Capítulo 39.

La más grande.

"La pregunta no es quién me lo va a permitir, sino quién va a detenerme". ~Ayn Rand

Maratón 2/3.


Cuando menos lo esperamos la vida nos sorprende con cosas que descolocan todos nuestros sentidos, la mayoría de las veces es para mal pero otras son para mostrarnos lo que tenemos enfrente y qué realmente somos afortunados de tener a las personas que amamos a nuestro lado, muchas veces no nos damos cuenta que tenemos a nuestro lado a la persona más grande y como humanos vemos que ésta se convierte en una bestia.

Durante toda mi vida siempre quise proteger a quienes amaba, incluso a mi madre que se había ido para poder perseguir la vida de una adolescente y qué años más tarde había regresado con mi hermano que aunque muchas veces los negaba, realmente lo quería. Nunca me había importado sacrificarme a mí para mantener a salvo a las personas que amaba, por darles paz y tranquilidad a esos que la necesitaban y realmente me sentía orgulloso de mí mismo y de poder proteger a quién amaba.

Pero muchas veces cuando se salía de mis manos explotaba y me convertía en una bestia que ni siquiera yo podía reconocer, era extraño verme convertido en alguien que yo no, era pero que si me veía frente al espejo encontraba mis ojos, siempre me había asustado que en algún momento podía perder tanto el control de mí mismo, que dañaría a las personas que amaba, quizás no físicamente pero sí con palabras que herían.

Mi padre en sus pocos momentos de lucidez, siempre me había dicho que cuando encuentras a la persona indicada te das cuenta inmediatamente porque despierta en ti un sentimiento enorme de querer protegerla, de querer encerrarla en un botecito de cristal para que nada ni nadie la dañe, pero muchas veces es imposible pues encontramos a personas que les gusta ser independientes, pero esa independencia es buena porque ellos van a tener total confianza en ti para saber que puedes protegerlos pero también vas a dejar protegerte.

A mí no me daba miedo decir que una pequeña muñequita de ojos verdes era capaz de dominar a medio mundo con tal de protegerme o proteger a mi mejor amigo, en realidad me llenaba de orgullo que esa mujer a la que yo había visto rota, tuviera la fuerza necesaria para alzarse en vuelo y mirar a sus objetivos con verdadera ira.

Siempre nos habíamos tenido la confianza de decirnos todo, ella conocía las claves de nuestras habitaciones y entraba cuando quería y a nosotros no nos molestaba en lo más mínimo, nosotros también conocíamos las claves de su habitación y tampoco le importaba si entrabamos en cualquier momento, incluso bromeábamos cuando alguien trataba de coquetearnos a alguno de los tres, de esa manera nos teníamos la confianza de contarnos cualquier cosa, a decir verdad estaríamos demasiado estúpidos si buscábamos algo más con alguien, porque teníamos a la muñequita perfecta a nuestro lado.

Ella realmente era perfecta en absolutamente todos los sentidos, no le faltaba nada y era como si el cielo se hubiera apiadado de un par de demonios para entregarle un Ángel que estaba dispuesto a crear una guerra entre el cielo y el infierno, pero un Ángel tan dulce que era capaz de robarnos el aliento, un Ángel tan perfecto que era capaz de hacernos sentir en las nubes sin siquiera tocarnos y ella realmente era perfecta no le faltaba nada, no sólo en el ámbito sexual sino en todos los sentidos, ella nos amaba y nos demostraba que lo hacía, y eso era realmente hermoso, saber que nos correspondía.

Claro que nos había sorprendido demasiado en el momento que ella había regresado de la muerte, había sido realmente algo totalmente nuevo saber que ella estaba de regreso y que había literalmente renacido de las cenizas como un fénix, claro que sabíamos que ella era fuerte pero cuando nos había contado esa historia supe que no había mujer más grande o fuerte que ella. Ella se había levantado con la frente en alto y había enfrentado todos sus miedos, se había sacrificado por todos nosotros y eso realmente era valiente, para mí ella lo era todo, era mi vida entera.

Ni siquiera sabía en qué momento había entrado esa mujer a mi habitación, cuando sentí sus brazos rodearme en realidad no sentí el calor que ella me brindaba siempre, pero por alguna extraña razón el jabón que tenía en los ojos no se quitaba, trataba de limpiarme una y otra vez con el agua pero parecía que del mismo tubo salía el jabón, impidiendo que mi vista enfocará a la mujer que me abrazaba. Fue hasta que escuché el grito ella, que sin importarme el ardor los abrí y pude a enfocar a la mujer morena detrás de mí.

