Capítulo 53.

Comunicación.

"Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección" – Antoine de Saint-Exupéry


Muchos dicen que los problemas de las parejas se deben a que no existe una comunicación entre ambos, en qué a pesar de que hablan una y otra vez, ambos quieren cosas diferentes y quizás quieren que sus deseos coincidan cuando eso es completamente imposible considerando que cada cerebro es un mundo, no podremos solicitar que la otra persona que ha decidido pasar la vida con nosotros tengan las mismas ambiciones que nosotros tenemos.

A veces eso es lo que hace que las parejas se destruyan a pesar de que estén unidas, o que piensen que están completamente fortalecidas. La comunicación no sólo se trata de decir lo que quieren, sino también de decir lo que se siente, porque muchas veces no entendemos lo que la otra persona siente por sus simples gestos, aunque sí existe una gran conexión lo vamos a saber, pero si esto no es así puede que la decepción nos embriague y creamos que no estamos entendiendo a la persona que amamos.

Debemos aprender a leer a la otra persona si queremos saber todo lo que siente incluso cuando nos mienta, porque puede que por nuestro amor, no va a querer lastimarnos si nosotros queremos algo diferente a lo que esa persona quiere, debemos aprender a que no siempre vamos a tener las mismas ambiciones y que quizás uno tiene una meta diferente, eso es bueno porque no toda la vida vamos a tener lo que deseamos, pero también debemos aprender a estar sosteniendo la mano de la persona que amamos incluso si no compartimos lo que deseamos.

Muchas veces es difícil coincidir en los deseos de la persona que amamos, porque Claro que lo deseamos no queremos que la otra persona se sienta sola cuando nosotros estamos ahí para ella, quizás las ambiciones pueden separarnos durante un par de horas, pueden hacernos sentir incluso vulnerables. Por eso es importante que aprendamos a discernir que no siempre vamos a querer lo mismo, que incluso cosas pequeñas puedan significar pleitos grandes, pero todo eso debe de solucionarse con la persona que amamos, debemos tener una comunicación certera para poder estar al lado de la otra persona como lo deseamos. Aprender que somos personas diferentes incluso si estamos juntas y compartimos absolutamente todo.

Cuando esas diferencias llevan a discusiones, debemos aprender a pedir perdón, porque a veces herimos a la otra persona sin darnos cuenta de que con tal de perseguir nuestra propia meta, quizás incluso puede hacer una tontería, como un viaje que no estaba planeado o algo por el estilo, pero eso puede hacernos enfurecer si la otra persona no nos entiende como nosotros desearíamos que lo hiciera. Debemos aprender a perdonar y hacernos perdonar, por qué no podemos toda la vida mantenernos en discusión por algo tan pequeño, y a pesar de que la química esté a nuestro alrededor puede que de un momento a otro la bomba estalle y lo único que pueda solucionarlo es el perdón.

No debemos dejar que esas discusiones nos alejen, que de un momento a otro el amor que se siente pueda perderse por algo simple, por eso es importante aprender a hablar y a comunicarse certeramente, decir cuando algo molesta y cuando algo enfurece, cuando algo no se desea y cuando se desea demasiado, es normal no siempre querer lo mismo, somos seres humanos, pero así como es normal debemos aprender a sobrellevarlo incluso en el dolor o todo lo que pueda acarrear ello.

Incluso cuando el amor fluye bien es posible que se tengan algunas disputas por ciertas situaciones, que creamos que nosotros somos inmunes a ello, de una u otra forma sentimos que no nos afectaremos si existe una pelea, porque sentimos que nuestro amor es suficiente para superarlo, pero a veces nos damos cuenta de que las pequeñas pruebas son aquellas en las que están menos implícitos los problemas.

A veces es necesario no solo aprender a perdonar en la pareja, quizás también aprender a perdonar a nuestro pasado y aprender a perdonarnos a nosotros mismos, para darnos cuenta de que lo que vivimos no podrá repetirse, quizás el pensamiento de que hicimos algo en el pasado nos impide avanzar, algo que no podemos perdonarnos.

