Capítulo 59.
Mi luz.
"Durante nuestros momentos más oscuros debemos centrarnos en ver la luz." ~Aristóteles Onassis.
A veces la vida nos pone en situaciones las cuales nosotros no podemos controlar, nos hace ver las diferentes perspectivas que tenemos sobre ella y también nos arrebata todo aquello que nosotros creíamos estaba sentado, nos damos cuenta de que realmente aunque queremos más, lo perdemos absolutamente todo de un momento a otro.
A veces damos por sentado que tendremos todo lo que hemos construido completamente estable, que quizás nosotros creemos que hemos sellado bien las bases que sujetan toda la estructura de nuestra vida, quizás creemos que no hay poder sobre la Tierra que pueda hacernos daño porque nos sentimos demasiado confiados de que las bases de nuestra edificación están completamente resistentes.
Sin embargo a veces la vida nos pone baches de los cuales es imposible levantarnos, porque aunque nosotros queramos ponernos de pie, a veces la vida no nos da la oportunidad de hacerlo, nos deja caer una y otra vez en el túnel de la desesperación para que no podamos aferrarnos a nada que pueda hacernos sentir bien. Perdemos todo aquello que nosotros considerábamos nuestro lugar seguro, perdemos aquello que nosotros sentíamos jamás se iría de nuestro lado y quizás aunque luchamos inalcanzablemente por lograr recuperar eso, es completamente imposible pues se nos quita la oportunidad de hacerlo.
Cuando nos damos cuenta de que el dolor es más grande que lo que sentíamos antes, sabemos que la vida se ha ido en picada hacia el túnel de la perdición, de ese lugar en el que nadie puede ver la luz y del que ni siquiera no sacaran las personas que amamos, porque las hemos herido de una u otra manera. A veces nosotros no tenemos poder sobre el arma que apunta a las personas que amamos, sin darnos cuenta las herimos completamente y destruimos todo aquello que nos había costado construir para estar junto a ellos.
Por eso te dicen que a veces es mejor cerrar el corazón a todo aquello que puede dañarnos, dicen que a veces es mejor soltar para dejar que las personas que amamos sigan su vida incluso sin nosotros, nos damos cuenta de que les causamos más dolor que tranquilidad en sus vidas y eso es completamente egoísta si no lo soltamos.
Es cierto que a veces soltar es lo mejor que podemos hacer porque de una u otra manera nos damos cuenta de que estamos terminando con la luz de los que nos rodean, sin poder preverlo, nosotros llegamos como la muerte para acabar con la luz de las personas que nos rodean, con esas personas que son un Lucero en nuestras oscuras vidas, pero que nosotros las apagamos con heridas que vamos creando poco a poco, hasta que el sangrado es completamente imposible de parar.
Pero otras veces por más que queremos soltar a la persona que estamos sirviendo, nos es completamente imposible qué nos damos cuenta de que sin el latir del corazón de esa otra persona a nuestro lado, toda nuestra vida pierde el sentido y entonces llega la muerte a reclamarnos, una muerte en vida.
Dicen que la muerte se siente como si estuvieses caminando en un túnel en el que no existe ni siquiera un solo rayo de luz, un túnel de completa oscuridad en el que a pesar de ir caminando no logras alcanzar la luz que ves al final del camino, que la desesperación nos embriaga y sin poderlo contener, el temor nos alcanza y nos vemos completamente catapultados al bache del dolor.
Dicen que la vida a veces es demasiado injusta, cuando creemos que todo está completamente bien nos lo arrebata como si fuésemos un niño, nos hace sentir completamente perdidos, pero que también en ese preciso momento es cuando nos muestra que en realidad estábamos completamente equivocados al creer que todo lo que habíamos construido era para siempre, pues cuando menos lo esperamos todo se va al carajo y nos damos cuenta en realidad que no aprovechamos absolutamente nada de lo que teníamos.
