Capítulo 12.
Son mi familia.
"Soñamos para tener esperanza. Dejar de soñar, bueno, eso es como decir que no se puede cambiar el destino." ~Amy Tan
Muchas veces cuando menos lo creemos la vida nos sorprende y nos hace ver que en realidad suele ser buena, aunque hay momentos en donde nosotros creemos que la desesperanza y el dolor se han apropiado de nuestra vida, pero en realidad la vida y el destino siempre están a nuestro favor, al igual que el universo que se encarga de alinear las estrellas para darnos momentos que recordaremos durante el resto de nuestra existencia.
Nunca había creído en el felices para siempre, siendo sincera para mí eso no podía existir porque simplemente para tener un final feliz debes tener un príncipe azul y una vida en la que no pase absolutamente nada malo o no se podía llegar a eso que los cuentos de hadas describían como un final feliz. Pero me había dado cuenta de que no se necesitaba gran cosa para ello, con el simple hecho de recibir el mismo amor que das a todas las personas que tienes a tu alrededor, o del tomar la mano de la persona que amas incluso en los momentos difíciles, es suficiente para saber que está cerca un final feliz.
La vida me había puesto cientos de pruebas en las que ni siquiera yo era capaz de saber cómo podía sobrevivir a ellas, primero me había arrebatado mi libertad cuando me habían secuestrado por primera vez, esa vez en la que yo sentía que mi dignidad se había ido a la basura por el simple hecho de que había sido ultrajada y dejada como una masita, pisoteada y dañada. Pero me había dado cuenta a la vez de que era más fuerte de lo que yo misma creía, por eso había logrado levantarme y llegar a ser la mejor soldado de mi ejército; pero ese hecho también me había llevado a conocer a mi segundo secuestrador, al segundo bastardo que más me había hecho daño, Magnus Schiavone, ese bastardo que me había arrebatado 2 años de mi vida y 6 meses en un maldito centro de rehabilitación, me había arrebatado toda la oportunidad de tener una vida feliz.
Pero de la misma forma que la primera vez, sólo había logrado fortalecerme y regresar para guiar a mi ejército contra ese bastardo, por desgracia la traición de alguien que amaba nos había hecho caer de una forma tan estrepitosa, que era imposible que nos pusiéramos de pie por nosotros mismos. También me habían arrebatado a las personas que más amaba, o más bien nos habían arrebatado 2 años sin poder vernos o tenernos cerca.
Sin embargo a pesar de que sentía que había llegado a su fin en el momento que había creído que ellos estaban muertos, tenía que volverme a poner de pie, no podía dejarme caer considerando que tenía una vida que cuidar, la vida de mi pequeño hijo que a pesar de no haber sido concebido por mí, tenía mi sangre y todo mi amor estaba con él.
No me importaba si tenía que destruir el mundo para proteger a mi pequeño o si tenía que hacer una guerra para mantenerlo a salvo. Me había prometido que nada era suficiente para cuidarlo, no importaba los medios o todo lo que tuviera que hacer para protegerlo, me aseguraría de hacerlo aunque mi vida dependiese de ello.
Mi pequeño se había convertido en la lucecita de mi vida, se había convertido en eso que necesitaba día y noche para saber que estaba a mi lado, no me importaba absolutamente nada más. Era mi pequeño niño inteligente, ese que había heredado tantos rasgos de mí y que me había enseñado que sin importar absolutamente nada, si era fuerte para él, podía protegerlo.
Aunque me sentía un poco tonta por jamás haberme dado cuenta de que toda mi familia seguía con vida, era lógico que mi concentración no estaba en saber quiénes seguían con vida, lo único que en mi mente había era saber que mi hijo estaba salvo y que nada lo podría dañar.
Quizás debería haberle hecho caso a esa punzada de mi corazón que me indicaba que algo había de extrañeza. O quizás también debería haberle hecho caso a mi subconsciente que me había gritado que dudara incluso de la muerte de ellos, lo había sentido 6 meses después de su supuesta muerte, era como si mi corazón volviera a latir, pero no tenía ni una sola idea de la razón.
