Capítulo 62.
Candidatos.
"El amor es como el fuego; suelen ver antes el humo los que están fuera, que las llamas los que están dentro."~ Jacinto Benavente
La vida muchas veces nos enseña que los villanos pueden estar viviendo en bajo los mismos techos en los que nosotros estamos, nos enseña que siempre puede haber un León que se disfraza de siervo, para atacar en el preciso momento en el que la presa se encuentre completamente desvalida y vulnerable, le encanta atacar a sus presas de maneras que realmente nosotros no podamos hacer nada al respecto.
Al destino le encanta jugar al ajedrez, tirar las piezas que nosotros creemos tener en el lugar correcto con el fin de ganarnos o hacernos comenzar una nueva partida, una partida en donde nosotros seamos más fuertes y nos demos cuenta del valor que tenemos como personas y no solo eso, sino que nosotros aprendamos de los errores y realmente pongamos la cara en alto, para enfrentar todo lo que viene en nuestro camino. Es un juego de ajedrez en donde las reglas básicas no funcionan, quizás debes ensuciarte un poco las manos para avanzar como deseas y ganar los lugares que realmente mereces.
Mi padre siempre había dicho que el poder enferma, a ellos no se les había subido a la cabeza porque se habían esforzado para llegar ahí, habían estado desde abajo para lograr alcanzar un punto tan alto dentro de esos ejércitos. Habían tenido que hacer sacrificios en donde incluso nos habían tenido que dejar durante meses encargados con mi abuela o mis tíos, no lo hacían porque querían subir en el poder, lo hacían para protegernos y eso los había llevado a tener un gran corazón que los había puesto en la cima del poder.
La comparación de mi tío no estaba lejos de la verdad, ellos eran los reyes y mis hermanos y yo, éramos los príncipes y la princesa de la IISMFCMO, ellos eran la máxima autoridad dentro de ese ejército pero también eran los reyes de todos los ejércitos al ser ministro superiores del CMI, algo que realmente era difícil de alcanzar, pues no existían muchas oportunidades de llegar a ello, quizás por eso ese puesto era tan exclusivo.
Yo jamás había soñado con llegar al poder, claro que uno de mis sueños mayores era llegar a ser general pero yo no pensaba realmente pasar de ese puesto, a mí no me interesaba llegar a ser ministro pues aparte de que sabía que eso era una meta prácticamente imposible, yo sentía que jamás podría estar preparada para tomar un puesto tan importante, era tomar el control total de tres ejércitos, los tres ejércitos que mantenían la estabilidad del mundo y que tenían una gran responsabilidad para mantener a todo civil a salvo.
Sin embargo, en el momento que supe que el poder podría pasar a manos de alguien que realmente corrompiera todo ese ejército, no lo dudé ni un solo minuto, cuando mi madre dijo que podría proponerme a mí realmente quise que fuese así, quizás sonaba egoísta el decir que no quería que el puesto quedará en manos de alguien que no fuese descendiente de los principales fundadores de esa gran organización contra criminales, pero también sabía que si alguien más tomaba ese puesto corrompería todo lo que nos regía y mandaría al carajo todas las leyes que habían costado construir, además de que romperían el pequeño hilo que nos sujetaba para poder seguir siendo la organización que realmente luchaba contra criminales.
Era una gran responsabilidad, incluso, ser un candidato para llegar a ser ministro. No se debía tomar a la ligera algo tan importante que literalmente ponía la seguridad de todo el mundo en manos de una sola persona. Ese el principal motivo por el que el poder no podía caer en manos de alguien que no tuviese la voluntad ni la fortaleza mental para regir a tres ejércitos que tenían todo el peso del mundo sobre ellos, y que si algo salía mal, recaería sobre sus espaldas. No se podía tener un líder que realmente no supiera lo que hacía, o que tuviese miedo de poner mano dura al momento de regir o enfrentarse con criminales que les quitasen su honor y lealtad por el simple hecho de mantener sus vidas.
No podíamos tener como máximas autoridades a alguien que vendiera información por mantener a salvo a su familia o a él mismo, sí se debía tener una fidelidad a la familia, pero tampoco podías vender información por protegerla, teníamos un lema en que decía que realmente si querías proteger a tu familia la única manera de hacerlo era entregando tu vida al ejército, así que vender información por algo que tú sabías que estaba mal realmente no funcionaría mucho, pues de una u otra forma traicionaría a las personas que amabas y en las que habían confiado en ti.
