Capítulo 28.

"Amar a alguien es correr un riesgo constante con tus emociones. Cuando encuentras a la persona adecuada, con la que sabes que quieres estar, esa persona vale la pena el riesgo". Monica Murphy.

Ojo por ojo.

Dicen que cuando encuentras a la persona ideal, no le va a importar si tienes manchas en tu pasado o si has sido ultrajada de mil formas distintas, no le va a importar si estás dañada por dentro o si no quieres tener a nadie a tu alrededor, va a luchar para quedarse a tu lado incluso si tú deseas alejarlo, eso es lo que hace el verdadero amor, da la fortaleza necesaria para incluso cuando hay heridas profundas, sanarlas con ese potente sentimiento.

Estar herido no significa que tienes que ser vulnerable todo el tiempo, no significa que pueden pisotearte sin que tú puedas defenderte y tampoco significa que vas a caer al primer testereó, ser herido significa que tuviste manchas en tu pasado, que te dañaron pero que aun así fuiste demasiado fuerte para ponerte de pie y levantarte con unas cicatrices, quizás cicatrices que quedan profundamente marcados en tu corazón, cicatrices que van a ser imposibles de borrar sin importar qué hagas para cambiar esa verdad.

Pero también dicen que existe la persona a la que no le importa que estés dañada o herida, incluso si tu piel está marcada por cicatrices que dejó tu pasado, lo sabrás en el primer instante que atravieses un momento difícil, porque sabrás que no importa qué tan perra te comportes, qué tan odiosa seas mientras no quieres que nadie esté cerca de ti, si esa persona se queda a tu lado incluso cuando tú no quieres que se quede, es la persona indicada. No que te obligue a estar a su lado, sino que esté ahí cuando tú quieres alejarlo y estás perdida en tu pasado.

Dicen que todos tenemos una alma destinada, todos tenemos a alguien que nos complementará y que se quedara a nuestro lado sin importar que los demonios de nuestro pasado nos consuman, que se quedaran a nuestro lado incluso si el dolor es tan fuerte que será imposible para nosotros procesarlo por sí solo, personas que nos apoyarán cuando estemos en medio de un llanto, y que no se alejarán ni se asustarán cuando dejemos de ser nosotros mismos porque nuestros pensamientos nos consumen.

Aunque es cierto que a veces, estas personas están contadas, no todo el mundo se quedará a tu lado cuando atravieses momentos difíciles, no todo el mundo será tan valiente como para abrazarte cuando estés en medio de un desastre emocional. Sin embargo dicen que debes de ser valiente para esperar a la persona que llegará, pero qué tarde o temprano esa alma destinada llegará a tu vida y te darás cuenta de que todo lo que había a tu alrededor era un simple eufemismo.

Mi madre siempre me había enseñado cuentos de hadas, pero a diferencia de otras madres que enseñan cuentos de hadas para que busquen un príncipe azul, mi madre me contaba esos cuentos para que me diera cuenta de que no necesitaba un príncipe azul, que en su lugar si yo quería estar con alguien debía buscar un Guerrero que no se asustara con el primero oleaje alto, que no saliera huyendo cuando la tormenta se desatara en mi interior y que en su lugar se quedara a mi lado protegiéndome, incluso sí yo misma me estaba haciendo daño.

Debía confesarme una auténtica seguidora de las historias de mi madre, las historias que mi madre me había contado se habían quedado completamente grabadas en mi corazón, como si fuesen un tatuaje indeleble, que de una u otra manera me enseñaban el camino correcto que debía tomar, el camino que quizás yo sentía perdido en un momento u otro, pero ella me había enseñado a navegar por caminos diferentes incluso si yo no llevaba un plan de vuelo.

Siempre amaba contarme Las historias que había vivido con mi padre, en especial una, quizás cuando era niña la había disfrazado como una princesa, pero era ella.

Hace mucho tiempo, existía una princesa muy hermosa que había perdido a sus padres, ella estaba perdida en el mundo y tenía tíos muy malos que siempre querían hacerle la vida imposible, hasta que un día esa princesa se había perdido en el bosque y la habían tenido personas muy feas que la habían entregado con un dragón feo, un dragón que le gustaba inyectarle cosas y que tocaba las campanas cada que lo hacía.