La desesperación nos inunda, es algo tan profundo que sentimos que nuestra alma es arrancada del cuerpo que habitamos, un profundo dolor nos embriaga y cuando la muerte llega a tocar a nuestras puertas, es imposible que nos escondamos de ella. Cuando la muerte llega a nosotros o al menos eso es lo que creemos, lo único que queremos es continuar caminando hasta encontrar la luz al final del túnel, pero nos encontramos tan cansados que es imposible hacerlo.
Sin poderlo detener, mi mente se fue sumiendo en una profunda oscuridad, tan profunda que era completamente imposible detener el dolor que se sentía al estar en ese lugar, la desesperación era enorme y aunque quería aferrarme al hilo de la vida, sentía que poco a poco se arrancaba de mi alma.
El único pensamiento que tenía era que había dejado a la mujer que amaba del otro lado, pero lo que más me desesperaba era que ni siquiera yo recordaba cuál era su nombre, lo único que podía pensar era en esos hermosos ojos verdes que me habían cautivado desde la primera vez que los había visto, esos hermosos ojitos verdes que eran capaces de ponerme de rodillas, pero tampoco era capaz de recordar su rostro o cualquier otra característica de ella, solo sabía que existía.
La oscuridad me había sumido en lo más profundo, no sabía si estaba muerto o si seguía con vida, era una sensación tan horripilante que era imposible poder pensar en algo más, era como si mi corazón hubiese dejado de latir pero mi cerebro siguiese activo, trataba de pensar en qué era lo que había vivido, pero mi cabeza se encontraba completamente confundida, no recordaba ni siquiera mi nombre.
No sabía cuánto tiempo había pasado desde lo que me había ocurrido, porque ni siquiera eso era capaz de recordar, no sabía porque me encontraba en ese lugar tan oscuro y lleno de dolor, pero una parte de mí recordaba que debía abrir los ojos porque había alguien esperándome.
La sensación de pesadez en mis párpados poco a poco fue volviéndose menor, poco a poco dejé de sentirme completamente en oscuridad y podía ver como si me estuviese alejando más del túnel, pero como si una nueva luz estuviese absorbiéndome. Seguramente cuando los medicamentos habían dejado de hacer efecto, mi cuerpo había sido completamente catapultado a la conciencia.
Comencé a escuchar pequeños murmullos a la lejanía, no tenía idea de qué era lo que estaban diciendo pero de alguna forma, cuando la voz delicada y cantarina hablaba, sentía que mi corazón se sentía tranquilo y una parte de mí también encontraba la seguridad, no sabía a quién pertenecía a esa voz, pero sabía que era mi hogar de mil maneras diferentes.
Traté de abrir los ojos durante lo que me parecieron horas, los murmullos poco a poco se convertían en oraciones coherentes, pero de las cuales no tenía ni un solo sentido para mí, me encontraba confundido porque escuchaba que se dirigían a alguien, esa voz preciosa hablaba con tanta elocuencia que era perfecta y a pesar de que conocía el significado de las palabras que decía, no era algo relevante para mí, como si estuviese viviendo en el cuerpo de alguien más.
Cuando me sentí más consciente escuché un ligero sollozo y fue como si todo se convirtiese en algo desastroso, porque no había un solo sentido coherente a lo que ocurría, Claro que trataba de prestar atención y darle sentido a mi vida, pero parecía que estaba completamente alejado de ello, como si no fuese parte de mí.
—Sé que dijimos que esto lo haríamos los dos juntos, y lo estamos haciendo los dos juntos solo que tú estás dormido—murmuró esa dulce voz con tanta suavidad que mi corazón latió de forma desenfrenada—. Si vas a despertar más te vale hacerlo ahora, por qué quiero ver la prueba y saber si vamos a ser padres, nunca habíamos estado tan cerca y ahora...
<< ¿Se está dirigiendo a mí?>>
—3...2...1
La cuenta regresiva terminó, lo único que pude escuchar fue un pequeño grito ahogado qué dio la voz que había estado escuchando durante todo ese tiempo, pero parecía que eran demasiadas las emociones que tenía en su interior y era imposible descifrar que era lo que sentía.
