Capítulo 47.
Almas gemelas.
"El amor verdadero no sucede de inmediato; es un proceso en constante crecimiento. Se desarrolla después de haber pasado por muchos altibajos, cuando han sufrido juntos, llorado juntos, reído juntos". ~Ricardo Montalbán.
Dicen que, en el universo en el principio de los tiempos, se dio cuenta que las personas estaban demasiado solas, que solo pensaban en obtener nuevos territorios, nuevos ganados o simplemente más poder, no pensaban en que necesitaban algo que los complementará, incluso cuando ellos sabían que faltaba una parte de su alma. Fue ahí cuando el universo se dio cuenta que necesitaba unir a 2 personas, para que tarde o temprano, en un momento u otro se cruzaran y vieran que eran el alma gemela del otro.
Existen miles de leyendas sobre las almas gemelas, todas con un nombre diferente, con historias diferentes que no podemos comparar ni siquiera, pero todas aquellas coinciden en algo, en que como seres humanos tenemos en nuestra vida la misión de encontrar a la otra persona que nos va a complementar, existen todas esas leyendas en culturas diferentes, algunas tratan sobre las almas gemelas que fueron separadas al ser enviadas al mundo, otros que éramos un solo ser en el plano ancestral, y nuestros cuerpos fueron separados para tener que encontrarse en vida, otros tantos hablan sobre la media naranja, la otra parte de tu corazón, no serán iguales pero se complementarán para el resto de su vida.
Sin embargo una de las historias más hermosas, es la del hilo rojo del destino, porque se dice que todos nacemos con un hilo en el dedo que va directo a nuestro corazón, el hilo es completamente transparente y para un ser humano es imposible observarlo, sin embargo, este hilo existe y está atado al dedo corazón de nuestra alma gemela, de la persona que nos complementará y que nos hará sentir que somos únicos, de la persona que va a estar ahí a nuestro lado sin importar absolutamente nada y que a pesar de que el hilo llegue a estirarse, enredarse e incluso a volverse un completo lío, jamás va a romperse.
Hay algunas personas que se obsesionan con este hecho, que se obsesionan al grado de querer encontrar al otro extremo de su hilo y no simplemente para algo malo, sino para comprobar lo que creen y quizás es por eso que no se nos muestra del todo ese hilo a nosotros, porque quizás necesitamos seguir creyendo sin ver.
A veces necesitamos seguir teniendo la confianza de que hay algo más fuerte que nosotros para continuar con nuestras vidas, a veces es necesario que nos aferremos a la idea de una leyenda para seguir en nuestro camino, y de una u otra manera darnos cuenta de que la fortaleza que tenemos en nuestro interior es realmente grande y que sin importar absolutamente nada debemos continuar pues tenemos un alma gemela que nos estará esperando durante el resto de nuestra vida. Quizás eso es lo que impulsa al ser humano a continuar, el saber que tarde o temprano encontrará la otra mitad que lo complementará, a la otra mitad que lo hará sentir lleno y que de una u otra manera terminarán juntos para el resto de la eternidad.
Muchas veces los seres humanos somos incrédulos tenemos que ver para creer y no solo se habla del alma gemela sino incluso en las creencias de un ser superior, necesitamos ver algo para creer en ello sin saber que en realidad ese algo está por encima de nosotros y por supuesto que no se nos mostrará tan fácilmente, nosotros debemos de ser pacientes y esperar el momento indicado para darnos cuenta de que nuestra creencia era verdadera.
Pero no sólo habla de las almas gemelas como una pareja, porque muchas veces el alma gemela no es la misma que el amor de tu eternidad, a veces el alma gemela es aquella que encontraste en el momento menos esperado, en donde tú estabas sumido en una profunda oscuridad y en donde el dolor te hacía sentir profundamente desgastado, en donde sin importar absolutamente nada, sentías que el mundo estaba sobre tu espalda y que no podías levantarte sin apoyarte en nadie más.
