Capítulo 84.

Amor de padres.

"Un padre nunca ve envejecer a sus hijos, y a sus ojos siempre se aparecen como aquellos niños que un día le miraban con veneración, convencidos de que tenía las repuestas a todos los enigmas del universo." ~CARLOS RUIZ ZAFÓN


La vida muchas veces se nos pone de cabeza cuando no estamos completamente aferrados a algo, es realmente complicado mantenernos flote cuando nuestro salvavidas se encuentra con un agujero justamente en el punto en donde se mantiene la estabilidad. Todo el mundo habla de que los baches en la vida son simple desperfectos que pueden superarse con un suspiro, pero no nos hablan de que a veces esos baches se vuelven tan profundos que es imposible saltarlos o rodearlos y la muerte es la única salida para ellos.

No me encontraba completamente segura de que mi vida estuviese tomando un buen ritmo, todo lo que siempre había tenido como certeza se estaba destruyendo de las formas más horribles que podía conocer, dolía como una jodida no poder hacer nada para sobrevivir en ese lugar en el que cada vez parecía un fondo más profundo.

No podía simplemente dejar pasar todo aquello que estaba dañando a mi vida y por más que lo deseaba realmente me era imposible. Sabía que los atentados que estaban realizando eran totalmente contra mí, estaban dañando a las personas que más amaba con tal de mantenerme a raya y quizás volverme vulnerable para poderme atacar cuando estuviese en punto más bajo, nunca había tenido miedo de ello porque yo sabía que al estar dentro de la milicia y quizás estando como candidata para ministro, esas cosas serían el pan de cada día.

Pero lo que me asustaba era no poder ser lo suficientemente fuerte para salvar a todas las personas que amaba; por primera vez todas las malditas pesadillas que me habían atormentado durante noches interminables parecían estar volviéndose realidad. Realmente tenía miedo a un día no ser lo suficientemente rápida y ver morir en mis brazos al hombre que amaba o ver a lo lejos a mis padres no sobrevivir a un ataque que iba dirigido a mí.

Ponerme como ministra había sido como colocarme un cartel en el cuello que decía dáñame, era claro que los ataques estaban siendo dirigidos hacia mí, podían ser cientos de mafias que tuviese en mi contra pero jamás nadie se atrevería a dañarme incluso estando dentro de la misma base, Schiavone había necesitado distraer a todos mis soldados para poder secuestrarme y llevar a cabo su maldito plan, pero la persona que estaba detrás de todo eso estaba siendo realmente valiente o estúpido, estaba atacando a plena luz del día y con cientos de hombres dispuestos a volar la cabeza a quién atacará su hogar.

Me estaban atacando de forma directa y era claro que era solo para dejarme en ridículo, quizás incluso podría deberse a que querían bajar mi popularidad como candidata para ministra, ellos sabían que si atormentaban a mi gente, sería imposible que me eligieran. No tenía idea de quién mierda podía estar detrás de todo eso, pero lo que sí sabía era que mis propios soldados habían vendido información o cosas referentes a nosotros. Ni siquiera sabía hasta qué punto los criminales tenían información sobre mi familia y sobre mí, pero era claro que estaban bien informados de todo lo que ocurría en nuestras vidas, tanto así que sabían un secreto que sólo pocas personas conocíamos.

A pesar de que Conall acababa de recuperar a su padre, eso había seguido en secreto para no poner en vulnerabilidad a la familia Harrison, sólo lo sabían, alguno de nuestros soldados que habían escuchado a Conall llamar a su padre de esa manera, de lo contrario nadie tenía conocimiento de que los dos Harrison estaban relacionados por un lazo más grande que el de un tío y un sobrino. Los ataques estaban totalmente destinados a nosotros, no había otra manera de que nos pusieran vulnerable si no era dañando a las personas que amábamos y por desgracia todos los criminales conocían mi mayor punto débil, ese punto en el que podían tener total control sobre mi persona y mis decisiones. Dañar a mi familia.

Y no sólo me refería a la familia que me había criado como mis padres, mis tíos o mis hermanos, si no la familia que yo había ido construyendo al pasar de los años, todos mis amigos que se encontraban alrededor mío y también a los amigos de mi prometido, en donde él también se incluía en las personas que sí dañaban acaban completamente conmigo.

