Capítulo 45.
A quien amamos.
"Su cuerpo sólo existía donde el la tocaba, de resto, ella era humo."~ Arundhati Roy
Alto contenido de cachondeo.
Cuando la vida nos pone en el camino indicado lo sabemos, no importa si pasan uno o dos años, sabemos que estamos en el lugar indicado porque hay algo que nos lo dicta, quizás es el corazón o algo más, pero sabemos que vamos en el camino correcto o que hemos llegado a nuestro destino.
Toda mi vida creí que no existía coincidencias en el destino, que todo lo que ocurría era porque se encontraba escrito y no porque fuera improvisado, era imposible que algo saliera a la perfección por coincidencias que estaban de repente en nuestras vidas, quizás ese era el motivo por el que siempre debía seguir un orden en mi actuar, no importaba si era uno o dos pasos, siempre marchaba conforme a lo planificado aferrándome a lo conocido. Ellos habían roto ese esquema de mil formas distintas, me habían enseñado que la vida realmente no tenía precedentes y que no era necesario un plan para todo, que a veces... improvisar era divertido.
Ellos llegaron a mi vida descolocando todo y no me importaba absolutamente nada de lo que podía ocurrir al regresar a casa, los quería solo a ellos y eso incluía entregarme completamente a ellos, me entregaba completamente sin importarme nada, pues sabía que con ellos yo y mi corazón estaríamos completamente a salvo.
Sentía las manos de mis hombres recorrer mi cuerpo, no tocaban mis puntos erógenos a pesar de que yo anhelaba que lo hicieran, casi suplicaba por sentir sus dedos sobre mis puntos de mayor placer, pero ellos solo se centraban en tocar cada centímetro de mi piel, desencadenando pequeños temblores por el deseo de sentirlos más. Estaba sobre el regazo de Conall, por lo que podía sentir sobre mi trasero un bulto creciente, me gustaba esa sensación, la sensación de saber que mi cuerpo los excitaba.
—De rodillas, muñeca— ordenó Conall.
Salté de su regazo, colocándome frente a la cama como su orden me lo indicaba, quizás para cualquier mujer esa acción era algo denigrante, pero ellos habían sido claros al explicarme lo que significaba arrodillarse frente a un Amo, significaba que yo cedía mi voluntad pero parte de ello era decidí que hacer con ella y yo queria dársela a alguien, así que no, no me estaban denigrando o algo por el estilo, ellos me amaban y estaban jugando conmigo y mi voluntad de una manera hermosa.
—¿Puedes decirnos que faltas cometiste hoy?
—¿Por orden alfabético? — pregunté queriendo jugar un poco con su paciencia, no era masoquista pero me encantaba fastidiarlos con mis pequeños berrinches.
Conall soltó una carcajada poniéndose de cuclillas frente a mí, su altura era mayor a la mía incluso estando en esa posición, pero a pesar de todo no me sentía cohibida o en peligro, porque sabía que ellos me cuidarían sin importar absolutamente nada a mi alrededor, quizás por eso yo había decidido realmente ceder mi voluntad a ellos, dejar que ellos me dominaran de las formas que sus mentes lo pedían.
Ambos se pusieron frente a mí, mirándome con un hambre tan voraz que realmente hacía que mi cuerpo temblara al saber que yo sería su cena, no me daba temor, pero ciertamente era muy excitante. Podía ver bajo los pantalones una erección en ambos y solo habíamos tenido pequeños juegos mientras estaba sobre ellos. Levanté la mirada con inocencia volviendo a repasar sus cuerpos perfectos.
Realmente eran perfectos ellos, podía ver sus piernas cubiertas completamente por los pantalones que habían utilizado para nuestra boda, hacia arriba podía ver más la piel marcada de sus abdómenes los músculos que se de tensaban completamente y que eran cubiertas por una ligera capa de vello sin llegar a ser exagerado. Era una diferencia muy pequeña, sus cuerpos eran únicos, tan perfectos que no tenían comparación, no se parecían en absolutamente nada, pero parecía que encajaban perfectamente bien cuando estaban juntos, eran tan únicos que seguramente habían sido hechos por un molde divino, Conall tenía la piel más bronceada, incluso tenía un sub-tono naranja, pero eso lo hacía lucir perfectamente bien, la piel de Arniel por el contrario era más clara.
