Capítulo 56.

D'yavol.

"El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda."~UMBERTO ECO


Dicen que a veces cuando sentimos que algo malo puede ocurrir al despertar, lo mejor es quedarnos en casa y no ir a ningún lado, dicen que a veces es lo mejor quedarnos en casa donde sabemos que estaremos seguros y si tenemos un mal presentimiento no ir hacia el peligro, dicen que los presagios son demasiado fuertes cuando algo malo está por ocurrir, cuando ciertas cosas van acomodándose de una forma realmente desastrosa, significa que debemos detenernos y darnos cuenta de que haya algo que no está cuadrando en las situaciones.

Quizás muchas personas no crean en las supersticiones, por ejemplo, cuando un cuervo vuela sobre nosotros puede significar que el dolor y la desgracia está cerca, algo que todos deberíamos tomar en consideración si vivimos cerca de un bosque, pues no podemos darnos cuenta si en realidad ese cuervo simplemente está buscando comida.

No podemos simplemente creer en todas las supersticiones que personas adultas crearon, pero hay otras personas que creen fielmente en que algunas situaciones cambian el rumbo de las cosas, que algunas situaciones de junto significan que algo puede ocurrir, algo que se llevará por completo la tranquilidad y la paz que quizás llevábamos en nuestras vidas. Eso es algo completamente natural del ser humano, aferrarse a creer en algo tan estúpido como un animal volando sobre nosotros que pueda significar la muerte y el dolor, pero muchas otras veces deberíamos creer más en esas cosas, porque quizás algunas veces sean coincidencias y otras signifique que realmente algo malo puede ocurrir.

A veces el conjunto de cosas que comienzan a salir mal, sin irnos a algo mágico o algo que puede sonar estúpidamente planeado, puede significar que cientos de cosas malas están tocando a nuestra puerta y que tarde o temprano la derrumbarán y nos harán entrar en un colapso total de dolor y desgracias, en donde nos daremos cuenta de que la felicidad no era lo que estábamos creyendo y que gracias a no prestar atención a las pequeñas situaciones que nosotros creíamos coincidencia, el dolor y la desgracia nos alcanzó y nos derrumbó de forma que es imposible volvernos a poner de pie.

A veces el cúmulo de malas situaciones de desgracia nos indican que algo malo y peor está por ocurrir, quizás nos dicen que nos quedemos en casa y no salgamos al peligro e incluso hay otras veces que personas cercanas a nosotros nos piden quedarnos, pero nosotros somos demasiado necios como para pensar que algo malo puede suponer el salir de casa y no hacemos caso a las recomendaciones que quizás nos dan.

Claro que no podemos vivir con el constante miedo de que algo malo va a pasar, no podemos ser supersticiosos todo el tiempo y creer que por pasar debajo de una escalera puede ocurrir algo malo, sin embargo debemos poner atención en pequeñas situaciones que no son constantes y que por lo tanto pueden significar en un cambio radical a nuestras vidas, muchas veces somos demasiado ciegos o demasiados tontos para ver lo que hay delante de nuestras narices, algo que puede salvarnos la vida o que incluso puede llevarnos más rápido hacia la muerte.

A veces debemos darnos cuenta de que quizás las decisiones que tomamos no fueron las indicadas, que quizás debimos de haber tomado otro camino diferente al que teníamos pensado por qué eso pudo habernos salvado de una desgracia, sin embargo cuando ya estamos dentro debemos pensar rápido porque no podemos simplemente quedarnos tumbados, debemos ponernos de pie y luchar contra aquello que puede hacernos daño, quizás para volver a casa y estar con la persona que amamos.

Muchas veces nos dicen que debemos estar pendientes a las señales que el universo nos da quizás tratando de protegernos porque no quiere ver que salimos dañados de una u otra situación, pero a veces el ser humano es realmente necio y no se da cuenta de esas situaciones, simplemente piensa que estamos locos y que no tenemos un sexto sentido que nos informará lo que ocurra en nuestra vida o más bien algo que pueda señalarnos que ocurrirá algo pronto, algo que cambiará nuestras vidas y que nos hará sentir vulnerables de mil formas distintas.

Quizás es cierto lo que muchos dicen, que debemos prestar atención hasta el aleteo de un águila porque puede significar que la vida está a punto de colapsar frente a nosotros, que ese sentimiento que tenemos en nuestro corazón no significa que vamos a tener un paro cardiaco, sino más bien significa que toda nuestra vida está a nada de joderse. Puede ser doloroso de mil formas diferentes, pero si nos damos cuenta de lo que hay a nuestro alrededor, puede ser que la vida realmente nos esté advirtiendo de que estamos a nada de perder todo lo que hemos construido.

