Capítulo 15.
Navidad.
"La Navidad es la temporada para encender el fuego de la hospitalidad en el salón, y la genial llama de la caridad en el corazón" ~Washington Irving.
A veces la vida nos muestra que no tenemos que esperar grandes cosas para recibirlas, que a veces cuando menos lo esperamos las personas que amamos se darán cuenta que realmente nos quieren para el resto de su vida y nos van a hacer sentir las personas más importantes sobre la faz de la Tierra, no importa cuántos meses o años pasen para ese momento, lo importante es que tarde o temprano llega y nos hace sentir completamente vivos.
La vida me había mostrado que no siempre tenía que ser fuerte, que a veces tenía que dejarme llevar por las emociones y dejarme consumir por el llanto a pesar de que yo quería ser fuerte, muchas veces nosotros no logramos controlar las emociones porque son tantas las situaciones que tenemos sobre nuestra cabeza que en lo único que podemos pensar es en sobrevivir un día a la vez.
También me había enseñado que no tenía que planificar todo lo que ocurría en mi vida, siempre debía esperar lo inesperado y de todas formas resultaría bien, porque la vida estaba tan dispuesta hacernos felices y a veces olvidaba que éramos simples mortales que podían enloquecer por una sorpresa.
Me había dado cuenta en todo mi caminar a lo largo de mi vida que a veces llevar un plan no es la mejor cosa que podemos hacer, por el simple hecho de que no sabemos cuánto tiempo podremos permanecer sobre la Tierra o si el plan que tenemos para el día de mañana no se logrará porque nuestra vida acabará durante la noche.
Siempre había pensado que la vida era larga, que podía hacer y deshacer de mi vida en cualquier momento y que no importaba si me equivocaba, porque yo tendría más oportunidades, pero en el momento en el que supe que mi familia había regresado y la vida me había dado una segunda oportunidad de tenerlos a mi lado y era suficiente, para saber que sin importar nada ellos estarían a mi lado y podía amarlos eternamente.
Jamás me había interesado vivir mi vida como se debía, simplemente lo hacía de la mejor forma posible, llevando una vida de rectitud y amor, pero a ciencia cierta jamás me había sentido yo, siempre había sentido que seguía el camino de otras personas para satisfacer cuando en realidad yo quería poder vivir mi vida.
Quería por un día dejar de seguir planes tontos o por lo menos dejar de intentar conformarme con pequeñas cosas para no dañar a las demás personas, quería que alguien me eligiera su única estrella y que me hiciera sentir amada. Eso había sido durante toda mi vida, incluso después de que yo misma me había catalogado como alguien que no merecía amor, porque creía en los cuentos de hadas aunque me había negado a ello, creía en los príncipes azules, pero yo no quería uno de ellos, yo quería el Guerrero valiente que peleara a mi lado sin importar absolutamente nada.
Sentía que toda mi vida había navegado perdida, como si no tuviese una brújula que me guiará al norte y en su lugar caminará siempre a lugares distintos en un círculo completamente nuevo, algo que me hacía recorrer una y otra vez el mismo sitio sin embargo sin saber cómo lograr dictaminar una nueva ruta.
En mi vida me sentía como una reina sin parlamento, alguien que tenía que tomar las decisiones completamente sola para beneficiar a otras personas a pesar de que muchos ni siquiera se preocupaban si yo seguía con vida. Sonaba incluso algo tonto pero toda mi vida me había sentido de esa manera, hasta el momento en el que lo había conocido a él.
Me había dado cuenta de que en realidad, aunque mis padres siempre habían tomado mi mano, yo necesitaba hilar mi propio destino y cometer errores para darme cuenta de que él era mi destino en esta y mil vidas más, incluso en otros universos estaba completamente segura de que él y yo estábamos destinados desde antes de nacer, quizás era un sentimiento vago, podría catalogarse como pagano. Pero lo que yo por sentía por él no podía describirse con palabras.