No siempre tenemos que pedir perdón por todo lo que ocurre en nuestras vidas, porque a veces nosotros ni siquiera tenemos la oportunidad de elegir si queremos o no hacerlo, debemos aprender a perdonarnos incluso cuando sea más insignificante lo que puede ocurrir, el aprender a perdonarse no significa simplemente decirle perdón a la otra persona, a veces significa, decirnos a nosotros mismos en completo silencio "te perdono por algo que no tenías control", quizás suene estúpido, pero muchos necesitan escuchar esas palabras para sanar y no lo había entendido hasta la primer cita con la psicóloga de mi muñequita.

La comunicación que yo tenía con mi esposa era grande, ambos sabíamos lo que deseábamos y cuando algo no coincidía, no lo forzábamos, simplemente cada uno hacía lo que necesitaba o lo que deseaba, y si esa decisión nos involucraba a ambos simplemente tratábamos de sobrellevarlo, no tratábamos de cambiar las decisiones. El amor entre nosotros fluía como el aire, y era suficiente para saber que nos amábamos de una y mil maneras diferentes, ella y yo nos comunicábamos todo el tiempo.

La amaba con todo mi corazón y se lo recordaba a cada instante de mi vida, la amaba con toda la fuerza de mi corazón y sin importar absolutamente nada, me aseguraba de siempre mantenerla a mi lado, de darle todo el amor que podía y de acariciarla como mi corazón lo anhelaba. Ella era mi todo y siempre lo sería, tomar nuestras manos era suficiente para saber que estábamos en el mismo camino y que sí, éramos personas diferentes, pero que compartíamos lo mismo y que a pesar de que a veces las decisiones no nos tomaban a ambos, respetábamos eso y continuábamos.

Había pasado ya una semana desde el cumpleaños de mi muñequita y de la gran celebración para la renovación de votos de los señores Kim, mis suegros. El amor parecía fluir en el aire a pesar de que nosotros seguíamos esperando buenas noticias, habíamos acudido durante la semana a realizarnos la prueba de embarazo y ambos nos habíamos sentido tristes al volver a recibir un completo negativo, Claro que nos había desanimado un poco, tratábamos de no desanimarnos cada que recibíamos ese resultado, pero lo estábamos intentando tanto que anhelábamos que un día de esos, recibiéramos una buena noticia.

Pero a pesar de todo ello no dejábamos de amarnos como lo hacíamos, tampoco la culpaba a pesar de que ella a veces decía que era su culpa, pero después lo hablábamos y yo le decía que debía aprender a perdonarse por eso, no tenía la mínima culpa de que no pudiésemos tener bebés, ella no era la culpable de eso y jamás la culparía por algo así, su cuerpo estaba luchando inalcanzablemente para poder tener vida en su interior y realmente admiraba su fuerza en todos los sentidos.

Mi muñequita se sentía triste cada que recibíamos la misma noticia de un gran negativo, aunque la ginecóloga seguía insistiendo en que debíamos ser persistentes y pacientes, podía ser que en el momento menos indicado y menos esperado ocurriera el milagro de la vida, mi muñequita incluso llegaba a culparse diciendo que ella siempre había dicho que no quería tener bebés, después de lo que le había hecho el bastardo de Stefan, ella se había negado a querer tener bebés y decía que quizás era un castigo divino por haberse negado a la vida. Yo no lo creía de esa manera y trataba de hacérselo creer a ella, le insistía una y otra vez que debía perdonarse por algo que ella no había hecho, que quizás eso la ayudaría a sanar.

Claro que quería quitar el dolor en su rostro cada que recibíamos la mala noticia de que no estábamos esperando un bebé, quería quemar el mundo entero para ver si de esa manera ella sonreía con la luz que siempre me había iluminado, quería que se diera cuenta todo el amor que sentía por ella y que sin importar absolutamente nada, incluso si no podríamos tener un bebé, no la abandonaría. Pero también la psicóloga me había dicho que a veces era necesario enseñarla perdonarse a sí misma, porque ella a pesar de que decía que ya había dejado de culparse, inconscientemente a veces lo decía.

