Capítulo 27.
Mi flor de dolor.
"Cuando té pasa algo traumático en tu vida, puedes tomar uno de dos caminos: Puedes deprimirte, o puedes decir, no me importa. Haré lo que quiero hacer."~ SORAYA LAMILLA
Muchas personas dicen que hasta la flor más fuerte termina marchitándose cuando alguien la corta de su lugar, que cuando la flor es arrancada de raíz es imposible que vuelva a florecer en algún momento, se marchita tan horriblemente que es imposible volver a admirar su belleza como era. Y lo peor de todo es que esa flor por más que quiere luchar, no puede hacerlo sola, necesita que alguien la cuide, la riegue todos los días y le dé el calor que necesita.
Pero hay otro tipo de flor, esas flores que sin importar absolutamente nada no se dejan marchitar, sin embargo crean un espino a su alrededor para que nada ni nadie pueda acercarse a ella, un espino que la mantendrá a salvo de los depredadores o incluso de los pequeños pájaros chuparrosa que quieren tener su néctar. Flores tan hermosas que son imposibles de admirar porque se encierran en un círculo espinoso para no salir heridas una vez más. Las flores, sin embargo tienen heridas tan profundas en su interior, que tratan de sanarlas por sí mismas, sabiendo perfectamente que es completamente imposible sanar las heridas por sí solas.
Cuando la vida nos pone en una vulnerabilidad que es imposible de tratar, sentimos que nuestro corazón deja de latir por instantes o incluso durante el resto de nuestra vida, porque hemos sido tan pisoteados y marchitados, que es imposible que volvamos a ponernos de pie por nosotros solos, por eso necesitamos que alguien esté a nuestro alrededor para que como con las flores, nos riegue todos los días, nos cuide, nos da el calor que necesitamos y que incluso, no susurre palabras para que sepamos que no estamos solos.
El segundo tipo de personas trata de encerrarse en su mundo para que no los lastimen más de lo que lo hiciera, tratan de alejar a todas las personas que están a su alrededor porque saben que si las dejan entrar tienen más posibilidades de herirlas, se encierran después de sentir que alguien las traicionó, que alguien les creó un trauma tan grande que es imposible poder pensar con claridad sin sentir que el alma se les iba. Esas personas se sienten tan heridas por dentro, que realmente aunque quieren sanar, no pueden porque cada vez que lo intentan, se dan cuenta de que el dolor seguirá siempre ahí, que no importa lo que hagan, tarde o temprano volverá a consumirlas y hacerlas pedazos como la primera vez.
La vida humana es así, como una flor que se puede marchitar con el mínimo apretón, pero que también puede ser tan fuerte por el carácter y la personalidad de una persona, que no importa lo que ocurra o los apretones que le den, la persona sólo comenzará a crear un círculo de espino, para que nadie se atreva a tocarla o a volverla a dañar como lo hizo. Crean una barrera, completamente llena de espinas para que quien se atreva a querer traspasarla, salga más herido y no pueda dañar a la persona que se encerró ahí.
Toda mi vida había aprendido a vivir con las pocas personas que dejaba entrar, pero siempre ponía barreras para que no entraran más de lo que yo los dejaba, porque sabía que si lo hacía me dañarían más de lo que ya estaba y estaba completamente podrido por dentro como para dejar que alguien más marchitara la poca bondad o la flor que había en mi interior, porque por más que yo me quisiese proteger , sabía que si alguien traspasaba mis barreras, le dejaría el punto más débil a la vista, y la gente es egoísta, en cuanto lo encontrara lo apuñalaría y me daría tanto dolor que sería imposible volverme a levantar.
Por eso me había convertido en un completo egoísta, no me importaba el dolor ajeno porque si a nadie le importaba mi dolor, ni siquiera a las personas que se suponía debían cuidarme cuando era un niño, a mí no tenía que importarme lo que las otras personas sintieran o si salían lastimadas por mis comportamientos.
Debía reconocer que realmente me había comportado como un verdadero bastardo durante toda mi adolescencia, le había dicho cosas horribles a quien sabía que era mi padre, le había dicho una y otra vez que él no tenía ni un solo derecho sobre mí, porque no era mi padre, le había dicho cientos de veces que lo odiaba por el simple hecho de que él trataba de regirme por el buen camino, qué trataba de regresarme al lugar en el que él me había criado.