Ahí es donde apareció tu alma gemela, quizás tú nunca lo notaste porque no es como si trajesen un letrero en letras fluorescentes, pero el simple hecho de sentir tu corazón completo es suficiente saber que quizás esa persona es tu alma gemela, la persona que te complementaría por el resto de tu vida.
Mi madre me había contado que ella sabía que mi padre era su alma gemela desde el primer instante en que chocaron miradas, aunque ella se había negado una y otra vez, ella había sabido desde el primer instante en el que se habían visto que eran uno para el otro y mi padre también se había dado cuenta de ello. Quizás su historia era lo que me había hecho creer en los clichés o en las coincidencias que a veces el destino pone en nuestras vidas, porque ellos se habían conocido en el momento menos esperado, pero en el que había sido el indicado.
Ellos se habían dado cuenta desde el primer inicio en que sus almas estaban destinadas a estar juntas, que no importaba cuántas vidas pasaran o cuántos momentos desaprovecharon la oportunidad de permanecer al lado del otro, tarde o temprano sus almas se complementarían y se unirían para estar por el resto de la eternidad juntos, quizás era por eso que yo tenía la idea de qué quería que mi alma gemela llegara un día a mi vida.
Pero al crecer había desechado completamente esa idea, quizás era porque mi corazón esperaba que fuese tan fácil reconocer al amor de mi vida y a mi alma gemela, yo sentía que de un momento a otro las luces cambiarían y podría ver de diferente forma a la persona a la que pertenecía mi alma, que sería como en los cientos de libros de literatura, en donde se plasma que encontrar el amor es algo mágico, que la vida se me iluminaría o que quizás vería una animación de corazoncitos detrás de la persona.
Yo me aferraba una y otra vez a esa idea, que en un momento dado llegaría a la persona que estaba buscando para sanarme, para darme la fuerza que necesitaba en mi vida y también para darme la fortaleza que quizás estaba necesitando y que sin importar absolutamente nada, estaría ahí para mí. Fui dejando de creer que todo mundo encontraba a la persona indicada, incluso cuando mi mejor amiga sintió un flechazo inmediato con su esposo, incluso dentro del ejército muchas personas estaban encontrando a su alma gemela y yo seguía absolutamente sólo soñando con lo que podría ser, porque de una u otra manera yo me sentía indigna del amor.
Sin buscarlo, sin esperarlo, un hombre había llegado a poner mi vida patas para arriba, había llegado a destronar todas las creencias que había tenido durante toda mi vida, llegando como un huracán que destruía todo a su paso y que a la vez me hacía sentir completa sin importar nada a mi alrededor, un nombre que me había hecho sentir viva, cuando toda mi vida me había sentido como si estuviese en una nebulosa sin sentido.
Mi esposo, ese hombre valiente que estaba dispuesto a recibir mil balas por mí, ese hombre maravilloso que me consentía cuando tenía cambios de humor realmente horribles, que me acariciaba durante las noches cuando tenía frío y que me abrazaba con tanta fuerza que sentía que todos los pedacitos de mi alma se unían, quizás era porque quería que él siguiera abrazándome y dándome la fortaleza que siempre me daba. Ese gran hombre que a veces me hacía sentir como si fuese una niña, porque me consentía de todas las formas posible y me daba tanto amor, que estaba segura lo nuestro no era de una sola vida.
Por él había comenzado a creer en las dichosas frase de Shakespeare, en dónde mencionaba que una vida no era lo suficientemente larga para amar cuando encontrabas a la persona indicada, con mi esposo era exactamente eso, una vida era demasiado corta para amarnos y estaba segura que él universo nos daría la oportunidad de amarnos en mil vidas más.
