Capítulo 50.

Ciao.

"La muerte es dulce; pero su antesala, cruel." ~Camilo José Cela.


Muchas veces cuando las personas tienen ganas de vivir se nota, pero hay veces que la vida nos dice que eso no es algo que tenga planeado dejarnos hacer, no es que la vida sea una maldita sino que seguía por el destino que ya tiene todo escrito, no nos damos cuenta hasta qué momento va a permitirnos ser felices o cuándo ese momento se va a terminar.

Sí, mi madre siempre lo había dicho, la felicidad no se determina con cosas materiales, sin embargo sí lo hace con personas, podemos encontrar el refugio en personas que ni siquiera nosotros sabíamos que podían darnos esa seguridad que necesitábamos.

Ella también siempre me había dicho que la familia era lo más importante, pero no hablaba de la familia de sangre si no esa familia que cada quien a lo largo de su vida construye, esa familia que son amigos pero que se convierten en nuestros confidentes y en el único apoyo que tenemos. Me había dicho que muchas veces la familia biológica es lo que nos hace sentir mal y encerrados en un solo lugar, ella conocía muy bien ese dicho porque su familia había sido una hija de puta que sólo se había preocupado por robarle el poco legado de sus padres, el único al que consideraba su familia y que era de su sangre era a su hermano.

Mi madre siempre me había dicho que, la familia es eso que determinamos nosotros, es lo que nos hace sentir bien y que nos hace sentir parte de un lugar, un lugar en donde realmente estaremos seguros de que no sufriremos ni un solo daño, que esa familia nos cuidará de una u otra manera y que ahí seremos capaces de ser nosotros mismos, mi familia incluía a mis hermanos y mis padres, pero también a todos mis tíos que aunque no compartían sangre conmigo siempre me habían hecho sentir parte de una gran y numerosa familia, también mis amigos que yo había elegido a lo largo de mi infancia y que se habían quedado en toda mi vida.

En mi familia era real ese viejo dicho de que si alguien tocaba alguno de los miembros toda la familia respondía, había sido claro cuando me habían secuestrado pero también cuando habían secuestrado a mi madre años atrás, mi padre siempre me había contado que toda su familia se había movido para encontrarla, él había movido a los ejércitos pero todos los demás habían cooperado para buscarla y hacerla regresar a su hogar. Para mí la palabra familia realmente tenía un gran significado y por ese motivo entendía completamente Arniel al querer estar todo el tiempo con su padre.

El señor había resultado un hombre ejemplar, siempre tenía historias las cuales contaba sin ningún tipo de miedo y realmente era algo hermoso escucharlo hablar, contaba historias realmente mágicas; a pesar de que él mismo tenía una historia triste y trágica, nunca había dejado de sonreír.

El hombre era amado no sólo por su familia o sus hijos, en la ciudad todo mundo se alegraba de verlo e incluso seguían reconociéndolo como su alcalde. Todos querían hablar con él, le platicaban cosas que habían cambiado durante toda esa ausencia y él aseguraba estar consciente de todo ello, él realmente parecía estar completamente lúcido, no había tenido ni un solo episodio, así que realmente parecía ser un milagro.

El científico al que había contactado en el FEIC, me había dicho que los datos que le habían dado eran realmente únicos, con el nivel de Alzheimer que el señor estaba viviendo era imposible prácticamente lo que estaba ocurriendo, su cerebro se encontraba tan dañado que realmente era como un milagro, que tuviera un periodo de tiempo de lucidez tan largo, pero lo más interesante era que parecía que su cerebro estaba sano.

Yo realmente había quedado sorprendida con todo lo que me había dicho en la llamada, era como si el señor se aferrará a la vida y realmente no quisiera volver a olvidar nada durante los últimos meses de su vida, el científico me había dado un poco de esperanza, me había dicho que quizás no serían días sino meses, que si el señor seguía el tratamiento podía incluso vivir años.

