"Vi que este era el camino del futuro, dejar atrás el pasado como si fuera un sueño". Alice Hoffman.
Keylani.
Renacer.
A veces la vida nos muestra que empezar de nuevo es la mejor decisión que podemos tomar, podemos dejar atrás nuestro pasado aunque claro que seguirá doliendo pero por lo menos tendremos la certeza de que estamos protegiendo a los que amamos.
Cuando era pequeña mi madre me prometió que siempre estaría para mí sin importar nada, que cada que quisiera llorar su hombro estaría disponible para mí y sus brazos estarían listos para darme un abrazo reconfortante para unir todas mis piezas rotas, ella había sido uno de los pilares más importantes de mi vida, pues siempre me había sostenido de cuatro.
Dos de ellos serán mis hermanos y los otros dos eran mis padres, siempre que sentía miedo recordaba la canción que mi madre siempre me encantaba cuando tenía miedo en la oscuridad, cuando tenía dudas de avanzar, siempre recordaba que mi padre era la fortaleza que siempre había necesitado, eran la fuerza de un torbellino que me permitía ser la mujer más fuerte del mundo.
Mis hermanos me habían enseñado que siempre tendría una casita segura a su lado, que sin importar nada ellos se unirían sus brazos para protegerme de la lluvia o para llevarme hasta casa cuando me caía, ellos habían sido mis compañeros de travesuras y de aventuras, no recordaba ni un solo momento en el que los tres no nos la pasáramos sacándole canas verdes a nuestra nana o a nuestra madre. Mis hermanos siempre habían sido mis fieles caballeros que me habían protegido frente a todo y contra todos, no importaba si mis padres los regañaban por golpear a chicos que se acercaban a mí tratándome de hacer bullying, ellos no dejaban de protegerme y me cuidaban en cada instante qué pasaba.
Giandrick me había enseñado que con inteligencia y astucia siempre podías romper paredes, que era necesario a veces ensuciarse las manos para conseguir lo que deseas pero que siempre debes ser consciente de que esa es tu última estrategia pues no sólo pierdes tu honor sino que manchas el nombre que tanto quieres conservar.
Hunt por el contrario, me había enseñado que siempre existe una chispa de alegría hasta en el más profundo pozo de oscuridad, que siempre una buena broma puede sacarte sonrisas que alegran totalmente la energía del lugar, que no importa por más profundo u oscuro que estés, siempre debes de sonreír. Pero a pesar de que la mayoría de las cosas se las tomaba a broma, era uno de los hombres a los que más confianza se les podía tener, pues jamás delataría a alguien por más que su vida dependiera de ello.
Mi familia siempre había sido unida y no tenerlos a mi lado era un gran dolor, sin embargo su recuerdo había sido suficiente para sobresalir en el momento de mi recuperación, lo único que podía pensar era que tenía que rehabilitarme para poder seguir luchando. Quizás no los volvería a ver en mi vida, pero era claro que tenía que seguir, y Hunt, tenía la tarea de hacer que mi familia volviera a sonreír.
Era la mujer más feliz de la Tierra, me habían liberado las cadenas que me mantenían atada a una maldita adicción por una droga, no cabía en mi felicidad, estaba orgullosa de mí misma por haber logrado superar lo que para muchos implicaban años de rehabilitaciones, lo había logrado por mi sola y yo misma me había sacado de ese pozo que me mantenía cautiva y me había hecho odiarme, pero también una de las consultas psicológicas, me había enseñado que yo no tenía la culpa de esa adicción, yo solo había sido víctima de un maldito psicópata.
—¿Puedes decirme cómo te sientes con eso? —preguntó la psicóloga con una sonrisa juguetona.
—Creí que habíamos pasado la etapa de intentarme sacar que era lo que sentía Doc.—murmuré riendo.
—Es solo para recordar los viejos tiempos, pero por lo que más quieras no vuelvas a vomitarme—bromeó.