—¿Otra vez inspeccionando, amor? —preguntó Conall con diversión.
—No puedes culparme, es un pecado no disfrutar de la vista.
Seguramente deberías controlar mi lengua viperina para que no recibiera un castigo en donde mis nalgas quedarán totalmente rojas, pero me encantaba hacer los perder la cordura y ver ese color oscuro en sus bellos ojos, ese color que me invitaba a lo oscuro y que me hacía sentir completamente aturdida.
Ambos se pusieron en cuclillas frente a mí y tragué saliva al sentir sus miradas totalmente lascivas y llenas de deseo, esa mirada oscura que me encantaba, los ojos de Arniel tomaban un color azul rey, como las aguas más profundas de la Tierra y los de Conall parecían estallar en una tormenta eléctrica tomando incluso un color negro profundo.
—Amor, no deberías seguir jugando con nosotros—murmuró Arniel pellizcando uno de mis pezones, logrando que soltara un chillido—. Es una vista hermosa pero creo que prefiero tenerte de pie para poderte ver completamente ¿Qué opinas, compañero?
—Luce mejor como una conejita de pie—aseguró Conall pellizcando mi segundo pezón.
Conall me dio su mano en cuanto se puso de pie, se hizo acción mientras sentía como mi corazón bombeaba completamente descolocado, sabía que lo que se acercaba era realmente único y no parecía ser una vez más, no era como todo lo que había experimentado a lo largo de mi relación con ellos, eso parecía ser nuestra primera vez en todos los sentidos. Desde mi aturdimiento hasta la forma en que los deseaba, como mi cuerpo se sentía atraído a ellos como si jamás los hubiera tenido y eso realmente me gustaba, porque ese momento sería único.
Odiaba que no hablara mientras estaban planeando cosas, no sólo lo hacían en ese tipo de juegos, sino también la base parecía entenderse sin decir una sola palabra, con simples gestos o miradas ellos parecían entender lo que el otro quería decir, era una dinámica bastante silenciosa y aunque había tratado de leer sus ojos para saber sus planes, ellos me alteraban al poder anticiparme a sus movimientos.
Ellos incluso parecían poderse leer la mente del otro, asentían o hacían pequeñas muñecas que yo no lograba comprender, pero seguramente ellos sí sabían lo que estaban planeando hacerme con toda mi voluntad en ellos.
Solté un pequeño suspiro al darme cuenta de que me llevaban a la cruz de madera, nunca habíamos jugado con algo así pero realmente la espera estaba logrando que todo mi cuerpo se sintiera realmente excitado, podía sentir un fino hilo cayendo de entre mis piernas por el simple hecho de saber que ellos me poseerían de una forma realmente única. la equis de madera tenía pequeños brazaletes en cada esquina, suponía para amarrar mis extremidades.
Seguramente debía salir corriendo al saber que me amarrarían en una cruz de madera sin darme la mínima oportunidad de defenderme, pero yo realmente sabía que en esa habitación o en cualquier otra, mi palabra tenía valor, podía decir mi palabra y cualquier acción cesaría.
—Aquí, amor—murmuró Conall con una sonrisa.
Asentí, sintiendo cómo mi cuerpo poco a poco se relajaba al sentir las manos de ambos tocarme, porque no simplemente comenzaban a abrochar los brazaletes alrededor de mis muñecas y de mis tobillos, ellos se tomaban el tiempo para que sus manos tocaran deslizándose por mis muslos, mis brazos y mi abdomen, llenándome de completa ansiedad al no poder hacer absolutamente nada para que ellos tocaran los puntos que deseaba.
