Capítulo 01.

"Tienes que morir unas cuantas veces antes de que realmente puedas vivir"~ Bukowski.

Sólo tú.

A veces la vida nos enseña que no importa cuánto tiempo pase, la herida sigue doliendo como el primer día, es una herida tan profunda que es imposible de sanar y que sin importar nada, la única forma de sanarla es enterrando la misma daga.

El destino nos arrebata a quienes más amamos y nos enseña que cuando perdemos a esa persona amada, no existe nadie que pueda ocupar su lugar pues deja un vacío tan grande que es imposible llenarlo con migajas.

Cuando era niño, mi vida se había resumido en la perdida de mis padres, ellos se habían marchado y me habían abandonado como a un maldito perro sin sentimientos, traté de entenderlos durante años, quizás habían sido demasiado jóvenes cuando llegué a sus vidas o no estaban preparados para la paternidad, sin embargo, con el tiempo entendí que habían sido unos malditos egoístas que se habían largado por perseguir sus propios sueños.

Dejé de sentirme culpable por ello, yo no habia sido el culpable de sus malditas decisiones egoístas, yo no era el culpable de que se hubiesen largado para vivir "la buena vida", sí, les guardaba un profundo rencor, porque gracias a ellos, mi capacidad para amar se había reducido a nada y las palabras de mi madre, siempre dolían "No mereces ser amado, eres algo que solo llego a destruir todo a su alrededor".

<<Quizás esa es la razón por la que la vida me arrebató a la única mujer que he amado>>

El dolor de la perdida habia estado presente en mi vida desde que tenía memoria, pero nunca una perdida me dolió tanto como para no tener nisiquiera ganas de levantarme por las mañanas o de respirar por las noches.

—Big King, Monster... solicitamos permiso para despliegue ... —musitó Giandrick.

—Objetivo en la mira, solicito permiso para proceder—murmuró Archie.

Miré por un segundo a mi compañero, quien asintió sin decir una sola palabra, entendíamos nuestros pensamientos sin decirlos y quizás eso se debía a la gran cercanía que ambos teníamos.

—Big King en zona Norte, autorizamos despliegue.

—Copiado, coronel—contestó Hunter.

Un par de escuadrones se desplegaron en la plaza principal de la Magna ciudad de Washington, pude ver a lo lejos como un par de hombres caminaban como si estuvieran charlando de algo simple, pero nosotros sabíamos que uno de ellos estaba comprando "mercancía".

Argán Jr. uno de los cabecillas de la trata de personas, se encontraba frente a nosotros, lo habíamos perseguido durante meses y nuestra estrategia había culminado en el momento que nuestros hombres le habían hallado la pista mientras se escondía en la Gran Unión, para ser uno de los bastardos más grandes, era demasiado idiota.

Miré a Arniel sobre el periódico que supuestamente leía, estábamos de encubierto para no llamar la atención y lograr una captura exitosa. Él hombre habia elegido la hora pico en uno de los lugares más concurridos de la ciudad para realizar el intercambio, habíamos estudiado sus movimientos y sabíamos todo lo que ese bastardo podía hacer.

—Objetivo en la mira—susurró Álex—. Rehén menor, estatura media y cabello azabache, tiene varios moretones y un chip de rastreo en el hombro derecho.

—Buen trabajo—susurró Arniel halagando a su hermano—. Procedan con la captura, quiero ir a casa...

A lo lejos, pude ver como una de las agentes se acercaba al hombre con torpeza, como si fuera una colegiala perdida en ese mar de gente. El hombre quedo embobado con los pechos prominentes que se veían por el escote de la blusa, nisiquiera era capaz de prestar atención a lo que el supuesto comprador decía.

—E...Estoy perdida—susurró la agente, dejándonos escuchar la conversación.

—Oh, linda—murmuró Argán—. Puedo llevarte a tu casa si quieres, solo necesito que esta pequeña vaya a casa con su padre...

<<Maldito enfermo>>

—P...por supuesto—tartamudeó la mujer.

Los hombres estrecharon manos, cerrando el trato de la niña que acompañaba al bastardo. La niña miró al moreno con una sonrisa tímida, como si realmente quisiera ir con el maldito tipo que la convertiría en una esclava sexual, pero ese era el patrón de comportamiento que todas esas niñas tenían, de alguna forma les lavaban el cerebro para hacerlas las esclavas perfectas.