Con Conall tenía amor, seguridad e incluso perversión, lo tenía absolutamente todo con él y realmente los días pasaban completamente nuevos cada día, porque él no me abandonaba incluso cuando mis emociones me atrapaban, él sabía cómo controlarme y volverme a la realidad y en la vez mantenerme ahí protegida y sin sentirme realmente vulnerable a pesar de que podía estarme destruyendo por dentro.
Conall era mi todo, era lo que hacía que me levantara con las mañanas con una alegría inmensa y también lo que lograba hacer que mi cuerpo se sintiera completamente nuevo en cada despertar, no importaba nada, nisiquiera volverme loca con sus caricias durante toda la noche, cada amanecer era completamente único y quizás eso era lo que me hacía saber que no estaba viviendo un sueño, saber que cada mañana despertaba de una forma diferente entre sus brazos era suficiente para sentirme en casa.
Muchas personas conservan cosas para saber que están vivas, lo único que yo necesitaba era tenerlo a él a mi lado para comprender perfectamente que estaba y no sólo eso, si no que de cierta manera lo tenía completamente para mí. Era mi hombre, sólo mío como yo solo era de él.
Había navegado perdida durante años, pero mi corazón al encontrarlo sintió que estaba en su hogar, en el lugar en el que debía estar desde el principio de los tiempos, no me importaba si en realidad no existían otras vidas, tampoco si no existía un futuro en esta vida, lo único que quería era pasar el resto de mis momentos al lado del hombre que amaba.
Por eso la vida quizás me había mostrado el valor que tenía cada uno de los instantes, me habían mostrado el poder que tenía el amor y también la bondad que debía haber dentro de cada uno de nosotros para poder amar y ser amado. No volvería a equivocarme, no volvería a dejar pasar un momento creyendo que quizás tendría el día siguiente para aprovechar una oportunidad, no dejaría que en el libro de mi vida hubiese más protagonistas que mi familia y yo, porque ese par de bastardos no me volverían a arruinar absolutamente nada, había sido suficiente con que me privaran de la oportunidad de estar al lado de los que amaba durante 2 años, por lo que sin importarme todo lo que tuviera que hacer, me aseguraría de que cayeran y no pudieran volverse a levantar jamás, no me importaba lo que tú hubiese que hacer para ello.
Había amado a uno de ellos, pero eso no implicaba que tendría alguna inferencia en mi decisión de acabarlos, a ellos no les había importado lastimar a cientos de personas o que asesinaran a personas inocentes, lo habían hecho sin el mínimo remordimiento y por lo tanto yo tampoco tendría remordimiento al momento de atacarlos.
Sin embargo en esas fechas navideñas, lo único que quería era pasar el mayor tiempo posible con mi familia, aprovechar cada momento porque después de lo que habíamos vivido durante esos dos años, me había dado cuenta de lo pequeña e insignificante que puede llegar a ser la vida, puede ser tan pequeña que en un momento acabará y no podremos hacer nada como seres humanos para evitarlo.
Puede acabar la misma noche en la que planeas el mejor día de tu vida, por eso había decidido dejar de planear cada instante de mi vida, no quería perder el tiempo en planes que quizás jamás se llevarían a cabo porque no podíamos dejar qué la vida pasará mientras nos tratábamos de enfocar en otras cosas.
La noche navideña había sido algo que había llenado mi corazón, saber que mi familia estaba completamente reunida de nuevo era como saber que sin importar absolutamente nada seguíamos siendo los invencibles, no importaba si nos pisoteaban seguíamos poniéndonos de pie para defender lo nuestro.
—Feliz navidad, muñequita—murmuró Conall sobre mi cuello—. ¿Algún deseo?
—¿Puedo pedir deseos? —pregunté con una pequeña sonrisa—. No levantarme de la cama durante todo el día, ver películas navideñas y comer chocolate con galletas...
—Lo siento, mi amor... pero ese deseo deberá ser para mañana... hoy tenemos planes.