Nunca había sido un creyente de todas las supersticiones que la gente tenía, como si una mariposa negra aparecía frente a ti significaba que la muerte estaba cerca o que quizás el sentir un dolor en el pecho significaba tener un sexto sentido y no más bien que pudieses tener un paro cardíaco en cuestión de segundos, no creía en lo más mínimo en esas tonterías porque simplemente era imposible creer que algo podía conectarse con lo que estaba ocurriendo en tu vida, pero quizás todos deberíamos creer de vez en cuando en esas locas supersticiones, porque quizás significa que algo malo está por ocurrir y que de una u otra manera debemos tener el control sobre ello.

Habían sido dos días realmente agotadores en Rusia, querían colgar a todo el mundo por las cosas que habían estado ocurriendo y que no me habían sido informadas, después de todo sabía que era mi responsabilidad, yo era el jefe y no había tomado cartas en el asunto a tiempo, si no hubiese sido porque el líder chino le había enviado un mensaje de texto Lev en donde le decía que su cuenta en China sería bloqueada, jamás nos habríamos dado cuenta que teníamos un maldito ratero entre nuestras filas.

Sentía que la sangre me hervía, no había podido estar con mi esposa durante dos jodidos días, mis manos ansiaban sentir su piel debajo de mí, quería tenerla entre mis brazos pero gracias a esos idiotas no podía hacerlo, estaba frustrado porque si las cosas estaban de esa manera era Claro que necesitaría quedarme durante más tiempo en Rusia. No podría confirmar por mi mismo las sospechas que ya tenía con mi pequeña muñequita y los cambios que habia comenzado a experimentar, tendría que esperar y eso era jodidamente odioso.

El primer día me la había pasado investigando lo que ocurría, además de que me había visto obligado a acudir a una de las fiestas de presentación de la tercera familia, nadie esperaba mi presencia, pero eso era justamente lo que necesitábamos, querían que vieran que su jefe estaba ahí y que si alguno de ellos se atrevía a joderla yo los iba a joder a ellos. No podía arriesgarme a que alguien me retara nuevamente a pelear por mi título, y no podía arriesgarme a debilitarme y caer.

Lo único que había resultado reconfortante durante la noche anterior había sido poder escuchar la pequeña respiración de mi esposa mientras se quedaba dormida, saber que mi voz era suficiente para hacerla sentir tranquila me alegraba completamente, había estado esperando poder llamarla durante la segunda noche de mi ausencia. Pero no esperaba que uno de los idiotas intentara hacer una de sus jugarretas, sabiendo que nos encontrábamos ahí.

—¡Viste mi polla desnuda! —grité con furia hacía Lev.

—No sabía que te gustaba el sexting—gruñó—. Aunque te admito que desearía borrar esa imagen, no podré dormir durante las noches de recordar eso.

—¿Quieres callarte? Van dos veces que por tu culpa no puedo estar con mi esposa, y eso está causándome un gran dolor en las bolas y si vuelves a interrumpirme te juro que voy a asesinarte y voy a enterrarte en la zanja más profunda que pueda encontrar—gruñí mientras me abrochaba el traje.

—Mañana podrás verla si terminamos con esta rata—gruñó—. Lo encontraron con las manos en la masa, estaba tomando uno de los cargamentos... Los casinos nos enviaron tres cargamentos, les dije que nadie los tocara hasta mañana que tú los revisarás ¿y adivina qué encontré? Un maldito bastardo quería pasarse de listo y quería robarnos—murmuró.

—Ese hijo de puta.

Lev me llevó hasta el lugar en donde tenían al hombre que había tratado de traicionarnos, quizás no muchos lo tomarían como una traición después de todo estaba tratando de llevarse dinero que nosotros ya habíamos lavado, pero eso no significaba que no estuviese haciendo cosas malas, por supuesto que lo hacía y era jodidamente estúpido hacerlo cuando nosotros estábamos ahí.

En cuanto llegué, mi suegro parecía igual de frustrado que yo, estaba seguro de que me habían interrumpido alguna llamada con su esposa, ellos dos parecían chicles, jamás se despegaban y en ese momento que habíamos tenido que ir a Rusia, era jodidamente horrible tener que separarnos de las mujeres que amábamos.

—Díganme que esta es la última rata—gruñó mi suegro.

—Estoy esperando lo mismo—murmuré—. No tengo ganas ni tiempo de seguir tratando con estos idiotas, si no es el último que ha estado tratando de robarnos, quiero que busquen hasta por debajo de las piedras a todos los que están planeando traicionarnos, los van a colgar en la puta plaza roja y van a poner por qué los colgaron ahí ¿quedó Claro?

—Si, señor—contestaron todos.

—Vetrov fue quien lo recluto, ayer lo matamos—murmuró mi suegro.

