Capítulo 81.
Haciendo las pases.
"Las enemistades ocultas y silenciosas son peores que las abiertas y declaradas." ~ Cicerón
Nadie puede advertirnos de un final inminente, un final que llega sin ser previsto y que llega tan rápido que es imposible prevenirnos para su llegada, los finales llegan a cada momento de nuestra vida, no podemos prevenirlos por lo tanto se convierten en un real dolor de cabeza, sumando a ello el sentimiento que dejan, se siente un gran vacío que es imposible de llenar con cualquier otra cosa, pues normalmente los finales que duelen son aquellos que nos importaban.
Pero esto no quiere decir que en nuestro día a día ocurran finales, estos suceden sólo de vez en cuando y es nuestro deber como humano saber adaptarnos a ellos para poder progresar y no sumirnos en el dolor que dejan. A veces, algunos finales son necesarios para el crecimiento personal, para darnos cuenta de lo valioso que somos y de la fortaleza que poseemos. Sí, un final siempre va a doler, pero podemos tomarlo por los cuernos y adaptarnos a él o dejar que nos destruya y nos sumerja en un profundo pozo de desesperación.
Jamás me había interesado conservarán nadie en mi vida, siempre habría creído que entre menos personas estuvieran a mi alrededor, menos personas tendrían la oportunidad de dañarme, había tenido ese pensamiento durante toda mi vida porque las personas en las que más confiaba me habían traicionado a la corta edad de 5 años, ¿Cómo podría confiar en alguien si mis propios padres me habían abandonado?
Siempre creí que estar solo era lo mejor, no tenías a nadie que te molestara o que te pidiera hacer cosas que tú no deseabas. Eras libre de hacer lo que quisieras y quizás, nisiquiera tenías un solo testigo para nada, pero sabías que estabas a salvo contigo mismo pues entre menos tuvieses a tu lado, menos personas podrían traicionarte. Aunque Kennett, mi padre, me había tratado de convencer miles de veces que una vida solitaria era dolorosa, siempre había creído que él exageraba.
Sin embargo, ni siquiera mi padre me había advertido que cuando llegase la mujer correcta, toda mi vida daría un giro de 180°, no quería volver a estar solo en mi vida, no quería volver a sentir esa soledad de no poder contarle a nadie lo que ocurría en mi día a día y tampoco queria sentir ese dolor calcinante al no tener a mi muñequita cerca.
Keylani habia llegado a destruir cada una de mis reglas, había llegado como un torbellino que había destrozado toda mi vida de la manera más hermosa y perfecta que podía existir, amándome. pero ella me había convertido en un hombre mejor en todos los sentidos, quizás ni siquiera lo había hecho por ella, sino por mí mismo, ese hombre que había mejorado era él que estaba dispuesto a hacer todo por una pequeña muñequita con una enorme sonrisa y preciosos ojos curiosos de una tonalidad verde.
La amaba más que a mí propia vida, quizás se debía que desde el momento en el que ella llegó a mi vida, esta dejó de pertenecerme para pasar completamente a sus manos, porque ella era la única capaz de destruirme con una sola palabra y que, sin embargo, también era la única en volver a reconstruirme y pegar cada uno de los pedacitos rotos de mi alma.
Realmente quería pasar el resto de mi vida a su lado, el simple hecho de recordar el dolor de no haberla tenido a mi lado durante 2 malditos años era suficiente para hacer que mi corazón se estrujara y quisiera lanzarse del edificio más alto. Keylani era mi vida, sólo a ella la quería durante cada instante del resto de mi eternidad; porque era cierto lo que le decía, yo no quería solo una vida a su lado, yo quería pasar el resto de mi eternidad y de cada una de mis vidas, sujetando su mano con fuerza.
Quería tenerlo absolutamente todo con ella, no me importaba si eran simples momentos o eran días enteros, yo la quería por siempre a mi lado y estaba seguro de que esa no era la primera vez que le hacía esa promesa, por algún motivo sentía que nos conocíamos incluso antes de habernos topado en esta vida y por supuesto, cuando se lo conté a mi abuela, ella apoyó completamente mi idea.