—¿Tenemos planes? —pregunté con una ceja arqueada—, ¿Planes de qué?
—Ya lo veras—murmuró besando mis labios—. No estaré durante la mañana. Debo ir a arreglar unas cosas con mi gente, pero por la tarde, necesito que vayas al lugar que te diga ¿Sí?
—¿Piensas raptarme?
—Es una buena idea—murmuró con una sonrisa picará—. Pero aunque es lo que más deseo... creo que tengo una idea mejor en la mente, solo no hagas preguntas, te prometo que amaras completamente lo que tengo planeado.
—¿Así que piensas abandonarme durante todo el día y después llévame a un lugar completamente desconocido para mí?
—Antes pienso abrir los regalos que seguramente santa le dejo a Niall—murmuró con una sonrisa burlona.
Solté una carcajada, pero antes de poderle contestar nuestro pequeño torbellino, entró a la habitación con una pijama de elfo. Conall me miró negando y sonreí, me levanté de la cama con una de sus camisas cubriendo mi cuerpo y le mostré la pijama navideña de Santa Claus.
—Dijiste que no querías ser un elfo—murmuré—. Así que tenemos una pijama de santa.
—Muñequita, a este paso veré a mi imperio volverse nada—murmuró riendo.
—Es navidad—murmuré—. Nadie te juzgara por usar pijama de santa.
Conall soltó una carcajada y asintió, le lancé la pijama y nuestro hijo corrió a su lado cuando Conall estuvo listo. Se veía hermosamente tierno con una pijama de santa, sujetando a nuestro pequeño elfo.
Yo me adentré en el closet y me puse la pijama que habia preparado para mí de la señora Claus, seguramente para cualquiera sería ridículo vestirse de santa Claus y la señora Claus en Navidad, pero para mí era tierno, porque me recordaba a mi infancia, a pesar de que mis padres nunca nos habían inculcado esa cultura, el tío Avery y Berto, se encargaban de hacerlos enojar llevándonos disfraces.
En ese momento no existían enemigos, solo una familia qué quería conservar por el resto de mi existencia. Cuando los tres estuvimos completamente listos para bajar, caminamos hacia la cocina, siendo conscientes de los ruidos de todos los presentes y los villancicos navideños que seguramente mi madre había colocado.
Mi hijo fue el primero en correr hacia el árbol, solté una risa al ver que tenía en sus manitas cajas de regalos, miré a Conall, quien sonrió siguiendo a nuestro pequeño. Tomo una pequeña cajita y regreso a mi lado.
—Este tiene tu nombre—murmuró.
Lo miré sin entender el saber que yo realmente no había comprado un obsequio para mí, lo había hecho para mi pequeño pero no para mí ni siquiera para él. Lo tomé entre mis manos, sintiendo un ligero temblor sobre sus manos.
—¿Qué hay adentro?
—Ábrelo y descúbrelo, muñequita—murmuró.
Sin saber la razón le hice caso, abrir la pequeña cajita encontrándome con una pequeña invitación, qué me llevaba una de las costas más preciosas de todo Sicilia, no tenía idea de los planes de mi hombre pero estaba segura de qué lo que estuviese planeado era perfecto, siempre se encargaba de hacerme sentir única y de hacer que las sorpresas que me daba fuesen completamente nuevas cada vez.
—¿Por qué debo ir con ropa blanca? —pregunté con una risa.
—Porque si vas de negro, seguro morirás de calor—aseguró—. Y porque tengo planes para hacer que esa ropa blanca terminé decorando el suelo—susurró sobre mi oído.
—Bueno, si lo dices de esa manera logras convencerme de lo que sea—aseguré riendo—. Bien, entonces... acepto su invitación a este lugar desconocido, corriendo el riesgo de ser raptada por mi novio.
—Créeme, muñequita, te sorprenderá lo que encontrarás ahí—murmuró—. Lo prometo con todo mi corazón.
