Capítulo 64.
Mía.
"Uno sólo puede sentir celos de una persona que tiene algo que debería pertenecerle a uno."~MARGARET ELEANOR ATWOOD
Dicen que los celos son como un dragón que llega a asesinar a todo aquello que nosotros queremos tener vivo, a todo aquello que nosotros sabemos el verdadero amor. No nos damos cuenta cuando esos dragones atacan porque simplemente lo tenemos completamente normalizado de que es algo que ni siquiera pensamos pueda afectarnos en lo más mínimo, lo creemos de una manera que no existe absolutamente nada que pueda cambiar si sentimos celos de alguien que se acerca a la persona que amamos.
En los cuentos de hadas los celos y la envidia son aquellas manzanas envenenadas, con las que se hace dormir a la princesa y asesinarla por querer ser la más bella, la más amada y la más poderosa, los celos pierden todo valor porque el amor es más fuerte que cualquier otra cosa y aunque en la realidad muchos creemos que el amor es la fuerza más poderosa, a veces los celos son aquello que envenenan las almas y hace que en realidad cualquiera muera en manos de los celos.
Dicen que desde muy pequeños necesitamos mantener vínculos importantes en nuestra vida, que debemos ser fuertes porque también sabemos que en cualquier momento la amenaza de perderlos está presente y eso nos hace completamente vulnerables. Quizás tenemos arraigada la idea de que el abandono puede ser en cualquier momento que alguien encuentre algo mejor que nosotros, creemos que no somos merecedores de el amor y que cuando menos lo esperemos seremos abandonados como animales sin hogar.
Sentimos una punzada en el pecho cuando creemos que alguien va a dejarnos porque ha encontrado algo mejor, sin embargo eso no es realmente bueno en una relación, porque no solo estamos perdiendo nuestra propia autoestima, sino que estamos dañando la confianza del al creer que sería capaz de dejarnos, eso es un sello realmente enfermizo que daña de una u otra manera, por eso debemos de tener confianza en que si la persona nos ha escogido es porque realmente nos ama y no por cualquier otro pensamiento que sea intrusivo y quiera hacernos daño.
Por supuesto que en la mayoría de las relaciones existen los celos, pero eso no significa que sea algo bueno, por qué tarde o temprano nos damos cuenta de que sólo hemos estado dañándonos y de que en realidad el amor se ha convertido en una obsesión, eso es lo que ocurre cuando los celos no son controlados de manera correcta, Claro que es normal tener el sentimiento de que podemos perder a la persona que amamos en cualquier instante.
Sin embargo no es normal estar sobre ella todo el tiempo porque eso puede afectar su autonomía y hacerlo sentir inseguro, es como si de un momento a otro dijéramos que no le tenemos la confianza que se necesita para amar, como si lo hiciéramos sentir completamente inservible y como si no valiese de nada nuestra relación, por eso debemos tener completa cuidado en ello, en que los celos no conviertan el amor en una obsesión, una obsesión que mata y que va a ir poco a poco hasta llegar al final y acabar con todo lo que hay a su alrededor. No podemos estar todo el tiempo esperando que nuestra relación se acabe por la llegada de alguien más, tampoco por los fantasmas del pasado que pueden acecharnos en cualquier momento sin que nosotros seamos capaces de controlarlos. No podemos estar todo el tiempo expensas de lo que cree nuestra cabeza que pueda pasar, porque si es así estaremos perdiendo el tiempo como si tuviésemos miedo durante toda nuestra vida de lo que pudiese ocurrir en el futuro.
Los celos son una reacción completamente normal a las emociones que surgen cuando sentimos cuando nos sentimos amenazados de perder algo o alguien, los humanos lo sentimos en determinadas situaciones, pues eso constituye a una respuesta natural del propio organismo, sin embargo, debemos de tener cuidado cuando se convierten en obsesivos y controladores, pues eso es lo que acabará con el amor y terminará haciéndonos tanto daño que será imposible que nos pongamos de pie.
Hay veces que no podemos controlar los celos, pero debemos aprender a hacerlo si queremos mantener una relación llena de confianza y de amor, debemos de tener la confianza plena en que la otra persona nos elegirá frente a mil personas más y que si no es así se debe a que la otra persona simplemente perdió el amor con nosotros, y no significa que estemos haciendo algo mal. Los celos son normales, pero no lo es la obsesión y por eso debemos aprender a soltar cuando lastima en lo más mínimo, porque si mantenemos llegará el punto en el que sea demasiado doloroso y eso carcomerá nuestra alma de una forma realmente irremediable.