A veces deseaba no ser tan transparente con todo el daño que me causaban sí ellos sufrían de alguna manera u otra, pero por desgracia me era imposible controlar esa emoción de dolor que sentía cada que alguien cercano a mí tenía algún tipo de sufrimiento. Quizás por eso sabían que la única manera de dañarme era dañando a mi familia.

De cierta manera me odiaba a mí misma por no poder ser totalmente inquebrantable, por ser tan transparente en el daño que me causaban y por no poder cambiar el rostro a indiferencia total, habían acabado completamente conmigo en el momento en el que yo había creído que había perdido a toda mi familia y quizás ese chisme se había extendido por todos lados, por ese motivo estaban tratando de volverme vulnerable atacando a los que más amaba.

No había podido pegar ojo desde el momento en el que me había enterado que mi futuro esposo estaba vulnerable con una droga, era jodidamente inquietante que no pudiese hacer absolutamente nada estando a más de cinco mil kilómetros de distancia, yo quería correr y ayudarlo para que no sufriera de gravedad, sin embargo me había sido completamente imposible considerando que no podía dejar a medias la misión que ya tenía, una misión que realmente nos había costado estructurar y que estábamos luchando por salvar a todas las víctimas.

Mi madre me había obligado prácticamente a ir a encerrarme a mi habitación y tratar de dormir por lo menos un par de horas, pero me había sido imposible conciliar el sueño por más de media hora, los sueños malditamente me atormentaban a cada instante que permanecía con los ojos cerrados, los malditas pesadillas atacaban mi mente sin poder ser controladas por mí, en esas pesadillas lo único que podía ver era sangre en mis manos y a mis pies a todas las personas que amaba.

Sentía tanta rabia por no poder protegerlas que realmente era escandalosa la forma en que me sentía, realmente estaba tratando de tranquilizarme y poder pensar con mejor claridad considerando que no podía hacer mucho encontrándome demasiado lejos de casa, pero quería hacer algo para proteger a los que amaba, no podía quedarme de brazos cruzados mientras estaban bajo amenaza de que los dañarían de una u otra manera.

Me sentía jodida, era una general pero parecía ser el soldado con menos rango en toda la base, era como si fuese a un León encerrado, mientras veía como maltrataban todas las personas que admiraba. Quizás mi comparación no era la mejor pero de esa manera me sentía, sentía que todo el esfuerzo todo el sacrificio que había hecho dos años atrás se había ido a la mierda, no podía evitar pensar que quizás sí debía haber muerto.

Trataba de que los pensamientos intrusivos no me hicieran haber deseado realmente que el bastardo que me había secuestrado años atrás me hubiese matado para no hacerle el daño que le estaba haciendo a mi familia. Sabía que no era mi culpa pero no podía evitar pensar que es realmente el que los estuvieran dañando era por mí. Sabían que ellos eran mi punto más débil y la única forma de volverme vulnerable era dañándolos a ellos.

Mi madre siempre me había dicho que los cobardes hacían eso, buscar el punto débil de las personas para hacerles daño, y realmente estaba comprobando que ésa era una verdad. Me estaban dañando por medio de las personas que amaba y no podía tener conciencia de quién sería el próximo al que dañarán, podía ser cualquier persona que tuviese algún contacto conmigo y odiaba la idea de no poder protegerlos.

Toda la semana había sido un maldito infierno, lo único que quería saber era que terminábamos esa misión para poder volver a casa y tranquilizar un poco las cosas. Cuando el ataque dentro de la base los soldados parecían estarse volviendo completamente locos, los reportes que me pasaba a mi hermano, mi mejor amigo o mi prometido estaban llenos de quejas por parte de los soldados, todos querían tener la seguridad de que dentro de la base estaban seguros, pero nosotros no podíamos darles esa seguridad.

Era completamente absurdo que ni siquiera en el lugar que se suponía era nuestro santuario militar, pudiésemos estar libres de ataques por parte de las mafias más poderosas que querían quitarnos el poder.

Me había enfurecido demasiado al enterarme que mi prometido había ido a ver a mi secuestrador y verdugo personal, lo había odiado por haberse expuesto tanto en ese lugar en el que claramente no podía protegerlo. Me odiaba a mí misma por no poder proteger ni encerrar a todas los que amaba en una cajita de cristal.

