Capítulo 61.
Fantasía.
"La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad; es creación y osadía."~ EUGÈNE IONESCO
A veces la vida nos hace darnos cuenta de que incluso si nuestra memoria es lo demasiado difusa como para recordar algo o alguien, nuestro corazón es capaz de recordarlo porque mantiene en lo más profundo los recuerdos que nos hicieron sentir bien, aquellos recuerdos que nos llenaron el alma y que nos hicieron sentir que estábamos un paso más cerca del paraíso; pero no sólo son los recuerdos los que permanecen en nuestros corazones, incluso cuando nuestra memoria deja de funcionar de la manera correcta y nos hace olvidar a todas las personas que amamos, sino que también recordamos a todas aquellas personas que fueron parte de nuestro pasado, que nos hicieron sentir seguras y que aunque no las recordemos, nuestro corazón se siente a salvo a su lado.
Cuando la vida nos pone situaciones en las que necesitamos recordar a las personas que amamos se siente realmente terrible no poder tener el conocimiento de quiénes son aquellas personas que han estado a nuestro lado durante toda nuestra vida, aquellas personas que nos han hecho sentir bien y que nos han dado el calor que necesitamos cuando sentimos que la vida se nos va de nuestras manos. Sin embargo nuestro corazón siempre es más inteligente que la cabeza, y guarda en lo más profundo los recuerdos de las personas que amamos, y aunque no recordemos su rostro, sentir su presencia es suficiente para saber que estamos a salvo.
Algunas personas en nuestra vida se convierten en nuestros ángeles, ángeles que están dispuestos a todo por nosotros y que nos muestran con su sonrisa que la vida puede ser hermosa incluso si no vemos más allá de la neblina que se forma en nuestras vidas causada por el dolor y la desesperación, nos muestran que hay algo más después de ese dolor y que si estamos a su lado podemos ser capaces de destruir absolutamente todo para que nuestro corazón se sienta a salvo completamente.
Esos ángeles normalmente están en nuestras vidas desde que estábamos en lo más profundo del pozo más doloroso que hemos enfrentado, el pozo de la desesperación en donde la desesperanza nos invade y nos hace ver todo absolutamente quieto, nos hace ver que no existe absolutamente nada bueno a nuestro alrededor, pero cuando esas personas están ahí sabemos que estamos a salvo porque siempre nos cobijarán con sus alas y nos harán sentir completamente seguros incluso si la vida se nos es arrancada de las manos.
Dicen que el corazón es capaz de recordar incluso cuando la mente olvidó absolutamente todo, que es un sentimiento realmente extraño porque se siente el amor en el aire y de una u otra manera el corazón es capaz de recordar eso el amor que existe entre otra persona y él, es capaz de recordar los momentos que marcaron nuestra vida y aunque no podemos verlos como un recuerdo sabemos que están ahí, sabemos que ocurrieron y que nuestras vidas están completas siempre y cuando estemos al lado de las personas que amamos.
A veces se necesita sacrificar las cosas para poder avanzar, incluso cuando el olor es demasiado, debemos tener en cuenta que es necesario avanzar para no quedarnos estancados en el profundo dolor que pueda provocar alguna situación. Siempre podemos tomar la mano de los que amamos, dar un paso al frente y continuar con nuestras vidas incluso si hemos perdido aquello que nos hace sentir completos, incluso si perdimos la memoria y no recordamos absolutamente nada de nuestras vidas, siempre existirá algo que nos hará entrar en razón y ver más allá de lo que tenemos frente a nuestras narices.
Era realmente desesperante no saber absolutamente nada de mi vida, de no conocer absolutamente a nadie de los que decían ser mis amigos, ni siquiera lograba recordar a mi padre o a mi madre que me había hecho una videollamada un par de días después de despertar, sabía que estaban diciendo la verdad porque mi corazón me lo dictaba, los reconocía sin embargo no tenía ni siquiera el mínimo recuerdo de ellos.
Pero lo que más me dolía era no saber cómo me había enamorado de esa hermosa mujer y más aún cómo había logrado conquistarla, con lo poco que me conocía yo era un maldito demonio que no necesitaba ser amado, o más bien no merecía ser amado, no tenía ni la menor idea de absolutamente nada, estaba completamente en blanco y la información que me daba no era suficiente para sentir que la vida que decían era mía.