—¿Llorare? Digo, para ponerme mascara a prueba de agua, no quiero parecer mapache.
—Aunque parezcas mapache te ves hermosa, mi amor—murmuró besando mis labios.
—Búsquense una habitación, por Dios, a este paso van a causarle un trauma a los bebés—se burló Lev—. O por lo menos no te la comas frente a todos, jefe.
—Aunque sea navidad, aun puedo cortarte la cabeza por jodido insolente.
—Sabes que me amas así, primo—aseguró riendo—. Yo saldré a surfear, creo que algunos se unirán a mí.
—¿Surfear? ¿En Sicilia? ¿Si sabes que el oleaje en esta época es nulo? Podrías ir en velero, pero dudo que puedas siquiera surfear un poco—murmuré.
—Vamos a surfear... ¡Sin olas!
—Idiota—gruñó Conall—. Van a hacer actividades en la playa, es la primera vez que esta tan cerca de una, no le hagas caso a sus idioteces.
—Estaba igual que él—murmuré riendo —. Espero te diviertas, Lev... te recomiendo los viajes en velero, son perfectos—aseguré.
—Gracias—aseguró—. Lo consideraré.
Solté una pequeña risa cuando Conall miró con furia a Lev. No sabía que era lo que tramaba, pero estaba segura de que todos estaban involucrados, el pequeño bebé de Mar siguió a mi hijo, quien no dudo en comenzar a compartir los obsequios, ahí era donde me daba cuenta de que habia hecho un buen trabajo como madre, mi pequeño no era envidioso o avaricioso, compartía lo que tenía e incluso lo daba todo sin importar que él se quedase sin nada.
—Tienes un bebé maravilloso—murmuró Mar, abrazándome por los hombros—. Tienes que ayudarme con Sam.
—Por supuesto—murmuré riendo—. No tengo idea de donde estan todos los demás.
—Salieron temprano—murmuró Nonno—. Querían ir a la playa del norte.
Nonno salió de la cocina con una bandeja de galletas, sonreí y le robé un par mientras miraba como Conall discutía en voz baja con Lev.
—¿En navidad? Eso va a ser un infierno—murmuré tomando asiento en uno de los sillones frente al árbol navideño—. Si en días normales, la playa del norte es intransitable, en navidad estará lleno de turistas. Además, no nos dijeron nada.
—Conall dijo que estaría ocupado, creímos que tú no querrías ir—murmuró —. Yo debo atender asuntos con el Sacerdozio
—Todo mundo tiene planes de navidad—gruñí—. Se supone debería ser un día para quedarnos en casa, comer galletas y ver películas de navidad antiguas.
—Pequeña—murmuró Nonno—. Sólo disfruta, es un día caluroso, creo que todos quieren darse un chapuzón en lugar de ver películas.
Solté un suspiró y asentí, mi nonno tenía razón, todos tenían ganas de disfrutar un bonito día cargado de felicidad.
—Oye... ¿Quieres ir a la plaza? No conozco mucho y me gustaría conocer un poco más a Sicilia... mi hijo también quiere... —murmuró Mar
—Claro—murmuré—. Conall tiene asuntos que arreglar con la Bratva y mi nonno se encargará de sus asuntos, así que estoy libre...
—Entonces, vayan a divertirse, después regresen a casa y quizás puedan hacer cosas divertidas al atardecer, estoy completamente seguro de que todos encontrarán algo bonito que hacer por la tarde.
Asentí.
Terminamos de ver como nuestros pequeños desenvolvían regalos y jugaban con los juguetes que le habia comprado a mi pequeño, me llenaba de alegría ver que incluso sonreían y reían, a pesar de que el hijo de Mar apenas decía un par de palabras.
—Mi niño—murmuré—. Llevemos a Sammy y a Mar a la plaza ¿Te parece?
—¿Papi?
—Papi tiene que atender algunos asuntos, mi amor—murmuré—. Seguro nos alcanzará más tarde... vamos a cambiarnos.