Mi ex compañero de FEIC, me aseguró que se pondría en contacto con uno de los mejores cardiólogos del mundo, incluso quien tenía un premio Nobel a la salud, yo casi había saltado de alegría al escuchar eso, que tuviéramos esperanzas de que el padre de uno de mis esposos estuviera con vida era algo realmente bueno.

El día en la hermosa Firenze había pasado realmente rápido, habíamos recorrido cada rincón de la ciudad mientras el padre de Arniel se encargaba de contarnos cada una de las cosas que había, nos explicaba algunos detalles de la construcción de la ciudad o incluso algunas leyendas que había en diversos lugares. No habíamos perdido la oportunidad de besarnos en ponte santa trinità, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, el poeta Dante había puesto ese lugar como el lugar donde se había encontrado con Beatriz por primera vez.

El padre de Arniel no paraba de contarnos historias sobre Dante u otros autores famosos que habían salido de ese lugar, al pasar lo saludaban con alegría y se alegraban realmente de verlo completamente lúcido, el hombre recordaba a todos sus amigos y lo saludaba con una alegría incontable, habíamos comido en uno de los restaurantes más hermosos al lado del río y al atardecer, todos regresamos a casa.

Hablé con mis padres para ver la manera de llevar al señor a la Gran Ciudad, según lo que Arniel me había dicho, su padre había aceptado cualquier ayuda pues realmente quería pasar tiempo a su lado, podía notar que mi esposo tenía un semblante más feliz, incluso Conall y yo habíamos bromeado sobre que antes parecía un limón agrio, él era el que siempre hacía bromas o comentarios tontos, por lo que realmente habíamos extrañado su chispa alegre, pero su padre parecía alimentarlo.

Aunque era realmente extraño que nevará en Italia en esas fechas, cayó una tormenta de nieve que había cubierto más de la mitad de la ciudad, pero agradecíamos que la enorme casa tuviera calefacción y no sintiéramos ni un poco de frío. El señor Vallarelli y Arniel se perdieron por un par de horas en el estudio de arte mientras Conall y yo nos dedicábamos a hacer la comida, no desaprovechando los pequeños momentos para besarnos o para darnos pequeñas caricias llenas de amor, habíamos tenido un pequeño encuentro al despertar, aunque habia sido rápido, había sido placentero, más porque podía notar que Arniel se desconectaba un poco de lo que ocurría con su padre.

Me gustaba saber que yo era parte de su refugio, que al igual que ellos hacían conmigo yo podía hacer lo que dejará de pensar un poco en todo lo malo que ocurría y se concentrara en lo bueno, no había hablado mucho con él pero por lo poco que sabía realmente quería que su padre estuviera en la Gran Ciudad con él.

—Ya está el pollo—murmuré sacando el delicioso pollo a la toscana—. ¿Ya está pasta?

—No me presiones, muñeca—murmuró Conall con voz risueña—. Ya casi esta... deberías ir a llamar a Arniel y a su padre, ellos fueron los que pidieron este delicioso menú.

Solté una pequeña risa, pero de igual manera besé sus labios rápidamente y salí caminando hacia la oficina o el taller donde pintaban.

Sonreí al ver la hermosa pintura que ambos hacían, era una hermosa pintura en donde el fondo era el ponte santa trinità, por lo que podía darme cuenta ambos eran magníficos con un pincel y pinturas de óleo, nos habían dibujado a todos sobre ese puente con una enorme sonrisa en el rostro, parecía más bien un autorretrato pero era hermoso, realmente tenían talento para la pintura, sin mencionar que habían hecho una obra magnífica en menos de dos horas, podía escuchar la música italiana a todo volumen, mientras ambos parecían mantener una pequeña conversación entre susurros.

No quería interrumpir un momento tan hermoso, así que tomé mi celular y les tomé una fotografía para poder conservarla e incluso imprimirla para enmarcarla y dársela a mi esposo, quizás no era el mismo detalle que una pintura, pero estaba segura de que si ellos se veían pintando de esa manera realmente se darían cuenta de lo mucho que se hacían falta el uno al otro.