Me sentía desesperado porque realmente quería conocer más de mí, quería saber quién era y si el amor que le tenía esa mujer incluso sin recordarla era más fuerte antes de mi accidente, sabía que era así, porque ella me miraba con una adoración que realmente me hacía sentir en mi lugar seguro sin importar que estuviese una guerra sobre nuestras cabezas. Quería recordarla porque algo me decía que estaba ocultando algo de mí y en realidad de todos los que estaban ahí, me sentía realmente confuso porque ella de repente se desaparecía con mi padre y cuando regresaba tenía una gran sonrisa en sus labios, no estaba sintiendo celos de mi padre, pero también quería ser parte de esa felicidad, la felicidad que ella estaba teniendo y que no me decía que era lo que estaba ocurriéndole, quería descubrirlo y ser parte de ello.
Miré a mi hermosa esposa, realmente era perfecta tan hermosa que no había una sola comparación con absolutamente nada en la Tierra, y Los Ángeles y los dioses se quedaron cortos con su belleza, ella era perfecta en cada sentido de la palabra y si en el hospital me había quedado completamente cegado por su belleza, una vez que llegamos a nuestro supuesto hogar supe que no había comparación alguna.
Ella era realmente perfecta y cuando estaba mostrando algo que le gustaba podía haber un brillo realmente especial en sus ojos, un brillo tan perfecto que me hacía sentir en casa incluso cuando no sabía dónde era mi hogar, pero a ciencia cierta había descubierto que ella era mi hogar, donde ella estaba podía sentirme tranquilo, no importaba si era Rusia o Sicilia o si nos encontrábamos en el fin del mundo, no sabía si eso lo sentía antes, pero si de algo estaba seguro era que no quería dejar de sentirlo.
Cuando el jet aterrizó en la pista de Sicilia no pude evitar sentirme realmente esperado, en cuanto bajamos había una gran cartelera en donde decía Bienvenidos a casa, allí estaban todas las personas de las que mi mujer me había hablado, todos eran nuestros amigos y se encontraban realmente felices por nuestro regreso y yo me encontraba también feliz por estar ahí, no los recordaba pero se sentía un aura en el que la amistad y el amor era realmente verdadero.
Gracias a ella no me sentía tan perdido, había hablado conmigo antes de que partiéramos de Rusia, me había dicho que las únicas personas que sabrían de mi situación eran las más cercanas a nosotros, por lo que debía evitar cualquier contacto con personas externas a mí, ella se encargaría de manejar todo y de consultarme algunas decisiones, sin embargo hasta que no recuperara mi memoria no podía regresar a hacer las cosas que hacía antes del accidente.
Estaba completamente de acuerdo con ella, aunque no habíamos hablado demasiado de lo que era, estaba completamente seguro de que ella sabía lo que estaba haciendo, en la semana que llevábamos conviviendo, me había dado cuenta de que ella no solo era jodidamente hermosa y una verdadera descripción a la perfección sino que también era la mujer más lista sobre la faz de la Tierra, era una mujer realmente perfecta, en todo el sentido de la palabra ella era capaz de resolver problemas que le ponían sus hombres en cuestión de segundos y por lo que sabía, ella era la reina de toda la mafia del mundo, así que era Claro que todos la respetaban.
Ella era demasiado hermosa, no sólo en lo físico sino también en todo lo que la describía como persona. Era perfecta y realmente no tenía idea de cómo se había fijado en mí. Ella era hermosa y yo por lo poco que me había visto frente a un espejo parecía ser más bien una bestia en lugar de un hombre, pero cada que ella me miraba con sus ojos llenos de amor, me hacía sentir como si fuese el hombre más hermoso del mundo.
Después de darme un ligero recorrido por todo el lugar, la vi perderse de mi vista y minutos después apareció frente a mí, con un hermoso vestido blanco suelto se veía hermosa en todo el sentido de la palabra porque ella brillaba como nunca antes la había visto, el blanco le quedaba perfecto a su piel pálida y así es resaltar aún más su cabello negro y sus preciosos ojos verdes, esos ojos que me tenían completamente idiotizado.