Muchas veces la única manera de proteger a todo mundo era entregando tu vida para ello, era lanzarte al fuego sabiendo que te quemarías, pero que atrás dejarías completamente a salvo a todos los que amabas, porque tú te habías esforzado en construirles una cúpula que los aislara de todo el fuego que podía dañarlos. Por eso yo había decidido sacrificar mi vida para poder proteger a todos los que amaba, por eso había cambiado de identidad y me había alejado por un año y 9 meses para poder protegerlos completamente a ellos. Y había funcionado de verdad hasta el momento que él maldito de Magnus había decidido que yo estaba viva y aún debía averiguar cómo se había enterado de ello, pero lo dejaría para después de que terminasen las elecciones.
Realmente debía dejar que todo fluyera como podía ocurrir, de cierta manera sabía que yo tendría el apoyo de todos mis ejércitos pues no sólo era general del ejército Alpha, todos me conocían y habían sabido cosas de mí, así que ganarme la confianza de muchos no sería un problema. Aunque de cierta manera tenía claro que podían complicarse las cosas, si alguno de los candidatos estaba desde ese momento con las mafias, no era que sospechara de ellos, pero como mi padre siempre lo había dicho, el poder enferma y a veces cuando lo queremos hacemos cosas que traicionan todo, la confianza, el amor o la bondad de otras personas.
Después de casi 2 horas en las que todos se dedicaron a arreglarme, sentía que todo mi cuerpo estaba realmente cansado por no haberme movido de una sola posición, mi tío había arreglado mi cabello mientras Situ Mo se habia encargado de ponerme un maquillaje angelical en mi rostro, con un hermoso labial rojo que resaltaba mis facciones y daba más vida a mis ojos verdes, los cuales de alguna manera habían logrado hacer más grandes y brillantes. Debía aceptarlo, esa mujer era toda una experta con las brochas.
Mi cabello fue recogido en media trenza de sirena, haciendo una especie de corona con mi cabello y hubo un pequeño moño al final de la trenza, mi cabello era realmente largo por lo que no se dificultaba en lo más mínimo eso, mi rostro resaltaba con los pequeños caireles que caían sobre él y caía preciosamente en mi espalda, creando un efecto ondulado y perfecto, me encantaba sentirme así.
Pero me había encantado el detalle que adornaba mi cabello, era una especie de corona como si estuviesen tejidas diferentes enredaderas de oro blanco y resaltaban pequeñas flores con un rubí en medio, realmente parecía ser una corona de princesa. Por algún motivo combinaba perfectamente con el anillo y el collar que llevaba, aunque mi tío había sugerido cambiar la joyería, yo me había negado completamente, pues ese collar se sentía como llevar la protección sobre mí, realmente me hacía sentir protegida y segura.
Incluso llevaba unas hermosas aretes de oro blanco en donde colgaba un pequeño rubí que no era para nada ostentoso, era delicado y sutil pero resultaba completamente sobre mis oídos.
Cuando llegó la hora de ponerme el vestido que mi tío había elegido, sentí que me convertiría en una especie de princesa. Era un vestido largo rojo brillante, la falda era totalmente lisa y llegaba hasta mis tobillos, pero en la pierna derecha tenía una preciosa abertura que me encantaba, era una falda en corte de sirena. La parte de arriba estaba perfectamente decorada, parecía que tenía tirantes hechos de oro blanco con una especie de enredadera que resaltaba sobre mis hombros, esa misma enredadera caía sobre el escote de corazón al frente y la parte trasera creaba un triángulo perfecto hasta el final de mi espalda. Era completamente hecho de seda, pero una seda tan fina que parecía única, a pesar de que tenía bastantes detalles, no pesaba en lo más mínimo y era perfecto.
Solté un pequeño grito al verme frente al espejo, no parecía yo, me veía mucho más hermosa de lo que estaba acostumbrada, mis ojos resaltaban y por primera vez pude ver eso que Conall decía, un brillo especial, no sabía si era mi percepción o si algo me emocionaba, quizás realmente estaba emocionada porque nuestra relación se daría a conocer en cada rincón de los ejércitos y eso me era grato.
Miré mis manos que descansaban sobre mi estómago, detallando el perfecto anillo que adornaba mi dedo y que me hacía saber que estaba comprometida con el hombre que amaba, sin poderlo evitar sentí como una lágrima corrió por mi mejilla, pero antes de que pudiese llegar más allá, mi tío se apresuró a limpiarla dándome una reprimenda por llorar en un momento tan hermoso.