Siempre me había valido una mierda lo que los demás pensaran o lo que sentían, no me importaba si se rompían frente a mí, era indiferente a eso porque simplemente si no me afectaba no me importaba, era un pensamiento egoísta y completamente idiota, pero esa era la red de espinos que había construido a mi alrededor, porque sabía que si llegaba a interesarme por alguien, debía bajar a mi guardia y me lastimaría.
Recordaba una de las primeras misiones en las que había participado como teniente, había sido realmente traumática porque habíamos tenido que deshacer una banda de trata de personas, niñas de edades menores a dieciocho años se encontraban en ese lugar, amarradas y algunas de ellas con tantas heridas que habían muerto días después de ingresar a un hospital. Había sido una colaboración que habíamos realizado junto con la IIMSFCMO, los ministros nos habían solicitado ayuda para deshacer esa banda criminal, uno de ellos estaba tras las rejas pero el otro seguía en libertad y jamás se había descubierto su identidad.
Recordaba que había sido realmente traumatizante el rescate, porque cada una de ellas tenían miedo a los hombres, no importaba si vestíamos uniformes, incluso parecía que les daba más miedo. Había sido realmente difícil porque esas chicas estaban traumatizadas, sus ojos estaban completamente perdidos y sólo gritaban si veían a alguien de nosotros, suplicaban por piedad aunque ni siquiera las tocásemos, sabía que se debía al trauma que seguramente les habían hecho las personas que las tenían cautivas, sentía rabia e impotencia en ese momento, por primera vez había sentido algo más que egocentrismo en mi vida.
De alguna forma en ese momento, mi corazón había latido por primera vez, ver el dolor en el rostro de esas chicas por primera vez me hizo sentir calidez, me hizo saber que había peores destinos del que yo había tenido, yo simplemente había sido un niño abandonado, pero nadie me había hecho un daño real, claro exceptuando el de las ratas, pero además de eso había tenido una infancia feliz, no me la habían arrebatado como a todas esas niñas.
Sin embargo seguía siendo un completo idiota, seguía utilizando a las mujeres con la tonta creencia de que esa era la única manera de hacer que mi corazón latiera de alguna forma aunque claramente era una completa mentira que yo me decía para no sentirme culpable, porque yo sabía que incluso consensuado, lo que yo les hacía a esas chicas era un daño permanente. Y realmente me arrepentía cada instante de mi vida por haberles puesto una mano a las mujeres que había tocado.
Más en ese instante, en el que vi que mi muñequita se quebraba entre mis brazos, qué se deshacía en un llanto tan profundo que sólo hacía doler mi corazón y sentía como si se partiese en mil pedazos. Su llanto había sido realmente desgarrador, ni siquiera cuando había llegado la noche, había parado de llorar y yo no había hecho que saliéramos del mar, había dado la orden específica de que nadie nos molestara, y aunque en un momento su madre había salido, le había hecho una señal para que no se acercara, sabía que mi muñequita, odiaba que alguien la viera llorar, odiaba que alguien la viera vulnerable; incluso cuando ya había comprendido que ser vulnerable no era algo malo.
Agradecí que la noche había sido completamente calurosa, ella no había dejado de llorar ni un solo instante, aferrándose a mi camisa. Mientras las olas tranquilas de madrugada golpeaban contra nuestros cuerpos, sólo me había dedicado a susurrarle palabras de amor al oído, incluso a cantarle canciones para que ella se sintiera protegida. Cada poco tiempo, se apretaba con fuerza a mí mientras volvía hablarme de lo que le habían hecho, incendiaba una profunda rabia en mi interior, pero a la vez quebrándome como nunca lo había hecho alguien, nunca nadie me había llegado a romper a un punto tan fuerte como lo había hecho ella.
Hasta que por fin cuando los primeros rayos del amanecer se colaron sobre las cristalinas y tranquilas aguas de la playa de Sicilia, ella cayó completamente dormida entre mis brazos. Claro que sentía todo mi cuerpo entumecido, no nos habíamos movido durante horas y estaba seguro de que ella estaría aún más cansada. Cuando me aseguré de que estuviese completamente dormida, la volví a cargar estilo princesa con delicadeza, nos saqué del agua y me apresuré a ingresarnos a ambos a la mansión.