Con toda la furia que tenía en mi ser entré a la gran ratonera, como solían llamarle ahí, era un sótano en el que se llevaban a cabo las torturas, no era nada parecido al sótano que teníamos en Sicilia. La ratonera era completamente sucia, parecía que la sangre jamás había sido limpiada y de cierta manera me gustaba ver más cómo morían en medio de la sangre de cientos de traidores, era como si viese un espectáculo visual.

Miré con furia al hombre que estaba encadenado en una de las sillas de metal que estaban atornilladas al suelo, tenía todo el rostro desfigurado, pero podía reconocerlo como uno de los novatos, era realmente estúpido traicionar a quien le había dado la oportunidad de estar dentro de nuestra mafia y nos había traicionado en la primera oportunidad que había tenido, la rabia llegaba a mi cuerpo y quería asesinarlo en ese preciso instante.

—¿Te parece si nos divertimos? —pregunté tomando una de las pinzas con ganchos—. Por cada buena respuesta que me digas y que yo quede conforme, quitaré un minuto a tu tortura, pero si no me gusta, aumentaré tres horas a tu tortura, así que deberías ir pensando en qué me vas a responder.

—¡Yo no sé nada, sólo recibí órdenes!¡Por favor, soy inocente, no sé nisiquiera lo que hice mal!

—¿Y de quién se supone que recibiste órdenes? sólo hay tres personas que pueden mandar—ladré en ruso con furia, estaba de más decir que estaba completamente frustrado sexualmente porque no podían ni siquiera tener sexo a la distancia con mi esposa.

—El hombre que me contactó, él fue el que me dio la orden de que debía venir al almacén y llevar uno de los cargamentos al lugar en el que me había indicado—murmuró—. Por favor, yo no tengo nada que ver, le juro que jamás lo traicionaría.

—Ya me traicionaste obedeciendo órdenes que no venían de mí—murmuré—. ¿Hace cuánto te dio esa orden?

—Me la dio ayer, me dijo que debía llevar uno de los cargamentos afuera de la ciudad, me dijo algo que los militares estaban rodeando la zona y que debíamos protegerlo a usted—murmuró—. Cuando le dije que debía comprobar la información, el hombre me dijo que si hacía eso lo pondría en peligro, usted es mi rey y mi lealtad está con usted.

—¿Así que un maldito muerto te dijo que debías llevar un cargamento?, ese hombre está dos metros bajo Tierra porque lo descubrí robándome, pero no entiendo a quién le llevaría ese cargamento, ese bastardo no salía de aquí.

—Lo que puede significar que tenemos a alguien que está comprando nuestro cargamento—murmuró Lev—. ¿En qué dirección te pidieron que entregaras?

Lado norte por el puente de la autopista—murmuró el hombre—. Me dijeron que ahí encontraría una bodega donde debía dejar el cargamento.

—¿Así que esos malditos bastardos estaban jugando con mi dinero? —pregunté—. ¿Qué más sabes y quizás te perdone la vida?

El hombre que me contactó dijo que no debía decirles nada a ustedes, dijo que las órdenes venían de él y que yo debía obedecerlo, que jamás debía dirigirles la palabra a ustedes tres porque odiaban eso. Además, no los conocía, los conocí hasta el día que vinieron y tuve mucho miedo porque el hombre me dijo que, si les llegaba a decir algo, ustedes me meterían una bala en el entrecejo—murmuró con miedo.

—¿Miedo? Estas en la mafia...

No por elección—murmuró el hombre.

Fruncí el ceño viendo al hombre, éramos criminales, pero por supuesto que nunca obligaríamos a alguien que ingresara en la mafia, no éramos los malditos de Lombardi y Schiavone, nunca los obligaríamos a que se ingresaran a nuestra mafia sabiendo que necesitaban convicción para estar ahí, si no serían tragados por todo lo que conlleva estar ahí.

No estoy entendiendo—murmuré—. Nadie es obligado a entrar a nuestra mafia, esa es una de las cosas que tenemos arraigadas como nuestras leyes, a nadie ni siquiera porque le deban un favor debe obligársele a que estén aquí, así que explícate.

Ese hombre, era el amante de mi madre... mi madre le debía un favor cuando asesinó a mi padre porque era un golpeador, yo creí que la deuda estaba saldada porque pues ya se acostaba con mi madre—murmuró—. Mi madre enfermó hace un año, estaba muy enferma porque le dio cáncer de pulmón y este hombre pagó todo su tratamiento...

—¿Entonces ya le debían dos favores a ese bastardo? —murmuré en ruso.

—Tengo mucho miedo de estar aquí, ese hombre me dijo que ustedes me asesinarían, que me harían demasiado daño si llegaba a contarles —murmuró—. Cuando terminó de pagar el tratamiento de mi madre y ella estaba mejor, me dijo que era momento de pagar los favores...