—Escuadrones Kappa, Sigma y Kai, vayan por la niña, los demás, estén listos para la captura—ordené.

—Si, coronel—aseguraron.

Nuestra agente comenzó con un leve coqueteo mientras guiaba al bastardo a uno de los puntos apartados, debía llevarlo a la zona sur para poderlo capturar sin tener tantos espectadores. Arniel me hizo una pequeña seña y ambos nos pusimos de pie, fingiendo tener una conversación normal mientras nos dirigíamos a la misma posición que nuestra agente.

—Es hora—ordené por el auricular.

Cuatro escuadrones se desplegaron, apuntado con armas al hombre distraído en la mujer, cuando se percató de nuestra presencia, lo teníamos completamente rodeado y con las manos amarradas para poder hacer cualquier movimiento de escape.

Arniel y yo nos acercamos a pasos firmes, mientras el hombre trataba de escapar, pero no tenía ni una sola brecha. Sonreí con suficiencia, sintiendo satisfacción al verlo con el rostro completamente pálido al verse atrapado.

—¡Malditos hijos de puta! —gritó con rabia.

—Se un poco más original ¿Quieres? —preguntó Arniel con fastidio —. Si tuviera una moneda por cada vez que escucho ese insulto, tendría la casa blanca como mi hogar.

Solté una pequeña risa, jugando con las esposas, odiaba a esos malditos bastardos y sí, era algo completamente personal, odiaba que esos malditos hijos de puta se multiplicaran como cucarachas e hicieran sufrir a niñas inocentes con sus fechorías, eso me recordaba el dolor que mi pequeña habia sentido cuando era una niña.

—Argán Meyer, una maldita escoria como el desgraciado de tu padre—murmuré —. Tengo un pequeño problema personal con los de tu clase, así que no esperes que te lea derechos que no tienes, serás juzgado como lo dicta la ley del CMI y te pudrirás en la cárcel sin maldito derecho a reducción de sentencia.

—Ponte de pie, maldita rata... no nos hagas perder la paciencia—gruñó Arniel.

El hombre nos miró con terror, nuestras voces eran frías y se podía notar el odio que destilábamos en cada oración, esos casos eran los que más amábamos, nos encantaba poder hacer justicia y encerrar a los bastardos como Stefan, el hijo de puta que le habia hecho tanto daño a nuestra muñequita.

—¿Eres sordo o idiota? —gruñí —. ¡Ponte de pie, maldita sea!

Rodé los ojos, odiaba que esos malditos se hicieran los valientes con sus víctimas pero que se comportaran como sanguijuelas miedosas cuando llegábamos nosotros.

Me acerqué a él con furia, lo tomé del cabello para arrastrarlo contra un poste, la rabia corría por mis venas, el simple hecho de recordar los ojitos dolidos de mi pequeña era suficiente para quebrantar mi alma y convertirme en el maldito demonio que todos temían.

Lo estrellé con fuerza y escuché el crujido de varios huesos, pero nisiquiera me inmuté, no merecía que nadie lo viera como un maldito ser humano, era un monstruo tan vil y asqueroso que la mierda tenía más valor que él. Arniel se acercó, esposándolo sin el mínimo tacto y plantándole una patada en la quijada, rompiéndosela en el acto.

—Quedas arrestado por el poder del CMI, tus derechos fueron borrados y con suerte llegarás con vida a la cárcel—murmuró Arniel.

Archie se acercó junto con Giandrick, ambos lo tomaron y encadenaron sin el mínimo esfuerzo, teníamos a nuestro equipo élite de élites y estábamos seguros de que nuestra Key, donde estuviera estaba orgullosa de lo que habíamos logrado con el ejército que ella tanto habia amado.

—Big King, capturamos a la otra escoria—afirmó Álex—. ¿Podemos irnos a casa? Estar con tanto gringo me está volviendo hetero.

Soltamos una carcajada ante su comentario.

Todos extrañábamos nuestro hogar, pues ese bastardo nos habia hecho seguirlo durante dos meses por todo el globo, estábamos agotados y queríamos regresar a casa.

—Larguémonos a casa—murmuré—. Smirnov y Kim H, lleven a los prisioneros al CPCI.

—Si, coronel—murmuraron ambos hombres.