—Si, los alcanzaré—murmuró Conall acercándose a mí—. Aunque si no lo logró, te veré a las seis en el lugar que te dije...
—¿Para dejar que mi ropa decoré el piso? —susurré.
—Quizás—murmuró besando mis labios—. Los amo, prometo que los veré más tarde y pasaremos la tarde en la playa.
—Eso me gusta—murmuré con una pequeña sonrisa—. Vamos a cambiarnos, Niall—dije hacia mi hijo.
Mi pequeño niño le dio un abrazo a su padre y comenzó a correr en dirección de las escaleras, solté una pequeña risa, observando como mi pequeño niño corría con las mascotas siguiéndolo de cerca.
—Te amo—murmuró Conall.
—Yo te amo más—murmuré besando sus labios—. Nos veremos por la tarde.
—Nos veremos en la tarde, no hagas preguntas, mi amor, te conozco—murmuró besando mis labios—. Te veré allí y prometo no secuestrarte.
Solté una carcajada y asentí antes sus palabras, se despidió de mi con un rápido beso y se alejó siguiendo a Lev. Solté una pequeña risa y subí las escaleras, mientras Mar y yo bromeábamos de diferentes cosas.
Me aseguré de cambiar a mi pequeño, quien extrañamente estaba más callado de lo normal, no era algo común verlo en silencio, cuando la mayor parte de tiempo era un parlanchín en todos los sentidos, no importaba nada, jamás era fácil hacerlo guardar silencio y eso me encantaba, por eso verlo tan quieto era extraño.
—¿Qué paso, mi amor? Has estado muy callado.
—Mami—murmuró—. El otro día... le dijiste a papi que se casaran... ¿Aun quieres casarte con él?
—Si, mi amor—murmuré—, ¿Pero por qué eso te mantiene callado?
—Solo estaba pensando, en que papi te quiere mucho, mami y Nonna Ari dijo que cuando dos personas se aman se casan... ¿Crees que se casen pronto?
—Si, mi amor... pero no podemos casarnos hasta que podamos estar tranquilos y tengamos una boda grande, donde tu estarás junto a nosotros—murmuré.
—¿Y si fuera una boda chiquita?
—¿Por qué lo preguntas?
—Es que... mami... quiero que papi y tú se casen.
—Mi amor—murmuré riendo—. Papi y mami se casarán cuando sea momento, ahora debemos luchar para estar a salvo de los hombres malos, pero te prometo que si papi y mami se casan antes, tú serás el primero en saberlo.
—Si papi te pidiera casarte hoy, ¿Aceptarías?
—Haces preguntas muy extrañas, mi amor—murmuré—. Pero si, si tu padre me pidiera que nos casemos en un velero en traje de baño, aceptaría—aseguré—. Cuando seas grande comprenderás que no importa el dónde, cómo o cuándo, sino el con quién y para mi tu padre es ese quien, tu padre es mi hogar y no me importa nada de lo que suceda, conque estemos juntos... es suficiente.
—Papi te ama mucho, mami—murmuró.
—Hace unos días trataste de que te comprara seis litros de helado, ¿Por qué ahora quieres que se case conmigo?
—Porque, no habia visto sonreír a mami desde que papi se fue y si mami es feliz con papi, yo soy feliz por mami.
—Mi pequeño gran valiente—murmuré extendiendo mi brazos.
Lo estreché, sintiendo sus pequeñas manitas aferrarse a mi blusa, le di un besito en su cabecita y lo abracé contra mi cuerpo, sintiendo su calorcito. Mi pequeño era inteligente, tanto que notaba la alegría que su padre me daba.
Después de asegurarme de que estuviese más tranquilo, ambos salimos de la habitación y nos reunimos con Marlen. Los cuatro salimos directamente a la plaza principal, mientras reíamos y charlábamos de cosas sin sentido, se sentía bien poder estar con ella, saber que no habia muerto era algo que llenaba mi corazón.