Soltaba pequeños suspiros y jadeos al sentir como sus manos pellizcaban mi piel, sin causarme un dolor real, y yo serán realmente cuidadosos al tratarme y saber que eran completamente míos hacía que todo mi cuerpo reaccionara, no sólo era saber que estaban a mi lado, sino que me protegerían incluso estando en ese lugar.
Mis manos y tobillos quedaron completamente restringidos contra la madera, entre los brazaletes de cuerina que rodeaban mi piel, sentía como poco a poco mi mente dejaba de estar pensando en tantas idioteces como en el día, ellos lograban eso en mí, que mi cerebro se apagará completamente y que pudiera sólo concentrarme en ellos, ellos sabían cuánto necesitaba sentirme así y me gustaba que lo hicieran para pagar el juicio de mis pensamientos.
—Volveré a preguntar, muñequita—murmuró Conall pasando sus dedos por mi abdomen, acercándose peligrosamente a mi pubis—. ¿Qué faltas cometiste hoy?
Mi cuerpo los anhelaba, pero realmente quería que ellos me dominaran, no me importaba lo que ocurriera, realmente quería saber de lo que ellos eran totalmente capaces, eso era un juego y ellos también tenían claro eso, por lo que lo que ocurriese dentro de esa habitación no determinaría nada en nuestra relación.
—Parece que cierta muñequita no tiene ganas de hablar—murmuró Arniel, su aliento chocaba detrás de mi oído, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera —. Quizás deberíamos hacerla hablar y darle un poco de color a su piel ¿Qué opinas, hermano?
—Me gusta la idea, tu piel está demasiado blanca, amor...
—¡Dijimos que mi culo quedaba fuera de la ecuación! —chillé sin estar realmente asustada.
Ambos sonrieron perversamente, así con una sonrisa sádica que me indicaba que realmente me mostrarían lo que ellos eran capaces de hacerme en esas habitaciones, sentir que mi ansiedad era incontrolable al verlos moverse por la habitación, Arniel se quedó cerca en uno de los estantes que tenía cosas realmente extrañas pero que me llamaban la atención, mientras Conall se alejó hacia la pared donde había visto colgadas varios floggers y Fustas.
Cuando estaba a punto de reclamar la razón por la que estaban pensando aceptarme con una de esas fustas, los labios de Arniel se apoderaron de los míos robando en un beso profundo, haciéndome perder cualquier pensamiento que me hiciese entrar en cordura, era un beso realmente excitante, pues su lengua se movían entre mis labios y chupaba con fuerza mi piel, sin poderlo evitar solté un gemido que lo alteró, pues escuché un gruñido en señal de satisfacción.
Sus dedos se movían por mi piel torturando cada parte de mí que me hacía explotar en cientos de emociones y sensaciones que recorrían todo mi cuerpo, pellizcaba mis pezones y delineaba mi zona baja sin tocar el punto que rogaba por ser atendido. Era un placer realmente único, no me hacía daño al pellizcar mis pezones, realmente me gustaba eso.
Arniel siempre era el tranquilo de los dos, era el que consensuaba todo incluso estando en la base el solía ser el mediador de las discusiones o problemas entre soldados, pero al verlo ahí, podía ver que su fachada de hombre tranquilo se iba al carajo, a él le gustaba hacerme sentir realmente perdida, le gustaba presionar mis limitas para tomar lo que él quería de mí y claramente yo estaba dispuesta a darle todo.
Los conocía perfectamente y podía compararlos con algún animal salvaje que estaba en la selva en búsqueda de alguna presa a la cual cazar, todos eran peligrosos y letales, pero no me daba miedo estar a la merced de ellos, transmite quería ser completamente suya y no me importaba nada más, estábamos casados pero también quería esa faceta suya, en la cual podían hacerme perder cualquier rastro de conciencia.
—Creo que a nuestra muñeca le gustaría algo que atienda a esos bellos pezones—susurró Conall.