La vi bajar por las escaleras de caracol con el teléfono pegado a la oreja, podía ver una gran sonrisa en sus labios y esos son los significaba que estaba hablando con nuestro hijo, no me había contado demasiado sobre ello, me había dicho que era una historia realmente complicada y que a ciencia cierta ella tampoco la sabía completamente, pero nuestro hijo había sido concebido por la loca de mi ex esposa, se había embarazado tras la fecundación de un óvulo de mi mujer con un espermatozoide mío, había tan pocas posibilidades de que eso ocurriera, pero al parecer el karma sí nos había favorecido a nosotros dos.
Ella se veía realmente feliz cada que hablaba con nuestro hijo, era como si su rayito de luz fuese él y me hacía sentir bien porque de una u otra manera sentía que estaba opacando su felicidad, después de todo aunque no sabía qué era lo que estaba ocultándome, sabía que era algo que le causaba una enorme felicidad.
—Preparare de comer—murmuró con una pequeña sonrisa.
La mire moverse de un lado a otro, mientras preparaba la comida para ambos, no me gustaba que me tratara como si fuese alguien que no podía poner un pie para hacer algo así que sin pensarlo, me puse de pie ayudarla a cocinar, con una gran sonrisa en sus labios me permitió que la ayudara a revolver algunas cosas en un bowl mientras ella se encargaba de preparar otras cosas en la estufa, era la primera vez que teníamos una interacción fuera del hospital, una interacción real en la que ella no me trataba como si fuese alguien que se iba a romper de un segundo a otro y por un momento supe que nuestra relación era realmente hermosa.
—¿Cómo es nuestra relación? —pregunté.
—¿Nuestra relación? Demasiado complicada para ser explicada—murmuró.
De repente sentí como se levantaba un muro entre nosotros, no lo hacía a propósito pero ella parecía no querer profundizar demasiado en el tema de nuestra relación y tenía un miedo irracional a que fuese porque yo le había demostrado que no la amaba, que quizás me comportaba como un completo idiota o que había hecho algo para lastimarla, si era eso estaba seguro de que yo mismo me metería una bala en la cabeza, porque dañar a ese hermoso ser de luz era un completo pecado, algo que merecía la muerte.
—Dime por favor que no soy un bastardo contigo—murmuré deteniendo sus manos que tomaban un par de ingredientes—. Sí es así te juro que voy a patearme a mí mismo, porque no puedo concebir tratarte mal a ti, eres hermosa y...
—No eres un bastardo conmigo...—murmuró—. En realidad eres todo lo contrario... nuestra relación es compleja porque ha tenido altibajos, todo el tiempo los ha tenido y cuando ambos creemos que estamos bien pasa una u otra cosa qué hace que nuestra vida se vaya en picada, así que por eso es complicado de explicar.
—¿Te he tratado mal alguna vez?
—Nunca—murmuró—. Solo al principio, cuando nos conocimos en la milicia eras un completo idiota, pero después me di cuenta de que era una máscara para disfrazar tus sentimientos y tú me lo confirmaste tiempo después, te comportabas como un idiota para llamar mi atención y gracias a eso terminamos en un país olvidado en el que tú y yo nos dimos cuenta de que nos amábamos, de que no era simple atracción sexual.
—Debí ser un completo idiota si no me di cuenta de que lo que sentía por ti no era atracción sexual—murmuré.
—Yo también era idiota, creía que tú y yo nunca funcionaríamos juntos, éramos personas tan diferentes porque realmente sonaba algo absurdo creer que podíamos estar juntos, pero la vida nos enseñó que estábamos completamente equivocados...
—¿Y cómo es nuestra relación actual? Compartimos un hijo, pero quizás te trate mal los últimos días o algo... ¿te he engañado alguna vez?
—¿Por qué preguntas esas cosas? —murmuró riendo—. ¿Serías capaz de engañarme?
—¡No! por supuesto que no primero me corto las bolas antes de engañarte a ti, pero no sé cómo era el yo de antes, quizás me comportaba como un completo idiota y por eso es que te pregunté en el hospital si lo nuestro había sido un matrimonio por conveniencia.
—Somos más cliché que eso—murmuró riendo—. Nos enamoramos, tuvimos que separarnos, nos volvimos a enamorar, nos volvimos a separar y por fin estábamos teniendo la vida que siempre habíamos deseado...