—Amor—murmuró Arniel.

Solté una pequeña risa traviesa al ver que ambos me volteaban a ver, por más que había querido pasar desapercibida no lo había logrado, ellos me habían visto, sonreí adentrándome en el taller y mirando la hermosa obra que había detrás de ellos. Arniel me regaló una hermosa sonrisa, besando mis labios rápidamente.

—¿Te gusta? —preguntó su padre.

—Es hermoso—aseguré —. No quería interrumpirlos de hecho estaba por irme, ya hemos terminado de hacer la cena, pero si quieren podemos posponerla un par de horas para que ustedes continúen con su cuadro...

—Nos dimos cuenta de que estabas aquí desde que te paraste en la entrada hace como 15 minutos—murmuró el señor—. ¿Alguien te ha dicho que cuando apareces en una habitación iluminas todo? Eres como una lucecita que se siente cada que llega, es tu corazón que es tan bondadoso que siempre hace notarse.

—Gracias—murmuré con una sonrisa—. Realmente no quería interrumpirlos, estuve a punto de marcharme pero tenía que inmortalizar el momento...

Les enseñé la fotografía y ambos hombres compartieron una gran sonrisa, ambos realmente, compartían esa sonrisa, tenían los mismos gestos y realmente era bonito verlos, el señor no tenía ni una sola arruga a pesar de todo lo que había vivido, tenía la piel firme y tersa y podía ver por sus brazos unos cuantos tatuajes. Algo que realmente me sorprendía del señor era que seguía vistiendo con trajes, a pesar de que cualquier enfermo vestiría con pijama o con algo que lo hiciera ver más enfermo, él realmente tenía toda una línea de trajes que se colocaba, incluso al estar pintando tenía un hermoso traje azul, lo único que impedía que se manchará era un mandil.

—Es hermoso—murmuró el señor—. ¿Ya tienen listo todo para ir a ver el amanecer?

—Lo prepararemos más tarde—aseguró Arniel con una sonrisa—. Vayamos a comer y podemos ir a la sala de cine, ayer encontré una grabación de cuando era niño.

Elijah asintió hacía su hijo y no pude evitar sonreír, ambos se quitaron los mandiles que vestían y yo ayudé al señor Elijah a mover la silla de ruedas hasta el comedor interior, a pesar de que habíamos cenado la noche anterior en el jardín en ese momento era algo casi imposible, considerando que se encontraba totalmente nevado.

La cena era realmente agradable, el señor Elijah platicaba una de sus tantas anécdotas mientras elogiaba nuestra comida, se sentía bien que mi suegro elogiara lo que había cocinado para él. No tardamos mucho tiempo en terminar de cenar, Conall se ofreció a lavar los platos mientras todos los demás íbamos a la sala de cine.

El señor no perdió oportunidad de avergonzar a su hijo con videos en donde salía en pañales o dónde corría totalmente desnudo por la casa, yo no podía parar de reír mientras los brazos de mis dos hombres me apresaban contra su cuerpo. Nos mostró vídeos desde que estaban cocinando, hasta que estaban pintando cómo los había encontrado horas atrás y también mientras ellos jugaban corriendo por toda la casa.

Cuando sentí el primer sollozo de Arniel, me aferré a su cuerpo sabiendo a dónde iba la línea de sus pensamientos, él realmente sabía que pronto su padre podía morir, y esos recuerdos realmente le dolerían, Arniel no era mucho de expresar sus sentimientos, realmente la mayoría de las veces yo tenía que preguntarle lo que le ocurría para saber lo que estaba pensando, pero en esos momentos realmente lo veía vulnerable.

Sabíamos que lo que estaba ocurriendo con su padre era algo realmente difícil de aceptar, incluso sabíamos que por más cosas que hiciéramos, no podíamos luchar contra la muerte y tampoco podíamos ayudar a que su cuerpo resistiera todo lo que podía experimentar, pero Arniel había decidido hacer que su padre realmente fuera feliz los últimos meses de su vida, por ese motivo había decidido mudarlo a la Gran Ciudad.

