Capítulo 32.
Ellos.
"El corazón tiene razones que la razón ignora." ~Blaise Pascal.
Cuando menos lo pensamos la vida nos enseña que las cosas que creemos eran algo permanente realmente no lo son, pero no hablo de cosas buenas sino de cosas malas, creemos que la soledad jamás se va a acabar, o los problemas jamás van a desaparecer porque van a existir durante toda la vida, pero a veces la vida también nos regala pequeños momentos de felicidad y estos pequeños momentos a veces se extienden por varios años, por eso debemos tener la fe en que siempre vamos a tener un mejor día mañana.
Mi madre siempre me había dicho que a veces lo más inesperado es lo que se espera, porque estamos tan obsesionados por querer lograrlo, que no nos damos cuenta de las cosas que pasan en nuestro alrededor y que mágicamente la vida está acomodando las cosas para que esto qué esperamos ocurra en el momento más inesperado para nosotros.
Yo crecí en una casa llena de amor donde nos apoyábamos como familia y nos dábamos la mano a pesar de que estábamos rotos si llegábamos estarlo en el momento que alguien lo necesitaba, nosotros no nos abandonábamos en los momentos más difíciles, nos apoyábamos en caso de necesitarlo e incluso cuando no era necesario siempre estábamos ahí para la familia y eso mi madre nos lo había inculcado desde que éramos unos bebés, pues ella decía que si no nos apoyamos como familia nadie nos iba a apoyar.
Siempre había querido un lugar así al crecer, jamás lo había dicho porque no me gustaba que las personas supieran lo que yo quería, pero después de todo lo que me había pasado sabía que no debía seguir ocultando lo que anhelaba o deseaba, y mi sueño siempre había sido poder tener un hogar en donde alguien me amara y formáramos nuestro pequeño nidito de amor, otro de mis grandes sueños era poder ser mamá y aunque ese sabía que nunca lo lograría, siempre existen otras opciones a pesar de que me doliera en el alma no poder procrear un niño mío.
No pensaba ocultar más lo que mi corazón sentía por los dos hombres que me habían llenado de amor durante tanto tiempo, que a pesar de que habían transcurrido varios meses desde mi supuesta muerte, mi corazón los seguía amando como la primera vez que lo había sentido e incluso era un amor tan fuerte que no tenía comparación con lo que había sentido antes. me sentía tonta al pensar que podía tener una vida sin ellos porque en realidad eso no era verdadero.
En mi corazón llevaba tatuado sus nombres y ellos se habían asegurado veo ocuparlo tanto que a pesar de que yo sentía que Nick estaba en mi corazón, sólo era parte del porcentaje que ocupaba toda mi familia y amigos, porque ellos se habían encargado de sacar a patadas a cualquiera que intentara ocupar su lugar y mi corazón lo sabía, yo lo sabía.
Ellos se habían metido tan profundo en mi alma que era imposible poder amar a otra persona que no fueran ellos y yo no deseaba amar a nadie más yo los quería a ellos, quería que fueran los únicos en mi pasado, en mi presente y en mi futuro, no quería ni elegía a nadie más sólo a ellos, siempre habían sido ellos; desde el primer momento que ambos tocaron mi corazón fue como si mi vida de repente comenzara a tener el sentido que yo siempre había estado buscando. Me di cuenta que eso que sentía que me faltaba cuando era adolescente eran ellos, que esa parte que me hacía sentir incompleta era por ellos, porque ellos necesitaban llegar a mi vida para enseñarme lo que era en realidad amar y enseñarme lo que mi corazón podía dar.
No tendría miedo al gritar lo que sentía por ellos había atravesado tantas cosas que decir lo que pensaba era lo menos, los deseaba a ellos y no a nadie más y no me importaba si tenían una maldita cita con alguien más yo sabía que ellos también me amaban y no me detendría a decirlo por miedo. lo peor que podía pasar era que me rechazaran o me dijeran que tenían a alguien más, aunque realmente esperaba que no fuese así.
La ceremonia culminó hermosamente con cientos de fuegos artificiales explotando en lo más alto de la base, iluminando el cielo de colores, las avionetas que tenían preparadas para el gran show también pasaron sobre nuestras cabezas formando de hermosas logos que representaban todo lo que nosotros éramos.
—Todos los que están aquí es porque merecen un lugar, todos los que lucharon con sangre sudor y lágrimas lograron lo que se propusieron desde el principio y estar aquí es un honor para todos ustedes pues saben que tuvieron que enfrentar cientos de pruebas para poder llegar hasta el lugar que ahora tienen—murmuró mi madre con firmeza.