Es normal sentir cierto grado de posesividad con la persona que amamos, Claro que eso debe de ser completamente consensuado para que no se convierta en algo que sea horrible,
siempre debemos de saber que la otra persona no es de nuestra propiedad, todos somos completamente libres de vivir.
Sin embargo hay algunas personas que necesitan sentirse parte de algo para sentirse amadas, y si la otra persona está completamente segura de querer tener una responsabilidad así, ambos pueden pertenecer y amarse con la misma intensidad, incluso aunque suene algo posesivo, si el amor fluye no importa nada más.
Estaba completamente enamorado de una mujer que era perfecta, mi hermosa muñequita de ojos verdes era perfecta en todo el sentido de la palabra, ella me había enseñado que en realidad podía nadar en las nubes y hacer sentir a mi corazón que tenía un lugar seguro en el cual habitar, ella me había hecho creer que en realidad aunque existían los seres malignos también existían Los Ángeles llenos de bondad y de luz, porque ella era uno de esos bellos ángeles, era un perfecto Ángel que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás, que siempre tenía una hermosa sonrisa para regalar y que sin importar absolutamente nada, siempre estaba dispuesta a defender la fuerza del amor con su vida.
Era imposible no sentir cierta posesividad con ella, sentía que en cualquier momento el destino sería demasiado egoísta y me la arrebataría, y aunque no la recordaba al 100% mi corazón sabía que ella y yo nos pertenecíamos, no sabía hasta qué grado nos habíamos jurado pertenecernos uno al otro, pero era Claro que mi corazón lo sabía y todo el tiempo me reclamaba estar al lado de la mujer que amaba, de esa hermosa mujer que era capaz de sonreír y hacer que todo mi mundo se detuviera en un instante, esa mujer que me hacía sentir flotando en el aire y que a la vez me sometía a un profundo amor.
Quería protegerla ante todo y ante todos, quizás por eso sentía posesividad con ella incluso más después de haberla hecho mía durante horas interminables, incluso eso había aumentado más después de haberla probado por primera vez, su sabor era perfecto, sus gemidos eran como música de ángeles y su cuerpo suplicando por más eran la danza más perfecta que jamás habían visto mis ojos, ver cómo arqueaba su espalda y como explotaba de placer en medio de gritos y suplicas era simplemente perfecto.
Ella era capaz de idiotizarme con un simple movimiento y la noche anterior había demostrado que me tenía alrededor de su dedo meñique, porque había sido completamente incapaz de negarle más placer, incluso cuando yo mismo podía ver que estaba agotada y que seguramente lo mejor que podía hacer era dejarla descansar, pero su voz llena de hambre y cargada de súplicas por más placer, era suficiente para hacerme perder los estribos y volverla a tomar de una forma realmente hambrienta.
Hundirme en ella había sido lo más perfecto, sentirla rodear toda mi longitud y aferrarme en su interior era lo que más me había derretido, ver su rostro completamente sudado con una perfecta O, remarcada en sus labios, sus ojitos cristalizados por el placer y su cuerpo subiendo y bajando de los orgasmos que le provocaba, había sido lo más perfecto que jamás había experimentado en mi vida. No tenía idea de cómo habían sido nuestras relaciones antes, pero si había estado haciendo algo diferente a lo que había hecho la noche, me encargaría de cambiarlo inmediatamente después de recuperar mi memoria.
Realmente me había sentido completo, había visto su sonrisa después de los orgasmos que le había provocado, sus pequeños temblores cada que trataba de controlarlos aferrándose a mí y sus ojitos llenos de súplica porque le dieran más de lo que le había estado dando, incluso cuando su cuerpo había quedado completamente rendido, sus caderas seguían moviéndose contra mí, intentando tocar un punto que la volvía completamente loca.
Le había tomado en cada maldito lugar de nuestro hogar, las primeras dos horas las habíamos pasado en nuestra habitación, en la cama, en el balcón e incluso contra la pared de cristal. La había hecho mía durante tanto tiempo que cuando terminamos sus piernas estaban temblando, pero aun así podía ver que seguía completamente excitada, me había obligado a mí mismo a parar, no quería lastimarla de alguna manera.