La sentí tensarse y de repente fue como si los muros se construyeran solos a su alrededor, prohibiéndome entrar a los recuerdos que ella tenía por ambos, no sabía qué era lo que la ponía de esa manera pero me preocupaba no poder estar para ella como mi corazón me lo suplicaba.
—Podemos retomar esa vida, quizás no te recuerdo y quizás sientes que voy a hacer un completo idiota, pero te prometo que voy a hacer todo lo posible para mantenerte a salvo y para hacerte feliz—murmuré.
—No creo que vayas a ser un completo idiota, sólo que no sé si algún momento sea apto para que continuemos lo que dejamos atrás.
—¿Y qué fue eso que dejamos atrás?
—Yo...
Escuchamos el timbre de nuestro hogar, antes de que ella pudiera concluir con las palabras que tenía en la boca, me sentí frustrado porque estaba a punto de decirme algo importante y odiaba a la persona que había interrumpido algo así, podía ver que a ella le preocupaba decirme y quizás era porque no sabía cuál sería mi reacción o si reaccionaria igual que el hombre que ella conocía.
—Es tu padre—murmuró—. ¿Puedes abrirle?
—Si—murmuré.
Aunque quería decirle que terminara de decir lo que quería, sabía que no debía presionarla, después de todo no tenía la misma confianza con el hombre que no recordaba ni su nombre, odiaba el hecho de que quizás ella estaba sintiendo que no me amaba, quizás el saber que había perdido la memoria la estaba haciendo sentir insegura de lo nuestro y no estaba seguro de poder soportar ello.
Le di una pequeña sonrisa para tranquilizarla, me alejé de ella para caminar hasta la puerta que daba paso a nuestro hogar, no dije demasiado simplemente abrí la puerta y dejé pasar a mi padre, quien sin pensarlo me estrechó con fuerza en un abrazo paternal y no me negué a ello, aunque no recordaba quién era ese hombre algo me decía que teníamos una fuerte conexión.
—¿Dónde está mi nuera?
—Hola a ti también—murmuré riendo—. Está cocinando...
—Esa mujer—murmuró—. ¿Cómo se siente hoy? ¿La has notado bien?
—¿Debería notar algo diferente en mi esposa?
—Si—murmuró—. Pero no me compete a mí decírtelo, deberías hablar con ella porque tiene algo importante que decirte, sin embargo quizá se debe a que no la recuerdas, debes darle la confianza para que te digan las cosas, ella se cierra demasiado cuando no tiene confianza a alguien y aunque te ama, debes comprender que para ella eres alguien que no recuerda las promesas que se hicieron.
—¿Te ayudo con las bolsas? —pregunté al ver los cientos de bolsas que llevaba en las manos.
—Nada de ver adentro, saltamontes.
—¿Un apodo?
—Así es—murmuró—. Te lo contaré despues...
Asentí y guíe a mi padre hacia la cocina, pude ver una enorme sonrisa en sus labios cuando tuvo frente a él a mi esposa, era una mirada paternal, como si él también quisiera a mi esposa como si fuese su hija, y ella le regaló una hermosa sonrisa; una parte de mí sintió un golpe en mi ego, ella no me había dedicado ni una sola sonrisa de esas a mí y en ese momento me propuse que le sacaría tantas sonrisas que sus mejillas le dolerían.
—¿Cómo está mi nuera favorita?
—Ken—murmuró riendo—. Soy tu única nuera...
—Cierto—aseguró riendo.
Mi esposa se acercó a él y sin dudarlo él la estrechó entre sus brazos, en un abrazo que realmente significaban bastantes cosas, pero era un amor tan paternal que yo incluso lo sentía. Él la quería proteger, podía verlo en sus ojos.
—Llegaste justo a tiempo para la comida, estuvimos preparando pollo agridulce y fideos picantes, y antes de que me regañes la doctora me autorizó comer todo lo que a mí se me antoja y mi esposo puede comerlo también.
—Y a mí me prohibió prohibirte cualquier comida—gruñó riendo—. ¿Hay un plato extra?
—Por supuesto—aseguré acercándome a la barra para servir más comida en otro plato.
Mi esposa me regaló una pequeña sonrisa. Tomé los 3 platos como pude y comencé a caminar en dirección al comedor, mientras mi padre y mi esposa charlaban en la cocina, aunque quería saber de qué trataba su charla no quería presionarla.