—Vuelves a llorar y te cuelgo—gruñó.
—Lo siento—murmuré.
—Hoy tienes que poner rostro duro, recuerda que hoy tú vas a ser quien va a resaltar, me vale una mierda que no sea tu presentación oficial de campaña, tú, mujer el día de hoy vas alzarte como tu madre y vas a demostrarle a todo el mundo que tú eres la gran señora.
—Dilo como es—murmuró mi madre entrando—. La puta ama.
En ese momento sentí como si mi madre me estuviese diciendo que ella me apoyaba, que realmente estaba siguiendo su ejemplo de ser la mujer más poderosa del ejército, yo jamás lo había negado e incluso en los ejércitos se decía que ella era la puta ama de todo, era la mujer que jamás le había bajado la mirada a un criminal y que se había enfrentado a la muerte más de 50 veces en toda su vida. Así que ella sí era la gran señora y la puta ama de todo.
Solté un pequeño chillido de emoción al ver a mi novio entrar de mano del pequeño Niall, quien vestía una pijama de carritos y abrazaba un osito de peluche. Conall, vestía un traje completamente negro, con una camisa del mismo color, pero lo que resultaba en él, era la perfecta corbata roja que se cernía a su pecho, haciéndolo lucir incluso más apretado de lo que se veía, no apretado en un sinónimo de feo, si no en un apretado que se veía realmente perfecto, lucía cada uno de sus músculos debajo de esa ropa y parecía ser un hombre sacado de los griegos.
—Son la pareja perfecta—murmuró Lui, guiñando un ojo—. ¡Van a hacer arder el mundo con la noticia!
—Si ardía cuando éramos el dúo invencible, se volverá cenizas ahora que somos pareja—murmuró Conall y sonreí, al saber qué ese mismo pensamiento había tenido yo.
—¡Me encanta! —murmuré.
Era sincera con lo que decía, realmente me gustaba el vestido que estaba sobre mi cuerpo y el maquillaje lo completaba perfectamente, incluso el cabello me hacía parecer como una de esas Diosas, me gustaba que mi cuerpo se ajustada perfectamente a la tela, que el hermoso vestido se amoldara perfectamente a mi cintura terminando en una especie de corsé.
—Debo decir que se ve divina, general—murmuró Conall con una sonrisa—. Por un momento olvido que usted es la mujer más letal del ejército.
— Debería de tenerlo en cuenta, Coronel—murmuré tonteando con él—. No olvide que puedo cortarle las bolas cuando menos lo pienses, o quizás encajarle un cuchillo si llega a dañarme...
—Cómo lo dije cuando puse ese hermoso anillo en tu dedo, primero me muero antes de hacerte algo así —murmuró con una sonrisa—. Asi que no te tengo miedo, amor, porque no planeo dañarte.
Sonreí ante su declaración y ambos nos fundimos en un profundo beso, sin importarnos todos los que estan a nuestro alrededor.
—¡Dios! Separen sus bocas dos minutos! —gruñó Lui—. Es hora de que ambos partan al lugar indicado.
Ambos asentimos y no dijimos nada más, sólo nos despedimos del pequeño Niall quien iría a casa de uno de sus amigos de la academia, en compañía de sus nanas y partimos con dirección al hotel donde se llevaría a cabo la primera presentación del candidato. Como ya se había vuelto una costumbre, nos rodeaban 2 autos y 2 motos para poder llevarnos sanos y salvos hasta el hotel.
Después de aproximadamente 30 minutos, entramos al lujoso estacionamiento de uno de los hoteles más emblemáticos de la ciudad, que por supuesto pertenecía a mis padres. Parecía como si la ceremonia se tratase de una alfombra roja, no sólo porque había una alfombra que iba desde la entrada principal hasta una especie de mampara donde se encontraba el lobo gigante de la organización, sino porque todos los que estaban ahí parecían reales artistas.
Seguramente para cualquier civil estar en ese lugar era como estar conviviendo con personas que estuviesen en Hollywood, pues la mayoría era realmente atractivo, pero nosotros sabíamos que éramos agentes de la organización más poderosa en el mundo militar.