—Quiero que investiguen a cuántos más les cobraron este tipo de favores—murmuré en español—. Y Lev.... más te vale que soluciones esta mierda antes de que sea de día, no quiero retrasar mi viaje de regreso a casa, mi esposa me está esperando.

—Si, señor—murmuró mi primo.

—También quiero que pongas una advertencia en la maldita plaza roja, que todos los que se atrevieron a traicionar a D'yavol, mejor que salgan corriendo de mis dominios, porque voy a cazarlos a cada uno de ellos y los vamos a asesinar—dije.

—Como ordenes—murmuró Lev—. ¿Algo más?

—Suban un cargamento falso a uno de los camionesordené—. Vas a guiarnos al lugar donde debías realizar la entrega, si encontramos que es verdad lo que tú dijiste, te perdonaré la vida y cada una de las cosas que hiciste.

¿De verdad?

Si resulta cierto lo que dijiste y por lo menos encontramos a otro bastardo, Tienes la oportunidad de irte y no abrir la boca de lo que viviste aquí, o quedarte y hacerte más fuerte para que puedas proteger a tu madre, si sus seguidores se enteran de que lo delataste, es seguro que va a hacerte daño...

Gracias, señor...

Bien, no me agradezcas, aún tengo desconfianza de ti, más te vale que no me estés tendiendo una trampa porque si lo descubro, la tortura que tenía planeado para antes será demasiado corta para lo que te haré ¿quedó Claro?

S...Si señor—murmuró.

—Quiero a todos mis hombres de confianza para que vayamos a ese dichoso almacén, vamos a partir dentro de media hora—murmuré.

—Bien, señor—murmuraron todos.

Suspiré frustrado porque tenía planeado estar con mi esposa durante la noche, a ambos nos estaba afectando la distancia y necesitábamos tener un momento solos, caminé hacia la habitación en la que me estaba quedando y me apresuré a colocarme el traje táctico, no sabíamos lo que nos encontraríamos en ese lugar e ir con un traje no era la mejor idea.

Miré mi celular y me di cuenta de que habían pasado dos jodidas horas desde el momento en el que había colgado a mi esposa, el tiempo se pasaba horriblemente rápido, no sabían en que nos habíamos demorado tanto tiempo, ni siquiera habíamos torturado al hombre y de cierta forma eso también lograba hacer que mi cabeza explotará en Ira.

Necesitaba calmar mi frustración, o estaba seguro de que asesinaría a más personas de las que tenía planeado. Tomé mi celular, e inmediatamente la foto que tenía en el fondo de pantalla hizo que mi corazón latiera normalmente. Mi muñequita sonreía, mientras su rostro estaba cubierto por una extraña mascarilla que nuestro hijo le habia preparado, Niall estaba sobre sus piernas y yo tomaba la foto, dejando ver sólo la mitad de mi rostro.

Conall: ¿Estas despierta, mi amor?

Me apresuré a quitarme el traje que me había puesto después de que lev interrumpiera la llamada con mi muñequita, me coloqué el completo negro junto con el chaleco antibalas que era necesario para evitar cualquier peligro que pudiésemos tener dentro del lugar al que íbamos.

Justo cuando estaba por salir de la habitación, mi teléfono comenzó a sonar, en cuanto lo tomé la fotografía de mi muñequita apareció y una gran sonrisa se dibujó en mis labios. Miré sus ojitos adormilados por a través de la cámara, sus mejillas estaban completamente sonrojadas y podía imaginarme cuáles eran sus pensamientos. Mi cerebro dejó de funcionar en el momento en el que pude ver la solapa de una de mis camisas cubriendo su cuerpo, no había nada más sexy que ver a mi mujer vistiendo mi ropa.

—Joder—murmuré.

—Me quedé dormida, pero puse una alarma para el momento en el que estuvieras libre, no sabía cuándo sería eso hasta que sonó mi celular con la alerta del mensaje—murmuró—. Pero... creo que no me llamas para continuar lo que hacíamos...

—Lo lamento, muñequita—murmuré—. Alguien quería robar la mercancía que llegó apenas hace un par de horas, lo atrapamos en el acto y ahora nos va a llevar a el lugar dónde se suponía debía entregar el cargamento.

—¿Iras tú?

—Debo ir muñeca—murmuré—. Te prometo que voy a estar a salvo, te llamaré en cuanto terminemos de estar en ese lugar con los hombres, supongo que después de ahí tendré que tomar un vuelo directo a casa, porque no pienso aguantar ni un día más lejos de mi mujer.