—Entonces por lo que me dices tú te sientes culpable por no haber querido ser madre cuando eras joven y sientes que ahora la vida te está castigando por ello ¿estoy en lo correcto?

—Yo...—murmuró mi muñequita—. Antes de que me secuestraran, yo quería ser madre, siempre tuve la ilusión de encontrar a alguien para amar y que me amara con la misma intensidad, que ambos deseamos ser padres... pero después de eso comencé a negarme, creo que inconscientemente no quería traer al mundo a un bebé a que sufriera lo mismo.

—Es normal que después de un trauma, no quieras que más personas los sufran, te negabas a ser madre porque habías tenido una mala experiencia y quizás inconscientemente culpabas a tus padres o quizás no sentías su protección en ese momento y tú no te sentías apta para dar esa protección.

—Jamás culparía a mis padres, ellos no tuvieron nada que ver—murmuró Keyli frunciendo el ceño—. Pero siento que de una u otra manera, tenga razón usted, no sentía la protección de mis padres y no quería traer al mundo a un niño cuando no pudiese darle esa protección.

—Es completamente normal que sintieras eso, no querías traer al mundo a sufrir a un niño inocente lo que tú habías sufrido. Sin embargo, eso no tiene nada que ver con lo que ahora está ocurriendo. El universo, Dios o en lo que sea que tú creas, no va por la vida cobrándole cosas a la gente—aseguró la psicóloga—. ¿Conall, has llegado a culpar a tu esposa por esto?

—Por supuesto que no—murmuré tomando la mano de Key—. Yo sería incapaz de culparla por algo así, sabíamos que sería un proceso difícil y yo soy completamente consciente de ello, no me atrevería a culparla por algo que ni siquiera tenemos la certeza de que es cierto.

—¿Ves? —preguntó la psicóloga—. Por eso se llama terapia de pareja, porque tú necesitas saber lo que tu pareja piensa respecto a la situación que están viviendo ahora. Ahora te pregunto a ti, Keyli ¿sientes que tu pareja te culpa de esto? ¿De que no puedan quedar embarazados?

—No—murmuró—. Por supuesto que él no me culpa, me lo dice todos los días... yo soy la que se culpa, porque quizás el universo está demasiado enojado conmigo por todo el daño que he hecho.

—¿El karma? —preguntó con una ceja arqueada—. Por lo que me has contado, el Karma ya cobrado de más, así que estoy completamente segura de que no se trata de eso, nuestros cuerpos trabajan de forma distinta, el tuyo se auto protegió cuando tuviste un mioma en tu útero, te lo dijeron, tienes demasiada suerte porque no te realizaron una histerectomía, si no ahora sí sería completamente imposible que tuvieses bebés.

—Lo entiendo—murmuró mi muñequita—. Pero... ¿Y si realmente es mi culpa? a pesar de que me revisaba todos los años, nunca me lo detectaron y yo no tuve ninguna molestia.

—¿Y por qué sería tu culpa?

—No lo sé—murmuró.

—Keyli, es importante que sepas que tú no tienes la culpa, no importa lo que te pasó en el pasado, si te ultrajaron y te hicieron mal y a causa de ello tú deseaste jamás tener bebés no es tu culpa, la vida no trabaja así, sino creo que no existirían bebés en el mundo, porque todas las mujeres en algún momento de nuestras vidas hemos dicho" yo nunca quiero tener bebés" normalmente porque vimos a un bebé que hizo berrinche en el centro comercial, eso no significa que usamos la ley de atracción o algo por el estilo.