—La voy a extrañar...
—Yo definitiva estoy celebrando en el interior que ya te vas, eres una de las pacientes más cabezotas que he conocido y empecé a quedarme calva por tu culpa—bromeó.
Solté una carcajada, todos decían que yo era la paciente más difícil que habían tratado y en definitiva no les negaba que yo era así, me conocía perfectamente y si estando en un hospital normal era imposible mantenerme quieta, sumándole unas cuantas porciones de droga y síndrome de abstinencia, seguramente fui insoportable durante todo el tiempo que me la pasaba completamente perdida.
—Lamento haberme comportado como una completa perra...
—Sólo bromeo cuando digo que fuiste uno de mis peores pacientes, en realidad has sido la más valiente y fuerte que he conocido en toda mi vida... me contaste tu historia en una de esas veces que estabas perdida, me contaste sobre Stefan, sobre Magnus y sobre todos los demonios que te atormentaban, créeme que he conocido a personas que han tenido que pasar la mitad de lo que tu pasaste y se han vuelto completamente locas, tú eres una mujer fuerte Keylani, estoy segura de que lograrás cosas enormes en esta vida.
—Me hará llorar—murmuré.
—Tú me hiciste llorar muchas veces—aseguró.
Se puso de pie y yo sin darle tiempo de reaccionar la abracé con fuerza, demostrándole todo el agradecimiento que sentía en mi corazón, si no hubiese sido por ella, yo me habría fundido en un profundo pozo de desesperación y muerte. Ella con sus duras palabras me había ayudado a salir a flote, me había quebrado pero a la vez me había construido nuevamente.
—Gracias, de verdad no tengo palabras para agradecerle todo lo que hizo, porque sé que una cosa es ser psicóloga y otra muy diferente a interesarse por sus pacientes y no sé si usted sea así con todos, pero por usted sigo aquí. Si alguna vez quiere trabajar para la milicia, no dude en decirle a mi familia.
—Oh, Keyli—murmuró limpiando las lágrimas de mis mejillas—. Créeme que tú fuiste la paciente que más me ha enseñado, sé que no me puedes decir todo lo que vas a hacer después de salir de aquí, pero si alguna vez necesitas ayuda no dudes en marcarme, siempre tendré palabras de aliento si es que lo necesitas.
—Gracias, Doc., De verdad lamento haber vomitado su vestido, me encantaba cómo se le veía—murmuré.
—Eres todo un caso—murmuró.
Nunca me habían gustado las despedidas, pero en ese momento despedirme de la psicóloga que me había estado atendiendo en el momento más oscuro de mi vida, era una de las mejores sensaciones de mi existencia.
Nos dimos un último abrazo, y me dio el alta psicológica, obligándome a afirmar que la próxima vez que me sintiera abrumada acudiría a atención de especialistas y aunque nunca lo había sentido necesario, estar ahí me había hecho reflexionar que a pesar de que yo me sentí invencible no lo era, era una humana que sentía y que necesitaba expresar sus emociones antes de que estas la consumieran.
Sentía que las lágrimas se habían acabado, se lo podía sonreír de lo feliz que estaba de poder salir de ese lugar que me había tenido prácticamente encarcelada, me despedí de varios de mis compañeros y de algunas enfermeras a las que les había hecho la vida imposible, a una de ellas la había obligado a inyectarse con morfina cuando estaba en uno de mis ataques, a otra de ellas casi le había sacado un ojo cuando había tratado de bañarme, pero a pesar de todo ninguna de ellas me guardaba rencor, al igual que mi psicóloga me decían que se sentían orgullosas de que pudiera avanzar y dar un paso más a lo que ya estaba.
Antes de que mi hermano me dijera que nos teníamos que ir, le pedí a una de las enfermeras que me llevara hacia el lugar de las criptas, ella entendió perfectamente el motivo por el que quería ir a ese lugar, a Rita nadie la había reclamado y quien había estado pagando su recuperación era una asociación anónima, que yo conocía bien, era una de las asociaciones que yo ayudaba para la recuperación de personas que habían tenido adicciones.