Pero al darme cuenta de que ellos estaban completamente a salvo, había conocido la razón por la que mi corazón había vuelto a latir, era porque ellos seguían en el mismo mundo que yo. Mi hijo seguramente lo había sentido de una forma más fuerte, por qué él era el único que insistía en que ellos podían regresar de un momento a otro. Y aunque eso debía suponer alguna especie de duda en mí, no lo había hecho, porque estaba concentrada en sólo proteger a mi hijo.
Sin embargo parecía que mi corazón los había estado esperando durante todo ese tiempo, porque en el momento en el que había visto al amor de mi existencia y a mis padres, parecía que mi corazón se había sentido completo, algo que había extrañado demasiado. Para mí ellos eran todo, y en ese momento en el que los había vuelto a sentir cerca de mí, todo mi corazón había dejado de sufrir.
Quizás cualquiera me consideraría dependiente de ellos, pero de cierta manera era así, porque mi corazón no podía vivir si no estaba a su lado, lo único que me había mantenido a flote era mi hijo y no existía nada más que me hiciera sentir completa en esos momentos de desesperanza. Era como si mi corazón los hubiese buscado durante mucho tiempo, como si la pregunta insistente de ¿Dónde están? Se hubiese vuelto recurrente para él.
Nunca me había podido imaginar una vida sin ellos, una en la que mi madre no me diera sus consejos o los fuertes abrazos de mi padre que me hicieran sentir completa o en donde mi padre, me daba pequeños regaños que me hacían volver en mí misma cuando incluso yo me extraviaba y tampoco me sentía capaz de vivir sin el amor que el hombre que amaba me entregaba, no importaba cuántas veces o cuántos hombres quisieran estar a mi lado, ninguno era él y por lo tanto nadie tenía un lugar en mi corazón.
Realmente no sabía si existían otras vidas, pero lo único que me consolaba era rogarle al universo, al cielo o a Dios, que en otra vida me permitieran tener una eternidad al lado de ellos, una vida en la que no tuviésemos que preocuparnos por el dolor de la guerra o en donde nuestras vidas pudiesen ser completamente tranquilas.
Lo único que necesitaba para ser feliz era saber que mi familia estaba conmigo, que a esos que amaba estaban a salvo y que nada los dañaría si yo estaba junto a ellos, porque una vez que habían regresado me aseguraría de que nada volviera a hacerles el daño que les habían hecho esos bastardos.
Estar entre los brazos de mi hombre era lo único que más había anhelado en esos dos años, había anhelado tenerlo abrazándome con tanta fuerza que todos los pedacitos de mi corazón volvieran a unirse en uno solo, habían anhelado sentir su aroma cerca de mí para saber que estaba en mi hogar y también había anhelado con toda mi alma sentir su corazón latiendo bajo mi oído, porque esa era la única manera de hacerme saber que él seguía con vida, que no era una tonta ilusión lo que estaba haciendo que mi cabeza se revolviera tanto, que era algo más, algo más fuerte que cualquier ilusión.
Y si era un sueño no quería volverme a despertar, porque estaba completamente segura que no podría volver a vivir sin ellos, no podía volver a sonreír si ellos no estaban a mi lado por qué eran la única razón por la que lo hacía, eran la única razón por la que tenía que luchar, ellos y mi hijo.
Me acurruqué mejor contra el pecho de mi hombre, sintiendo su calor y el latir de su corazón sobre mi piel, sonreí y me abracé aún más fuerte, como si de alguna manera quisiera fusionarnos para que fuéramos más fuertes y jamás volviéramos a separarnos. No me importaba qué tan fuerte podía ser mi amor por él, porque estaba segura de que él me amaba con la misma intensidad.