Sus mejillas se tiñeron del perfecto rojo que me encantaba ver, mordió su labio inferior entre sus dientes y eso fue la imagen más perfecta de todo el jodido mundo, esa mujer era capaz de encenderme en segundos y era perfecta en cada gesto que hacía.

—¿Prometes que vas a cuidarte?

—Prometo que voy a cuidarme—murmuré—. Te hablaré en cuanto terminemos de estar en ese lugar, de todas formas, teníamos planeado regresar al mediodía de mañana... si las cosas se complican un poco te prometo que voy a avisarte y seguramente haré que alguien te traiga aquí, no pienso estar más tiempo sin mi esposa.

Mi muñequita soltó una pequeña risa, sus ojitos estaban completamente adormilados y me encantaba ver ese rostro de perfección, estaba recargada contra su mejilla derecha sobre mi almohada, podía darme cuenta de ello porque estaba hecha bolita y el lado de su cama se veía demasiado lejos para que estuviese sobre su almohada.

Solté una pequeña risa al ver su boquita abrirse en un bostezo, ella se veía perfecta y me encantaba verla en cada momento de nuestro día.

—Creo que debería dejarte, no quiero que te desconcentres ...

—Puedo quedarme unos minutos más, sirve que duermes...

Mi muñequita soltó una pequeña risa y asintió. Coloqué el teléfono sobre la cama de manera que pudiese ver a mi muñequita, terminé de colocarme las botas mientras ella se acurrucaba contra la almohada, su rostro perfectamente tranquilo me hacía sentir bien, a pesar de todo lo que habíamos vivido, ella estaba tranquila.

Coloqué el mute para no despertarla en caso de que alguien hablara, tomé el teléfono junto con la pequeña maleta que había preparado para el viaje y salí de la habitación en la que me estaba quedando, no se comparaba ni un poco con mi lujosa habitación de casa, era más bien una especie de bunker sin ningún lujo. No era el lugar en el que nos habíamos estado quedando durante todo el tiempo que habíamos estado desaparecidos, se trataba más bien de la base de operaciones de la Bratva, un bunker debajo de almacenes de una supuesta empresa de autopartes.

—¿Estamos listos? —pregunté mientras me acercaba a mis hombres.

Todos levantaron la mirada hacía mí y me dedicaron un saludo formal, aunque yo ya no era un militar parecía que aún dentro de ese lugar, el saludo más respetuoso era un saludo militar. Lev comenzó a gritar órdenes para que todos abordarán los lugares que debían ocupar.

—Todo está perfectamente listo, pero ¿puedo preguntar por qué llevas una maleta?

—Después de que terminemos esto abordaremos un avión y regresaremos a casa—murmuré—. No pienso perder más tiempo y supongo que el ministro tampoco.

—¿Crees que estemos en ese almacén hasta que de la mañana?

—Es lo más seguro—murmuré—. No llamaremos demasiado la atención, quiero que rodeen el almacén, el chico entrará con otro par de hombres a dejar la mercancía, un par de hombres estarán listos en la puerta para entrar en el momento en el que alguien salga a recibir el paquete.

—Bien—murmuraron todos.

Como lo había ordenado todo se prepararon para salir, subí al auto junto con mi suegro y con Lev al volante. No podía despegar la mirada de la pequeña bolita dormida frente a la cámara, no quería cortar la llamada, pero sabía que tampoco podía tenerla durante todo el tiempo que estuviésemos en el almacén.

Su respiración estaba completamente tranquila, me aseguré de mirar a sus lados para ver que nada la molestara y cuando estuve completamente satisfecho de que podía dejarla durante unas cuantas horas, colgué la llamada con todo el dolor de mi corazón, quería tenerla frente a mí y estrecharla entre mis brazos.

Llegamos al almacén en el que se llevaría a cabo la entrega, era uno de los cargamentos más grandes que habían llegado esa noche, aunque Claro que todo el dinero dentro era falso, ellos no lo sabían y seguían creyendo que tendrían el dinero que nosotros habíamos conseguido en casinos, apuestas ilegales e incluso en los bares.

Lev encendió la cámara que nos daba una vista completa de lo que ocurría dentro del almacén, los hombres que estaban encargados de entregar el paquete bajaron del camión y caminaron hacia las puertas traseras. Un par de hombres salieron de las sombras, nosotros ni siquiera los habíamos visto lo que significaba que realmente no estaríamos solos dentro de ese almacén. Los dos hombres, completamente vestidos de negros y con pasamontañas, estrecharon las manos con el hombre al que habíamos encontrado robándonos, después de un par de intercambios de palabras, el segundo hombre se adentró en el camión.

—Es hora—murmuré.

¡Muévanse, el jefe ha dado la orden! —Ordenó mi primo en ruso.