Se puso en contacto con su madre, pero la señora le había dicho que no le interesaba absolutamente nada que tuviera que ver con el señor Elijah, con su hermano mayor no había logrado establecer contacto, por lo que todos suponíamos que se encontraba como él lo había dicho, en uno de sus grandes y magnates viajes, derrochando el dinero que su padre le daba. Arniel insistía que era mejor así, no quería que su hermano y su madre hicieran pasar un mal rato a su padre.

Todos salieron para preparar chocolate caliente y así poder ver una película, yo me quedé a cargo del señor Elijah, mientras ambos debatíamos en la película que debíamos ver, Todos coincidíamos que el cine antiguo era el mejor, lo novedoso en ese momento era realmente un asco y ninguno de nosotros quería ver algo que no nos gustara, por lo que tendríamos que elegir una película que estuviera situada en años atrás.

—Podríamos ver El Rey León—bromeé.

—Estoy completamente de acuerdo—aseguró el señor con una sonrisa—. Es de mis películas favoritas, pero que nadie se entere, estoy seguro de que todo mundo se burlaría, así que digamos que fuiste tú la que la eligió.

—Por supuesto—aseguré con una sonrisa colocando el CD en la consola antigua—. ¿Le gusta la película?

—Me encanta—aseguró con una sonrisa.

Nos quedamos en silencio por unos cuantos minutos, me aseguré de ponerle una cobija lo suficientemente gruesa sobre sus pies como para que no sintiera frío, a pesar de que se encontraba la calefacción encendida realmente hacía frío y a él no le hacía muy bien eso.

—Es realmente extraño que caiga nieve—murmuré—. No es época de fríos...

—Mi padre siempre decía que cuando cae nieve en Firenze se debe a que el hielo necesita congelar el tiempo—sonreí—. Quizás se puso de acuerdo conmigo para poder congelar este momento que estoy pasando con mi hijo y con todos ustedes.

—Estoy segura de que es así—murmuré con una sonrisa.

—¿Puedo pedirte un favor? —preguntó.

—Claro—murmuré.

—No quiero un funeral—lo miré sin entender—. Todos tenemos la esperanza de que voy a vivir más tiempo y créanme que me voy a aferrar a la vida, pero si en algún momento no logro hacerlo, realmente no quiero un velorio, los velorios son demasiados tristes y yo no quiero que mi hijo esté triste por mí...

—Usted no va a morir pronto—murmuré y osadamente le di un pequeño beso en la mejilla—. Estoy segura de que va a conocer a muchas personas en la Gran Ciudad que lo van a hacer sentir con más vida, seguramente incluso podremos encontrar un trasplante para su corazón y podrá vivir mucho tiempo.

—¿Recuerdas que esta tarde te dije que eras como una lucecita que se sentía cada que entraba a un lugar?

—Si—murmuré con una pequeña sonrisa.

—No apagues esa lucecita—murmuró—, cuando tenga que partir de este mundo mi hijo se va a quedar solo y realmente va a necesitar de tu luz, espero que ese día sea muy lejano, pero quiero asegurarme de que te tendrá a pesar de que se convierta en un hombre triste.

—No dejaré que lo haga—murmuré con una sonrisa.

—Gracias por estar en su vida—murmuró con una sonrisa—. Pero hablo en serio, no vayas a dejar que me hagan un funeral, quiero que envíes mi cuerpo a los laboratorios científicos, quizás por tantas enfermedades que he tenido, encuentren la cura la mortalidad, tengo 65 años y sigo viviendo a pesar de que he tenido casi todas las enfermedades que existen, no es fácil llegar a esta edad vivo.

—Usted realmente es ocurrente—murmuré riendo—. Me asegurare de que así sea... pero también debería hablarlo con sus hijos...

—No te preocupes, lo hablaré con Álex, Arniel suele ponerse muy sentimental...