—¡Mira ese vestido, es precioso! —chilló señalando un vitrina.
—No recuerdo esta tienda—murmuré—. Quizás es nueva.
—Anda, démosle un vistazo, las cosas se ven preciosas y ese vestido, se vería perfecto en ti.
—Es un vestido de novia, mar...
—Claro que no, es casual, como para una cena romántica o algo así—aseguró con una sonrisa.
—Bueno, no tengo nada que ponerme esta tarde, así que vamos...
Mi mejor amiga soltó un pequeño grito de alegría, mientras me arrastraba a mí y a los pequeñines al interior del lugar. Solté una pequeña risa sin poder evitarlo, al ver a mi mejor amiga tan emocionada como si realmente estuviésemos buscando un vestido de novia, nisiquiera me permitió pedir vestidos a mi gusto, ella me conocía tan bien que simplemente dio una vuelta a la tienda y solicito los vestidos que creía me encantarían.
Comencé a reír cuando la señora llegó con casi 20 vestidos, todos eran de un perfecto tono blanco brillante, algunos cortos y otros largos, algunos con corte de sirena y otros tantos con corte princesa. Todos parecían realmente ser vestidos de boda y estaba segura de que ninguno encajaba con la etiqueta de la noche que me había solicitado mi novio.
—Mar...
—Anda, seguro encontrarás algo hermoso—murmuró.
—De eso no lo dudo, pero si voy vestida con un vestido de novia quizás Conall se asuste.
—Dios, ese hombre no se asusta con nada del mundo, vi su desesperación estos años, por supuesto que lo único que anhelaba era tenerte entre sus brazos, así que no tengas miedo y elige los que más te gusten...
Rodé los ojos sin poder evitar lo que mi mejor amiga quería, aunque de cierta manera era cierto que no tenía nada que ponerme con la etiqueta que había pedido Conall. Fruncí el ceño aún más, cuando el rostro de mi madre y de mi suegra apareció en mi radar.
—Creí que estaban en la playa norte—murmuré—. Queda muy lejos de aquí...
—Estábamos... dando una vuelta—murmuró mi madre—. Venimos a comprar cosas para comer, no sabíamos que estarían aquí...
Solté una pequeña risa ante la mentira de la gran ministra, la conocía perfectamente y las mentiras al igual que conmigo, solo funcionaban con criminales. Solté una fuerte carcajada, al ver las mejillas sonrosadas de mi madre, a quien claramente habia atrapado.
—Bien—murmuró la madre de Conall—. Conall nos llamó para decirnos que te habías quedado triste porque todos pasaríamos navidad separados... pues ahora no será así... nosotras vamos a estar con ustedes y más tarde vendrán las demás chicas ¡Una tarde de chicas!
—¿Eso les dijo? —pregunté riendo—. De acuerdo, entonces pasemos todo un día de chicas—aseguré.
La dependienta me entregó algunos vestidos y después de elegir los más acordes para una cena romántica a la luz de la luna en medio de la playa, comencé a probarme uno por uno, todos eran hermosos pero demasiado simples, quería algo que me hiciera sentir yo.
Tomé uno de los hermosos vestidos largos, tratando de pensar en las ventajas de llevar algo largo a la playa.
Hasta que vi el precioso vestido, tenía corte sirena pero unas perfectas mangas acampanadas de encaje, con un escote de hombros caídos y con toda la parte trasera en un escote profundo, con un ligera capa de encaje transparente y pequeños diamantes. La falda tipo sirena, tenía una perfecta abertura, lo que lo hacía lucir un poco informal, pero perfecto para una cita romántica.
—Es este—murmuré.
—Es hermoso, pequeña—murmuró mi madre con una sonrisa.
Sonreír y la dependiente se encargó de llevarme a lo que parecía ser un probador, me quité rápidamente la ropa y me coloqué el hermoso vestido que parecía hecho a medida, solté una pequeña risa al verme frente al espejo, lucía perfecta, me encantaba como cada parte de mi preciosa silueta.
