Capítulo 08.
"Las heridas que no se ven son las más profundas."~ WILLIAM SHAKESPEARE.
Dulce Diosa.
La vida muchas veces nos obliga a tomar caminos diferentes, caminos en donde si no llevamos un arnés que nos guíe podemos perdernos y tomar la vereda equivocada, los caminos siempre están llenos de baches tomes el que tomes, la vida no es perfecta ni te enseña que debes de aferrarte a lo conocido pero que también debes aventurarte a tomar el camino más difícil.
Toda mi vida sentí que iba en el camino incorrecto, caminaba en la oscuridad cuando era un niño y así seguí durante toda mi vida, los pasos que daba eran prácticamente en la oscuridad sin el mínimo rayo de sol. Desde que era pequeño había sufrido varias cosas que me habían llevado a la desesperación y el dolor, estaba acostumbrado a perder a pesar de que mi familia tenía un gran reconocimiento, mi padre había sido un hijo de puta y mi madre, mejor ni se diga.
Había tenido una vida difícil desde que tenía 7 años, mis padres eran personas de bien que siempre nos habían cuidado pero por alguna extraña razón, ambos se habían desviado del camino y se habían convertido en los mayores bastardos que habían pisado la Tierra. Mi padre por algún extraño motivo se topó con un viejo amigo de la preparatoria, quien lo invitó a un nuevo culto que se suponía le daba prosperidad a todo mundo.
Estábamos atravesando por un momento difícil en el que mi padre se había perdido en las apuestas, así que lo que más queríamos era prosperidad para nuestra familia y esas personas se la ofrecieron a mi padre.
Ahí empezó uno de los peores momentos de mi vida.
Durante años luché para superar los traumas que me había desencadenado ese momento y aunque me había quedado sin nada, quise continuar con mi vida y en el orfanato en donde crecí me ofrecieron la oportunidad de estudiar en una escuela pública, aunque hasta esa edad había estado acostumbrado a lujos, debía darme cuenta de que esos momentos habían quedado en el olvido.
Cuando cumplí los 12 años y tenía que ser dado de baja en el orfanato, para mi buena suerte llegó un hombre amable, un hombre que sin deberme nada me volteó a mirar y me quiso como su hijo, ese hombre era quien se habia convertido en mi padre y también en mi general, Andrew Pávlov. Gracias a ese hombre logré salir de las calles y con el tiempo me convertí en uno buen soldado de la IISMFCMO, aunque mi padre al ser un gran científico, tenía a su cargo el FEIC .
Mi padre me había mirado sin deberme nada, me había dado una sonrisa y una casa donde dormir, pero sobre todo me había llenado de amor un amor y nunca había recibido ni siquiera de mis padres biológicos, él mismo me ayudó con todos los trámites que debían hacerse para poder cambiar mi nombre, odiaba el que me habían puesto pues solo me recordaba que yo había sido una víctima de ellos. Así que mi nombre cambió completamente a Nikolai Pávlov, algo que a mi me encantaba.
Cuando Venus llegó a mi vida fue como una luz que me iluminó completamente, a pesar de que en su mirada podía ver una profunda tristeza, ella siempre tenía una sonrisa para regalar o una palabra de aliento cuando te sentías mal, quizás eso era lo que me había enamorado de la preciosa rubia, era bonita pero también tenía un gran corazón.
Nunca me había hablado de su pasado y yo tampoco la presionaba, pues había que muchas veces el pasado nos atormenta tanto que nos obliga a encerrarnos en una burbuja en donde no podemos ser dañados.
—Osita—murmuré acariciando su cabello para despertarla.
Sí, quizás nunca le había dicho mis sentimientos hacia ella pero era más que claro que estaba enamorado, demasiado enamorado a decir verdad. Era hermosa y sus ojos azules me llenaban de paz y tranquilidad, su cabello era rubio cenizo claro, ella era hermosa de los pies a la cabeza, la había visto un par de veces con poca ropa y tenía un cuerpo de infarto, pero por alguna razón siempre no ocultaba con ropa holgada y suponía que se debía a uno de los traumas que podía tener por su pasado.
