Capítulo 42.

Misión: Las vegas.

"Cuando el poder del amor supere el amor al poder, el mundo conocerá la paz".~ Jimi Hendrix


A veces decimos que no nos importa lo que opinen los demás de nosotros, que siempre y cuando no se metan con nuestro pasado con las cosas que realmente nos han costado conseguir pueden insultarnos o llamarnos de cientos de formas diferentes y a nosotros realmente eso nos va a resbalar, pero existen excepciones, opiniones que realmente nos importa conocer pues sabemos que si esas personas no nos aceptan como somos estamos perdidos.

Mi madre toda la vida me había enseñado a que no debía importarme la opinión de nadie, ni siquiera de ellos que eran mis padres, me había dicho que mi vida era mi vida y que yo sabía qué hacer con ella, que no debía importarme si alguien opinaba que estaba mal lo que hacía o si no debía hacer cierta cosa porque podía molestar a los demás, era mi vida y yo tenía el control total de esta.

Mi mamá siempre había sido un ejemplo a seguir en todos los sentidos siempre había sido mi ejemplo a seguir como empresaria, como madre, como esposa, como militar y como amiga, ella siempre me había dado los mejores consejos de la vida me había dicho que la única opinión que debía importarme era la mía, porque yo era la que tenía las decisiones de mi vida y que no debía jamás dejar que otros me arruinaran la felicidad sólo por el hecho de no concordar con mi opinión, mi madre siempre había sido clara en ese sentido, en el sentido en el que yo no debía dejar que nadie absolutamente nadie ni siquiera ella opinara en mis decisiones pues yo sería la que viviría con esas decisiones durante toda mi vida.

Yo me había tomado en serio esas palabras y realmente no me importaba lo que los demás opinaran de mí si creían que era una mala persona o si creían que yo me acostaba con cuanta persona se pusiera enfrente, realmente jamás me había importado lo que los demás dijeran siempre y cuando no involucrarán en mi pasado o se metieran con lo que yo había logrado con esfuerzo y sangre.

Ella también me había dicho que cuando amara realmente lo entregará todo, pero que me asegurara primero de saber que la otra persona estaba igual de dispuesta a entregarlo todo, pues si no era así, sólo lograría que me rompieran el corazón y pisotearan mis sentimientos; nunca había entendido eso hasta que estuve con el bastardo de John, yo me había entregado completamente a él y para él eso no significaba absolutamente nada, pero cuando me di cuenta estaba demasiado enamorada como para dejarlo libre y en mi tonta idea creía que él podía cambiar, quizás era porque realmente yo buscaba un corazón en el cual pudiese tener refugio de todo el pasado que me perseguía.

Aunque era tonto pensarlo yo siempre creí que nunca llegaría a la persona en la que pudiera confiar tan plenamente como mi madre confiaba en mi padre. Como dicen muchas veces las palabras hieren más que dagas filosas, quienes había creído a mis amigas en la academia, en un momento que alguien hizo una broma sobre las el tema que más me dolía de mi pasado y todas se rieron, e incluso dijeron que quienes habían sufrido eso estaban completamente manchada y que no podían ser amadas a menos que un enfermo se enamorara de ellas, creí esas palabras completamente verdaderas y yo creí que realmente nadie llegaría a amarme jamás, estaba manchada y estaba sucia ¿quién querría un trapito que había sido ultrajado y maltratado?

Pero cuando había llegado Conall y había destronado todas esas malditas creencias, supe que las palabras de mi madre en donde me había dicho que la única que ponía las barreras era yo eran ciertas, cuando abrí mi corazón y cuando ambos se unieron para amarme, dejé que ellos entraran para hacerme feliz, olvidé completamente todo lo que me había acongojado y que me había hecho sentir inservible.

De un momento a otro supe que yo no estaba manchada, que realmente merecía el amor que alguien podía brindarme y me encantaba que esos alguien tuvieran nombre y apellido de mis hombres.

Sin embargo a pesar de que dejé de importarme por las opiniones de los demás, las únicas que seguían importándome eran las de mis padres. Cuando me habían dicho que presentara mis hombres oficialmente como mis novios, realmente había sentido terror aunque no lo había demostrado, claro que ellos sabían sobre nuestra relación incluso antes de mi, pues mis hombres les habían pedido ayuda para conseguir mis anillos pero era claro que una cosa era que los ayudara ni otra que estuvieran de acuerdo en la relación que teníamos, quizás decía que no me importaba, pero realmente la opinión de mis padres era importante para mí.

