Capítulo 73.
Mi razón.
"El deseo es una fuerza poderosa que puede usarse para hacer que las cosas sucedan."~ Marcia Wieder.
Dicen que el amor es un sentimiento que no podemos reconocer a la primera, pueden pasar años y nosotros no estaremos seguros de haber encontrado el verdadero amor en una persona, pero también dicen que muchas veces el amor es tan transparente entre 2 almas que no importa si pasan solo un par de segundos, sabes que la persona que conociste o que tienes frente a ti es el amor de tu existencia, sabes qué esa persona es la que quieres durante el resto de tu vida y que sin importar nada sabes que en ella encontrarás el pilar que mantendrá tu vida estable y no importa si todo tu alrededor se derrumba porque si ella está frente a ti sabes que estás en tu lugar seguro.
Para muchos es fácil decir que el amor se puede tener varias veces en la vida, sin embargo cuando conoces a la persona que realmente va a estar el resto de tu vida te das cuenta de que en realidad que eso es una completa mentira, sólo existe un verdadero amor y por más que muchas veces nos enfoquemos en negarlo nuestro corazón sabe que sólo existe una persona en todo el universo que te hará sentir pleno sin siquiera hacer un solo movimiento.
Nunca fui muy fanático de los libros de literatura antigua, y a decir verdad de ningún libro en general, estaba más enfocado en lograr mis metas para restregarle en la cara a mis supuestos padres que no me había importado su abandono, que yo había seguido de pie aunque no hubiese tenido padres en mi infancia, aunque claro que ya me había enterado de que mi verdadero padre siempre había estado a mi lado.
Sin embargo cuando mi supuesta madre me había ingresado al maldito internado para "reubicarme", me habían obligado a leer tantas y tantas historias de literatura que realmente había terminado odiando a todos los autores como Shakespeare o Dante, pero debía decir que me había enamorado completamente de una frase del primer autor. "La vida es muy corta como para amarte solo en una, prometo buscarte en la próxima vida" y aunque solamente me había gustado por la forma en que lo había dicho no como autor sino como hombre, nunca le había encontrado un sentido, no hasta que encontré a mi hermosa muñequita de ojos verdes.
Cuando la conocí llegó a revolver toda mi vida, fue como un huracán que desestabilizó todos mis sentidos y me hizo querer algo más, incluso cuando yo estaba acostumbrado a sólo utilizar a las mujeres, no las denigraba simplemente para mí no me atraían más allá del ámbito sexual. Yo jamás me había imaginado una vida con alguien, ni siquiera ver a alguien vestida de blanco caminando hacia mí en el altar o quizás alguien teniendo a pequeños niños que se parecieran completamente a ella, creía que esos pensamientos eran realmente cursis y siempre se los había dejado a mi mejor amigo, sin embargo al conocerla a ella todo cambió.
Ella era la mujer con la que quería compartir el resto de mi vida, era la mujer que quería ver cada mañana al despertar, a la única que deseaba con todo el alma poder verla con un hermoso vestido blanco caminando hacia mí en una hermosa boda llena de amor, con mi hijo detrás de ella levantando la hermosa y enorme cola de su vestido. Lo quería todo con ella y no me importaba absolutamente nada más.
Al principio me había negado durante semanas el real sentimiento que sentía por ella, yo no era un hombre de flores y corazones, lo único que hacía era follar y dejarlas cuando me aburrían, eso era yo y claro que era un comportamiento totalmente patán, me apenaba a mí mismo decir que yo era ese hombre en la antigüedad, alguien que nisiquiera se preocupaba por hacerlas acabar, simplemente era mi placer lo único relevante.
Pero ella habia sido todo lo que necesitaba, de repente no me importaba si yo disfrutaba o no, quería que ella disfrutara tanto e incluso más que yo, me encantaba cada uno de los gestos que hacía cuando estaba acabando o cada uno de los gritos y los temblores de su cuerpo cuando la hacía llegar al orgasmo. Era ella, sólo ella la que me causaba tantas cosas que era imposible describirlas todas.