—Déjame tranquila, quiero dormir...
—Te conozco perfectamente, osita... ya estas mejor y nosotros tenemos una cena esta noche...
—Podemos postergarla a mañana, hoy quiero descansar y dormir...
—Vamos, Osita, no seas aburrida—murmuré haciéndole cosquillas.
—No—murmuró —. Déjame dormir...
—¡Vamos! Y juro que te comparé todos los dulces que quieras... y podemos ver películas, todas las que quieras...
—¿Todos los que yo quiera?
—Y si no los encontramos aquí los mandamos traer—aseguré con una sonrisa, dejando un pequeño beso en su mejilla—. Dejo de nevar hace un par de horas...
—A veces te odio—aseguró riendo.
Se levantó de la cama y sin decir nada, sacó varias cosas de su clóset. Era demasiado hermosa para la forma en que vestía, claro que no la criticaba me gustaba todo de ella, pero siempre vestía ropa informal y estaba seguro de que ella no era de vestirse así, una mujer tan hermosa, debía tener un extraordinario gusto por la moda.
—para tu próximo cumpleaños te regalaré un vestido, quizás así pueda verte con uno...
—Que me regales un vestido no significa que me lo vaya a poner—aseguró riendo —. Vamos, oso...
Teníamos una gran amistad, quizás ese era el motivo por el que no me arriesgaba a decirle lo que mi corazón sentía por ella, pues sabía que de una u otra forma podría arruinarse todo lo que habíamos avanzado en el tiempo que ella llevaba a mi lado.
Cuando llegó, a pesar de ser una chica alegre, pude notar que se mostraba retraída, pero después de que yo le hubiese contado una minúscula parte de mi historia y ella una mínima parte de la suya, comenzamos a formar grandes lazos. Además, que compartiéramos cabaña era algo que nos había unido incluso más.
Pero a pesar de ello, yo no me atrevía a decirle que me gustaba, aunque quien no se diese cuenta debía ser realmente tonto, todo el tiempo me esforzaba por complacerla y por darle todo, me aseguraba de que comiera o de que durmiera las horas necesarias, la mimaba y le daba chocolates, algo que ella realmente amaba. Muchas noches tenía que consolarla cuando se ponía a llorar a mitad de la madrugada... sin embargo cuando amanecía nunca me decía que era lo que había soñado.
No la presionaba, sabía que había tenido un pasado difícil, aunque muchas partes de su expediente estaban en vacío. Tampoco había querido investigarla, a pesar de que Julián me había dicho que era algo necesario pues no sabíamos si estábamos conviviendo con el enemigo, pero ella no podía tener mentiras y si no me decía las cosas era porque realmente le dolían y yo no quería traicionar su confianza.
Nos guie a ambos hacia el bar de Mou, era un bar realmente bonito y tradicional, además de que servía en una de las mejores cervezas artesanales. Ella amaba ir todos los días a comer la famosa lasaña de Mou, él era uno de los capitanes de la base.
Todos teníamos algo diferente fuera de la base, algunos se dedicaban a comercio u otros tenían incluso agencias de turismo, algo realmente tonto considerando que éramos soldados, pero debíamos guardar las apariencias para no llamar la atención de los turistas curiosos. En mi caso era el jefe de policía y mi padre el alcalde.
Claro que sí sólo vivían personas que estaban en la base, era obvio que se seguían respetando algunos de los títulos jerárquicos, en su caso mi padre era el hombre con mayor poder tanto en la base como en el pueblo.
—¡Ey, jefe! —saludó Julián—. Señorita—murmuró hacía Vee.
—¿Ya tan temprano y ebrio, Juls? —preguntó.
—¡Por supuesto! Necesito procesar todo lo ocurrido, ¿sabías que tu novio fue aceptado para hacer el examen en la gran base?
—¿Fuiste aceptado? —preguntó con una sonrisa alegre.
—Gracias, Juls, acabas de arruinar mi sorpresa—bufé —. Si, me aceptaron e iré dentro de tres semanas a rendir el último examen.