Me sorprendí realmente al encontrar a mis suegros, a mis padres y a su nonno en la sala, como si hubiesen estado montando guardia durante toda la noche, al vernos inmediatamente se pusieron de pie y caminaron con rapidez a nuestra dirección.
—No—susurré—. No esta lista...
—¿Está bien?
—Lo estará—murmuré—. Por favor lleven a Niall lejos de aquí, llévelo al parque de atracciones o algún lugar en donde no tenga la tentación de entrar a nuestra habitación para ver a su madre, ella no está completamente lista para afrontar el hablar con nuestro hijo.
—¿Estuvieron en el mar toda la noche?
—Se tranquilizó hace media hora—murmuré—. La llevaré a dormir, ¿Hunter, padre, pueden hacerse cargo de las decisiones que deban tomarse?
—Lo haremos, hijo—murmuró mi padre.
Asentí y me despedí de ellos, subí las escaleras a paso rápido y nos adentré a ambos en nuestra habitación. Era doloroso ver cómo la persona que más amaba se destruía poco a poco. Ver que la sonrisa que siempre me daba se había borrado por algo que la había hecho recordar lo que un bastardo le hizo pasar años atrás, nunca había deseado regresar el tiempo, creía que era algo realmente estúpido, querer regresar el tiempo a lo que ya nunca sería igual, pero si pudiese hacerlo en ese momento, realmente suplicaría al universo que me regresara al momento en el que ella había sido secuestrada, porque sin dudarlo incluso siendo un cadete, habría acudido para salvarla de ese bastardo.
Ella estaba agotada, no fue difícil cambiarle la ropa empapada, la desnudé por completo y me aseguré de bañarla con su shampoo favorito. Cuando estuve seguro de que la salinidad del mar salió de su cuerpo, la sequé con la toalla más suave que encontré. Mientras pasaba la toalla por su piel, sentí un pequeño dolor en mi pecho, un par de marcas sobre su espalda cobraron sentido, eran viejas, demasiado viejas, al compararlas con lo que me había contado, era claro que se trataban de cicatrices de los latigazos que ese bastardo le habia dado.
—Mi pequeña muñequita—susurré acariciando las cicatrices, sin pensarlo, besé cada una de esas cicatrices de su espalda—. Mi muñequita fuerte, tan fuerte que es capaz de doblar rodillas... nadie volverá a dañarte, lo prometo...
Me enderecé y le coloqué un camisón de seda.
La acomodé en la cama bajo las mantas.
Me apresuré a caminar nuevamente a la ducha, me quité el traje mojado, me duché a la velocidad de la luz, me coloqué unos bóxer y un pantalón de chándal. Después de terminar de cambiarme y estar completamente limpio, volví a caminar en dirección a la cama. Me metí bajo las mantas e inmediatamente sentí como mi muñequita, como si nuestros cuerpos se atrajeran como imanes, se acercó a mí y me abrazó con fuerza.
Me dediqué a abrazarla durante el resto de la mañana, me era completamente imposible conciliar el sueño, pero no despertó ni una sola vez, su respiración era tranquila y supe en ese momento, que había hecho lo correcto, había logrado tranquilizarla incluso si nos habíamos estado congelando y que quizás tendríamos alguna gripe durante los próximos días. La había hecho entender que no estaba sola, que no tenía que luchar nuevamente como si nadie estuviese a su lado, porque no sólo me tenía a mí, tenía todas las personas en esa casa.
Realmente jamás había sentido tantas ganas de asesinar a alguien. Jamás había sentido esas ganas enormes de llenar mis manos de sangre, porque quería arrebatarle la vida el bastardo que le había hecho daño a mi muñequita, pero por desgracia no se podía revivir a los muertos.
Logré dormirme después de unas cuantas horas despierto, asegurándome de que ella estuviese tranquila y durmiera durante un tiempo, sabía que estaba completamente agotada.
Desperté dos horas después de haberme quedado dormido, la miré durante un par de segundos hasta que escuché unos ligeros toques en la puerta de nuestra habitación, no queriendo que la despertaran la alejé con cuidado haciendo que abrazara la almohada. Me levanté y me coloqué rápidamente una camiseta, para caminar y ver a la persona que se atrevía a molestarnos.