Ambos gritaron un par de órdenes a sus tropas y sin rechistar todos se enfilaron para llevar a los prisioneros a su martirio, no merecían el mínimo respeto por sus crímenes y ellos se encargaban de tratarlos como las ratas inmundas que eran.

—Llevemos a esta niña a casa—murmuró Arniel con una sonrisa, cubriendo a la pequeña que temblaba de miedo.

Era una niña con ojos dulces, pero tan tristes que demostraba el dolor que habia sentido en ese lugar, Arniel la cubrió con su chamarra y sin demorarnos mucho tiempo, abordamos una de las camionetas especiales y emprendimos el viaje al centro de reunión familiar en la gran unión.

—Como siempre... es un gran honor trabajar con ustedes, coroneles—saludó el general del centro —. Sin su ayuda esta pequeña estaría en manos de un enfermo.

—Es nuestro trabajo—contestamos a la vez.

Sonreí sin poderlo evitar al ver como los padres de la niña corrían a abrazarla, como se fundían en un fuerte abrazo y lloraban como si no hubiera mañana. Eso era algo que me llenaba en esas misiones, saber que les daba una nueva oportunidad de vivir y de continuar.

<<Esta va por ti, muñequita>>

Después de los cientos de lágrimas de la madre y los agradecimientos del padre, dimos la orden de abordar los Jets e ir a casa, habíamos estado fuera por un par de meses y lo que más deseábamos era poder descansar en una cama decente. El vuelo se hizo corto, tan corto que nisiquiera sentimos el aterrizaje.

Al bajar de los Jets, las tropas que habían quedado en casa celebraban con bombos y platillos la gran captura, una más a nuestra lista de logros; pero a pesar de lo que todos pensaban, no lo hacíamos por los logros o lo que implicaba tener nuevas medallas, Arniel y yo lo hacíamos para guardar la memoria de la mujer que habíamos amado y que por envidia, la vida nos habia arrebatado.

—¡Que vivan los coroneles! ¡Dúo dinamita! ¡Que vivan! —se escuchaba el alboroto en cada lugar de la central.

La base habia sido renovada y aunque aún se conservaban algunos edificios antiguos, algunos se habían construido desde cero para lograr una mejor preparación para las tropas, desde lo que habia ocurrido con ella, todos habían puesto el mayor empeño en mejorar, no lo hacían por los títulos, lo hacían para rendir homenaje a la mujer más valiente de la IISMFCMO.

El ejército Alpha se habia convertido en uno de los ejércitos más grandes y respetados del mundo militar, todos anhelaban pertenecer a él, pero solo pocos lo lograban, las pruebas Key eran las más difíciles de aprobar y quienes lo lograban quedaban con marcas de por vida, pero gracias a ellas el nivel de preparación superaba a cualquier entrenamiento militar.

—Buen trabajo, coroneles.

Arniel y yo nos erguimos ante la imponente voz del ministro, a pesar de los años, ese hombre seguía siendo el inquebrantable Hunter Kim, un hombre que no flanqueaba ante nada y que su mera presencia era suficiente para temblar de miedo.

—Una misión más y lograran la medalla honorifica en rescates—aseguró la ministra con una dulce sonrisa—. No se lo digan a nadie, pero estoy muy orgullosa de ustedes.

—No los halagues de más, amor... no vaya a ser que se lo crean y se le suba a la cabeza—se burló el ministro con una sonrisa juvenil —. Muevan sus traseros a casa, no quiero ver a ninguna tropa aquí hasta el lunes por la mañana...

—El ministro habló—aseguré con un saludo militar.

Nuestra relación con los ministros se habia vuelto estrecha, tanto que incluso parecíamos ser parte de su familia; después de ella, todo habia cambiado y lo único que nos habia mantenido a flote, habia sido permanecer unidos, compartiendo el dolor de su ausencia.

Hicimos el saludo correspondiente y nos alejamos de ellos, recibiendo las felicitaciones de nuestras tropas al haber logrado una hazaña más, no era fácil capturar criminales pero para nosotros era una de las cosas que más nos llenaba.

—¡Hey! —gritó el ministro a lo lejos —. ¡No olviden el gran día!

—¡Por supuesto que no! —respondimos al unisonido sacudiendo la mano a manera de despedida.