—¿Dónde estan los visitantes? —preguntó con un aire de curiosidad.
El pequeño temblor en sus manos me hizo saber que queria decir algo más, quizás estaba emocionada por encontrárselos y conocerlos, ella habia estado muy emocionada, pero se habia enfermado en el último día.
—Los ministros y creo que tres Capitanes fueron a Berna—murmuró Juls.
—¿Los demás siguen aquí?
—Si, pero todos se quedaran en las cabañas, estaban muy agotados—murmuró Joey —. No debiste enfermarte si querías conocerlos, Vee...
—No era mi momento—murmuró —. Mañana tampoco podre conocerlos, viajare a San Galo.
—¿Viajaras?
—Si—aseguró con una pequeña sonrisa.
—¡Bienvenidos a Mou! ¿Qué les serviré hoy?
Mou nos interrumpió, con su típica tablita para tomar la orden, lo miré mal, Vee se veía emocionada por contar su viaje.
—Yo quiero uno de tus famosos pasteles—murmuró Vee—. Con queso y jamón.
—¿Avena?
—¡Si!
—Sale un delicioso pastel de jamón, avena y queso—murmuró riendo —. Le pondré verduras como a ti te gusta...
—Deberías comer algo con caldo—murmuré —. Si estás enferma algo caliente puede ayudarte...
—Déjame comer lo que a mí me gusta, hoy me la pasé comiendo caldo enlatado y muero por comer algo delicioso de Mou.
—Eres todo un caso, Hoffman.
—Así me quieres—aseguró riendo.
Mou le sirvió té y ella no reclamó ni un poco, me encantaba verla reír, se había convertido en uno de mis pasatiempos favoritos, ver su hermosa sonrisa bajo esos preciosos labios rosados, era algo que me llenaba el alma si a sentir en casa, no importaba todo lo que había ocurrido en mi pasado solo ella.
—Debo ir a hacer un par de cosas—murmuré al ver el reloj—. Espérame aquí vendré en unos minutos.
—Tranquilo, León... solo te irás por unos cuantos minutos no le va a pasar nada—murmuró, risueña Joey.
—Por supuesto—aseguré rodando los ojos.
Odiaba que mis amigos me hicieran burla frente a ella, seguramente pensaba que yo era un cobarde que no me atrevía a decir lo que sentía por ella, o lo más probable era que ni siquiera si acaso pues no le interesaba en lo más mínimo, aunque Joey siempre insistía que yo le gustaba.
—¿A dónde irás?
—Mi padre me llamó por unas cosas—mentí —. Pero prometo no tardar más de lo necesario.
—Está bien...—murmuró con una pequeña sonrisa —. Si pasas por la tienda de Tina, no olvides lo que me prometiste.
—Eso nunca—aseguré con una sonrisa.
Me coloqué mi chamarra y salí en busca de los coroneles, Vee estaría realmente feliz por verlos, pues ella no ocultaba la admiración que sentía hacia ellos, además de que había visto una gran emoción cuando mi padre nos había informado que ellos visitarían nuestras instalaciones.
Para ella era una gran oportunidad de ascender, su estudio clínico realmente merecía un maldito nobel, era tan perfecto que pareciera hecho por uno de los mejores científicos de todo el mundo, pero lo había hecho ella sola sin ningún tipo de ayuda.
Caminé por las calles hasta llegar a la cabaña donde se hospedaban los coroneles, después de tocar 2 veces ambos salieron con trajes realmente elegantes, me sentí un poco opacado pues yo solo llevaba una camisa a cuadros una chamarra muy gruesa y unos vaqueros, pero ellos lo hacían como si iban a un desfile de modas.
—Nadie nos dijo que nos quedaríamos en el pueblo, así que sólo traíamos esto y los uniformes—murmuraron risueños.
—Tranquilos, si extienden su estadía, podemos conseguirles ropa más apta para aquí—aseguré riendo —. Con eso les dará bastante frio.
—Estamos acostumbrados al frio—aseguró el hombre de ojos azules —. ¿A dónde nos llevarás?