—Porten con honor su uniforme, porque ese uniforme es lo que representa todo lo que somos y ese uniforme es lo que los va a distinguir de soldados comunes. Grábense algo en la cabeza, a partir de hoy ustedes son soldados de la Élite, son soldados que van a dar su vida si es necesario para proteger a civiles y también deben ser conscientes que recibirán torturas si son capturados pero esas torturas no deben de ser algo que los haga hablar de su ejército, porque algo que tenemos nosotros y nos representa es el honor, la lealtad, el respeto y la valentía—continuó mi padre.
—Luchen día con día, para que un día tengamos a más agentes con tantas medallas que el uniforme no sea capaz de soportarlas, trabajen en equipo y verán que eso es mágico y que lograrán las metas que se propongan—mi madre se puso de pie frente al escenario —. Felicidades soldados del ejército Alpha, hagan sentir orgullo para que el próximo año todos tengan una nueva medalla.
—Todos los nuevos reclutas deben presentarse el lunes 08 de Mayo, tienen una semana para poder regresar a casa, despedirse de sus familias e instalarse en los departamentos de la gran ciudad, los esperaremos aquí con toda la actitud para poder iniciar un nuevo año en donde tendrán entrenamientos que los harán llorar pero que al final del día se darán cuenta de que son los soldados que merecían estar aquí.
—Felicidades soldados, pueden romper filas.
Todos los soldados siguieron las indicaciones de mis padres rompiendo filas, la mayoría de ellos corrió a ver a sus familias o a las personas más allegadas a ellos, todos estaban realmente feliz por lo que habían logrado y era emocionante ver cómo sólo estaban los que verdaderamente merecían un puesto.
Vi que Conall y Arniel se ponían de pie a la velocidad de la luz, hicieron una rápida despedida hacia mis padres y salieron corriendo por la base aunque no tenía idea del motivo, mi plan era seguirlos para poder decirles de una vez por todas lo que tenía y no seguir atrasándolo, pero antes de que pudiera hacer algo mi madre me sujetó de la mano, la miré sin entender y ella señaló las cámaras de la prensa.
A pesar de que quería correr, por lo menos perdí 15 minutos estando en fotos, la prensa era tan molesta que le encantaba tomar fotos de cada evento que hacía la IISMF y realmente era molesto tener que sonreír frente a tantas cámaras.
<<Claro, amas la atención, lo que odias es que ellos quizás vayan a ver a alguien más mientras tú estás aquí perdiendo el tiempo>>
Se burló mi subconsciente.
Varios soldados también se acercaron a pedir una foto con los más grandes jerarcas y los generales que se encontraban en el lugar.
—Espero disfruten sus vacaciones, todos tienen hasta el 08 de mayo, así que asegúrate de informarle a todos los agentes que están en servicio—susurró mi madre en medio de las fotos.
—De acuerdo—aseguré con una sonrisa.
Cuando por fin todos terminaron y creí que podría marcharme una mano me sujetó nuevamente, me giré y encontré a mi ex general, Bausili tenía uno de los puestos más grandes y podía decirse que era el siguiente en la línea de sucesión de mis padres como ministro de la IISMFCMO.
—¿A dónde vas tan de prisa? —interrogó riendo.
—Yo... tengo que hacer unas cosas...
—no creo que sean más importantes que ver cómo está tu paciente...
—¿Tienes contacto con él?
—Por supuesto—aseguró.
Sacó su celular y marcó un número, pude ver inmediatamente el rostro de la señora a la que había ayudado, a la madre del joven al que le había inyectado Por Primera Vez mi antídoto. Ella sonrió y llamó a alguien.
—General, es un verdadero gusto volverla a ver.
—El gusto es mío— susurré
Me quedé boquiabierta sin poder creer al ver al joven que parecía alguien completamente diferente, los ojos que yo había visto saltones y con venas casi por reventar se encontraban de un tamaño normal y de un bonito café, el rostro que yo había visto parecía se le caía a pedazos estaba totalmente rejuvenecido y a pesar de que tenía varias marcas de que suponía los rasguños que él se había causado durante sus crisis, estaban completamente sanadas y no pude evitar sentir que mi corazón se hinchaba de alegría.
Del Niño flacucho que yo había visto que apenas podía sostenerse en pie no quedaba nada, podía notar que se encontraba con una complexión normal e incluso un par de músculos comenzaban a formarse en sus brazos que llevaba descubiertos por la camiseta.
