Capítulo 25.

"El alma resiste mucho mejor los dolores agudos que la tristeza prolongada". Rousseau.

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene temas delicados, mención de abuso físico, mental y sexual del pasado, TEPT (Trastorno de Estrés postraumático), etc... es un capítulo demasiado denso y se recomienda discreción. Sin más que decir, disfruta de la lectura.


Es completamente imposible que la persona logre desarrollarse como debe hacerlo, porque se crean una burbuja en la que la única manera de salir de ella es explayando las emociones que lo hicieron sentir ese trauma, sin embargo se contradice el mismo cerebro en ese instante porque sabe que debe explayar lo que siente, sabe que está sumido en un profundo pozo que lo está dañando, pero de la misma manera es completamente imposible que logre hablar de algo que duele.

Un trauma puede ser tan grande que es imposible que la persona hable, incluso una conversación que no tenga nada que ver con la situación que lo traumo, cualquier cosa puede ser un detonante para una crisis y cualquier cosa a la vez puede provocar un daño irreversible. Una persona que fue maltratada, que tuvo traumas y que incluso pudo haber sido torturada, no es capaz de discernir la realidad del trauma, por ese motivo es completamente absurdo que se intente avanzar con esa persona, ya que se cierra completamente al mundo y la única manera de sacarla es si esa persona lo desea.

Un trauma es realmente fuerte en cualquier sentido, un trauma es capaz de doblegar y de a la vez pisotear la vida que se haya construido, porque te paralizas completamente y es absurdo la manera en que la vida puede cambiar en un instante, eso es lo que desemboca un gran trauma, saber que perdiste absolutamente todo lo que habías construido y que incluso cuando lo recuperes nada volverá a ser exactamente igual de como tú lo creías.

En estos momentos es cuando la desesperación embriaga a la persona, cuando se deja de pensar con claridad y parece que todo el mundo alrededor es una nulidad que termina cada vez peor de lo que estaba anteriormente, todo a su alrededor se convierte como en una nebulosa de lo que había sido su vida antes del hecho y es imposible rescatar aquello que se consideraba sentado.

Muchos psicólogos relacionan el trauma con una alteración de la realidad, de cierta manera esa es la forma en la que ocurren las cosas, porque la realidad que tú creías sentada se ve destruida por el impacto del pasado, y quizás no era la realidad idónea, quizás no eras completamente feliz, pero por lo menos tenías la seguridad de que no estabas dañado, que no habías sido un trapito ultrajado y maltratado al que habían dejado tirado como si no valiese absolutamente nada.

Porque en realidad, cualquier trauma te hace sentir inseguro de ti mismo, sientes que fuiste maltratado y que te quitaron lo único que te mantenía firme, te arrebataron la dignidad de una u otra manera y te hicieron sentir tan vulnerable que tienes que esconderte para ser resistente. Eso es lo que normalmente ocurre cuando se encuentra una persona en un trance de trauma, la persona se encierra en un caparazón irrompible, porque sabe que si sale puede acabar aún más dañado de lo que ya se siente.

La vulnerabilidad que deja un trauma es realmente asquerosa, porque no somos capaces de discernir la realidad de la fantasía o de lo que ocurrió con lo que está ocurriendo. Un trauma ciega completamente lo que existe a nuestro alrededor, creemos fielmente que aquello que nuestra cabeza recuerda, es lo que sigue ocurriendo incluso en el momento en el que estamos tratando de superar un trauma de la magnitud que sea.

Los traumas pueden ocurrir con cosas realmente pequeñas, incluso que un perro ladre cuando estás distraído puede generar un trauma que sea permanente, en el que no puedas volver a ver a un perro sin sentir que la vida se te va. Ese tipo de traumas son creados por nuestra mente para protegernos de futuros altercados, nuestra mente funciona como una autoprotección del peligro, relaciona cosas que vemos cotidianamente con lo que ocurrió en el hecho y eso es lo que genera el trauma, incluso generalmente conocido como fobias.

Recordaba que mi fobia por las serpientes había iniciado por algo realmente estúpido, antes de que me aceptaran en la academia militar de la IISMFCMO, mis padres nos habían ingresado en un colegio privado con el único fin de que no nos viésemos afectados en nuestra educación futura y que comenzáramos a tener una educación a temprana edad. Por lo que a los 3 años mis hermanos soy yo asistíamos a un colegio privado.