Pero la princesa logró escapar un día. La princesa había olvidado toda su vida y no sabía quién era, así que había logrado vivir durante un tiempo hasta que su apuesto y valiente Guerrero la había encontrado, pero la princesa cuando recuperó la memoria estaba demasiado asustada por lo que había vivido. Un día de esos el gran Guerrero la llevó a comer a un lugar, pero el Guerrero no sabía que ahí cerca había una iglesia y cuando menos lo espero, las campanadas comenzaron a sonar recordándole a la princesa lo que había vivido en ese lugar.

El Guerrero muy asustado por ver a su princesa llorando, la tomó en brazos y se montó al caballo que le había robado a uno de los campesinos que se encontraba ahí, la llevó hasta su enorme castillo y como la princesa estaba demasiado asustada, el Guerrero ideó un plan para que se diera cuenta de que las campanadas no eran nada malo.

Entonces, le pidió al mago del castillo que reprodujera un recuerdo de la princesa el día de su boda, una boda en donde se habían tocado las campanas de cada iglesia de todos los reinos, en señal de que ellos dos habían unido sus vidas para siempre. Y así fue como la princesa logró superar su miedo a las campanas, gracias a su Guerrero que incluso cuando ella quería alejarlo no se alejó, gracias al Guerrero que incluso viendo que su princesa no podía por sí misma superar el problema, la había ayudado y había tomado su mano para siempre.

Tiempo después supe que esa historia no era una simple historia de fantasía, era la historia de mis padres, mi padre nunca había abandonado a mi madre incluso cuando tenía ataques de ansiedad, incluso cuando ni ella podía controlarse, cuando se perdía completamente en su mundo y no sabía cuál era la realidad y qué se debía al trauma que le habían provocado sus tíos malvados.

Ellos dos se habían amado incluso cuando sabían que estaban heridos por dentro, ellos dos se amaban con todo su corazón y me habían enseñado a no aceptar menos de alguien. Siempre había amado la historia en donde mi padre llegaba como un fiel caballero a proteger a mi madre, un fiel caballero que había tomado su mano incluso en el momento más oscuro de su vida y que no la había soltado a pesar de que mi madre le había suplicado que se alejará y buscará a una mujer sana.

Mi madre siempre me había dicho que no debía quedarme con el hombre que me diera riqueza o que me diese otros placeres mundanos, sino, debía hacerlo con la persona que se quedara ahí incluso cuando mis demonios me atormentaban. Una persona que sin importar qué tan jodida estaba por dentro, se quedaría a mi lado por siempre, no importaba si yo trataba de alejarla, iba a estar a mi lado hasta que supiera que estaba completamente lista para volver a ser yo.

Después de lo que me habían hecho y que yo creía que era un trapito sucio, defectuoso al que nadie querría, había descubierto que en realidad no era así, había descubierto que no importaba las heridas que tenía en mi corazón o los fantasmas y demonios que me seguían todos los días, los que me atormentaban en mis sueños y no me dejaban ser completamente feliz, esos en donde creía que tarde o temprano ese bastardo se levantaría de la tumba y resurgiría por mí, que me volvería a tomar entre sus asquerosas manos y me haría cosas horribles.

Pero había descubierto que no estaba sola, incluso en la nebulosa de la que ni siquiera yo era capaz de salir sola, había tenido compañía, el hermoso Guerrero que mi madre siempre me había dicho que merecía, Un guerrero al que no le importó mojar su traje de cinco mil euros y sus zapatos más caros que cualquier Lamborghini, al que no le importó, que segundos antes le estuviese cortando la respiración con un rodillo de galletas o que le hubiese causado daños durante mis pesadillas, un Guerrero que me había tomado en brazos y me había acunado durante toda la noche, mientras me desahogaba y lloraba.

Ni siquiera presté atención en que nos encontrábamos en medio del mar, que nos había sumergido en el agua como si realmente supiera que esa era la única forma de calmarme, que esa era la forma en la que cada vez que me daba un ataque de ansiedad, podía controlarme. No había tenido ningún ataque de ansiedad tan fuerte con él, Claro que había experimentado pesadillas, pero nunca habían sido con la fuerza que me habían azotado, porque realmente me había perturbado ver a esa pobre chica que ni siquiera podía sostenerse en pie.

Me transportaba al día en que yo había sufrido eso mismo y tan solo imaginarme que había podido ser esa chica, una chica a la que habían abusado en toda la extensión de la palabra, que habían ultrajado su cuerpo de una forma horrible y que jamás volvería a ser la misma, el simple hecho de imaginármelo causaba que mi corazón se oprimiera de una forma totalmente nueva.