Keylani había llegado como un tornado a derribar todas las paredes que había puesto en mis sentimientos, esas paredes que yo mismo había construido para que nadie pudiera herirme considerando que mis padres habían sido los primeros en dañarme, siempre había puesto una máscara en mi rostro para que nadie averiguara lo que sentía o cómo estaba pasando mi vida, siempre había mantenido la frente en alto para no demostrar que alguien me había dañado o que me sentía débil por algún motivo.
Ella había llegado a desnudar completamente mi alma y mis sentimientos, esa mascara de frialdad que había construido sobre mi rostro para que nadie se diera cuenta de que estaba herido por dentro, había sido arrancada de mi piel por ella, y ella misma había sanado las heridas que esa máscara habían dejado, con pequeños besos y caricias que me hacían tocar las nubes.
Mi muñequita era perfeta, completamente perfecta.
Se había convertido en la razón de mi vida, me había sentido tan perdido cuando la creí muerta que en su regreso, me había dado cuenta de que ella era la razón por la que mi corazón latía, por la que esa fría capa de hielo que yo había construido alrededor de toda mi vida había desaparecido para darle paso al amor. Ella era completamente mi razón de todo, incluso lo había sido para tomar la decisión más importante de mi vida que era criar un niño cuando yo ni siquiera tenía en mis planes tener un hijo.
Keylani era la razón de toda mi vida, del latir de mi corazón, de mis alegrías, mis miedos y mis anhelos, solo la queria a ella para saber que mi vida se encontraba perfecta, realmente no necesitaba absolutamente nada más.
Tenerla cerca de mí debía considerarse el mayor placer en la vida, saber que se encontraba sobre mi pecho desnudo, recuperándose de lo último que le habia hecho era realmente algo que me emocionaba completamente y me hacía sentir el hombre más afortunado de la tierra.
Su piel sudorosa y desnudo olía a fresas, un olor tan perfecto y único que me hacía sentir que toda mi vida estaba alineada junto con las estrellas, ella era la razón para eso, para sentir que mi vida estaba perfecta.
Habia sido una noche maravillosa, me habia enfocado en darle placer y demostrarle de mil maneras diferentes que ella era a la única que deseaba, la única que queria en mi vida y la mujer que anhelaba para el resto de mi existencia, no habia nadie más que quisiera en mi vida y ella lo sabía, pero me habia encargado de recordárselo una y otra vez, haciéndola llegar al orgasmo y explotar vez tras vez.
—Amor—susurré, no queriendo asustarla después del último orgasmo que le habia dado—. Creo que es hora de irnos, debemos partir al amanecer...
—¿Mhm?
Solté una pequeña risa, la misma muñequita que era una completa eminencia en el ejército, también era la muñequita que necesitaba amor post sexo y claro que se lo daba con todo el gusto del mundo, me encantaba escuchar sus pequeños ronroneos, signo de que disfrutaba enteramente de los cariños y cuidados que le daba.
Aunque queria que nuestra estancia se extendiera durante más tiempo, ella estaba preocupada y yo también me sentía preocupado por todo lo que estaba ocurriendo a nuestro alrededor, teníamos una misión que completar y aunque confiaba plenamente en Archie, Nick y Álex, no lo hacía en Arniel o Maxim , Arniel habia sido mi confidente durante años y era al único que podía confiarle mi vida, sin embargo, el hombre que estaba en ese momento en la misma misión, no era el mismo niño que habia encontrado por primera vez en un parque de Londres.
La amaba y realmente queria seguirla manteniendo entre mis brazos, pero era completamente imposible quedarnos más tiempo en ese lugar, debíamos realizar el protocolo correspondiente y después regresar a casa para continuar con las misiones que teníamos en juego.
Aunque lo negará, no quería regresar tampoco a casa, eso solo significaba que me sería completamente imposible poder mantener a mi hermosa muñequita entre mis brazos, por primera vez desde que éramos un equipo tendríamos que realizar misiones diferentes a kilómetros de distancia y eso sería una gran patada de bolas, no sabíamos cuánto tiempo podía extenderse esa misión y asi como podían ser un par de meses, podíamos llegar al final del año sin vernos.