La hice dormir durante una hora, hasta que escuché su estómago gruñir deseando comer; después de convencerla de que era necesario alimentarse, habíamos bajado completamente desnudos en la cocina, ni siquiera habíamos logrado un par de minutos separados después de terminar una pequeña merienda, la tomé sobre la encimera, sobre el lavaplatos, contra la nevera e incluso sobre el comedor.
Alrededor de las 7:00 de la noche ella recibió una llamada, por lo que tuvimos que detenernos y la dejé marcharse a la biblioteca, sin embargo, después de que cortara, me llamó para "mostrarme algo", mi gran sorpresa fue encontrarla completamente abierta de piernas, contra el pequeño balcón interno que daba hacía los amplios jardines, sus labios brillantes me habían invitado a todo y no me habia negado, a mi esposa no podía negarle nada.
Cuando el Sol comenzó a asomar en el horizonte del que tenía vista el balcón de nuestra habitación, ambos caímos completamente rendidos, ella sobre mi cuerpo, dejándome sentir su delicada piel cremosa que lograba enloquecerme de formas realmente ensordecedoras, esa mujer era capaz de hacerme perder los estribos y lo habia logrado en toda la expresión de la palabra, Había dejado de ser un ser pensante por el simple hecho de tenerla cerca de mí, hundirme en ella había sido lo más delicioso que había sentido jamás, y aunque mi cuerpo parecía recordarla, tener esos nuevos recuerdos con ella eran perfectos.
Mi hermosa muñequita era realmente perfecta, no solo porque tenía un cuerpo de diosa sino también porque su corazón estaba completamente lleno de amor, ella me demostraba que me amaba acá no hay instante y yo también lo hacía, quería que ella se sintiera tan amada por mí cómo se había sentido antes y si yo no la había hecho sentir amada antes de perder mi memoria, me aseguraría de hacerle tanto amor que jamás volviera a dudar.
Abrí los ojos de golpe cuando no sentí su calor cerca de mí, el miedo me embriago porque de alguna forma creía que todo podía haber sido un sueño, aunque no la recordaba estaba seguro de que mi corazón la amaba tanto como para poder inventar algo, no quería despertar y darme cuenta de que todo había sido un sueño, porque no estaba seguro de poder soportar que ella no fuese real o que de alguna forma no estuviese a mi lado.
La busqué con la mirada de forma desesperada, realmente anhelando poder verla en cualquier instante y llenarme de La Paz que ella me brindaba, el terror por poco me controlaba, sin embargo, cuando vi su ropa tirada en el suelo de nuestra habitación, supe que todo había sido real, sin embargo ella no estaba por ninguna parte de la habitación.
Me puse de pie inmediatamente, ignorando completamente el tirón de mis costillas, aunque me habían dicho que las heridas ya habían sanado debía seguir teniendo cuidado, pero eso lo había olvidado completamente la noche anterior, pues no me había importado comportarme como un completo animal con ella cerca. Me apresuré a colocarme unos bóxers y un pantalón de chándal junto con una camiseta, ambos de tonalidades grises.
Me coloqué las sandalias, salí a paso apresurado de nuestra habitación, por alguna razón la necesidad de verla frente a mí era aún más grande que antes de haberla hecho mía, quería sentirla cerca para saber que estaba todo bien y para saber que mi vida tenía un sentido diferente al que había tenido durante las dos semanas que había estado consciente, supe que ella era la ancla que me mantenía en el suelo, lo que me mantenía con firmeza en la vida y lo que seguramente me hacía sentir feliz sin importar absolutamente nada.
En cuanto comencé a bajar las escaleras de caracol que llevaban directamente al recibidor principal, una hermosa melodía llenó el ambiente, no era música clásica, era más bien canciones de tipo pop o country en inglés, pero lo que más me llamaba la atención era la dulce voz que salía resaltando de todas las oraciones. Era música completamente alegre, no era una música triste y eso era lo que más me hacía sentir con el corazón hinchado de amor, porque sabía que mi dulce esposa estaba feliz.