Abrí los ojos con sorpresa al ver un par de ganchos parecidos a pinzas para colgar la ropa, tragué saliva al reconocerlas como pinzas de pezones, algo que nunca habíamos usado pero de lo cual habia leído tiempo atrás.
<<Santa Diosa de las de dos esposos, estos van a matarme de placer>>
—Me gusta como piensas, hermano... pero creo que nuestra conejita primero necesita un poco de color.
—dijimos que mi culo quedaba fuera de la ecuación—gruñí.
—Ya van tres azotes por esa palabra—gruñó Arniel.
Se acercó a mi boca y antes de que pudiera hacer algo, se apoderó de mis labios de una manera realmente excitante y salvaje, sentí como un mordisqueaba mi labio inferior mientras uno de sus dedos jugaba sobre mis pezones haciéndome estremecer completamente.
Cuando planeaba abrir los ojos para verlos, sentí como una fina tela cubría mi vista causándome una enorme ansiedad, de esa manera yo no podría ser consciente de lo que estaban por hacer, no podría anticipar sus movimientos y tampoco saber qué era lo que planeaban hacerme, eso sin mencionar que ambos se podían comunicar sin una sola palabra y realmente yo no tendría la menor idea de lo que querían hacer con mi cuerpo, pero no tenía miedo, realmente quería entregarme completamente a ellos pues sabía que me cuidarían estando ahí o estando afuera.
De repente sentí dos pares de manos recorriendo todo mi cuerpo, hacían que me estremeciera y que realmente no pudiera anticipar ni un solo movimiento de ellos, sentía que una mano recorría mi pecho por el frente, delineando cada parte de mi piel y subiendo hasta mis clavículas, esa misma mano rodeo mi cuello sin hacerme un daño real, solo jugando con mi respiración que se encontraba completamente agitada al tener a mi segundo hombre amasando la piel de mi trasero.
Por fin, una mano se adentró entre mis piernas, causando que mi ansiedad aumentara pero a la vez se tranquilizará saber que recibiría lo que quería, suelta un ligero jadeo cuando los dedos de el hombre que me tocaba recorrieron toda la costura de mi sexo, por lo largo de los dedos podía saber que se trataba de Arniel, jugaba conmigo sin siquiera tocar mi clítoris qué rogaba y anhelaba por ser atendido, no podía ni siquiera cerrar mis piernas para poder darme un poco de alivio y mis piernas estaban tan separadas que si ellos trataban de hacer algo en ese instante realmente yo no podría hacer nada, pues me encontraba totalmente expuesta a ellos.
Sentí como una boca se posaba sobre mis pezones, y solté un alarido de placer cuando los dientes se cerraron sobre el pezón, sin causar un daño real, pero haciéndome estremecer completamente y lograr que todo mi cuerpo quisiera más y más de eso que ellos me estaban dando. Los dedos en mi entrada jugaban sin siquiera llegar a penetrar, tampoco tocaba el punto más erógeno de mi ser y aunque la ansiedad me consumía realmente quería que ellos tomaran todas las decisiones a pesar de que a mí me dieron demasiadas ganas por sentir más caricias.
Jalaba involuntariamente las esposas de mis muñecas, por qué quería soltarme y obligarlos a que me dieran el placer que necesitaba, sentía mi respiración pesada al sentir como la mano se movía sobre mis pliegues que seguramente estaban tan húmedos como una piscina, sin embargo no le brindaba la atención que yo necesitaba y ahí fue cuando comprendí todo, ellos no me darían lo que yo quisiera o necesitara, ellos me darían lo que quisieran darme hasta hacerme explotar en mil orgasmos.
Solté un alarido de placer cuando por fin, Arniel tocó mi clítoris haciéndome estremecer completamente y virar los ojos por el placer aún bajo la venda, mi cuerpo los necesitaba a pesar de que todo el día había sido atendida por ellos, realmente parecía estarme convirtiendo en una ninfómana que necesitaba tenerlos todo el tiempo dentro de sí para poder estar tranquila.