Ambos habíamos descubierto nuestra luz en el otro, aunque al principio ambos habíamos sido demasiado cabezota como para darnos cuenta de que éramos uno para el otro, quizás eso había sido lo indicado, porque habíamos aprendido a amarnos y sanarnos en lugar de lastimarnos y herirnos. Habíamos aprendido a amar de la mano del otro, a superar todas las dificultades que la vida había decidido ponernos y aunque cualquier persona se rendiría porque pensaría que el universo no los quería juntos, nosotros no habíamos hecho eso, porque sabíamos que todas esas adversidades se nos ponían al frente eran para hacernos más fuertes y para demostrarnos que juntos podíamos destruir todo a nuestro paso.
Lo único que deseaba era estar a su lado porque me había dado cuenta de que la vida no tenía sentido, si él no estaba sosteniendo a mi mano, lo amaba con cada célula de mi cuerpo y con cada granito de mi alma. Mi esposo lo era todo para mí y saber que ambos estábamos buscando lo mismo, era suficiente para sentir que mi cuerpo y mi alma lo aceptaban.
Quizás muchos pensarían que era ridículo querer tener más hijos, más por todos los riesgos que involucraba eso, porque como lo había dicho la doctora a pesar de que había demasiadas cosas buenas que podían ocurrir, también existían riesgos y yo sabía, aunque ella no me lo había dicho, incluso si llegaba a quedar embarazada y el embarazo llegaba al final, mi vida podía correr peligro, pero lucharía hasta el final, porque no estaba dispuesta a pasar por todo un embarazo para que al final no pudiese disfrutar de lo que quería con mi esposo.
Él era mi alma gemela, era el otro extremo de mi hilo y la persona que me complementaba a cada instante de nuestras porque no importaba nada a nuestro alrededor cuando estábamos juntos y eso era lo más perfecto qué podía haber en nuestras vidas, amaba ese hombre como nada en la Tierra y quería permanecer a su lado por el resto de mis días. Habían pasado un par de semanas desde la última revisión con los doctores, ambos habían coincidido en que podíamos comenzar a intentar quedan embarazados, pero que no debíamos desesperarnos si no se daba un embarazo en los primeros intentos, pues a pesar de que teníamos un porcentaje alto de que ocurriera, no había un tiempo estimado.
Y vaya que lo estábamos intentando, las caricias de mi esposo eran constantes sobre mi cuerpo y cuando estábamos en casa, a veces nos desaparecíamos y dejábamos a nuestro hijo en la biblioteca, porque el deseo que sentíamos por el otro era completamente ensordecedor. Era difícil mantener las manos fuera del cuerpo de mi esposo y él parecía tener el mismo problema, pues ambos parecíamos magnetos que necesitaban estar juntos para funcionar y eso era perfecto.
Claro que mis cambios de humor eran realmente absurdos incluso yo misma llegaba a desesperarme, porque era completamente estúpido que mi humor cambiaste de una forma estruendosa, podía estar riendo a carcajadas pero el segundo siguiente estar llorando como Magdalena, esos cambios de humor realmente estaban agotando mi paciencia y había veces en las que trataba de ocultarme de mi esposo y mi hijo para no dañarlos y envenenarlos con mis propios cambios, pero mi esposo siempre me encontraba y me estrechaba contra su cuerpo para darme el calor que sabía que necesitaba.
Ese hombre lo era todo para mí, era la fortaleza de mi corazón, pero también la fuerza de mi alma, porque a pesar de que muchas veces estaba herida, como un pequeño gatito lastimado. Mi esposo estaba ahí para curar mis heridas, darme ánimos para continuar y para besarme hasta hacerme perder el sentido, para hacerme pensar con claridad en todo lo que existía a mi alrededor.
Aunque el proceso estaba haciendo muy difícil, estaba completamente segura de que el resultado valdría completamente la pena. Aún no habíamos dicho nada a nuestra familia, sólo nuestros padres y nuestros abuelos eran los únicos en saber nuestra situación, Claro que además de mi tío Charly quien se había encargado de contactarnos con los doctores que llevaban nuestro caso, de una u otra manera yo no quería hacer ilusiones a las otras personas, porque quizás podía soportar la desilusión de mí misma, pero no la de los demás.