Me encontré el rostro de mi suegra, pero sabía que no estaba ahí para interrumpirlos, en su mirada había algo más que preocupación, había ira. Le hice una seña con la cabeza para que ambos saliéramos y pudiésemos hablar, mi muñequita tenía el sueño pesado cuando estaba cansada, pero en esos momentos había que sus emociones y todo podía estar fluctuando, incluso su sueño.
Me sorprendí cuando al salir, encontré también ahí a mi suegro y a mi primo, los dos tenían la misma mirada que Ari, una mirada que estaba entre lo preocupado, la ira y la venganza. No tenía idea de lo que estaba pasando, pero de alguna forma sentía que no era tan grave.
—¿Qué está ocurriendo? Díganme por favor que son buenas noticias.
—Dependiendo—murmuró Lev.
—¿Dependiendo de qué? —pregunté.
—Si tienes ganas de torturar o no a alguien—murmuró mi suegro con la mirada oscurecida.
Sabía perfectamente que ese hombre era capaz de voltear el mundo entero por su esposa o por sus hijos, me lo había dejado totalmente en claro cuando habíamos estado juntos en Rusia, ese hombre era de temer incluso cuando se había convertido en alguien de trajes costosos, por dentro seguía teniendo la misma hambre de sangre que cualquier sicario. Más si se trataba de proteger o vengar a su familia.
—Me interesa—murmuré—. ¿Qué tienen?
—Pediste que investigáramos cuál era el puerto del que la chica había escapado, como ella lo dijo fue del puerto comercial Amberes de Bélgica—murmuró Lev—. Rastreamos el contenedor en el que ella venía, provenía de la costa de Brasil... pero lo que más te va a sorprender, es que no era un contenedor normal, transportaban a 270 chicas, Schiavone y Lombardi, están haciendo tratos de contrabando de mujeres con la mafia Bélgica—explicó.
—¿Entonces ella no viajaba en un ferry normal?
—No—murmuró—. Sin embargo, tampoco viajaba como una de ellas, las chicas ya fueron regresadas a sus hogares, nos pusimos en contacto con el ejército de Bélgica, son nuestros aliados.
—Vaya—murmuré—. ¿Que los hizo cambiar de opinión? La última Vez que hablaron con ella negaron su cooperación con la mafia, pero todos sabíamos que tienen un lazo con ellos.
—No sabían que transportaban mujeres—murmuró Hunter—. Les permitieron el comercio en su territorio porque creían que eran armas e incluso droga, no sabían que se trataba de chicas, lo peor de todo esto es que ahora no eran en un rango de edad específico, había niñas.
—Pero también te va a sorprender saber que estaban en el pequeño desembarque que le pertenece a Rusia, así que estaban en tu territorio.
—¿Tiene algo de específico la edad?
—Edad fértil—murmuró Arisbette—. Y que absolutamente todas, son vírgenes...
—Las querían para subastarlas, lo que significa que estamos pasando algo por alto, hay más personas en nuestra contra de los que creemos... todos los que se unieron a mi hija, saben que una de las reglas es no contrabandear con seres humanos y por supuesto tener algún negocio o lazo con esos dos bastardos.
—Bastardos—murmuré—. Pero hablaron de tortura así que díganme qué más hay.
—Bueno el barco no estaba solo, al principio pensamos que era un simple marinero que había sido amenazado con algo para que las transportara, pero después nos dimos cuenta de que no era así—murmuró con una sádica sonrisa—. Ese bastardo era el encargado de hacer el intercambio, las fuerzas lo atraparon, pero su presidente no está de nuestro lado por lo que lo iba a soltar a los dos días de cárcel, decidieron entregárnoslo con papel de regalo.
—Eso sí me gusta—murmuré—. Un maldito traficante de chicas. ¿Qué más?
—Desearía que solo fuera un traficante, no estaba solo, los demás escaparon pero ya ordené que los busquen hasta debajo de las piedras, tenían todo un grupo, que se encargó de abusar de ellas de otras formas.
Sentí que la rabia subía por mi garganta, como si la bilis se fuese a derramar de mi cuerpo y las enormes ganas de querer sangre en mis manos aumentaron, hombres como esos malditos le habían hecho daño a mi muñequita, la habían dañado a un punto que realmente había quedado marcada de por vida y por supuesto que no me quedaría de brazos cruzados.