Al ser verano habían decidido llevarnos a una de las reservas ecológicas de la Gran Ciudad, para refrescarnos un poco y nadar en las claras y cristalinas aguas de los diferentes manantiales que existían ahí, la Gran Ciudad tenía una perfecta armonía entre ciudad y reservas ecológicas, mis padres eran dueños de la mayoría de esos campos y habían prestado una de las más preciosas para nuestro campamento de fin de semana.

Mientras nadábamos a cargo de nuestra maestra, mis hermanos y yo que teníamos espíritu aventurero como siempre, nos habíamos alejado un poco más de lo necesario, terminando desgraciadamente en uno de los puntos más lejanos y oscuros de lugar. Ahí encontramos unas inofensivas serpientes, pero a mí me causaron tanto pavor al ver que una de ellas se acercaba peligrosamente a mí, se convirtieron en una completa fobia y trauma para mí.

Ni siquiera verlas detrás de un cristal en algún zoológico, evitaba que sintiera un ataque de ansiedad y pánico. Ahí me detectaron que tenía una fobia a las serpientes y recordaba que mi psicóloga del CTRATA, me había dicho que se trataba de un trauma menor, pero era algo que me acompañaría por el resto de mi vida, hasta que yo no lograse enfrentar el pánico a ellas.

Realmente había tratado de superar ese trauma estúpido de miles de formas diferentes, había intentado someterme a mí misma a la presión de ver una serpiente frente a mí y sólo había resultado en empeorar ese trauma, había acudido a especialistas tratando de que me ayudaran a superar ese trauma, era estúpido siendo una soldado de alto rango tuviese una maldita fobia a las serpientes.

A veces los traumas son realmente escandalosos, en los que tan solo ver una imagen o escuchar el mínimo sonido referente a ello, es capaz de desencadenar un ataque de ansiedad tan fuerte que sea capaz de derrumbar a la persona en cuestión, eso es lo que ocurre normalmente con los traumas que no podemos resolver como seres humanos, porque por más que lo intentemos es imposible que nuestra mente deje de asociar aquella cosa con peligro.

El refugio para los traumas normalmente es encerrándose en uno mismo, no permitiendo que nadie entre en el lugar que creemos seguros, nuestra propia mente. Eso era lo que a mí me había ocurrido después de lo que el bastardo de Stefan me había hecho, a pesar de que después de que me habían rescatado todos habían creído que terminaría con traumas de por vida, no lo había hecho o por lo menos jamás lo había expresado. Yo me había encerrado en una burbuja en la que me sentía segura, no hablaba de ello ni siquiera con las personas que más amaba, ni siquiera mis padres estaba en el pequeño círculo de confianza en el que yo me había encerrado.

Me creé una burbuja en la que me sentía segura, en la que solamente existían 2 sentimientos, rabia y venganza, porque lo único que anhelaba más que nada en el mundo, era tener la sangre de ese maldito bastardo en mis manos, porque me había hecho tanto daño y había visto cómo asesinaba a niñas inocentes de formas atroces, y a cada una de ellas les había jurado que acabaría con la vida de ese bastardo así fuese lo último que hiciera.

Esa era la forma en la que yo logré escapar del trauma, sin embargo nunca lo reconocí como ello porque yo creía que no me había afectado realmente, no fue hasta el momento en el que lo volví a ver de frente en el que supe que jamás había superado ese supuesto trauma, se había hecho parte de mí y se había enterrado en lo más profundo de mi corazón esperando el momento para surgir y dejarme completamente vulnerable.

Por más que me dolía, tuve que aceptarlo cuando estaba en rehabilitación después de que me inyectaron una droga mortal, que estaba en un ciclo repetitivo de trauma. La psicóloga me había dicho que yo era fuerte, me lo había recalcado cientos de veces aunque yo me había comportado como una completa perra, porque ella aseguraba que un trauma es capaz de detonar cosas realmente horribles, pero que yo había sabido de alguna forma controlarlas y encerrarlas en mi corazón para que no me Paralizaran, pero que aun así, ese trauma seguía tan fresco como el primer día en que había salido de ese oscuro lugar.