Me alejé rápidamente pues realmente yo ni siquiera la había tocado, no tenía idea de cómo había entrado, pero lo que estaba viendo realmente podía malinterpretarse y entonces supe por qué había sentido tan extraño cuando me abrazó, por qué no sentí esa electrificante sensación que mi muñequita me brindaba cada que estaba cerca de mí, era porque no era ella.

—¡Largo! —gritamos al unisonido a las dos mujeres.

Ambas salieron carcajeándose de nosotros, lo único que queria era olvidarme de que ellas dos eran mujeres y no podían lastimarlas, realmente estaba molesto por lo que habían hecho y por lo que mi muñequita había visto, era claro que había pensado que nosotros las habíamos metido en nuestras habitaciones y aunque decía que no estaba molesta era claro que sí lo estaba.

Terminé de enjuagarme lo más rápido posible para quitarme el resto del jabón que había en mi cuerpo, les habían salido el plan perfectamente bien a ellas, nuestra muñequita me habia encontrado a mi completamente desnudo y realmente tendríamos que darle una gran explicación, conocíamos cómo se ponía cuando estaba enojada y lo que menos queríamos era que ella pensara que estábamos engañándola.

<<¿A qué tipo de idiota se le ocurriría engañar a la más hermosa mujer?>>

Como si pudiéramos coordinarnos, ambos salimos a la vez de nuestras habitaciones y corrimos hacia la oficina de Keyli, pero cuando nos dimos cuenta, el par de brujas que se habían pasar por mujeres, salieron siendo arrastradas por Kris quien nos lanzó una mirada hacía la parte de arriba. Sin pensarlo un solo momento entramos y tomamos el ascensor, al llegar a su oficina ella estaba sentada de lo más tranquila detrás de su escritorio Y aunque muchos esa acción los calmaría, a nosotros nos estresaba en demasía, Porque eso solo significaba que estaba planeando un asesinato o castrarnos ahí mismo.

Ni siquiera supimos qué fue lo que pasó después de eso, sólo nos encontramos en nosotros mismos desnudando a esa hermosa mujer y dándole todo el placer que nos exigía, quizás para cualquier persona normal una discusión era más propia, pero cuando nosotros habíamos querido hablar nos había mandado callar y nos habia dicho que le hiciéramos el amor.

Quizás deberíamos habernos negado, pero cuando menos nos dimos cuenta ya nos había desnudado y se desnudaba frente a nosotros, era imposible no caer en la tentación de su hermoso cuerpo, de las perfectas curvas que se marcaban en su cintura y los dos preciosos montes rosados que estaba en frente a ella. Tampoco era imposible pasar desapercibida la pequeña humedad que bajaba de sus piernas y sin poderlo evitar, eso nos excitaba a ambos.

Nos vimos a nosotros mismos penetrándola con tanta fuerza que estábamos seguros sus gritos y gemidos se escuchaban por toda la base, pero ella nos pedía más y más, nos encargábamos de diferentes tareas, mientras yo atendía sus encharcados pétalos Conall satisfacía su deseo de probarnos y cuando ella nos exigía cambiábamos de posición.

Parecía que estábamos completamente nublados de nuestros sentidos y sólo seguíamos lo que ella nos demandaba, nosotros parecíamos totalmente endiosados por ella, veía como mi mejor amigo tomaba su cabello mientras la penetraba y ella gritaba con mi miembro en su boca, seguramente lo más cuerdo y propio de cualquier persona era detener eso, pero simplemente cuando estábamos con ella nuestros sentidos de cordura, se apagaban completamente.

La sometimos pero también la cuidamos, aunque realmente parecía que quien nos sometía era ella, pues toda orden que ella daba nosotros la cumplíamos al pie de la letra, ella era una total delicia y nuestra fantasía favorita, una fantasía que cumplíamos todos los días.

Ella soltó un chillido arqueándose cuando el orgasmo la apreso, sentí sus labios exprimirme con fuerza y pude ver a Conall terminando dentro de ella y seguramente siguiendo en la carrera del orgasmo, se arqueó, seguramente recibiendo la corrida de Conall dentro de ella. Solté un gemido ronco, liberándome en su cálida boca.