Mi esposo se encargaba de borrar todos mis malos pensamientos, no había momento en el que sus manos no estuvieran sobre mi cuerpo, incluso a minutos antes de que él y yo tuviésemos que estar en la catedral de Palermo para la boda de mi mejor amigo.
Sus manos estaban bajo mis muslos, mientras encajaba en mí y estrellaba mi cuerpo contra la pared de la habitación del hotel, mis gritos y gemidos seguramente se escuchaban hasta la recepción, pero ni siquiera me importaba porque tener sus manos sobre mi piel era suficiente para hacer combustión instantánea.
—J...Joder... te siento más grande—gemí.
—Mi pequeña muñequita—gruñó sobre mi cuello—. Eres mi mayor adicción.
—C...Conall—gemí.
Estaba cerca del orgasmo que siempre explotaba, porque él nunca me dejaba sin tener orgasmos, como lo había dicho y vamos a disfrutar el proceso de hacer a nuestros bebés y yo estaba perfectamente feliz con ello. Me deshacía entre sus brazos mientras su pelvis chocaba contra la mía, nos habíamos tomado con calma las primeras dos semanas después de su recuperación, pero en la tercera semana habíamos olvidado completamente las instrucciones de los doctores.
—Córrete sobre mí, mi amor... lléname de tu deliciosa crema—gruñó.
Como si fuese una orden, mi cuerpo comenzó a convulsionarse sobre él, mientras sentía como mi liberación llegaba y explotaba terriblemente sobre él. Arqueé mi espalda contra la pared, mientras sus penetraciones se volvían más y más fuertes, perseguía su propia liberación y prolongando la hermosa sensación del orgasmo que solo mi hombre era capaz de provocarme.
Lo sentí explotar dentro de mí, aferré mis manos a su espalda, seguramente dejando marcas de mis uñas perfectamente arregladas para la ocasión. Era la boda de mi mejor amigo, y minutos antes de que ellos dijesen sus votos, nosotros estábamos en la habitación del hotel que habíamos rentado, jadeando y gritando nuestro placer.
—Nick va a matarnos—murmuré.
Mi esposo soltó una pequeña risa, mientras enterraba su rostro en el hueco de mi cuello, causando mil sensaciones por su respiración y eso no era uno de los efectos de la inyección, porque incluso desde antes sus manos sobre mi cuerpo eran suficiente para hacer que toda la cordura se fuera al carajo, amaba a mi esposo más que nada en el mundo Y quizás por eso nuestros cuerpos querían alimentarse del otro todo el tipo, por el amor que sentíamos.
Salió de mi interior, ganándose un pequeño gemido de satisfacción, eso era una de las cosas que más se habían convertido en un problema, porque cuando empezábamos no podíamos parar hasta estar completamente satisfechos y aunque en ese momento quería que fuese una de nuestras noches especiales, sabía que teníamos que ir a la boda de mi mejor amigo. Lo vi acomodarse su traje, mientras yo lo miraba completamente hambrienta, el traje se ajustaba perfectamente a su cuerpo haciéndolo lucir hermoso, era completamente negro, con una camisa blanca y una corbata azul neblina, del mismo tono que mi vestido.
Se acercó a mí y me ayudó a acomodarme el vestido, mientras sus ojos no se despegaban de los míos y su mirada hambrienta me decía que quería continuar, pero no podíamos hacerlo, no sólo porque era la boda de mi mejor amigo, sino porque también como reyes de la mafia debíamos estar ahí, pues cualquier boda que se celebraba debía tener nuestra bendición, y aunque era ridículo y absurdo, era algo necesario.
—¿Dónde estan mis bragas?
Conall sonrió con picardía, mientras guardaba las ligeras bragas de encaje en su pantalón, traté de quitárselas pues no pensaba asistir a esa boda completamente desnuda debajo del vestido, ya era demasiado incómodo no usar sostén, como para tampoco utilizar bragas. Pero mi esposo ni siquiera se inmutó un poco, me dio una sonrisa de lado y antes de que pudiera reclamarle, tomó mi mano y nos sacó ambos de la habitación.