Pude ver cómo los autos que habíamos preparado rodeaban toda la bodega y de ellos descendían hombres listos para el ataque, Lev se acercó rápidamente a la puerta y la derribó con la misma camioneta en la que nosotros íbamos. Preparé mi arma y sin siquiera molestarme en ponerle silenciador la cargué, abrir la ventana y comencé a inmovilizar a los hombres que trataban de correr como gallinas.

¡Eso pasa cuando quieren meterse con el puto rey de la mafia! —grité en medio de la lluvia de balas.

Como era de esperarse mis hombres no desgastaban sus balas, solo estaban haciendo que los demás los dispararan para que se quedaran sin municiones y tener un par de segundos para capturarlos, como era de esperarse en menos de dos minutos tenían a todos los hombres cómplices del robo amarrados sobre el sucio suelo de esa bodega abandonada, no había sido muy difícil en realidad, esos bastardos estaban idiotas y no tenían ni la menor idea de con quién se habían metido. Para ellos seguramente era un trabajo más.

Descendí del auto junto con mi suegro y mi primo, ambos custodiándome la espalda mientras yo caminaba con toda tranquilidad hacia los hombres. Algunos tenían un par de heridas en las piernas o en los brazos, habían utilizado mis hombres algunas balas para inmovilizar a esos bastardos. Había cerca de diez hombres y sonreí al reconocer a un hombre que vestía un perfecto traje, sin una sola arruga.

—Pero qué bonita mierda tenemos aquí—Me burlé al ver a uno de los hombres en los que habíamos confiado para dejarles el manejo de la Bratva mientras nosotros estábamos en casa—. Maldito Popov, hasta tu apellido es asqueroso y puede sonar como la mierda.

—¡Señor, nosotros no lo sabíamos! —gritó el hombre.

Rodé los ojos mientras me acercaba a todos ellos, podía reconocer a varios de mis hombres a los que yo les había tenido confianza cuando habíamos estado en ese lugar, sabía que el que me aceptaran como su rey iba a ser algo fácil, pero jamás había pensado que me traicionarían en la primera oportunidad que tuvieran.

Tengo dos opciones que ustedes pueden tomar, hacemos esto de la forma rápida y ustedes me dicen a quién va dirigido este cargamento o lo hacemos a mi manera y los torturó hasta que sea mediodía y créanme que aunque será poco tiempo, desearán que termine lo más pronto posible—murmuré con una sonrisa sádica—. Así que elijan porque no tengo mucha paciencia, por su puta culpa no estoy con mi esposa y eso me pone de un puto genio que créanme no quieren conocer.

—¡Le juro que nosotros no sabíamos nada, sólo recibíamos órdenes de Vetrov!

—¿Y quién mierda era ese puto hombre para darles órdenes? Ustedes me obedecen a mí, yo soy el rey y por lo que veo todo mundo se está pasando eso por el puto arco del triunfo—ladré—. No quiero ni una sola excusa más, estoy harto de esto, así que hablan por las buenas o los voy a hacer hablar por las malas.

—¡Usted no debería ser un puto rey, tiene la cabeza metida en un coño! —gritó uno de los hombres.

Supe en ese momento qué quizás el hombre de traje estaba diciendo la verdad, él quizás no estaba coludido con el robo, pero no podía decir lo mismo de la sanguijuelas que se encontraban frente a mí. Malditas ratas que no tenían ni en qué caer muertos y querían arrebatar mi trono.

Créanme que odio demasiado hacerle daño a mi gente, pero si algo odio más es que alguien se atreva a insultar a mi esposa—murmuré—. Pensaba hacerlo de la forma rápida, si ustedes me decían la verdad consideraría perdonarles la vida, pero cómo decidieron hacerlo de la segunda forma, espero que entre más pronto comiencen a hablar más pronto se me ablande del corazón, aunque la única bondad que existe en mí es la de mi esposa y como la insultaste creo que no será necesario desperdiciar esa hermosa bondad en sanguijuelas como ustedes.

El hombre que se ha atrevió a insultar a mi muñequita fue el primero en sufrir mi ira, Lev ni siquiera me preguntó qué era lo que tenía que hacer, lo amarró a los arneses que se encontraban en el camión, dejando al hombre en una posición de x, con los brazos y las piernas extendidas para que yo pudiese darme el lujo de torturarlo.

Primero utilicé una de las cuchillas más pequeña, me dediqué a realizar pequeños cortes por todo su asqueroso cuerpo. Cuando me cansé de que no dijese absolutamente nada, comencé a utilizarlo como un saco de box, golpeando incluso sus genitales, esperando a que hablara o dijera algo, porque él sí que sabía con quién estaban coludidos.

—Debo expresar mi admiración por tu fortaleza—murmuré—. Pero no he comenzado ni un poco con mi tortura, sólo estaba calentando.