Antes de que pudiese hacer cualquier otra cosa, sentí un peso sobre mi pecho, la tranquilidad me embriagó, pero también fue como si dieran un golpe bajo a todas mis emociones, de repente quería saber qué era lo que estaba ocurriendo y por qué ese agradable calor estaba sobre mí. Luché contra todo Durante lo que parecieron horas, incluso con el dolor constante en mis costillas y sólo podía sentir a ese pequeño calor temblar contra mi cuerpo.
Abrí los ojos de golpe encontrando una pequeña bolita abrazada a mi pecho, un cabello negro como la noche con pequeñas luces cobrizas, podía ver unas pequeñas manos aferradas a la bata de hospital, y el pequeño y Menudo cuerpo estaba completamente aferrado a mí, como si se tratase de un hermoso gatito asustado.
—¿Quién eres? —pregunté con la voz más ronca de lo que esperaba.
Esa pequeña bolita se quedó completamente paralizada sobre mi cuerpo, como si algo le hubiese golpeado en la nuca con tanta fuerza que le había arrebatado cualquier claridad. La sentí tensarse y fue como si mi corazón doliera de una forma inigualable, no sabía quién era esa mujer, no sabía por qué estaba abrazada a mi pecho y tampoco por qué mi cuerpo reaccionaba de formas tan explosivas, mi corazón vibraba por su calor y mi cuerpo se estremecía de una forma placentera ante sus manitas aferradas a la bata.
—Oh... Conall—susurró con voz quebrada.
Alcé una de mis manos, colocándola sobre su espalda, no estaba seguro de las emociones que despertaba en mi interior, pero no quería dejar de sentirla, por primera vez después de tanta oscuridad, sin verle el rostro sentía que la luz era más brillante que nunca. Sus sedoso cabello brillaba con la luz de la lampara sobre nuestras cabezas y podía ver su piel tan blanca como la porcelana brillar bajo mi piel bronceada.
—¿Quién eres?
Volví a preguntar, no de forma recriminatoria, más bien porque quería saber quién era ese hermoso ángel que le estaba dando tanta luz a la oscuridad que había sentido durante todo ese tiempo. Mi cuerpo estaba familiarizado con ella, pero mi mente parecía haber perdido la capacidad de recordar todo.
La escuché soltar un sollozo más fuerte y por algún motivo mi mano se movió sobre su espalda para reconfortarla. Pero, antes de que pudiera sentir esa descarga eléctrica que me provocaba sentirla cerca, se alejó de mí, dándose cuenta de que estaba despierto.
Al ver su rostro quedé completamente hipnotizado, era perfecta en cada sentido, si rostro era fino y delgado, su piel era completamente blanca como la porcelana y tan perfecta que estaba seguro no había comparación con nada, sus mejillas tenían un saludable tono rosado y se complementaban con sus preciosos labios carnosos y rosados de forma natural. Su pequeña nariz respingada le daba un aire lleno de ternura, era perfecta.
Todo mi mundo se detuvo en el que enfoque sus bellos ojos verdes, brillaban con tanta intensidad que parecían ser dos luceros en el lugar más perfecto del universo, me robaba completamente el aliento porque era una belleza en todo su esplendor, era perfecta. Sus ojos tenían un brillo de alegría tan inigualable que estaba seguro acababan de recibir la mejor noticia de su vida, pero no podía compartir esa alegría, por qué ni siquiera recordaba quién era ella.
Parecía que todas mis memorias o todos recuerdos de mi vida se había esfumado de mi cabeza, sabía que había perdido algo, era un vacío profundo lo que había en mi interior y eso sólo podía deberse a que no recordaba ni siquiera mi nombre.
—Soy tú esposa...—susurró con voz quebrada.
Su voz era tan hermosa que hacía que todo mi alrededor bailara en colores pastel, era como escuchar el cantar de Los Ángeles más perfectos. Era realmente perfecto escucharla hablar, porque me transmitía una paz que no sabía el motivo por el que se sentía así, sin embargo no quería dejar de sentir eso.