Cuando ella había muerto, creí que me ocurriría lo mismo, no todos los cuerpos aguantaban una rehabilitación y sabía que mi cuerpo se encontraba dañado, así que mis mejores esperanzas eran que moriría al igual que esa chica que había conocido, o más bien una pequeña niña que había sufrido demasiado.
—Hola Rita—murmuré parándome frente a la cripta donde estaban sus cenizas—. Vengo a despedirme, porque logré cumplir los sueños que ambas teníamos, que era salir de esa maldita adicción... nunca te lo dije porque tenía prohibido hablar de quién era... pero yo soy Keylani Kim, soy la coronel que te salvó de ese mafioso y tú sin saberlo me regresaste ese favor, si tú no me hubieras dicho que yo te había salvado, me habría rendido antes de comenzar el tratamiento. Espero que ahora estés cumpliendo el sueño de estar nadando en las hermosas aguas del paraíso, fuiste la guerrera que me inspiró a continuar, así que quiero despedirme de ti... espero hayas volado alto.
Sonreí.
Salí de ese lugar, caminé hacia la enfermera y le di un fuerte abrazo, agradeciéndole su paciencia y el no haberme matado con alguna sobredosis de morfina. Reconocía que realmente había sido una completa perra cuando estaba con esa maldita adicción, todos en ese lugar me habían ayudado a superar la drogadicción, algunos más que otros, algunos sin siquiera saberlo.
Caminé nuevamente hacia la habitación donde había estado esperándome durante toda mi recuperación, claro exceptuando la vez en que me encerraron en solitario, era un lugar que tenía mi esencia, el doctor me había dejado que lo decorara en mi quinto mes en ese lugar, pues me había dicho que no sabíamos cuánto tiempo estaría ahí y daba gracias a Dios, porque sólo hubiese sido un mes más.
Empaqué las pocas cosas que tenía, incluyendo los diarios que había escrito durante todo el tiempo que había estado ahí, en algunas ni siquiera había sido yo la que escribía, la psicóloga me había ayudado a escribir lo poco que yo era consciente de redactar, durante casi 3 meses no había podido coordinar mis movimientos y me la pasaba temblando 24/7, así que la doctora me había ayudado a escribir por lo menos mi avance clínico, pues cuando estuve más mal ni siquiera era capaz de decir una palabra.
—¿Qué tienes ahí, enana? —preguntó mi hermano entrando a la habitación —. Vine a ayudarte a empacar...
—son mis diarios—murmuré —. Antes no dejaba que nadie los leyera, pero creo que ahora son algo que me recuerdan lo fuerte que he sido...
—Eres la más fuerte, hermanita—aseguró con una sonrisa —. ¿Qué harás con ellos?
—Los pensaba llevar conmigo, pero sé que querré leerlos muchas veces, así que solo me llevaré el último que demuestra lo mucho que luché para llegar a este punto. ¿Quieres tener los demás?
—¿Quieres que me lleve tus diarios?
—Sé que sabrás ocultarlos, y que si en algún punto los necesito me los darás, si los llevo conmigo quizás quiera pasármelo leyendo... y ahora lo menos que necesito es recordar esos momentos tan horribles.
—Claro que los llevaré conmigo, si eso es lo que deseas y te prometo que los ocultaré muy bien para que nadie los conozca.
—Te lo agradezco hermano... no puedo preguntar de papá y mamá ¿Verdad?
—Firmaste un acuerdo en donde se suponía no debes de tener contacto con nadie de tu pasado—murmuró —, pero soy tu hermano y yo no quiero qué pienses que ellos la están pasando muy mal, el primer mes sí fue demasiado difícil para mamá y papá, incluso nos pidieron que nos fuéramos a vivir al castillo con ellos, pero te alegrará saber que, el castillo se convirtió en un hotel para todo mundo. Todos te extrañan, pero creo que poco a poco están superándolo...