Pero al ver que mi padre había presentado a mis hombres como mis novios, como lo que ellos eran, había llenado completamente mi corazón, porque eso significaba que él los había aceptado y que realmente les daba la bienvenida a la familia, mis padres siempre habían sido de mente abierta y nos habían dicho que no importaba quien amáramos, siempre y cuando esa persona nos respetara y no en un ámbito sexual, con respeto se refería a que no se atrevieran a ponernos una mano encima, que respetaran nuestra relación con fidelidad y lealtad y que entregaran todo, es decir que todo lo que había en mi corazón fuera correspondido.

Realmente dejé de tener miedo de lo que pudiera ocurrir y si mis padres lo aceptaban la opinión del resto del mundo me valía, Qué opinarán lo que quisieran opinar, porque yo los amaba a ellos y no me importaba el resto del mundo.

La cena con mis padres realmente fue tranquila, no fue la típica cena en la que los padres se interrogaban de todo a el novio o novios en mi caso, pues prácticamente mis padres sabían absolutamente todo de esos hombres, conocían sus expedientes y de todo lo que eran capaces por mí, mi padre ni siquiera hizo la típica escena de padre celoso que quería hablar con ellos a solas, sus únicas palabras hacia ellos fueron: << La lastiman y no tendré el mínimo remordimiento de volarles la cabeza con mi arma favorita de balas hechas de oro>> y aunque se había ganado un codazo por parte de mi madre, él estaba completamente hablando en serio, pero lo decía porque él sabía que mis hombres no se atreverían a dañarme.

—¿Regresarán a la Gran Ciudad? —preguntó mi madre.

Ella habia enlazado nuestros brazos con una sonrisa mientras ambas caminábamos a la salida del elegante restaurante de casi ocho pisos.

—En realidad tenemos pensado ir a otro lugar, mamá.

—¿Puedo saber a dónde? sabes que a tu madre le encanta saber los chismes.

—Tú y papá están hechos el uno para el otro, seguramente él también está interrogando a mis hombres sobre dónde es a dónde iremos, son un par de cotilleos—murmuré riendo—. Se supone que mañana es nuestro aniversario, es el día que ellos me declararon su amor y creo que es necesario que lo celebremos, el año pasado no pudimos hacerlo porque yo no estaba, pero creo que este año es apto celebrarlo.

—Cariño—murmuró con una sonrisa—. Amo ver el brillo que en tus ojos cada que hablas de ellos, realmente es tan hermoso que me recuerda como brillan los ojos de tu padre cada que me ve, creo que este brillo también lo heredaste de él.

—Tú no te quedas atrás mamá, tus ojos brillan cada que mencionas a papá o incluso cuando escuchas que él habla.

—Mi amor, tu padre y yo decidimos estar juntos toda la vida e incluso creo que hicimos un pacto de nuestras almas, para que estas se encuentren una tras otra vida, y créeme que no importa cuántos años han pasado desde la primera vez que nos demostramos nuestro amor, seguimos haciéndolo y eso quiero para ti y algo me dice que esos hombres son los que van a hacerte feliz el resto de la vida.

—Siempre has tenido razón en todo lo que dices mamá, realmente espero que en este momento también tengas razón, porque a ellos los amo realmente, y créeme que no tengo el menor miedo a lo que la gente pueda decir o pensar, tú me enseñaste a que todo eso me resbalara y la única opinión sea la mía.

—Siempre puedo buscar que se autorice en todo el mundo el amor entre tres, ya sabes, casarse los tres y amarse.

—Sé que no es momento de mencionarlo, pero no me preocupan las leyes, no me importa si tenemos que casarnos en una isla desierta y firmar una hoja que quizás no tenga validez con nadie, con el simple hecho de saber que estoy unida a ellos es más que suficiente.

—Mi niña—murmuró abrazándome —. Ustedes tienen más amor que muchas de las personas que dicen amarse y son "parejas normales".

—Te amo, mamá—murmuré abrazándola.

—¿Sabías que hay un lugar en las vegas donde puedes casarte?

—Por supuesto que lo sé—murmuré con una sonrisa —. ¿A dónde crees que voy a llevarlos hoy?

—¿Enserio?

—Por algo estoy de blanco—murmuré con un guiño—. Me encantaría que tú y papá fueran nuestros testigos, pero siempre puedes decir que no... no quiero ser una presión...