—Díganme que esos bastardos están aquí—murmuré con voz seca.
—Sólo dos—murmuró el ministro—. Pero como estabas ausente y lo entiendo, di la orden de que los demás fueran buscados y traídos aquí, Nonno nos prestó uno de sus sótanos, así que creo que podremos divertirnos un poco. No pude arrancarle el corazón al bastardo que le hizo daño a mi pequeña, así que lo haré con hombres que se le parecen.
—¿Ustedes lo saben? —pregunté.
Sabía que ella nos había contado un poco, pero no sabía hasta que grado ellos tenían conocimiento de los que Keyli había sufrido en ese secuestro.
—Por qué crees que hace doce años comenzamos con un programa que desarmaba cualquier banda criminal que se atreviera a traficar con niñas, concentramos todos nuestros recursos en acabar con esos bastardos.
—Sabía que había sido secuestrada, pero jamás me imaginé que había pasado por todo ese infierno.
—Lo hizo—murmuró Hunter—. Nuestra pequeña flor paso por todo eso y sobrevivió...
—Es fuerte... nuestra flor fuerte...
—Lo es—aseguró Arisbette—. Ella nos ha protegido y ha acabado con todos los que nos han hecho daño alguna vez en nuestras vidas, así que es momento de que nosotros le regresemos el favor.
—Me gusta como suena eso, chiquita—murmuró Hunter abrazando de la cintura a su esposa.
—Quizás no pudimos hacerle el daño que queríamos al bastardo de Stefan pero sí que tenemos a los otros y los haremos pagar por la rabia que sentimos. Nadie toca a mi hija y se queda sin pagar las consecuencias.
—Me gusta como suena eso—murmuré—. Esperaré a que despierte y después iré... ¿Dónde está Niall?
—Julia, Marlen y nonno, los llevaron al parque de atracciones—murmuró Hunter—. Saben que no deben de regresar hasta por la noche, espero que no les moleste que les haya dado autorización de que le den chocolate y helado Niall.
—No—murmuré—. Quiero que su mente se concentre en otras cosas que no sea querer ver a su madre en estos momentos, esperaré a que despierte y después los alcanzaré.
—O puedes ir ahora y yo me quedaría a cuidarla—murmuró Arisbette—. Aunque disfrute de arrancar un par de miembros y bolas, creo que prefiero cuidar a mi hija y dejar que ustedes se diviertan—la miré sin estar muy seguro—. Anden vayan y diviértanse un rato, te prometo que en cuanto despierte haré que te llamen.
—Tengo algo planeado para esta noche, no quiero presionarla pero también quiero que se dé cuenta de que estoy con ella, algo que me repitió mucho ayer fue que la dejara, así que si puede ayudarme con ello se lo agradecería.
Arisbette sonrió. En cuanto le expliqué mi plan, no dudó ni un solo segundo en afirmar que me ayudaría, me regaló una sonrisa maternal y se despidió de su esposo antes de adentrarse a la habitación donde dormía mi muñequita.
Me llevaron hasta el lugar donde se encontraba el par de bastardos que se habían atrevido a traficar niñas y a hacerlo en mi territorio, aunque estaban en Bélgica, el puerto en el que habían desembarcado pertenecía a Rusia y por lo tanto me pertenecía a mí. Cuando llegamos al lugar, solté una carcajada irónica.
Todas las paredes eran completamente de azulejos blancos, en lo alto había una luz fría y por supuesto cientos de cosas para torturar, principalmente dos cruces de las que estaban colgados dos hombres de apariencia brasileña.
—Hey—murmuró Lev acercándose a uno de ellos—. Despierta maldito y da la cara al verdadero diablo.
—Gracias por la presentación—murmuré con sorna hacia mi primo.
El nombre en cuestión abrió los ojos completamente desorientado, como si realmente no pudiese saber en dónde se encontraba. Me acerqué a él y empuñé su asquerosa barbilla para que me observara bien, en cuanto vi los ojos azules, una rabia enorme me embriagó... había comenzado realmente a odiar ese color de ojos, lo tenían los bastardos que le habían hecho daño a mi muñequita.
—¿Q...Quién eres?