—No soy una niña chiquita, te prometo que voy a tomarme todo como la doctora me lo indicó—murmuró.
—Sé que no eres una niña chiquita pero la mayoría de las veces necesitas que alguien te esté diciendo lo que debes hacer, ¿estás durmiendo como es debido?
—Si—murmuró—. No te preocupes por eso.
—Por supuesto que me preocupo, no quiero que te pase nada, hice la promesa de protegerte a capa y espada, así que eso haré, aunque la vida me cueste.
—Dios, deja de decir esa última frase—murmuró mi esposa—. No soporto la idea de perderte a ti o a cualquiera de los que amo—susurró—. Estoy cuidándome bien como lo ordenó la doctora, como a mis horas y estoy tomando las medicinas que me dio, pero de verdad no debes preocuparte demasiado, te prometo que lo estoy haciendo bien...
—Debes decírselo.
—Confianza, Kennett, en cuanto me sienta en completa confianza se lo diré, debes de tener en cuenta que ahora para mí es el hombre que amo con todo mi ser, pero al cual no sé cómo serán sus reacciones, ¿Qué tal y la reacción que tiene es como la que tendría hace 6 años?
—Estoy completamente seguro de que no será así—murmuró Kennett—. Ahora vamos a comer y tú deberás tomar una siesta después.
—Me tratas como si fuera una bebé que solo come y duerme—gruñó.
—Bueno...
—¡Kennett! —gruñó.
Los vi salir de la cocina y reunirse conmigo en el comedor, mi esposa se sentó a mi lado y su cercanía hizo que todo mi corazón comenzara a latir de una forma realmente desenfrenada; pero no se comparó en lo más mínimo cuando la vi comenzar a disfrutar de la comida que habíamos preparado juntos, verla tan feliz por probar la comida era realmente fabuloso, ni siquiera sentía mi lengua quemar por lo picoso que eran los fideos, sólo estaba concentrado en su belleza.
—¿Te gustan, muñeca? —pregunté.
Ella se quedó completamente quieta, intercambió una mirada con mi padre y supe en ese momento que había dicho algo que no debía.
—¿Muñeca? —preguntó.
—Si eso te ofende... lo siento...
—N...No me ofende—murmuró—. Tú... así me llamas todo el tiempo, soy tu muñequita... me has llamado así desde que nos conocimos.
Solté una pequeña risa, y tomé su mano.
—Entonces volveré a llamarte mi muñequita, tienes unos ojos enormes y perfectos que se asemejan a los de una muñequita curiosa, además de que tu rostro es perfecto y estoy seguro de que si existiera una muñeca perfecta sería igual que tú...
—Me gusta—susurró.
Todos comimos en silencio después de ello, hasta que al terminar ella se puso de pie y llevó los platos a la cocina, cuando regresó nos dedicó una pequeña sonrisa y se acercó a mi padre para depositar un beso en su mejilla.
—Iré a dormir un poco... estás en tu casa.
—Está bien—murmuró—. Descansa y tomate todo lo que te traje ¿Sí?
—Dios, eres un mandón—gruñó—. Estaré en la habitación, cuando termines aquí te lo mostraré.
—Gracias—murmuré.
Ella me regaló una pequeña sonrisa, se giró en su propio eje y con gracia subió las escaleras de una en una, su hermosa sonrisa era perfecta y realmente me gustaba ver que una palabra había cambiado completamente su actitud, no era fría conmigo pero la había notado distante, quizás el hecho de que hubiese recordado de alguna manera el apodo que tenía hacia ella, le había dado un poco más de confianza.
Me quedé en silencio sin saber qué decir realmente con mi padre.
—Necesitas que ella se abra y que te tengan la confianza que le tendría al Conall del pasado—murmuró.
—¿Y cómo hago para ganarme su confianza? He hecho de todo, trato de abrirme con ella, de que hable... de que me cuente cómo éramos nosotros, pero no me responde...
—Ella tiene tanto miedo como tú—murmuró—. Tiene miedo a que jamás le recuerdes y que todo el amor que se han tenido durante años desaparezca, sé que ya hemos hablado de esto pero debes tratar de recordar, ella te necesita más que nunca y aunque estás con ella no se siente en confianza porque no la recuerdas.