—¡Mamá! —escuché mi propia voz.

Me enderece rápidamente sintiendo mi piel completamente bañada de sudor, las malditas pesadillas cada vez me atormentaban más y era como si fueran un mal augurio de todo lo que podía ocurrir si realmente no lograba proteger a los que amaba.

Como en cada sueño recurrente que había tenido durante esas 3 últimas semanas, me veía a mí misma con la sangre entre mis manos mientras las personas que amaba se extendían a mis pies completamente desangradas, con balas perforando sus cabezas o sus pechos, sus rostros llenos de dolor y las palabras de cada uno de ellos atormentándome <<No nos salvaste>>.

Jamás había sido de las que creían que las pesadillas podían convertirse en realidad, pero esos sueños se estaban volviendo tan malditamente constantes que parecía que realmente me estaban advirtiendo de un futuro, era completamente jodido no poder dormir ni siquiera un par de horas sin tener esas pesadillas que me hacían levantarme completamente bañada en sudor y con los ojos inundados de lágrimas.

—No puedes seguir así, amor—la voz de mi madre me hizo levantar la cabeza.

—¿Te desperté? —pregunté.

—No—murmuró—. Tu padre fue a traerte una taza de té, pero no nos despertaste, estábamos despiertos tratando de encontrar alguna pista que se nos haya pasado durante el día, viniste a dormir hace menos de una hora y ya estás despierta por una pesadilla.

—Perdón, yo... sabes que debería tratar de controlarlas pero...

—No, no debes tratar de controlarlas, las pesadillas muchas veces nos enseñan cosas que necesitamos saber para qué el futuro no nos agarre en bajada, además debemos considerar qué estás pasando por un gran estrés y que las pesadillas son el reflejo de lo que estás viviendo, no significa que se vayan a cumplir literalmente pero puede que te están dando pistas para poder resolver algo que no venga en el futuro. ¿Quieres contarme tu pesadilla?

—Temo que se vuelva realidad, la abuela siempre dijo que si cuentas la pesadilla en ayunas puede que se vuelva realidad...

—En realidad no estás en ayunas, amor, comiste hace menos de una hora y media.

—Tengo miedo de que se cumpla, mamá. Eso es lo que me atormenta porque siento que de alguna forma es el destino advirtiéndome lo que nos depara el futuro, lo que me depara.

—¿Y qué es eso?

—Dolor, perdida y muerte...

—¿Tú muerte?

—No—murmuré—. La de todos los que amo...

—Siempre he admirado la parte humana que heredaste de nosotros, esa parte en donde realmente no vas a dejar morir a personas inocentes o a personas que amas, ni siquiera porque sepas que tu vida está en peligro. Pero debes de dejar de preocuparte por todos nosotros, nosotros sabemos que tú no eres una damisela en apuros y que no vas a dejar que nadie te haga daño, pero así también tú ten la seguridad de que no somos víctimas, si alguien trata de meterse con nosotros vamos a darle con toda la fuerza de la familia Kim Rossi. No tienes que protegernos todo el tiempo, mi amor. Tú eres nuestra fortaleza y nuestra debilidad, así que no te atrevas a volver a interponerte entre la bala de ninguno de nosotros, porque nosotros también podemos interponernos en una bala que vaya hacia ti.

—Ni siquiera hables de balas que pueden darnos—murmuré—. Ese es mi mayor temor, no poder ser lo suficientemente rápida para interponerme en una bala que sea dirigida a ustedes.

—Y no lo hagas—murmuró tomando mis manos—. Mi amor, algo que se nos olvida a los Kim Rossi, es que no somos superhéroes y tampoco inmortales, has estado al borde de la muerte tantas veces, que quizás la próxima sea una de no retorno. Así que no se te ocurra volverte a interponer en una bala que vaya dirigida a alguno de nosotros.

—Tú madre tiene razón, florecita—murmuró mi padre en el umbral de la puerta—. A veces nosotros olvidamos que no somos superhéroes o inmortales, pero por desgracia heredaste esas ganas de proteger a quienes más amas y es imposible que en tu madre o yo hagamos que te las quites, pero algo que nos decíamos cuando estuvimos en peligro los dos, era que si el otro faltaba no habría nadie más para protegernos. Así que piensa en eso, tú eres quien nos puede proteger a nosotros.