—Creo que nunca le agradecí, doctora—murmuró el chico con una sonrisa—. Pero gracias a usted estoy aquí y le agradezco que me haya tomado en consideración a pesar de que era un maldito adicto.
—Gracias a ti por recuperarte y enseñarme que voy a salvar cientos de vidas con el antídoto—murmuré con una sonrisa hacía el hombre —. Eres una muestra de que todo lo que trabajé funcionó y me alegra poder haberte dado una nueva oportunidad de vivir así que no la vayas a desaprovechar, recuerda que tienes un una vida por delante y tú eres dueño de tu propio destino, por más Disney que suene.
—entonces le alegrará saber que me he enlistado al ejército espero poder tener una oportunidad en donde usted está ahora sería un gran honor tener a mi salvadora como mi General—murmuró con una sonrisa —. Le doy gracias por haber confiado en mí por haberme salvado de ese pozo en el que me encontraba.
—Gracias por habernos dado una segunda oportunidad—murmuró la madre y reprimí mis propias ganas de llorar.
Bausili cortó la llamada y antes de que pudiera decirme cualquier cosa me abracé a él, le agradecí por haberme ayudado y por haberme dado la oportunidad de poder vivir, si no hubiese sido por él, por Kennett, Charly, Hunt y Archie, yo me habría entregado a Magnus por proteger a los míos, pero ellos habían buscado una mejor solución y aunque había dolido estaba de regreso gracias a ellos.
Me despedí de él sintiendo como mis ojos picaban por las ganas que tenía de llorar, pero no era llanto de tristeza era de felicidad porque como había dicho el doctor que me había atendido en el CTRATA, yo había convertido mi tormento en una bendición y eso no lo hacía a cualquiera así que me hacía sentir feliz y orgullosa de mí misma que pudiera darle la oportunidad a cientos de personas más que estaban sufriendo una adicción incluso peor a la mía.
—¡Einstein! —gritó alguien a mis espaldas y me giré hacía ellos.
Reprimí una carcajada al ver a mis amigos vestidos con trajes que parecían sacados de la época victoriana, pero inmediatamente mi cerebro los recordó, no eran trajes comunes eran los que habían usado en la última celebración de disfraces que habíamos tenido en la base, la misma en la que los había conocido, claro que con algunos retoques y de diferentes tallas, pero eran tan similares que era imposible no reconocerlos.
—¿Puedo saber por qué están vestidos como victorianos?
—Porque vamos a salir—aseguró Marlen.
—¿A dónde? ¿De viaje en el tiempo?
—No pudiste describirlo mejor—aseguró Mar con una sonrisa—. Ahora por favor cierra el pico y vamos a tu camarote que debemos de arreglarte y ponerte como toda una diosa.
Solté una carcajada pero no quise llevarle la contraria conocía a mi mejor amiga y seguramente su plan era hacer que nos emborracháramos con trajes victorianos, siempre había una excusa para que pudiésemos tener una temática mientras perdíamos la conciencia.
—¿Han visto a los coroneles? —pregunté mientras todos me arrastraban a mi camarote.
Julia llevaba toda una caja de maquillajes, Lizeth y América productos y tenazas para el cabello y Nick junto con Mik llevaban algo en sus manos que no lograba reconocer. También vestían trajes victorianos pero eran tan hermosos y a conjunto que me hacían sentir bien.
—Los vi salir—aseguró Nick—. Iban a arreglar unas cosas...
Bufé sin poderlo evitar, realmente no tenía ganas de pensar en eso pero me molestaba tanto que no tuvieran tiempo para mí que era absurdo lo que sentía.
Marlen sin darme tiempo de decir nada, me metió al baño, señal de que debía tomar una ducha, no quería discutir porque sabía que mi mejor amiga era más cabezota que nada y cuando se le metía una idea no había poder humano que se la sacara de la mente, me duché dejando que el agua limpiara el pequeño sudor que había sobre mi piel y dejando que el aroma de fresas embriagará mi ser, era la segunda ducha que tomaba en el día y no sabía cuántas más tendría que tomar.
Al salir, me puse un albornoz rosa y salí de la ducha. Sentía que mi corazón latía a la velocidad de la luz en el momento que mis amigas me sentaron en mi cama, Nick colocó música y todos se pusieron manos a la obra.