El simple pensamiento de que no estaríamos juntos durante meses lograba desubicarme y hacerme sentir completamente vulnerable, seguramente esa no era una reacción correcta o propia, posiblemente cualquier psicólogo me diagnosticaría con obsesión por Keylani, la queria todo el tiempo a mi lado, su presencia era como el oxígeno que necesitaba todo el tiempo para permanecer cuerdo. Ya habia vivido un tiempo sin ella y no estaba seguro de poder volver a hacerlo.
La abracé contra mi cuerpo, arrepintiéndome de haberle recordado que nos encontrábamos en una misión, no estaba seguro de que volviéramos a tener momentos tan tranquilos y tampoco si podríamos volver a disfrutar de tenernos el uno al otro en pocas semanas o si nuestra separación duraría meses, como fuese, la extrañaría demasiado.
Queria impregnarme de su delicioso aroma, queria saber que mi hermosa y dulce muñequita era sólo mía, queria tenerla entre mis brazos durante horas y no separarme de ella porque ambos teníamos obligaciones como agentes, la queria estrechar entre mis brazos hasta que ambos estuviéramos encanecidos y llenos de arrugas.
Con ella realmente me imaginaba un futuro, realmente queria que fuese ella la mujer que estuviese a mi lado durante el resto de mi vida, la mujer que encaneciera a mi lado y con la que viera correr a nuestros nietos por todos lados. Sabía que ese tema a ella le causaba dolor, sabia sus pensamientos respecto a tener hijos y aunque nunca me lo habia dicho, ella si queria ser madre, ese era uno de sus grandes sueños que le habían sido arrebatados por el maldito hijo de puta de Magnus.
Yo nunca me habia soñado como padre, la llegada de Niall me habia tomado por sorpresa más aun el gran parecido que mi hijo tenía con mi muñequita, sin embargo, me habia imaginado una hermosa niña idéntica a Keyli, con sus hermosos ojos verdes curiosos y sus preciosos mechones negros. Era realmente extraño para alguien que habia repudiado toda su vida el compromiso, amara a alguien con la intensidad que yo amaba a Keyli, no me habia cambiado, ella me habia jalado a su mundo para que yo mismo hiciera el cambio.
Acaricié sus mechones rebeldes, esos que caían por su rostro y se pegaban a su piel por el sudor que resbalaba por su perfecto rostro, sus ojitos estaban cerrados, sus mejillas ruborizadas y sus perfectos labios hinchados por todos los besos que le habia dado. Ella era completamente perfecta, no habia otra descripción para ello.
—No quiero levantarme—murmuró—. Cuando lo haga, ambos deberemos volver a ser coronel y General, ambos deberemos tratarnos como colegas y no como prometidos.
—Ahora todo mundo sabe que salimos, mi amor—aseguré—. Debemos tratarnos como colegas por reglamento, pero cuando seas ministra, quizás puedas quitar esa estúpida regla...
—Si... pero eso...
—¿Eso...? ¿Qué te preocupa de eso?
—Que te hagan daño—se sinceró —. Ahora todo mundo sabe que tú eres mi punto de mayor debilidad, saben que si te dañan a ti me dañaran a mí y eso es realmente a lo que le tengo miedo, sabemos que hay agentes que han sido comprados por los Lombardi, por los Nikolaev e incluso teniendo en cuenta que los Schiavone se aliaron con los Nikolaev.
—Alto ahí, muñeca—murmuré, enderezándonos a ambos—. ¿Cuánto tiempo llevas pensando eso? —murmuró algo inentendible—. Muñeca...
—Desde que nos comprometimos—murmuró—. Tengo miedo de que tú seas un blanco para ellos, saben que si te dañan van a acabar conmigo. Ahora me respetan porque creen que Niall es hijo de Magnus y porque me consideran como su reina pero ¿Qué pasara cuando se revele la verdad? ¿Qué pasara cuando sepan que Niall no es hijo de Magnus? ¿Qué solo los chantajeé para que me lo entregaran?