Mi abuela era una fiel creyente de las vidas pasadas, ella siempre decía que las almas que se encontraban en esta vida era porque habían hecho un pacto en el pasado y aquellas que se enamoran, era porque estaban destinadas desde muchas vidas atrás. Mi abuela siempre decía que no se tenían que encontrar vida tras vida, había algunas en las que aunque estaban destinados era imposible permanecer juntos, pero que en otras, estaban completamente destinados a pasar el resto de sus vidas al lado del otro.
Siempre había creído que esa idea era tontamente romántica, sin embargo, cuando la conocí a ella me di cuenta de que esa idea no estaba tan lejana a la realidad, no era simplemente porque nuestras almas estuvieran destinadas, era por el amor que había nacido en el primer instante en el que nuestros ojos habían chocado.
Realmente me alteraba no tenerla a mi lado, era como si me sintiese completamente perdido en un mundo de posibilidades, sabía que incluso podía considerarme un enfermo completamente loco al no poder estar más de dos semanas alejado de ella, pero era esa perfecta y absolutamente ridícula necesidad de tenerla a mi lado, era como si sintiera que de un momento a otro ella volvería a desaparecer de mi vida.
Realmente debía tranquilizar mis nervios sobre ese temor, no era normal despertarme a las 2:00 de la mañana sintiendo que nuevamente se acercaba el día en el que no pudiera abrazar a mi pequeña, era como una horrible sensación de que ella se alejaba cada vez más de mí, estaba completamente lunático al creer esa tontería, Keyli y yo estábamos a nada de casarnos y formar nuestra pequeña familia, sin embargo no podía evitar sentir que una guerra estaba a nada de estallar.
No le había comentado nada ni a ella ni a los ministros, no quería preocupar a los demás con tantas suposiciones que teníamos todo el equipo Élite qué se conformaba más que nada de nuestros amigos, pero tener en la base a Maxim y Arniel, se sentía como una invasión a nuestro hogar, ellos querían estar en todo momento enterados de lo que ocurría dentro del lugar y Arniel, al haber estado antes en nuestra base, se sentía con la autoridad de mandar. Había sido mi mejor amigo durante años, pero no era el mismo hombre al que yo conocía.
El Arniel al que yo conocía le podía ofrecer mi vida y sabía que él la tomaría y cuidaría, pero a Arniel que habia regresado de Italia, en definitiva no se le podía confiar ni un alfiler, era como si en lugar del piadoso y amoroso hombre que había compartido mi vida durante casi 25 años, hubiese quedado en el pasado y en su lugar llegase un monstruo sin alma y sin sentimientos. En definitiva era terrorífico saber que mi mejor amigo había cambiado por completo, y todos lo notamos más al estar completamente solos con él en la base.
—¡No los veo moverse! ¡¿Son nenitas o soldados?!—grité, dando dos aplausos para que los soldados siguieran corriendo por el campo mayor.
Aunque mi ánimo estaba completamente decaído, por no tener a mi muñequita al lado, hablar con ella y hacerla sentir placer por medio de una llamada habia despejado completamente mi mente y me habia dejado pensar mejor en otras cosas. Realmente ella parecía ser la medicina para cualquier mal que yo tenía, si estaba distraído, ella era la única capaz de centrarme; si me sentía mal, ella era el antibiótico que necesitaba para estar completamente renovado.
Todos los soldados corrían por el campo mayor, Rossi se habia sentido indispuesto, con un fuerte dolor de estómago y yo inmediatamente lo envié a la enfermería. Me hice cargo del entrenamiento del medio día, nuestros soldados debían estar preparados en todo momento y más, sabiendo que las cosas en las dos misiones permanentes podían complicarse.
—¡No los escucho cantar, ¿Acaso quieren que les ponga un micrófono en el trasero?! —gruñí.
La marcha de entrenamiento inundo todo el campo y yo suspiré sintiéndome un poco más tranquilo al tener el control de las tropas. Los chicos corrían esquivando todos los obstáculos que tenían en el campo, todos se deslizaban o saltaban de acuerdo a los obstáculos que se les presentaban en el camino, quizás no era muy parecido al campo real en el que tendrían que llevar a cabo las misiones, pero todos los entrenamientos le servían para tomar un poco de fuerza y voluntad a la hora de tener al frente misiones reales en las que su vida peligra.