—¡Por supuesto que sí! —chilló—. Aunque tendremos que ir y regresarnos inmediatamente...

—Tengo a las once para llevarlos—murmuré—. Hice la cita a las 11:15, pero a las once contraté unos fuegos artificiales que dibujaran una sorpresa en el cielo...

—Hija... Dios...

—Mamá, quiero unir mi vida a las de ellos, no me importa si tiene que ser con una boda en Las Vegas, solo quiero demostrarles que yo realmente los amo y que no pensé en nada más cuando estuve lejos de ellos. No me importa lo que vaya a decir la gente cuando regresemos a casa, después de todo creo que le dije a todo el ejército que estamos casados...

—¿Señora Harrison Vallarelli? —preguntó con una ceja enarcada.

—Harrison Vallarelli—aseguré con una sonrisa—. ¿Quieres ser mi testigo?

—Por supuesto que sí, mi amor—aseguró besando mi frente—. Si ellos son los hombres que amas, voy a firmar todos los papeles que sean necesarios para que tú y ellos logren casarse...

—Solo debes firmar como testigo—aseguré con una sonrisa.

—Entonces... ¿Qué estamos esperando?

—Ustedes vayan antes, sabes cual es el lugar y espérennos dentro—murmuré con una sonrisa—. Yo llegaré con ellos con la excusa de que me prometieron algo ahí, a las 11:00 van a lanzar los fuegos artificiales y después si ellos aceptan entraremos.

—Hija—murmuró riendo—. Estas completamente loca.

—Mami, tú me enseñaste que para amar se necesita entregar todo y yo quiero entregarme completamente a ellos.

—Entonces—murmuró con una sonrisa—. Seré testigo de que mi hija se casará con los hombres que más ama en el mundo.

Sonreí, ella me beso la mejilla y antes de que pudiera decir algo, jaló a mi padre hacia el auto quien parecía extrañado por la acción de su esposa, me despedí con ellos de la mano mientras mis hombres se acercaban a mí.

—¿Qué fue eso? —preguntó Conall.

—Tu madre arrastro a tu padre al auto, eso no debe significar nada bueno...

—Tienen un par de asuntos que resolver...—murmuré—. Que les parece un helado, son las 9:30 aun...

—O podemos ir a las vegas y comenzar a disfrutarte antes...

—Lo siento pero La Habitación está reservada hasta medianoche...

—Entonces podemos reservar otra habitación aquí y disfrutar de 2 horas—murmuró Arniel pegando su boca a mi cuello.

—Prefiero no—murmuré con una sonrisa—. ¿Qué les parece si mejor vamos por un helado y después al aeropuerto? Mi madre me dijo que podemos comprar boletos a un zoológico en las vegas.

—¿Le dijiste tu madre que iríamos a Las Vegas?

—Desde que regresé no le oculto nada a mamá—murmuré—. Además me dijo que le dijera dónde andaríamos para saber por lo menos cuál era nuestra ubicación ya saben que está muy paranoica con todo.

—¿Y quieres ir al Zoológico? —preguntó Arniel extrañado.

<<Key, invéntate mejores excusas>>

—nunca he ido a un zoológico, me gustaría ir Por Primera Vez con ustedes—murmuré tratando de sonar lo más inocente posible, sabía el impacto que tenían mis pequeños berrinches con ellos.

—Pues entonces iremos al zoológico—murmuró Conall.

—Y por el helado—aseguró Arniel y sonreí.

Realmente solo esperaba que aceptaran mi propuesta de matrimonio o quedaría completamente en ridículo pues toda la ciudad se daría cuenta de los fuegos artificiales que habían mandado explotar para pedirles que se casaran conmigo. Quizás había sido impulsivo todo lo que había planeado, pero mis padres me habían dado la excusa perfecta para llevarlos a la gran unión.

Todo el viaje y el vuelo a Las Vegas fue realmente toda una odisea, no podía parar de temblar y tenía los nervios de punta, más cuando ellos comenzaron a bombardearme con preguntas del motivo de mi nerviosismo, claro que sabía ocultar mis emociones pero simplemente esa habilidad se iba a la jodida cuando estaba cerca de ellos.