—¡No me arregle! —chillé.
Estaba completamente segura de que el maquillaje que me había realizado mi tío estaba desordenado. Pero a mi esposo parecía no importarle, pues siguió jalándome en dirección a la recepción.
—Estás perfecta, no necesitas arreglar nada—murmuró con un guiño—. Y si volvemos a esa habitación estoy seguro de que Nick tendrá que retrasar su boda.
Solté una pequeña risa, mientras mis mejillas se coloreaban de rojo y realmente no me importaba demasiado estar completamente desastrosa en la boda, aunque era un maquillaje sencillo, estaba completamente segura de que se había arruinado por nuestra reciente actividad, era imposible que todo se mantuviese en su lugar.
Cuando pasamos frente a un espejo me detuve para observarme, en realidad el maquillaje no se había arruinado ni un poco, pero mi rostro estaba más deslumbrante que cualquier otro día y una gran sonrisa se extendía por mi boca, estaba feliz y no podía evitarlo. Mi esposo se dio cuenta de que me estaba observando en el espejo y me regaló una pequeña sonrisa en el reflejo.
—Te dije que te veías perfecta—murmuró—. Hoy estás brillando más que otro día.
Sonreí.
Mi esposo se había encargado de darme halagos cada día, él era perfecto en todos los sentidos y me hacía sentir a mí perfecta, no importaba si me la pasaba todo un día llorando, él siempre me decía que incluso con los ojitos rojos él me veía perfecta.
El recuerdo de todas sus hermosas palabras llegó a mi cabeza y sin poderlo evitar sentí que los ojos comenzaban a inundarse de lágrimas, pero sin borrar la sonrisa de mi rostro, no tuve que decir nada antes de que los brazos de mi esposo me estrecharan, siempre estaba ahí para ser mi contenedor de las emociones y aunque en ese momento no quería llorar de tristeza, sino más bien de alegría, él estaba ahí para reconfortarme.
Me estaba convirtiendo en una masita de emociones que fluctuaban cada dos segundos, pero aun así mi esposo se mantenía a mi lado y me daba la fortaleza que necesitaba.
—Te amo—susurré.
—Y yo a ti, mi amor—murmuró dejando un beso en mi coronilla—. Te amo más de lo que este mundo es capaz de soportar.
Después de tranquilizar la explosión de hormonas, mi esposo tomó mi mano y ambos caminamos directo a la recepción, el hotel era más bien una enorme viña en Palermo, cerca de su gran catedral donde se llevaría a cabo la boda.
Uno de los autos nos esperaba y fue ahí cuando nos dimos cuenta de que nosotros éramos los únicos que faltaban en ir a la catedral, nuestro hijo había insistido en estar con sus abuelos durante toda la celebración y ese niño cada día crecía más y más, no sólo de estatura sino también de mente.
No dijimos mucho en todo el camino hasta la catedral, Nick era mi consigliere, por lo que a pesar de que ellos querían una boda sencilla, yo les había insistido en que hicieran una gran boda, aunque éramos pocos invitados y fuera de nuestra familia, sólo se encontraban los miembros del Sacerdozio, quería que fuese una boda enorme para ellos dos, la merecían pues ya habían sufrido demasiado al estar separados durante todo ese tiempo.
—Dios, Los deje listos ¿Dónde estaban? —preguntó mi tío Lui.
Él era de los que se había encargado de toda la organización de la boda, después de todo seguía siendo un gran diseñador, no sólo de ropa sino también de bodas y cualquier evento especial. Sentí que en mis mejillas se calentaban y no fue necesario decir ni una sola palabra, mi tío solamente soltó un bufido, tomó nuestras manos y nos guio hasta el lugar en el que todos se encontraban listos para la gran entrada, todas mis amigas se encontraban con un vestido rosa pastel, mientras tomaban la mano de sus parejas. Niall y Keyla se encontraban delante de Nick con su padre y de Mikaela con mi padre.
