora, sabía que quizás eso solo complicaría las cosas.
Reprimí mis propias lágrimas, a pesar de que querían llorar junto con ella, mi muñequita valiente estaba completamente vulnerable, y quería en ese momento asesinar al maldito que le estaba provocando ese llanto. No me importaba qué medios tuviese que usar para ello, pero asesinaría a ese bastardo a sangre fría.
—Hey—murmuré—. No llores, mi amor. Te juro por lo más sagrado que tengo, qué es mi amor por ti, que no voy a permitir que nada ni nadie nos dañe, voy a protegerlos y proteger nuestro amor. pronto vamos a estar juntos y verás que, juntos somos invencibles.
—Conall... Gracias por amarme incluso ahora que el mundo se cae sobre nuestras espaldas—murmuró.
Sentí como si me dieran una guantada en la boca de mi estómago, mi muñequita tenía miedo y yo no podía hacer nada para protegerla. Sabía que estaba diciendo eso como la ley que teníamos todos los militares, "Despedirse siempre en los momentos de dificultad" y es dolía como la jodida.
—Si el mundo se cae en tu espalda, entonces también lo hará en la mía, porque vamos a compartir una misma carga y vamos a salir victoriosos. Te prometo, muñequita, que pronto estaremos juntos...
—Te necesito... joder.
—Yo también, como a mi oxigeno—susurré—. Escucha, cuando nos veamos... te prometo que venceremos al puto mundo.
Escuché una pequeña risita de su parte, realmente no me importaba nada, hoy sí ella estaba a mi lado estaba seguro de que podríamos vencer a todo el mundo.
—Lo haremos—susurró—. Lo venceremos.
—Si, lo haremos, es una promesa, mi amor... vamos a vencer al mundo y lo haremos cenizas de ser necesario, porque no voy a permitir que nadie te ponga un solo dedo encima—murmuré con seguridad
— ¡Todos, suban esas cosas al jet! —gritó mi padre.
Cuando apareció en mi campo de visión pude darme cuenta de que estaba dando las órdenes a los soldados que habían sobrevivido, por más cruel que sonara, no teníamos momento para hacer luto, más cuando una guerra estaba sobre nuestras cabezas. Una de las órdenes de los ministros había sido ofrecer asilo a todas las personas que lo necesitaran.
—¿Estas ocupado? —preguntó.
—Estamos cargando el Jet—murmuré —. Ofrecimos asilo a los menos afectados, con tal de que todos participen en caso de ser necesario para la guerra...
—¿Crees que vayamos a una guerra?
—No lo sé, amor, quisiera darte una respuesta para tranquilizarte, pero en estos momentos no la tengo, no sé si podemos entrar en una guerra o todo terminará cuando se den por vencidos... Hunter descubrió un movimiento del ERR en el sur de Asía.
—Los venceremos—murmuró.
—Muñequita, lo haremos—afirmé—. Necesito que me hagas una promesa, prométeme que no vas a hacer ningún movimiento heroico, si te pierdo, no importa cuántas guerras o victorias tengamos, voy a quemar al maldito mundo hasta que no quede ni una sola persona de pie. Cuídate y por favor hazme la promesa de que no vas a hacer nada heroico.
—Amor... no puedo prometerte eso porque si se trata de ti o de mi familia... no puedo prometer que no me atravesaré en una bala, porque no podría vivir sin ninguno de ustedes.
—y si tú pierdes la vida, no habrá persona en la Tierra que no sufrirá mi Ira y la ira de toda tu familia, ya sufrimos una vez el dolor de perderte y no quedo ni un criminal de pie. Prométeme que no harás nada heroico, prométeme que nos casaremos la siguiente semana y despues, huiremos de toda esta mierda.
—Lo prometo—susurró por fin—. Sólo si tú me prometes, que vas a estar a mi lado por el resto de nuestra eternidad y vas a seguir congelando el infierno o volviendo cenizas el cielo...
—Tú Prométeme lo mismo y haremos un trato...
—Eso no se vale, a mí me estás poniendo 2 condiciones...
—La primera tomemos nada como una condición de todos... la segunda como una condición solo nuestra—murmuré—. Te lo prometo, estar a tu lado sin importar que tengamos una guerra encima y voy a congelar el maldito infierno o volver cenizas el cielo, sí eso te mantiene a salvo y resguarda nuestro amor.
—Te amo, tres vueltas al universo a pasito de tortuga—murmuró.
Mi padre hizo una señal a todos los soldados para que comenzaran a abordar el Jet, tenía miedo pero debía controlarme, debía ser fuerte por mi mujer, por mi muñequita.
—Te amo, tres vueltas al universo a pasito de tortuga—contesté—. Debemos despegar ahora mi amor, pero te prometo que en cuanto aterricemos me pondré en contacto para informarte que estamos con bien, y en menos de 3 horas te prometo que estarás entre mis brazos...
—No rompas tus promesas—murmuró.
—Jamás, mi muñequita—susurré—. Te amo, te amo.
—Te amo—susurró.
Bien dicen que nunca debes cantar victoria cuando crees que has ganado, porque no sabes el momento en el que una nueva guerra comenzará y esa guerra acabará con todo a su paso, ni mil lágrimas ni el llanto de cientos de personas será capaz de opacar ese dolor.
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¿Qué les pareció este capítulo?
¿Qué creen que ocurra?
¿Estan listos?
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