Aterrizamos en el aeropuerto e inmediatamente le dije a mi escolta que nos llevara a las entradas del zoológico, claro que le había dado la dirección correcta para que ninguno de ellos sospechara, si yo en Hollywood parecía una niña en dulcería no sabía que parecían ellos estando en Las Vegas, señalaban una y otra atracción mientras veíamos los grandes carteles de casinos que seguramente para la mayoría llamaban la atención, pero para mí no. Estaba completamente concentrada y nerviosa en mi propuesta que haría, ni siquiera en las más peligrosas misiones me había sentido así.

Miré el reloj cuando nos estábamos acercando, dándome cuenta que marcaba las 10:45, realmente estaba muy nerviosa y lo único que quería era que todo mi plan saliera bien, claro que sabía que ellos podían rechazarme después de todo no les había preguntado si en algún momento querían casarse, lo habían dicho pero decirlo y quererlo son cosas muy diferentes.

Kris estacionó en el lugar reservado y no pude evitar el nerviosismo que me invadía, el lugar donde había reservado la supuesta cita para el matrimonio estaba frente a uno de los hoteles más hermosos, con una réplica Torre Eiffel.

Mis hombres al bajar se me quedaron viendo como si no entendiesen en dónde nos encontrábamos y agradecía que no hubiese ningún cartel que dijera que es el lugar era un lugar de bodas express, quizás no era la manera y podía ser una decisión demasiado impulsiva, pero estaba segura de lo que quería y eso era pasar el resto de mi vida a su lado.

—Amor... aquí no hay ningún zoológico.

—Qué extraño mi madre me dijo que aquí estaba—mentí haciéndome la tonta—. Buscaré en internet.

—Key... eres pésima mintiendo—murmuró Arniel.

—Nos dimos cuenta de que mentías desde que salimos del restaurante, así que dinos ¿Qué es lo que ocultas...? —murmuró Conall.

Miré el reloj, deseando que mi discurso diera para todo lo que queria.

—Me fui para protegerlos, pero antes de eso yo realmente me di cuenta que lo que yo sentía por ustedes era más que una enamoramiento, me di cuenta de que con ustedes quería vivir la vida entera y que si realmente existen más vidas, yo quiero escogerlos en cada una de ellas. Me gusta que cumplen mis berrinches pero también que me abracen cuando tengo pesadillas, me gusta que si yo no digo las cosas ustedes saben lo que tengo y que me conocen también que saben el terror que tengo estar sola. Ustedes fueron los primeros hombres en mi vida, fueron esos que me hicieron mujer y que me hacen seguir sintiendo el mismo placer como en la primera vez, antes realmente tenía miedo a amar y al no poder ser correspondida, por eso no les había dicho que los amaba, pero pensaba hacerlo el día que nos separaron, después de todo lo que hemos pasado para poder estar juntos, me di cuenta que realmente no quiero a nadie más en mi vida, quiero que sean ustedes...

—Keyli—murmuraron ambos intercambiando miradas.

—Creo que adelantaste a nosotros a nuestra sorpresa—murmuró Conall—. Eres la única mujer con la que nosotros queremos compartir nuestras vidas, nos dimos cuenta que aunque estuvimos separados casi 2 años el amor que tenemos no disminuyó ni un poco, que sigues siendo tú desde que te vimos con esa máscara veneciana y con tu uniforme de la IISMFCMO—continuó con su magnifica sonrisa—. Nos dimos cuenta de que no va a haber jamás una mujer que se compare contigo, alguien que nos haga berrinches y que a nosotros nos guste complacerlos, alguien a quien queramos abrazar cuando tenga pesadillas. nosotros tampoco te dijimos que te amábamos antes de que nos separaron, porque no queríamos presionarte...

—Queremos compartir nuestras vidas contigo, no importa si son 30 o 100 años, queremos pasarlos cada uno de ellos a tu lado... —complementó Arniel.

—¡No se vale! —chillé.

—Lo siento, señorita, pero me obligaron a decir a donde íbamos—murmuró Kris.

—creo que ahora entendemos la razón que nos dijeron que tenían un trabajo a la misma hora aquí—murmuró Conall.

—¿Cuándo...?

—No eres la única con contactos, mi amor—murmuró Arniel.

Escuché la primera explosión de fuegos artificiales, giré la mirada para poder ver lo que yo misma había mandado a escribir. <<Los amo>> En la segunda explosión aparecieron las letras que esperaba decir, pero que por algún motivo no salían de mi boca << ¿Quieren casarse conmigo?>>

—Sabes la respuesta, mi amor—murmuró Conall.