Ellos debían estar completamente en forma, saber correr en el momento preciso y también esquivar balas o cualquier otro obstáculo que se les presentase en una misión de real importancia. Me sentía realmente orgulloso por mi mujer, ella era la que había implementado todo el nuevo sistema de entrenamientos, en donde si las tropas no estaban en misiones debían pasarla entrenando, pues ella quería que su ejército fuera de los mejores como lo había sido años atrás.
Seguía siendo del grupo Élite de los ejércitos, el que lideraba a todas las milicias mundiales, sin embargo, mi muñequita era perseverante y le gustaba tener todo completamente esquematizado, eso también incluía tener un gran control de su ejército y de cada uno de los momentos que ellos tuvieran en el campo de batalla.
Keyli, seguía siendo la mujer más poderosa de todo el ejército, seguía poniendo de rodillas a todas las tropas con un solo grito y tenía tanto poder que la mención de su nombre les causaba escalofríos, no era grosera ni rebajaba a las personas, pero ella les enseñaba a progresar y les enseñaba que un grito a tiempo podía salvarles el trasero en una misión. Además, conocerla a ella, implicaba sentir su aura completamente llena de perseverancia, honor y valentía.
Keylani, había regresado de entre los muertos, había renacido como los fénix de las cenizas producto de los más crueles incendios, pero ella se había levantado con la cara en alto y sin bajar la mirada, sin tenerle miedo a los bastardos que le habían dañado en el pasado y aunque había regresado con unos cuantos traumas, ella seguía siendo la misma muñequita fuerte que era capaz de poner de rodillas a medio mundo. La muñequita que no tenía miedo de levantar la voz y de luchar por sus propios ideales.
—¡Los quiero a todos lavando las letrinas! —grité—. ¡Buen trabajo!
—¡Si, coronel!
Realmente el castigo de lavar las letrinas era lo menos que les ponía ella, pero a decir verdad no tenía cabeza de seguirlos cuidando mientras hacían su entrenamiento, realmente me preocupaba que ella tenía que ingresarse a un lugar lleno de lobos como los que le habían producido un enorme dolor y traumas que la seguían afectando.
Mi Keyli era fuerte, llena de vida y con una sonrisa que era capaz de hacer que toda mi vida tomara un diferente color, pero a la vez era mi muñequita vulnerable que seguía llorando al pensar que no era suficiente mujer por no poder tener hijos o la que se seguía levantando traumatizada por todos los malditos daños que le habia provocado el hijo de puta de Magnus Schiavone.
Di por finalizado el entrenamiento después de 2 horas de tenerlos corriendo por todos lados, las ganas de llamarla me controlaban pero sabía que estaba dentro de la misión y necesitaba concentrarse totalmente en obtener información de las víctimas. Así como yo debía concentrarme en encontrar al maldito tipo que había ingresado en nuestro sistema de seguridad y también al verdadero rostro de los Lombardi.
—Coronel—murmuró Mikaela, la novia de Nikolai—. Buenas tardes, Nick me envió una nueva información referente a la misión Lombardi. La general le pidió una investigación detallada de los Lombardi y todo el árbol genealógico de la Bratva y la Sacra Corona, pero ese nos lo hará llegar la próxima semana.
—¿Algo nuevo que nosotros no hayamos encontrado antes?
—Una nueva casa de seguridad y un dato que podría servirnos—murmuró.
—Vamos a la oficina del general Harrison—murmuré.
Mik, asintió y ambos caminamos en dirección de la oficina de mi padre. De alguna manera me encantaba poder volver a llamarlo de esa manera, poder decirle padre sin tener miedo a ser rechazado y poder tener a alguien que habia estado durante toda mi vida. Toqué la puerta y después del permiso, me adentré en la oficina, encontrando a mi padre y a Bausili, platicando sobre algunos datos que seguramente los ministros les habían enviado.
—Buenas tardes—murmuré.
—Generales—saludó Mik.
—Coronel, Capitana—murmuraron ambos.
—¿Ocurre algo?
—Nikolai envió información—murmuré—. Mik la recibió.
—Mikaela, dinos...