—Créeme que lo que más quiero en la vida es recordarla, quiero recordar a la mujer que amo pero ¿cómo hacerlo si ni siquiera yo sé quién soy?
—No tienes por qué recordar quién eres, para saber que la amas con todo tu corazón—murmuró—. Porque la amas ¿no es así?
—No recuerdo ni mi nombre, no sé quién soy o que es de mi vida, pero si de algo estoy completamente seguro es que estoy perdidamente enamorado de esa mujer, la amo con todo mi ser...
—Sigues siendo el mismo romántico empedernido—se burló —. Eso debería hacerme sentir orgulloso, después de todo fui yo quien te crio.
Solté una pequeña risa y asentí, mi padre tenía completa razón al decir que debía darle la confianza necesaria a mi esposa como para que me dijese lo que estaba ocurriendo, no podía pedirle que me dijera lo que pasaba en su vida, cuando no le había dado la confianza para hacerlo. Era cierto ella le tenía confianza al hombre que yo era, pero en ese momento no me tenía confianza a mí porque no la recordaba y porque ella sabía que quizás mi reacción era algo completamente diferente a como ella lo recordaba.
—le daré la confianza para que me diga lo que está pasando—murmuré.
—¿Te doy un pequeño consejo?
—Dime...
—No trates de sacarle la verdad, créeme que eso no te va a funcionar y lo único que vas a hacer será que ella dejará de confiar en ti, así que por el bien tuyo y el de tu familia, no la presiones y tampoco trates de averiguarlo, deja que ella te lo diga.
—Tú sabes qué es eso que quiere decirme—pregunté.
—Si—murmuró—. Pero no voy a decírtelo porque no me corresponde a mí darte la noticia, esto es algo de ustedes dos y creo que para que ella te lo diga debe tenerte la confianza suficiente de que no la vas a abandonar.
—¿Sería capaz de abandonarla? Si es así, estoy más jodido de lo que creo.
Mi padre soltó una carcajada.
—La frase que tú dirías ante esa pregunta, sería "primero me corto las bolas antes de abandonarla"—murmuró y solté una carcajada.
—Por supuesto que jamás la abandonaría, pero no sé si mi yo lo haría.
—No, no lo haría—murmuró riendo.
Seguimos hablando durante un par de horas, ni siquiera eran conversaciones extraña hablábamos de cosas banales e incluso me había contado un poco de cómo había sido nuestra relación, me había contado que en realidad yo siempre habría creído que él era mi tío, había crecido la mayor parte de mi vida creyendo que mi tío era mi padre y que había sufrido creyendo que mi padre me había abandonado.
—No la presiones, te prometo que ella te va a decir lo que le está ocurriendo Cuando se sienta en confianza, no quiere decir que no te tenga confianza sino que tiene miedo de que reacciones de una forma que claramente no harías ahora—murmuró—. Es una noticia importante y créeme que es algo que han estado esperando durante años, así que... asegúrate demostrarle lo mucho que la amas.
—Por supuesto que la amo, padre—murmuré—. ¿Vienes en auto?
—Sí—murmuró—. No quería decírselo a ella porque ahora no debe de tener tantas emociones, pero sus padres me han llamado para que vaya a la base militar, he aceptado porque creo que ellos necesitan ahora alguien que sepa guiar tropas... y tú esposa en estos momentos no puede hacerlo.
—Aún necesito comprender cómo es todo este movimiento—murmuré.
—Pregúntaselo, ella sí te lo contestará.
—De acuerdo—murmuré con una sonrisa.
Me puse de pie para guiar a mi padre a la puerta de salida, me despedí de él con un abrazo en donde sentí que realmente nuestra conexión era fuerte. Lo vi a alejarse de nuestra casa y sonreí y sin poder evitarlo, realmente mi padre era una parte importante para mí y estaba feliz de que estuviese a mi lado incluso cuando yo no lo recordaba.
Cuando me aseguré de que se hubiese marchado de la casa, cerré la puerta con el seguro como ella me lo había indicado. Me di cuenta de que ya había anochecido, así que decidí que era buen momento para ir a dormir, no sabía si ella había dormido toda la tarde o si realmente no había querido bajar después de dormir, era algo que estaba notando demasiado en ella, dormía más que un pequeño koala.