—Parece que mis padres los quieren más a ustedes que a nosotros, a nosotros nisiquiera nos han recordado de la cena—gruñó Hunt a manera de broma, sus padres los amaban más que nada.

—Es que sus padres ya saben que estan idiotas y que eso no se les quita con nada del mundo—bromeó Archie.

Arniel y yo soltamos una carcajada ante las palabras de Archie y Giandrick, era cierto que los ministros nos habían adoptado como una especie de hijos y a decir verdad eso no nos incomodaba en lo más mínimo, nos encantaba poder compartir tiempo con los padres de la mujer de nuestras vidas, esa que se había marchado.

—Díganme por favor que esta noche nos embriagaremos hasta perder la conciencia—murmuró Archie.

—Tú no puedes embriagarte, papá—se burló Jerry acercándose a la pequeña bolita de amigos que habíamos creado —. Estoy seguro de que tu esposa te corta las bolas.

—Para tu información, yo soy el que manda en mi relación y yo quiero salir a emborracharme, así que mi esposa deberá entenderlo le guste o no—gruñó con seguridad.

Lo miré enarcando una ceja, Archie estaba totalmente idiotizado por su esposa, desde el nacimiento de la pequeña Keyla todo habia cambiado para él, era un padre ejemplar desde luego, pero ser un padre ejemplar también le impedía salir de fiesta o estar fuera de casa después de la media noche.

—Ahora repítelo hasta que te lo creas—se burló Jacob.

—Tú cállate Waibel, por lo menos a mí, mi esposa no dudo ni un solo segundo en aceptar casarse, tú duraste un año convenciéndola.

—Por lo menos yo puedo salir a tomar cuando se me antoje y...

El timbre del celular de Archie nos distrajo de su pequeña discusión. Reprimí una carcajada ante los monosílabos que contestaba, seguramente a su esposa.

<<Si, cariño; ya lo hago, mi amor; claro que sí, preciosa>>

No sabía si era que mi instinto amoroso se habia muerto por completo o porque mis ganas de amar habían desaparecido, pero esas palabras eran estúpidas y lo más meloso que podía existir. Rodé los ojos, viendo a mi compañero hacer lo mismo, para ambos cualquier tipo de amor o sexo había quedado en el olvido, incluso parecía que habíamos hecho un jodido voto de celibato, pero se debía en realidad, a que nuestros corazones parecían haberse sellado por completo y nuestras braguetas también, nadie despertaba nada en nosotros, ambos nos sentíamos así, sin ganas de tener nada con nadie.

Enarcamos una ceja cuando Archie habló como un corderito a su esposa.

—Qué bueno que él manda en la relación—bromeó Hunt.

Archie lo miró frunciendo el ceño, se plantó firme como si estuviera a punto de marcar territorio como un toro bravo y soltó un bufido cargado de falsa dominación.

—Escucha, voy a salir y punto—gruñó al celular haciendo como que colgaba la llamada.

—Ya habías colgado ¿Cierto? —se burló Marlen llegando al lado de su esposo —. Tú puedes salir si quieres, amor... saldré con las chicas.

—¿Ven? Esta señora que ven aquí es mi mujer—aseguró con orgullo —. No celos, no dramas y no dominio... ¡A la par, señores!

Todos soltamos una carcajada divertida ante las palabras de Jacob, era cierto que entre ellos dos no habia ni una sola discusión, en realidad parecía que su amor crecía día con día, incluso después de su discreta boda.

—Entonces... ¿Vamos a embriagarnos o no? —preguntó Jerry llegando a nuestro lado con Álex siguiéndole los pasos.

—¡Por supuesto que vamos a embriagarnos! —gritaron Archie y Hunt al unisonido.

—Yo iré a dormir el resto de la noche—murmuré —. No me molesten.

—Te apoyo, compañero... iré a dormir hasta que la cama me escupa—secundó Arniel.

—¡Oh, vamos! No salen desde hace años, deben salir a divertirse, explorar nuevos horizontes—se mofó Hunt—. Les hará bien para no estar jodidos mañana.

—Paso—aseguré—. Tengo un juicio que enfrentar—murmuré.

—También paso—afirmó Arniel —. Estoy cansado por la misión y lo que menos deseo es salir de fiesta...