—La general solicitó a Nikolai, que realizará una investigación detallada sobre todo los Lombardi y también sobre el árbol genealógico de Bratva y de la Sacra Corona, Nick agregó la información de la Cosa Nostra para no pasar desapercibido ningún dato, este último no lo enviarán dentro de la semana que viene, sin embargo, el capitán Pávlov encontró información importante ahora...
—Bien, ¿qué es?
—Encontremos una nueva casa de seguridad en Venecia, sin embargo tampoco ha sido habitada durante más de 10 años y el ultimo que tuvo contacto con este lugar murió en un accidente nuclear en la planta de Japón.
—¿Cómo se conectaría alguien que cuida la casa de los mafiosos dormidos, con un accidente nuclear? —pregunté.
—Eso es lo mismo que yo pensé, no hay forma de que ambos hechos se conecten, por lo que suponemos no fue un accidente...—murmuró —. Es posible que esta persona conociera la identidad del verdadero Lombardi, por lo que tuvieron miedo de que fuese revelada la identidad y acabaron con el testigo.
—Lo hicieron pasar por un accidente nuclear, de esa manera ninguno haría preguntas—concluyó Bausili—. Es una posibilidad. Lo que tenemos hasta ahora, es que varias personas conocían la verdadera identidad de Lombardi, sin embargo todas han terminado en accidentes de una u otra índole.
—Eso es correcto—murmuró mi padre.
—Sólo tenemos eso, realmente no es un gran avance, estamos varados en el mismo punto en el que sabemos que existe Lombardi pero no tenemos ni la menor idea de quién sea.
—¿Algo más?
—Si... en realidad... Nick estuvo investigando más allá, cuando me dijo su plan creí que sería una completa pérdida de tiempo, pero se cree que cuando murió Giuseppe Lombardi, su hijo fue dado en adopción y por lo tanto fue llevado a un orfanato de Italia, hace un par de semanas no teníamos absolutamente nada de ese orfanato, sin embargo, Alessandro Esposito, antiguo consigliere, estuvo vinculado con el orfanato de San Francisco de Asís, por lo que creemos, el heredero a toda la mafia de la Sacra Corona fue internado en ese lugar.
—¿Se registraron ingresos en la fecha de la desaparición de Lombardi menor?
—Ordenaré una investigación—murmuró Mik.
—Sí es así, asegúrate de ordenar también que sigan a todos los niños que fueron adoptados por familias comunes de Italia, puede que alguno de ellos, sea el hombre que estamos buscando...
—Por supuesto, señor—murmuró—. ¿Algo más?
—Investiguen a las familias de todos los que tuvieron contacto con los Lombardi, sea en el pasado o en el presente, todos pueden estar involucrados con ellos y estan ocultando al verdadero Lombardi—murmuré—. Y también investiguen que lazos tienen con los Denali, no es coincidencia que vayan a sus reuniones depravadas y estén en la lista de cazadores.
—Como ordene, coronel—murmuró—. Permiso para retirarme...
—Concedido—murmuré.
Mik nos dio una pequeña sonrisa, salió de la oficina de mi padre y de Bausili, ambos la compartían al ser generales de región. Me dejé caer en la silla libre, sintiendo que necesitaba un poco de terapía paternal, nisiquiera estaba seguro de como diablos había sobrevivido a no contarle todo a mi padre.
—¿Nos das un momento? —preguntó mi padre a Bausili.
—Por supuesto—murmuró con una pequeña sonrisa—. Iré por comida, ninguno ha almorzado y ya son las tres de la tarde.
Se puso de pie y sin decir nada más, salió de la oficina. Solté un suspiro cuando me quedé solo con mi padre, ese hombre que habia estado a mi lado toda mi vida como mi tío y quien a pesar de mis berrinches adolescentes, nunca me habia abandonado.
—Habla—murmuró.
—¿Cómo sabes que tengo algo?
—Hijo—murmuró con una ceja arqueada —. Sabes que soy tu padre desde hace unos meses, pero yo lo supe toda tu vida... te conozco y además, pones el mismo gesto que tu madre cuando algo le preocupa—aseguró.
—Key—murmuré.
—Lo sabía—afirmó—. Si algo compartes con tu madre es su forma de amar o entregan todo o nada... también lo heredaste de mí.
—Lo dice el hombre que arriesgo toda su carrera militar—murmuré riendo.