Por primera vez, no desperté en la oscuridad de la noche pensando en todo lo que hubiese sido si él seguía con vida, porque por primera vez en dos años sus brazos me rodeaban con tanta fuerza que era imposible que fuese un sueño, mi corazón lo reconocía a cada instante y era fácil saber qué estaba a mi lado y que a pesar de que lo había anhelado durante dos años, estaba de regreso a mí y nuestro amor era inquebrantable.
Después de la pequeña visita de mis padres a mi habitación, volvieron a dejarnos completamente solos, pero a decir verdad no tenía ganas de salir de la cama, lo único que quería era seguir hundiéndome en el amor que había en el aire. Pero también sabían que les habíamos prometido ir a desayunar, por primera vez en dos años podría comer con toda mi familia junta y eso realmente me hacía sentir afortunada.
—Creo que todos nos esperan para desayunar, muñequita—murmuró.
—Yo los esperé dos años—murmuré—. Ahora pueden esperarnos.
Conall soltó una pequeña carcajada mientras me abrazaba con más fuerza, como si me hubiese extrañado de verdad.
—Mi amor—murmuró—. Estos dos años, han sido lo más jodidamente difícil de mi vida, desde que desperté lo único que anhelaba era poder estar a tu lado, le suplicaba día y noche al cielo que ese bastardo se rindiera y te declarará muerta, porque sabía que en el momento que lo hiciera podríamos movernos libremente por el mundo y nadie se daría cuenta de qué estábamos con vida.
—¿Por qué no llamaron?
—Porque me habría sido imposible separarme de ti, habría violado tantas leyes de mi propia mafia que seguramente me habrían echado.
—Creo que habríamos podido soportarlo... yo...
—Mi amor... ¿Aun no comprendes el poder que tienes en mí? Tú eres capaz de que con una sola llamada, corra a tu lado para protegerte o darte todo el amor que me pidas, que con una sola llamada yo soy capaz de destruir el mundo entero para poder verte.
—Me harás llorar, idiota—murmuré.
—¿Recuerdas el mar a la luz de la luna? ¿Recuerdas que te estremeciste en mis brazos la última noche que estuvimos juntos? Nunca olvidaré cómo eras—murmuró —. Mi amor tú tienes el poder de mirarme a los ojos y de hacer que cambie completamente de opinión, tienes el poder de darme una de esas miradas que me enloquecen y voy a ser capaz de escribir tu nombre en las estrellas o de bajarte la Luna si así lo deseas. Tú tienes un poder inmenso en mí, Keylani y aunque debería asustarme, no lo hace porque lo que te dije la última vez que nos vimos es cierto. Quiero pasar cada maldita vida a tu lado, quiero ser yo el hombre que esté a tu lado todos los días y el que haga que sólo tú suspires como siempre lo haces.
—Más te vale que jamás te vuelvas a alejar, por qué no me va a importar absolutamente nada ni siquiera romper mis leyes, voy a ir a tu lado y te voy a buscar incluso en el pozo más profundo de la Tierra, te amo Conall, y esas palabras ni siquiera son suficientes para decirte todo lo que mi corazón y alma sienten por ti—murmuré.
Acuné sus mejillas entre mis manos y me aseguré de mostrarle todo lo que mi corazón sentía, me fundí en uno solo con él, lo besé como si no hubiese un mañana porque me aseguraría de que a partir de ese día todos los días fueran únicos, después de lo que habíamos vivido no sabíamos cuando la muerte llegaría verdaderamente a nuestra puerta y no quería desaprovechar ni un solo momento a su lado. Quería amarlo eternamente y estaba completamente segura de que él igual.
—Eres el amor de mi existencia, muñequita—murmuró sobre mis labios—. Tú eres mi única dirección, mi única razón para vivir y no me importa cuántas cosas tenga que hacer, te prometo que jamás volveremos a estar lejos.
Sollocé.
Mi hombre, me estrechó en sus brazos nuevamente, haciéndome sentir que todos los pedacitos rotos de mi corazón se juntaban o por lo menos la parte que le pertenecía a él. Cuando mi llanto se tranquilizó, supe que era momento de enfrentar a todos aquellos que también había creído muertos, aún no sabía ni siquiera quienes seguían con vida o de quiénes si realmente tendría que llorar su muerte, pero estaba lista para lo que fuera.