Nuestras respiraciones estaban completamente agitadas, los tres jadeábamos por tan ruda y carnal sesión, cuando creí que podríamos separarnos, ella comenzó a mover sus labios contra mi dureza y las caderas contra Conall buscando placer mientras aún seguía dentro de ella, pero antes de que lo hiciera, la detuve.

—No, amor—murmuré—. Debemos hablar.

—No—gruñó.

Ella tomó mi miembro y sin parar de mover sus caderas, volvió mi cuerpo una bola de fuego que amenazaba con quemar todo a su paso, era claro que el calor que su cuerpo me provocaba era demasiado para poder soportarlo. Nuestros cuerpos reaccionaban a su toque y claro que no era muy difícil sentir que la cordura y el autocontrol se iban a la mierda, ella era una jodida perdición que realmente nos hacía sentir placer con el simple hecho de mirarnos.

Su cuerpo era como nuestra adicción favorita, era como el voltaje vivo estando entre nuestras piernas, ella era la fantasía favorita de nosotros dos y no importaba cuantas veces la tuviéramos y la hiciéramos explotar entre nuestros brazos, ella siempre pedía más y nosotros deseábamos más. Su cuerpo era como la más deliciosa fruta, tenerlo entre nuestros brazos era sentir el calor del sol y el voltaje de un rayo, era jodidamente perfecta, tanto que realmente parecía una fantasía.

La volvimos a llevar al orgasmo, pero con ese orgasmo la llevamos al subespacio, logrando incluso que tuviera un squirt en el momento que la penetramos a la vez, ella siguió moviendo sus caderas buscando más y así lo hicimos, hasta que la llenamos completamente, ella se desplomo sobre el pecho de Conall.

Agitados y con la respiración al mil, la cubrí con la pequeña manta que siempre tenía en su oficina, dejándola descansar sobre el cuerpo de mi mejor amigo, claro que teníamos que hablar, no todo lo resolvíamos de una manera tan carnal y sucia, menos si se trataba de ella, de nuestra hermosa muñequita.

—¿Qué fue eso? —preguntó Conall.

—Creo que fue su manera de controlar los impulsos asesinos—murmuré soltando una pequeña risa.

Me vestí rápidamente y después de un par de minutos, tomé en brazos a nuestra muñequita, quien si dudarlo se acostó sobre mi pecho y comenzó a ronronear como un gatito, pero también a mover su naricita como un conejo. Era increíble como esa misma mujer pedía hacerle el amor de una forma sucia y desenfrenada.

Conall se vistió de igual manera y salió al baño del piso, para regresar con una toalla húmeda y una seca, lo miré sin entender y señaló las piernas de nuestra muñeca, se encontraban totalmente llenas de nuestros fluidos y ni que decir de sus preciosos pétalos, estaban más rosados de lo normal, señal de todo lo que habia ocurrido en la madrugada y en las primeras tres horas de la mañana.

Le abrí las piernas, dejando que mi mejor amigo la limpiara con delicadeza mientras ella parecía aun perdida en el limbo del subespacio. Suspiré mirando los wafles que estaban regados sobre el suelo, recordando que en su pequeño ataque de antes de empezar había lanzado la comida el suelo y nos había apresado contra su escritorio, dándonos el más delicioso espectáculo mientras se desvestía.

—Creo que realmente estaba molesta—murmuró Conall.

—Bueno, por lo menos logro controlar sus instintos asesinos y libero todo el enojo con gemidos—murmuré —. Aunque creo que realmente debemos hablarlo...

—Calla Vallarelli—murmuró mi muñeca aferrándose a mí.

—Creí que estabas medio desmayada, muñequita—murmuré acariciando su cabello.

—Lo estoy—susurró —. Gracias...

—Amor, no puedes hacer eso cada que algo te moleste, debemos hablar las cosas—murmuró Conall.

—Es mejor que lo que tenía en mente—murmuró abriendo un ojo—. Pensaba darles dos disparos en la cabeza y colgarlas en la plaza principal, pero gracias a ustedes, solo las colgaré en la plaza principal.

—Te ayudamos—murmuré —. Si de esa manera nos perdonas, lo haremos.

—No estoy enojada con ustedes—murmuró—. Se que no serían capaces de tocar a otra mujer...

—Por supuesto que no, amor—aseguramos—. Ellas...