Podía ver en sus ojos la esperanza de que recordara quién era, pero aunque sabía el significado de la palabra esposa, no recordaba ni siquiera haber contraído matrimonio con esa hermosa mujer, Claro que era hermosa, era tan perfecta que me hacía sentir drogado al verla y no sólo era por los miles de medicamentos que había en mi sistema, era porque ella era perfecta en todo su esplendor.
—Bien... esposa... ¿Podrías decirme quién diablos soy?
Pude ver en su rostro un gran dolor, como si le hubiese dado una puñalada justo en el corazón al pronunciar esas palabras, sus ojos verdes se inundaron completamente de lágrimas y pude ver su labio inferior temblar con lo que suponía era miedo, por supuesto que ella estaba asustada y ciertamente yo también lo estaba, porque no recordaba absolutamente nada de quién era yo.
En sus ojos cruzó la comprensión, como si de repente entendiese que no sabía ni siquiera quién era yo, la escuché soltar un pequeño suspiro y las lágrimas que habían estado en el interior de sus ojos, rodaron por sus mejillas, pero aun así su expresión se volvió más fuerte y levantó la mirada con decisión.
—Iré por el doctor—murmuró.
Trató de ponerse de pie, pero antes de que pudiese alejarse de mí tomé su mano, por alguna razón estar cerca de ella me estaba tranquilizando y aunque no había experimentado conscientemente su lejanía, sabía que ella era como una especie de mi lugar seguro. Cuando ella estaba a mi lado era como si hubiese llegado al final del túnel, como si de repente todo el dolor que había experimentado en esa oscuridad se volviera nada y me agradaba esa sensación.
—No...no te vayas, muñequita—susurré—. Yo... no sé quién eres pero me haces sentir tranquilo.
Ella giró la mirada hacia mí y en ese instante pude descifrar el sentimiento que había en sus ojos, era amor tan puro que estaba completamente arraigado en su interior y supe que ese amor era por mí, porque aunque no lo recordaba mi corazón parecía que si lo hacía, y latía cada que su mirada se posaba sobre mí o que sus manitas rozaban mi cuerpo, ella era mi punto fuerte.
—Debo avisarles a los doctores que estás despierto...
—Por favor no te vayas... sé que es algo tonto pedírtelo porque no sé cuál sea nuestra relación, pero... eres mi seguridad y no quiero qué te alejes, no sé quién soy o lo que soy.
—Tu nombre es Conall—murmuró—. Pero... Dios... Déjame llamar a Charly, él puede ayudarnos a entender que es lo que pasa...
Antes de que pudiera detenerla nuevamente, la puerta se abrió dejando a la vista a un hombre joven, cabello negro y grandes ojos verdes, tenía una enorme sonrisa en sus labios y no tenía idea de lo que estaba ocurriendo.
—Dios, estoy tan feliz que... ¿Conall? —preguntó hacía mi—. ¡Despertaste!
—Llama a Charly—ordenó mi mujer—. Por favor, necesitas llamarlo para que venga a ver a Conall.
<< ¿Tú, mujer? Estas más chiflado que una cabra>>
—Pero...
—Hazlo, Hunter—gruñó.
—Está bien—murmuró el hombre—. Pero la doctora...
—La doctora ya me dará instrucciones, ahora necesito que alguien atienda a mi esposo—gruñó.
Por lo grotesco de su voz podía darme cuenta de que estaba asustada, que tenía miedo y lo estaba disfrazando completamente con autoridad, quizás estaba tratando de ocultarse de la verdad y aunque no tenía idea de qué era lo que estaba ocurriendo, no me gusta verla de esa manera y por un momento quería regresar a los minutos atrás antes de abrir los ojos, porque aunque le había escuchado sollozar, había sido con un tono completamente distinto al que tenía en ese momento.