Porque sabía que si no hubiese sido lo suficientemente inteligente, como para lograr contactar a mi mejor amiga o si no hubiese tenido el don de la memoria fotográfica que me ayudaba a grabarme absolutamente todo lo que veía, mi destino hubiese sido peor que el de esa chica, porque se habría extendido durante años.

Pero ese hombre, mi hombre, mi esposo y mi todo, se había quedado a mi lado incluso cuando había tratado de alejarlo, incluso cuando sabía que si hubiese presionado un poco más ese rodillo habría terminado con su vida, incluso cuando le había suplicado que me dejara sola, que me dejara ahogarme para no seguir sintiendo ese profundo dolor en mi corazón.

Él era mi Guerrero, el Guerrero que había luchado a mi lado y qué se quedaría incluso para protegerme de mi misma, para protegerme de los demonios que me amenazaban con consumirme, y con hacerme trizas.

Habían pasado justamente dos semanas desde la llegada de la chica, poco a poco había comenzado a volver a ser yo, el miedo había dejado de consumirme por las noches, porque cuando abría los ojos me encontraba mi hombre completamente dormido a mi lado. Cuando sabía que estaba a punto de darme un ataque de ansiedad, él estaba inmediatamente a mi lado, sin importar si se encontraba lejos. Se había convertido en mi bote salvavidas, siempre lo había sido pero jamás lo había visto tanto, hasta ese momento en el que sabía de pronto me hundiría, él no me había dejado caer ni una sola vez, no importaba sí estaba a nada de tropezar y morir, él me tomaba en brazos y me ayudaba a sostenerme con fuerza, para no tropezar.

Él lo era absolutamente todo, mi corazón se sentía estúpido por no haberlo amado desde el principio, habíamos desperdiciado tanto tiempo, tratando de encontrar explicaciones a nuestros sentimientos o estando con otras personas, cuando en realidad siempre habíamos sido él y yo.

—Encontramos a tres involucrados más—murmuró Archie—. Si las cosas se complican creo que es necesario que informemos al Sacerdozio.

—Les informé que encontramos a una chica, pero les dije que no era necesario venir hasta acá y que nos haríamos cargo hasta que podamos, informa nuestros aliados que revisen todas las embarcaciones que llegan a sus puertos, no nos arriesgaremos a que vaya a ocurrir algo como lo que ocurrió con la chica.

—Daré la orden—murmuró Hunt.

—Podrías enviar tropas—murmuró mi nonno—. Distribuirlos en equipos y enviarlos a diferentes puertos, así podrás estar al tanto de lo que ocurre dentro de las embarcaciones. Por lo tanto ya sabes que todas las costas de Sicilia están rodeadas, ni siquiera un pescado puede pasar sin ser identificado.

—Reforzamos la seguridad en el aeropuerto—murmuró Archie—. Nadie que tenga lazos con ellos podrá entrar.

—Bien—murmuré—. Los tres hombres ¿Dónde estan?

—Conall—murmuró Archie—. Es mejor que no vayas, créeme que no es una buena escena.

—Sé lo que les está haciendo—murmuré—. Le dije que lo hiciera, esos bastardos no merecen más que una muerte dolorosa y lenta, y mi esposo se las está dando... así que no voy a intervenir, sólo quiero que alguno de ustedes le diga que por lo menos espere a que le respondan preguntas.

—El de ayer habló—murmuró Nick—. No dijo mucho...

—Pero murió a los 2 segundos—murmuré al ver el informe—. A este paso nos quedaremos sin testigos rápidamente... ¿Qué pasó con el que dejaron libre? ¿Ya los llevó al escondite de esos bastardos?

—Nico los está siguiendo—murmuró Archie—. Y tenemos a nuestro favor a los colombianos, Esos bastardos tuvieron un disturbio con ellos, y atacaron su puerto.

—Bien—murmuré—. ¿Qué ocurrió con el cargamento de esta semana?

—Fue enviado y entregado con éxito, todo lo que nos pagaron fue depositado a la cuenta fantasma de Suiza, pero también la invertimos en los bienes raíces de Grecia, fue un buen movimiento lo que te acordaste con Peter.

—¿Quién diría que ese bastardo se convertiría en uno de los mejores aliados? —murmuré riendo—. ¿Andréi?