—Es que trato de entender por qué mi cuerpo no hace algo que deseamos con tanto fervor—murmuró mi muñequita llenando sus ojos de lágrimas—. Volvimos a llevarnos una decepción la semana pasada, yo tenía la esperanza de que nos dijeran que estaba embarazada, lo esperaba por el vómito matutino que tuve gracias a haber comido tanto la noche anterior.

—Por eso es importante que llevemos ese proceso junto con el proceso psicológico de sanación, tú no tienes la culpa de absolutamente nada, no importa si deseaste con todo tu corazón que no querías tener bebés ni siquiera importaría si te hubieses practicado un aborto cuando eras más joven, nada de eso sería tu culpa y debes de dejar de culparte. Porque ni siquiera tu esposo que es la otra parte de esta ecuación, te está culpando—murmuró la psicóloga—. Dile, Conall.

Mi hermosa esposa se giró en mi dirección, tomé sus manos entre las mías sabiendo las palabras que debía decirle, estábamos llegando al final de la cita con la psicóloga y era algo que habíamos estado practicando en cada una de nuestras sesiones de pareja.

—Amor—murmuré—. Como te lo he dicho desde que iniciamos este proceso, no importa el resultado o cuán doloroso sea el camino, voy a estar a tu lado sin importar absolutamente nada y si no lo logramos, siempre podemos buscar una solución juntos, porque si tú y yo estamos juntos sabemos que podemos traspasar tormentas—dije ignorando a la doctora.

La psicóloga me había dicho lo que necesitaba decirle, pero por supuesto que no le diría palabras genéricas a la mujer de mi vida, necesitaba hacerle entender todo el amor qué sentía por ella, darse cuenta de que no estaba sola en todo ese proceso y de qué eso era cosa de dos, la única persona con la que quería eso era con ella.

Mi muñequita rompió en llanto y se acercó a mi rápidamente, abrazándome con tanta fuerza como si tuviese miedo de que de un momento a otro desaparecería de su vida. La estreché entre mis brazos, creando un escudo contra todos los temores que parecían llegar a su cabeza y a su corazón.

—No estás sola en todo este proceso, va a ser difícil hasta que logren concebir un bebé, pero te deben estar juntos si quieren mantenerse fuertes—murmuró la psicóloga—. Aquí ha terminado mi consulta y creo que ahora depende de ustedes procesar lo que aquí hemos hablado, son pareja y ustedes deben aprender a resolver los miedos e inseguridades que tenga el otro. Funcionan por separado pero funcionan mejor juntos—aseguró la mujer poniéndose de pie—. Conozco la salida...

Estreché a mi hermosa esposa entre mis brazos con fuerza, estaba completamente temblorosa y llorando, y así era cada vez que terminábamos una sesión de psicología, ella seguía culpándose una y otra vez y aunque a veces no lo expresaba, lo seguía sintiendo en su corazón. Por supuesto que yo no la culpaba por algo así, ella era mi todo y lo único que deseaba era verla feliz, incluso si no lográbamos tener hijos, jamás podría ver a otra mujer como la veía ella.

—Perdón—hipeó—. Estoy manchando tu traje y tienes una cita con tus hombres.

—Siempre puedo posponer cualquier cosa que tenga que hacer—murmuré tomando el teléfono—. No voy a dejarte sola cuando estás así, te amo con todo mi corazón, no voy a permitir que sigas culpándote por algo de lo que tú no tienes control.

—¿Vas a quedarte a mi lado?

—Cada maldito segundo del resto de mi eternidad—murmuré—. No voy a dejarte aunque me pidas que lo haga y si en algún momento dejas de amarme, voy a recordarte cuando te amo e intentaré enamorarte en cada instante. No quiero que tengas miedo, porque lo que yo siento por ti ese eterno, siempre voy a estar a tu lado y voy a cuidar tus pasos, porque lo único que deseo es hacerme viejito a tu lado en esta vida y en mil más.