Solté un pequeño suspiro tomando la mano de mi novio, sabiendo que no sabíamos qué podría ocurrir o qué cosas podrían explotar en el momento que nosotros dijésemos que éramos pareja y no sólo eso, sino que todo mundo se daría cuenta del enorme anillo que había en mi dedo, y no era que me diese miedo decir lo que éramos, sino que realmente no sabíamos cuál sería la reacción de todo mundo.
—¿Estas lista? —murmuró Conall.
—¿Tú lo estas? —pregunté.
—Si tú lo estas, yo lo estoy, amor—murmuró besando mi mejilla—. Te amo y no me importa si solo lo sabemos nosotros o lo sabe el mundo entero.
Sonreí y la seguridad que me brindaban sus palabras, él realmente era capaz de borrar cualquier inseguridad de mí cabeza, con una sola palabra era capaz de hacerme flotar en el aire y que se olvida hacer por completo de mi mente lo que estaba a mi alrededor. Realmente no me importaba si solo lo sabíamos nosotros o lo sabía todo el mundo, pero por algún motivo quería decirlo y gritarlo sin tener que ocultarlo en todos lados.
—Estoy lista—murmuré—. Sólo no sueltes mi mano ¿Sí?
—Jamás, amor—murmuró.
Nuestros labios se unieron por una última vez antes de que el descendiese del auto, de cierta manera sentía unas grandes ganas de llorar por todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, no un llanto triste sino lleno de alegría porque por fin podría gritar mi amor por alguien, por él. Lo vi caminar y rodear el auto, mientras todos los flashes se disparaban en nuestra dirección. Solté un suspiro, realmente estaba lista para todo.
Conall abrió la puerta de mi lado, y extendió su mano hacia mí, como si realmente me la estuviese ofreciendo para no volver a soltar la mía jamás. Suspiré y tomé su mano con fortaleza, sentí inmediatamente que mi cuerpo reaccionaba a su tacto y se llenaba completamente de la seguridad que él emanaba.
—Te amo—murmuré.
—Yo más, muñequita—murmuró.
Salí del auto, sintiendo como todos los flashes se disparaban hacia mí, la prensa era exclusivamente de la IISMFCMO, existían varios programas que se reproducían a lo largo de los días en el radio o la televisión exclusiva para los soldados, también había miembros de la prensa de la FEMR, pues aunque ellos no tenían inferencia en las decisiones de la IISMF, era necesario que estuviesen enterados de todo el proceso que se llevaría a cabo.
Cuando creí que Conall soltaría mi mano al aflojar el agarre, descubrí que realmente quería entrelazar nuestras manos para darme mayor fortaleza en ese momento. Mi corazón bombea con frenesí y me perdí por completo en su tacto, a pesar de que nos habíamos convertido en el centro de atención, en ese momento sentía que sólo éramos él y yo caminando por una enorme alfombra roja.
Los flash eran disparados en nuestra dirección, incluso habían dejado de prestarle atención a los anfitriones de la gran celebración, pude ver a lo lejos a Arniel, pero por algún motivo, él ya no me llamaba la atención en lo más mínimo, lo había amado, pero me habia roto y pisoteado el corazón, era claro que ya no merecía que le prestará atención yo, era momento de avanzar y yo lo sabía.
Levanté el rostro y puse mi mejor sonrisa, mientras caminaba con seguridad tomada de la mano de mi novio o prometido, pues habia puesto un anillo de compromiso en mi dedo y realmente no tenía miedo si llegábamos a casarnos pronto, yo realmente quería pasar el resto de mi vida a su lado, incluso antes de todo lo que habíamos vivido durante 2 años atrás. Sólo lo quería él y realmente no importaba nada más.
Ambos nos paramos al frente de la mampara, las cámaras y micrófonos se enfocaron a nosotros, parecíamos ser los anfitriones en lugar del otro hombre, quien refunfuñaba mientras Arniel y la mujer trataban de tranquilizarlo. Sonreí sin poder evitarlo, cuando la mano de Conall me dio un pequeño apretón en mi mano, señal de que le prestase atención a él.
—¿Celoso? —susurré.
—Mucho—aseguró guiñándome un ojo.
—¡General! ¿Con esta triunfal entrada, nos confirma una relación con el coronel?
—¿Él es su pareja o han entrado como compañeros?
—¿Sabe que los apodan el dúo dinamita? Desde la llegada del coronel se figuraba que usted era su pareja ¿Esto es cierto?
—¿Puede confirmarnos o desmentirnos todo lo que estamos viendo o los rumores que se crearon?