—¿Qué pasa si un día no soy lo suficientemente fuerte como para protegerlos? ¿Qué pasa si yo soy la que termina dañada y no puedo salvarlos y mis malditas pesadillas se vuelven realidad? No podría vivir con eso.

—Tu abuela siempre decía algo—murmuró mi madre, sentándose a mi lado en la cama—. Lo único que el ser humano es incapaz de controlar es la muerte, si es tu momento no importa dónde te escondas la muerte te va a encontrar y te va a llevar con ella, pero si no es tu momento ni aunque te pongas frente a ella.

—No podemos elegir el momento en el que la muerte nos va a alcanzar, pequeña, pero somos seres humanos y debemos estar preparados a que la muerte puede llegar en cualquier momento, a veces no es suficiente interponernos entre una bala, y también te digo que no vuelvas a hacerlo, no te interpongas entre una bala que vaya directo hacia nosotros, no podríamos sobrevivir si te vuelves a ir—murmuró mi padre.

—Pero como eres igual de necia que nosotros 2 juntos, sabemos que no nos vas a hacer caso con ello, así que por lo menos trata de si te vas a interponer en una bala, no hacer que te dañe en algún punto en donde sea completamente irreversible el daño—murmuró mi madre—. Siempre he amado tu gran bondad y la fuerza que tienes para proteger a los que amas, pero a veces debes de ser egoísta y sólo proteger a aquella persona con la que quieres pasar el resto de tu vida.

—Yo no podría permitir eso, no podría elegir entre salvarlo a él o salvarlos a ustedes.

—No te preocupes por nosotros, nosotros nos protegemos mutuamente y ahora tú estás formando tu camino, así que debes de tomar una decisión en momentos de tensión. A veces esas decisiones te van a afectar de por vida, pero si de algo estoy completamente seguro, si lo pierdes a él sentirás que toda tu vida perderá sentido. Yo protejo a tu madre y ella me protege a mí, es hora de que entiendas que no tienes la responsabilidad de protegernos. No somos damiselas en apuros.

—Pero... Yo... las pesadillas...

—Mi mamá siempre dijo que las chicas con sangre Lee tenían dones de bruja por nuestros antepasados, pero por buena suerte eso no significa que lo que soñamos se hará realidad... como ya te lo dije puede ser que simplemente sea algo que te está avisando que debes estar alerta e incluso te está dando pistas de cómo resolver lo que está por venir, pero eso no significa que vaya a ocurrir algo parecido.

—¿Y qué pasa si ocurre como en mis sueños?

—Entonces como ya lo dije, nosotros somos totalmente capaces de protegernos, tú debes de comenzar a velar por tu nueva familia, estás en nada de casarte con el hombre que amas y creo que es completamente necesario que comiences a pensar en darle prioridad a tu nueva familia, nosotros sabemos protegernos, hemos estado juntos por 26 años, pequeña. Sabemos como cuidarnos.

—Eso no es gracioso—murmuré.

—No, pero tampoco lo es que quieras volver a interponerte en una bala por nosotros—murmuró mi madre—. Estoy demasiado orgullosa de ti, mi niña, de la mujer en que te has convertido, pero realmente debes comenzar a pensar en todo el futuro que te depara al lado del hombre que amas y del pequeño que los acompaña.

—Mamá...

—Te prometo que no importa donde estemos... —murmuró mi madre.

—Si estamos en la Luna...

—O a cinco mil kilómetros de distancia...

—Siempre seremos tus padres y siempre vas a poder recurrir a nuestros brazos cuando necesites un abrazo o cuando sientas que ya no puedas darle más a la vida, pero por favor no vuelvas a exponer tu vida por nosotros, y tampoco por tus hermanos o todos los que consideras tu familia, está bien que tu corazón te lo pida, pero ahora debes de pensar que tienes un futuro por delante al lado del hombre que amas...

—Pero ustedes son mi todo, son lo que me hizo resistir todas esas noches que pasé en vela creyendo que jamás volvería a verlos, no puedo simplemente dejarlos atrás y pensar con egoísmo para proteger al hombre que amo, puedo protegerlos a todos.