—me gusta saber qué los estoy protegiendo...
—Nos estás protegiendo demasiado, hermana—aseguró —. Él desapareció de la faz de la tierra y perdió el poder, pero no te preocupes que en su mínima apareció, tiene a todos los ejércitos listos para matarlo y volarle los sesos.
—¿Puedo preguntar por ellos?
—Están bien—aseguró —. No han intentado nada idiota y hace una semana se mudaron juntos, creo que quieren mantener vivo tu recuerdo.
—Entiendo perfectamente... supongo que es hora de irnos cierto...
—Si...
—Vamos entonces—murmuré.
Mi hermano tomó mis maletas y también las cajas donde tenía los diarios, mi tío tomó la caja de los diarios y Kennett las maletas, mi hermano al quedar completamente libre tomó mi mano para poderme guiar afuera del lugar.
—Espero no volverte a ver—aseguró el doctor estrechando mi mano —. Pero si algo ocurre y necesitas ayuda, aquí nos tendrás listos para volver a sacar canas verdes cada que nos hagas enfadar—murmuró riendo.
—Yo también espero no volverlo a ver—aseguré con una sonrisa.
—No lo olvides, debes de tomar las vitaminas todos los días por el resto de tu vida, son vitaminas sabor a fresa así que espero que no tengas muchos problemas para consumirlas. Esas vitaminas te ayudarán a que tu cuerpo siga funcionando como lo hacía antes de la droga, a pesar de que ya no tienes ni un mínimo porcentaje de esa sustancia dentro de tu cuerpo, el daño ya está hecho.
—Gracias por todo lo que hizo por mí.
—Solo hice mi trabajo.
—No—murmuré —. Sé hasta dónde llega su trabajo, y su trabajo no era estar a las tres de la mañana abrazándome cuando sentía que el mundo se caía frente a mis ojos, así que le agradezco eso y todo, todo lo que hizo por mí.
—eres una gran mujer, no merecías lo que sufriste... y recuerda lo que te dijo la doctora, tú no fuiste la culpable de nada—murmuró.
Sin darme tiempo a hacer alguna acción, el hombre me estrechó entre sus brazos dándome un abrazo paternal, él se había convertido como algo así en la representación paterna, estaba segura de que si mi padre hubiera estado en ese momento habría hecho exactamente lo que ese hombre hizo por mí, así que había tomado un gran cariño por ese doctor.
Nos despedimos de todos los que estaban ahí, sin demorarnos mucho tiempo más, una de las camionetas blindadas nos llevó hacia el aeropuerto para poder abordar y viajar a nuestro siguiente destino. Ellos habían mentido a mis padres al decirles que querían tomarse unas pequeñas vacaciones fuera del país, mis padres lo aceptaron e incluso les habían prestado el jet, pero no podían arriesgarse a que alguien lo rastreara, así que nos veíamos obligados a tomar buenos comerciales, claro que con seudónimos totalmente falsos.
Aterrizamos en la hermosa ciudad de Paris, Francia, claro que yo tenía que ir cubierta por todo pues no podíamos arriesgarnos a que alguien me viera, no hasta que cambiara totalmente mi forma de ser.
Mi tío rentó una de las habitaciones más grandes en el hotel, así podíamos ocultarnos completamente sin que nadie se diera cuenta de que estábamos ahí. Era una enorme habitación, tenía todos los servicios e incluso podía ver televisión, algo que me había sido prohibido durante casi 6 meses.
—Les traje comida—murmuró Kennett con una sonrisa —. Una hamburguesa con triple porción de papas y una malteada de fresa con galleta oreo.
—Señor, lo amo—murmuré riendo.