Todos hicieron una mueca, desde su muerte ninguno de los dos habíamos vuelto a salir de fiesta, no tenía sentido salir si no encontraríamos su sonrisa en la pista de baile o su cara de enojada cada que nos emborrachábamos, quizás era tonto que ella fuera el centro de nuestro mundo, pero ninguno de los dos quería superarla o dar vuelta a la página a pesar de que ya habían pasado casi dos años desde su partida. Nos aferrábamos a su recuerdo y planeábamos hacer eso hasta el final de nuestros días.

No mentiríamos al decir que habíamos tratado de superarla, incluso habíamos acudido a terapia o al club donde la había encontrado después de nuestra misión a Nasit; simplemente no había motivos para superarla y cada que lo intentábamos su recuerdo parecía llegar como una tormenta llena de emociones que jodian nuestra alma, así que ambos decidimos mantener su recuerdo intacto y mantenerla viva en nuestros corazones.

—Entonces... ¿Nos veremos mañana? —preguntó Archie.

—Ahí estaremos—aseguramos Arniel y yo.

Nos despedimos de nuestros amigos, quiénes al parecer no estaban contentos de que no pudiéramos avanzar y quizás enamorarnos de otras personas, pero ellos no sabían lo que se sentía perder a la mujer de tu vida, a esa muñequita que le había dado sentido y color a toda la existencia, sólo nosotros sabíamos el dolor que permanecía en nuestros corazones y eso que no nos permitía amar a alguien más y que estábamos seguros jamás podríamos hacerlo.

—¡Coronel Harrison! —gritó Maddison .

Suspiré, podía ser amiga de mi infancia, pero no toleraba que quisiera hacerse la importante estando a mi lado.

—¿No tuvo suficientes rechazos? —se burló Arniel.

—Al parecer a Selene tampoco le importan los rechazos.

Arniel rodó los ojos, todas las agentes de la base habían desistido a intentar algo con nosotros, menos esas dos mujeres que habían llegado justo un mes después de ella, ambas habían sido nuestras compañeras de entrenamiento en la FEMR, sin embargo, no teníamos un vínculo estrecho. Ambas se habían tomado como un maldito reto conquistarnos, a pesar de que nosotros les habíamos puesto las cartas sobre la mesa y expresado nuestro desinterés en cualquier relación, fuese formal o casual.

Ni siquiera nos detuvimos a mirarlas, quizá era un gesto grosero pero nadie nos obligaba a contestarles fuera de nuestro trabajo, además sabíamos lo que querían, hacían lo mismo desde un año y medio atrás, nos invitaban a sus fiestas o querían que las acompañáramos a casa y eso en realidad era un dolor de bolas.

—Hola señor—saludó Maddison tratando de besar mi mejilla, me alejé rápidamente logrando que ella trastabillara.

Selene hizo lo mismo con Arniel, pero no tuvo más éxito que su amiga. Por supuesto que eran lindas, ambas tenían preciosos rasgos franceses y ojos negros, eran bonitas pero no llamaban nuestra atención en lo más mínimo.

—¿Qué necesitan? —pregunté cortante.

—Veníamos a invitarlos, haremos una fiesta mañana por la noche y quisiéramos que ustedes...

—Estamos ocupados—cortó Arniel —. Además, creo que hemos dejado bastante claro que ninguno de los dos estamos disponibles...

—Si, pero...

Arniel y yo intercambiamos miradas, sin decir una sola palabra ambos nos giramos en dirección de nuestro auto, no teníamos ganas de lidiar con niñas que querían conquistar a los indomables como nos habían apodado, eran inmaduras y ni siquiera sabía el motivo por el que habían pasado las pruebas.

—No sé la razón por la que siguen insistiendo cada que les decimos que no... es frustrante—gruñó Arniel mientras tomaba el volante del auto.

—Es demasiado frustrante—aseguré colocándome el cinturón de seguridad—. ¿Qué cenaremos?

—Estaba pensando en ir por hamburguesas—murmuró.

Asentí sin decir una sola palabra.

Salimos de la central hacia la gran ciudad, ambos teníamos un hambre de los mil demonios y anhelábamos poder disfrutar de una buena hamburguesa después de la tortura de sopa enlatada durante dos meses.