—Si eso pasa, tendremos al ejército preparado—murmuré, tratando de tranquilizarla.
—¿Y si no podemos? ¿Y si alguien más gana las elecciones y perdemos todo?
—Eso no pasara, amor—aseguré—. No hay nadie que tenga tantos seguidores como tú, es seguro que ganaras las elecciones y acabaremos con los Nikolaev, Lombardi y Schiavone, vamos a acabar con los tres clanes en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Y si...?
—Y si eso no pasa, te prometo que me tendrás a mí a tu lado para abrazarte, darte fuerzas para continuar y recordarte que eres la puta ama de todo el maldito mundo militar—murmuré—. Y si eso no funciona, me tendrás a tu lado aunque nos quedemos sin nada y tengamos que vivir en alguna isla secreta, me tendrás a mí, Abrazándote y llenándote de seguridad. Te prometo que ni aunque tengamos que enfrentar mil tormentas voy a dejarte sola, siempre sostendré tu mano y te ayudaré a levantarte si caes.
Ella me miró, con sus preciosos ojitos verdes llenos de lágrimas, me apresuré a limpiar las que caían por sus sonrojadas mejillas, odiaba que tuviera ese tipo de inseguridades, que creyera que amarnos nos hacía débiles y más aún, odiaba ser yo quien le hiciera sentir esa inseguridad que si alguien me dañaba ella no podía continuar.
—Pero...
—Nada de pero, amor—murmuré—. Nadie va a dañarme, nadie va a separarnos y si todo el mundo se pone en nuestra contra, ambos levantaremos barreras, juntos.
—¿Y si te pierdo? ¿Y si me pasa algo y no puedo protegerte?
—Amor, ni aunque pasen mil vidas vas a perderme, me aseguraré de que en cada una de ellas tú seas completamente feliz, además de que destruiré todo el mundo y si es necesario, descenderé al infierno y pondré de rodillas a lucifer o volveré cenizas cada maldito lugar del universo. Pero créeme, siempre sostendré tu mano, siempre pelearé a tu lado y te ayudaré a elevarte cuando lo necesites.
—Amor...si te pierdo...
—No lo harás—aseguré —. Un te amo es demasiado vacío para lo que siento por ti—murmuré—. Pero creo que la palabra para definirlo aún no ha sido creada, asi que ambos deberemos decirla hasta que encontremos la palabra adecuada.
Una lagrima volvió a descender por su mejilla y me apresuré a secarla, odiaba verla llorar, era como si me dieran cientos de patadas en las bolas. La queria solo a ella y realmente era doloroso verla sufrir por miedo.
Era real lo que decía, me importaba una mierda tener que descender al infierno de nuevo por ella o con ella, no me importaba volver mierda el maldito mundo y convertirlo en cenizas. La amaba y no tenía la mínima duda de ello, no me importaba convertir el mundo en simple ceniza o ruinas, si ella permanecía a mi lado realmente todo lo demás era efímero.
—Entonces, cambiemos esa palabra—murmuró—. Creemos la nuestra... —aseguró, mirándome a los ojos.
—Amor, solo era algo que...
—Haré cenizas todo por ti—murmuró—. Aunque es demasiado caótico.
—Así somos—murmuré —. Caóticos desde que nos conocemos...
La miré por un par de segundos; esas palabras eran caóticas, pero extrañamente nos definían perfectamente, porque ambos estábamos dispuestos a hacer cenizas todo por el otro y esa era la mayor forma de decirnos un te amo sin decirlo. Nunca me había puesto a pensar en que esas 2 palabras realmente eran demasiado vacías para lo que ambos sentíamos por el otro, pero era todo lo contrario decir Haré cenizas todo por ti, porque eso precisamente expresaba todo lo que nuestros corazones sentían, expresaban cada una de las emociones que nos embriagaban cuando estábamos a más de dos metros de distancia y por supuesto.