—Y ahí está el espíritu Kim—murmuró mi madre —. No tienes que proteger a nadie, debe ser protegerte a ti misma y aunque suene egoísta, debes de pensar primero en ti y luego en el resto del mundo. Porque cuando te encuentres sola nadie más velará por ti.

—Tu corazón es muy grande, pequeña y desearía que no tuvieses que cambiarlo, pero por desgracia el mundo en el que vivimos es egoísta y debes de pensar en ti, o realmente te van a pisotear, más ahora que estás a nada de ganar las elecciones como ministra.

—Te amamos, pequeña... y debes de dejar de pensar que tienes que protegernos o que puedes perdernos, créeme que para que eso ocurra tendrán que vencernos primero. Somos los invencibles Kim, ¿recuerdas?

—Sí—murmuré con una pequeña sonrisa.

—Ahora... trata de dormir, mañana necesitamos a la general Kim para patearle las bolas a cientos de mafiosos y depravados—murmuró mi padre—. Iré a hacer guardia, amor, te veré por la mañana.

Se acercó a mí y dejó un tierno beso sobre mi frente, un beso paternal que realmente inundó mi corazón de alegría. Mi madre le dio una pequeña sonrisa y antes de que la gran ministra pudiera decir algo, su esposo atacó sus labios con anhelo. No pude evitar que mis labios se curvaran hacia arriba, ver el amor que mis padres se profesaban a cada instante, realmente me hacía creer que el amor era eterno, no importaba cuántas tormentas tuviesen que atravesar, si se amaba se podía vencer.

—Buenas noches, papá—murmuré.

—Buenas noches, florecita—murmuró mi padre con una sonrisa.

Mi padre salió de la habitación sin decir una sola palabra más, miré a mi madre tratando de dejar de pensar en la maldita pesadilla que me estaba atormentando. De repente me sentí como esa niña pequeña que lloraba por el miedo a la oscuridad y como mi madre lo había hecho desde que tenía 3 años, me envolvió en las mantas de mi cama e hizo que mi cabeza se recostara sobre sus piernas.

—Mami... ¿Me prometes que si yo no puedo protegerlos ustedes van a protegerse?

—Te lo prometo, amor—murmuró mi madre acariciando mis mejillas—. Recuerda que soy tu madre y que no importa nada, eres la niña de mis ojos y así me cueste la vida también voy a protegerte.

—No hables de perder la vida—murmuré sintiendo que las lágrimas se acumulaban en mis ojos.

—Como ya te lo dije, lo único que no podemos controlar como humanos es la muerte—murmuró—. Ahora cierra tus ojos, es hora de que mamá te cante.

Mi mamá comenzó a hacer un pequeño sonido con su garganta, dándole el mi hermoso ritmo a la canción que siempre me hacía sentir tranquila y que sin importar dónde estuviera, sentía los brazos de mi madre a mi alrededor, ella era la que orientaba mis pesadillas y me hacía sentir completamente renovada.

—Si sientes frío

Y hay mucha niebla

Si las estrellas

Esconden su brillo

Si mi princesa

Perdió su castillo

Jugando en la arena

Solo recuerda

Yo voy contigo

Te abrazare cuando te sientas sola

Te enseñare como cruzar las olas

Te cuidare si estas dormida

Te enseñare una luz en la mirada

Para que nunca te de miedo nada

Y vuelvas a soñar tranquila

Sin siquiera darme cuenta mis ojos estaban llenos de lágrimas, en estos momentos realmente sentía que mi madre era la mayor fortaleza que tenía en mi vida, si, Conall estaba a mi lado y su amor era incomparable, pero también el de mi madre. No podía ni siquiera imaginarme una vida en la que ella no estuviera, no sabía cómo había sido capaz de avanzar cuando perdió a sus padres pero estaba segura de que yo no podría, no era tan fuerte como lo era ella y no importaba si estaba encanecida al lado del hombre que amaba, siempre necesitaría a mi madre.

—Duerme, florecita... aquí estaré cuando despiertes, lo prometo—murmuró.