—Entraron a sus camarotes—complemento—. Se desnudaron y entraron a la ducha, Conall logró darse cuenta de lo que ocurría y le hizo creer que él estaba ahí, luego la reto y tú no te diste cuenta, entraste y ella lo hizo despues de ti, también te echaba jabón en la cabeza para que no pudieras verla hasta que yo entrara...

—¿Dónde lo viste?

—No es difícil descifrarlo—murmuró —. Son mujeres que respiran por la herida, me llamaron perra, zorra y mil apodos más, pero me dijeron el que más odio y ahora pienso hacerlas mierda en el entrenamiento.

—Amor... no mezcles trabajo con personal...—susurró Conall.

—Ellas lo hicieron—murmuró —. Dijeron que no merezco el puesto de general y sé que no son las únicas, no soy de demostrar a la gente quien soy y lo que valgo, pero es mi ejército y no dejaré que nadie me venga a decir lo que merezco o no, porque si estoy aquí es porque yo me partí el lomo por lograrlo. Si mi ejército no confía en mí, entonces no puedo mandar...

—Nosotros confiamos en ti, la mayoría del ejército lo hace y...

—Lo sé—aseguró—. Pero ellas estan metiéndoles mierda a la cabeza a todos y no voy a lidiar con niñerías, no estamos en la academia y si tengo que pararles frente y demostrar que soy la puta ama lo voy a hacer.

—Amor...

—No me pidan humildad, esa se quedó tirada—aseguró.

—Solo te iba a decir que les des su merecido—murmuré besando su frente.

—Exacto, tú eres la más grande, mi amor—aseguró Conall—. Así que muestrales a todos porque eres una general.

Ella nos dio una pequeña sonrisa, realmente sabíamos que ella podía demostrar quién era sin temor, ella era fuerte y estábamos seguros de que se cargaría a cualquiera que tratara de hacerla sentir inferior, así era ella.

Sabíamos que si habia algo que ella detestaba era que trataran de hacerla sentir inferior, no le afectaba en su autoestima o nada por el estilo, pero ella odiaba que trataran de hacerla sentir que era menos, porque ella se habia partido el lomo para estar en donde estaba, había sacrificado y llorado, nadie merecía opinar de quién era o por qué había logrado llegar hasta ahí.

La miré por un segundo, seguía siendo mí misma muñequita pero no tan débil, ella estaba dispuesta a demostrar quién era y lo que valía, no era por presumir o por ganar alguna pelea inexistente, era porque ella necesitaba tener la confianza de su ejército para poder ser una general.

La ayudamos a vestirse rápidamente, ella no dijo nada mientras la ayudábamos a vestirse y arreglar el cabello que habíamos desordenado, pero podía ver en su mirada que no estaba nuestra muñequita débil que estaba dispuesta a quedarse callada, en su lugar la había reemplazado la bestia que estaba dispuesta a sacrificar todo para salvar a quienes amaba y en ese momento ella estaba dispuesta a demostrar lo que valía y lo que había logrado por sí misma para llegar a ese lugar.

Ella volvió a besarnos antes de aproximarse a la puerta de su oficina, nos extendió la mano y ambos la seguimos, la protegeríamos de ser necesario, pero estamos seguros de que ella no necesitaba a 2 príncipes azules que la protegieran, ella necesitaba 2 guerreros que estuvieran a su lado dispuestos a sacrificar lo mismo que ella y eso éramos nosotros.

Al bajar el elevador, Kris y Félix nos miraron con interrogación, les hice una pequeña señal para que fueran el campo de entrenamiento, sabía que realmente teníamos que estar para ella cómo apoyo, claro que ella iba a hacer mierda a todos los que trataran de tocarla, no porque quisiera lucirse, sino porque ella realmente era la puta ama de todo el ejército.

—¡Chicos! —gritó Nick a lo lejos.

Se acercó corriendo a nosotros con rostro preocupado, y no era muy difícil adivinar por qué era eso, seguramente las mujeres ya se habían encargado de decir o de inventar cientos de chismes sobre ella, pero Key no parecía afectada en lo más mínimo, caminaba con la misma seguridad que la caracterizaba y eso realmente daba miedo, como siempre lo había dicho, no tengas miedo de un león que amenaza con atacar, tenle miedo al león que te mira como si no ocurriera nada, porque ese era el que estaba planeando devorarte.

—¿Qué dijeron? —preguntó Conall sin rodeos.

—Estan esparciendo el rumor de que ella se acostó con ustedes cuando aún ella y yo éramos novios... y que ella se metió en su relación con ellas... Además... dicen que sigue siendo una ad... eso.