El hombre volvió a salir de la habitación, tenían cierto parecido entre ambos, pero por supuesto que mi mujer era una luz más brillante, tanto que hacía sentir que mi corazón estaba completo. No me importó el dolor que había en mis costillas, tomé el brazo de la mujer con más fuerza y con delicadeza la jale hacia mí, haciendo que cayese sobre el colchón justo al lado de donde yo me encontraba recostado.
—Am...Conall... puedes lastimarte—murmuró deteniendo la mención de la primera palabra.
—Eres hermosa—murmuré sin poder detener mi boca—. Dios, eres preciosa en todos los sentidos me hace sentir en casa... Dime por favor que no soy un idiota contigo.
Por fin la escuché soltar una pequeña risa.
—La mayoría del tiempo no eres un idiota, excepto cuando te digo que no hagas algo porque mi instinto me dice que algo va a salir mal—murmuró y sus ojitos volvieron a llenarse de lágrimas—. Joder, ¿por qué tienes que ser un asno necio?
—Lo siento—murmuré—. No sé ni siquiera quién soy pero una parte de mí me dice que tú eres lo más valioso que tengo, así que dime ¿Por qué estabas llorando cuando desperté?
Ella levantó la mirada y me enfocó en sus ojitos verdes, la verdad cruzó por su mirada sin embargo pareció como si no quisiese decirme lo que estaba ocurriendo, pensó su respuesta y pude ver claramente cómo tomaba algo que había sobre mi cama y lo ocultaba en la chaqueta que llevaba puesta.
—No es nada, sólo... estaba asustada...
—No parecía solo que estuvieses asustada, algo hizo que te sintieras asustada... es raro que lo diga porque no recuerdo a ciencia cierta quién eres, sin embargo sé que hay algo que te está molestando. ¿Cómo te llamas?
—Jamás preguntaste mi nombre—murmuró como si fuese una broma entre nosotros dos.
Solté una pequeña risa, sin importarme el dolor de mis costillas, por alguna razón cuando ella estaba cerca todo dejaba de tener sentido y sentía que mi vida estaba completa, sentía que todo se iluminaba cuando ella sonreía.
—En este momento daría mi vida por saber cuál es tu nombre...
Ella soltó una pequeña risa y sus hermosas mejillas se colorearon de un rosa más intenso.
—Keylani—murmuró—. Soy Keylani Rossi.
—Bien, señorita Rossi, yo por lo que usted me dijo soy Conall...—bromeé.
Nuevamente una sonrisa apareció en sus labios y estaba seguro de que daría mi vida por ver esa sonrisa por el resto de mi existencia, tenía menos de cinco minutos de que había recobrado la conciencia, pero con ella se sentía toda una vida.
La puerta se abrió dejando paso a dos hombres, ambos llevaban batas blancas y detrás de ellos había más hombres, todos con uniformes quirúrgicos de diferentes colores, la hermosa muñeca que se encontraba a mi lado se puso de pie y les dirigió una sonrisa a los hombres.
—Hijo—susurró uno de los hombres de bata.
Era un hombre grande, ancho de espalda, con piel bronceada y pequeñas manchas blancas en su cabello negro como la noche, tenía barba de candado y lo que más resaltaba en él eran unos profundos y expresivos ojos grises, era una sensación demasiado familiar verlo, no estaba seguro de quién era pero algo me decía que era una parte importante de mí.
—Él... no... recuerda...—balbuceó la mujer.
Se acercó a mí el otro hombre de bata blanca, era musculoso, pero no lo era tanto, lo que más resaltaba en él eran los brazos que apenas eran contenidos por la bata, su piel era más pálida y los ojos color miel me daban seguridad, eran completamente cálidos.
—Bien, Conall—murmuró el hombre en mi dirección—. Soy el doctor Charly Rossi Lee y soy el encargado de atenderte. Tuviste un accidente hace una semana en el que presentaste un traumatismo craneoencefálico, lo que significa una pequeña inflamación en tu cerebro, te inducimos a un coma y despertaste un par de horas despues de que dejamos de suministrarte los medicamentos ¿Puedes recordar algo? ¿Sabes quién eres? ¿Sabes dónde estás?