Mi hombre se separó de mí por unos minutos en los que me buscaba ropa, ni siquiera tuve miedo de que me hubiese desnuda en el momento en que me quitó la bata de hospital y me colocó unas bragas y un brasier de algodón, completamente fresca y delicada.
—Tuve sueños contigo—murmuré cuando comenzó a colocarme el vestido sobre la cabeza.
—No fueron sueños—murmuró con una sonrisa—. O por lo menos, dos de ellos no los fueron.
—¿Cómo?
—Te lo contaré después, mi muñequita—murmuró.
Dejó un beso sobre mis labios y se acercó a la esquina de la habitación, corrió la silla de ruedas hasta donde me encontraba y fue cuando me di cuenta de que desde que él había llegado, todo mi alrededor había dejado de tener sentido, aunque debía asustarme, no lo hacía porque lo amaba con toda mi alma.
En un rápido movimiento, mi hombre me cargó estilo princesa y me dejó sobre la silla de ruedas con suma delicadeza. Lo sentí colocarse detrás de mí y sus manos se pusieron sobre mi cabello, antes de poder detenerlo tejió una trenza en mi larga cabellera, haciendo que esa hermosa acción provocará que mi corazón latiera con una intensidad tan grande que seguramente cualquier médico lo describiría como taquicardia.
—Puedo escuchar tu corazón hasta acá, mi amor—murmuró.
Depositó un pequeño beso sobre la desnudez de mi cuello y antes de que pudiera traerlo para volverlo a besar, comenzó a mover la silla de ruedas en dirección al pasillo. No podía pensar en nada más que su cercanía y sabía que también lo había hecho a propósito para que dejara de pensar en todo lo que mi cabeza estaba maquinando, porque de cierta manera sentía que mi corazón estaba completo cada que me distraía de esa manera.
Archie, al vernos acercarnos al filo de los escalones, subió apresuradamente. Lev lo siguió y sin pensarlo un poco, le hizo una seña a mi hombre, Conall sonrió en mi dirección y antes de que pudiera evitarlo, me cargó en sus brazos mientras los dos hombres se encargaban de bajar las sillas de ruedas.
Solté una pequeña risa por la acción de mi hombre, quien comenzó a bajar las escaleras sin ningún tipo de prisa. Nuestros ojos se conectaban con tanta intensidad que me hacía sentir pequeña, pero a la vez tan grande que tenía el control sobre ese hombre. Mi corazón latía de una manera tan desenfrenada que sentía que en cualquier momento podía tener un paro cardíaco.
—¡Papi carga a mami! —gritó mi hijo.
Sin poderlo evitar sentí que mis mejillas se pusieron de un tono rojo furioso, la vergüenza de saber que todo mundo veía cuando mi hombre me cargaba era algo que nunca había experimentado, Claro que me encantaba sentir sus brazos alrededor de mí, pero de cierta manera también me daba vergüenza no poder caminar por mí misma.
Traté de ocultar mi rostro en el cuello de mi hombre, yo era suficiente con que me vieran arriba de él como para que también vieran lo avergonzada que me sentía de que mi hijo me pusiera en evidencia. Conall, sólo soltó una carcajada, me dio un beso en la frente y antes de poder seguir pasando vergüenzas, me colocó sobre la silla de ruedas para que pudiese guiarme hasta la cocina.
Nuestro pequeño torbellino, corrió delante de nosotros, con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando escuché las voces cercanas en el comedor. Mi corazón comenzó a latir con un frenesí igualable, sabía que en ese momento me daría cuenta de quiénes habían tenido la suerte de sobrevivir y quienes realmente habían muerto.
—Mi amor—murmuró Conall—. Deja que todos hablen, Dales la misma oportunidad que me diste a mí de explicarte todo lo que ocurrió, aunque aún faltan cosas que debes de saber, te dije lo más importante y ellos también quieren decirte la verdad.