Casi inmediatamente al sentir los dedos sobre mi clítoris, sentí un dedo colarse en mi intimidad, causando que todo mi cuerpo sí estremeciera y yo me convulsionara, estaba sentir realmente todo lo que ellos podían darme y estaba segura de que eso no era ni siquiera la mitad. realmente estaba disfrutando lo que estaba haciéndome, mi respiración estaba totalmente agitado y los gemidos eran casi incontrolables al sentir común sexo era atendido por él, pero de repente paró cualquier movimiento sobre mi piel y a pesar de mis chillidos, no volvió a tocarme, me dejo completamente aturdida.
—¿A caso querías correrte? —preguntó Arniel y juré que tenía una sonrisa perversa.
—A la conejita se le suben los humos de repente—murmuró Conall y sentí que él era quien se acercaba a mí.
Antes de que pudiera soltarle algún insulto, su boca se apoderó de mí y regreso a la tortura de mi sexo, no me tocaba, pero me causaba tanta ansiedad que quería dislocar mis pulgares y realmente soltarme de esas esposas que me mantenían cautiva.
—¿Ahora si puedes decirme que faltas has cometido hoy?
—Tú las sabes—gruñí.
Solté un fuerte gemido cuando dos dedos entraron en mi intimidad, mandando a la jodida cualquier pensamiento cuerdo, los dedos de Conall eran largos pero peculiarmente más gruesos que los de Arniel, por lo que ese simple toque era sentir que abría mi sexo de una manera deliciosa.
Solté un fuerte alarido de sorpresa al sentir como la fusta que habían elegido para darme mi castigo golpeaba mis muslos con fuerza pero no una fuerza que me causaste demasiado dolor, si no era un dolor realmente placentero, el ardor era momentáneo, pero sentía como mi piel picaba y el calor quemaba el lugar donde había golpeado ese cuero.
Escuché la risa de ambos hombres y estuve a punto de maldecirlos, pero antes de que pudiera hacerlo el cuero resonó nuevamente sobre mis glúteos, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera y me doblara de placer.
—Bueno, ya que la conejita no quiere hablar—murmuró Arniel—. El primero fue ponerte celosa.
Solté una pequeña risa sin poder evitarlo.
—¿Qué es tan gracioso, muñeca? —preguntó Conall.
—Me castigan por ser celosa y ustedes son el triple de celosos.
—Nunca hemos retado a un duelo de muerte a los que te coquetean—se burló Arniel —. Lo segundo fue eso, ponerte en peligro.
—Tercero, traernos con engaños a la Gran Unión—solté otra pequeña risa, ellos realmente no estaban cabreados por eso—. Mentirnos sobre un Zoológico.
—Ganarnos la propuesta de matrimonio.
—Ponerte celosa por segunda vez—afirmó Conall.
—Son un par de montoneros—gruñí.
—Amor, deja de acumular castigos—murmuró Arniel.
Di un nuevo chillido al sentir como el flogger golpeaba mis muslos nuevamente, pero era un placer realmente hermoso, no volvieron a decir nada más sólo sentí que las tiras de cuero se estrellaban contra mi piel por lo menos 10 veces, sin causarme un verdadero daño o hacerme sentir dolor.
<< Quizás si sientes dolor pero eres tan masoquista que te gusta>>
—Me gusta este rojo—murmuró Arniel y sentí que Conall dejaba mis pechos en paz para ir hacia el otro lado para ver en color de mi trasero.
—Me encanta... pero no la escuché gritar y no podemos permitir que nuestra esposa no grite de placer.
Solté una fuerte alarido de placer cuando mis pechos fueron azotados con el mismo flogger, eso me encantaba, me encantaba sentir que era completamente suya y que incluso al causarme dolor me demostraban su amor. sentía que todo mi cuerpo estaba al límite, pero ellos no se detendrían y seguirían dándome más y más placer de mil formas distintas.