Pensé durante un par de segundos, sabía dónde estaba, pero no que hacía ni nada por el estilo.
—Rusia—murmuré—. No sé quién soy ni quién sean todos ustedes, pero recuerdo que estoy en Rusia, Moscú para ser más exactos, pero no sé por qué estoy aquí... ni tampoco sé de dónde soy ni absolutamente nada más.
—Lo haces bien—murmuró con una sonrisa—. Necesito que realicen una tomografía, vamos a ver que está ocurriendo en su cerebro, se acaba de despertar de un coma después de una semana—murmuró el hombre a los doctores detrás de él—. Greyson, necesito un análisis del paciente.
—Por supuesto—murmuró el hombre al que se dirigió.
—Keyli—murmuró nuevamente el doctor Charly—. Llevaremos a Conall a que se haga unos cuantos análisis, deberías ir a comer... Hunt estará contigo...
—No soy una niña—farfulló.
Una parte de mí quiso carcajearse por sus palabras, no sabía quién era, pero por alguna razón sabía que si le estaban ordenando ir a comer era porque era más necia que nada. Me di cuenta de que su mano no se había separado de la mía, me sostenía con tanta fuerza que sentía que más dedos se harían papilla en cualquier momento, pero me gustaba sentir el calor de su piel con la mía.
—Estaré bien—susurré por alguna razón, queriendo tranquilizar sus nervios.
Ella asintió, apagando sus bellos ojitos de la alegría que había visto, era como si le doliera algo, como si estuviese pasando por un momento difícil y me sentía un bastardo por no poder estar con ella, no saber que era lo que le ocurría, era Claro que esa mujer era realmente alegre, no solo iluminaba mi mundo sino también el de los hombres que habían entrado a ese lugar.
Ni siquiera presté demasiada atención a todos los procedimientos que me realizaron, sólo sabía que me llevaban de un lado a otro entre esas paredes blancas y que me habían separado de la seguridad que esa hermosa mujer de ojos verdes me daba.
Me hacían preguntas que eran completamente fáciles, me preguntaban algunas operaciones matemáticas, información de libros que había leído, pero no recordaba en qué etapa de mi vida lo había hecho, incluso me habían preguntado algunas ciudades del mundo, sus capitales o sus lugares más reconocidos y yo sabía responderlo, Pero cuando me preguntaban cuál era mi nombre, mi fecha de nacimiento o quiénes serán mis padres, no tenía una respuesta para ello, porque no lo recordaba.
Después de toda una eternidad por fin me regresaron a la habitación donde había despertado, la tranquilidad me embriagó en el momento que mis ojos se posaron en la mujer que había visto por primera vez después de despertar, esa hermosa mujer que podían ser fácilmente comparada con el Ángel más perfecto y precioso sobre la Tierra, no me cansaba de verla y tampoco de sentir que mi corazón latía de una forma realmente desaforada, cada que nuestras vistas se cruzaban.
—Sí, mi amor, yo le digo—murmuró la mujer al celular—. Te amo, mucho... mucho.
Por alguna razón, sentí un pequeño pinchazo en mi corazón, era completamente absurdo después de todo yo no recordaba cómo era nuestra relación, sabía que ella era mi esposa porque me lo había dicho, pero no sabía a ciencia cierta cómo nos llevábamos o si era una relación buena.
—Hola—murmuró hacía el hombre de ojos grises—. ¿Podría hablar contigo cuando terminemos aquí?
—Claro—murmuró—. ¿Está bien?
—Si, mejor—respondió—. Esta feliz y me encargaré de enviarle protección, no quiero que nadie vaya a atacarlo o a los demás, ya he ordenado que tengan preparado el protocolo de escape en caso de que intenten atacar.
El doctor Charly se acercó a mí con una sonrisa, mientras sostenía en sus manos una tableta seguramente con toda una diagnóstico, no tenía idea realmente de lo que me había ocurrido pero también sabía que debía estar tranquilo para recibir cualquier noticia que pudiesen darme, había miles de probabilidades de lo que podía estarme ocurriendo, no recordaba ni quién era pero recordaba que tenía algunos conocimientos de medicina, y un traumatismo craneal era realmente peligroso.