—Nos envía sus reportes cada hora, creo que realmente le afecto el que tu esposo regresara.

—Yo fui clara desde un principio con él, le dije que mi corazón no iba a ser ocupado ni aunque pasaran 20 años, Conall, es imposible de sacar. Ni perdiendo la memoria porque le seguiría teniendo en mi corazón, ya lo olvidé una vez y volví a sus brazos—murmuré—. Quiero un equipo con las familias que se encuentran en la gran unión, No sabemos si esos bastardos querrán atacar de repente.

—¿Crees que se atreverían?

—Si—murmuré—. Ellos son capaces de todo, quieren poder y saben que solo debilitándonos lo volverían a lograr... ¿Se reunieron con los cárteles de México?

—Tijuana, Sinaloa, Jalisco y Michoacán estan con nosotros—murmuró Nick —. Los demás dijeron que quieren hablar personalmente contigo, concordamos una videoconferencia para esta tarde, pero todos van a exigir protección... esos bastardos los tienen en la palma de su mano.

—Bien, encárgate de que la videoconferencia sea completamente segura, no quiero altercados.

—Tenemos un cortafuegos imposible de violar, además de que estaremos moviendo la dirección IP por todo el mundo—murmuró Archie—. No pondría nuestra reina en peligro.

—¿Estoy pasando algo más por alto?

—Además de que mi futura esposa quiere que seas la madrina, no—se jactó Nick.

—Ya te dije que no debes de preocuparte, voy a apagar absolutamente todo de la boda, solo háganme llegar la cotización y Álex la autorizara.

—Joder, me dejas lo más difícil—murmuró Álex de manera risueña—. Es Broma, Brat, danos la cotización de la boda y tendrás la boda pagada en minutos.

—Me gustaría que fuera en costa estrella, Mik amó ese lugar.

—Cotízalo y nos lo dices—murmuré con un guiño—. Si me disculpan, mi esposo me dijo que queria que me divirtiera un poco...

—Creí que habíamos quedado, en que no irías a verlos—murmuró Archie—. Es una escena realmente sangrienta y asquerosa...

—Si fuese sangre inocente créeme que me daría algo, pero esos bastardos, merecen eso y más... así que iré a divertirme durante un rato, regresaré a las dos para que tengan a los cárteles preparados, escucharé razones pero no duraré más de quince minutos en conferencia, y por la tarde quiero que liberen toda mi agenda... estaré con mi hijo y mi esposo.

—De acuerdo, jefa—se burló Nick.

—Nos estamos acercando a las vacaciones de Semana Santa, por lo que supongo que los turistas comenzarán a llegar, así que refuercen toda el área cercana a la mansión y a los campos de entrenamiento... ahora que recuerdo eso ¿Cómo va la construcción?

—Dentro de un par de semanas podremos estar entrenando en la isla—murmuró Archie.

—Bien—murmuré—. ¿Algo que deba saber antes de irme?

—No, señora—murmuraron todos.

—Dios, me gusta que me llamen así—bromeé.

—Eres una Rossi, llevas el Señora en el apellido—se burló mi abuelo—. Por cierto, no entendí sí era broma que querías intercambiar tus apellidos.

—Quiero hacerlo, lo hablé con mis padres y aunque amo a mi apellido Kim, creo que en estos momentos le debo más al Rossi, Papá estuvo de acuerdo, bromeo con cambiárselo también, ya saben por Bashkirtseff, honrando a los rusos.

—¿Más? —preguntó Hunt risueño—. Ya es suficiente tener que aguantar el ego de tu esposo y su primo, no me imagino a padre siendo un ruso completamente.

Solté una carcajada. Realmente yo tampoco me imaginaba mi padre siendo completamente Ruso, aunque tendría sentido ya que su familia provenía de los consejeros de la Bratva.

Me puse de pie sin pensarlo un solo momento, me despedí de todos y caminé hacia el lugar donde me había dicho mi esposo que estaban llevando a cabo los interrogatorios, aunque sabía perfectamente que hacía de todo menos interrogarlos, realmente se estaba tomando en serio acabar con cualquier pedófilo, violador o tratante de mujeres y aunque para cualquier mujer eso sería completamente sórdido, a mí me hacía sentir bien, había sufrido en manos de un hombre que era esas tres cosas, y no descansaría hasta ver que no quedaba absolutamente nadie con esas tendencias.