Me senté en el sillón para devorar mi comida, sentía tanta hambre que era imposible para mi controlarla. Mientras comía, veía las noticias de las que me habia perdido en los seis meses de internado, el noticiero presentaba cientos de cosas que ni siquiera era capaz de procesar.
—Creí que había ganado el otro Presidente—murmuré.
—No—aseguró Kennett—. Pero eso fue mejor, el otro presidente era un dictador.
—En eso tiene razón—murmuré riendo.
—Listo, logré ponerme en contacto con mi amigo—murmuró mi tío —. Nos esperará en la ciudad de Zúrich mañana al amanecer.
—¿Tan rápido? —pregunté.
—Nosotros debemos de volver a la gran ciudad, pequeña, no podemos arriesgarnos a que alguien sospeche que estamos ocultando algo, los únicos que saben que estamos contigo son los que saben el secreto de que estás con vida.
—Entiendo... ¿Quién seré? se supone que todos los ejércitos saben que yo estaba muerta.
—Y todos creen eso—afirmó mi hermano —. Te construí un nuevo perfil ... Archie ya me ayudó a subir todos los expedientes falsos en línea, incluso para los ministros si llegan a tratar de investigarte, parecerá que todo es completamente verdadero, nadie será capaz de rastrearte o de relacionarte contigo.
—Bien. ¿Quién soy?
—Eres una mujer de veinticuatro años, no recuerdas tu fecha de nacimiento pero siempre lo celebras en el mes de enero. Tienes una historia trágica, tu madre era una comandante de las fuerzas especiales de aeronáutica en la gran Unión, tu padre los abandonó cuando eras una niña, sin embargo te dejó varias deudas con usurpadores que pertenecían a la mafia de Nueva York, pertenecías al ejército Gamma de la IISMFCMO, fuiste trasladada porque los maleantes te estaban persiguiendo y mataron a tu madre.
—¿No podías por lo menos darme una historia bonita?
—Se supone que no tienes a nadie en el mundo, quedaste completamente sola y por eso aprobaron tu traslado en tan poco tiempo, eras del escuadrón G265, es uno de los escuadrones que no tienen contacto con el mundo exterior y que solo se dedican a misiones realmente específicas, la mayoría de ellos son anónimos, así que podemos crearte un expediente fantasma.
—¿Quiénes sabrán sobre mi identidad?
—El único que sabrá quién eres, será el general al mando, su nombre es Andrew Pávlov.
—Lo capto—murmuré —. ¿Cómo me veré?
—Recientemente una de las agentes perteneciente a ese escuadrón, murió en un tiroteo, tenía tu apariencia, claro que exceptuando los ojos y el cabello, pero coincide con tu estatura, tu complexión y tu color de piel... así que te haremos pasar por ella.
—¿Robare la identidad de alguien que murió?
—No, solo su apariencia—aseguró —. Nadie conocía su nombre ni siquiera nosotros, pero te daremos una nueva identidad...
Kennett abrió la puerta cuando la tocaron, una mujer de edad media entró a la habitación.
—Ella es una agente de mi ejército, le tengo completa confianza y además, tiene un pequeño problema de memoria, es una de las mejores haciendo cambios de Look y te olvidará en dos horas.
—Tengo memoria a corto plazo—murmuró la mujer —. Así que no debe preocuparse a que yo revelé su identidad, por eso mi campo es el cambio de Look, así no quedo como testigo.
—¿Cómo recuerdas eso?
—Lo estudio cada hora—aseguró —. No debe preocuparse por mí, no diré nada a nadie, mi lealtad es con el ejército...
—Gracias—murmuré.
Sin demorar más tiempo, la chica me colocó una bata para poderme comenzar a cambiar totalmente el look. Me veía frente al espejo como poco a poco mi reflejo iba cambiando, hasta el punto de no reconocerme a mí misma, pero eso era lo importante del camuflaje, volverme a alguien cuando o tomar la apariencia de alguien más, para no levantar la mínima sospecha de quién era en realidad.