Recordaba un poco de mi mirada frente al espejo días después de que me habían rescatado, sólo podía ver unos orbes verdes completamente secos, como si no tuviesen vida y quizás eso era lo que me había hecho saber supuestamente que había superado ese trauma, porque después de empeñarme demasiado en ser la mejor del ejército para acabar con ese bastardo, mis ojos habían vuelto a tener brillo, y aunque eso no significa absolutamente nada, para mí había sido como un indicio de que lo había superado.

También me era fácil recordar cada una de las heridas que mi cuerpo había experimentado en ese entonces, heridas que habían dejado marcas de por vida y que me habían obligado a dejar de ver mi cuerpo frente a un espejo durante años, sintiéndome maltratada y sintiendo que esas marcas no me pertenecían. Había sido ultrajada de formas realmente asquerosas y eso era lo que a mi cuerpo le hacía sentir completamente vulnerable. Me había obligado a superarlo, pero jamás había cerrado la herida que se había creado en lo más profundo de mi ser.

Cuando vi que la mujer se desplomó en la arena, Conall no tardó ni dos segundos en quitarse la camisa para cubrir a la mujer desnuda, lo miré y asentí. La cargó sin la mínima dificultad, como si realmente no pesara más de 40 kg.

—No pasa nada, Keyli—murmuró—. Calculo que debe de pesar menos de 40 kg.

—Llevemos a la clínica—murmuré.

Mi nonno tenía una pequeña clínica cercana a la mansión, nunca la habíamos usado cuando uno de nosotros salía lastimado, pues preferíamos estar en la comodidad de la mansión además de que estaba relativamente cerca y era fácil llevar las indumentarias. Sólo me habían hecho la cirugía en ese lugar, para cerrar la herida que me había provocado el disparo de Arniel.

Conall la cargo sin dificultad, y yo lo seguí de cerca. Mientras trataba de averiguar los signos de esa chica, podía ver marcas en sus piernas seguramente de cuerdas que la habían mantenido cautiva, sus muñecas tenían marcas difíciles de borrar y era Claro que por la apariencia de su piel, tenía quemaduras y latigazos, clara señal de tortura.

—¡Llama a Harrison y Rossi! —ordené al soldado de la puerta.

—Si, majestad—murmuró el chico.

Sin detenerse un solo segundo comenzó a correr en dirección a la mansión, Le abrí la puerta a Conall para que entrara junto con la chica. Preparé rápidamente una de las camas, que se encontraban en la clínica y le pedí que la dejara sobre ella.

Me lavé las manos y me coloqué guantes estériles para hacerle un análisis a la chica, veía su rostro, que incluso dormida se podía ver tan perturbado que daba terror, era un Claro signo de que había vivido torturas realmente horribles en donde la tuviesen, las marcas en su cuerpo eran signos de que había sufrido bastante en donde quiera que hubiese estado.

Sentí una punzada en mi corazón al verla, se veía joven, no rebasaba los 27 años de edad, tenía en cabello negro y era alta, por lo que su cuerpo en tan bajo peso la hacía lucir como un esqueleto. Me acerqué a ella, y comencé a preparar la indumentaria para canalizarla, la sangre no paraba de salir de su cuerpo y tenía heridas que cicatrizaban.

Mi esposo nisiquiera me preguntó algo, me ayudó a colocarme una bata quirúrgica y a cambiar mis sandalias por zapatillas especiales. Le agradecí con la mirada, sabiendo que él se preocupaba por mi seguridad, más al estar tan cerca de una chica que posiblemente tenía droga en su sistema.

Me apresuré a revisar los signos vitales de la chica, su corazón latía demasiado lento y estaba segura de que la falta de sangre podía provocarle un paro cardiorrespiratorio, tenía la glucosa por los suelos y la presión tan alta que realmente me sorprendía que siguiese con vida. La conecté a fluido intravenoso, buscando darle un poco de fuerza a su cuerpo para que sobreviviera.