Arniel y yo habíamos creado un lazo incluso más fuerte que antes de ella, después de todo, no había nadie más que comprendiera el dolor que el otro sentía, un dolor tan calcinante que incluso sentíamos que nuestros pechos habían dejado de latir en el momento en el que ella había sido enterrada en ese sarcófago. Quizás era triste que no pudiéramos avanzar, pero después de un tiempo de intentarlo dejamos de hacerlo, no tenía sentido tratar de superar lo insuperable.

Estacionó el auto en uno de los locales de comida rápida, pedimos nuestra orden y un par de malteadas de fresa con chispas de chocolate y galleta oreo, eso era un hermoso recordatorio de la mujer que amábamos. Quizás cualquiera pensaría que estábamos locos, seguíamos viviendo con el recuerdo de un fantasma que se había marchado de nuestro plano existencial, pero para nosotros era la única manera de mantenernos a flote pues sin ella, sentíamos que nuestro salvavidas había sido perforado.

No comimos en el lugar, subimos al auto y nos dirigimos a nuestro hogar, a pesar de que quedaba más lejos que los antiguos departamentos, ambos queríamos estar en el lugar donde la habíamos amado por primera vez juntos, ese lugar a las afueras se había convertido en nuestro hogar, lo habíamos remodelado sin dejar que el diseño se alterara, sólo lo habíamos adaptado para poder tener una vida ahí.

Sí, quizás era alejado de toda civilización, pero de cierta forma sentíamos que el espíritu de ella seguía ahí con nosotros, era como estar en el lugar donde los tres habíamos experimentado por primera vez el verdadero amor, quizás esa era la razón por la que nos sentíamos seguros ahí.

Bajamos del auto, encontrando nuestras pequeñas mascotas corriendo por todo el patio mientras Lucía y Katy las perseguían, mi nana y la nana de Key habían aceptado trabajar para nosotros en ese hogar.

—Señores... bienvenidos—saludó Katy limpiando el sudor de su frente—. Los cachorros querían jugar y los sacamos un momento al jardín.

Los tres cachorros idénticos a Perséfone y Hades corrieron hacia nosotros a manera de saludo, solté una pequeña risa al ver que los tres apenas lograban mantenerse de pie, pero que aun así no flanqueaban al correr en nuestra dirección.

Cargué a una de las cachorritas en brazos, les encantaba la atención y tenían chispas llenas de energía, eran cachorritos tan vivaces que estábamos seguros Key los habría amado. Arniel cargo a los dos cachorros, quienes sin dudarlo comenzaron a darle lengüetazos por todo el rostro, esa era su forma de saludar y demostrar el gran amor que tenían por sus dueños.

—¿Las trajeron hoy? —pregunté.

—Si—murmuró Katy—. Llegamos hace un par de horas después de su llamada, ya les dimos de cenar y Persi, Hades y Tikka estan adentro, teniendo una especie de convención de adultos.

—¿La gatita dejo de ser tan quisquillosa?

—Está tratando—murmuró con una mueca —. Desde lo de la señorita... bueno... ella trata de recuperarse...

Cortó sus palabras, era claro lo que iba a decir, todos sabíamos que sus mascotas también habían sido afectadas con su partida.

Nosotros, personalmente habíamos hablado con Katy, le habíamos explicado toda la situación y le dimos la noticia más triste, ella consideraba a Keyli como una hija y merecía saber que ella habia muerto y la razón, aunque al principio ella se habia negado a aceptar que Keyli era una agente secreto, aprendió a manejarlo e incluso ella nos pidió quedarse con sus mascotas, pero nosotros no pudimos dejarlas ir, por ese motivo le pedimos trabajar para nosotros y cuidarlas cuando tuviéramos que ausentarnos.

—Trajimos hamburguesas, ¿Quieren quedarse a cenar?

—Les agradecemos mucho su invitación, pero por lo menos yo debo de llegar a casa a preparar la cena para mis hijos.

—Yo también, necesito preparar la cena para mi esposo... pero mañana nos veremos en la cena ¿no?

—Si—respondí con una leve sonrisa—. A las siete, no lo olviden...

—Por supuesto—aseguró Katy —. Allí estaremos.

Ambas mujeres se despidieron con una sonrisa en el rostro, eran mujeres nobles y bondadosas, Keyli quería demasiado a Katy, había sido su nana desde pequeña, por este motivo no se nos hizo justo mentirle y después de hablarlo con sus padres decidimos confesarle la verdad, una verdad muy dolorosa, pero necesaria.