—Eso me enamoró de él—murmuré con una sonrisa.

No dijimos nada más hasta que todos regresaron y pudimos poner la película, era realmente divertido ver como el señor se sabía cada una de las canciones de la película y no me había importado cantar desafinadamente junto con él. Todos se habían unido a nuestro concierto y realmente parecía que en lugar de ver la película solo estábamos escuchando las canciones, ese señor realmente tenía ganas de vivir y sólo esperaba que la vida realmente le diera una oportunidad de hacerlo.

—Nos iremos a las 4:00 de la mañana—murmuró Arniel.

—Deberían ir a acampar en las colinas—murmuró su padre—. Es mejor así, así no se desvelan...

—Y perder la oportunidad de molestar a Conall, por supuesto que no—murmuró Arniel mientras arropaba a su padre—. Vendré a verte antes de irnos, regresaremos a más tardar a las ocho, el doctor vendrá a despertarte a las 7:30 para que puedas desayunar antes que nosotros, le prometiste a Key un paseo por Asís...

Solté una pequeña risa acercándome al señor.

—Eso es cierto, camarada Elijah—murmuré, era algo que habíamos inventado al ver una última película después de torturar a todos con El Rey León 2.

—Tiene razón, camarada Key—aseguró con una sonrisa—. Cuando regresen ya estaré listo, así tendremos un buen viaje.

Sonreí y me acerqué al señor, dejando un pequeño beso en su coronilla, él me dio una pequeña sonrisa y me pidió un pequeño cuaderno que tenía a su lado, no me negué en dárselo, suponía era algo qué el usaba para escribir algunas cosas importantes de su día.

Me despedí de él y salí de la habitación para poder ir a la nuestra, tomé una rápida ducha, mis hombres llegarían después de preparar todo para el viaje y a decir verdad yo me encontraba realmente cansada, en cuanto toqué las sábanas me quedé completamente dormida y unos cuantos minutos después sentí cómo se hundía a la cama cuando mis hombres se acostaron sobre ella. Inmediatamente busqué el cuerpo de ambos y ambos me abrazaron, claro que estaba dormida pero aun así seguía sintiéndolos cerca de mí.

Abrí los ojos cuando ambos empezaron a despertarme con pequeños besos y caricias, era lindo poder tener esos 2 hombres despertándome cada mañana de las maneras más hermosas posibles, siempre susurraban palabras de amor a mi oído y me hacían sentir realmente querida, dejé que ambos besaran mis labios antes de podernos levantar a vestirnos e ir al lugar donde Arniel tenía planeado llevarnos, pero como siempre, cada mañana, mi cuerpo fue su desayuno.

Eso se habia convertido en nuestra rutina incluso antes de casarnos, nuestros jadeos era lo único que inundaba la habitación mientras yo me retorcía entre sus brazos sintiendo que ambos entraban en mi interior, cubría mi boca para que nadie nos escuchará, pero realmente era algo difícil callar los gemidos con dos hombres entrando en mi interior, logrando que todo mi cuerpo se acoplaba al de ellos.

Llegamos al orgasmo después de estar un buen rato en diferentes posiciones.

Tomamos una rápida ducha y me coloqué la ropa que ambos habían dicho serviría para el frio que haría en las colinas, acompañamos a Arniel a despedirse de su padre.

—Papá, ya nos vamos—murmuró besando su frente.

—Diviértanse—murmuró con una sonrisa—. Disfruta el amanecer y has que tu lucecita siga brillando.

Le sonreí haciendo la misma acción que Arniel.

—¿Cómo se encuentra?

—Mejor que nunca—aseguró—. Iría con ustedes si no fuera a retrasarlos, así que no olviden tomar unas cuantas fotos...

—Por supuesto—aseguré.

Arniel y Conall salieron de la habitación para ir por otra cobija, pues su habitación se encontraba un poco fría, no lo suficiente, pero nadie quería arriesgarse a que le diera alguna pulmonía.