Me sentí nuevamente como esa pequeña niña que corría sus brazos cada que tenía una pesadilla, sentí como si mi alma se sintiera completa al tener a mi madre a mi lado cantando la canción que siempre nos mantenía unidas, tenía tanta suerte de tener a mi madre, de saber que ella era la única que ponía reparar mi corazón sin importar quien hubiese sido el agresor. La única manera en que no podría repararlo era así ella me faltaba y realmente rogaba al cielo porque ese día jamás llegará.

El sol impacto de llenó con mi rostro, señal de que la mañana habia llegado y como mi madre lo había prometido la noche anterior, ella seguía a mi lado, durmiendo mientras me estrechaba entre sus brazos. Por primera vez en toda una maldita semana, había podido dormir más de dos horas seguidas, mi cuerpo se sentía revitalizado, el dormir realmente era algo necesario y agradecía que mi madre se hubiese quedado toda la noche a mi lado, de esa manera había podido descansar lo suficiente.

Por fin había llegado el día que habíamos estado esperando para poder concluir la misión, aunque tendríamos muchas cosas que hacer antes de partir al bosque dónde se llevaría a cabo la cacería, realmente el dormir me había ayudado bastante, no sólo mi humor se encontraba menos volátil sino que estaba pensando con más coherencia y me había dado cuenta de todos los desperfectos que se encontraba en nuestro plan.

—Si entramos por aquí quedaremos totalmente expuestos ante los tipos que estén buscando en esta área. Eso claro si no perdemos a las víctimas en el punto de reunión, según lo que tenemos entendido es que se les dará una ventaja de veinte minutos a todas las víctimas para que tengan suficiente tiempo de esconderse, sin embargo no podrán correr más de diez kilómetros a la redonda.

—Exacto—murmuró Archie—. Creo que no habíamos analizado eso—aseguró.

—¿Entonces cuál será su estrategia? —preguntó Conall a través de la pantalla.

—La forma más segura es entrando por el lado sur, no nos toparemos con ninguno de los criminales pues ellos estarán concentrados en el lado norte y ahí podemos realizar la primera extracción de las víctimas que llegaron más lejos, después nos dirigiremos al lado sureste y ahí comenzaremos con la segunda extracción.

—Ahí es donde entramos nosotros—murmuró Nick—. Atacamos a los criminales que hayan llegado hasta ese punto ¿Cierto?

—Si—murmuré—. Aunque iremos los dos equipos juntos al llegar al sureste deberemos separarnos para nosotros poder realizar el ataque y ellos la extracción el resto de las víctimas.

—Bien, tenemos todo listo—murmuró Waibel.

—Si, tenemos los antídotos y todo lo necesario para las víctimas, sabemos que quizás estén bajo efectos de la droga para hacerlas más intensar y lograr cazarlas con mejor diversión, así que tendremos cuidado el acercarnos para que no seamos descubiertos antes de tiempo—murmuró mi hermano.

—Y eso es lo que nos lleva al siguiente punto, Álex y ministros, si las cosas se complican su tarea será eliminar a cuantos enemigos puedan para distraer, necesitamos que los distraigan lo suficiente como para que no nos presten atención a nosotros mientras atacamos, nosotros atacaremos a los principales que se encontrarán en el lado noreste, avanzaremos por el lado este hasta llegar a su punto de reunión y ahí los acribillaremos si es necesario—murmuré.

—Suena un excelente plan—murmuró mi madre—. Sigamos toda la estrategia de la general Kim y volvamos a casa con una misión victoriosa.

—Si la misión se ve comprometida o todos estamos en peligro, daré la orden de retirada, no importa si no salvamos a todas las víctimas o quedaron mafiosos sueltos, no permitiremos que nos dañen de una u otra manera ¿Quedó claro? —dijo mi padre con fuerza.

—Si, señor—contestamos todos.

—Generales y coronel, ¿Alguna pista nueva?

—Seguimos rastros de Lombardi, estamos tratando de ubicar a todos los niños que fueron adoptados en un periodo de 6 años después de la muerte de Giuseppe, aunque ya nos quedamos sin orfanatos en Asís, continuaremos con los lugares aledaños y llegaremos a Venecia si es necesario.