—El bar de Mou—murmuré con emoción —. Bueno, primero los llevaré a comprar unos cuantos dulces en la tienda de Tina, hice una promesa que no puedo fallar o me cortan las bolas.
—Te entiendo—aseguró el coronel Harrison con una carcajada.
Los guie por las calles del pueblo mientras les contaba alguna de las historias que nos inventábamos para los turistas, quizás no era bueno inventarnos tantas historias pero no podíamos arriesgarnos a que se dieran en cuenta de que era una organización secreta en donde estaban. Ellos no parecían sorprendidos en lo más mínimo cuando les contaba alguna historia de trolls o duendes, Claro que ellos sabían que todo era una fantasía inventada para los turistas.
—Esta es la tienda de Tina, Vee ama los dulces que ella vende...
Entre la tienda recibiendo un gran saludo de la señora Tina, ella era una de las científicas de renombre más importantes del FEIC, sin embargo al igual que todo mundo por la noche era una simple señora que tenía un bonito puesto en el centro del pueblo.
—¡Niky!—saludó rodeando la barra para abrazarme—. Justo te estaba buscando, llegaron los caramelos que le encantan a Vee.
—Me ha salvado la garganta—aseguré riendo mientras me acercaba a ella.
— Y también los ramen que pidió hace dos semanas, esos fueron más difíciles de conseguir, pero trajimos los más picantes que encontramos.
—Te lo agradezco—murmuré con una sonrisa—. Por ahora llevaré caramelos de pastelillos y chocolates... estuvo enferma y sabes que solo logro contentarla con dulces...
—¡Ya dennos la buena nueva, todos queremos que sean pareja! —gritó la señora, pero calló inmediatamente al ver a dos trajeados revisando su mercancía—. Los salubridad vinieron la semana pasada y nos dijeron que todo estaba en orden, no sabíamos que iban a venir ahora y tenemos nuevos productos pero en uno de los inventaríamos...
Solté una carcajada sin poderlo evitar, ellos sí podían confundirse con personas pertenecientes al gobierno, no iba a negarlo ambos eran realmente dominantes y tenían un aire que podía dar miedo, además de como lo había dicho Joey, eran realmente apuestos.
—Tina—murmuré riendo—. Creo que no te los presenté, ellos son los coroneles que vienen de la gran ciudad.
—Mucho gusto—murmuró Conall—. Soy Conall Harrison.
—Y yo Arniel Vallarelli, lamento haberla hecho pasar por un susto.
—Dios, se me bajó la presión—murmuró abanicándose con la mano —. creí que los de salubridad habían venido otra vez a revisar todo.
—Realmente se ven buenos sus dulces ¿Usted los hace?
—sí, aparte de científica soy dulcera... me gusta mucho hacer dulces para todos los del pueblo y para algunos turistas, pueden probar el que gusten y quizás llevar a sus novias algún buen chocolate.
—No tenemos novias—contestaron al unísono.
—Oh—murmuró con una pequeña sonrisa—. Es entendible que no quieran amarrarse, son realmente apuestos, siento que mis dulces se derriten con su presencia.
—¡Tina! —murmuré riendo.
—Lo siento, cariño, pero estan tan ardientes como el sol—aseguró riendo.
Solté una carcajada ante los comentarios de Tina, al igual que todas las mujeres de la base habían quedado totalmente cautivadas por ese par de hombres, realmente parecían tener un gran impacto en las hormonas femeninas. Los hombres también se rieron, pero tomaron varios caramelos para comprarlos.
—Esos chocolates hace mucho no los había visto—murmuró Conall haciendo una mueca de tristeza.
—Quizás debamos llevársela a Niall—murmuró Arniel —. Así vemos que alguien disfruta de ese chocolate tanto como ella...
—Bueno, en unos minutos verán a alguien que realmente disfruta comer de este chocolate, Vee lo ama y si fuera lo único que tuviera para comer con eso se alimentaría—aseguré riendo —. Pero lleven los que gusten, nadie más en el pueblo come esos chocolates, Vee es la única que los consume.
—Eso es cierto, desde que Vee llegó, mi tienda tiene clientes.