Claro que había notado algunos cambios en ella, pero no quería adelantarme a mis suposiciones, como lo había dicho mi padre, también debía esperar a que ella me lo dijera y me confirmara los pensamientos que habían estado atacando mi mente. A pesar de haber perdido la memoria no era un idiota, era Claro yo tenía algunas suposiciones de lo que podía estarle ocurriendo, más después de lo que había ocurrido la noche anterior y la forma en que ella habia colocado en un momento mis manos sobre su vientre.
—Bestia, cálmate por favor—murmuró aun sin dejar de mover sus caderas al son de la música.
Solté una pequeña risa cuando la vi tomar el cucharón que llevaba entre sus manos y comenzaba a cantar a todo volumen las canciones de Taylor Swift, me encantaba verla tan feliz y no sabía si era por mi causa, pero me gustaba pensar que era así y que yo realmente la hacía feliz a ella, a esa hermosa muñequita de ojos verdes que también era mi mayor felicidad. Fue en ese momento en el que me di cuenta de lo que llevaba encima, no era uno de sus vestidos floreados, sino una de mis camisas de botones, su cuerpo pequeño y menudo se adaptaba perfectamente a la tela.
Se giró con los ojos cerrados, dejándome ver que debajo llevaba un top blanco y unos minishorts grises, pero por supuesto que la camisa era lo que más resaltaba en su Menudo cuerpo, ella era pequeña en comparación de mi ropa, pero no había nada más sexy que verla vestir de esa manera.
Como si estuviese completamente hipnotizado por esa mujer, evadí la barra de granito y caminé hasta ella, no llamé su atención porque la música estaba lo suficientemente fuerte como para que ella no me escuchara.
Sin darle tiempo a reaccionar, la tomé de las caderas y la subí en la encimera, antes de que pudiera reclamarme de que la estaba cargando, me apoderé de sus labios con una voraz hambre, quería a esa mujer en todas sus facetas y la deseaba más que a nada en el jodido mundo. Soltó uno de esos preciosos gemidos sobre mi boca y eso fue suficiente para hacerme perder nuevamente el control, sin darme cuenta, estaba duro como una jodida roca y por su respiración agitada era claro que ella estaba excitada.
—Dios, muñeca—murmuré—. No tengo suficiente de ti, me estoy volviendo loco... te necesito ahora, necesito encajarme en ti como si fuese lo último de mi vida...
—C...Conall—gimió sobre mis labios cuando mis dedos se aferraron en sus muslos—. Joder... tómame.
—¿Has dejado de sentirme dentro, nena? —pregunté—. No quiero lastimarte...
—Joder, no me vas a lastimar, solo quiero que me folles aquí y ahora—demandó.
—Pequeña muñeca codiciosa, nuestro hijo no tarda en llegar y dudo que quieras que nos encuentre follando sobre la encimera de nuestro hogar—murmuré sobre sus labios.
—T...Tenemos una hora... pasaran con nonno primero—murmuró en un jadeo—. Fóllame, Conall... Ahora...
Era realmente sorprendente cómo nuestros cuerpos parecían reconocerse uno al otro, era realmente perfecto sentir que ella me pertenecía y que su cuerpo reaccionaba completamente al mío, le di una sonrisa lobuna, antes de bajar sus pantaloncillos cortos de golpe. Liberé mi erección de su encierro y sin demorarme demasiado, me aseguré de lubricarla.
—Estas tan jodidamente mojada, muñeca—murmuré—. ¿En qué has estado pensando, pequeña gatita sucia?
—En ti... en tu polla dentro de mi coño—gruñó, necesitada de placer.
—Mi pequeña muñeca necesitada—murmuré—. El día que dejes de quererme dentro de ti, voy a recordarte este día.
—Cuando deje de hacerlo, quiero que me folles hasta que termine desmayada—suplicó—. Te necesito, Conall... jodidamente te necesito hasta para respirar.
—Joder—gruñí sintiendo como me ponía más duro por ella—. Suplícame, mi amor.
—Fóllame, Conall—murmuró—. Quiero sentirte dentro de mí, quiero que calmes el ardor que tengo y que me hagas explotar en placer... te lo suplico...
—Tus deseos son mis ordenes, muñeca—murmuré.
Antes de que pudiera decirme algo más, me enteré hasta el fondo en ella, una descarga eléctrica me invadió y mi cuerpo tembló de placer, necesitando más de esa preciosa mujer que estaba marcando como mía. La sentí apretarme, esa habia sido nuestra señal de que se habia acostumbrado y que podía moverme como tanto lo deseaba.