No entendía ni un poco de lo que estaba ocurriendo o por qué todos querían esforzarse en arreglarme, quizás era porque sabían que si me dejaban a mi sola arreglarme simplemente me pondría el vestido y no me arreglaría ni siquiera el cabello, que no necesitaba demasiado arreglo ya que se encontraba perfecto en el momento que desataron la trenza y cayó sobre mi espalda.
Durante casi una hora y media sentí como acomodaban mi cabello, hidrataban mi piel, pintaban mis ojos, mis labios, me colocaban una ligera capa de base y también un ligero rubor. Sentí a América y Lizeth acomodar mi cabello mientras Julia y Marlen se dedicaban a arreglar mi rostro, no había salido con mis amigas desde mi regreso, pero era claro que después De lo que estaban haciendo para arreglarme un poco las invitaría a un café.
—Oye—murmuró Mar mirándome con seriedad.
—¿Dime? Odio que pongas cara seria.
—¿Estas depilada?
—¿De dónde? —pregunté mirándola sin entender.
—Allí—señaló mi entrepierna.
—¡MAR! —chillé tratando de cubrir el sonrojo que seguramente traspasaría el maquillaje.
—Solo pregunto—murmuró carcajeándose—. Quizás hoy encuentres a alguien que te haga sentir bien.
—Eres una pervertida—aseguré rodando los ojos—. Me hice laser ¿Recuerdas?
—¡Oh! Cierto, yo te acompañe, perdón, sabes que soy un poquis distraída.
Solté una carcajada y me puse de pie en el momento que me dieron permiso de hacerlo, no tenía idea de por qué estaban haciendo todo eso pero le seguiría el juego después de todo no tenía nada más importante que hacer, tendría que esperar hasta regresar para poder decirles a ellos lo que sentía O quizás podía visitarlos al día siguiente para poder ir a la casa donde tenían a mis mascotas y tener también como excusa eso para poder decirles todo lo que creía
Mi mejor amiga se acercó a lo que Nick llevaba en manos, abrió con delicadeza el cierre que cerraba todo lo que estaba dentro de ese lugar y reprimió un grito de felicidad al ver la réplica perfecta del vestido que había usado aquella noche, en un vestido tipo victoriano con un escote de corazón y mangas acampanadas hasta el final de mis muñecas, era de color palo de rosa, con hermosas y extravagantes detalles en hilo de oro, sabía que oro porque mi tío lo había diseñado especialmente para mí y él amaba a usar ese tipo de cosas.
Podía ver la decoración de varios diamantes en el pecho y eso me hacía sonreír porque era exactamente al vestido que por algún motivo se había perdido de mi clóset, la falda era hermosa pues resaltaba mis curvas y me hacía tener una figura de reloj de arena incluso más marcada de la que ya se me veía todo el tiempo.
Mik, la novia de Nick me mostró un par de tacones hermosos, eran tan perfectos que me encantaba que tenían decoraciones de oro, estaba segura de que a cualquier persona le costarían una fortuna, pero a mí no, era sobrina del mejor diseñador del planeta entero. Sonreí al ver los hermosos tacones que seguramente se amoldarían perfectamente a mis pies.
—¿Mar? ¿Tienes algo que decir?
—Que te calles y disfrutes—aseguró besando mi mejilla —. No quiero amordazarte, así que ponte el vestido y esos preciosos zapatos por las buenas.
Todos a excepción de Mar, salieron de la habitación, dejando en mi cama las cosas.
—Tú sabes algo que yo no ¿Qué es?
—No te lo diré—aseguró con una sonrisa—. Sólo trata de disfrutar y sé feliz, todo lo malo ya acabó así que ahora te toca ser feliz, sacrificaste tanto por todos así que ahora concédenos a todos verte feliz y tú sabes cómo puedes ser feliz.
—Mar...—susurré.
Entre sus manos tenía una máscara, era máscara era de un estilo Venenciano la mitad superior era de cerámica con detalles preciosos en pedrería y varias plumas que brindaban delicadeza en bonitos tonos blancos y rosas, la mitad inferior de su rostro era cubierto con una fina tela blanca con un precioso bordado en grecas doradas y rosas.
—Y también esto, creo que no puedes vestir tus chones de abuelita esta noche—se burló entregándome una cajita.
Al abrir la solté una fuerte carcajada al ver el conjunto de lencería que parecía hecho completamente de hilo de oro, era de encaje y parecía estar hecho a mi medida, la miré por un par de segundos entendiendo lo que estaba ocurriendo y la abracé con fuerza, realmente todos merecían una mejor amiga como ella.
—Gracias—susurré.