—¿Y yo que soy? —pregunté con los brazos cruzados.
—Tú solo compras gomitas, si fueras mi único cliente me iría a la quiebra.
Solté una carcajada ante las palabras de Tina, pagué los dulces que había comprado para Vee y ellos también compraron varias cosas, sin decir nada más los 3 salimos de la tienda para dirigirnos al bar de Mou.
La noche cayó mientras caminábamos, dándonos una preciosa vista de las montañas que eran iluminadas por las hermosas estrellas que brillaban con gran intensidad.
Entramos al bar, ellos dos por sí solos llamaban bastante la atención, sin embargo mis amigos ni siquiera voltearon a vernos, parecían realmente interesados en lo que hablaba la hermosa rubia que movía sus manos explicando algo, hablar con ella era algo realmente interesante que te hacía perder totalmente la noción del tiempo y la realidad, su voz será delicada y te hacía querer sonreír todo el tiempo.
—¡La puta ama! —gritó Juls haciendo una falsa reverencia a Vee.
—¡Oh! Estas ebrio, cuando amanezca seguirás odiándola—murmuró Joey —. Pero no se preocupe, capitana, yo la amaré siempre, aunque ese es trabajo del tonto de Nik.
—¿Tonto? —pregunté riendo.
Me acerqué a ellos siendo seguido por los dos hombres, tomé de la cintura a Vee, quien me regalo una de sus preciosas sonrisas, haciendo que mi mundo se detuviera, sin decir nada, bese su mejilla en señal de saludo.
—¡Joder! ¡Ya bésense! ¡Me moriré sabiendo que ambos se aman pero no dicen ni una sola palabra!
—Ya está demasiado ebrio—aseguró Joey—. ¡Moe! ¡Ya no le des más!
—¡Anotado! —aseguró haciendo un saludo militar.
—Oye...—murmuré viendo los rostros curiosos de ambos coroneles—. Quiero que conozcas a dos personas... leyeron tu informe y quieren conocerte.
—Eres todo un caso, te dije que no firmarás con mi nombre—murmuró riendo—. ¿Quiénes son?
La giré por la cintura, señalando con la cabeza a los dos hombres, quienes al verla parecieron perder todo el color de sus rostros y fue como si estuvieran viendo un fantasma, pude ver un dejé de ira en los ojos de Conall pero también algo que parecía amor, como si su corazón estuviera latiendo al mil. Arniel no era diferente, tenía la misma reacción, pero a él me temblaban las manos, como si no fuera capaz de decir una sola palabra.
Miré a Vee, pude ver que sus ojos habían perdido brillo y su sonrisa característica había desaparecido, sin embargo, la tristeza de sus ojos desapareció por unos cuantos segundos o minutos, no supe cuánto tiempo paso, pero ella no dejaba de mirarlos y ellos a ella.
—¿Vee?—pregunté.
Ella sacudió la cabeza, como tratando de que sus pensamientos volvieran a fluir, como si nada hubiese pasado, me regalo una pequeña sonrisa y se giró en mi dirección.
—¿Quiénes son ellos?
—Son los coroneles, Conall Harrison y Arniel Vallarelli, son los que han venido desde la gran ciudad...
—Es un gusto tenerlos aquí, bienvenidos coroneles—murmuró, pero pude notar que había un cambio en su voz.
—Ellos querían hablar sobre tu investigación, ya sabes lo que va para el nobel.
—Entiendo, es una investigación que me llevó casi 2 años... puedo responder esas preguntas la siguiente semana que tengo libre.
—¡Oh, vamos osita! Estuviste esperando esto por mucho tiempo—murmuré.
—Aún no tengo una teoría comprobada, no me gustaría hablar solo de mi punto de vista sino mostrar los resultados de mi prueba, no lo pondré en práctica hasta el día de mañana por eso viajaré a San Galo, ya que ahí hay una víctima del SX1, conseguí los permisos necesarios para realizar la prueba en él.
—Vamos, osi...
—Ahora estoy cansada y acabo de salir de un resfriado, así que prefiero ir a casa y descansar y quizás mañana al regresar de Galo pueda informarles lo que descubrí.