—Sólo tú, mi amor, eres mi dulce tormento y mi dulce salvación—murmuré, expresando esas palabras por primera vez en voz alta—. Por ti descendería al infierno y volvería cenizas el universo...
—Eso me gusta—aseguró con una sonrisa—. Haré cenizas todo por ti—murmuró.
Miré sus ojos, entendiendo perfectamente que ella lo era todo para mí, que si ella me volvía a faltar mi vida realmente se acabaría pues ella era la única luz que alumbraba mi vida y cada uno de los espacios oscuros que me acompañaban día tras día, con ello dejaba de existir el miedo y por lo tanto lo único a lo que le tenía miedo era perderla, ni siquiera volver cenizas el mundo sería suficiente si ella me faltaba.
Nuestra peculiar forma de decir te amo, era perfecta, porque ambos sabíamos que realmente si el otro llegaba a faltar, lo único que podríamos hacer era volver cenizas cada espacio sobre la Tierra o incluso en el universo.
Así como lo había dicho William Shakespeare, "la vida es muy corta como para amarte solo en una, prometo buscarte en la próxima vida", yo me aseguraría de buscarla en cada una de las vidas que siguieran a esta y no solo eso, sino que también volvería a cenizas una y otra vez el mundo hasta encontrarla y amarla de las formas más hermosas posibles, tan inexplicables que era imposible definirlas con una palabra.
Ninguno de los 2 dijo otra palabra durante por lo menos 1 hora, quizás ambos nos encontrábamos demasiado perdidos en nuestros pensamientos como para compartirlos, sin embargo, estábamos abrazados y no despegábamos nuestra mirada del otro.
Ambos salimos de nuestra atmósfera llena de amor cuando escuchamos un par de gritos afuera de la habitación, era claro que la tranquilidad que habíamos disfrutado durante esa noche y parte de la madrugada se tendría que ver opacada por algo al no haber concluido la misión que teníamos en juego. Ni siquiera fue necesario que ninguno de los 2 dijéramos alguna palabra, corrí hacia la maleta donde se suponía llevaba el dinero, algo que habia sido completamente una idea de Archie y saqué la tapa de plástico para poder sacar la ropa que habia llevado conmigo.
—Creí que estaba llena de dinero—murmuró frunciendo los labios.
—Siempre puedo darte más dinero del que habia aquí—aseguré guiñándole un ojo.
—Eres un presumido—murmuró.
—Lo dice la princesa Kim—me burlé.
—Te voy a vetar de sexo, Conall Harrison—gruñó.
Solté una pequeña carcajada, dándole la ropa que habia preparado, era nuestro uniforme como agentes, pues a pesar de que no debíamos dejar al descubierto nuestra identidad, necesitábamos realizar la captura con el uniforme correspondiente.
La vi ponerse el conjunto de lencería que le preparé, seguido del uniforme que parecía ajustarse a la perfección a su cuerpo, era hecho a su medida y la hacía lucir imponente y delicada, incluso con su cabello hecho marañas.
Lo amarró rápidamente en una coleta alta y sin decirme nada, me dio un asentimiento cuando le entregué su arma, se veía preciosa, realmente hermosa con sus mejillas aun sonrojadas por el sexo, con sus ojitos determinados a volarle los sesos al que se le pusiera enfrente, eso no debía ser tan erótico, pero lo era para mí.
Le di un último beso en los labios, tomé su mano y ambos nos acercamos a la puerta, escuchando otro par de gritos de terror provenientes de afuera. Ambos intercambiamos una mirada y sin decir nada, abrimos la puerta para encontrarnos con una escena realmente sangrienta.
Había cuerpos regados por todos lados, sangre corriendo por los pasillos del club y la música estaba completamente en silencio, lo único que se escuchaban eran sollozos y gritos de dolor, algo que claramente era un ataque de algo más grande que simples traficantes de anfetaminas.
—¡General! —gritó Álex, acercándose a nosotros, con una herida de bala en el brazo.
—¿Qué ocurrió Vallarelli? —preguntó Key.
—Los Lombardi—murmuró —, nos atacaron... no... no sabemos la razón pero...