—Bien—murmuró—. Estuvimos realizando todo tipo de pruebas, en realidad no tenemos algo Claro de lo que está ocurriendo en su cerebro, todos los niveles se encuentran bien y no hay una explicación lógica de la razón de la amnesia, normalmente se presenta cuando hay inflamación, pero a pesar de que la tuvo, ya está completamente en sus niveles normales...
—Como neurólogo me aseguré de revisar cualquier nivel que pudiese estar alterado, pero no encontré absolutamente nada diferente, su cerebro está normal, lo que significa que sus recuerdos se perdieron durante el proceso de inflamación—murmuró otro de los hombres.
—¿Hay alguna forma de recuperarlos? —pregunté.
—Por desgracia no hay un tratamiento para la amnesia, te canalizaremos con psicología para que tengas tratamientos psicológicos que te ayuden a procesar la información, normalmente después de que se produce la amnesia nosotros recomendamos que no se les diga a los pacientes información, esto se debe a que su cerebro sigue inflamado y cualquier emoción fuerte puede causar peores daños, pero en tu caso... puedes preguntar cualquier información que desees y estoy seguro de que todos te responderán.
—Gracias—murmuré—. ¿Puedo preguntar quiénes son ustedes?
—Él es mi tío—murmuró Keylani con una sonrisa—. Y Kennett...
—Tú padre—murmuró el hombre de barba—. No me recuerdas, pero siempre estaré para ustedes, ahora, tu madre esta con tus suegros, pero en cuanto te recuperes ella los ira a ver a Sicilia...
—¿Y tú? —murmuré señalando al hombre de ojos verdes, no podía evitar la oleada de celos al ver que tomaba la mano de mi esposa.
<<No la recuerdas, ¡Contrólate hombre! Dijo que eras un asno, seguramente ni siquiera es un matrimonio de amor, quizás es de conveniencia>>
—Hunter Kim Rossi—murmuró el hombre—. Algo complejo de explicar para tus primeras veinticuatro horas de regreso en nuestro plano terrenal—aseguró con voz risueña.
—¡Hunt! —reprendió la mujer dándole un manotazo—. Tío, ¿Hay algo más?
—Teniendo en cuenta la gravedad de su estado cuando llegó aquí, diría que tenemos mejores resultados de los que estábamos esperando. Le hicimos análisis avanzados, parece que todo se encuentra en orden. Su cerebro no está inflamado, eso es lo que nos causa extrañeza por la amnesia, pero haremos exámenes más exhaustivos.
—¿Puede ser permanente? —preguntó con angustia.
—No puedo decir a ciencia cierta lo que vaya a ocurrir. Podría despertarse mañana por la mañana y volver a hacer hombre que todos conocemos. O podría suceder en seis meses o seis años. Su memoria podría volver a retazos. O recuerdos selectivos.
—¿Eso significa que recuerda algo?
—Sabe dónde está, en qué mes y en qué año estamos, puede decirnos nombres de ciudades y resolver problemas matemáticos de dificultad, sabe hablar, leer y escribir en siete idiomas e incluso da indicaciones de cómo llegar a la plaza roja desde aquí... pero no recuerda nada personal.
—Quiero que contacten a los mejores psicólogos en trauma para que le ayuden a recordar, también necesito que esto no lo sepa absolutamente nadie, sólo los que estamos dentro de esta sala y de las personas que yo seleccione sabrán qué pasó esto, no podemos permitir que se sepa, podrían crear una rebelión creyéndolo no apto para su cargo—murmuró con firmeza—. Kennett, explícales a los caballeros nuestras reglas de confidencialidad, no quiero dañar a nadie... —dijo la mujer en un perfecto Inglés.
De repente no vi más a la chica que había visto al despertar, esa chica no era una gatita asustada, en realidad era una leona feroz esperando atacar, era fuerte y valiente y sólo la conocía de unas horas atrás, pero algo me decía que ella era mi otra mitad.