—Y si se tratara de ti, lo volvería a hacer una y otra vez—aseguró con una sonrisa—. No cambiaria absolutamente nada de mi pasado. Pero no hablamos de mí, dime ¿Qué es eso que te tiene tan preocupado y con la cabeza en las nubes?
—Pesadillas—murmuré—. Se que suena idiota y paranoico, pero no he dejado de tener malditas pesadillas en donde la pierdo, donde no soy lo suficientemente rápido para protegerla de una bala y vuelvo a perderla...
—Hijo...
—Sé lo que me vas a decir, son pesadillas e idioteces, pero por algún motivo siento que estamos a punto de desencadenar una guerra, quizás... el descubrir la identidad de Lombardi comience una guerra sin fin...
—De hecho, iba a decir que si sientes eso deberías hablarlo con ella, están a punto de casarse y ella debe de saber tus miedos, así como tú debes de saber los de ella. Lo último que entendí es que ella se siente insegura por no poder ser madre ¿ Tú tienes algún problema con ello?
—No, por supuesto que no—murmuré—. La amo tanto que lo único que quiero es a ella, no niego que tener un hijo con ella sería maravilloso, pero sé que llegará cuando tenga que hacerlo y creo que la vida ya nos ha jodido demasiado, quizás se apiade de nosotros...
—¿Tienes la esperanza?
—Ella la tiene...
—¿Te lo dijo? —preguntó con una ceja arqueada.
Seguramente al ser médico sabía que las probabilidades de que ella pudiera concebir un hijo eran prácticamente nulas. Solté un suspiro sin poder evitarlo, no lo había expresado en voz alta jamás, ella siempre había tenido miedo de decirlo por lo que lo había dicho en uno de los episodios en los que había estado en el subespacio, esos en donde su mente divagaba y dejaba completamente desnuda su alma.
<<Tengo la esperanza de que mi tío pueda hacer algo para que podamos tener un bebé, quiero tener un bebé contigo, es mí más grande sueño>>
—No—murmuré—. Lo dijo entre sueños...
—Como médico puedo decirte que aferrarse a esa idea es más dañina para ustedes que cualquier otra cosa, porque puede que se frustren al no lograrlo jamás y si jamás lo logran, su relación puede irse en picada. Pero como tu padre, puedo decirte que te aferres a esa idea, si ella tiene la ilusión de ser madre, quizás lo que deberías hacer es alimentar Sus ganas de serlo, quizás Dios y la vida se apiaden de ustedes y les den una buena sorpresa.
—Hablaste como un verdadero padre—murmuré.
—Aún me acostumbro a ello—aseguró con una sonrisa—. No te aseguro que será un camino fácil de recorrer, seguramente pensarás que la pierdes unas cuantas veces porque el querer ser madre muchas veces se vuelve una obsesión, ella puede frustrarse incluso más que tú e incluso perder las esperanzas varias veces, pero por eso un embarazo es cosa de dos, tienes que estar ahí como su pilar y apoyarla si ella quiere continuar, pero tienen que hablarlo como pareja, aunque claro que eso será después de la boda ¿no?
—Por supuesto—murmuré riendo—. Mañana tengo una reunión con Lui para ultimar detalles y ver los trajes de novio... ¿Quieres acompañarme? Pensaba ir solo, pero después recordé que tengo un padre y creo que te quiero ahí.
—Jamás se olvides que tienes un padre—murmuró riendo—. Ya te perdí durante 30 años y no pienso volverlo a hacer—. Aún sigo sin creer que ella te pidió matrimonio antes que tú—se burló.
—Yo le pedí matrimonio mucho antes, solo que ella lo hizo más oficial y yo mientras estábamos solos y...
—No quiero escuchar como estaban—murmuró soltando una carcajada—. Suficiente tengo con saber que parecen conejos...
—¡Papá!
—Hijo, no son para nada discretos—murmuró—. Pero no te recrimino, sé lo que es amar a alguien en todos los sentidos...
—Ahora soy yo quien no quiere escuchar la vida sexual que tuvieron mis padres antes de que yo naciera—murmuré.
Mi padre soltó una carcajada, estirando la mano para entregarme un sobre. Lo miré sin entender.