Mi esposo y yo nos colocamos enfrente de Nick, habíamos leído el protocolo de las bodas y simplemente nosotros debíamos darle nuestra bendición, al pertenecer a ambas mafias.
—Nick, eres mi mejor amigo y consejero que alguien pueda tener, así que tienes mi bendición para desposar a tu mujer, siempre y cuando prometas cuidarla, protegerla, respetarla y amarla por el resto de tu vida, porque recuerda que un matrimonio nuestro mundo es para toda la vida.
—Lo prometo, majestad—murmuró—. Gracias...
—Brat —murmuró mi esposo—. Tienes mi bendición para desposar a Mikaela, pero debes prometer que la cuidaras, que la protegerás ante todo y que le serás fiel durante el resto de tu vida, un hermano no rompe su promesa.
—Lo haré, prometo hacerlo—murmuró.
La marcha nupcial comenzó a escucharse en toda la catedral, tomé el brazo de mi esposo y me coloqué delante de nuestro hijo, quien ni siquiera dudó en darnos una pequeña sonrisa y un saludo desde lejos. Las damas de honor comenzaron a entrar a la catedral y nosotros continuamos con el camino.
Al ser los padrinos nosotros nos quedamos juntos en la primera banca y las damas de honor se colocaron cerca del atrio principal. La marcha nupcial subió de tonos, y fue el momento en el que mi hijo y Keyla entraron repartiendo todos los pétalos de flores, dejándolos caer en el suelo y creando un precioso camino de rosas.
Podía ver la sonrisa de mi mejor amigo, sus ojos brillaban con una gran emoción y no pude evitar pensar, en que todo lo que nos había ocurrido antes de ese momento, había servido para construir nuestra vida. Si yo nunca me hubiese ido, jamás habría conocido a Nick y él jamás habría reencontrado al amor de su existencia.
Quizás él y yo habríamos logrado tener tranquilidad de nuestras vidas, quizás incluso habríamos podido construir una familia adoptando a niños, pero una parte de mí sabía que nunca hubiésemos sido felices, porque simplemente a pesar de que éramos una especie de almas gemelas, nuestras almas pertenecían a otra persona. Aunque hubiésemos sido felices temporalmente, quizás nunca habría logrado amarnos como amábamos a las personas que estaban a nuestro lado.
Sus votos fueron los tradicionales, pues ambos habían acordado que sus votos personalizados lo harían en privado, frente al cardenal pero sin invitados ni testigos y eso lo habíamos aceptado todos.
—Los declaro marido y mujer, puedes besar a tu esposa—murmuró el cardenal.
Las ovaciones no se hicieron esperar, mientras Nick besaba con completa admiración a su esposa y yo no pude evitar que un par de lágrimas comenzaran a correr por mis mejillas, por qué estaba completamente feliz por mi mejor amigo, al igual que yo había encontrado a la persona que necesitaba para que lo complementara.
Mi esposo no tardó en abrazarme al darse cuenta de que estaba llorando, trataba de controlar los impulsos de soltarme a llorar como un bebé, pues no quería llamar la atención de todos los presentes y quitarle el protagonismo mejor amigo y a su nueva esposa, ellos se complementaban en cada uno de los sentidos y el amor que se tenían se sentía en el aire.
—Dios, debo de dejar de ser tan chillona—murmuré.
—Me encanta que lo seas, así tengo una excusa para abrazarte todo el tiempo y consentirte.
Solté una pequeña risa, era cierto lo que mi esposo decía, de esa manera siempre tenía una excusa para tener sus manos sobre mí y a mí me encantaba sentir su calor cerca, me abracé a su pecho mientras controlaba mi llanto y todos seguían celebrando la reciente unión de mi mejor amigo con su esposa, eran la pareja perfecta y después de todo lo que habían sufrido y vivido, por supuesto que merecían un final feliz, o por lo menos el comienzo de su vida perfecta.
—¡Que vivan los novios! —gritaron todos.