—Por supuesto—murmuré con una sonrisa, aferrando mi mano a la de Conall —. Primero que nada buenas noches, espero que todos estén teniendo una maravillosa velada en esta primera presentación de nuestro compañero candidato—dije con diplomacia—. Había escuchado ya el apodo que nos tenían como equipo, y debo decir que estoy honrada porque nos junten ambos en un equipo dinamita, todos saben que somos buenos compañeros y que hemos logrado misiones que cualquier otra persona no puede.
—¿Eso confirma una relación?
—No—murmuré—. Nuestro trabajo y nuestra vida personal están muy bien delimitadas, sin embargo creo que es momento para anunciar a todos que efectivamente el coronel y yo somos pareja, pero no cualquier pareja estamos comprometidos.
Todas las cámaras se explotaron en nuestra dirección mientras lanzaban preguntas llenas de curiosidad y morbo, los reporteros parecían completamente locos mientras gritaban una tras otra pregunta, a nadie le importaba lo que estuviese ocurriendo a su alrededor, la mayoría solo quería enterarse de lo que estaba pasando y si realmente estábamos saliendo o era algo más, yo no pensaba en negarlo por lo que solamente puse una enorme sonrisa en mis labios.
—¿Estan comprometidos? ¿Cuándo piensan tener una boda?
—Estamos viviendo nuestro día a día, quisimos comprometernos para nosotros mismos saber que estamos en algo formal y que ambos queremos pasar el resto de nuestras vidas al lado del otro.
—Se rumorea que usted está embarazada, ¿Eso es cierto?
Sentí como si un balde de agua fría cayera sobre mí, mi corazón se alteró y apreté la mano de Conall tan fuerte que sentí que podía romperle los dedos, no quería realmente dar ninguna emoción ante esa pregunta, pues yo misma sabía que por más que lo intentase jamás podría quedar embarazada y eso era un golpe, pues aunque nunca había tenido la ilusión de ser madre, sí lo había contemplado en mis planes a futuro y sabía que con él también quería que formásemos una familia, más allá de su pequeño hijo.
—Como lo hemos dicho, todo lo diremos en su momento, por ahora sólo queríamos darles la noticia—contestó Conall con una sonrisa—. Tranquila, amor—murmuró sobré mi oído, simulando que me daba un beso en la mejilla.
Suspiré, regresando mi sonrisa frente a la cámara, realmente no nadie tenía por qué saber que yo realmente no podría tener descendencia, de todas formas, Conall estaba a mi lado sabiendo lo que era y lo que jamás podría darle.
Las preguntas siguieron, pero realmente no presté atención a ninguna, nos limitábamos a sonreír y a posar frente a la cámara, después de casi veinte minutos de ser el centro de atención, nos dejaron pasar hacia las mesas que habían colocado estratégicamente para dejar el escenario al frente, yo no solté la mano de Conall, él era realmente mi más grande seguridad, lo que me hacía sentir en casa y que me había olvidar la mierda de mi vida.
—Niall está muy feliz en su pijamada—murmuró Conall.
Me mostró una imagen de Niall en casa de uno de sus amiguitos de la academia, lo habíamos dejado ir para que pudiese estar tranquilo mientras nosotros estábamos en otro lado, además, no estaba solito, con él estaban Lucy y Katy.
—Luce demasiado feliz—murmuré, viendo la sonrisa del niño—. ¿Ya le dieron de cenar?
—Amor—murmuró Conall besando mi mejilla—. Deja de preocuparte, Katy y Lucy se hacen cargo de él, ambas fueron nuestras nanas y ahora lo son de él, así que está en buenas manos.
—No puedo evitar preocuparme por mi hijo—murmuré.
Pude ver los ojos de Conall iluminarse.
Era la primera vez que lo llamaba de esa manera en voz alta, pero realmente, queria tanto a ese niño que sentía como si mi corazón se llenará de amor cada que lo escuchaba decirme mamá y yo moría de ganas llamarlo mi hijo, era un niño perfecto, no entendía como su madre solo lo habia utilizado para amarrar a su padre.
—¿Es normal que quiera llorar? —preguntó, soltando una pequeña risa.
—No llores—murmuré—. Si lo haces, yo lo haré y Lui nos matara por arruinar el maquillaje.