Ella me abrazó con fuerza y no nos separe hasta que me di cuenta de que había anochecido completamente a nuestro alrededor, estábamos completamente solos y a oscuras en la biblioteca de nuestro hogar, la descubrí a ella completamente dormida entre mis brazos, descansando como un pequeño gatito que buscaba calor en un invierno crudo.

Ni siquiera me molesté en despertarla, sabía que estaba completamente agotada por toda lo que tenía su cabeza para pensar, odiaba el hecho de no poder hacer nada para calmar sus lágrimas, quería cancelar todo lo que no le había dicho porque sabía que se pondría demasiado preocupada, nunca le ocultaba absolutamente nada, pero se había puesto realmente mal cuando sus padres habían decidido mudarse a la Gran Ciudad para tener el control completo de la base que habían implementado ahí, aunque solo eran un par de días lo mío, sabía que la idea de que estuviéramos lejos por cuarenta y ocho horas no le iba a agradar.

La tomé y la llevé hasta nuestra habitación, en un par de segundos la dejé recostada suavemente sobre la cama, para que pudiese descansar y dormir el tiempo suficiente hasta el momento en que tuviese que darle la noticia, odiaba con todas mis fuerzas tener que mentirle, pero sabía que si le decía la verdad ella explotaría y ni siquiera me dejaría hablar, estaba preocupada por todos y por supuesto que lo entendía, después de todo lo que habíamos pasado era estúpido no tener cuidado.

Justo cuando estaba por cambiarme de ropa para poderme acostar a su lado, mi celular comenzó a sonar con insistencia, bufé queriendo ignorar pero a la vez sabía que si lo hacía ella se despertaría y posiblemente contestaría el teléfono. No quería que mi estúpido primo dijera algo que arruinara mi plan, lo contesté rápidamente y caminé hacía el balcón.

Rodé los ojos al darme cuenta de que mi primo realmente era el que me estaba llamando.

—¿Qué quieres? —gruñí.

—Tenemos el hombre que nos solicitaste, Hunter tu suegro viajará mañana por la mañana aquí, así que tú debes estar al mismo tiempo que él—murmuró—. Todos ellos han estado vendiendo nuestra mercancía sin nuestro permiso, es decir nos han estado robando durante quién sabe cuánto tiempo y creo que nosotros sabemos lo que les pasa a los ladrones.

—Eso significa que voy a tener que adelantar el viaje para mañana—murmuré con frustración—. No sé cómo decirle a mi esposa que me voy a ir durante dos días y ahora se adelantará un día seguramente serán más días los que tengamos que quedarnos allá, seguramente me va a matar y te van a matar a ti por incitarme a hacerlo.

—Bueno para ser sincero a tu mujer si le tengo miedo—murmuró con una carcajada—. Pero tendrá que soportar el hecho de que vas a estar lejos, de verdad necesitamos que vengas, sabes que cuando no es necesario yo me hago cargo, pero debes de dar un escarmiento para que vuelvan a tenerte el respetó que se le debe a un Boss.

—Si no he viajado a Rusia es por una razón, no quiero dejar a mi esposa sola después de que estuvimos separados durante más de dos años—gruñí—. Me desespera que tampoco puedo llevarla, ella tiene una reunión aquí con los miembros del Sacerdozio y se supone que yo debería estar presente, pero resulta que tengo que ir a arreglar problemas que no deberían haber existido en primer lugar.

—Sé que dices eso porque estás molesto conmigo, estábamos demasiado ocupado con otras situaciones como para ponernos a ver que teníamos ladrones dentro de nuestra gente, nos hicimos cargo de los que simplemente la distribuían, pero hace falta que les demos un escarmiento en los que estaban en primera fila robándonos lo nuestro—murmuró—. Si pudiera lo haría yo o tu suegro, pero creo que es momento que te pongas la corona y vengas a demostrar que tú eres el rey. ¿Por qué no se lo has dicho a tu esposa?

—Porque se va a negar en todos los sentidos—murmuré—. Estamos atravesando por algo y necesitamos estar juntos para sentirnos fortalecidos, si la dejo ahora siento que no me va a perdonar por abandonarla...