—¿Algo más?

—Que van a enfrentarla en el entrenamiento—murmuró—. Además, estan poniendo muchos en contra de Key...

—No me van a enfrentar, esto es un entrenamiento y creo que es momento de un examen—murmuró Keylani con tanta tranquilidad que daba miedo—. No estamos en la academia y es momento de que lo entiendan.

—¿Ella está bien? —preguntó Nick.

—Si—aseguré—. Creo que debemos llamar a Charly...

—¿Crees que terminé herida? —preguntó Nick con terror.

—Ella no—murmuró Conall—. Pero si los idiotas que se atrevan a retarla, estoy seguro de que en este lugar solo como diez conocemos su verdadera lucha y eso les va a doler.

—¿Seguros que está bien?

—Si—aseguramos a la vez.

— Solo no permitas ni una sola arma cerca o les va a volar la cabeza... —murmuró Conall.

—Bueno, eso sí lo conozco—aseguró Nick.

Keylani se detuvo frente a algunas de las tropas que entrenaban en el campo mayor, su mirada hacía que todo el cuerpo se erizara, ella era una Diosa y era claro que lo que habían hecho las mujeres era de tontos, habían tentado al diablo mayor y estaban sellando su pase al infierno.

—Capitán—murmuró Key hacia Hunt —. Terminó el entrenamiento, hay un examen sorpresa.

—¿Examen? —preguntó extrañado —. Esa mirada no me gusta, es la misma que pone mamá cada que va a fusilar a todo un ejército—murmuró.

—Pues creo que eso es lo que hará—murmuró Conall.

Key nos lanzó una mirada, mientras daba instrucciones claras a los soldados, Hunt y Giandrick se nos acercaron, tratando de obtener información de quién diablos había despertado a la reina de las tinieblas.

—Maddison y Selene—murmuré —. Se colaron a nuestros camarote y armaron un borlote con Key, le dijeron la manera que odia que le digan y le dijeron que no merecía ser general, ahora les va a hacer un examen... pelear cuerpo a cuerpo...

—Eso no saldrá bien.

—Es lo que he tratado de decirles, van a lastimarla y...

—No, a ella no—murmuró Gian—. Para ellos no va a salir bien y creo que vamos a tener a todos los idiotas hospitalizados...

Keylani terminó de dar las indicaciones a las tropas y todos se dirigieron al lugar donde los había enviado, realmente sabía que a ella por mucho le harían un rasguño, no había persona viva que la hubiese enfrentado y salido victorioso, menos lucha cuerpo a cuerpo, donde ella tenía una medalla honorifica.

Las tropas poco a poco comenzaron a llegar, realmente sentí temor cuando vi que todos iban buscando sangre, pero ella parecía ser la menos afectada con ello, era la máxima autoridad y era claro que no bajaría la mirada.

—Estas tres semanas han estado entrenando para ser mejores soldados, creamos este entrenamiento para tener a soldados con honor, fortaleza y lealtad, no soldados que van a estar jugando a niñerías e insultando a sus compañeros, más a un superior—comenzó paseándose con tranquilidad frente a las filas—. Si algo odio de mi ejercito son los chismes y sé que ciertas personas se han encargado de difundirlos, no me gusta crear polémicas pero tampoco permitiré que subestimen mi puesto y me llamen adicta por haber enfrentado una adicción a la cual fui obligada—murmuró—. Así que quien tenga una pregunta, adelante, hágala sin el mínimo temor.

Un soldado de las primeras filas levanto la mano y Key le dio la palabra.

—General... en mi tropa nos han dicho un rumor sobre usted y yo estoy en su ejército desde que era capitana, así que no se me hace justo que personas nuevas vengan a difundir rumores sobre usted—murmuró.

—¿Qué rumor?

—No puedo decirlo, es insultante que piensen algo así de usted.

—Dilo...

—Se dice que cuando regreso, les robo las parejas a la capitana segunda Dupont y la teniente Lambert... que se... Dios, no puedo ni decirlo...

—¿Qué otro rumor hay? —preguntó Key—. Díganlo...

—Que se acuesta con los dos coroneles...

—Que mantiene una relación con un mafioso...

—Que se acostó con los generales que han estado aquí...

—Que no merece el puesto de general...

—Que es una adicta...