Mi respiración se encontraba completamente agitada, sentía que cada centímetro de mi piel ardía por donde el cuero había golpeado, además de que ellos no habían dejado de tocarme ni un solo momento, mientras Arniel golpeaba mi culo, Conall habia atendido mi parte delantera y después, cuando Conall cambio a ser quien manejaba el flogger, las manos de Arniel daban un masaje en mi trasero, dándome placer mientras decía cosas en mi oído.
Antes de que pudiera pensar en algo, sentí como los pezones eran rodeados por algo tímido y supe de lo que se trataba, ambos estaban prendidos a mis pechos, eso realmente me calentaba como el demonio, era delicioso sentir como ambos atendían mis pechos después de darme un placer casi incontrolable.
Cuando ambos se alejaron, sentí como mis pezones eran pellizcados por algo más y por el ligero tintineo de las cadenas, me di cuenta de que habían colocado las pinzas para pezones, era un dolor placentero el que me provocaban, Realmente me gustaba sentir eso porque ellos estaban dándome el placer que yo necesitaba y qué quería.
—Eres como una escultura tallada por los Dioses, amor—murmuró Conall y pude detectarlo detrás de mí.
—Una obra de arte se queda corto a tu lado, amor—murmuró Arniel.
Sentí como todo mi cuerpo era envuelto por una bruma caliente que no me dejaba pensar, realmente los quería dentro de mí y no me importaba nada absolutamente nada más, Conall me quitó la venda de los ojos y tomó mis caderas para acercarme a él mientras Arniel se encargaba de quitar restricciones que me mantenían atada a ese lugar. Realmente no deberías sentir tanta excitación por lo que estaban haciéndome, pero simplemente no podía pensar en nada más que ellos teniéndome entre sus manos.
Tenía la respiración realmente agitada, apenas si podía sentir que respiraba sin tener un nudo en mi garganta, pero realmente me gustaba todo lo que estaba ocurriendo en ese momento, no había nada más que quisiera, éramos esposos y eso nadie lo cambiaria, ellos eran mis Amos y yo estaba entregándoles todo de mí, sin una sola restricción.
No importaba todas las veces que habíamos estado juntos, esa parecía la primera, yo estaba dejando que ellos tomaran total control sobre mí y eso me gustaba, había dejado de pensar en todo, solo ellos eran los que tenían mi mente ocupada.
—Quiero tocarlos—susurré.
Ambos intercambiaron una mirada y supe que realmente me darían lo que quería, me dejarían tocarlos pero también me darían el placer que estaba necesitando, los fuertes brazos de Conall me alzaron por los aires para dejarme suavemente sobre la cama de finas telas, solté un pequeño jadeo de sorpresa al sentir que su cuerpo se instalaba sobre el mío, pero en lugar de causarme miedo eso me causaba real la excitación.
Jadeé al sentir como su boca recorría todo en la parte delantera de mi cuerpo, sentía como su lengua era la que limpiaba la ligera capa de sudor sobre mi piel, todas las sensaciones que me provocaban eran completamente nuevas, estaba entre mis piernas y yo no sabía ni siquiera cómo hacer para poner los pies sobre la Tierra.
Sentí como su lengua descendía entre mis piernas. Su lengua caliente rodeó todas mis terminaciones nerviosas, logrando que todo mi cuerpo se estremeciera y que yo no pudiera dejar de arquearme al sentir el placer que su lengua me provocaba sobre el punto más erógeno de mi ser.
Antes de poder decir algo, mi boca fue ocupada con la deliciosa erección de mi otro hombre, me estaban sometiendo, me estaban dando lo que quería pero a la vez lo que ellos deseaban darme, quería tocarlos y me estaban dejando hacerlo, pero también me daban un placer indescriptible que realmente me hacía perder la cordura.