—¡Dios! Serán tres putos días...

—Una eternidad—murmuré.

—Y yo que creí que era melodramático—murmuró—. ¿Crees que la estas abandonando?

Quería asesinarlo en ese instante, la persona que él me había jurado que era fiel a nosotros, era el primero que nos había traicionado, desviando miles de euros a una cuenta propia. Por supuesto que yo también tenía culpa por haber confiado en alguien así, pero toda mi ira en ese momento estaba dirigida hacia mi primo.

—Por supuesto que la voy a abandonar—gruñí con furia hacía Lev.

Un pequeño sollozo a mi espalda me sacó de mis pensamientos, me giré con terror al escuchar el sollozo de mi esposa, sus ojitos estaban completamente cristalizados y un labio inferior temblaba, aunque lo tenía sujeto entre sus dientes para no sollozar, de todas formas, se veía cómo estaba temblando con fuerza.

—¿V...Vas a abandonarme? —sollozó.

—¿Qué? —pregunté y entonces me di cuenta de mis palabras, estaba malinterpretando toda la situación—. No, amor... Dios...

—Conall, prepararé el jet a primera hora—murmuró Lev, absorto de lo que ocurría.

—Cállate de una puta vez—gruñí al teléfono—. Te llamaré por la mañana.

—Pero...

Ni siquiera esperé a que me dijera alguna de sus estupideces, colgué el celular en el instante en el que mi esposa se giró y corrió directo al baño, aventé el teléfono a un lado mientras corría detrás de ella, podía escuchar sus sollozos lejanos y no estaba muy seguro de qué era lo que había escuchado, pero la última frase que había salido de mis labios por supuesto que había sido el detonante de sus lágrimas.

—Muñeca—murmuré tocando la puerta—. Abre, mi amor...

—¡No!¡Vete si te vas a ir! —gritó.

—No me voy a ir, amor—murmuré—. Amor... abre muñeca...

Quería hacerle entender que no me iba a ir de su lado, ella estaba completamente insegura por lo que había escuchado le estaba diciendo a mi primo, a pesar de todo el amor que sentíamos el uno con el otro, era Claro que la inseguridad nos atacaba de vez en cuando, después de todo lo que habíamos vivido por el dolor sentíamos que no podíamos mantenernos de pie sin tropezar una vez en nuestras vidas.

—¡Lárgate si vas a largarte, no quiero verte!

—No digas eso, no pienso irme de tu lado sin importar absolutamente nada—gruñí—. Abre la puerta o voy a derrumbarla para verte.

—¿Con quién te planeas ir? dijiste que jamás me abandonarías, dijiste que estarías a mi lado en cada instante del resto de nuestras vidas.

—Necesito ir a arreglar algo a Rusia.

Cuando mencioné esas palabras inmediatamente la puerta se abrió de golpe, dejándome ver a mi esposa con los ojos hinchados por el llanto después de la consulta psicológica y el llanto que le había provocado escucharme decir que podía abandonarla, no lo había dicho con la intención de dañarla, era más bien una explicación a mi primo para tratar de convencerlo de que no me hiciese ir hasta Rusia a asesinar a un par de bastardos que se habían pasado de listos.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Amor...

—¡Contéstame, Conall! ¿Por qué no me lo dijiste, que quieres ocultarme?

—¡No quiero ocultarte absolutamente nada!¡Pero ibas a hacer un puto berrinche por capricho porque no quieres que me vaya de tu lado! —bufé.

Odiaba perder la paciencia frente a ella, pero me desesperaba que no entendiese mis razones y que se cerrara a la idea de que todo mundo la iba a abandonar, incluso yo que le había jurado amor eterno.

—No—sollozó.

Cuando le levanté la voz, pude ver sus ojitos llenarse de lágrimas y cómo su cuerpo se hacía pequeñito como si esperara algún golpe de mi parte, eso logró causar que mi corazón bombeará de una forma completamente extraña. Claro que jamás me atrevería a levantarle una sola mano, primero me la cortaba antes de intentar atentar contra ella.