Entré a la habitación y me quedé completamente paralizado en la puerta, sólo tenía puesto un precioso camisón transparente de seda blanca, debajo llevaba una bragas pequeñas que apenas cubrían su intimidad, pero podía ver su firme trasero adornando la cama. Su piel cremosa resaltaba aún más bajo la luz de la Luna que entraba por el ventanal, era preciosa en todos los sentidos y mi cuerpo Claro que reaccionaba completamente a ella.
La imagen fue directamente a mi pelvis, haciendo que algo que no se había despertado durante toda la semana que había estado consciente, despertara y creciera monstruosamente bajo los vaqueros que estaba vistiendo, haciendo que incluso fuese doloroso, pero ver esa imagen tan perfecta y hermosa, era suficiente para que hasta el más santo tuviera pensamientos pecaminosos de esa mujer.
Tragué saliva, mirando a mi esposa, era realmente hermosa, no había una explicación coherente para describir la belleza de esa hermosa mujer, su piel tonificada y cremosa era perfecta para los sueños más perversos de cualquiera y me sentía un jodido bastardo con suerte, por tenerla. Antes de que pudiera evitarlo, mi mano se había colado bajo mis pantalones y cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, me detuve a brutalmente y corrí hacia el baño que podía ver se encontraba a un extremo de la habitación.
La loción a fresas me embriago, era su aroma y eso me encantaba. Me quité toda la ropa para poder tomar una ducha fría, aunque aún tenía el yeso rodeando mi abdomen, no me importó en lo más mínimo, yo tendría tiempo para los regaños que ella me daría por no haber sido cuidadoso, pero prefería eso a perder el control y reclamar su cuerpo como mío, quería que sucediera cuando ella me tuviese la confianza para decirme lo que estaba ocurriendo, no antes.
Antes de poder pensarlo mi mano comenzó a bajar y subir por todo el falo, se encontraba duro como una maldita roca y el simple hecho de imaginar lo que ocultaban esas bragas blancas, lograba que pudiese correrme sin siquiera tocarme. Me recargué en la pared de la ducha, sin detenerme a pensar en lo sucio que me hacía pensar en perversidades con esa hermosa muñequita, después de todo no estaba cometiendo un delito o un pecado, estaba fantaseando con mi mujer.
Una imagen que suponía se trataba de mi imaginación apareció en mi mente, ella con las manos encadenadas a la cabecera de nuestra cama, con sus piernas separadas en su máximo esplendor, dejando a mi vista su delicioso sexo rosado, dejando escurrir la deliciosa crema de entre sus pétalos.
—Joder, mi muñeca—gemí.
No pude detenerme, mi falo tembló debajo de mi mano y chorros de semen salieron disparados contra la pared. Me recargué contra la pared, jadeando por aire y con mis músculos temblando, deseando poder encajarme en el interior de esa preciosa mujer.
Tragué saliva a darme cuenta de lo que había hecho, me había tocado pensando en mi hermosa esposa, me había corrido como un adolescente por fantasías perversas y habia imaginado tomarla de una forma salvaje y carnal, no sabía lo que me ocurría, pero era claro que significaba algo importante.
Con la vergüenza aflorando en mi piel, me aseguré de limpiar absolutamente todo lo que había dejado como evidencia de mi desliz, me sentía como un maldito niño que no podía controlar sus impulsos y eso era realmente jodido. Limpié mi cuerpo como me habían indicado que lo hiciera y agradecí que el yeso no se hubiese mojado ni un poco, no sabría cómo poder darle las explicaciones a mi esposa.
Me sequé con una de las toallas que encontré en ese baño. Salí del cuarto de baño y la vergüenza me embriagó en el momento en el que mis ojos se cruzaron con una pequeña muñequita que me miraba con ojos somnolientos desde la cama, podía ver que se encontraba cansada, sus ojitos mostraban que queria dormir.
<<Joder, esta mujer va a matarme>>
Sin poderlo prever, sentí que mi cuerpo ya estaba reaccionando a ella, seguía llevando solamente el camisón y debajo de la tela transparente podían verse los montículos realmente perfectos y firmes, con un par de botoncitos rosados que resaltaban bajo la seda blanca.