Sonreí de forma lobuna, antes de comenzar a bombear con fuerza, saliendo hasta el final y entrando de golpe, llenándola completamente. Estar dentro se sentía como mi hogar, claro que podía vivir sin el sexo, con estar con ella era más que suficiente, pero mi cuerpo también la anhelaba y después de haberla probado, lo único en lo que podía pensar era en estar encajada hasta lo más profundo dentro de ella.
La sentí más mía que nunca, ella me pertenecía tanto como yo le pertenecía a ella, nuestros cuerpos parecían hechos el uno para el otro y era suficiente estar cerca para saberlo. Nuestros cuerpos bailaron hasta que los orgasmos estuvieron tan cerca que fue imposible contenerlos, parecía que estábamos completamente coordinados, en cuando sentí que ella me apretaba con fuerza en su interior señal de un orgasmo, comencé a descargarme sin ningún control dentro de ella.
Nuestras respiraciones estaban completamente agitadas, nuestros labios chocaban en búsqueda de dominar al otro, era una lucha de labios dientes y lenguas, era algo realmente perverso pero a la vez tan perfecto que no tenía una sola comparación con nada, ella era la perfección hecha persona y realmente me encantaba saber que era mía, era mi pequeña muñequita.
—Te amo...—murmuré.
Ella abrió sus ojitos y me enmarcó en su mirada, esperaba que respondiera a las palabras pero parecía completamente congelada, no de la forma en que le desagradaban esas palabras sino más bien como si estuviese completamente confundida de que las dijese tan pronto. No sabía si se las había dicho antes, no sabía si yo la había expresado verbalmente cuanto la amaba, pero era Claro que le sorprendía que dijera esas palabras.
No la presioné para que me dijese esas palabras, después de todo yo las había dicho porque era lo que sentía, estaba seguro de que ella sentía lo mismo pero quizás seguía teniendo el miedo que me había confesado mi padre, el miedo de que la vida le volviese a arrebatar todo lo que tenía, quería quitarle ese miedo y enseñarle que a mi lado ambos podíamos caminar, que ambos podíamos respirar con paz porque estábamos sosteniéndonos el uno al otro y que sin importar qué, ella y yo estábamos destinados a estar juntos.
Después de recuperar nuestras respiraciones, la ayudé a bajar de la encimera. Sus hermosas mejillas coloreadas de rojo realmente me encantaban, era como ver la obra de arte más perfecta en la Tierra y saber que me pertenecía completamente era la cereza del pastel, ella era perfecta en todos los sentidos y realmente me encantaba. Besé sus labios asegurándome de acomodar su ropa, no podíamos arriesgarnos a que nuestro hijo se diera cuenta de lo que habíamos estado haciendo.
Solté una pequeña risa sin poder evitarlo al ver que caminaba un poco extraño hacia lo que había estado preparando, ella se giró en mi dirección y a pesar de que creí que me miraría de manera desaprobatoria, se rio de la misma manera conmigo, ese momento no era sexo, era como estar tejiendo la manta del amor que ambos queríamos.
—¿Estas bien? —pregunté de forma burlona—. Caminas como un pingüino, mi amor...
—No estaría caminando como pingüino si alguien no me hubiese follado toda la noche—replicó.
—Y yo no hubiera estado follando toda la noche a mi hermosa muñequita, si no me hubiese estado suplicando durante horas—bromeé.
—Joder, cuando lo dices así me siento sucia—murmuró riendo.
—Bueno, si mi esposa es más abierta conmigo, podría considerar follarla así todas las noches—murmuré a forma de broma.
No pase por alto su reacción, se tensó inmediatamente y supe que la había cagado completamente al decirle esas palabras, no quería presionarla pero a la vez me sentía a ciegas caminando, quería saber todo de ella y aunque ya lo sabía seguramente, no me acordaba y quería recordarlo para poder ser completamente bueno con ella.
— He preparado tortitas de avena con espinacas y jamón... ¿si te gustan? —evadió, levantando sus muros nuevamente.
—Todo lo que tú cocinas me gusta—murmuré.
Me debatí durante un par de minutos si debía presionar más o si debía quedarme completamente callado, sabía que ella me amaba y que seguramente tenía miedo de decirlo, pero no sabía qué era lo que tenía que hacer para hacerle entender que yo sentía lo mismo por ella y que sin importar nada yo la protegería a ellas y a su secreto.