—Keyli—murmuró el señor y me acerqué a él.

—¿Sí?

—¿Puedes prometerme algo?

—Claro—dije con una sonrisa.

—Toma su mano con mucha fuerza y no lo vayas a soltar, hazle saber que estás a su lado y realmente ilumina su vida, cuando deba marchar de este mundo él se va a poner muy triste y no quiero que mi pequeño hijo vuelva a sufrir.

—¿Por qué me dice eso? —pregunté —. ¿Se siente mal? Podemos cancelar el viaje y si se siente mal...

—Solo tuve un sueño—murmuró tranquilizándome y acariciando mi mejilla —. Mi hijo siempre fue mi lucecita, y sé que sí parto de este mundo pronto, su lucecita va a quererte apagar, así que sujeta su mano y no dejes que se apague.

—Se lo prometo—murmuré con una sonrisa—. Pero como yo se lo dije ayer no va a morir pronto, usted es un hombre fuerte y está recuperándose demasiado bien, así que no va a morir pronto y va a poder ver a su hijo por mucho tiempo más...

—Tienes razón—murmuró con una sonrisa.

Mis hombres regresaron con una cobija y después de unas cuantas palabras, nos despedimos de él. Cuando volvió a quedarse completamente dormido, los 3 salimos en dirección a las colinas, no hablamos mucho durante el camino pero realmente eso no parecía necesario, el silencio era realmente cómodo y me gustaba saber que estábamos bien, le había revisado los signos vitales del señor Elijah y realmente no había día que hubiese estado mejor.

No duramos mucho tiempo subiendo la colina, las tres teníamos gran condición física por todo el entrenamiento militar que teníamos, a pesar de que nos habíamos retrasado un par de veces por sus besos demandantes había sido realmente bonito tenerlos a ambos a mi lado, el camino fue realmente tranquilo, las altas colinas eran bonitas y dejaban a la vista la Gran Ciudad nocturna.

—¿Cómo descubrieron esto?

—Mi padre me traía todas las mañanas—murmuró Arniel—. No importaba si estaba nevando o si estaba una tormenta encima, siempre veníamos aquí, nos gustaba ver el amanecer en el horizonte y es realmente hermoso.

—¿y ahora me trajeron a mí para que lo viera?

—Queríamos compartir algo con nuestra mujer—aseguró con una sonrisa.

Sonreí, ambos hombres me estrecharon entre sus brazos, dándome un gran calor a pesar de que el viento era realmente gélido, el cielo estaba completamente despejado y la nieve era lo único que cubría Firenze.

Pasaron unos cuantos minutos hasta que el Sol comenzó a salir en lo más profundo del horizonte, mis ojos se iluminaron sin poder creer tanta belleza, realmente se veía hermoso todo el cielo iluminado. Mis dos hombres me estrecharon entre sus brazos y sonreí con completa alegría al ver la gigante bola de luz que salía desde el horizonte.

Me di cuenta realmente de lo afortunada que era de estar en ese lugar con ellos, habíamos atravesado tantas pruebas que era imposible que pudiéramos seguir juntos a pesar de todo lo que había en nuestras vidas, pero aun así estábamos en ese lugar viendo una hermosa amanecer en el cielo italiano.

Toda la ciudad poco a poco a poco comenzó a iluminarse, dando una vista incluso más hermosa de lo que era, realmente no quería alejarme de ellos, quería inmortalizar ese momento y congelarlo como todo lo que estaba a nuestro alrededor, era un amanecer tan precioso que no tenía precedentes y estaba segura que mi corazón lata sonaría durante todo el tiempo.

No importaba si en algún momento llegaba a perder la memoria de nuevo, estaba segura de que ese momento en el que mis hombres me estrechaban contra sus cuerpos y el Sol salía por el horizonte iluminándonos a nosotros y a toda la Gran Ciudad de Firenze, se quedaría grabado en lo más profundo de mi corazón, sería como un tatuaje que no podría borrar nada, era un tatuaje que estaba hecho con tinta indeleble y realmente era feliz por eso.