—Iré a dormir a otra habitación—murmuró.
Sus palabras me sacaron completamente de mis pensamientos calientes, por supuesto que no iba a dejar que mi esposa durmiera a más de dos centímetros distancia, primero muerto antes que dejar que ella estuviera lejos de mí. La vi ponerse de pie y caminar con una de las almohadas entre sus manos, pero antes de que pudiese salir de la habitación, me interpuse entre ella y la puerta.
—No—murmuré.
—Pero, puedo lastimarte y...
No me importó que mi cuerpo rechistará por los movimientos bruscos, me acerqué rápidamente a ella y la cargué y estilo princesa, pude ver en sus ojitos terror al creer que me lastimaría, pero en realidad pesaban más cualquier otra cosa que había cargado que ella misma, era realmente liviana y me encantaba tenerla entre mis brazos.
—¡Conall!¡Vas a lastimarte!
—Tú y yo vamos a dormir en la misma cama—murmuré—. No pienso dormir a más de dos centímetros de distancia de mi esposa, somos esposos y dormimos en la misma cama ¿Tienes algún problema con eso?
Pude ver cómo mordía su labio inferior, y discretamente apretaba sus muslos aún sobre mi cuerpo, no sólo yo la deseaba, ella también me deseaba pero no iba a presionarla, no quería que sintiera que lo único que deseaba de ella era sexo, porque aunque éramos esposos podía malinterpretar la situación.
—Mandón—susurró.
—La misma cama, Keylani—murmuré—. Quiero sentirte toda la noche...
Ella volvió a morder su labio inferior y quise ser yo quien lo mordía, quería probar sus deliciosos labios que seguramente tenían sabor a fresa, quería probar cada centímetro de su piel y perderme entre sus piernas. Tragué saliva, cuando vi que no iba a pelear para bajarse de mi cuerpo y escapar, la metí debajo de las mantas tratando de cubrir la erección que se podía notar debajo de la toalla. Como si conociese ese lugar caminé hacia el closet y tomé uno de los bóxer y un pantalón de chándal, me lo coloqué rápidamente y regrese a la habitación.
Pude notar su mirada ardiente sobre mí, era Claro que el deseo afloraba entre los 2 y sólo era cuestión de tiempo para que explotara y allí ambos terminamos cediendo al placer, no la presionaría, pero me aseguraría de seguirla deseando hasta que se diera cuenta y ambos termináramos como lo había imaginado mientras me masturbaba en la ducha.
<<Dios, muñeca... no me mires así, porque mandaré mi autocontrol al carajo y voy a tomarte>>
Me recosté a su lado y ella inmediatamente se acercó a mi cuerpo, me sorprendí durante unos instantes, pero cuando vi que sus ojitos comenzaban a cerrarse, supe que había sido involuntario, ella sentía la misma atracción que yo sentía por ella y eso era perfecto.
<<Soy un maldito bastardo con suerte>>
Hola, mis queridos muñequitos, aquí una vez más su autora después de un mes sin reportarme. Los más cercanos a mi conocen la situación por la que estoy pasando, pero aquí me tendrán pronto como siempre, actualizando con todo el amor de mi corazón para ustedes. He estado reflexionando mucho en este tiempo, buscando inspiración y fortaleza en lo que realmente importa. La vida, mis muñequitos, a veces nos lleva por caminos inesperados, y aunque el camino se torne complicado, siempre hay una luz que nos guía. Agradezco cada mensaje, cada palabra de aliento que he recibido; ustedes son ese rayo de sol que me anima a seguir adelante.
Quiero compartir con ustedes algunas de mis ideas y sueños que se han ido gestando en este proceso. Estoy trabajando en nuevos proyectos que espero que resuenen con todos ustedes. Cada historia que cuento lleva un pedacito de mi alma, y en este momento, es más primordial que nunca darles lo mejor de mí.
Así que, prepárense, mis amores, porque vienen muchas sorpresas y aventuras en camino. Estoy emocionada de retomar este viaje con ustedes y seguir creando juntos. Ustedes son la razón por la que cada palabra cobra vida, y no puedo esperar a compartir todo lo que tengo en el corazón. ¡Los llevo conmigo en cada paso!
Vamos a hacerlo juntos, como siempre. Con todo mi cariño y gratitud, su autora.
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