Mis piernas largas y tonificadas por el ejercicio resaltaban y la abertura ayudaba bastante. Caminé hacia las personas que me esperaban y todas soltaron exclamaciones de alegría, parecía que el vestido realmente les encantaba y yo no tenía idea de por qué hacían tanto show pero un vestido que solo usaría una noche, pero también sabía que era algo importante, cualquier cita con el hombre que amaba era importante.
El vestido era perfecto y después de decidir que era perfecto para esa cena, lo pagamos aunque mi madre no me permitió que pagara yo y todas nos dirigimos directo a una zapatería para conseguir sandalias y a pesar de que tenía todo un armario lleno de zapatos, mi madre insistía una y otra vez que debía utilizar que estuvieran acorde con el vestido.
Después de 3 horas de caminar de una tienda a otra, buscando lo que mi madre quería que compráramos, por fin logramos sentarnos en una de las mesas de uno de los restaurantes más famosos de comida rápida, no importaba si estábamos en otro continente o país, yo seguía amando la comida chatarra con toda mi alma.
—Mami... ¿Puedo pedir una hamburguesa?
—Si, mi amor—murmuré hacía mi hijo—. Pero pídela sin mostaza, no sabemos si seas tan alérgico como yo.
—Está bien, mami—murmuró mi niño, el mesero se acercó a nosotros, para que solicitáramos nuestra orden y me pequeño fue el primero en hablar—. Buenos días, señor... yo quiero una hamburguesa con champiñones y papas fritas, todo sin mostaza. Por favor.
—Por supuesto, caballerito—aseguró el hombre con una sonrisa.
—Yo también quiero una de esas sin mostaza, con papás en gajos y si tienes queso cheddar perfecto—murmuré—. Y dos sodas. Por favor.
Me encantaba ver cuánto mi hijo se comportaba de esa manera, tan educado que realmente me sentía orgullosa de haberlo criado como lo había hecho, era tan cortés que todos se sorprendían de su amabilidad y educación al hablar. Sabía que mi pequeño estaba tratando de adaptarse a todos los cambios que habíamos tenido en los últimos días, pero aun así seguía teniendo esa chispa alegre.
Después de que todos ordenaron su comida y la terminamos, fue momento de que continuar con el supuesto paseo improvisado que habíamos organizado para Navidad, no había demasiada gente en las plazas pues debido a que la mayoría se encontraba en la playa festejando con sus familias.
Hablamos durante horas en el parque principal de la ciudad, mientras nos asegurábamos de Niall y Sam se divirtieran en los juegos, las pláticas no eran demasiado complejas y yo sabía que aunque tenía demasiadas preguntas para ellas no quería hacerlas en Navidad.
Realmente me encantaba platicar con todas ellas y convivir con las personas que yo había creído muertas desde tiempo atrás y que de una u otra manera me habían dolido en el alma, saber que estaban con vida y que estaban ahí a mi lado era suficiente para que mi corazón se llenara de alegría, no importaba si las pláticas rondaban alrededor de cosas sin sentido o no eran profundas, saber que mi madre y mi mejor amiga estaba ahí me llenaba el corazón, al igual que saber que la madre de Conall estaba con vida.
Después de un par de horas de estar en ese hermoso parque disfrutando de las fechas navideñas un poco. Regresamos a la mansión de mi nonno, ni siquiera sabía que estaban tramando ellas, pero estaba segura después de la gran insistencia sobre comprar un vestido y sandalias hermosas, que algo ocultaban aunque no tenía ni la menor idea de que era.
Cuando llegamos a la mansión, me di cuenta de que faltaba menos de una hora para reunirme con Conall. Suspiré y mi hijo y yo subimos las escaleras a paso veloz. Mi pequeño como todos los días, agarró un cuento mientras me esperaba para que yo pudiera tomar una ducha tranquila, inculcarle hábitos desde pequeño me había funcionado bastante bien.