—Lástima que no tenemos tiempo para presentaciones, fueron demasiado descuidados cuando se les escapó una, fue lo que nos llevó hasta ustedes—murmuré—. Estabas traficando en mi territorio y eso yo no lo perdono.
—¿Q...Quién eres? — repitió la pregunta.
Estaba seguro de que mis ojos estaban cargados de ira y quizás no era un comportamiento mío, pero en esos momentos estaba cargado de odio hacia los hombres que hacían tal vez fechorías como traficar a niñas inocentes. Yo podía ser un maldito monstruo e incluso el diablo, pero jamás me había atrevido a tocar una mujer cuando no lo quisiera y jamás me atrevería a hacerlo.
—Las preguntas aquí las hago yo, y para que veas que soy bondadoso, por cada pregunta que me respondes correctamente, te daré un minuto menos de vida.
—Eso no es un puto trato—gruñó.
—Créeme que es un trato, por qué cuando comience vas a rogar tener los menos minutos de vida posible, no vas a salir de aquí vivo, aunque no te puedo asegurar que tendrás una muerte rápida e indolora.
—¡¿Quién eres?!
—D'yavol—murmuré con una pequeña sonrisa ladina—. Aunque otro bastardo se hace llamar así créeme que su sadismo no se compara con el mío, además, tengo algo pendiente con los bastardos que abusan de las niñas. Así que mi primera pregunta ¿En dónde mierda iban a subastar a esas niñas?
<<Oh, por favor no hables, quiero divertirme>>
—¡Púdrete, sólo hay un D'yavol!
—¡Joder, gracias! —murmuré soltando una carcajada—. Claro que lo hay y ese soy yo, el otro sólo es una copia barata con aires de grandeza... así que comienza a hablar ¿A cuántas le hiciste daño?
—¡vá para o inferno!—gritó en portugués.
Sonreí como un niño en Navidad, le di un puñetazo en la nariz sintiendo el verdadero deleite del crujido de su cartílago bajo mi puño, la sangre no tardó en brotar, manchando toda su fea cara.
—¿Qué te parece si jugamos? Creo que mi suegro querrá divertirse mejor con tu compañero, así que quizás sea bondadoso y te dé una muerte rápida si me respondes ¿Quién mierda te envió?, ¿Por qué estabas traficando en mi territorio? y ¿A cuántas niñas le hiciste daño? Te daré tres segundos ...Tres... dos... uno. Ups...
Lev soltó una sonora carcajada, mientras se acercaba a mi lado con lo que parecía ser un carrito quirúrgico, pero no había nada que pudiese ser usado para una cirugía, o por lo menos no para cerrar ninguna herida.
La mirada de pánico en su rostro no tenía precio, sonreí con sadismo porque se había dado cuenta de que esos eran sus últimos momentos con vida. El pánico y el terror inundó su expresión, pero realmente era tarde para arrepentirse de no haberme dado la respuesta que esperaba.
—Por favor no, tengo familia...
—Todas esas niñas también tenían familia—murmuré—. Mi esposa tenía familia y aun así un bastardo como tú se atrevió a tocarla, así que en su nombre y dado que el otro bastardo terminó hecho papilla después de caer de un avión, tú me harás los honores de pagar mi ira.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no sentí ni un poco de remordimiento, a ese bastardo no le había importado que sus víctimas tuvieran rostros atemorizados, no les había dado clemencia cuando seguramente les habían suplicado que se detuvieran. Lo golpeé de nuevo con tanta fuerza que escuché su quijada romperse.
<<Perfecto, ahora no va a poder hablar>>
Sonreí de oreja a oreja, tomé una de las herramientas que había sobre el carrito quirúrgico y lo levanté para que lo observara, me gustó ver el miedo en sus ojos y podía decir que realmente lo disfruté. Sonreí con crueldad sin importarme que pareciera un maldito monstruo, como lo había dicho mi suegra, nadie tocaba a mi mujer y se quedaba sin pagar las consecuencias, pero como él bastardo que lo había hecho estaba muerto, desquitaría mi rabia con personas que habían hecho cosas similares.
Todo se volvió completamente rojo a mi alrededor, mi vista se nubló y sólo podía recordar el llanto de mi esposa la noche anterior, sólo podía recordar sus palabras dolorosas en donde me suplicaba que la dejara porque estaba defectuosa.