Lo sentí pegarme a su cuerpo y sentí que Arniel se pegaba a mi otro constado, ambos rodeando con sus brazos mi cintura. Sentí que una lágrima bajar por mi mejilla, realmente jamás pensé que me dirían que no, pero que ellos hubieran pensado exactamente lo mismo, me hacía saber que lo que mi madre me había dicho de que estábamos hechos el uno para el otro era real, yo los amaba a ellos y ellos me amaban a mí.

—Si—susurraron a la vez sobre mi oído.

—Y si hay más vidas, también—aseguró Conall besando mi hombro desnudo.

Sentí que varias lágrimas bajaban por mis mejillas, realmente no podía creer lo que estaba ocurriendo, yo les acababa de pedir que se casaran conmigo y ellos tenían planeado lo mismo, sentí que todo lo que habíamos vivido se reducía a ese instante, quizás no era la boda que siempre había deseado, era la boda cuando los hombres que amaba.

No me importaba lo que los demás dijeran, yo los amaba a ellos y quería pasar el resto de mi vida a su lado, quizás podíamos hacerlo sin un papel de por medio, pero yo quería que hubiese algo más que nos demostraba que éramos nuestros.

Antes de que pudiera pensar en algo más, escuché otro par de fuegos artificiales explotar en lo alto del cielo y fue en el momento que vi las palabras que ellos querían decirme <<¿Podemos ser tuyos?>>. No pude evitar comenzar a llorar como una niña chiquita, no me importaba nada más, sólo ellos, sólo con ellos quería pasar el resto de mis días y si era necesario, lucharía día con día por hacerlo, no queríamos ser aceptados, eso me valía tres pepinos, lo que queria era poder amarlos sin temor.

La gente siempre huye a lo desconocido, y nosotros sabíamos que al casarnos tendríamos que soportar cientos de cosas que nos dirían, personas que opinarían sin saber lo que ocurría y conservadores que creían que lo nuestro era ser enfermos, pero nosotros sabíamos lo que teníamos en nuestros corazones y como mi madre lo había dicho, muchas personas que profesan amarse ni siquiera lo hacen pero sí van y juzgan a todos los que demuestran un amor verdadero.

—Si—sollocé —. Sí quiero que sean míos.

Las lágrimas brotaban de mis ojos sin poder ser contenidas, todo lo que habíamos luchado, lo que habíamos pasado y lo que habíamos sufrido durante todo el tiempo que habíamos querido estar juntos, era suficiente para dar una respuesta, pues solo a su lado la vida tenía sentido y no quería volver a alejarme de ellos.

Me giré, besando los labios de Conall primero, sintiendo como nuestros labios se movían sobre los del otro, sentía lagrimas bajar por mis mejillas y desaparecer entre nuestra unión, pero no me importaba, amaba a ese hombre y siempre lo haría. Antes de que pudiera pensar en algo, los labios de Arniel atraparon los míos, era el momento más perfecto, era el momento en el que todo lo que habíamos sufrido cobraba sentido.

—Los amo—murmuré.

—Y nosotros a ti—contestaron—. Pero creo que debemos entrar... o pueden arrepentirse nuestros testigos.

—¿Cómo saben que...?

—Porque los llamamos—aseguró Conall —. No íbamos a dejar que nuestra boda fuese sin que nadie de los que amamos estén aquí.

—¿He? —pregunté sin comprender.

Todo tuvo sentido en el momento que entre al lugar, no solo estaban mis padres, también estaba mis hermanos, el hermano de Arniel, Kennett, la abuela y el hijo de Conall, estaban Mar, Jacob, Archie, Nick, Mik, Giancarlo, Jerry, Bausili.

—Solo ustedes se casan el mismo día que se piden matrimonio—se burló mi padre.

—¿Lo sabías?

—Mi niña—murmuró mi papá—. Siempre te he querido, siempre has sido la niña de mis ojos y por quien mataría para ver una sonrisa en tu rostro, si ellos te hacen feliz... yo mismo te entregaré...

—¿Lo sabias? —le pregunté a mi mamá.

—Tuve que hacerme la sorprendida—aseguró—. Pero fui la primera en enterarme, ellos lo planearon todo.

Solté un par de lágrimas más, era totalmente increíble lo que estaba pasando, por la mañana había estado peleando por defender mi honor y por la noche estaba a punto de casarme con los hombres que más había amado en mi vida, no importaba si es una decisión abrumadora o impulsiva, no pensaba esperar más tiempo para amarlos completamente, para entregarme a ellos y ser totalmente su mujer.