—Más te vale no volverte a ir porque voy a buscarte y te dejaré pelona, eres mi mejor amiga así que no se te vuelva a ocurrir irte por protegernos, la próxima todos vamos a luchar contra los bastardos que quieran dañarte o dañarnos.
—No volveré a irme—aseguré besando su mejilla—. ¿Esto es de oro?
—No preguntes—murmuró riendo—. Pero si son de los que les gusta romper bragas, diles que no lo hagan, me costó una millonada.
Solté una carcajada al escucharla. Me metí rápidamente al baño, para quitarme la bata y colocarme rápidamente la hermosa lencería, a pesar de que era extraña, se sentía realmente comoda y hacía lucir mi cuerpo perfectamente hermoso.
Ella me ayudó a colocarme el vestido y también los zapatos haciendo que todo mi cuerpo luciera perfectamente enfundado en el vestido. Sonreí al verme frente al espejo realmente me gustaba lo que estaba viendo, mi reflejo era de alguien que estaba esperando lo más inesperado, mi coraje se deshizo por completo al saber que ellos habían planeado eso y no podía evitar sentir que mi corazón se hinchaba porque no tenía idea de que ellos sabían que habían sido los primeros en mi vida.
Jamás lo había dicho y ni siquiera yo me había dado cuenta hasta un par de días antes de desaparecer, incluso había planeado decírselos el día de mi cumpleaños pero todo había sido tan mágico que había olvidado por completo el pequeño detalle.
No puse ni siquiera mucha atención en el camino a donde me llevaban, Nick manejaba mi hermoso murciélago y yo sabía que esa noche no lo usaría, así que le había dicho que después de lo que tuviéramos que hacer, podía llevarlo a su departamento y entregármelo después de las vacaciones que todos teníamos.
Sonreí como una pequeña niña al detallar que estábamos en el bar donde había sido la fiesta de años atrás, había demasiada gente pero suponía que todos eran soldados que habían sido invitados.
—Fue su idea así que a nosotros no nos asesines—murmuró Nick al aparcar—. Invitamos solo a soldados conocidos y que sabemos les gusta divertirse.
—Gracias—susurré al ver todo lo que habia.
Me coloqué la máscara, sintiendo cómo estás se amoldaba perfectamente a mi rostro como si hubiese sido hecha a mi medida y eso me encantaba. Todos los demás hicieron lo mismo y yo sonreí al ver que Nick y Mik llevaban incluso máscaras a juego y en ese momento fue cuando comprendí que realmente nosotros no hubiéramos funcionado, porque él estaba destinado a ella.
Bajamos de mi auto y sentí que todo estaba como años atrás, podía ver que la decoración era un poco más moderna con más luces e incluso una pista de baile que parecía ser robótica, me encantaba ver todo eso y saber que ellos la habían planeado.
Los buscaba con la mirada sin embargo no los encontraba en ninguna parte y realmente quería verlos porque ya no quería seguir ocultando lo que había en mi corazón y estaba lista para decirles todo lo que sentía por ellos y lo que quería. No me daba más miedo porque ya había atravesado suficientes problemas como para también tener miedo de decir a quienes amaba.
—Osita—susurró Nick.
—Dime...
—Recuerda que esos álguienes están dispuestos a dar todo por ti, y estoy seguro de que tú estás dispuesta a dar todo por ellos así que deja de reprimirte y ve amarlos, mereces ser feliz después de todo lo que sufriste y de todo lo que te sacrificaste por proteger a quienes amas, así que ahora es el momento de que vayas y seas la mujer valiente que eres.
—Gracias, Nick—murmuré abrazándolo.
—Y recuerda decirles que si te hacen daño yo mismo les cortaré las bolas.
Solté una carcajada y asentí.
No tenía la menor idea si yo tenía que buscarlos o si ellos me encontrasen, pero realmente quería que ya llegará el tiempo de verlos tenía que gritar todo lo que mi corazón sentía antes de que explotara, ellos me hacían sentir humana, me hacían sentir una niña berrinchuda que solo quería que le cumplieran sus caprichos y estaba segura de que ellos me complacerían en todos los sentidos, siempre lo habían hecho.
La música retumbaba en lo alto y todo el mundo bailaba y tomaba, era como había sido el baile de años atrás, incluso había un casino, un stand de tatuajes y diferentes cosas que me hacían sentir en el pasado, pero era como si yo supiera lo que iba a pasar y no tenía miedo a ello, porque yo quería entregarme completamente a ellos, a los que sabía que podían hacerme feliz y que yo podía hacerlos felices.