Corté la camisa de mi esposo, para poder revisar su delgado y escuálido cuerpo, estaba tan delgada que estaba segura de que sus órganos internos se veían por la ligera capa de piel. Sus costillas se marcaban de una forma tan escandalosa, que no pude evitar recordar a las chicas que habían estado conmigo cuando Stefan me había secuestrado.

—Tiene marcas de tortura—murmuré.

—¿Qué crees que le haya ocurrido? —preguntó Conall.

Sabía que no lo hacía para que yo le respondiera la pregunta, sino para que yo misma supiera qué camino tomar para resolver lo que tenía frente a mí. En mi entrenamiento como médica, cuando había estado en la guerra, había visto esos tipos de tortura, cuando rescatábamos a personas que habían estado secuestradas por el bando contrario o que simplemente encontrábamos después de días en el desierto.

—Tiene grados de desnutrición avanzados, la sangre es fresca, seguramente se hizo heridas al tratar de escapar de su captor. Sin embargo tiene heridas que apenas están cicatrizando, seguramente le dejarán marcas, puedo distinguirlos como latigazos o incluso parece que cortaron su piel milimétricamente con bisturí.

—¿Magnus?

—O Massimo—murmuré—. Tiene cicatrices que seguramente son de años anteriores, la chica escapó.

—Pediré que busquen sus referencias—murmuró.

La puerta de la clínica se abrió, dejando paso a mi suegro y a mi tío, quienes sin esperar una sola indicación, se colocaron batas quirúrgicas, lavaron sus manos y finalizaron con los guantes esterilizados.

—¿Qué tenemos? —preguntó mi tío, siendo el primero en acercarse.

—Paciente de edad desconocida, herida expuesta en el torso, heridas que están en proceso de cicatrización y pueden pertenecer a un látigo a bisturí, visibles marcas de tortura. Tiene desnutrición extrema, ha perdido demasiada sangre pero supongo que su cuerpo sigue viviendo por la adrenalina.

—¿Algo más?

—Sus signos vitales están fluctuantes, glucosa baja y presión alta, bradicardia aguda.

—Bien, prepara epinefrina por si necesitamos revivirla—murmuró mi tío hacía Kennett.

No puse demasiada atención en toda la preparación para la cirugía que le realizamos, sólo me concentré en salvarle la vida. Después de anestesiarla, nos enfocamos en reparar la herida expuesta que tenía en el torso.

Concluimos la cirugía cinco horas después de iniciarla, estaba tan agotada que lo único que habia hecho era sumirme en los brazos fuertes de mi esposo, que no dudó ni un solo segundo en acunarme, para que durmiera mientras la mujer despertaba y así podíamos entender qué diablos era lo que estaba ocurriendo.

Pasamos el resto de la noche en la clínica, esperando que la mujer se despertará y hablará de una vez por todas, sabía que estaba demasiado débil por la anestesia y por el grado de desnutrición tan enorme que tenía en su cuerpo, realmente era un jodido milagro que siguiese con vida, pero lo que realmente me sorprendía era que no tenía ni una sola partícula de droga en su sistema, lo que significaba que lo que le hubiesen hecho, lo había sufrido completamente consciente.

—Iremos a desayunar a la mansión, ¿Quieren que les traigamos algo o van después ustedes?

—Traigan fruta y café, también asegúrense de que nuestro hijo haya desayunado antes de ir a sus clases sabatinas.

—Bien—murmuró Kennett.

Agradecí que mi esposo me entendiera completamente, sabía que no me quería alejar de la mujer, porque tenía tantas preguntas y tantas dudas que quería resolver que realmente lo único en lo que pensaba era en saber qué hacía esa mujer en mi territorio. Era claro que había escapado, pero no sabíamos cómo diablos había llegado hasta ahí y estaba completamente segura, de que en mi territorio no existía la trata de personas.

Me volví a recargar en su pecho buscando un poco de calor, realmente me sentía asfixiada con todo lo que estaba ocurriendo, no sólo por el hecho de que estábamos en un punto incierto y podrían ser distintas cosas las que darían explicación a lo que estaba ocurriendo, sino también porque me recordaba lo que yo había vivido, porque esa chica, tenía los ojos llenos de historia.

—¿En qué estás pensando muñequita? —preguntó Conall, acariciando mi cabello con delicadeza.