—¿Quiénes estan heridos?
—Sólo yo—murmuró—. Andréi los llevo a todos a la habitación de seguridad, incluso a los prisioneros, todos se encuentran a salvo y no saldrán hasta que tu des la orden.
—Bien, somos tres—murmuró Key, mirando fijamente a todo su alrededor—. ¡A su izquierda! —gritó, señalando a un hombre encapuchado.
Seguí su orden, me deslicé hacia la izquierda, saltando cuerpos y tratando de no resbalar en todo el maldito baño de sangre que había. Escuchaba cientos de gemidos por parte de varios heridos y me aseguraría de que fueran atendidos, pero primero debíamos capturar a los malditos desgraciados que habían arruinado mi noche.
Vi a un hombre detrás de uno de los sofás de cuero rojo que reposaban en uno de los palcos VIP, era claro que esos hombre tenían planeada la entrada, pero no la salida, habían planeado un ataqué y sabían que estábamos ahí.
—Sal y consideraré no arrancarte el pellejo—gruñí.
Escuché una bala cortando el airé y me agaché al ver que impactaba en el cristal detrás de mí.
—Que pésima puntería—me burlé—. Deberías considerar tomar clases de tiro. Quizás sea condescendiente y haga que te entrenen en la cárcel.
—¡Voy a matarte! —gritó.
—Claro... inténtalo—murmuré.
Escuché que se levantaba para volverme a disparar, me deslicé en silencio hasta quedar a un par de pasos de él y cuando lo vi levantarse, salté sobre el sillón y lo inmovilicé contra el suelo, arrebaté su arma y la descargué.
—¿Pero qué...?
—Quien te envió, debió decirte que era un plan suicida—murmuré con sorna—. Te mintieron... te acabas de topar con la bestia mayor... ¿Quién te envió?
—¿Por qué preguntas? si sabes quien fue quien me envió—gruñó —. Me enviaron por ella...
—Para ser un mercenario eres demasiado idiota, no dices el motivo por el que viniste—murmuré.
—Lo digo porque me enviaron para decirlo—gruñó —. Y claro, a divertirme con estos ricos—se burló.
—Entonces... di lo que viniste a decir antes de que te vuele los malditos sesos...
—Lombardi le manda saludos y le dice que pronto la tendrá en su cama, como debería haber sido desde el principio y a ti, te va a matar por haberla tocado y va a meterte una maldita bala en la cabeza por cada vez que la vuelvas a tocar...
—¿Lombardi? ¿Tan descerebrado es que no puede decirlo en persona?
—A mi señor le gusta mantener su identidad en secreto—murmuró —. Además, de esa manera le es más fácil estar donde quiera sin ser cazado—aseguró.
—¿Y tú que recibes a cambio? Después de todo viniste a una misión suicida...
—Mi libertad—aseguró—. Muero por mi libertad.
—¿Y quién te dijo que morirás? Voy a ser tu maldito verdugo hasta que te pudras en la cárcel—gruñí.
—Tú no decides mi muerte, lo hace él. Tengo un último mensaje, él dice: Cuídala, porque pronto será mía y jamás volverá a tocarla.
Me alejó de un golpe, estaba completamente desconcertado por sus palabras, él simple hecho de imaginar que podía perderla en manos de otro psicópata hacía que la piel se me pusiera chinita, no podía volver a perderla y ellos sabían que ese era mi mayor tormento, ellos habían armado ese alboroto solo para decirnos lo que Lombardi era capaz de hacer por tener a mi muñequita, pero ¿Quién diablos era Lombardi?
Antes de que pudiera evitarlo, vi con horror como se encajaba una aguja justamente en la yugular y tenía convulsiones escandalosas que hacían que su cabeza se azotara una y otra vez contra el piso, rompiendo su cráneo por la fuerza que ejercía y destruyendo sus malditos sesos que dejaba tirados en el suelo.