Todo mi cuerpo estaba caliente y lo único que podía sentir y pensar en ellos haciéndome lo que estaban haciendo, sentía como la boca de Conall succionaba mi punto más placentero, mientras yo con mi lengua rodeaba el glande de mi otro hombre, el sabor era un poco salado, pero en la vez era tan dulce que me encantaba sentirlo.
Varios gemidos salían de mi garganta, al sentir como agregaba un par de dedos en mi interior mientras él se concentraba en succionar la parte más erógena, los gemidos salían sin control a pesar de ser detenidos por la erección que yo tenía dentro de mi boca. Debía ser una escena completamente deliciosa.
Yo me retorcía bajo los brazos de alguien mientras seguía teniendo mi lengua rodeando la erección de Arniel. Sentía como Conall se entretenía pasándole la lengua de un lado a otro entre mis pliegues, su barba que se encontraba medio crecer también pinchaba la parte más sensible de mí, pero era delicioso sentir eso, sentía que mi respiración se entrecortaba y es la aceleraba cada vez más los movimientos. No podía contenerme por todo lo que él estaba haciendo entre mis piernas, ni siquiera me di cuenta del momento en el que Arniel se alejó de mí y mis gritos eran completamente libres. Quería contenerme pues sabía que no debía correrme, pero realmente era algo completamente imposible de mi boca no salían palabras y simplemente gritaba mientras él aceleraba el ritmo de sus movimientos. En un último alarido de placer me retorcí bajo sus brazos mientras sentía como todo mi néctar salía disparado a su boca.
Estaba completamente agitada y no tenía ni la menor idea de qué debía hacer, mis músculos estaban completamente contorsionados mientras mi orgasmo se prolongaba por la lengua que aún seguía entre mis pliegues. Jadeaba completamente perdida en mi mundo, pero sabía que eso no era todo, ellos tenían una nueva meta.
—Acabo de descubrir que los azotes no funcionan con ella—susurró Conall con una sonrisa perversa—. ¿Por qué no vemos cuantos orgasmos resiste hasta pedirnos que nos detengamos?
—Eso es una gran idea.
Tragué saliva y comprender sus palabras, ellos no estaban jugando y ya había sido testigo una vez de lo mucho que podían hacerme, ellos realmente no pararían hasta que yo suplicara que lo hiciera y no estaba segura de poder hacerlo.
Aún sin siquiera estar totalmente recuperada de mi orgasmo, sentí como Conall se enterraba en mi interior, sacándome un gemido tan fuerte que estaba segura se había escuchado por todo el lugar, estaba sensible por el reciente orgasmo pero a él no parecía importarle eso, no era tierno como normalmente lo era pero extrañamente me encantaba sentir eso. Arniel besaba mis labios e intercambiaba su boca con mis pechos, yo no podía parar de gemir y sólo era una pequeña masa de carne temblorosa por tantos orgasmos.
Me encantaba que fuera así, eran la perfecta combinación porque me hacían sentir amada y deseada a la vez, podían ser bruscos, pero a la vez me demostraban el amor que me tenían acariciando mis mejillas o besando mis labios, eso realmente se sentía delicioso. Conall me llevó por lo menos a tres orgasmos en los que explotaba sin precedentes.
Cuando menos lo pensaba, eran Ambos los que me tomaban, ambos lo hacían con una brusquedad endemoniada que me encantaba, había perdido la cuenta de mis orgasmos y sólo me encargaba de sentirlos, entonces lo que estaba ocurriendo era realmente intenso y lo único en lo que podía pensar era el respirar para no terminar desmayada.
los gemidos escapaban de mi boca sin el mínimo control, mi cuerpo era recorrido por el éxtasis de uno y otro orgasmo, no me dejaban ni siquiera recuperarme de uno porque ya estaban nuevamente dentro de mí y aunque ambos se habían corrido un par de veces eso no parecía afectarles en lo más mínimo, lo hacían con su boca, con sus dedos incluso con un par de juguetes.