—Ellos se irán por la mañana, es tu oportunidad o solo yo me iré... tu teoría puede llegar muy lejos y...
—por ahora no quiero pensar en eso, si me disculpan... fue un gusto conocerlos coroneles.
Antes de que pudiera detenerla, tomó su chamarra y la colocó sobre sus hombros, escabulléndose completamente entre el gentío que entraba al pequeño bar. no supe si ir tras ella, pero tampoco me parecía correcto dejar solos a los coroneles.
—¿Qué fue todo eso? ¿Por qué se fue?
—¿SÍ? —preguntó Arniel a Conall, parecía que mantenían una conversación mental.
—Si, estoy seguro.
—Coroneles... ¿Les ofrezco algo de tomar? —preguntó Mou acercándose a la mesa.
—nos dijiste que había cerveza de la mejor aquí... necesitamos una triple ahora mismo...
—Enseguida se las traigo—murmuró Mou con una sonrisa—. Por cierto, tu chica no comió, te lo pondré para llevar para que se lo des en la noche.
—Gracias, Mou...—murmuré, pensando en Vee, no tenía idea de la razón de su actitud —. Espero no se ofendan por la actitud de mi amiga pero estaba un poco nerviosa y además se sentía mal, ojalá esto no haya cambiado la perspectiva que tienen sobre su teoría, ella se ha esforzado demasiado por ello.
—Por supuesto que no cambió la perspectiva que tenemos respecto a su teoría, no te preocupes, hablaremos con los ministros para que ella también sea aceptada en el programa de ascenso—contestaron con una pequeña sonrisa —. Ella estaba muy nerviosa, pudimos notarlo...
—Ella normalmente no es nerviosa, pero supongo que al ver a los superiores que pueden llevarla del otro lado se sintió abrumada y estresada, además como ya se los dije se sentía un poco mal...
—No hay problema...
Los dos coroneles parecieron olvidar que eran oficiales de alto rango, bebieron copa tras copa mientras todos nos quedábamos anonadados por su actitud, parecía que los dos habían perdido al amor de su vida y que de alguna forma estaban recordándola en ese lugar.
Ambos parecían realmente heridos, algo que no había detectado hasta el momento que habían visto a osita, no sabía qué había pasado pero lo mejor que podía hacer era preguntarle a ella, aunque nunca me hablaba de su pasado quizás me daría una pequeña explicación del porqué de su reacción.
—chico, es mejor que los lleves a su cabaña... sólo he visto a 2 personas terminar así de ebrios y eso no resultó muy bien que digamos, así que lo mejor es que lo lleves a sus cabañas para que descansen y puedan pensar un poco mejor—murmuró Mou al ver que ambos coroneles se abrazaban mientras parecían llorar —. Están realmente heridos y no tengo idea de por qué...
—Yo tampoco entiendo Mou... los llevaré a las cabañas y creo que después iré a ver a Vee, creo que se sentía mal aún...
—Desde que llegó yo noté que se sentía mal, fue muy imprudente que la sacaras al frío... llévale un poco de chocolate con jengibre y te prepararé un poco de caldo para que también le des de cenar, no quiso comer nada...
—Lo haré—murmuré—, coroneles creo que deben de ir mejor a su cabaña...
—¿La has visto? ¿Ella está aquí?
—¿De quién hablan? —interrogué.
—No les hagas caso—murmuró un chico de barba de candado y piel morena —. Soy Archie Smirnov, mejor amigo de este par... Estan muy ebrios y creo que lo mejor es que descansen, los llevaré a su cabaña...
—Disculpa, me encargaron que me hiciera cargo...
—Oh, si... no te preocupes por eso... yo me haré cargo de cuidarles el trasero... de todas formas, creo que partiremos en la madrugada, tenemos demasiadas cosas por hacer.
—No te vi en la reunión—murmuré.
—No estuve en la reunión a mí me tocó ver lo de sus armamentos nuevos que tenía para nosotros, tu padre ya está informado de que nos marcharemos en la madrugada, ¿me podrías dar las llaves de la camioneta? los ministros nos pidieron encarecidamente de que no los molestáramos por la noche, ya sabes para que puedan descansar...