Me duché lo más rápido que pude, cuidando de no lastimar la herida que seguía sanando, Claro que se me hacía completamente extraño tener que bañarme después de días de qué mi hombre lo hiciera por mí. No tenía idea de cuál era su dichosa sorpresa, pero quería averiguarlo porque siempre me encantaban las sorpresas que él me daba.
Cuando salí en bata, caminé hacia mi armario buscando una ropa interior cómoda, pero pude ver una pequeña cajita, sobre todas las cosas que había. Cuando la abrí solté una risa, al detallar que se trataba de una perfecta lencería de encaje, completamente blanca.
<<Úsala para mí, mi muñequita>>
Entré al closet para poderme colocarme la lencería y el hermoso vestido que tenían listo, para poder asistir a la dichosa cena de mi novio, amaba sus sorpresas pero en ese momento me encontraba confundida porque todo mundo parecía saber algo que yo no.
Mik y Lui entraron a la habitación, cuando estaba arreglando o tratando de arreglar mi cabello, antes de poder continuar mi tío me quitó las manos y comenzó a hacer el trabajo, no me dijo absolutamente nada y tampoco pregunté por qué lo conocía y no me dejaría hablar.
Mik me dio una pequeña sonrisa y comenzó a maquillar mi rostro, no quería nada exagerado y ella lo sabía por lo que le agradecí en el momento en que pintó mis ojos de un bonito color palo de rosa, era tan bonito que me encantaba ver ese color sobre mis ojos y no parecía que tuviese tanto maquillaje, más bien parecía como si el rubor de mis mejillas se hubiese extendido a mis párpados y eso me gustaba.
—¿Alguien sabe algo que yo no? — pregunté a ambos.
—Nada de preguntas—murmuró Lui.
Solté una pequeña risa y asentí ante sus palabras, sabía que ninguno de ellos delataría a mi novio y más sí era una sorpresa para mí. Cuando ambos decidieron que estaba lista para salir, mi madre entró por mi niño, quien sin dudarlo le extendió la mano.
—Nosotros nos encargamos de su pequeño ustedes disfruten esta noche, o más bien tarde.
—Son casi las 6 de la tarde, pronto anochecerá.
Aunque no estaba muy de acuerdo en que no estuviera mi pequeño con nosotros, sabía que era necesario que se quedara con sus abuelos pues teníamos una cena romántica en la que seguramente nuestro pequeño se aburriría demasiado. Lo conocía perfectamente por lo que realmente era mejor que se quedara con su abuela y quizás con todos los que llegarían más tarde.
Me despedí de mi pequeño hijo con un beso en la frente asegurándole que regresaríamos por la noche, pero que él debía hacerle caso a su abuela y dormir en el momento en que le dijera. Mi pequeño me aseguró que así lo haría y le creía porque él era tan inteligente que realmente sabía que cuando le decían que era hora de dormir iba a dormir.
No hice muchas preguntas cuando al bajar, mi nonno tenía lista uno de sus choferes para que me llevara al lugar en donde me había citado mi hombre, simplemente asentí y subí al auto en dónde me llevarían a la supuesta playa del otro lado de la ciudad, era uno de los lugares más emblemáticos y hermosos del lugar y no estaba segura de cómo había conseguido una reservación en tan poco tiempo pero a decir verdad no me sorprendía, después de todo ese hombre era el líder de la Bratva.
Cuando llegué pude darme cuenta de que había un largo camino de flores, a pesar de que nos habíamos tardado un poco más debido a que el hombre había tomado un embotellamiento, podía ver las luces tintineantes todo alrededor y de la misma manera el camino de flores, se veía que podía guiarme a la pequeña villa de las parejas, una en la que muchas parejas se aprovechaban que estaban de viaje en esa hermosa ciudad para contraer nupcias y muchas otras como seguramente lo había hecho mi novio lo utilizaban para tener citas románticas a la luz de las velas y la Luna.
<<¿Qué planeas, amor?>>
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top