—Para serte sincera estoy pensando demasiadas cosas, esos bastardos están tan llenos de avaricia que no les importa dañar a chicas inocentes. El camión que interceptaron en Inglaterra y ahora esto, es claro que tiene conexión.

—¿Qué crees que signifique?

—No tengo ni la menor idea—murmuré—. Pero algo me dice... que esta chica ocupó el lugar que ellos quieren que yo tenga—susurré.

—Eso jamás va a pasar— gruñó—. Como te lo dije, no importa si tengo que mover montañas o crear guerras, no voy a dejar que esos bastardos te pongan un solo dedo encima. No van a acercarse a ti, y si lo hacen estaré listo para volarles la cabeza, nadie va a tocar a la mujer que amo.

—Eso es lo que tengo miedo—murmuré—. Qué ellos saben que me protegerás, pero si te hacen daño...

—Hey no—murmuró—. Nadie me va a hacer daño ¿Te has dado cuenta de los soldados que estas entrenando? Ellos tienen una ventaja extra a los que entrenaste en la IISMFCMO, Ellos fueron entrenados como sicarios, ellos no tienen miedo de matar a quién se ponga frente a ellos y si es necesario, los usaremos para ello. Yo daré la orden, para que tus manos no queden manchadas de sangre inocente, pero nadie te pone un dedo encima... de eso yo me aseguro—susurró estrechándome entre sus brazos.

—Gracias—susurré.

—Siempre estaré tu respaldo si así lo necesitas, mi amor—murmuró.

Dejé que su calor me embriagara por completo, realmente estaba agradecida con él porque no importaba cuántas veces me habían pisoteado, jamás se había ido de mi lado, pero también estaba agradecida porque hubiese aparecido en mi vida, porque estaba segura de quién fuese el ser superior que estaba arriba de nosotros, se había encargado de reunirnos. Lo amaba con cada célula de mi ser, lo quería por siempre a mi lado sin importarme absolutamente nada más.

Lev apareció en la puerta, rompiendo nuestro pequeño momento lleno de romance, su rostro detonaba que no tenía buenas noticias y eso solo hacía que me diese dolor de cabeza. Sabía que estaban ocurriendo cosas y no era más qué producto de esos bastardos que estaban tratando de hacernos caer.

—¿Qué? —preguntó Conall.

—Hubo un ataque, Atacaron el barco que transportaría el petrolero de Arabía a Rusia—murmuró—. Estoy investigando, pero necesito que intervengas para entender qué fue lo que realmente pasó en ese ataque.

—Ve, amor—murmuré.

—Pero...

—Estoy bien aquí, lo prometo. Hasta que no despierte no tendremos noticias de qué está ocurriendo o qué sabe ella que nosotros no, te prometo en que en cuanto sepamos algo haré que te llamen para que estés presente.

—¿Segura?

—Si, mi amor—murmuré.

Mi esposo no muy decidido a alejarse de mí me dio un beso en los labios y salió siguiendo a su primo, sabía que las cosas estaban tomando un rumbo totalmente diferente al que teníamos planeado, con la aparición de la desconocida y el ataque que habían hecho a uno de los barcos que transportaba armas que disfrazaban como petróleo, solo significaba que habia problemas.

Me quedé mirando por interminables minutos al cuerpo inmóvil que se encontraba frente a mí, la chica no había respondido, lo que sólo podía significar que su cuerpo quizás no resistiría más de una noche, claro que estábamos preparados para ello, incluso sabíamos que podía no amanecer ese día y estábamos realmente sorprendidos con la fuerza de lucha que tenía esa mujer, había roto todos los estándares que creíamos posibles y eso era realmente de admirar.

Un pequeño gemido llamó mi atención, me puse de pie para poder revisar la chica sabiendo que sólo de ella podía provenir ese ruido, al acercarme pude ver sus ojos desorbitados, como si tratase de ubicar en donde se encontraba o como si no pudiese creer que estaba en ese lugar, quizás esperando encontrarse en el lugar donde la habían mantenido cautiva, conocía perfectamente ese sentimiento.

Me acerqué a ella con lentitud para no causarle alguna impresión fuerte, sabía perfectamente lo que se sentía despertar desorbitada en un lugar en el que no sabías dónde estabas y en el que creías podía seguir tu tormento, al que habías sido sometida. Sabía lo que realmente sentía esa chica, también había estado en su lugar.