—Te la pensaba dar cuando te casaras con el amor de tu vida, no te la pude dar con Cynthia porque sabía que la odiabas más que yo, tampoco cuando se casaron los tres, así que... bueno... decidí dártela ahora, puedes leerla ahora o quizás hasta el día que te cases, son palabras de tu madre y mías...
—¿Una carta?
—Nuestro amor siempre fue prohibido, teníamos todas las leyes en nuestra contra y nuestras familias también, yo era un aristócrata del Reino Unido y tu madre era la princesa de la mafia Rusa, aunque quisiéramos no podíamos estar juntos sin un solo impedimento, así que cuando nos enteramos de que venías en camino, los 2 nos pusimos de acuerdo para escribirte esta carta y entregártela cuando te enamorarás de verdad. Y no te preocupes era la misma consigna que ahora te doy, puedes leerla ahora o hasta el día de tu boda, aunque personalmente deberías leerla hasta el día de tu boda.
—No le darás nada a Keylani, ¿o sí?
—Tu madre dejó una carta para su futura nuera, pero creo que no se la daré hasta que esté completamente segura de que es ella.
—Por supuesto que es ella—murmuré—. Jamás he amado a nadie como la amo a ella y por ello estoy dispuesto a todo, a volver hielo el infierno y a prender fuego al cielo...
—Entiendo ese sentimiento—murmuró —. Y no sabes cuántas veces le he pedido a Dios porque te permita tener un final feliz.
—No quiero un final feliz, padre... quiero una vida al lado de mi muñequita y una eternidad feliz.
Mi padre sonrió.
—¿Por qué hicimos un niño tan meloso? —preguntó mirando al techo.
Solté una carcajada, mi padre si era ocurrente.
—Porque salí a ti—murmuré con un guiño—. Entonces ¿me acompañarás mañana? Ya que mi padrino de bodas está en una misión con mi futura esposa.
—Ya que soy tu última opción, por supuesto—aseguró.
Soltó una fuerte carcajada y me puse de pie.
—Iré a comer algo, Key me dijo que me llamaría cuándo terminará la misión y quiero estar al pendiente de ella, no quiero que me marqué y yo no le conteste, y antes de que te burles de mí, los planes cambiaron y ella tuvo que entrar sola a ese lugar, me preocupa que le desencadene uno de los traumas que tiene. Sé que ella es fuerte y que va a superar todos, pero esos bastardos le hicieron mucho daño y es mi deber como su futuro esposo cuidarla de ello.
—Entiendo ese sentimiento—murmuró Kennett—. Ve, yo revisaré unas cosas e iré con Bausili a la ciudad, necesitamos seguir las pistas de una pandilla que está causando disturbios, me llevaré a tu equipo por unas cuantas horas y los soldados estarán entrenando.
—¿Quién los dirigirá?
—Delegaré a Bianchi, no debe hacer muchos esfuerzos, pero seguro que puede pegarles unos cuantos gritos como los que les da a su esposo.
—Si Key te escucha burlándote de su mejor amiga, me deja huérfano—murmuré.
—Y a ti sin pelotas por no detenerme—aseguró riendo —. Entonces ¿Mañana a las 12?
—A las 12—aseguré—. El ministro, Hunt, Giandrick, Álex, Nick y Archie se conectarán por videollamada para ayudarme a tomar una buena decisión.
—Estan completamente locos ¿Por qué casarse tan pronto?
—Porque hemos aprendido que cuando aplazamos las cosas, hay más maneras de que la vida nos joda y no queremos correr el riesgo al unir nuestras vidas para siempre. Además, no quiero perder más el tiempo sin llamarla mi esposa—murmuré.
—Dios, Keylani te convirtió en un monstruo—murmuró y solté una carcajada—. Dale la orden a Bianchi.
—Claro, mándame al matadero—gruñí.
Mi padre se puso de pie y ambos nos dimos un fuerte abrazo, era extraño que antes a pesar de no saber que él era mi padre, cada que me abrazaba sentía esa unión paternal que solo tiene un hijo con su padre.
Solté un ligero suspiro mientras salía de su oficina, me encaminé directamente a la sala de capitanes para poderle informar a Bianchi que necesitaba su apoyo en el entrenamiento de la tarde de todos los soldados. Mi padre no se equivocaba al decir que quizás podía descargar un poco de todas las hormonas de embarazo con los pobres soldados, en lugar del pobre e ingenuo Jacob.