Ya habíamos sufrido lo suficiente, era momento de que pudiéramos ser felices y realmente deseaba poder estar completamente a su lado, como ellos lo habían dicho no importaba si eran 30 o 100 años , viviría cada uno de ellos a su lado y me aseguraría de amarlos como el primer día, y estaba segura, completamente segura que ellos me amarían con la misma intensidad.

—Es de mala suerte que los novios vean a la novia con su vestido—murmuró Marlen y no entendí sus palabras—. Anda, ven—dijo mi mejor amiga.

No me dio oportunidad de decir nada, me jaló con tanta fuerza que me llevó del otro lado del lugar, eran como pasillos completamente adornados para una real boda, a donde los había encontrado era simplemente la recepción y a decir verdad no había investigado mucho sobre el lugar donde me casaría con ellos.

—¿Mar?

—Siempre estuve esperando el momento en el que me llevaras a escoger tu vestido de novia, pero dada la situación de qué pensabas casarte sin decírnoslo, tuve que hacer algunas compras impulsivas.

Abrió una de las puertas y me quedé totalmente boquiabierta al ver el vestido que colgaba de uno de los percheros que estaban cerca de la puerta, era un cambiador y no pude evitar sentir que las lágrimas bajaban por mis mejillas, era un vestido tan hermoso que jamás me hubiese imaginado que lo vestiría.

—¿Mar?...

—Cuando me casé con Jacob, tú no pudiste estar, fui a escoger mi vestido de boda con una foto tuya para llevarte en mi corazón—murmuró y vi lagrimas acumulándose en sus ojos—, pero ahora que tú vas a casarte, claro que tenía que buscar el vestido perfecto para ti, porque conociéndote ibas a usar esa cosa que traes puesta y no podía dejar que mi mejor amiga se casara sin un verdadero vestido de novia.

—Mar...

—Quiero que seas feliz—murmuró con una sonrisa—. Sé que todo esto es una decisión realmente impulsiva que tú tomaste, pero te apoyaré porque tú jamás te equivocas en las decisiones que tomas...

—Dios—murmuré abrazándola.

Todo parecía un sueño del que despertaría en algún momento, era como si yo no me sintiese capaz de poder tener todo el amor que está recibiendo en ese momento, jamás creí poder llegar a casarme y menos con dos hombres, los dos hombres que yo amaba y con los que estaba segura con sólo tomar su mano era capaz de destruir al mundo.

—Mar...gracias.

—A todos nos hacía falta tu sonrisa—murmuró —. Y si ellos son los causantes de esas hermosas sonrisas... estamos felices con ello—aseguró.

—¿No piensas que es una locura? —pregunté.

—Amiga... dicen que el amor es ciego y siempre lo acompaña la locura—aseguró con una sonrisa—. Yo tuve sexo con un hombre mayor y que apenas acababa de conocer, me case con él y espero un hijo.

—¿Esperas un qué? —pregunté con sorpresa.

—Serás tía—murmuró con una sonrisa—. Pero ahora no nos concentremos en eso, este es tu noche y eres la novia así que apúrate, quizás ellos pueden arrepentirse.

—Estoy segura de que primero se cortan las bolas—murmuró mi madre entrando con nosotras—. Mi niña... Dios...

Las dos me ayudaron a cambiarme, me ayudaron a ponerme el vestido hermoso de cola de sirena con una pequeña abertura en la pierna derecha, era hermoso y todo el pecho brillaba con diamantes incrustados.

Realmente estaba actuando impulsivamente, pero no me importaba ni un solo momento eso, yo realmente quería ser completamente de mis hombres y no me importaba si para ello tenía que recurrir al viejo dicho del amor es ciego iba acompañado de la locura, yo quería todo con ellos y no me importaba nada.

Seguramente era la decisión más rápida que había tomado, una decisión que duraría el resto de mi vida pero que estaba segura no me arrepentiría ni un solo minuto, yo los quería ellos y estaba segura de que ellos me querían a mí. Sentí un par de lágrimas bajar por mis mejillas al verme frente al espejo.

—La primera vez que me casé con tu padre, lo hicimos en menos de tres días—murmuró mi madre mientras me miraba por mi reflejo—. Así que creo que acabas de acabas de romper un récord, jamás creí que vería mi hija casarse después de que te creí muerta, así que este es uno de los momentos más felices de mi vida.