No supe ni siquiera lo que hice y los presentes tampoco me detuvieron, solo cuando estuve completamente satisfecho, pude ver que el cuerpo de ese bastardo estaba hecho una carnicería, sonreí ante mi obra de arte y me giré hacia los hombres que me esperaban. Al principio sentí un poco de temor de cómo me vería mi suegro, pero cuando mire su rostro, había la misma expresión venganza y sangre en su mirada.
—Nadie toca a mi hija y se queda sin pagar las consecuencias.
Después de terminar de decir esas palabras, caminó con decisión al hombre que recién despertaba y miraba con horror al hombre a su lado, a ese que yo había hecho carne molida. Por desgracia el segundo bastardo no fue demasiado fuerte, no duró ni 10 minutos vivo.
...
Tres horas después de todo lo que habíamos hecho, me aseguré de tirar la ropa que había utilizado y de no dejar rastro de la sangre que había salpicado sobre mí, sólo me dediqué a darme una rápida ducha, eliminando cualquier mancha de sangre que pudiese asustar a mi muñequita, sabía lo que ella había vivido y había hecho cosas similares, pero no quería que me viera como un monstruo, no cuando estaba completamente vulnerable.
Ella era mi Lucero entre millones de estrellas, ella era la que más resplandecía y que me hacía sentir completo, por eso necesitaba demostrarle que no me iba a asustar por verla destruida, no iba a salir huyendo ni mucho menos la iba a juzgar. Me iba a quedar a su lado para protegerla y ser su apoyo, sabía que quizás era demasiado pronto, que quizás ella no quería tener nada que ver con el romanticismo en esos momentos. Pero también sabía que aunque se negara, le encantaba que las personas la procuraran y en ese momento yo lo haría.
Me vestí con un elegante traje carmesí y después de asegurarme de que todos estarían en el cine de la ciudad, dejándonos completamente solos. Me acerqué a nuestra habitación, la encontré con un precioso vestido veraniego y con su cabello atado en una trenza, se veía completamente perfecta, tan hermosa que no existía descripción humana para admirarla, incluso sin un solo gramo de maquillaje en su rostro se veía perfecta.
—Mi preciosa muñequita—susurré.
Ella pareció escuchar mi voz, se giró en mi dirección y me miró con esos ojitos verdes que eran capaces de hacerme crear una guerra, tan perfectos que no tenían una descripción, era como observar todo mi universo a través de su mirada. Me dio una sonrisa tensa, seguramente creyendo que estaba enojado o algo por el estilo, podía notar sus labios fruncidos y por un momento quería tomarla y darle un beso para demostrarle que no estaba molesto, que estaba con ella y que no me importaba absolutamente nada más que ver su sonrisa.
—Hola—susurró—. Mamá dijo que un socio solicitó verme... no puedo poner mis emociones sobre el ser reina...
—Claro que puedes—murmuré—. Pero, creo que esta vez no necesitaras ser reina.
—Tengo que ver a nuestro socio, no me dijo de qué cartel o mafia venía, pero creo que debo atenderlo... ¿vas a Salir?
Curve mis labios hacia arriba al ver su pequeña mirada feroz.
—Tengo una cita con una socia—murmuré.
—¿Ah sí? —preguntó con el ceño fruncido.
Vi como los celos se filtraban en su mirada, y su expresión se descompuso completamente, solté una pequeña risa sin poder evitarlo, ver a mi muñequita celosa era como ver la expresión más tierna que jamás había visto, su boquita se formó en un puchero mientras su ceño se fruncía hacia abajo, con una clara molestia.
—Si—murmuré—. Sólo vine por mi reloj...—mentí.
—Entonces... diviértete—gruñó con molestia.
Realmente la amaba, amaba incluso sus berrinches sin sentido, amaba sus pequeños pucheros de molestia y sus mejillas sonrojadas, con una clara expresión de celos. Realmente amaba esa mujer con toda mi alma, me acerqué a ella y besé su mejilla con delicadeza.
—Te veré más tarde—murmuré.
Antes de que pudiera decirme algo más, salí de nuestra habitación escuchando como repetía mis palabras como si estuviera imitándome, realmente amaba cuando se comportaba de esa manera y no era que la quería hacer sentir mal, pero quería darle una buena sorpresa.