—¿Voy a llorar?
—Es probable—murmuró con una pequeña sonrisa—. Pero como ya te lo prometí, no importa que sea lo que tengamos que enfrentar, no volveré a alejarme de ti ni en mil años, así que es mejor que te acostumbres a tenerme cerca.
—Y más te vale que cumplas tu promesa, esta vez, me aseguraré de amarrarte como Niall lo dijo
—Has criado un monstruito—murmuró besando mi mejilla—. ¿Estas lista?
—Sólo prométeme que estarás a mi lado aunque me ponga completamente loca—murmuré.
—Lo prometo, con todo mi corazón—murmuró con una pequeña sonrisa—. No importa lo que pase, te prometo que voy a estar a tu lado y voy a tomar tu mano, incluso si no lo quieres.
—Si lloro, sácame de ahí—murmuré.
—No, mi amor... ya no tienes que fingir que algo no te lastima, estoy de regreso para ayudarte a reconstruirte ¿Sí?
—Parece que quieres verme llorar...
—Es lo que menos quiero ver, muñequita. Pero no eres débil si lloras, y si te sientes así, ahora me tienes a mí para protegerte.
Bajé la mirada rogando al cielo poder controlarme, sabía que a quienes se encontrara en ese lugar seguramente me harían llorar porque no tenía idea de quiénes estaban ahí, sin embargo sabía que eran personas que amaba, personas a las que les había llorado durante dos años al creer que habían muerto.
Conall me empujó hasta que estuvimos frente a la mesa, solté un suspiro antes de levantar la mirada y observar a todos los que se encontraban ahí. No pude evitar un fuerte dolor en mi pecho cuando pude ver el rostro de todos ellos, mis tíos, mis primos y mis amigos, todos estaban ahí, busqué con la mirada a todos y cada uno de ellos, asegurándome de que estuvieran presentes y no fuesen una simple ilusión.
Hasta que mis ojos toparon con los cafés de una mujer, quien me sonrió cómplice, de esas sonrisas que siempre nos habíamos dado cuando alguna de las dos cometía una travesura, mi casi hermana y amiga estaba ahí. Cubrí mi boca, tratando de evitar un sollozo al ver que cargaba un hermoso niño castaño en brazos, A su lado estaba su esposo abrazándola por la cintura, mientras ambos me miraban con determinación.
Conall me guío hasta ellos, y antes de que pudiera evitarlo, agarré todas mis fuerzas y me puse de pie para abrazar a mi mejor amiga. Gruesas lágrimas cayeron por mis mejillas al entender que ella estaba con vida y que había sobrevivido a ese maldito ataque, no solo ella sino que también su bebé.
—Creí...—sollocé.
—Una bruja no puede irse sin su mejor amiga—murmuró con una pequeña sonrisa—. No te vas a librar de mí tan fácil, no sin que seas la madrina de mi segundo hijo...
Solté un sollozo sin poder evitarlo, verla de pie cuando yo la había visto desangrándose a través de una cámara, era como sentir que las cosas imposibles sí podrían ocurrir, me había sentido culpable por su muerte, porque sabía que ella no sólo había muerto sino también su hijo, pero vela frente a mí era como decir que no tenía la culpa de absolutamente nada, solo esos bastardos que habían sido avariciosos nos habían arrebatado dos años de nuestras vidas.
—Te extrañamos demasiado, Keyli—murmuró Jacob—. No tenía con quien quejarme de mi esposa.
—Tonto—murmuré abrazándolo a él también.
Me alejé de ellos y Conall me volvió a sentar en la silla de ruedas, estaba completamente segura de que no iba a dejarme estar de pie. Traté de buscar con la mirada a mis amigas, pero la única que se encontraba ahí era Lizeth, quien tenía una gran cicatriz sobre el ojo derecho y parecía haber perdido la vista en él, sin embargo, seguía teniendo una sonrisa tranquilizadora y podía ver su mano entrelazada con la de mi hermano.