Cenamos en completo silencio, ninguno de los dos dijo una sola palabra, pues ambos parecíamos entender que el silencio del otro significaba que los recuerdos llegaban a nuestras memorias. Era triste tener los recuerdos de ella solo en nuestras memorias, no había otra manera de que pudiéramos recordarla.

Era un recuerdo realmente doloroso, saber que la habíamos tenido, pero habíamos perdido tan pronto. Habíamos dicho y aunque sonase cliché, que para amarla no bastaba una vida, menos un par de meses a su lado, pero la vida había sido egoísta y nos la había arrebatado demasiado rápido.

—Lavaré los platos—murmuré.

—Yo iré a dormir—contestó Arniel con una pequeña mueca.

Ambos sentíamos el mismo dolor, ambos sentíamos que algo en nuestro pecho había perdido el color y que se había convertido en una bola sin sentimientos, bueno quizás el único sentimiento que teníamos era el de venganza, pues no descansaríamos hasta asesinar al maldito hijo de puta que no sabía arrebatado al amor de nuestra vida.

Escuché los pasos de Arniel perderse por los pasillos de la casa.

No dije nada, a pesar de que vivíamos juntos, teníamos nuestras propias cosas que hacer y si estábamos en ese lugar era para mantener vivo el recuerdo de la mujer que habíamos amado como nunca nadie amó a otra persona, quizás podía considerarse enfermo, pero la única manera los que nuestros corazones no sangraban era estando juntos recordando todo lo que ella nos había hecho sentir.

Terminé de lavar los platos y caminé hacia mi habitación, pero antes de poder llegar escuché unos cuantos ruidos en la biblioteca. Abrí la puerta encontrándome Arniel sentado en medio de la habitación con cientos de papeles a su alrededor y una de las tabletas de la IISMFCMO en mano, enarqué una ceja al verlo, éramos completamente iguales; aprovechábamos cualquier momento que teníamos libre para poderle seguir la pista al desgraciado que merecía la muerte más que cualquier otra persona.

—Creí que irías a dormir—me burlé.

—¡Oh, calla, Harrison! —se mofó rodando los ojos —. Tú también tenías pensado venir aquí...

—Sí, pero pensaba hacerlo cuando tú ya estuvieras dormido, has arruinado mis planes, Vallarelli.

—Dos cabezas piensan mejor que una, hermano...

—Bueno en eso tienes razón—contesté—. ¿En qué estás ahora?

—Magnus Schiavone, desapareció de la faz de la Tierra hace un año y 9 meses, tiene orden de captura en más países de los que existen y está siendo perseguido por más de trece ejércitos, pero el desgraciado sabe cómo ocultarse...

—Su último avistamiento fue en el bosque ¿no?

—Sí, nadie volvió a verlo de ahí y se encargó de asesinar a cada una de las personas que teníamos dentro... hemos buscado hasta debajo de las rocas y no está...

—Es tan hijo de puta que seguramente se operó el rostro para que no pudiéramos reconocerlo...

—Posiblemente...—murmuró con una mueca —. Pero nadie se atrevería a operarlo sabiendo que tiene a todos los ejércitos en contra. Incluso se levantó una alerta con los civiles por si lo veían, pero nadie nos da razón de él, Archie trató de localizarlo por cientos de programas, pero no hay nada que nos indique dónde diablos se esconde.

—¿Y sus ratas?

—Hemos capturado más de 10 pertenecientes a la mafia, nadie sabe nada de su rey, sólo saben que deben obedecer órdenes que llegan de la nada.

—Debe de haber alguna forma de ubicarlo, no es tan inteligente como nosotros... siempre le llevamos un paso adelante...

—Pero en estos momentos parece que vamos dos detrás de él... hemos intentado de todo y obtenemos el mismo resultado que el primer día... esto comienza a hastiarme

—A mí también, pero prometimos algo y no nos rendiremos hasta tener su maldita cabeza colgada en la pared... se lo debemos a ella—murmuré con una mueca —. ¿Qué me dices de Rusia? Tenía a las autoridades compradas... o quizás en Italia...

—El gobierno de ambos países autorizaron el cateo y la búsqueda dentro de sus territorios, pero realmente parece que se esfumó en la nada.

—Sabe que lo estamos cazando, no va a salir tan fácil y por el momento no tenemos ningún incentivo que lo ayude a salir de su maldito escondite...