—Hola—murmuré llamando su atención.

Sus ojos giraron en mi dirección, pude ver sus ojos lagrimeando y el temblor de sus manos se volvía cada vez más constante, su respiración estaba completamente agitada y parecía que estaba en el limbo, no aterrizaba correctamente como debía hacerlo y eso causaba, que mi corazón se sintiera oprimido, porque solo significaba que tenía un grave trauma.

—¿Do...dónde estoy? —preguntó.

—Tranquilízate, por favor. Te encontramos en la orilla de la playa y te trajimos aquí para atenderte, sé que estás asustada y tienes miles de preguntas, pero debes concentrarte en lo importante y ahora mismo es no moverte para evitar que los puntos de la cirugía que te realizamos se abran. ¿Recuerdas que fue lo último que pasó?

—¿Ellos? ¿Están aquí? — preguntó tranquilizando un poco su respiración, seguramente por la calma que le podía inspirar.

Sabía lo que era despertar completamente desconcertada, después de creer que tu vida había acabado. Por lo que sabía que no debía hablarle fuerte y más bien debía ser totalmente comprensiva con ella, su mirada se encontraba perdida y era completamente seguro que el miedo le invadía.

—Ellos no están aquí—murmuré, sin saber a quiénes se refería.

—Y...Yo... ¿Quién eres?

—Mi nombre es Key—murmuré—. No tienes por qué tener miedo, aquí estás a salvo y te prometo que nadie te va a hacer daño, pero necesito saber quién eres o si tienes familia para contactarla.

—Yo...Yo no lo recuerdo—murmuró—. S...Solo los recuerdo a ellos... y a Aita...

—Bien—murmuré—. ¿Puedes decirme quiénes son ellos? Para ayudarte debo saber dónde estabas antes de llegar aquí.

—Yo... me porté mal... yo no lo complací porque me dolía mucho—murmuró con lágrimas mojando completamente sus mejillas—. Me golpeó mucho, usó el látigo de púas contra mi piel y me quemó hasta que lo complaciera... después llegó el otro, estaba demasiado dolorida, también me usó, no les importó que sangrara o qué les dijera que pararan.

—Tranquila... ¿Cuál es tu nombre? —pregunté.

—Ellos... ellos no me lo dijeron, m...me llaman de muchas formas, pero no sé mi nombre.

—¿Alguna vez mencionaron algún sobrenombre que hayas comprendido?

—Ptichka—murmuró.

Todo a mi alrededor colapsó completamente, sabiendo que ella había sido víctima de los bastardos que me querían a mí, se había conectado absolutamente todo y era claro, que esa chica no estaba ahí por coincidencia, ellos la habían mandado como una advertencia, de que en cuanto más tiempo tardará en ir con ellos peor terminaría.

—No volverán a tocarte—murmuré—. ¿Cómo llegaste hasta aquí...?

—Y...yo... Aita, ella me ayudó a subir al ferry, regresó para que pudiéramos llevarnos también a la niña, pero el barco zarpó antes y ni ella ni la niña alcanzaron a abordarlo... me escondí entre los contenedores y después, llegamos a un puerto, ahí baje y no sabía lo que estaba haciendo, solo me bajé y subí a otro, todos estaban en otros idiomas, menos este...

—Sicilia—murmuré—. Ese es el nombre del ferri, no de la ciudad—aseguré.

—Fue las únicas letras que logré reconocer, subí ahí, no supe qué pasó O cuántos días estuve ahí, cuando llegamos aquí lo único que hice fue lanzarme al agua y nadé a la orilla, sabía que en el puerto ellos podían estarme esperando—murmuró con dolor.

—Sean quien sean esas personas no podrán entrar, no debes preocuparte, si cualquier turista te hubiese encontrado seguramente te habría reportado con las autoridades, estás con nosotros y te prometo que aquí estarás completamente a salvo. Pero necesitas decirnos todo lo que sabes. ¿Conoces los nombres de esas personas?