—Hola—murmuré tocando la puerta.
—¿Qué quieres? —gruñó.
Enarqué una de mis cejas al recibir tan alegre saludo, a decir verdad era uno de los menos bruscos que me había dado durante todo el tiempo en el que su mejor amiga y su esposo estaban fuera de la base.
—¿Asi le hablas a tu coronel?
—Qué te den—gruñó—. Agua—ordenó señalando el garrafón frente a nosotros.
—¿Te levantaste del lado gruñón de la cama? —interrogué con burla.
Serví un vaso de agua y lo acerqué a su escritorio, estiré la mano para dejarlo sobre la mesa y no acercarme cuerpo del cuerpo a ella, era como si se tratase de un León a punto de atacar y yo no quería quedar en medio de las garras.
—Del lado en el que mi marido debería estar cuidándome y no en una misión—chilló.
—Será su última misión en 2 años, deberías dejarlo disfrutar aunque sea un poco ¿Cuántas veces lo llamas al día?
—Créeme que son menos de las que tú la llamas para jalarte la polla—gruñó.
Solté una pequeña risa, sí que la Marlen embarazada era adorable, no pude evitar sentir una pequeña punzada en mi corazón con mil preguntas atacándome al segundo << ¿Key sería igual de gruñona? ¿Sería igual de adorable?>>.
—Oh venga, yo soy la embarazada—gruñó—. ¿Qué te puso como agua de limón amargo?
—¿Qué?
—Estoy en el área psicológica, por supuesto que sé cuándo alguien reacciona a las acciones de alguien más y estoy casi segura a qué se debe esa cara.
—¿A si? —pregunte—. ¿Y según a tú a que se debe mi cara?
—Aparte de la colisión de dos torbellinos que la deformaron, se debe al pensamiento de Keyli embarazada.
Arqueé ambas cejas con incredulidad.
—No es cierto—mentí.
—Tienes el mismo rostro que mi amiga cada que me ve, sé que no me tiene envidia o algo por el estilo, pero sé que se compara demasiado conmigo y a veces piensa si se vería igual estando embarazada y créeme, ella se vería como una Diosa.
—¿Se lo has dicho?
—No—murmuró—. Pero ella sabe que yo lo sé—aseguró.
—¿Ella sabe que sabes sus pensamientos?
—Conexión Parabatai—murmuró con un guiño.
—Joder, ya tengo suficiente con Jacob obsesionado con cazadores de sombras—murmuré riendo—. Venía a verte porque necesitamos una entrenadora para los soldados de la tarde y tu necesitas liberar un poco de estrés o ese bebé saldrá igual de arrugado que su padre.
—Dios, agradece que estoy embarazada y eres el prometido de mi mejor amiga o te golpearía —murmuró riendo—. Cuenta con ello, me servirá un poco liberar hormonas de embarazada antes de que mate a alguien en la fila de la cafetería.
—Recuérdame darte un pase VIP—murmuré.
—No me ganarás más, Harrison, pero con gusto acepto el pase—aseguró.
Solté una carcajada y salí de la oficina de capitanes para dirigirme a la mía. Nisiquiera presté mucha atención al camino, hasta que sentí un cuerpo chocar con el mío.
—Coronel—murmuró la chica—. El general me pidió que le trajera esto de almorzar...
—¿El general? —pregunté—. Bueno, supongo que mi padre si se preocupa por mí—murmuré con una pequeña risa—. Gracias, soldado... ¿Cuál es su nombre?
—Soldado Fleischer—murmuró con una sonrisa—. Si necesita algo, solo dígame y puedo ayudarlo con lo que sea.
—Estoy bien—corté al darme cuenta de su descarado coqueteo, no tenía ganas ni ánimos de escuchar a alguien que no fuera mi muñequita.
Tomé la charola que sostenía entre sus manos y sin decir nada más, me alejé de ella como si su presencia despertara un instinto de supervivencia, pero lo ignoré, realmente debía ir al área de psicología, tener a mi muñequita lejos me estaba convirtiendo en un maniático.