Giandrick, rompió el contacto de sus manos y corrió en mi dirección, antes de poder evitarlo, me abrazó con fuerza. Fue como si la parte de mi corazón que pertenecía a mis padres y a mis hermanos se complementará; Hunt se unió al nuestro abrazo de los trillizos y no me importó llorar en ese momento, los tres estábamos juntos y era inevitable sentirme completa, ellos siempre habían sido una parte de mí y al principio me había sentido perdida sin mi hermano.
El llanto se hizo más intenso cuando sentí los brazos de nuestros padres rodearnos, me di cuenta de que estando ahí en brazos de mi familia estaba completa, no importaba todo lo que tuviésemos por delante, ya habíamos demostrado una vez que la familia Kim Rossi era poderosa, todos nos volveríamos a levantar con aún más fuerza, por qué estando juntos estábamos seguros de que la fuerza del amor realmente sí era más grande que la del odio y la avaricia.
Cuando nos separamos, mis tíos me dieron una pequeña sonrisa, Lizbeth abrazaba a Avery y Charly a Mimi, ambos mirando a sus esposas como si ellas fueran su universo entero, yo había visto cómo se deprimían y como no podían ni siquiera ver a alguien más, pero en ese momento que tenían a sus parejas, era como si el brillo hubiese regresado a sus vidas.
También pude a Ver a Nikolai con una enorme sonrisa, mientras abrazaba a Mikaela como si su vida dependiera de ello. El amor en sus ojos me hacía ver que no importaba cuántos años habían estado separados, se amaban.
Los abracé, mirando también a Mike e Isabella, ellos no se habían separado, pero parecían felices al ver la felicidad de todos los demás que se habían reunido después de 2 años. También los abracé mientras sollozaba por la alegría de que estuviesen todos juntos, sin embargo, un pequeño dolor se instaló en mi pecho al ver dos rostros tristes. Hunt y Álex, ambos trataban de disimularlo pero podía ver en sus ojos la tristeza y fue entonces cuando comprendí, que ni América ni Jerry estaban ahí.
Le hice una seña a mi hombre para que me guiara hasta ellos, Conall me dio un pequeño asentimiento y nos guio hasta ellos. Miré a mi hermano primero, quien me dio una pequeña sonrisa que podía detectar que era completamente falsa, sabía que tenía ganas de llorar más por la cristalizado de sus ojos.
Cuando giré la mirada Álex, detecté la misma tristeza que es mi hermano. Sólo negó, dándome entender que Jerry no lo habia logrado.
—Jerry, Giancarlo y Bausili no lo lograron—murmuró mi hermano—. Creí que lo habían logrado hasta cierto punto, porque ellos escaparon cuando ellos llegaron, pero encontraron sus cuerpos...
—Murieron calcinados... Jerry murió calcinado mientras protegía a Bausili y creemos que acribillaron a Giancarlo mientras los protegía a ambos, o al menos eso es lo que encontró Lev—murmuró Álex—. Arniel sabía cuánto lo amaba, sabía que era el único hombre que quería en mi vida y aun así tuvo el corazón para asesinarlo, lo mató de la peor forma posible. Si en algún momento te dije que quizás la paz era la mejor solución para poder tener una vida tranquila, hoy te digo que no voy a descansar hasta ver a mi hermano muerto, ese monstruo asesino al hombre que amaba.
—Lo siento, Álex...
—No fue tu culpa—murmuró—. Es culpa de mi hermano y me aseguraré de que pagué con creces lo que hizo, lo haré sufrir, mucho...
—Lo haremos—aseguró Hunt—. Yo sabía que Amé no habia sobrevivido, ya lloré su muerte y estoy bien—murmuró.
—Hice todo lo que estuvo en mis manos para salvarla—murmuró Conall.
—Lo sé—aseguró Hunt—. Estoy seguro de que el universo será bondadoso y nos reunirá en otra vida, por lo menos tengo fe que ella está descansando tranquila y no tiene que vivir todo este maldito infierno que provocaron ese par de bastardos.