—N...No—murmuró —. Llamaba a uno Rey y al otro cariño—susurró—. Si llegaba a preguntarles por su nombre o si mencionaba cualquier otra cosa que no fuese en esos 2 seudónimos, me amarraban y me azotaban hasta que les gritara los nombres...

—¿Cuánto tiempo estuviste ahí?

—No lo sé—murmuró—. Perdí la noción del tiempo, pero la bebé... ella tiene como dos años—murmuró.

—Dos años—murmuré—. ¿Es tuya?

—N...No, es de Aita—murmuró.

—Bien—murmuré—. Lo estás haciendo muy bien, sé que te duele y que sientes que la vida se te está yendo, pero te prometo qué vas a estar a salvo aquí, nadie va a volverte a tocar un solo cabello, te lo prometo por mi honor y por la persona que amo.

—Oh, Despertó—murmuró mi suegro entrando a la clínica.

—¿Cómo está la paciente? —secundó Charly a su lado.

—No—susurró la chica mirando a los dos hombres.

Giré la mirada al escuchar su susurro, al mirar a la chica pude ver sus manos temblando y su pecho subiendo y bajando de una manera aterradora, lo que únicamente podía significar un maldito ataque de ansiedad. Sus ojos se desorbitaron y comenzó a parpadear, tratando de controlar sus propias reacciones. Cubrió sus oídos con las manos y en ese momento supe, que el detonante de su trauma eran los hombres, seguramente por lo que me había contado.

—Váyanse—murmuré.

—¿Qué?

—Váyanse—ordené—. Ahora...

La chica comenzó a sollozar, tratando de controlar el propio ataque de nervios que la tenía presa, sabía lo que significaba y también lo que sentía, porque yo la había vivido meses después de lo que me había ocurrido, esa chica estaba presa del pánico y estaba segura de que entre más tiempo pasara, peor sería el ataque.

—Hey—murmuré con tranquilidad—. Tranquilízate ellos no van a hacerte daño, ellos son de los buenos y están aquí porque fueron los que te atendieron, las personas que te hicieron daño no se atreverán a entrar aquí.

—No... no, por favor—sollozó.

—Nadie va a tocarte un solo cabello—murmuré—. Tranquila, solo respira.

Traté de tranquilizar a la chica durante todo el día, sólo podíamos permitir la entrada de mujeres ahí porque estaba completamente segura de que los hombres le estaban desencadenando el trauma que tenía. Yo me había sentido igual durante los primeros días después de haber salido de mi encierro, los únicos que soportaba cerca eran Jerry y Bausili.

Estaba realmente agotada cuando llegó al final del día, la chica por fin cayó en un sueño profundo y me encargué de darle somníferos, por lo menos hasta que pudiese conciliar el sueño por ella misma. Kennett me obligó a salir de la clínica, alegando que debía descansar, él y la madre de Conall se harían cargo durante la noche, por lo que aunque había impuesto resistencia al principio, me había dado por vencida al darme cuenta de que era imposible convencerlos a ambos y estaba completamente segura de que eso era obra de mi esposo.

Cuando por fin me di por vencida, salí de la clínica y me dirigí directamente a la mansión. Mi hijo se encontraba con mis padres, quienes lo habían sacado a distraerse, después de que hubiese estado insistiendo durante horas que fueran a buscarme a la ciudad. Nisiquiera hice caso a nadie, la boca de mi estómago estaba completamente cerrada, producto de todas las emociones que había sentido durante el día.

Me sentía realmente abrumada, porque los comportamientos que tenía la chica, realmente me recordaban al infierno que yo había vivido años atrás, incluso cuando ya habían pasado más de 10 años de ello, seguía sin poder conciliar el sueño de una manera propia. Me di una rápida ducha, sabiendo que debía descansar para poder investigar más al día siguiente.

Me envolví en las mantas, tratando de que mi menté dejase de trabajar a mil por hora y por suerte así fue, a pocos minutos, me quedé perdida.

Abrí los ojos cuando escuché un sollozo a lo lejos, confundida al encontrarme en un lugar completamente blanco, traté de esclarecer mi mente para encontrar una respuesta a donde estaba. Todo era completamente blanco, las paredes tenían pintura brillante e impermeable y las luces frías daban un aire terrorífico.