Sentí ganas de vomitar al ver tan horrible escena, no tenía idea de quien mierda era Lombardi, sin embargo, debía ser un completo lunático por dejar que sus hombres se mataran de esa manera, no conocía mucho del mundo interno de la mafia italiana, era más de la Bratva, sin embargo, era claro que esa no era una forma de tratar a quienes estaban dispuestos a salvarte el pellejo.
—¡¿Qué mierda paso aquí?!—gimió con horror mi muñequita.
Me giré hacia ella, tratando de reprimir las ganas que tenia de encontrar al bastardo de Lombardi de una vez por todas y acabar con su misera vida, ubiqué primero a Álex, quien miraba con completo horror la escena sangrienta, pero él estaba lleno de sangre, como si se hubiese metido a una piscina sangrienta.
Un sonido ahogado me hizo voltear a ver a mi muñequita, quien estaba completamente llena de sangre y su hermoso cabello también tenía unos mechones llenos de ese asqueroso líquido, me acerqué rápidamente a ella, para tratar de examinarla y curar las heridas que le estaban provocando un sangrado tan horrible.
—¿Qué te paso...?
—No es mía—aseguró, tratando de mirar el cuerpo del bastardo que se habia azotado como un maldito lunático contra el suelo de mármol—. ¿Qué mierda paso?
—Se inyecto algo y comenzó a azotarse como un lunático—expliqué.
—Eso mismo paso con todos los de allá afuera—murmuró frunciendo el ceño—. Seguramente es una droga neuronal... alguna toxina que hace que se suiciden y atenten durante 4 minutos contra las personas a su alrededor ¿Te lastimo?
—No atento contra mí, comenzó a tener convulsiones y azotó su cabeza una y otra vez contra el mármol...—murmuré.
Me apresuré a limpiar la sangre de su rostro. No sabía porque mierda estaba igual de bañada que Álex y tampoco queria preguntar.
—¿Estan bien?
—Si preguntas por la sangre—murmuró Álex —. Un maldito lunático decidió cortarse las venas frente a nosotros y bañarnos con su sangre... como ya lo dijo Key, creo que se trata de alguna toxina, no tengo muchos conocimientos en química, pero estoy seguro de que se trata de algo que obliga a las neuronas a dar la orden de suicidio...
—Creo que nada en esa frase es coherente, pero te sigo—aseguró Key—. Debemos ir con todos los demás y regresar a la base, si estamos en lo correcto, tenemos un soplón siguiéndonos a donde quiera que vayamos. Vallarelli, da el informe a los ministros, que alerten a las demás misiones, no sabemos quiénes son los próximos en recibir este ataque.
<< ¿Cómo le digo que no hay próximos? Este ataque fue planeado para atacarnos especialmente a nosotros por ella>>
—Sí, general—murmuró Álex con un saludo militar.
—Conall, vamos por los demás, daré la orden de irnos de aquí lo más pronto posible, no queremos enfrentarnos a la policía sin tener un informe completo, llevaremos a Andréi con nosotros, queda reintegrado a las filas del ejército alpha.
—¿Cómo? —pregunté.
—Lo vi luchando hace un par de minutos, no pienso desaprovechar esas habilidades—murmuró mi muñequita con una sonrisa cómplice—. Vallarelli, busca sobrevivientes e interrógalos. Harrison, acompáñame para ir por todos al cuarto de seguridad...
No hice ningún gesto ante su formalidad, era claro que necesitábamos separar por un momento nuestra relación de nuestros cargos, yo era el primero en apoyar esa idea, más cuando la amenaza era directa. Habían ido por ella y eso no lo permitiría, mi promesa de quemar el infierno no era en vano.
La seguí por el campo de cuerpos y muerte, habia sangre por todas partes y parecía que no era el mismo lugar en el que habíamos estado bailando horas atrás, todo estaba cubierto de rojo, incluso los pulcros sillones de cuero blanco y el escenario donde habíamos demostrado frente a mil personas el amor que nos teníamos.
Ella se movía con determinación, a pesar de que la escena era sangrienta ella no se quebraba y quizás eso era una de las cosas que más me parecían atractivas de ella, era determinada sin dejar de ser bondadosa, quizás no lo demostraba, pero sabía que se preocupaba por el ataque y todas las vidas de inocentes perdidas.