—Como ordenes—murmuró quien decía ser mi padre—. Señores, por favor acompáñenme.
—Si, señor—murmuraron los doctores.
—Hunt, encárgate de crear un nuevo perímetro, si la noticia de que despertó sale a la luz, no quiero arriesgarme a que envíen bastardos para acabar con él.
—Si, majestad—murmuró el hombre, pero no con burla.
—También llama a Archie y a Nick, los necesito con Niall en Suiza... informa a nonno de que Conall despertó para que le diga al Sacerdozio, pero nadie debe saber de la amnesia ¿Quedo claro?
—Dios, con tres semanas y ya estás de caprichosa.
—Es caprichosa por naturaleza—murmuró mi tío—. ¿Tres semanas de qué?
—De no tener a este idiota—murmuró el hombre tras la mirada fulminante de mi mujer—. Tío, podrías darme un sedante, creo que me dolerá menos cuando me mate...
—Mejor corre—murmuró Charly y reprimí una carcajada, El hombre salió corriendo como si su vida dependiera de ello—. Y tú, deberías calmarte pequeña... la doctora Evans me dijo que va a estar aquí, ¿Esta todo bien?
—Si—murmuró Keylani con cierto nerviosismo—. Revisiones periódicas, no podíamos saltarnos la de este mes... ya sabes...
—De acuerdo... cualquier cosa... infórmenme... estaré feliz de ser parte de ello...
—Si, lo haré—murmuró la mujer.
Cuando ambos nos quedamos solos en la habitación, ella se sentó sin decir una sola palabra en mi dirección y aunque quería hablar de cientos de cosas y preguntarle otras tantas, tenía miedo de que nuestra relación realmente no fuese buena, más por la pensativa que estaba a mi alrededor.
Era increíble en todos los sentidos, tan perfecta que era imposible despegar mi mirada de ella, pero había algo que seguía molestándome... su lejanía, había sentido durante unos minutos su calor y quería sentirlo por el resto de mi existencia, no me importaba si tenía que venderle mi alma al diablo.
—¿Te obligaron a casarte conmigo? —pregunté.
—¿Cómo? —preguntó ella levantando la mirada de la tableta.
—Mafia—murmuré—. Quizás no recuerdo muchas cosas, pero que sé cómo funciona ese mundo, los matrimonios por conveniencia son el pan de cada día así que ... ¿Te obligaron a casarte conmigo?
—No... nadie me obligo—murmuró risueña—. Nos casamos porque nos amamos...
—¿Yo te amo?
—Eso dices siempre—murmuró—. Sé que esto es confuso para ti... amar a alguien a quien no recuerdas, no pienso cometer el error de mantenerte a mi lado si tú no quieres, así que si sientes que tú y yo estamos juntos por conveniencia o algo así, no te retendré a mi lado.
—Ven aquí—murmuré señalando el lado libre de mi cama, ella se acercó con cuidado—. Quítate los zapatos...
—Estas muy mandón—bromeó—. Aunque siempre lo estas...
Solté una pequeña risa, al ver que rompía ese pequeño muro que ella había construido en medio de ambos. No me importó el dolor de mis costillas, cuando la sentí a mi lado, la jalé hacía mi cuerpo y la envolví en mis brazos. Su calor inmediatamente me abrazó y me sentí completamente seguro, la tranquilidad me embriago y supe que estaba en mi lugar seguro, mi hogar.
—Si tú y yo nos casamos porque nos amamos, no quiero estar lejos de ti—murmuré—. No sé cómo sea nuestra relación, no lo recuerdo... pero si de algo estoy seguro es que tú eres mi hogar, mi seguridad y te quiero por el resto de mi vida.
Pude ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, realmente no sabía cómo la había tratado antes y era como un golpe directamente en mi hígado al ver sus lágrimas, no podía imaginarme ser el causante de ellas y estaba seguro de que, si me enteraba que era un completo bastardo con ella, yo mismo terminaría con mi vida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top