Los soldados que custodiaban la entrada al sótano me hicieron una pequeña reverencia cuando me acerqué a ellos, les di un pequeño asentimiento y sin dudarlo abrieron la escotilla. El aroma gasolina inmediatamente llegó a mi esposas nasales, era Claro que mi padre y mi esposo se habían estado divirtiendo bastante en ese lugar.

—¿Mamá? —pregunté al ver a la elegante mujer con una especie de mandil lleno de sangre.

—Hola, cariño—murmuró con una dulce sonrisa.

Claro que su sonrisa no combinaba nada con lo que representaba su cuerpo, estaba cubierta de sangre y aunque debía sentir miedo, ni siquiera me había causado cosquillas, porque sabía que esa sangre pertenecía a los bastardos que habían dañado la vida de cientos de niñas y jóvenes.

—No haré preguntas—murmuré.

—Te lo dije hace un par de semanas... nadie toca a mi hija y se queda sin vivir las consecuencias, o en este caso en morir las consecuencias—murmuró como si estuviese hablando del clima.

—Gracias, mamá—murmuré con una sonrisa.

Quizás para cualquiera que su madre estuviese buscando venganza por su propia mano podía ser traumático, pero para mí no lo era, porque ellos me habían enseñado que era necesario ensuciarse las manos para proteger a quienes amas, ellos me habían enseñado que no importaba cuánta sangre se derramara, si se hacía por una persona que amabas, era solo un efecto secundario.

Seguí a mi madre por el pasillo infinito, hasta que los gritos desgarradores y llenos de terror llegaron a mis oídos, pero no sentí el mínimo remordimiento, no algo que normalmente podría sentir al ver que torturaban a un hombre. Ni siquiera sentía un poco de compasión, porque estaba segura de que él no había detenido su tortura o lo que les hubiese hecho a sus víctimas cuando le suplicaban piedad. Así que ¿Por qué les ordenaría detenerse?

—¡A...Ayuda! —sollozó al mirarme—. Diles que paren.

—Quitá tus asquerosos ojos de mi mujer—gruñó Conall.

Giré la mirada hacia mí hombre, quien vestía unos simples vaqueros desgastados y tenía el torso completamente desnudo, dejando a la vista los perfectos tatuajes que adornaban su piel bronceada, se veía jodidamente apetecible, incluso con la sangre salpicando su cuerpo. Seguramente cualquier psicólogo me diagnosticaría con alguna especie de trastorno mental, no era normal que me excitase ver a mi esposo de una manera tan sexy.

—Hola a ti también, guapo—bromé mientras me acercaba a mi padre—. ¿Tomando un descanso, Bashkirtseff? —bromeé.

—Oh, eso sí que se escucha bien—aseguró mi padre, haciendo que mi madre se sentara en una de sus piernas—. ¿No lo crees, chiquita?

—Demasiado, amor—murmuró mi madre.

Enredó sus largos dedos el cabello negro de mi padre, acercando su boca a la de él y sacándome una pequeña sonrisa, al ver que incluso ahí sabían demostrarse su amor, un amor que había atravesado tanto y que seguía igual de fuerte, incluso 28 años después.

—Fuchi—murmuré—. No quiero ser testigo de esto—bromeé.

Mis padres soltaron una fuerte carcajada, mientras yo caminaba elegantemente hacía mi hombre. Le sonreí con delicadeza, mirando al bastardo que se retorcía de dolor, atorado en una cruz de san Andrés.

—Joder, no te acerques de esa manera, muñeca—gruñó Conall—. Haces que piense cosas... frente a este bastardo... ¡¿No te dije que no miraras a mi mujer?!—gritó, estrellando el puño en el rostro destrozado del hombre.

—P...Piedad—suplicó.

Esa palabra despertó cosas en mí, no condescendencia o algo por el estilo, más bien una rabia inhumana, que estaba segura de que esa misma palabra se la habían gritado sus víctimas y él no había dudado en hacerles daño, lo sabía porque esa había sido mi palabra durante todo mi encierro, suplicaba piedad, pero mis súplicas nunca habían sido escuchadas.

—Dame eso—gruñí hacía Conall.

Conall me miró, pero asintió, dando un paso hacia atrás. Sonreí y tomé uno de los instrumentos de tortura, un levanta uñas. Sabía que si en realidad existía una tortura que era capaz de hacer que cualquier persona se doblegara, era quitándole una por una de sus uñas, arrancándoselas de raíz y haciendo que sufrieran por el potente dolor que se podía sentir.