—Claro—murmuré entregándole las llaves de la camioneta de turismo.
—Vamos par de ebrios. Deben ir a dormir porque ustedes se la pasan embriagándose cada que tienen oportunidad...
—Estaban mencionando a alguien...
—Es una larga historia... no te preocupes por eso... Ya lo solucionaremos con su psicólogo, los llevaré a la cabaña para que descansen un poco y marcharemos en la mañana, los ministros ya le informaron todo el general...
—De acuerdo... si no nos volvemos a ver espero que tengan un buen viaje...
—por supuesto, creo que fuiste uno de los seleccionados así que nos vemos dentro de 3 semanas para que rindas tus pruebas...
—Gracias por la oportunidad...
Sin decir nada más el chico tomó por los hombros a ambos coroneles, no dijo una sola palabra y sólo los guio hacia la salida, ambos se tambaleaban, se encontraban hasta el tuétano de ebrios, quizá ella los había hecho recordar a alguien que ellos querían pues en el expediente de ella no existía nada sobre que los conociera, ni siquiera rondaban en los mismos círculos sociales.
No hice mucho caso a mis pensamientos, tomé los dulces y las bolsas que me había preparado Mou y caminé directo a casa, la cabaña aún se encontraba con las luces encendidas señal de que ella seguía despierta y quizás también le debía una disculpa, había actuado a sus espaldas y no le había dado oportunidad de que ella eligiera si quería ir o no, me sentí en un estúpido para hacerlo.
Me acerqué a la puerta, escuchaba sus pequeños pasos en la cocina y estaba seguro de que caminaba descalza, siempre hacía eso cuando estábamos en casa. Abrí la puerta con delicadeza, no queriendo interrumpir la llamada que seguramente mantenía pues escuchaba que hablaba desde la cocina.
—¡Debiste decirlo! —gritó y supe que estaba enojada— ¡Joder! ¡No puedes arriesgarme así! Tengo mi vida aquí y no quiero perder lo poco que me ha costado construir. ¿Sabes qué pasará si ellos o él lo descubren? ¡Me van a matar, tío!
Fruncí el ceño al escuchar sus palabras, ¿Quién querría atentar contra la vida de una huérfana? En el buen sentido.
—¿Qué ocultas, osita?
—¡Soluciónalo! Mueve tus influencias... sí él los siguió... por favor...
Ella colgó la llamada, puede darme cuenta por el sonido del teléfono siendo estrellado sobre la barra. Y como si no hubiese estado escuchando su conversación, de alguna forma lo que me había dicho Juls cobraba cierto sentido ¿De quién estaría huyendo? ¿Por qué se habia enfermado justo en ese momento?
—Te traje caldo de pollo y varias golosinas en forma de disculpa...—murmuré acercándome a la mesa.
—Suena delicioso—murmuró con una sonrisa, como si tampoco hubiese estado enojada segundos atrás —. No te escuché llegar...
—Entré por atrás...—mentí —. Quería disculparme... no tome en cuenta lo que tú sentías o si querías realmente conocer a los coroneles.
Ella soltó una melodiosa risa, haciendo que todo lo que mi cerebro estaba maquinando desapareciera por completo y sólo se centrará en la hermosa risa que ella desprendía y que me hacía sentir completamente vivo.
—no estoy enojada, realmente me sentía mal por eso me vine para acá... estaba hablando con mi tío, pues cree que los usurpadores que me tenían amenazada en Canadá me están buscando... hoy vi a uno de ellos en el bar por eso me puse muy nerviosa...
—dijiste que antes eras pelirroja... no creo que te reconozcan con tu nuevo look...
—tienes razón en eso... creo que me preocupé por tonterías pero es mejor prevenir que lamentar ¿no crees?
—entonces no estás molesta porque te obliga a conocer a los coroneles...
—No, por el contrario te agradezco que me hayas hecho ir... pero realmente no quiero mostrar simplemente mi punto de vista quiero que si van a patentar mi investigación, sea con buenos resultados y no simplemente una hipótesis.