Traté de moverme, pero en ese mismo instante sentí cadenas en mis muñecas. Mi corazón comenzó a acelerarse, al sentir que estaba perdiendo el control de todo, mis manos se encontraban completamente atadas y podía ver los grilletes en mis pies, pero lo que más me causó terror y miedo, fue ver el colchón bajo mi cuerpo, un colchón completamente roto y con los resortes salientes.

Mis piernas se encontraban completamente delgadas, como si no hubiese comido en meses, los huesos se podían notar en mis rodillas y también había marcas de lo que parecían ser azotes o algo por el estilo.

Mi respiración se aceleró a un punto que sentía que mis pulmones saldrían por mi boca, el olor a lejía llegó inmediatamente a mis fosas nasales. Cuando miré mis manos, un enorme terror me embriago, tenía tanta sangre que estaba segura no era solo mía, pero el olor era fresco lo que significaba que también pertenecía a mí.

—¿Qué?

Cuando levanté la mirada tratando de enfocar más allá de mí misma, pude ver a un par de chicas escuálidas, en la misma situación en la que yo me encontraba, cuándo vi que se encontraban completamente desnudas, regresé la mirada hacia mí. Encontrándome que yo también estaba desnuda, ni siquiera tenía ropa interior y podía ver que mi cuerpo estaba completamente manchado de sangre.

Comencé a hiperventilar sin poder ser capaz de detenerlo, mi pecho dolía de una manera desmedida y no podía soltarme de los grilletes que me mantenían atada a lo que parecía ser una pared, una pared tan blanca que me cegaba al verla. Todo encajó en mi mente en el momento, en el que regresé la mirada a las chicas, no era una simple habitación pintada de blanco, era el cuarto blanco como lo había llamado ese bastardo.

No pude evitar que las lágrimas comenzaran a caer por mis mejillas, gruesas y espesas sinónimo de que tenía un miedo inimaginable; no era capaz de pensar con claridad, porque en ese momento me encontraba totalmente confundida. No había ni una sola respuesta a lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, el dolor en mi pecho aumentaba a cada segundo que transcurría por qué mi mente se estaba transportando a los recuerdos.

—Vete—susurró una de las chicas—. Escapa, pequeña—murmuró hacía mí.

Fue entonces cuando tuve conciencia de mi cuerpo, no era el cuerpo que tenía a los 27 años de edad, si no era el cuerpo que había tenido cuando ese bastardo me había secuestrado, cuando apenas era una niña que comenzaba a vivir. Todo mi cuerpo tembló al escuchar que la puerta se abría, de manera automática lleve mis manos hacia mis oídos, de manera que protegiese mi cabeza de los golpes que seguramente me daría, como cada vez que me negaba a complacerlo.

Pero en lugar de recibir un azote, escuché la gruesa risa de Magnus. Al levantar la mirada sentí pavor, porque no sólo él se encontraba frente a mí, sino también Arniel y Stefan, los tres con sonrisas macabras y llenas de perversión.

—Es momento de que nos complazcas, conejita—murmuró con sadismo Arniel—. Aunque creo, que después de nosotros, nadie podrá volver a tocarte...

—No—susurré—. No me toquen...

Las manos ásperas de Arniel fueron las primeras en tocarme, apretando uno de mis pechos con salvajismo, las lágrimas siguieron brotando de mis ojos y fue completamente imposible detenerlas. Lloraba y suplicaba buscando de alguna manera que ellos me escucharan y dejaran de hacerme el daño que me estaban haciendo, pero parecía que ninguno lo hacía, mi voz se perdía completamente en el intento de detenerlos, las lágrimas brotaban de mis ojos de manera descontrolada y me era completamente imposible mantenerme cuerda.

—¡No!¡No!

No sabía si era la realidad o si estaba soñando, mi cuerpo ni mi cabeza era capaz de reaccionar y solo sentía esas manos asquerosas tocándome, arrebatándome la dignidad que tenía y haciendo que mi corazón se partiera en mil pedazos, creyendo que toda mi vida se había reducido a eso. El llanto era imposible, no me importaba nada, solo trataba de limpiar con mis lagrimas el dolor que eso me provocaba.

<<Que sea un maldito sueño, por favor>> 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top