—¿Por qué acabas de encogerte como si sintieras que voy a golpearte? Jamás te he puesto una mano encima—murmuré con la voz más herida de lo que esperaba—. ¿Crees que alguna vez me atrevería a golpearte?

A pesar de que mi voz sonaba herida, lo que más me preocupaba era que ella sintiera que podía hacerle daño en algún momento, cuando primero estaba dispuesto recibir una maldita bala en el corazón al mínimo daño a uno de sus cabellos. Sus ojitos se levantaron en mi dirección, podía ver sus labios temblando con miedo, sus manitas estaban agarradas frente a su cuerpo con tanta fuerza que sentía que en cualquier momento podía reventar su piel.

—¿Quieres abandonarme?

—Por supuesto que no—murmuré—. Primero pido que me maten antes de volverte a dejar... ¿Qué hice para que me tuvieras miedo?, tú sabes mejor que nadie que nunca te pondría un dedo encima, ni siquiera te haría daño con una pluma del ave más sedosa del mundo—susurré dolido.

—E...Estabas muy enojado... yo...

—¿Me tienes miedo? —pregunté.

—No—murmuró—. T...Tú eres mi seguridad... pero... estoy asustada, dijiste que me ibas a abandonar, se lo dijiste a la persona con la que estabas hablando...

—¿Y por eso crees que me atrevería a golpearte? Eres mi tesoro más grande, jamás me atrevería a tocarte, jamás me atrevería a ponerte un dedo encima para lastimarte... lo sabes perfectamente.

—Te desconocí... yo... desperté y no estabas en la cama, tenía una pesadilla y entonces cuando me levanté, tú estabas en el balcón, gritando que ibas a abandonarme—sollozó—. Perdón, yo... no, no me pegarías nunca, pero... tengo miedo...

Sus palabras me golpearon como si fuese un saco de box, le había gritado después de una de sus pesadillas, sabía que la única forma de sacarla era con amor después de una de esas pesadillas, una de las pesadillas en las que ella no podía controlar lo que ocurría, donde se sentía sola. Me había escuchado decir que le iba a abandonar y después, me había comportado como un completo idiota al gritarle que iba a ser un berrinche si yo le decía a dónde iría.

Me di cuenta en ese momento, incluso todo el amor que teníamos no era suficiente para comunicarnos, ninguno de los dos había visto los pequeños detalles que había en el otro, aunque creía conocerla perfectamente, en ese preciso instante me estaba dando cuenta de que no era así, no la conocía como yo creía, había fallado a mi promesa de siempre defenderla de sus pesadillas, me había concentrado demasiado en gritarle a mi primo, que ni siquiera me había dado cuenta de que ella estaba detrás de mí, que ella estaba escuchando las palabras que le estaba diciendo tratando de convencerlo de que no me hiciera ir.

No había logrado leer el miedo de mi esposa, siempre se despertaba confundida y asustada después de las pesadillas, yo siempre estaba ahí a su lado para ahuyentarlas y hacerla sentir completamente amada, me había buscado en medio de su confusión y lo único que yo había hecho, había sido gritarle a mi primo que iba a abandonarla. En lugar de tratar de tranquilizarla, de darle amor y hacerla sentir a salvo, ya había gritado que no le tenía confianza porque iba a hacer un berrinche que terminaría convenciéndome de no alejarme, aunque fuese solo por tres días.

—Perdón—susurré—. Perdóname, mi amor, estaba discutiendo con el idiota de Lev, tratando de convencerlo de que yo no debía ir, porque siento que voy a abandonarte... jamás debí levantarte la voz, no tenía idea de que habías sufrido una pesadilla.

Trate de acercarme a ella como si fuese un pequeño gatito asustado, uno listo para atacar y arañar mi corazón. Ver sus ojitos cristalizados, sus manitas temblando y el miedo marcado en su rostro, debía considerarse una de las peores torturas del mundo.