Sentí como fui amarrada al columpio que estaba en ese lugar, antes de poder hacer algo ellos de igual manera me penetraron con tanta fuerza que sentía que me partían pero era tan delicioso y agridulce que yo me había convertido en una masita temblorosa que tenía orgasmos a cada nada.
Arniel se entretenía con mis pechos mientras Conall se afirmaba a mi cadera, guiando la penetración de ambos. Sentía que mi cuello ardía, sentí que cada punto de mi ser explotaba en cientos de sensaciones que solo ellos podían causarme.
Podía sentir que mi cuerpo ya no daba más y simplemente la palabra por favor era lo único que salía de mi boca, acompañada de gemidos y gritos que ellos me provocaban, pero realmente no tenía idea de qué era lo que quería, no sabía si quería que pararan o que continuarán hasta hacerme derretir completamente, estaba tan mojada que solo se escuchaba el sonido de nuestros cuerpos chocando.
Pararon por un par de minutos cuando me corrí por milésima vez, Conall me llevó en brazos hasta la piscina elevada, pero yo ni siquiera era consciente de todo lo que estaba ocurriendo, y realmente parecía haber olvidado como se hablaba, de mi boca no salían más que gemidos o monosílabos a preguntas que ellos me hacían pero que realmente no podía comprender. estaba tan temblorosa que sentía que todo mi cuerpo estaba lleno, pero aun así necesitaba más de ellos.
Entramos dentro del agua y descubrí que realmente estaba calientita, no era agua fría como esperaba pero eso sólo lograba que mi cuerpo se encendiera más y más, los labios de Conall me atacaron y yo no me negué a recibirlo, lo único que sentía era que mi cuerpo temblaba una y otra vez, era como una masa caliente que se movía de entre los brazos de esos dos hombres.
Conall me penetro, logrando un chapoteo en el agua, siendo seguido por Arniel, me encontraba tan sensible que no tenía idea de qué era lo que ocurría, la ligera capa de sudor que cubría mi piel fue quitada por el agua, pero sentía que dentro de mí aún no había demasiada excitación.
—¿Sientes esto, amor? —murmuró Arniel y pude poner un poco de atención al sentir una ligera presión sobre mi vientre.
Lo miré sin entender, hasta que su mano tomo la mía y la coloco sobre mi abdomen, cuando ambos se internaron dentro de mí solté un fuerte gemido de excitación, al presionar ese punto era incluso más placentero, ellos conocían también mi cuerpo que sabían qué puntos tocar para hacerme sentir más placer.
—Somos tus hombres lo que sientes, amor—murmuró Conall apoderándose de mis labios.
Dejé de pensar completamente, mi cerebro se apagó por completo y supe que estaba entrando en el subespacio en el que tanto me llevaban ellos perdí la cuenta de cuántos orgasmos tuve, o las veces en las que ellos se corrieron en mi interior, en mi boca o mi cuerpo, sólo sentía que era una pequeña masita temblorosa mientras volvía a anochecer, no sabía cuánto tiempo habíamos estado ahí pero era claro que no sólo había sido la noche, pues en pequeños momentos de lucidez me daba cuenta que el Sol pegaba directamente a nuestros ventanales y en los pocos minutos que podía dormir, siempre despertaba con uno de ellos dentro de mí o con ambos dándome placer.
Lo único que supe antes de quedar completamente dormida, fue que ellos quedaron dormidos a mi lado, abrazándome y dándome el calor que necesitaba, no sabía cuántos días habían pasado y realmente no me importaba pues estar con ellos se sentía como un milisegundo.
En este momento supe que lo que sentía por ellos era más fuerte, todo lo que ellos me hacían sentir era único y realmente no quería cambiar eso, estaba bien con tenerlos a mi lado y no me importaba nada más, estaba completamente atrapada por ambos y locamente enamorada.
<<Estás completamente jodida, porque ahora estás atada a ellos por siempre... y eso no suena tan mal>>
.
.
.
¿Qué les pareció?
¿Les gustó todo el cachondeo?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top