Era como ver un paisaje lleno de nostalgia, a pesar de que habíamos atravesado miles de tormentas estábamos en un nuevo amanecer, estaba segura de que si esos brazos seguían rodeándome el resto de mi vida, podría ser feliz y tendría la fortaleza de afrontar todo lo que estuviera frente a mi.

No me di cuenta de las pequeñas lágrimas que bajaban por mis mejillas y ninguna de mis hombres dijo algo, simplemente me estrecharon más fuerte contra sus pechos y yo me sentí amada y completa en ese momento, era como si de repente todo lo que hubiésemos atravesado se redujera ahí, pude ver cómo los diamantes que teníamos en nuestros dedos brillaban, señal de que realmente existía el amor entre nosotros, éramos esposos porque realmente queríamos serlo y agradecía al cielo que me hubiese permitido amar a los hombres que amaba y que mi amor fuese completamente correspondido.

Me giré a abrazarlos, no tenía idea cómo era capaz de rodear a los a ambos cuando eran realmente gigantes a mi lado, pero me gustaba sentir su calor cerca de mí y tenerlos entre mis brazos era incluso mayor.

—Los amo—murmuré —. Te amo, Arniel... Te amo, Conall.

—Te amo, muñequita—murmuró Arniel, siendo el primero en besar mis labios con ese delicioso sabor que siempre conservaba en sus labios.

—Te amo, conejita—murmuró Conall, remplazando sus labios por los de Arniel y no pude decir nada más.

Me abrazaron cuando regresamos la mirada hacia el gran amanecer, estaba segura que no tenía una descripción y realmente quería inmortalizar ese momento en mi mente, quería asegurarme que aunque estuviera viejita y arrugada, ese hermoso paisaje siguiera en mi mente.

Bien dicen que cuando sientes que todo está alineado es solo un juego del destino para mostrarte que siempre será un cabrón, sentí la vibración del celular de Arniel y me separé un poco de él para que pudiera contestar, se alejó unos pasos y yo me abracé a Conall mientras seguía viendo el hermoso amanecer.

—Me gusta—murmuré —. Es hermoso...

—Lo es, mi amor—murmuró con una sonrisa besando mi coronilla.

Escuché un pequeño tronido detrás de mí y giré la mirada junto con Conall, Arniel había dejado caer su celular al suelo mientras estaba completamente estático, no se movía incluso parecía haber olvidado respirar. Conall y yo nos acercamos a él con velocidad, tratando de averiguar qué era lo que estaba pasando por su mente.

Cuando quedé justo frente a él pude ver lo tenso que se encontraba, tenía los ojos completamente llorosos y su barbilla temblaba, en señal de que pronto se quebraría frente a nuestros ojos, miré el celular tirado en el suelo y me apresuré a levantarlo, el nombre de Álex estaba aún en la pantalla y mi corazón dio un vuelco.

<<Dios... No... ahora no>>

—Álex—murmuré colocándome el celular en el oído.

—K...Keyli—murmuró y mi corazón se partió al escuchar su voz quebrada—. N...Necesito que vengan rápido...

—¿Qué ocurrió?

—Vengan...—murmuró y colgó la llamada.

Me apresuré a tomar la mano de Arniel, quizás me estaba imaginando lo peor y realmente sólo había tenido una recaída, era imposible que estuviese ocurriendo lo que mi mente se imaginaba, era imposible que él estuviera muerto cuando realmente lo habíamos visto horas atrás, él estaba mejor, tenía más ganas de vivir.

—¿Qué ocurre, amor? —pregunté.

—Debemos irnos—murmuró.

Miré a Conall, quien al igual que yo parecía entender lo que estaba ocurriendo, nunca había visto esa mirada de dolor en los ojos de Arniel, pero Conall parecía entender perfectamente esa mirada, algo que significaba que la muerte había visitado Firenze.