Conall sonrió y eso lleno por completo mi corazón, recordé una frase que había leído en el chico de las estrellas que decía" Todo el mundo lo sabe: cuando te rompen el corazón en mil pedazos y te agachas para recogerlos, sólo hay novecientos noventa y nueve trozos.", pues no me importaba si me quedaban novecientos noventa y nueve trozos, cada uno de esos trozos era recogido, pegado y amado por Conall.
Sonreí, sintiendo como si mano rodeaba la mía con fuerza. Pudimos ver como las mesas poco a poco se llenaban con invitados exclusivos del candidato, mis padres, hermanos y algunos capitanes de la base, se sentaron a un par de mesas de distancia. Fruncí el ceño, sin entender el motivo por el que habían enviado a mis padres a una mesa diferente.
Pero comprendí todo cuando Oliver Meyer se sentó al lado de Conall, de la mano de una mujer castaña con bonitos ojos chocolate, grandes y brillantes, vestía un precioso vestido amarillo, suponía que era el color de la campaña de Oliver.
—General, Coronel—saludó el candidato—. ¿Cómo se encuentran? Felicidades por su compromiso.
—Gracias—contestamos al unisonido, causando una risa cómplice de ambos recién llegados.
—Parecen estar conectados—murmuró la mujer—. Soy Gemma Robinson, capitana del ejército Gamma, nos casamos hace dos meses...
—Felicidades—murmuré con una sonrisa sincera, sin evitar notar el abultado vientre, que remarcaba su pancita de embarazada.
—Tengo cinco meses—murmuró a mi respuesta muda—. En una par de semanas comenzará mi licencia por maternidad.
—Los ministros se encargaron de hacer que las futuras madres tuvieran una licencia que abarcara desde el segundo trimestre de gestación hasta los seis meses de dar a luz—murmuré con una sonrisa.
—Si alguno de nosotros gana...—murmuró Oliver—. Asegurémonos de mantener esa ley
Era sincero con sus palabras, no habia la mínima competencia o egocentrismo. No era nada comparado con el otro hombre, que parecía mirar a todos como si fuesen hormigas insignificantes.
—Por supuesto—aseguré con una sonrisa.
Conall me dio una pequeña sonrisa, aunque debía decir que sentía una pequeña punzada en mi corazón al ver el vientre abultado de la mujer, era algo bonito saber que alguien si podía cumplir sus sueños, aunque los míos estuviesen opacados.
—¿Estas bien? —preguntó Conall en mi oído.
—Si—murmuré.
—Amor—murmuró, haciendo que mirara sus hermosos ojos grises—. Te amo y no me importa nada de lo que tu hermosa cabeza está pensando, ¿Bien?
—Si—susurré, tratando de poner una bonita sonrisa.
La suave melodía comenzó a escucharse en todo el salón principal, mientras los meseros entraban en lo que parecía ser patines para repartir diversos platillos, había caviar, langosta, pescado y cientos de cosas que claramente, tenía prohibido en mi dieta.
—Disculpa—murmuró la mujer a uno de los meseros —. No puedo comer nada de esto...
—Lo siento, señora, pero...
—Dile a Gilbert que preparé dos ensaladas sin pescado o aderezos—murmuré con una sonrisa.
—Oh, señorita Key—murmuró el mesero con un ligero tono rojizo en sus mejillas—. Enseguida le comunicaré a Gilbert que prepare dos ensaladas especiales, ¿Gusta pollo o res? —preguntó hacia la mujer.
—Pollo estaría bien—murmuró la mujer, con una sonrisa de agradecimiento hacia mí.
—Mixta, ¿verdad?
—Por favor, Raúl—murmuré, leyendo el gafete—. Y pídele disculpas de mi parte...
—¡Para nada! Gilbert se sentirá honrado de preparar ensalada para usted—murmuró el hombre con una sonrisa—. Cualquier cosa, no dude en pedírmela.
—Por supuesto, gracias—murmuré.
El hombre me dio una pequeña sonrisa, mientras retiraba los dos platos que nos habían puesto a la mujer y a mí.
—Perdone la indiscreción—murmuró la mujer—. ¿También está embarazada?
Tragué saliva, sintiendo un nudo en mi pecho al escuchar esas palabras. Miré a Conall, quien entendió perfectamente mi mirada y tomó mi mano por debajo de la mesa, tratando de darme alivio con su tacto.
—No—murmuré con mi mejor sonrisa, queriendo que el estúpido sentimiento desapareciera—. Son efectos secundarios...