—P...Piedad...

La rabia se encendió más al escucharlo nuevamente pedir piedad, comencé a ver todo de color rojo y me valía una jodida si mi alma se iba al infierno, ese bastardo merecía morir, merecía pagar cada llanto y suplica de sus víctimas.

—Empecemos un juego—murmuré—. Yo pregunto y tú respondes, sí me gusta tu respuesta no te arrancaré las uñas, si no me gusta... espero que tengas un umbral de dolor realmente alto, porque una de las torturas más fuertes que puede sentir el ser humano, es que le arranquen sus uñas, y no lo voy a hacer rápido, lo haré tan lento que vas a suplicar. Pero sabes qué, no voy a parar...

—P...Por favor...

—Damaso ¿Cierto? —pregunté—. ¿Eso te decían tus víctimas, te suplicaban piedad?

—Por favor...

—Respuesta incorrecta...

No supe qué demonios se apoderó de mí, pero disfruté arrancándole cada una de sus uñas y quebrando cada dedo de sus pies y manos, viendo cómo se retorcía de dolor y seguía suplicando una vez tras otra, pero no me detuve, ni siquiera cuando podía jurar que lloraba sangre, sólo sentía unas enormes ganas de seguirle causando dolor. Pero el maldito hijo de puta no había aguantado ni siquiera un par de horas.

—Maldito cobarde—gruñí.

Escuché la risa de varias personas detrás de mí y fue cuando me di cuenta de que tenía público, todos me miraban con una sonrisa extraña, como si estuviesen orgullosos de lo que acababa de hacer, como si no hubiese asesinado a un hombre minutos atrás.

—Así es como se hace—murmuró mi padre—. Te enseñé bien—aseguró.

Solté una carcajada y dejé caer los instrumentos en el carrito quirúrgico, era irónico que muchas veces había usado un carrito igual para salvar vidas y en ese momento lo había hecho para arrebatar una, pero no tenía remordimiento, en lo más mínimo, no porque no tuviera temor de Dios, sabía que existía, pero también sabía que no estaba matando a inocentes, a quienes asesinaba tenían más vidas sobre su espalda que todos los que estábamos en esa habitación juntos.

—Tengo una reunión ahora—murmuré mirando el reloj colgado en la pared—. Después, podríamos preparar algo para todos ¿Les parece? Me gustaría algún asado.

—Das terror—se burló Lev—. Solo tú piensas en comida después de torturar a alguien.

—No me hagas enojar—bromé con un guiño.

Me acerqué y besé los labios de mi esposo, despedí a mis padres y caminé de regreso a la mansión. No me molesté en cambiarme, mi hijo que era el único que podía preocuparme se encontraba con su maestra en el pequeño viaje a la costa vecina.

—Joder, olvídalo—murmuró Nick—. Pareces Freddy Krueger con todo manchado de sangre.

Solté una carcajada.

Nick se alejó y tomó una toalla que se encontraba en uno de los sillones, me lo entregó y me limpié las manos y las pequeñas gotas que habían salpicado a mi pecho.

—¿Ya está lista la conferencia? —pregunté.

—En cuanto lo ordenes—murmuró.

—Perfecto—murmuré con una pequeña sonrisa—. Nos conectaremos ahora porque necesito aclarar los puntos con estas personas, lo único que necesito es que me informen sí solicitaron alguna otra cosa.

—Lo único que quieren es que les brindes protección, lo que nos informó el cártel de Michoacán es que los bastardos amenazaron con quienes se vayan de tu lado estarán muertos.

—¿Y cuando tuvieron tiempo para amenazarlos?, si los estamos cazando y ellos saben que estamos detrás de ellos.

—No tenemos idea, hemos estado rastreando cualquier forma de comunicación, pero no hemos tenido éxito, no sabemos si están utilizando los satélites del gobierno.

—Asegúrate de interceptar todos los satélites que puedan estar usando, me comunicaré con la unión árabe para informarles que quizás tengamos una pequeña guerra con la INTERPOL, ellos tomaron un bando desde hace mucho tiempo.

—Ellos eligieron el lado de la justicia.

—Una justicia que nos arrebató todo a nosotros, además sabemos que están bajo el poder de ese par de bastardos, aunque son personas inocentes, si nos atacan responderemos, son fuerza militar y ellos no tendrán compasión con nosotros al atacarnos.