Mi cabello perdió completamente la tonalidad negra que le daba vida, los pequeños rayos cobrizos se convirtieron en rayos blancos y mi cabello quedó de un bonito pero triste Rubio Cenizo, era bonito pero me hacía sentir fuera de mi propio cuerpo.
—Te queda bien ese color, hermana—murmuró Hunt.
—Ahora le colocaré unas lentillas para cambiar el color de sus ojos, estas lentillas son creadas para la milicia en caso de que tengamos que internarnos en misiones que duran más de 3 meses, las suyas las tendrá que cambiar cada 6 meses, el general Harrison se encargará de hacérselas llegar.
—¿Cómo las cambiaré? ¿No irritarán mis ojos?
—No—murmuró —. Son hechas de silicona de un alto calibre y son transpirables lo que indica que le entrará en el oxígeno necesario a sus ojos para no dañarse, su vista seguirá igual cuando las quite y las ponga, pero debe cambiarlas cada 6 meses solo para no crear ningún hongo dentro de la silicona ya que la vida útil de esta no rebasa el año, y no queremos que haya complicaciones con ello, así que se los recomiendo que los cambie cada 6 meses.
—De acuerdo—murmuré.
—Cuando les retire debe de ponerse este líquido especial, ya que los siliconas se adherirá a su pupila en el momento que le ponga la lentilla y este líquido las despegará, las lentillas son azul frío, con su color verde se verán en un tono un poco azul fuerte, pero no se preocupe por ello ya que no lograron distinguir si son sus ojos o es una lentilla. Además, debe colocarse estas gotas para evitar la resequedad.
—De acuerdo lo capto.
—Sobre su cabello, debe aplicar este tratamiento todos los días, es un tratamiento que no maltratará su cabello y lo hará lucir totalmente natural.
—¿No se caerá el color con el paso del tiempo?
—El color rubio que tiene puesto es un poco difícil de igualar, sin embargo con los tratamientos que le daré debe realizarse cada mes un nuevo retoque, puedo hacerlo usted simplemente mezclará estos dos productos y se las colocará sobre la raíz, los dejará durante aproximadamente 40 minutos y se dará una ducha, después aplicará el mismo tratamiento.
—Estoy lista...—murmuré.
—Hagámoslo entonces—murmuró mi tío.
La mujer terminó de darme instrucciones de cómo debía cuidarme para que nadie descubriera que yo era alguien diferente, Kennett también me dio varios consejos que me serían útiles a la hora de estar dentro de una base de inteligencia, quizás era un poco tonto irme a meter en el lugar donde todos sabían que podías ocultar algo, pero también era uno de los lugares más seguros donde nadie podría encontrarme.
Tenía que despedirme de todos los que quería y todos los que me habían acompañado en ese momento, todos tenían que regresar a sus vidas y yo también tenía que continuar con la mía, sólo mi tío era el que me llevaría hasta la base, pues no podíamos arriesgarnos a que alguien más triangulará las ubicaciones y nos encontrará en Suiza.
—Enana, sabes que no soy bueno para las despedidas, ningún Kim es bueno para despedirse—murmuró Hunt —. Sin embargo, creo que este debe de ser nuestro adiós, en cuanto tu cruces esa puerta yo no podré volverte a contactar y con el único que podrás tener contacto es con mi tío y sólo en casos realmente necesarios. Me atrevería a romper las reglas para poder seguir teniendo contacto contigo, pero eso sería exponerte a ti y hacer que tu sacrificio sea en vano, así que... dame un abrazo.
Solté una pequeña risa y lo abracé con fuerza, era cierto que ningún Kim era bueno para las despedidas, pero realmente teníamos que dejar cualquier contacto para no exponerme a mí y para que mi sacrificio valiera la pena, pues sabíamos que si ese bastardo se enteraba que yo seguía con vida, cazaría cada uno de mis familiares hasta lograr que yo saliera de mi escondite.