—Dilo...—murmuró.
Levanté la mirada, enfocándome sus ojitos verdes, por supuesto que ella no era tonta y sabía lo que estaba pensando, sabía que me estaba debatiendo internamente por preguntarle todo lo que mi cabeza quería, no quería abrumarla y tampoco hacerla sentir como que no tenía confianza, sin embargo necesitaba saber más para poder estar con ella, me sentía cerca de ella pero a la vez como si estuviésemos a kilómetros de distancia y eso era por la distancia que ella había trazado.
—Dije que te amaba—murmuré.
Me sentí un completo idiota cuando vi sus ojitos llenarse de inseguridad, quise regresar el tiempo por un momento, sin embargo ya era demasiado tarde para hacerlo, porque ella se encontraba completamente centrada en mí y sabía que estaba tratando de averiguar qué era lo que quería. Dejó un plato con la comida que había preparado frente a mí, mientras servía un par de vasos de jugo y los colocaba perfectamente sobre la encimera.
—Lo sé—murmuró.
—¿Lo sabes? —pregunté.
Quería más, seguramente era un maldito bastardo por no dejarla pensar con claridad o por estarla presionando con mis estupideces, pero simplemente no estaba dispuesto a recibir solo esa respuesta monótona, necesitaba más de ella y sabía que lo nuestro era más que eso, necesitaba escuchar lo que estaba pensando y lo que necesitaba de mí.
—Tengo miedo, Conall—murmuró.
—¿Miedo? ¿De mí?
—Por supuesto que no tengo miedo de ti, tengo miedo de que el maldito destino decida volverme a arrebatar todo lo que he construido, ya lo hizo cientos de veces y creo que mi corazón no está lo suficientemente preparado para otra pérdida, ya creí que te iba a perder bastantes veces, perdí la esperanza de absolutamente todo y lo único que me mantuvo a flote fue nuestro hijo—murmuró con sus ojos llenos de lágrimas—. ¿Qué haré si vuelvo a perderlo todo, si vuelvo a perderte y perder a...?
—No quiero que sigas ocultándome las cosas, Key—murmuré—. Somos una pareja, tú y yo deberíamos compartir todo, o ¿Antes me comportaba como un completo bastardo? Quiero decir un bastardo que ni siquiera te doy la oportunidad de sentirte amada.
—No es porque no te tenga confianza, es porque siento que sí lo digo lo voy a perder, por qué siento que vas a volver a desaparecer de mi vida y voy a volver a perderte como ya lo hice tantas veces, entiende que mi corazón no es lo suficientemente fuerte para volver a enfrentar una pérdida...
—¿Y por eso no quieres decirme que me amas? ¿Tienes miedo de que me esfume?
—¡Si! ¡Ese es mi maldito miedo! —murmuró—. Tengo miedo de decirte que te amo, de decirte todo lo que está ocurriendo dentro de mí, que vuelvas a desaparecer de mi vida, que vuelva perderte como lo hice y qué esta vez no haya nadie que te ayude a fingir tu muerte.
En ese momento me sentí un completo bastardo, la estaba presionando cuando lo que ella tenía en su interior era el dolor de haberme perdido una vez, de haber perdido absolutamente todo y de quedarse completamente sola en la Tierra, ella tenía miedo a volver a caer en ese profundo bache de desesperación y dolor, no quería que fuese así, pero por supuesto que mi muñequita tenía miedo de volver a quebrarse.
No estaba actuando por impulso, estaban actuando por amor, porque lo que sentía por esa mujer era inexplicable con palabras, tan malditamente inefable que realmente no había sentido humano. Me puse de pie ignorando completamente todo a mi alrededor, me acerqué a ella a gran velocidad y la estreché contra mi cuerpo con fuerza, queriendo transmitirle toda la seguridad que ella me provocaba a mí, queriendo que mi muñequita sintiera que estaba segura a mi lado y de la misma forma, que entendiera que sin importar absolutamente nada, yo siempre estaría para ella, incluso si tenía que volver de la muerte cientos de veces, jamás volvería a estar lejos.
—¿Me amas, Keylani? —pregunté.
—S...Sí—murmuró—. Pero tengo miedo...