Bajé rápidamente las escaleras y arreglé los últimos detalles, asegurándome de que la música estuviera en el volumen indicado y la cena como la habia ordenado, había pedido que incluso no hubiera nadie del servicio.
Habíamos decorado la pequeña mesa de jardín con la idea de una cena romántica, sonreí satisfecho cuando miré el ramen que había ordenado preparan, quizás no era la mejor idea para una cena, pero ¿Quién mierda escribía las reglas de las citas románticas con mi esposa?
—¡Archie!¡Nikolai! ¿Dónde mierda estan?
Solté una pequeña risa sin poderlo evitar, estaba seguro de que estaba planeando miles de formas para asesinar a ese par, pero no había absolutamente nadie en la mansión, solo nosotros dos. La vi salir a paso apresurado, mientras examinaba por todos lados tratando de encontrar a los hombres que serían testigos de su ira.
Cuando sus ojos se posaron sobre mí, pude ver confusión pintando su precioso rostro. Frunció el ceño sin entender lo que pasaba, pude ver completamente que no entendía la razón porque seguía ahí y quizás tampoco el camino de velas que habia colocado desde la entrada hasta la pequeña mesita.
—Me dijeron que tenía una agenda muy ocupada, majestad—murmuré adentrándome en mi papel—. Por eso cuando me llamaron esta mañana y me dijeron que había una cita libre por la tarde, no dude en venir.
—¿Qué? —preguntó con confusión.
—Debo confesarle que mi esposa se puso un poco celosa, cuando le dije que iba a tener una cita con mi socia ¿Sabe? —murmuré con una pequeña sonrisa—. Frunció el Ceño así como lo está haciendo ahorita y estoy seguro de que estaba maquinando miles de ideas para cortarme las bolas.
—¿Tú eres el socio? —preguntó con confusión.
—Ya se lo dije, Majestad... me dijeron que tenía una agenda realmente ocupada, así que tuve que idear un plan para hacer que viniera.
—¿Lo preparaste? ¿Para mí?
—Bueno, mi suegra ayudo con el ramen porque no soy bueno en cocinar esa comida, pero lo demás lo preparé yo—murmuré.
Antes de que pudiera seguir con mi estúpida actuación, la vi correr por el camino que había creado. No pensé dos veces antes de abrir mis brazos para recibirla, se lanzó a mi pecho y yo la sostuve por la espalda, sintiendo su calor perfectamente pegado al mío. Su rostro se escondió en mi cuello y escuché sus sollozos.
—Gracias... gracias... por no irte de mi lado, por no dejarme.
—No importa si tengo que perseguirte por todo el maldito mundo, mi amor—murmuré—. Lo haré y cuando te encuentre voy a atarte aún más a mi lado—susurré—. No estás sola, no lo estarás nunca, nunca más y así tenga que mover montañas, torturar criminales, revivir muertos o crear guerras, lo haré...
Su sollozo se volvió más intenso, mientras se afirmaba con fuerza a mi cuerpo, abrazándome como si la vida dependiera de ello y no me negué a ello, ni tampoco a sentarla sobre mis piernas mientras nos alimentábamos, abrazarla durante toda la noche mientras veíamos el reflejo de la Luna del mar. Ella era mi todo no importaba si sus demonios le perseguían, me aseguraría de que nunca volvieran a hacerle daño.
Nunca nadie volvería a tocarle un solo cabello y salir ileso, porque quien llegará a causarle una sola lágrima más, iba a pagar mi ira, una ira que sería imposible de detener, no me importaba convertirme en el verdadero diablo, no me importaba nada si con eso la mantenía a salvo a ella.
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¿Qué les pareció este capítulo?
¿Qué creen que ocurra?
¿Creen que nuestra Keyli logre superarlo?
Holi, nuevamente me disculpo por no haber publicado la semana pasada, estoy hecha un torbellino de obligaciones y estoy tratando de acoplarme, les prometo que trataré de seguir subiendo los capítulos, pero ténganme paciencia, esta loca escritora esta a nada de titularse y 8vo semestre es un infierno en vida.
Espero todos tengan un bonito fin de semana. Los Quiero mucho, muñequitos<3
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