—Háganlo—ordenó mi padre—. Hunt, encárgate de comenzar con la redacción de una orden de aprensión para atrapar a cualquiera que sea ese bastardo, si está bien asesorado, sabe que lo estamos cazando y seguro no podremos detenerlo sin una orden.

—Sí, ministro.

—Bien, nosotros estaremos en contacto, informándoles todo lo que avancemos en la misión, quizás estemos incomunicados hasta la madrugada o parte de la mañana, la cacería es al anochecer. Eso significa que ustedes deben estar alerta en el momento que nosotros no estemos al tanto de las cosas, si estamos en lo correcto y tenemos traidores en nuestra base, es claro que conocen las misiones y estrategias.

—Si, señora—murmuró Kennett—. No logramos conseguir pruebas necesarias para culpar a Leonel, parece que solo estaba en el lugar erróneo en el momento correcto, lo interrogamos y no mintió sobre su coartada, fue enviado a investigar algo en la Gran Ciudad ¿Lo raro? El correo fue enviado por la cuenta de correo de los ministros—explicó.

—Bloqueé la cuenta de los ministros, generales y coronel desde que inicio el ataque, alguien queria cubrir sus huellas incriminando a inocentes.

—Todo parece un lío sin pies ni cabeza, se supone que deberíamos tener por lo menos a un sospechoso, pero cada que creemos estar cerca de algo parecemos alejarnos más de la verdad. Seguiremos buscando pistas algo debe llevarnos al maldito bastardo que está detrás de todo tengo a todos los equipos buscando, pronto encontraremos algo—murmuró Conall.

—Perfecto, coronel—murmuró mi madre—. Esten preparados, todos los criminales que atrapemos serán enviados directamente a la Gran Ciudad para comenzar con el juicio en cuanto lleguemos, no nos iremos mañana mismo ya que tenemos que realizar la limpieza de todo el lugar para poder incautar y encontrar más pruebas de sus crímenes, pero esperemos que por mucho el 19 de diciembre estemos aterrizando en la Gran Ciudad.

—Perfecto—murmuró Conall con una sonrisa—. Estaremos informándoles cualquier evidencia que encontremos para atrapar al maldito mafioso que está jodiéndonos, tengan cuidado en esa misión, todos sabemos que es realmente peligrosa y no tenemos muchas oportunidades.

—Por supuesto, Coronel—murmuré—. Ustedes, manténgase a salvo y traten de buscar a los que estan detrás de todo...

—General—murmuró Conall y sentí que mi corazón se inflaba al ver sus ojitos llenos de preocupación—. Cuídese en esa misión, tiene un prometido, una boda y un hijo adoptivo esperándola en casa—aseguró.

No pude evitar que una tonta sonrisa de enamorada se dibujará en mi rostro, realmente saber que tenía alguien esperándome en casa me hacía sentir amada, como mi madre me lo había dicho la noche anterior realmente tenía que comenzar a pensar en mi futuro, en un futuro que estaba realmente cercano, uno en donde podía amar al hombre que quería y tendría en mis brazos a un hermoso niño y aunque no era mi sangre, me quería como si fuese su madre.

—Lo haré—murmuré—. Regresaré en una pieza...

—Más te vale—murmuró.

Sonreí al ver sus ojos llenos de miedo, realmente estar en una misión complicada a miles de kilómetros de distancia no era la mejor sensación, no debía sentir temor por lo que pudiese ocurrir, después de todo estábamos en un campo neutro y nosotros conocíamos también ese bosque como lo hacían los cazadores, sin embargo sí teníamos algunas desventajas, pero éramos el maldito equipo alpha, nada nos haría caer.

—Te amo—susurró y sonreí.

—Yo también—murmuré con una lagrima descendiendo por mi mejilla, por alguna razón me sentía temerosa.

Sin embargo realmente no había mucho que pudiese hacer para poder cambiar la situación en la que estábamos, teníamos una misión en curso, una misión que ayudaría a cientos de personas inocentes que estaban secuestradas como víctimas de una casa de malditos personas que se sentían dueños de las vidas de los demás. era nuestro trabajo ayudarlas y no dejar que se cumpliera su muerte.

<<Dios, ayúdanos>>

.

.

.

.

¿Qué les pareció? 

¿Les gusto la relación que tiene Keyli con sus papás?

¿Qué creen que ocurra con sus miedos?

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