Me di la vuelta y bajé del camión, como lo esperaba Lev ya tenía preparados más instrumentos de tortura, tomé mis pinzas favoritas, las que había utilizado mi muñequita la primera vez que había sido testigo de cómo había torturado a un hombre, seguramente eso debía darme miedo pero era absolutamente todo lo contrario, esa mujer me calentaba.

—Bien—murmuré—. Comencemos.

Metí las pinzas por debajo de la uña de su dedo meñique del pie, no lo hice con rapidez, disfruté sus malditos gritos de súplica en el momento que la pinza iba arrancando poco a poco la uña, antes de que pudiera volver a preguntarle lo que quería saber, el hombre comenzó a hablar como perico.

Él nos prometió que te destronaría, que no dejaría que volvieras a ver la luz del día, porque le habías arrebatado por lo que tanto había luchado—gimió entre llanto—. Dijo que te iba a arrebatar absolutamente todo para que no te quedara nada, que merecías sufrir.

—¿Por qué un don nadie me querría ver a mi abajo?

—¡No era Vetrov la cabeza de todo esto, él solo era un títere! ¡Él nos daba las órdenes a nosotros, pero había alguien que le daba las órdenes a él!

—¿Para qué quieren mi dinero? Supongo que sí sabes que él no era el bastardo que me quería abajo, debe saber para qué mierda querían mi dinero...—murmuré ingresando las pinzas en el otro dedo de su pie.

—¡No sé para que lo quieren!

—Voy a acabar con cada una de tus uñas hasta que no reciba las respuestas que quiero—gruñí.

Comencé a arrancar la uña, desde lo más profundo, escuchando sus alaridos de dolor y súplicas para que parara mí tortura.

¡Lo quieren para movilizar droga en Europa! ¡Si es dinero de la Bratva, nadie rechistara!

—¿Droga? ¿Qué tipo de droga?

—Una droga que logra que quien la tome pierda...

Antes de que el hombre dijera algo, fue como si una descarga eléctrica atravesara todo su cuerpo, comenzó a convulsionarse con fuerza y sus ojos se pusieron completamente en blanco. Decidí que no quería ver todo eso, levanté mi arma y disparé certeramente en su entrecejo.

Por más que busqué conseguir respuestas, Después del primer interrogatorio las respuestas eran completamente monótonas, todos decían absolutamente lo mismo y lo máximo que habían logrado confesar y que les había costado la vida, era que habían estado participando en redes se trata de personas. Habían estado violando a chicas inocentes, a cambio de lo que les prometían.

Limpien todo y quemen el almacén—ordené.

Todas las torturas habían tardado más de lo que había estado esperando, estaba jodidamente frustrado y estresado, todo eso sólo había logrado que conociera que mi gente realmente no me tenía completa lealtad.

—¿Qué ocurrió en esas torturas? —preguntó mi suegro colocándose en el asiento del copiloto mientras yo decidía manejar, necesitaba hacerlo para tranquilizarme.

—Primero no hablaba ni una sola palabra y después cuando comenzaba a torturarlos hablaban como pericos, pero me decían lo mismo una y otra vez era como si sus malditos cerebros estuviesen conectados o si hubiesen grabado las mismas palabras—murmuré con furia—. Dios, necesito calmarme.

Justo cuando estaba por arrancar para que pudiésemos ir directamente al aeropuerto, mi celular comenzó a sonar. Una enorme paz me embriagó en el momento en el que la fotografía de mi esposa apareció, fue como si un gran peso se eliminara de mi mente y sonreí con total alegría. Sin pensarlo un segundo contesté la llamada, su rostro apareció inmediatamente en la pantalla y podía ver que tenía una alegría inusual.

—Buenos días, mi amor—cantó.

—Ahora lo son—murmuré viendo su sonrisa—. Tu padre está aquí.

—Hola pá—murmuró mi muñequita—. Sólo llamaba para ver si ya vienen de regreso, no te moleste porque acabo de despertar hace menos de dos minutos, estaba demasiado cansada y dormí durante horas.

—Eso está perfecto, muñeca—murmuré—. Sí, ya vamos de regreso, ahora estamos a punto de entrar a la autopista para llegar al aeropuerto, calculo que estaremos ahí dentro de 5 o 6 horas, llegare para la cena...

—Entonces te prepararé algo rico—murmuró—. Niall me acaba de llamar... ¿tú sabías que iba a entrar a un concurso de robots? Nuestro hijo tiene cinco años y ya sabe construir robots, cuando menos lo esperemos va a estar en el espacio construyendo una casa en la Luna.

Solté una carcajada por las ocurrencias de mi muñeca, al igual que los dos hombres que me acompañaban.