—Vaya—murmuró la mujer—. Gracias por pensar en mi... tengo prohibido comer todas esas cosas, ya sabe...
—Si, lo comprendo—murmuré con una sonrisa.
Nadie dijo nada más y yo me perdí en mis propios pensamientos, sin ser capaz de abrir la boca, más que para agradecer al mesero cuando llego con las ensaladas, Conall notaba mi tención y sabía que me estaba preparando un discurso del tamaño del mundo. A pesar, de que siempre había sido el menos demostrativo, también había sido quien había tomado mi mano y me habia ayudado a salir del fango, aunque este me cubriese hasta el cuello.
Nisiquiera presté atención al dichoso discurso de presentación, mi cabeza estaba rondando en todo lo que habia tratado de ignorar, sin embargo, por alguna razón, en ese momento lo que siempre habia anhelado se hacía más presente.
—General—saludó Maxim, después de bajar del estrado—. Me alegra que este aquí, creí que no vendría.
Traté de espabilarme, para no dar una mala imagen de mí misma, pude ver detrás del hombre a Arniel y a la otra mujer, pero no sentí nada al verlo, era más lo que mis pensamientos estaban atacándome que cualquier otra cosa. Siempre había querido ser madre y en ese momento, se había convertido en un sueño prácticamente imposible.
—General—saludé con mi mejor sonrisa—. Magnifica recepción.
—Por supuesto—aseguró con egocentrismo—. Contraté a los mejores decoradores para esto, espero no le moleste que le haya llevado todo el crédito de la semana...
—Para nada—murmuré con una sonrisa.
—Tomaremos asiento aquí—murmuró hacia Arniel y la mujer—. Decidí que lo mejor era que los candidatos compartiéramos mesa, así podremos centrarnos en nuestras competencias.
—No lo veo como una competencia—murmuró el otro candidato—. Esto no es un concurso de belleza o de talentos, es demostrar que somos aptos para regir tres ejércitos que tiene altibajos todo el tiempo y que no son perfectos, además de que él lucha contra criminales día a día...
—Detalles—murmuró el hombre con desinterés.
Tomé la mano de Conall por debajo de la mesa, frunciendo el ceño al detectar una mirada azul sobre mí, no tenía idea de qué era lo que estaba pensando ese hombre, nos había herido a todos y realmente era más hiriente que estuviese con otro candidato en lugar de apoyando al que había sido su ejército y lo había apoyado en todo momento.
—Supe que tiene un hijo—murmuró Maxim hacia Conall.
—No me gusta hablar de mi vida personal—murmuró Conall—. Disculpe.
—Por supuesto, debe ser difícil ser padre soltero, ¿No es así? —contestó.
Ese hombre claramente estaba provocando a mi novio, seguramente quería crear una disputa en la que nosotros quedásemos como los malos de la historia, personas impulsivas que no pudiesen controlar lo que ocurría a su alrededor. así era la mayoría de esos tipos.
—General—murmuró la mujer de Oliver hacia mi—. Estaba pensando en que usted es la mujer que creo el antídoto contra el SX1 ¿no?
—Si—murmuré—. Fue uno de mis proyectos que realicé estando en el FEIC—aseguré.
El resto de la noche pasó con tranquilidad, yo quería estar en casa, nunca me habían abrumado las personas y en realidad yo era alguien muy sociable que me gustaba ser parte de diversas celebraciones, sin embargo, en ese momento no podía concentrarme, tenía una especie de punzada en mi corazón y realmente odiaba tener esa sensación, la última vez que la había tenido Arniel nos habia abandonado. Así que realmente eso no era una buena señal.
Me sentía como un León enjaulado estando en ese lugar, era como si realmente no pudiese controlar lo que ocurría y sentía que todo salía de mis manos, era una sensación extraña pues no estaba en peligro pero yo me sentía como si lo estuviera. Conall lo notó, trató de llamar mi atención, pero mi cerebro se encontraba divagando cosas que no tenían el mínimo sentido.
Ni siquiera sabía porque sentía algún temor, pero en mi experiencia me había hecho o enseñado hacerle caso a mi instinto cuando tuviese esa sensación. No podía hacer todo un drama por ello pero no podía tampoco quedarme encerrada en esa nebulosa, donde ni siquiera yo tenía claras mis ideas.
—Amor—murmuré.
—Dime, muñeca—respondió Conall con total tranquilidad, acariciando con su pulgar el interior de mi muñeca.