—Lo hace—murmuré tomando su mano.
—Estoy seguro de que sí—murmuró con una sonrisa—. Ahora, creo que es tiempo de comer, pequeña.
—También lo creo—murmuré con una pequeña risa.
Le di una pequeña sonrisa y mi hombre me llevó hasta el lugar en donde mi hijo estaba sentado al lado de Keyla, ambos platicaban sobre la playa cómo si fuesen dos adultos y eso realmente me daba ternura, ambos se habían tenido el uno al otro y habían crecido como mejores amigos.
Conall me ayudó a sentarme en una de las sillas, mientras mis padres y nonno ocupaban las sillas de enfrente. Busqué con la mirada a Kennett, era raro no verlo cerca o regañándonos como un padre.
Todos estaban acomodados en la mesa, mis amigos y mi familia estaban completos, incluso los miembros del Sacerdozio habían ocupado un lugar en la amplia mesa, solté una pequeña risa al darme cuenta de que todos hablaban con todos, incluso con Lev que parecía ser un vikingo en medio de todos.
—¿Dónde está tu padre? —pregunté.
—Tiene muchas cosas en las que ponerse al día con una persona que nos acompaña, vendrá en unos minutos estaba en la cocina preparando panqueques, creo que te has dado cuenta de que mi padre cada que está nervioso cocina.
—Durante 6 meses no comimos más que panqueques, cocino día y noche—murmuré con una pequeña risa.
—Por supuesto—aseguró riendo—. Papá es así... Debo confesarte que lo extrañé demasiado... me sentí perdido sin los consejos de mi padre, aunque creo que tenía mi suegro para decirme todo lo necesario.
—En ese caso yo también tenía a mi suegro—murmuré—. Fue un gran apoyo mientras tú no estuviste, le dio mucho amor a Niall y lo consiente en todo, así que no te sorprendas cuando nuestro hijo lo ponga en tu contra...
—Salió igual de caprichoso que su madre—murmuró besando la punta de mi nariz.
—E igual de dominante que su padre—bromeé, mordiendo mi labio inferior.
—No hagas eso, que no respondo a las consecuencias—murmuró besando mis labios rápidamente.
—¡Wiu! Papi besó a mami.
Conall soltó una carcajada y yo volví a sonrojarme, volví a ser el centro de atención de todos los que estaban presentes, mi hijo era experto en hacer que todos voltearan a vernos. Mi nonno comenzó a reírse mientras me veía y mis padres también miraron con diversión la escena.
—No te quejes—murmuró mi madre—. Tú hacías lo mismo cuando eras niña...
—Nonna—murmuró mi niño hacia mi madre—. ¿Quieres ir a comprar helado?
—Por supuesto, iremos en la tarde.
—Ahora tienes clases—murmuré señalando el reloj—, así que apresúrate a desayunar.
—¿Clases? —preguntó mi padre con diversión—. Criamos un monstruo.
Solté una carcajada y asentí.
Escuché los pasos de dos personas acercarse a la cocina, mientras una melodiosa risa inundaba la habitación, todos nos quedamos en completo silencio observando a la mujer que estaba colgada del brazo de Kennett, su rostro me era tan familiar y su cabello cobrizo brillaba en la luz del reflejo del exterior. Era hermosa, tenía un aire ruso y aunque tenía una cuantas canas y arrugas en su piel, se seguía viendo hermosa.
—¿Quién es? —pregunté.
Conall soltó un suspiro mientras tomaba mi mano, la mujer al verme se separó inmediatamente de Kennett y corrió en mi dirección, sus ojos grises eran tan profundos que estaba segura solo podían ser de la familia de Conall. La miré con detenimiento, tratando de averiguar quién era o qué estaba haciendo ahí o por lo menos la razón por la que abrazaba Kennett como si fuese su vida.
—¡Querida, eres tan hermosa como lo dijo tu madre! —murmuró.