Solté una pequeña risa, mi familia no se caracterizaba por ser tranquila y al estar en una solitaria catedral se escuchaban más sus gritos de alegría y emoción pero estaba feliz por ello, porque parecía que después de tanto dolor que habíamos vivido en nuestras vidas, era momento de ser felices.
Después de cientos de ovaciones a los recién casados, los autos nos llevaron directamente a la recepción de la viña, mi mejor amigo había decidido que su boda iba a ser completamente ostentosa y yo no me había negado a pagar ni un solo centavo para su felicidad. Mik brillaba como nunca con su hermoso vestido blanco y su largo velo de tres metros.
Todos disfrutamos de una hermosa velada, no teníamos demasiados invitados y la mayoría de ellos eran conocidos, Mik no tenía familia y Nick solo tenía a Andrew, por lo que nosotros éramos toda su familia, para ambos.
—¡Y llego el momento del primer Vals!—anunció el presentador de la boda.
A thousand years, comenzó a escucharse en todos lados y no pude evitar que una pequeña lágrima cayera por mis mejillas, por la preciosa vista que ellos daban, sus miradas no se despegaban a pesar de que todos gritaban y parecía que su alrededor había desaparecido. Me sentí feliz porque mi mejor amigo había encontrado lo mismo que yo, porque cada vez que me sumía en una burbuja junto con mi esposo, todo a mi alrededor dejaba de existir.
— But watching you stand alone
All of my doubt suddenly goes away somehow
One step closer
I have died everyday waiting for you
Darling don't be afraid I have loved you
For a thousand years
I'll love you for a thousand more
Time stands still
Beauty in all she is
I will be brave
I will not let anything take away
What's standing in front of me
Every breath
Every hour has come to this
One step closer
La ronca voz de mi esposo se escuchó sobre mi oído, y no pude evitar comenzar a soltar lágrimas ante la alegría de la canción, era perfecta para la ocasión, pero parecía que esa canción me la estaba diciendo a mí. Su voz era perfecta cada que cantaba, y saber que me estaba cantando al oído era único e irrepetible.
—Te amo—susurré.
—Y yo a ti, mi pequeña muñequita—susurró.
— And all along I believed I would find you
Time has brought your heart to me
I have loved you for a thousand years
I'll love you for a thousand more—murmuré.
—Me encanta cuando cantas de esa manera, eres lo único que quiero en mi vida—murmuró.
Thinking Out Loud, reemplazó la canción y pronto comenzaron a llamarnos a todos para hacer un baile familiar, esa era una de las tradiciones que ellos habían decidido sería en su boda, y nosotros habíamos aceptado gustosos.
—Conall Nikolaev y Keylani Rossi, a la pista, por favor—murmuró el hombre.
Mi esposo se puso de pie y me tendió su mano, invitándome a que me pusiera de pie junto con él y ambos pudiésemos ir al baile con nuestros amigos, él fue con Mikaela y yo con Nick. Mi mejor amigo me regaló una de sus hermosas sonrisas y yo se la devolví.
—Así que lo logramos, ¿cierto? —preguntó con una pequeña sonrisa en sus labios—. Una vez te dije que lo único que yo deseaba para ti era que fueras feliz, creo que ahora me doy cuenta que esa felicidad tiene nombre y apellido.
Solté una pequeña risa ante sus palabras.
—Ambos encontramos esa felicidad—murmuré.
—Creo que tú y yo hubiéramos sido una buena pareja, pero jamás perfecta... pero ahora ambos estamos con ellos y no podría haber algo más hermoso que eso.
—¿Me leíste el pensamiento? justo estaba pensando en que tú y yo hubiésemos sido felices momentáneamente, quizás los primeros años... pero después sentiríamos que nuestra alma no estaría completa... —murmuré—. Creo que el que estuviéramos juntos era algo necesario...
—Lo era—aseguró—. Te agradezco por ser mi mejor amiga, por siempre darme los consejos a pesar de que yo era un idiota.