Entré a mi oficina y comencé a revisar algunos papeles mientras comía el almuerzo que mi padre había enviado, sabía bien, pero por alguna extraña razón añoraba el sazón de mi hermosa muñequita y sus chilaquiles picantes.
<<Te extraño, muñequita>>
Revisé varios archivos respecto a todo lo que estábamos investigando, no solo Lombardi, sino el infiltrado en la base y la persona que estaba dando información sobre todos, nosotros nos considerábamos como una familia, pero habia un traidor dentro de nuestras filas y realmente necesitábamos terminar con esa persona.
Sentí que mi ojos picaban de repente, como si el sueño comenzara a consumirme y fuera imposible controlarlo. Por instinto miré la comida y todo cobró sentido, habia sido un completo idiota al comer eso, mi padre sabía que yo iría a la cafetería y jamás me enviaba comida a menos de que no saliera de la oficina durante horas.
Joder. Una puta trampa.
Quería luchar contra el sueño y la mierda que habían puesto en la comida, pero era completamente imposible. Incluso traté de escribir un mensaje a Keyli, pero mis manos temblaban tanto que me era imposible sostener el celular entre mis dedos, era un completo idiota.
<<Muñequita... Me drogaron...>>
Perdí completamente la noción del tiempo, mi vista se volvió completamente negra y mi cuerpo se paralizo. No supe si pasaron minutos u horas, pero no soñaba, lo único que habia era completa oscuridad.
Volví en mí mismo cuando sentí un fuerte olor a alcohol, abrí los ojos con dificultad, encontrando el rostro preocupado de Mikaela, Marlen y mi padre, los tres me miraban con gran preocupación, seguramente adivinado lo que habia pasado.
—Joder—gruñó mi padre—. Ordenen el cierre de toda la base, nadie sale de aquí.
—Si, señor—murmuró Mik.
—Esta desorbitado—murmuró Marlen.
—Le dieron algo—murmuró con el ceño fruncido mi padre—. Conall, hijo... ¿me escuchas?
—¿Q...Qué paso? —pregunté.
Sentí que con cada palabra la garganta se me deshacía, era una horrible sensación y no cabía la menor duda, me habían drogado con alguna mierda.
—Te drogaron—murmuró mi padre—. Mandaste una alerta a mi celular, supongo que antes de desmayarte, vinimos lo más rápido posible, pero... no sabemos que mierda de plan tenían...
—¿Q...Quién?
—Estamos averiguándolo—murmuró Marlen—. Le avisaremos a Keylani en cuanto se comunique...
—F...Fue p...por ella...—murmuré —. Q...Quieren engañarla...
—Si—murmuró Marlen—. Eso explicaría por que hay ropa de mujer tirada por todos lados y tienes los pantalones abajo...
Miré con miedo hacía abajo y sentí una punzada de dolor, al comprobar que mis pantalones se encontraban abajo y gracias al cielo, alguien me habia cubierto con mi chaqueta, sin embargo, era claro que me habían desnudado.
—¿Q...Qué me hicieron? —murmuré.
—Tranquilo, hijo—murmuró mi padre—. Llegaremos al fondo de esto.
Mi celular comenzó a sonar con el característico tono de mi muñequita, sentí que las palabras se atoraban en mi garganta y las ganas de matar a alguien aumentaban, me habían jodido realmente al darme una maldita droga para dormirme y era claro que no solo lo habían hecho por diversión, ellos querían jodernos en un punto bajo y sabían cómo hacerlo.
Marlen me dio el teléfono, sentía mis manos temblorosas y era como si no fuese capaz de aterrizar en la tierra y mi cerebro divagará como la mierda en algún lugar del subespacio. Odiaba eso, no poder tener el control de mi cuerpo y más aún, al escuchar la voz temblorosa de mi muñequita, indicando el creciente miedo que seguramente sentía.
—Amor... —murmuré con dificultad.
Me dolía la cabeza como nunca y mi garganta estaba completamente seca, eso solo significaba que estaba realmente jodido.
—Quierouna explicación, Conall y la quiero ahora—gruñó y supe que realmente lo habían hecho para jodernos.
.
.
¿Qué les parecio este capítulo?
Holi, aquí les traigo un capítulo para que sepan que sigo viva. Los quiero mucho, muñequitos<3 nos vemos la próxima.
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