—Bien—murmuró—. Le informaré a Archie, para que te conecte.

Caminé hasta la sala de conferencias limpiando las pequeñas gotas de sangre que manchaban mi piel, debía sentirme como una maldita sádica e incluso debía arrepentirme por ello, pero no sentía absolutamente nada, por más que esperaba esa recriminación de mi corazón al haber asesinado a ese hombre, no llegaba. Porque sabía que ese hombre había sido una escoria para la sociedad, había violado, ultrajado y asesinado a niñas inocentes, por supuesto que no merecía tener una vida.

Me paré frente a la computadora que me prepararon para la supuesta conferencia con los cárteles mexicanos, la mayoría de ellos había aceptado pero algunos se habían resistido porque creían que si me exigían algo cedería para que se unieran a mis filas, lo único que yo les ofrecería era protección, por supuesto que no los dejaría entrar a mi territorio.

—Caballeros—saludé a través de la pantalla—. Hoy estoy de buenas, así que tienen 5 minutos para informarme qué es lo que desean, tengo demasiadas cosas que hacer, si acepté reunirme el día de hoy es porque me lo informaron mis allegados. Así que hablen rápido o puedo arrepentirme de hacer esta conferencia.

—Majestad—saludó uno de ellos—. Nosotros tres estamos unidos, y lo que pedimos para usted es que nos brinde protección.

—Mi segundo al mando les dijo que la protección estaba asegurada, pero aun así se negaron a ello.

—Pero, debe entender que si nos unimos a usted necesitaremos dónde traficar, Lombardi y Schiavone se han adueñado de la mitad de Latinoamérica, necesitamos un lugar donde llevar a cabo nuestros negocios.

—Estamos exigiendo protección, y que nos dejen traficar en Europa—murmuró otro, al ver que el primero queria dar una explicación detallada.

—Me habían dicho que ustedes son de a los que les tienen la mano y agarran los pies—murmuré—. Sólo por curiosidad ¿Qué es lo que traficarían?

—Ya sabe, en Europa no hay mucho de lo que tenemos acá, ningún europeo se negaría a una belleza latina.

—¿Traficar en Europa? —solté una carcajada—. A ver niños, les voy a aclarar algo, cualquiera que pertenezca a mi reinado tiene estrictamente prohibido traficar con niñas o jóvenes, o más bien con cualquier persona. Antes de que me dijeran eso estaba dispuesta a ofrecerles algo, pero no negocio con malditos pedófilos y violadores, así que esperen la visita de mis hombres y no será una visita amistosa... ¿Saben de quién es la sangre que tengo manchando mi ropa? , de un maldito violador, así que nos veremos aquí en cuanto mis hombres los traigan y ni se les ocurre escapar porque cuando lo hagan, los voy a perseguir hasta el puto infierno...

—Pero...

—Tengo una tarde muy ocupada, si me disculpan—colgué la llamada sin permitirles que me dijera nada más, sentía la rabia subiendo por mi garganta, no podía ni siquiera imaginar hacer tratos con personas tan deplorables—. Quiero que envíen a los cárteles que están de nuestro lado a atacarlos, quiero a los lideres vivos y los quiero aquí a más tardar mañana, que los territorios se repartan entre los que queden de pie, ellos cuando aceptaron ser parte de nosotros sabían que yo tomaría las decisiones sobre sus territorios, así que asegúrense de que no haya peleas.

No tenía que voltear para ver a mi hermano, lo había escuchado desde el primer momento que había entrado a la sala de conferencias.

—Como ordenes—murmuró Hunt—. ¿Estas bien?

—Solo no puedo creer que estuvimos a nada de hacer tratos con traficantes de personas. Quiero que escudriñen su territorio o cualquier indicio de dónde pueden estar sus víctimas, quiero que las regresen a sus hogares y si no tienen un hogar porque eso es lo que hacen los bastardos, las traen aquí y las ubicaremos, puede que nos sirvan como soldados.

—Perfecto—murmuró Nick.

—Voy a irme ahora, me daré una ducha porque mi hijo no tarda en llegar y les comenté a todos que haríamos algún asado algo para convivir, así que prepárense porque tendremos la tarde libre, sólo encárguense de que mi mensaje llegué a los cárteles que están de nuestro lado ¿Cuba y Colombia contestaron?

—Los dos están en nuestro lado—murmuró Archie—. Tenemos a medio continente Americano.