—Yo también tengo miedo a cada instante, desde despertarme y darme cuenta de que solo eres una ilusión de mi cabeza, tengo miedo de abrir los ojos y darme cuenta de que jamás has existido, de que no es que he perdido la memoria, sino más bien que me he vuelto loco y estoy imaginando un Ángel de ojos verdes...
Se afirmó a mi camisa, mientras sus sollozos se hacían cada vez más fuertes, la estreché contra mi cuerpo queriendo que ella entendiera todo el amor que tenía hacia su ser, mi muñequita lo era todo para mí por supuesto que no iba a dejar que se sintiera insegura, ella era mi todo y si tenía que descender al infierno lo haría. También tenía miedo de despertar y darme cuenta de que sólo era una ilusión, pero con el simple hecho de sentir su calor a mi lado era suficiente para saber que no estaba delirando ni soñando, era ella, mi mujer era real.
La dejé llorar contra mi pecho mientras acariciaba su espalda y su sedoso cabello entre mis dedos, la amaba con todo mi corazón y por supuesto que aunque mi cerebro no la recordaba, mi corazón lo hacía y eso sólo servía para amarla más, porque me estaba enamorando por segunda vez de la misma mujer, incluso tras haberla olvidado, no había nadie más a mi alrededor y así perdiese la memoria mil veces, me enamoraría mil veces de ella, porque para mí no había absolutamente nadie más a mi alrededor.
—Debo decirte algo—susurró.
Me separé un poco de ella, sabía que quería confesarme la verdad, todo lo que le estaba ocurriendo y lo que le estaba haciendo sentir así de insegura, no sabía que era pero quería enterarme para poder estar para ella. En ese preciso instante, escuchamos como la puerta principal era abierta y aunque no estábamos haciendo nada malo, como por puro instinto ambos nos separamos y la vi limpiar discretamente las mejillas que estaban completamente llenas de sus lágrimas.
—¿Qué quieres decirme?
—Después...—murmuró.
Asentí sabiendo que no debía presionarla.
Pronto escuché unos pequeños pasos corriendo a una gran velocidad, poco a poco se escuchaban más cerca y estaba seguro de que se trataba de nuestro hijo, el niño que solo había visto en algunas fotografías y en otro par de videollamadas.
Abrí la boca sin poder decir absolutamente nada, el niño era realmente hermoso, Claro que había sacado toda la belleza de su madre, su rostro era fino pero a la vez tenía tanta ternura que me daban ganas de estrecharlo con fuerzas y protegerlo de todo mal, su cabello era cobrizo y eso estaba seguro me pertenecía a mí, pero lo que más resaltaba en su piel blanca como la nieve, eran sus profundos ojos verdes.
—¡Papis!—chilló.
Antes de poder detenerlo, el niño corrió a los pies de mi esposa y se abrazó con fuerza a ella. Mi mujer sin lograr contener las lágrimas, lo estrechó con fuerza contra su cuerpo y pude ver la alegría desbordándose de su ser, era Claro que amaba a nuestro hijo como a su vida misma. Por lo poco que sabía ellos se habían tenido un al otro durante dos años, después de que yo había fingido a mi muerte para protegerlos y atrapar a las personas que nos querían hacer daño.
—Mi pequeño gran valiente—murmuró mi esposa—. Estas enorme, ¡Dios! Parece que tienes diez años—chilló.
—El Doc. dijo que mi cuerpo está creciendo para adaptarse a mi mente—murmuró como si fuese lo más normal del mundo—. Además, creo que las micropartículas que estamos explorando estan haciendo cambios en mí.
—Dios, ni lo digas—murmuró mi esposa.
—Sólo bromeo mamá, en la escuela tienen demasiado cuidado de que no nos acerquemos a sustancias peligrosas o que puedan hacer cambios en nuestros cuerpos—murmuró—. Pero creo que nos alimentan con muchas cosas buenas porque todos estamos creciendo, además ¿Sabías que implementaron un sistema de entrenamiento como el que tenían en mi academia antigua?
—¿De verdad? Quizás es porque tu madre se los ordenó—murmuró un hombre que no habia visto antes.
—¡Pávlov! —regañó el hermano de Keylani—. Key te va a matar, dijo que era un secreto.
—Con ustedes nada es secreto, tíos—murmuró el pequeño—. Parecen dos señoras de mercado que chismorrean todo el tiempo... con Archie son en trio perfecto de chismosos.