Ella suspiró, sabía que la última palabra era la que le había dolido, esa que para ella era la vena sensible, pues la adicción que había tenido le había costado superarla y era una guerrera, nuestra muñequita era una guerrera que había superado una adicción casi mortal, así que nadie tenía derecho a juzgarla.

—Bien—murmuró ella—. Quieren saber mi vida, bueno... pues sabrán mi vida—gruñó—. Empecemos por lo de la relación con un mafioso, para quienes no leyeron las noticias, no mantengo una relación con un mafioso, fui secuestrada y ultrajada por un puto mafioso, que amenazó con matar a toda mi familia cuando yo me encontraba en una maldita adicción a un veneno mortal, si, tuve una adicción para que todos estén enterados y eso dejo mi cuerpo tan lastimado que jamás podré cumplir uno de mis mayores sueños...

—General, todos sabemos lo que sufrió y sabemos quiénes estan difundiendo estos chismes—murmuró uno de los soldados—. No tiene que darnos explicaciones...

—No, pero al parecer esas personas lo que buscan es humillarme públicamente—murmuró —. Bien, como estan tan interesadas en mi vida, no me acosté con un solo superior en mi vida y estoy donde estoy porque me esforcé en hacerlo, mis ascensos no los aprueban los ministros, los aprueba el consejo militar y eso se debe a que he tenido que sufrir y llorar lágrimas de sangre para abrirme camino por mí misma—aseguró sin tartamudear—. Y ya que esas personas estan tan interesadas en mi vida sexual, si, estoy con los dos coroneles e incluso no solo tenemos una relación estúpida de niños, estamos casados.

Con orgullo levantó su mano izquierda, mostrando los hermosos anillos que adornaban sus dedos anulares, ella no bajó la frente en un solo momento, nisiquiera cuando todos comenzaron a hablar.

—Y no, no me acosté con ellos cuando supuestamente estaban con sus supuestas parejas, pero no voy a contestar los absurdos chismes que inventaron sobre mí.

Me cubrí la boca para no soltar una carcajada al ver el rostro de sorpresa de la mayoría, todos miraban a Key, pero no la juzgaban.

—Adelante, a mi no me molesta que me digan zorra, perra, puta o cualquier sobrenombre que se les ocurra, pero que se metan con mi pasado y con mi carrera, eso sí es una mierda—gruñó —. Levanten los chimes que quieran e incluso vayan y díganselos a los ministros, pero con mi pasado y mi carrera no se metan.

—General—murmuró una de las chicas—. Con todo respeto a las personas que estan inventando estos chismes... métanse en sus putos asuntos y dejen ser feliz a las demás personas y si les arde que la general tenga lo que ustedes no fueron capaces de tener, entonces váyanse a la mierda.

—Concuerdo con mi compañera—murmuró otra—. Si estan ardidas porque ella es capaz de satisfacer a los hombres que todas queremos, pues háganse a un lado porque llego la puta ama—gruñó.

—No vengo a poner a nadie contra nadie—murmuró con seguridad—. Solo quiero que si tienen dudas díganmelo, nunca he ocultado mi vida y no pienso soportar que alguien manche mi nombre con chismes, porque estoy donde estoy por mi esfuerzo, porque en lugar de paralizarme por el miedo decidí luchar y porque no me detuve cuando comencé a escalar.

—General—murmuró uno de los soldados—. Estamos con usted, no importa lo que estén diciendo, nosotros sabemos quién es usted y si somos sinceros, la mayoría de los nuevos... estamos aquí porque escuchamos hablar de la leyenda y queríamos pertenecer al mismo ejército...

Key los miró con una sonrisa, pero sabíamos que su pequeñas ganas de demostrar quién era no terminaban ahí, ella continuaría sin importar el motivo y les daría una lección.

—Se que no les agrado a muchos y eso no me importa, porque no estoy aquí para ser un payasito que les caiga bien a todos, estoy aquí porque elegí ser soldado y enseñar lo que yo sé a los demás, si no me interesaran, no los habría enseñado, los habría mandado a misiones sin armamento y recibido sus cadáveres como uno más a la lista, pero me interesa mi ejército y quiero solo a los mejores, no a personas que quieran lucirse y se valgan de los demás para ascender o ganar alguna especie de respeto—gruñó—. Así que estas dos semanas de entrenamiento les servirán para enfrentarme, de todo lo que hicieron, pueden retarme a lo que sea y si alguien me supera, puedo considerar un aumento o incluso un ascenso si salen victoriosos en las próximas misiones, pero si fallan, se largan, firman una carta de renuncia y se van a la mierda.