—Mami—murmuré y me abracé a ella.

—Te amo, mi niña—susurró —, si tú eres feliz créeme que todos seremos felices, no importa si hay más mujeres como las que trataron de hacerte sentir mal hoy, estoy segura de que a todos les demostrarás quién eres tú y lo que vales.

—Gracias, mami—murmuré.

—Eres mi princesa—aseguró con una sonrisa—. Y ahora luces como una, unirás tu vida a los hombres que amas y no tengas miedo de la decisión que has tomado, porque te aseguro que esos hombres están dispuestos a mover cielo mar y Tierra por ti, ya lo hicieron una vez y estoy 100% segura aquí están dispuestos a hacerlo mil veces más.

Sentí que mis lágrimas caían de una manera incontrolable, cuando me había marchado para protegerlos había creído que jamás volvería a verlos, menos que estarían en mi boda, la boda que era totalmente improvisada pero que era algo que realmente quería hacer, quería unir mi vida completamente a la de ellos porque ya no tenía más miedo de eso.

Cuando logré controlar mi llanto, mi madre y mi amiga me guiaron al lugar donde se llevaría a cabo la boda, por eso mi madre había sugerido eso cuando salimos del restaurante, porque ya tenía planeado que nos casáramos, más bien se estaba enterada de lo que mis hombres tenían planeado, algo que seguramente ellos también habían planeado sobre la marcha.

Era parecido a una iglesia, podía ver los grandes ventanales siendo iluminados por de la luna. Mi padre me esperaba en la entrada y yo sentía que me encontraba flotando en las nubes, realmente estaba por casarme con los amores de mi vida, con los hombres que amaba y que quería amar por el resto de mi vida, no me importaba si teníamos menos de un mes de novios oficiales, los queria solo a ellos.

Mi padre tomó mi brazo y supe que ahí ya no había vuelta atrás, no quería correr ni huir a ninguna parte, sólo quería llegar al lado de los hombres que amaba, trataba de controlar mis propias emociones para no soltarme a llorar como una pequeña niña, realmente no podía créeme lo que estaba ocurriendo.

—¿Lista, florecita? —preguntó mi papá haciendo que envolviera mi mano en su brazo.

—¿Esto está ocurriendo en realidad? —pregunté sintiendo que todo podía ser una mera fantasía de mi cabeza.

—Si, pequeña—murmuró mi padre con una sonrisa—, es realidad... pero siempre puedes escapar si no quieres casarte con ese par de bufones.

—No quiero huir más—murmuré con una sonrisa—. Los amo y los únicos que me importan estan aquí...

La música comenzó a sonar hermosamente y sonreí al ver a Nick tocando su hermoso violín, él era un gran hombre pero por más que me hubiese acompañado en toda mi estancia en Suiza, no era ellos, no era los hombres que amaba.

Sonreí, nunca creí que realmente haría eso, por alguna extraña razón cuando mi madre me habia dicho lo de los Ángeles, mi cerebro comenzó a trazar un plan totalmente improvisado, yo quería a esos hombres tanto como a mi vida, queria tenerlos a mi lado y sabía que con ellos no existía más miedo a amar, era como si de repente todo a mi mundo tomará color y los miedos que siempre había tenido desaparecieran completamente, lo único que deseaba era poder tenerlos.

Por fin pude verlos, ambos lucían realmente emocionados al lado de un hombre que pude atuendo que lo hacía lucir como un sacerdote. Ellos vestían un hermoso traje blanco, quizás realmente lo que estábamos haciendo era impulsivo, pero a decir verdad no me importaba ello, los amaba como no había amado a nadie en el mundo y unir mi vida a la de ellos era lo único que me importaba.

Mi vida con ellos se habia convertido en un completo torbellino de emociones, habia sido como montarme a una montaña rusa en la que no tenía la menor idea del camino que tomaría, pero no sentía más miedo, porque ellos sin importar nada tomarían mi mano y la sujetarían con fuerza, ellos me demostrarían que me amaban a cada instante y para mí era suficiente.

<<Keyli, es momento de que te sueltes en ese mar tormentoso, sabes que ellos van a sostenerte>>

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¿Qué les pareció este capítulo?

¡Se nos casan! ¿Lo esperaban? 

Disfruten estos momentos ;)

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