—Déjame a mí ser la adulta—murmuré.
—No, tú eres y siempre serás mi hermanita menor—murmuró besando mi coronilla —. Sé que perderemos cualquier contacto, pero si alguna vez necesitas algo, sólo pide que me contacten y créeme que estaré más rápido que un Ferrari para ayudarte.
—Los Ferrari hace mucho dejaron de ser rápidos—murmuré para molestarlo.
—No hables mal de Ferrari, que ahora mismo llamo a Magnus y le digo que estas aquí...
Solté una pequeña carcajada y me volví a abrazar del pecho de mi hermano, realmente esa tenía que ser una despedida para que mi sacrificio no fuera en vano, debía dejar atrás mi pasado y matar completamente a Keylani.
—Te voy a extrañar demasiado, Hunt...
—Yo también, pequeña—murmuró.
—Dales un abrazo fuerte a mis padres y dile a Gian que dejé de ser tan mandón—murmuré riendo.
—Es tu hermano, eso es difícil—aseguró riendo —. Cuídate allá, peque.
—También cuídate, Hunt.
Sabiendo el protocolo del WPP para la protección de un soldado, hice un saludo militar y me pare frente ambos generales.
—Bien—murmuró mi tío —. A partir de este momento, ya no eres Keylani Kim Rossi, ella murió el 31 de julio del año pasado, eres una capitana que era del escuadrón G265, te trasladaste a Suiza para poder tener mejores oportunidades, tienes un título como doctora y cirujana general, además que eres políglota y tienes una medalla de lucha cuerpo a cuerpo, en tu perfil agregamos que eres francotiradora, aunque eso no te servirá mucho dentro de la base en donde estarás ya que ellos a pesar de tener habilidades de un soldado, son más de inteligencia.
—De acuerdo... ¿Cuál es mi nombre?
—Tu nombre es: Venus Hoffman, hija de Priscila Hoffman y tu padre Ryan Wilson.
—Por lo menos el nombre es lindo —murmuré.
—Fue un gusto, soldado—murmuró mi tío con un saludo militar.
—Gracias por su servicio, coronel—murmuró Kennett siguiendo el saludo de mi tío.
Respiré, sintiendo un nudo en mi garganta, pero asentí a pesar del dolor que eso provocaba. Regresé el saludo, sabiendo que en ese momento Keylani quedaba completamente muerta.
Mi hermano y yo nos dimos un último abrazo antes de que yo tuviera que cruzar la puerta, Kennett nos llevó al aeropuerto, aunque nunca habíamos coincidido en tantas cosas y apenas lo conocía, supe que era uno de los que me había salvado y eso ya lo hacía merecedor de mi confianza total, además que era el casi padre de uno de los hombres que amaba y que jamás dejaría de amar.
No fui consciente del tiempo que no la pasamos en el avión, sólo podía pensar en que al tomar ese avión estaba dejando atrás toda mi vida, todo por lo que había luchado y todo por lo que había vivido, Keylani Kim estaba completamente muerta.
Cuando aterrizamos en Suiza, una camioneta de turismo nos recogió, no tenía ganas de despedirme o de decirle adiós a mi pasado, pero era necesario para poder seguir y para también proteger a toda mi familia, sabía que si yo me iba podía hacerles daño pero no más daño del que les haría Magnus si yo no desaparecía.
Extrañaría todo lo que yo era, a mi familia, a mis amigos, a mis mascotas, pero sobre todo extrañaría a los hombres que me habían hecho querer vivir, extrañaría a los hombres que me habían entregado todo el amor en sus corazones y a los que yo estaba segura jamás podría olvidar, sabía que nunca podría volver a hablarles o que no podría decirles lo que mi corazón sentía, pero no me arrepentía de la decisión que había tomado, los estaba protegiendo y eso era mejor que cualquier muestra de amor.