—Me siento extraña—susurré—. Es tonto, pero tengo una mala sensación.
—Todo está bien—murmuró con una sonrisa dulce—. ¿Quieres contarme?
—Un dolor en el corazón—murmuré—. Quizás son los nervios de mañana.
Traté de idealizarme que esa era la razón por la que sentía una gran ansiedad, una ansiedad que me consumía y que definitivamente no me dejaba pensar con claridad las cosas. Era como una sensación en donde mi pecho se oprimía y mi cerebro perdía cualquier conocimiento, eso sólo podía significar que realmente algo podía estar ocurriendo a mi alrededor, algo que no me estaba percatando y que eso no era nada bueno.
—¿Por qué no se quedan a tomar una copa? —preguntó Maxim —. Después de que todos se vayan, sería una buena idea para conocernos...
—Lo sentimos—murmuró Oliver—. Nosotros debemos ir a casa, mi esposa se encuentra agotada y mini aceituna debe ir a dormir.
No pude evitar soltar una pequeña risa al escuchar el apodo que tenía con su hijo, la mujer me siguió, achinando sus ojos en el momento que sonrió.
—El primer mes donde está pequeña comenzó a vivir en mi panza, lo único de lo que tenía ganas de comer eran aceitunas, comía más aceitunas que cualquier otra cosa...
—Y era asqueroso—aseguró Oliver.
—¡No era asqueroso! —chilló la mujer—. ¡Son antojos de embarazada!
—De hecho, comer aceitunas es lo más normal que he escuchado—murmuré riendo—. Hace un tiempo conocí a una mujer que le gustaba comer pepinillos picantes con crema de maní...
—¿Ves? Tú eres al aburrido que no quiere darme de comer aceitunas.
—Mi hija saldrá con cara de aceituna—gruñó el hombre.
Pero una nueva oleada de inseguridades me atacó, al pensar que yo nunca podría tener ese tipo de discusiones ridículas con mi novio y quizás futuro esposo, pues ya había colocado el anillo en mi dedo. Yo nunca había sido de creer que una mujer no valía si no tenía hijos, pero en ese momento me sentía sin valor, pues no podía darle un hijo al hombre que amaba.
—Deja de pensar lo que estás pensando, muñequita—susurró Conall en mi oído —. Hasta acá escucho el bullicio de tus pensamientos.
Le sonreí, enfocándome en sus preciosos ojos grises. Sabía que él no me veía como la mujer que era infértil o que jamás podría darle hijos, él me veía como una mujer valiente que podía contra todos y contra todo, él me amaba, me adoraba y me hacía sentir feliz.
—Regresando a la pregunta inicial, ¿Quieren tomar una copa?
Miré a Conall, quien sonrió en señal de que yo tenía la decisión de ello.
—Bueno...
—General, Coronel—la voz de Archie me hizo girar la mirada hacía él.
—Capitán—murmuré, poniéndome de pie, seguida de Conall—. ¿Qué ocurre? —pregunté, frunciendo las cejas al ver la preocupación en su rostro.
—Necesitamos su presencia urgente en la base—murmuró—. Los ministros ya han partido hacía allá...
Pude ver como todos los soldados que se encontraban del ejército Alpha, se ponían de pie y seguían las ordenes que suponía varios capitanes habían dicho.
—Infórmame la situación—ordené.
—Un ataque—murmuró—. En residenciales The Forest.
Sentí que un balde de agua fría caía sobre mí.
—Niall—murmuré—. Quiero a tres tropas en el lugar—ordené.
—Si, general—murmuró Archie, haciendo un saludo militar—. ¡Ya escucharon! ¡Todos a trabajar!
En menos de dos minutos, la mayoría de las mesas estaban totalmente vacías.
—¿Podemos ayudar? —preguntó Oliver.
—Gracias—murmuré—. Les informaremos si necesitamos su intervención.
Sentí que mi corazón latía frenéticamente mientras caminábamos en dirección de los autos, me sentía en una nebulosa, no sabía que era lo que ocurría o qué tipo de ataqué estábamos enfrentando, más al saber que habían atacado la residencia donde se encontraba Niall, con sus nanas y sus amiguitos.
<<Bueno, tener una campaña tranquila y una vida sin dramas, nunca fue una opción>>
.
.
.
¿Qué les pareció este capítulo?
¿Qué creen que le haya ocurrido a Niall?
¿Piensan que las cosas irán bien?
¿Qué creen que pase?
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