Ella estaba buscando la seguridad que siempre le daba, y en su lugar le había gritado de una forma atroz, me había escuchado y malinterpretado mis palabras. Lo menos que deseaba era abandonarla en ese proceso, el proceso en el que ambos estábamos busca poder tener un hijo, me arrepentía completamente de las palabras que habían salido de mi boca, por supuesto que no la consideraba berrinchuda, ella quería protegerme al igual que yo quería protegerla a ella.

—Me dijiste que iba a hacer un berrinche—murmuró—. No quiero mantener enjaulado a nadie, sé que todos quieren ser libres, pero no quiero volver a perder a nadie, no quiero volver a saber que uno de ustedes está en el hospital porque no supe protegerlos.

—Perdóname mi amor, te prometo que no quería gritarte... no quería decirte nada de eso, sé que lo haces para protegerme y no quería preocuparte, Por eso no te lo dije en cuanto me enteré, por qué no quería ver tus ojos llenos de lágrimas y la inseguridad marcándose en tu rostro.

—No soy una niña—murmuró—. Prometimos nunca ocultarnos nada, que sin importar absolutamente nada jamás nos ocultaríamos lo que ocurría y me ocultaste que ibas a irte ¿Qué me ibas a decir?

—Te iba a decir que había surgido una emergencia—murmuré arrepentido—. Pensé en decírtelo, pero no quería que te preocuparas, ya tienes demasiadas cosas con la junta del Sacerdozio, con las hormonas que te estamos inyectando y con el hecho de que tus padres hayan decidido regresar a la Gran Ciudad, no quería preocuparte más...

—Así que decidiste ocultármelo—murmuró con dolor—. Mentirme...

Me acerqué ya como si fuese un gatito enjaulado, con sumo cuidado de no asustarla demás y dispuesto a alejarme si ella me pedía que me hiciera, la había jodido en grande, no eran simplemente las palabras que había dicho, era la falta de comunicación que habíamos tenido en ese corto el momento, demostrando incluso con todo el amor que sentíamos, nos faltaba comunicarnos más.

—Es la primera vez que lo intento hacer, jamás te mentiría y tú lo sabes, pero no quería más cosas sobre tus hombros, ya tienes demasiadas cosas de las cual es pensar, no quería que tuvieses que pensar también en sí voy a estar a salvo o no—murmuré—. Amo los berrinches que haces porque siempre termino consintiéndote pero jamás usaría eso otro contra, no pensé lo que dije... perdón... por favor perdóname, si me lo pides, ahora mismo me voy a otra habitación y...

Antes de que pudiera seguir con mi discurso, la sentí abrazarse a mí con tanta fuerza que el aire comenzó a faltarme, su rostro estaba pegado a mi pecho y podía sentir sus lágrimas mojando mi camisa, ella sollozaba con fuerza, aferrándose a mí.

—No, no te vayas—sollozó.

—Amor—susurré—. Perdón... Perdón, muñequita...

Aunque eso no solucionaba las palabras que habíamos dicho, aprender a decir perdón y perdonar era la primera parte de la sanación y de curar nuestros corazones que quizás aún no aprendían completamente amarse sin ningún obstáculo. El amor era suficiente, pero la comunicación aún faltaba y si queríamos que lo nuestro funcionara, debíamos aprender a ello.

En cuanto sentí que se me calmaba, la tomé en brazos y la llevé a la cama, hola ahora estoy con tanta fuerza teniendo que nuestros cuerpos se fundieran en uno solo, que nuestro amor fluyera completamente y qué ambos, lográsemos alcanzar la plenitud del amor. Le susurré al oído durante toda la noche miles de palabras de amor, miles de palabras de disculpa, suplicándole que me perdonara por haber sido un completo idiota. 

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¿Qué les pareció este capítulo? 

Plis, no me maten, les prometo que no todo es lo que parece<3 


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