Mi esposa soltó una fuerte carcajada.
—Mi amor...—murmuró—. Deja de molestar a tus tíos, ellos fueron los que se ofrecieron a irte a cuidar.
—Está bien, mami—murmuró.
De repente los ojitos de mi hijo se giraron hacia mí, la curiosidad se desbordó en su mirada Esmeralda, tan perfecta que parecía la de mi esposa, pero no podía dejar pasar las pequeñas manchas que había de tonalidades grisáceas alrededor de su pupila. No sabía si habían sido sus ojos siempre así, pero eran la perfecta combinación entre mi esposa y yo.
—Tus ojos cambiaron mi amor—murmuró mi muñeca.
—Sipi
Solté una pequeña risa al darme cuenta de que esa expresión también la tenía mi esposa, pero no pude evitar quedarme completamente idiotizado por mi hijo, realmente saber que tenía un hijo con la mujer que amaba era suficiente para que toda mi vida tomara un sentido completamente nuevo.
—Hola, papi—murmuró—. Sé que quizás no me recuerdas, pero yo me acuerdo muy bien de ti, después de todo tengo la memoria fotográfica de mamá y eso es realmente bueno porque jamás olvido nada...
—Hola, campeón—murmuré.
—Siempre me llamas así—murmuró—. Perdón que esté divagando pero... me alegra mucho que estés bien, me sentí preocupada cuando mamá me dijo que habías tenido un accidente... después cuando mami me dijo que habías perdido la memoria... mis amigos y yo hemos estado trabajando para ayudarte a recuperar la memoria, aunque ahora estamos de vacaciones y hasta que regresemos no podremos hacer mucho, pero te prometo que vamos a encontrar algo para que tú recuperes tu memoria y recuerdes a mamá.
—Tu mamá siempre me dice que eres el niño más inteligente, ahora estoy comprobando que eres realmente inteligente—murmuré—. No te recuerdo, pero te prometo que estoy realmente orgulloso de ti, en todo el sentido de la palabra estoy orgulloso de que seas mi hijo...
—Siempre dices eso papá—murmuró—. Siempre dices que estás orgulloso de mí y lo sé...
—Sabes qué papá y yo siempre estamos orgullosos de ti...
—Sipi—murmuró.
Mi hijo se acercó a mí y me abrazó, sentir su calor fue realmente reconfortante, no necesitaba cientos de pruebas de ADN para saber que él era mi hijo, con el simple hecho de estar cerca sabía que era mi sangre y eso realmente me gustaba.
Levanté la mirada, cuando escuché una risa, realmente no sabía qué era lo que me pasaba, pero de repente la ira se encendió en mí al ver a Pávlov, como lo habia llamado mi cuñado, rodeando a mi esposa, seguramente me debía considerar un completo idiota, Pero el simple hecho de ver que otro hombre estaba abrazando a mi mujer realmente me hirviera la sangre.
Traté de controlar ese sentimiento de celos que me inundó, por supuesto que no era nada sano sentir celos de ese hombre con mi muñequita, sin embargo no podía controlar ese sentimiento porque el simple hecho de saber que ella me pertenecía era como si quisiese encerrarla en un lugar para que absolutamente nadie volviera a tocarla, me sentía enfermo, pero no podía controlarlo, la amaba tanto que deseaba estar todo el tiempo con ella.
—Tío Nick es casado—susurró mi hijo.
—¿Qué?
—No soy tonto, papá, tengo una mentalidad de quince años, así que sé lo que estas sintiendo—murmuró—. No le diré a mamá, pero debes hablar con ella...
Me sentía un completo idiota, incluso mi hijo se había dado cuenta de mi reacción y eso realmente era malo, no podía ponerme celoso de alguien que simplemente estaba abrazando inocentemente a mi esposa, no era un bastardo controlador y ella era libre de abrazar a sus amigos.
Levanté la mirada y pude ver su sonrisa juguetona, era claro que se había dado cuenta de mi pequeño ataque de celos, pero en vez de molestarse parecía realmente divertida, la miré interrogante, queriendo saber que pasaba por su pensamiento, me causaba tanta curiosidad que realmente estaba dispuesto a todo por descubrirlo, ella era un enigma y lo queria descubrir completamente.
<<Pequeña muñeca, quiero saber todo de ti>>
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top