—No sabía eso, pero supongo que quería mantenerlo en secreto—murmuré—. Debo dejarte muñeca, te llamaré en cuanto aterricemos en Sicilia.

—Está bien, mi amor—murmuró con una tierna sonrisa surcando sus labios—. Te amo...

—Te amo más, princesa—murmuré.

Colgué la llamada y sin esperar que alguno de los dos comenzara a hacerme bromas, arranqué el auto y me adentré en la autopista que nos llevaría directamente al aeropuerto, quería llegar lo más pronto posible y por fin estrechar a mi esposa entre mis brazos. Mi suegro y mi primo mantenían una amena conversación sobre lo que ellos habían descubierto mientras yo me desestresaba torturando hombres.

Odiaba algunas carreteras de Rusia, porque se hacían tan angostas que era imposible hubiesen dos autos a la vez, me desvié en el lugar que debía tomar para ir al aeropuerto privado de la Bratva, pero fue en ese momento en el que noté que dos SUV negros tomaban la misma salida que yo, Definitivamente no pertenecían a nosotros, nuestras camionetas solían ser más grandes y en su mayoría todo terreno. No había nada más en ese camino, en su inmediatamente hizo saltar la alarma de mi interior, era Claro que alguien estaba esperando que saliéramos.

—Nos vienen siguiendo dos camionetas, da la alerta—murmuré.

Escuché a mi primo hablar por la radio, sin embargo, el miedo volvió a opacarme en el momento en el que de la radio parecía no salir ninguna señal y eso era prácticamente imposible pues teníamos un solo satélite para nosotros, el cual era administrado por mi mejor amigo.

—Mierda, no hay comunicación...

Metí la mano dentro de la chaqueta, desenfundé mi arma al igual que mi suegro y mi primo. Odiaba el hecho que la carretera que nos dirigía hacia el aeropuerto sólo tenía una intersección y esa era la de la entrada. No había forma de que me desviara o de que diera la vuelta en kilómetros, era tan estrecha que sólo había de un lado un barranco y del otro lado una pared hecha de cantera.

Comencé a acelerar el auto, esperando que se quedaran atrás o que se hubiesen equivocado de camino, aunque era Claro que eso no era posible. Logré alejarme de ellos durante un par de kilómetros, pero los autos detrás de mí también comenzaron a avanzar con mayor velocidad y fue en ese momento en el que el viento se cortó por el disparo de un arma.

Cientos de balas comenzaron a atacar el auto, era blindado por lo que no podían dispararnos. Por el retrovisor pude ver que el copiloto del auto que se encontraba detrás de nosotros disparaba a mis neumáticos, seguramente queriendo que perdiese el control. Solté una maldición cuando los controles de las ventanas no respondían, mi suegro y mi primo trataban de salir del auto para poder disparar y contraatacar, pero era completamente imposible. El auto se sacudía de un lado a otro por las estrechas curvas que teníamos que tomar.

Fue entonces cuando todo se paralizó, vi como una de las balas que estaban disparando en nuestra dirección aterrizaba justamente en el neumático izquierdo, que me estaba funcionando como soporte para dar las curvas cerradas, luché por mantener el control del coche, tratando de seguir en el camino sin salirme, lo único que podía hacer era caer al voladero y eso no era una opción. Logré mantener el coche estático recuperando el control, pero en ese instante una de las camionetas que estaba detrás de nosotros embistió el auto por detrás, logrando que todo el control que había recuperado se fuera al carajo y el auto comenzará a zigzaguear de forma ruda, era imposible mantener el control.

—¡Debemos saltar! —ordené.

Todos colocamos la mano en los picaportes de las puertas del auto listos para saltar, estábamos preparados para disparar con todo hacia los bastardos que nos estaban siguiendo, pero justo en ese preciso momento la segunda camioneta, embistió el costado del auto, logrando que cayésemos al voladero sin forma de detenernos.

Nuestros cuerpos saltaban de un lado a otro a pesar del cinturón de seguridad, quise mantenerme consciente, sin embargo el profundo dolor por todo mi cuerpo me lo impedía y lo único en lo que podía pensar era en los preciosos ojos verdes que estaban esperándome en casa. Cerré los ojos, antes de ver lo único que podía haber frente a mí, el cuerpo inerte de mi suegro, siendo cubierto por la nieve que comenzaba a caer sobre nuestros cuerpos, todo lo veía en una mancha roja por la sangre que se colaba en mis ojos y el horrible ardor de mis pupilas por el humo del fuego que parecía comenzar a prenderse en el motor.

<<Perdón, muñequita, no puedo cumplir mi maldita promesa>>

.

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* Deja esto lentamente y huye antes de que la asesinen. 

¡Gracias por leerme!

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