Antes de que alguno de nosotros pudiera hacer algo, las rodillas de Arniel tocaron el suelo y un grito profundo y lleno de dolor salió desde lo más profundo de su garganta, era un grito tan desgarrador que realmente me hizo temblar y en ese momento supe, qué es lo que estaba ocurriendo era realmente lo que mi cerebro estaba maquinando.

—Amor—murmuré dejándome caer de rodillas frente a él—. Debemos ir...

Estar en la milicia te prepara para afrontar las pérdidas más dolorosas que jamás creíste poder tener en tu vida, te prepara para saber que tu padre en algún día puede morir o que tu madre también puede hacerlo, te preparan para decirte que en cualquier momento puedes perder a la persona que más amas en el mundo y que aun así debes de pararte firme, pero no te dicen cuánto dolor sentirás al perder a la familia que amas.

Sus ojos se encontraban completamente perdidos en el horizonte, no lloraba o hacía algo, simplemente parecía un cuerpo sin vida, sus ojos azules estaban completamente sin vida y perdidos. Me dolía verlo de esa manera, me dolía ver sus ojos llorosos pero que no salía ni una lágrima de sus orbes azules, él jamás había cedido a quedar completamente arrodillado, ni siquiera cuando lo habían amenazado con una pistola lo había dicho, estaba realmente destruido y no había forma de calmar su dolor, había perdido a su padre.

—Murió—murmuró después de lo que parecieron horas, pero no habían sido más que un par de minutos—. Se marchó y no estaba ahí...

Jamás había escuchado su voz tan quebrada, sus ojos nunca habían estado tan perdidos como en ese momento y el dolor que tenía dentro era realmente fuerte, podía verlo a través de su mirada, seguía sin llorar pero estaba conteniendo todo el dolor en su interior.

—Debemos ir—murmuré —. Amor...

—¡Debía estar ahí! —gritó golpeando la nieve a sus costados.

Me ignoró completamente y supe que ahí no estaba mi Arniel, no estaba el hombre dulce que yo amaba con todo mi ser, estaba un hombre completamente herido y que había perdido a su padre, se puso de pie y antes de que pudiera evitarlo, sus puños comenzaron a estrellarse con un árbol mientras gritaba una y otra maldición en varios idiomas, no era capaz de distinguir si se trataba de italiano, inglés, ruso o Alemán.

—Haz algo—murmuré.

Me sentía realmente impotente y podía ver que su mejor amigo se encontraba igual de perdido, seguramente jamás lo había visto de esa manera y era realmente doloroso ver a uno de los dos hombres que más amaba en mi vida completamente destruido, golpeando un árbol y haciendo sangrar sus manos. Conall pareció entrar en razón, se acercó rápidamente a él y lo inmovilizó contra el árbol, mientras Arniel seguía soltando insultos.

—¡Hermano! ¡Cálmate estas asustando a Key! —gritó usándome como escusa, ellos se entendían más de lo que yo los entendía, por lo que estaba segura de que lo que él le dijera lo haría entrar en razón—¡Arniel! ¡Reacciona!

—¡Debí estar ahí! —reconocí por lo menos tres idiomas en esa frase, pero seguía gritando con fuerza mientras luchaba por liberarse del agarré de Conall, quien trataba de someterlo contra el árbol —. ¡Murió!¡Mi padre está muerto y yo no estaba ahí para verlo, yo no estuve para darle un último adiós!

Sentí un nudo atorado en mi garganta al escuchar las palabras, el mismo señor al que habíamos visto con una alegría inigualable horas atrás, había muerto, el mismo hombre que había estado bromeando una noche anterior, estaba muerto, el padre que había hecho feliz a su hijo, estaba muerto, un hombre que realmente había sido un ejemplo a seguir... había muerto.

<<Dios... solo recíbelo en tu reino, ya sufrió bastante en vida>>

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¿Qué les pareció este capítulo?

¿Creen que él señor se estaba despidiendo?

Notita: la autora no para de llorar en la corrección.

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