—No eras un idiota... eres mi mejor amigo desde ese día que llegaste tarde cuando yo llegué por primera vez a la base—murmuré—. Fuiste el único que estuvo cuando recaí, fuiste quien estuvo cuando estaba a punto de vencerme porque no tenía las personas que amaba a mi lado. Gracias a ti y realmente te deseo lo mejor para tu vida, aunque seguirás siendo mi consigliere, creo que ahora tendrás otras prioridades...
—Yo también deseo que tú seas... sé que uno de tus sueños se vio colapsado por esos bastardos, pero no dejes que el dolor opaque tu vida—murmuró.
—Lo estamos intentando—murmuré.
—¿Enserio? —preguntó con sorpresa en su rostro.
— No se los dije porque no quería hacer emoción, pero eres como mi hermano... él se realizó la cirugía de reversión y yo estoy bajo tratamiento hormonal, pero por favor no se lo digas a nadie, no quiero que todo mundo se haga ilusiones y después mi tonto cuerpo quité esa ilusión.
—Estoy realmente feliz por ti, te mereces el mundo entero después de lo mucho que has luchado para mantenerse de pie—murmuró—. Y no te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo y más te vale que ese pequeño bebé, porque estoy seguro de que pronto se logrará, sea mi ahijado.
Solté es una pequeña risa y asentí.
Abracé a mi mejor amigo, justo cuando la canción terminó y el vals familiar junto con ella, las emociones me golpearon y pronto me descubrí a mí misma y sollozando. Mi esposo como si tuviese un radar de las emociones, inmediatamente se acercó a nosotros y me estrechó entre sus brazos, pidiendo que continuaran sin hacernos mucho caso.
No supe a donde nos guio, todas las emociones que había estado conteniendo para no ser el centro de atención, se desbordaron de mi interior en el momento en el que comencé a escuchar la música demasiado lejos en su lugar y comenzaba a escuchar el golpeteo del agua contra la costa.
Lo sentí sentarse sobre la arena, y colocarme sobre sus piernas para que mi vestido no se manchara, pero en ese momento eso era lo que menos me importaba, me acurruqué sobre él como si fuese un gatito buscando protección, pues me sentía vulnerable por todas las emociones que me estaban golpeando, si seguía de esa manera tendría que aprender a controlar todos esos ataques, no podía tener bajo mis pies a toda una mafia, si me ponía a llorar cada dos por tres.
—Quiero dejar de llorar, soy patética.
—Eres perfecta y recuerda que todas estas emociones se deben a qué estás preparándote para que podamos poner en tu vientre a nuestros pequeños bebés, la doctora dijo que sería un proceso difícil y tú psicóloga también lo ha dicho muchas veces, entiendo que te sientas confundida porque todas las emociones te están abrumando, pero no voy a dejarte caer y si quieres llorar durante todo el tiempo, yo estaré aquí para darte agua para que no te me deshidrates ¿sí?
—No te merezco—susurré.
—Yo soy el que no te merece a ti, mi amor... tú eres toda luz y yo toda oscuridad, pero ambos nos pertenecemos y nos complementamos... somos como el ying y el yang, necesitamos tener una parte del otro para funcionar y tú tienes ahí en tu pecho mi corazón.
—Dios... cada que dices algo siento que te vuelves más romántico—murmuré.
Mi esposo soltó una carcajada, mientras depositaba un corto beso sobre mi coronilla, me aferré a su pecho y sentí que el calor me embriagaba completamente, ese hombre era mi todo y me complementaba perfectamente. Lo amaba en mil sentidos diferentes y él parecía amarme con esa misma intensidad.
—Sólo por ti, mi amor—murmuró.
Me abracé con más fuerza a su pecho, disfrutando del calor que me brindaba y sintiendo que mi alma se completaba por él. Era mi otra mitad y siempre lo sería.
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¿Qué les parecieron nuestros conejos?
¡Mañana continuamos con el maratón!<3 Los quiero, muñequitos.
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