—¿Y no crees que él no se esté cazando nosotros? sé que puede ser tonto, pero algo me dice que así como nosotros lo estamos cazando, él nos está cazando nosotros, simplemente quiere que bajemos la guardia en algún momento para atacarnos—susurró.

— Es una posibilidad, pero tuvo el momento más vulnerable de todo el ejército, pudo habernos atacado y no lo hizo... no sabemos qué está jugando o si realmente teme que lo atrapemos...

—No creo que esté jugando... ya sabes él nunca baja la guardia y si lo hace significa que va a atacar.

—no puedo evitar pensar en que quizás, estamos persiguiendo un fantasma... el consejo quiere retirar la ayuda para encontrar al mafioso... los ministros están haciendo todo, pero no tenemos ni siquiera algo que nos confirme que ese bastardo sigue con vida... puede ser que las heridas que le dejamos... realmente lo mataron.

Él asintió.

No teníamos ni la mínima idea si ese bastardo seguía vivo, lo habíamos perseguido durante más de un año y medio, pero se le había perdido el rastro el mismo día en que Keylani había muerto. no podíamos evitar pensar que realmente estábamos persiguiendo un fantasma que ya no existía, que se había hecho cenizas junto con ella.

Schiavone no era un hombre de quedarse quieto, cuando tenía cuentas pendientes no le importaba nada y las saldaba hasta matar... pero a pesar de que seguía teniendo el título de rey, parecía que la nueva mafia estaba tomando mayor poder que él.

—El lunes debemos entregar el informe sobre el mayor de los Schiavone... ni siquiera sabemos cómo carajos él sigue vivo y está tomando mayor fuerza de la que tenía su hermano... camino para acá, Archie me mostró un par de archivos de la Fuente Negra, tal parece que la lealtad del Ejército Rojo Revolucionario ahora le pertenece a Dereck Schiavone...

—Otro bastardo que me harta—contesté—. Pero con esa información, quizás podemos deducir que los dos hermanos tienen comunicación y el rey le está cediendo el puesto al mayor, es una teoría un poco tonta considerando cómo terminaron las cosas para ellos dos, sin embargo Magnus no es tonto no dejaría que su hermano le arrebata el puesto de rey, la única forma es que él se lo ceda.

—El lunes digamos nuestras sospechas a los ministros, quizás con su ayuda podemos encontrar una buena solución a todo o una única solución más bien...

—De acuerdo... —murmuré.

Ambos nos quedamos en completo silencio al ver una fotografía en donde ella aparecía con una sonrisa tan radiante que me hacía sentir completamente vivo. Miré fotografía que estábamos utilizando para nuestro caso pues a pesar de que era nuestra novia, ella había sido la principal víctima de ese maldito hijo de puta.

Arniel me entrego una copa de whisky, el olor me habia dejado de gustar, pero era la única forma de imaginar que por un par de segundos, mientras el alcohol quemaba mi garganta, que ella estaba cerca.

—La veo en todas partes...—murmuró con una triste sonrisa.

Solté un suspiro, detallando la bella sonrisa de mi amada en la fotografía que parecía tan lejana.

—La extraño como a nada—contesté afirmando la fotografía contra mis manos.

Sentí una pequeña lágrima resbalar por mi mejilla, odiaba sentirme así, pero eso ocurría cada que veía una fotografía de ella; mi compañero no tuvo una reacción muy diferente, pues al igual que yo, parecía que las lágrimas se volvían incontrolables cuando se trataba de ella... era un dolor que a pesar de los años no pasaba, por el contrario dolía más que el primer día.

<<No sabes cuanto te extrañamos, nena>>

.

.

.

¿Qué les pareció este nuevo capítulo?

¿Qué esperan que pase con estos dos?

¿Alguna teoría de Magnus?

Holi mis muñequitos!

Aquí estoy de regreso para tener más trabajo como psicóloga!

Espero esta segunda parte los emocione tanto como a mí, créanme que si con "Mi dulce tentación", me querían matar, rieron y lloraron, con esta, las emociones serán multiplicadas al mil.

¿Y cómo no? ¡Nuestro primer maratón! Espero lo disfruten y no me maten en el próximo capitulo (seguro lo harán) y no se preocupen por no entender a la primera, los misterios se resolverán en todo el libro. 

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