—Eres muy inteligente, osita—murmuré.
Me acerqué a ella y jale uno de los bancos de la barra para sentarme a su lado, verla de cerca era uno de los mejores placeres de la vida, era preciosa y cada uno de sus poros era perfecto, Lucía tan bella que no había forma de que la diosa venus se comparara a ella, a pesar de que seguía teniendo esa tristeza en sus ojos, ella seguía sonriendo.
—Hoy no negaste que yo fuera tu novia, cuando Juls hizo una broma...
—Creí que no lo habías notado—murmuré.
Tomé uno de sus pequeñas y delicadas manos entre las mías, sintiendo el frío característico en su piel, sin embargo también sentí esa descarga eléctrica y el calor que ella me brindaba con un simple roce. La miré a los ojos, esos preciosos ojos que eran perfectos pero que aun así tenían algo de tristeza.
—sería muy difícil no notar lo que sientes—susurró.
—Jamás me he atrevido a decirte lo que siento... tú eres perfecta y yo soy un simple huérfano con suerte que fue adoptado por un padre que le dio todo... ¿Qué harías si te digo que te quiero? ¿qué siempre estás en mis sueños?
—te diría, que hagamos realidad de su sueño—susurró con una sonrisa—. ¿Pero... por qué estamos susurrando?
—Estamos susurrando porque quiero que escuches lo mucho que te quiero, que me escuches tan bajito decirte que ahora tú eres mi universo—susurré acariciando su mejilla—. No importa el pasado que tengas, no voy a esperar a que pase más tiempo para decirte lo mucho que te amo—murmuré.
—¿Esto es una declaración de amor?
—sí—susurré —. Quiero que sepas hoy lo que siente mi corazón, que sepas que quizás no puedo quemar el mundo, pero sí te ayudaré a recorrerlo para que encuentres la felicidad.
Vi una pequeña lágrima bajar por su mejilla, me apresuré a limpiarla, no quería que sus lágrimas se derramaran, era tan perfecta que no importaba que ocurriera ella no merecía sentir mi más mínimo dolor.
—entonces no esperes más... hagamos que tus sueños sean realidad—susurró.
Antes de que pudiera hacer algo, me acerqué a ella y tomé su nuca para acercarla a mí, por fin todo lo que había estado imaginando se estaba cumpliendo, quizás por eso ella estaba tan extraña antes porque sentía lo mismo que yo por ella.
Bese sus labios con delicadeza, sintiendo el delicioso sabor a fresas que siempre la caracterizaba. no había desesperación o algún tipo de prisa, teníamos tiempo para amarnos y el que le hubiese dicho lo que sentía nos daba una oportunidad más para comenzar a vivir, quizás ambos teníamos pasados difíciles pero estaba seguro de que si estábamos juntos podíamos superarlo poco a poco.
Una cosa llevó a la otra, pero aún sin prisa. No sabía si era la atracción que sentíamos por el otro o algún otro factor externo, pero nos entregamos al amor, ella era perfecta, su cuerpo era como tallado por los dioses, tan delicado y frágil que sentía que cualquier momento podía quebrarse entre mis brazos, pero tan perfecto que me hacía sentir único.
La hice sentir placer, como una verdadera mujer merecía, como una diosa tan perfecta lo necesitaba. Ella se movía al compás de mis embestidas y soltaba pequeños gemidos, llenos de ternura pero también de una inmensa pasión, tan perfecta que no existía la mínima descripción mundana a lo que me hacía sentir.
— ¿Quieres ser mi novia? —susurré en medio de todo lo que hacíamos.
—Si, Nick...—susurró con una pequeña sonrisa, volviendo a besar mis labios con delicadeza.
Sus gemidos eran música para mis oídos, eran delicados y perfectos, como todo ella.
<<Prometo cuidarte, pequeña osita>>
.
.
.
¿Qué creen que ocurra en el próximo capítulo?
¿Teorías?
¿Qué creen que oculte Vee?
¿Estan listos para lo que se viene?
Nikolai Pávlov.
(Kevin Lütolf)
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