—Perfecto—murmuré —. Con su permiso.

Después de terminar de hablar, caminé a nuestra habitación, me di una ducha asegurándome de limpiar todo rastro de sangre. Al salir me coloqué bikini y un ligero vestido amarillo.

Cuando bajé las escaleras me encontré con toda mi familia, todos parecían haberme hecho caso en tener una tarde familiar. Andrew y mi padre cocinaban la carne, mientras todos los demás preparaban la palapa y la gran mesa para que pudiésemos sentarnos a convivir.

—¡Mami! —chilló mi hijo.

Solté una pequeña risa y me incliné frente a él, antes de poderlo detener se lanzó a mis brazos y escondió su rostro en mi cuello. Tener a mi hijo entre mis brazos era como saber que no me faltaba absolutamente nada más, pronto sentí los brazos de mi esposo rodearme por la cintura y ahí sí sentí que estaba completa.

—Joder, este vestido—murmuró sobre mi oído—. Me encanta...

—A mí también—murmuré risueña—. ¿Qué les parece si damos una pequeña vuelta por la playa?

—Me parece perfecto—murmuró Conall.

Cuando puse a mi hijo en el suelo, no tardó mucho en comenzar a correr hacia la playa. Mi esposo y yo soltamos una carcajada mientras lo seguíamos, todos los demás reían al ver la tierna escena familiar, realmente me gustaba que después de la tormenta pudiésemos tener un poco de calma.

Me quité el vestido, quedando solo en el bikini, mi hijo y yo corríamos delante, con nuestros pies tocando el agua mientras mi esposo se acercaba a nosotros, los tres reíamos mientras hacíamos lo imposible para detener a Conall. La risa de mi hijo me daba mil años de vida, soltaba carcajadas llenas de alegría cuando mi esposo lo atrapaba y le daba vueltas en el aire.

—Ahora, tú, muñeca—murmuró Conall.

Solté una carcajada cuando sus manos se posaron sobre mis caderas, y al igual que con mi hijo me hizo girar en el aire. Nuestro hijo soltaba carcajadas mientras bromeaba sobre que parecía un volador de Papantla, como lo que le había enseñado su maestra de las tradiciones de diferentes países.

Mi esposo pronto nos tumbó a ambos entre las cristalinas aguas, haciéndome sentir que toda mi vida estaba completa. Me senté a horcajadas sobre su regazo, mientras nuestro hijo bailoteaba a nuestro alrededor.

—Te amo—murmuré—. Mucho...

—Yo te amo más, muñequita.

Nos unimos en un beso lleno de amor, tan lleno de amor que era realmente perfecto y sólo nuestro.

—Mami—murmuró Niall—. ¿Qué es esto? —preguntó.

Mi rostro se deformó completamente, al mirar que mi hijo sostenía lo que parecía ser una camiseta hecha jirones, pero no solo estaba rota, sino que tenía sangre.

—¿De dónde lo sacaste?

—Allá—murmuró señalando a unos cuantos metros de nosotros—. Quizás es de la señora, mami ¿Se lo voy a dar?

Sentí que mi corazón se detenía por un par de segundos mientras veía el bulto de alguien a unos metros de nosotros, cualquiera pensaría que podía ser una turista recostada en la orilla del mar, pero el simple hecho de reconocer que había una camiseta llena de sangre era suficiente para darme cuenta de que no era tan normal.

—¿Por qué no mejor vas con tus abuelos mientras arreglamos esto? ¿Te parece bien?

—Si, mami.

Nuestro hijo salió corriendo en dirección de sus abuelos y agradecí por un segundo que no se hubiese puesto necio de que quería seguir jugando en el mar. Me coloqué rápidamente el vestido, sintiendo como el agua escurría por mi cuerpo, pero no le di demasiada importancia.

—Joder—murmuré al ver a la mujer.

Tenía exactamente las mismas características que la chica anterior, completamente delgada, con marcas de grilletes en sus tobillos y muñecas, señal de que había sido cautiva y las heridas por todo su cuerpo significaban que había sufrido torturas. Su cabello era negro como la noche, pero tenía los ojos cerrados y los labios completamente resecos, incluso con un tono azulado.

<<Malditos desgraciados>> 

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¡Holi! ¿Cómo están? 

Espero que todos esten bien y hayan disfrutado este capítulo, no se preocupen, los Pvtazos estan cerca. 

Los quiero, muñequitos<3

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