No sabían si habían pasado horas o minutos pero todo estaba realmente confundido y solo quería encontrarlos realmente, solo quería gritar lo que mi corazón estaba guardando. Podía ver que todo el mundo bailaba y se movían frente a otros, la música poco a poco se convertía en algo para bailar más en pareja y yo me sentía incluso sola estando en ese lugar, podía ver que mis amigos bailaban pegados con sus parejas y todos disfrutaban realmente de esa fiesta, pero yo no podía prestar ni siquiera atención a las invitaciones que me llegaban, pues no eran ellos y yo era con quienes quería estar.
—Una hermosa flor para una hermosa princesa —escuché la ronca y profunda voz de Conall.
—Y una dulce copa para la más hermosa Reina—complementó Arniel.
Reprimí una sonrisa al recordar que esas eran las palabras que ellos habían dicho la primera vez que nos habíamos encontrado en ese lugar. Me giré en su dirección viendo cómo Conall tenía en sus manos una hermosa Peonia y Arniel una copa de Champagne.
Mordí mi labio inferior, agradeciendo de que no estuviera descubierto mi rostro, se veían tan guapos incluso con una máscara que parecía hecha de hierro cubriendo sus rostros, su cuerpo estaba perfectamente enfundado en dos trajes iguales completamente negros y un pequeño pañuelo rojo en la bolsa de su pectoral derecho, lucían como las dos grandes fantasías de cualquier mujer. El collar militar les daba el toque, ambos parecían los hombres Que podían llevarte al infierno pero a la vez podían hacerte subir al cielo, tan perfectos que a mis ojos parecían una fantasía o como si en cualquier momento fueran a desaparecer.
—Una princesa nunca debe aceptar obsequios de desconocidos—murmuré.
—Pues le agradará saber que estos desconocidos han quedado completamente flechados por usted—aseguró Conall.
—y están dispuestos hacerla ver las estrellas esta noche—complementó Arniel y cuando estaba a punto de quitarme la mascará, ambos me detuvieron.
—No, muñeca—murmuró Conall —. No hasta que estemos fuera de aquí.
—¿Por qué?
—porque queremos que sepas que desde el momento en que tú entraste en nuestras vidas y nuestros ojos se cruzaron esa noche ha sido la única fantasía que hemos tenido.
Solté un pequeño jadeo al sentir la mano de Arniel recorriendo el hueco de mi cuello y la mano de Conall rozando con sus nudillos mi mejilla.
—Eres nuestra mayor fantasía, muñequita—murmuró Conall.
—La única mujer que es capaz de encendernos y la única que logro derretir nuestros corazones, no queremos a nadie más en nuestras vidas que no sea la muñequita de ojos curiosos.
—Eres nuestra fantasía favorita y la mujer que amamos—dijeron al unisonido.
Sentí que el aire me faltaba mientras podía ver sus ojos detrás de la máscara, era como si de repente el tiempo se hubiese detenido y no tuviera gravedad de la Tierra, me sentía flotando al verlos completamente frente a mí, a pesar de que se habían adelantado en mi declaración ellos hacían que fuese especial cualquier momento y verlos era como saber que estaba en mi casa.
—Conall...Arniel—murmuré.
—¿Quieres acompañarnos a un hermoso lugar?
—Si—susurré sin ser capaz de decir nada más.
A pesar de que no podía ver sus rostros sabía que habían sonreído con mi respuesta y yo también lo había hecho pues no tenía más miedo de decirlo o de acompañarlos a algún lado porque sabía que a su lado estaba a salvo y que a su lado estaba completa, no importaba todo lo que estuviera a nuestro alrededor sólo ellos y yo. Ambos me ofrecieron sus manos y las tomé sin rechistar o sin pensar si alguien nos veía era mi vida y que se fueran a la mierda si les importaba, nadie tenía derecho a juzgarnos y si tenía que gritarlo a los cuatro vientos lo haría.
Los quería y los elegía a ellos sobre todo, quería poder entregarme completamente a ellos y ser parte de algo que me hacía sentir completa. Eso provocaban ellos en mí y no estaba dispuesta a volverlos a dejar, ellos me hacían feliz y lo único que quería era permanecer a su lado, ellos eran mi fantasía favorita.
<<Es momento, Keyli. Ámalos>>
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¿Qué les pareció este capítulo?
¿Qué creen que ocurra en el próximo?
Tranquis, bajen las armas... les daré un poco de tranquilidad a nuestros personajes.
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