Podía jurar que la cara de todos era de El grito de Edvard Munch, ella no tenía miedo de enfrentar a quien se le pusiera enfrente, ella no tenía miedo de nada.

—Y si pierde usted ¿Qué ganamos? —murmuró uno de los hombres que se encontraban con Maddison y Selene.

—Lograran darle el gusto de las personas que creen que yo no merezco este lugar, así que adelante todos los que estuvieron inventando chismes de mí por qué no pasan al frente y demuestran a todos que ustedes son quienes deben de tener mi puesto.

Maddison dio un paso al frente confiada, al igual que todos los demás que estaban a su lado, Key sonrió sin decir nada, movió los dos anillos en su dedo anular, era claro que eso era más personal que profesional, pero realmente todos los que estábamos como espectadores queríamos ver como ella les daba una cucharada de su propia sopa.

—Empecemos por rango inferior, ¿Qué dice soldado? —preguntó ella con una sonrisa.

—No le tengo miedo—murmuró—. Es un monstruo rompe hogares.

—¿Yo? —preguntó —. Deberías informarte quienes se metieron con hombres casados—susurró—. Adelanté ¿Con que me reta?

—Tiro—murmuró.

Keylani sonrió.

Cada uno de los soldados que estaba de parte de esas mujeres comenzó a retarla con diferentes cosas, incluso uno no se atrevió a retarla a concluir uno de los circuitos en el campo mayor, ella lo había logrado en menos tiempo que cualquier otro soldado y ni siquiera se había despeinado un poco.

Hasta que llegó el turno de Selene, quien realmente parecía confiada de poder ganarle, pero yo sabía que no era así, Keyli era la mejor en lucha y no había forma de que le ganara.

—¿Por qué no hacemos las cosas interesantes? —preguntó Selene tomando cuatro dagas que se encontraban cerca—. La primera en sangrar pierde.

—Hecho—murmuró Keylani con seguridad.

—Amor...—susurré.

—Amor...—susurró Conall a mi lado.

—Creo que deben ir llamando a la ambulancia—murmuró Giandrick—, esa chica va a terminar con una cortada en la yugular y con los ojos de fuera.

Keylani no nos escuchó, comenzó a moverse de un lado a otro, era como un baile hipnótico en donde no esquivaba, detenía cada uno de los golpes que Selene le queria atinar, pero no podía nisiquiera rozarle un cabello. Key era tan rápida que parecía que se encontraba en una danza, movía con agilidad las dagas entre sus manos.

Miré con atención y temí en el momento que Maddison se unió, pero no podíamos intervenir, pues sabíamos que eso era algo más que personal, todos gritaban eufóricos, todos amaban a Keyli y era porque ella se lo había ganado. No por medio de chismes o pisoteando a gente, lo había ganado por pararse firme y pararle frente a todas las adversidades que siempre amenazaban con dañarla.

Keyli ensartaba golpes certeros y ellas no lograban tocarle un solo cabello, ella no era presumida pero era más que idiota retarla, ella era la mujer más entrenada de la IISMFCMO, era la mujer con mayor entrenamiento y con tantas medallas que incluso lucia las que habían sido creadas solo para ella, ellas se habían metido a la boca del lobo y estaban con una daga en la garganta y otra en el corazón.

La daga pasó cerca del rostro de Keyli, pero esa pequeña distracción de ellas al creer que la habían dañado sirvió a mi muñequita para encajar certeramente ambas dagas en las piernas de las mujeres.

—No se luzcan ni se desconcentren del enemigo—murmuró hacia todos—. Llévenlas a la enfermería y cuando estén curadas, espero su carta de renuncia en la oficina de los ministros—dijo con firmeza—. Y cuando alguien tenga duda de mi vida personal, pregúnteme y con gusto responderé, pero no traten de subestimar mi puesto o juzgarme por un pasado que no me pertenece, porque eso es caer bajo.

Pude ver que su sonrisa se ensanchaba en nuestra dirección, pero no era por nosotros, era por el hombre y la mujer que estaban detrás, ambos con rostros inexpresivos pero con un brillo de orgullo en su mirada.

.

.

.

¿Qué les pareció este capítulo?

¿Creen que Keyli tenía razón de reaccionar así?

¿Qué les pareció nuestra Keyli?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top