No preste atención cuando la camioneta se desvío en el camino y comenzó a manejar hacia la base oculta entre las montañas, conocía las instalaciones pues mi tío me había hecho estudiarlas mientras íbamos en el avión, sin embargo no era capaz de concentrarme en nada más.
Debía estar feliz, después de todo estaba cumpliendo mi sueño de vivir en los Alpes suizos, siempre había querido visitarlos y podría vivir en ese lugar hermoso. Me encantaba poder vivir en ese lugar, pero no el motivo por el que tenía que hacerlo.
Bajamos del auto y uno de los soldados nos guio hacia la oficina principal, nadie vestía con uniforme, la mayoría tenía batas de laboratorio o trajes llenos de grasa.
—Bienvenidos al FEIC—murmuró un hombre castaño de ojos claros —. General Rossi, es un gusto tenerlo aquí.
—General Pávlov—saludó mi tío estrechando la mano con el castaño —. Le presentó a...
—Keylani, es un honor tenerte en nuestras filas...
—Venus—murmuré —. Es un gusto poder estar aquí y agradezco su ayuda.
—Todo por un viejo amigo—aseguró palmeando el hombro de mi tío —. Bueno... creo que es hora de que te vayas, Charly, te prometo que cuidaré bien a tu sobrina y que haré todo lo posible por mantenerla a salvo.
—Te debo una—murmuró mi tío.
—Vida por vida—aseguró con una sonrisa —. Aunque tú me salvaste como tres veces así que aun te debo dos favores—murmuró.
—No has cambiado ni un poco, Pávlov.
—Es mi magia—aseguró riendo —. Los dejare un momento solos para que se despidan...
—Gracias.
El hombre salió de la oficina sin decir una sola palabra, antes de que mi tío pudiera hablar me lancé a sus brazos sin evitar llorar, ahí me estaba despidiendo de todo lo que yo era, de mi pasado, de mis metas y de las personas que amaba, esa era el final para mí yo, para Keylani.
—Mi niña—murmuró alejándome del abrazo, acarició con ternura mi mejilla, dándome un poco de calor—. Te tengo que decir adiós, no podremos volver a vernos porque eso es lo que firmaste cuando aceptaste ser parte del programa WPP, debes cortar lazos con todos los de tu pasado y no tratar de comunicarte con nadie, sólo podrás hablar conmigo en caso de que sea totalmente necesario y prácticamente de vida o muerte, de igual manera yo solo te contactaré cuando sea extremadamente necesario o que debas enterarte de alguna noticia triste, nadie sabrá que sigues con vida excepción de las 6 personas en este momento que lo conocemos, los del hospital creerán que moriste 2 días después de tu rehabilitación, no podemos arriesgarnos a que alguien vaya a decir algo.
—De acuerdo—murmuré con tristeza —. Por favor diles a mis padres que los amo.
—Ellos lo saben, saben que los amas... aquí tendrás a tu nueva familia, debes comenzar una nueva vida desde cero y espero que en otra vida tú puedes tener lo que siempre has deseado.
—Debes de irte ¿Cierto?...
—Si, pequeña, debo de irme.
Lo abrace una última vez, sintiendo como las lágrimas bajaban por mis mejillas de forma incontrolable, me aferré a su camisa tratando de aguantar el dolor que había en mi corazón, me estaba despidiendo de él pero también de todo mi pasado y de todo lo que estaba dejando, pero sabía que había tomado la decisión correcta en el momento en que los protegería a ellos y que ese bastardo no podría dañarlos de ninguna forma.
<<Adiós, Keylani Kim>>
.
.
.
¿Qué les pareció este capítulo?
¿Se imaginaban que eso había pasado?
Yo si lloré, para que mentirles, fui un mar mientras escribía este capítulo jajaja. Espero les haya gustado, los quiero mucho y nos vemos el miércoles para el próximo capitulo .
Andrew Pávlov.
(Tyler Hoechlin)
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