Se detuvo frente a un cuerpo y no me di cuenta de quien se trataba hasta que se agachó frente a la mujer de brillante peluca azul, era claro de quien se trataba y aunque habia sido el motivo de una discusión nuestra, no merecía terminar como estaba en ese momento.
—Camille—murmuró —. Qué tu alma descanse en paz... —susurró.
Cerró los parpados de la chica y volvió a continuar con su camino. La seguí de cerca y aunque cualquier persona seguramente se tiraría al piso a llorar como un bebé ante la tétrica escena, ella no lo haría, era mi muñequita valiente.
Ambos llegamos hasta el lugar donde Álex nos habia indicado, nos encontramos con Andréi en la puerta, junto con Magali quien se sostenía el abdomen con una gran herida. Magali nos miró con sorpresa, seguramente confundida al vernos con un uniforme militar.
—Andréi—murmuró mi muñequita —. Bienvenido al ejército Alpha, en tiempos de guerra necesitamos a los más fuertes soldados y te vi pelear allá afuera, así que eres bienvenido—aseguró—. Magali, recibirás atención de primera, ambos diríjase a la salida sur, las camionetas de la IISMFCMO no deben tardar mucho en llegar.
—Si, general—murmuró Andréi, seguramente dándose cuenta de que no era momento de preguntar por la decisión de mi muñequita.
—Archie—murmuró, tocando la puerta.
Se escuchó el sonido de un cerrojo y la puerta se abrió, rebelando una escena un poco terrorífica, al ver que todos estaban llenos de sangre, igual que como lo estaba todo el exterior, se suponía ese era un lugar seguro, pero a juzgar por los cuerpos, toda esa misión habia sido planeada para acorralarnos.
—¿Qué fue lo que ocurrió aquí? —preguntó Key, apresurándose a revisar a sus soldados, incluidos Arniel y Maxim.
—Se volvieron locos—murmuró Nick, agarrando su pierna herida, donde parecía tener un pedazo de vidrio encajado—. Esto fue planeado, ellos dijeron...
—Sé lo que dijeron—murmuré, no era momento de alterar aún más a Keyli y ella no pareció notarlo.
Key se apresuró a ayudar a América, quien tenía una herida en su costado derecho. Me acerqué a Nick para revisar su herida, no era muy bueno con todo en ámbito de la medicina, pero era claro que necesitaba ayuda.
—¿Te lo dijeron también? —preguntó.
—Si—murmuré—. Me dijeron que Lombardi la quiere...
—A mí me dijeron lo mismo—aseguró—, pero nadie más parece haberlo escuchado, en lo único que puedo pensar es en que ambos hemos estado con ella... era una amenaza personal, lo que significa que Lombardi sabe más de nosotros que lo que pensamos...—susurró.
—¿Le dijeron algo a Arniel? —pregunté, tratando de conectar ideas.
—No—negó —. Se le acercaron, pero en ese momento se volvieron aún más locos, ellos venían a causar pánico y a darnos ese mensaje, quizás Arniel no estaba contemplado en esta misión...
—Tienes razón—murmuré—. Debemos informarles a los ministros, la quieren a ella...
—Como si no fuera suficiente tener a un maldito psicópata, ahora hay dos que la quieren—murmuró frustrado.
Solté un suspiro, aunque nunca habia sido una opción tener una vida tranquila, de alguna manera esperaba que por lo menos no volviéramos a tener ninguna amenaza de muerte. Pero realmente estaba dispuesto a todo por ella, si era necesario, me iba a encargar de descender y volver cenizas hasta el maldito infierno, todo por ella.
Era mi muñequita y no dejaría que nadie la dañara.
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¿Qué les pareció este capítulo?
¿Tienen alguna teoría de quien es Lombardi?
¡Holi mis muñequitos, espero hayan disfrutando de estos capítulos!
Los quiero mucho y no me asesinen. <3
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