Antes de que pudiera evitarlo, me abrazo por los hombros dándome una sensación de calor, era como si esa mujer tuviese algo que ver con mi hombre y no tenía idea de por qué sentía esa sensación tan familiar.
—Madre—murmuró Conall—. Creó que Keyli necesita comer antes de recibir abrazos...
—¿Madre? —pregunté con una ceja arqueada hacía Conall.
—Si, mi amor—murmuró con una sonrisa—. Te presento a mi madre... Anastasia Nikolaeva.
Sentí como si un nudo se atorara en mi garganta, me impulsé para levantarme y pude ver con claridad a la señora que sonreía frente a mí, fue imposible no darme cuenta de que realmente era la madre de mi hombre, su sonrisa era completamente inconfundible y sus cabellos cobrizos, eran la perfección.
—Yo...—murmuré—. U...Un gusto conocerla... soy... soy Keylani Kim...
—Sé quién eres—murmuró con una dulce sonrisa—. Mi hijo me habló de ti durante meses...
Lo miré sin poderlo creer, pero cuando los ojos grises de Kennett aparecieron en mi radar, pude darme cuenta del amor y la admiración que sentía por esa mujer, no importaba que habían pasado 30 años, él seguía amándola con la misma intensidad que seguramente la había amado en su juventud.
Después del shock inicial, todos volvimos a sentarnos en la mesa para poder continuar con nuestro desayuno, era completamente nuevo tener a todas esas personas a mi alrededor, se sentía como si mi corazón volviese a estar completo o como si de alguna manera, todo lo que había ocurrido durante todo ese tiempo, se volviese una completa nulidad.
Cuando terminamos el desayuno, Kennett se encargó de llevar a Niall a sus clases, mientras todos nos trasladamos al salón principal, a excepción de los miembros del Sacerdozio que habia sido convocados a una reunión por mi nonno, seguramente para hablar de negocios.
—Cuando todos despertamos y nos dimos cuenta de que no habíamos muerto, fue extraño al principio porque nosotros sentimos la muerte cuando estábamos en ese cine—murmuró mi padre—. Sin embargo... Lev hizo todo para salvarnos...
—Contraté a los mejores cirujanos Rusos, hicieron milagros—aseguró Lev—. Al principio, queria ponerme en contacto contigo Para que supieras que ellos estaban bien, pero cuando intenté hacerlo, me di cuenta de que esos bastardos tenían rastreadores en cada una de las mafias, a pesar de que yo me salí de su supuesta unión, ellos seguían controlándonos.
—¿Pero cómo los sacaste de ahí?
—Las puertas traseras y túneles subterráneos... cuando las bombas explotaron nosotros ya habíamos salido de ese lugar, todas mis tropas habían entrado por la parte trasera para salvarlos mientras ustedes salían por la parte delantera.
—¿Por qué no nos contaron su plan? —preguntó Hunt.
—Fue improvisado—murmuró Lev—. No podía ir a detenerlos a explicarles el plan cuando la vida de todos estaba en peligro. Ocurrió lo mismo con los que estaban en su base, me enteré de que Schiavone estaba planeando un ataque, sabía que él lograría salir de la cárcel con ayuda del otro bastardo, por lo que era claro que atacaría en donde más les dolería y también en la parte donde estaban sus soldados más fuertes—aseguró—. Así que ataqué con todas las fuerzas que tenía.
—¿Tú fuiste el "ya llegaron"?
—Sí—aseguró—. Queria salvarlos a todos, así que hice que los llevaran a la base Rusa mientras yo seguía con los demás, mi plan inicial era llevarlos a todos conmigo, pero cuando ustedes salieron por un lugar diferente, no podía regresar...
—Gracias...—murmuré—. Sé que quizás todos esperaban que reaccionara de una forma ¿loca?, donde les pediría explicaciones o cosas por el estilo, pero en realidad no tengo que pedirles ni una sola explicación porque sólo yo sé el dolor que sentí al saber que no estaban cerca de mí, así que no voy a pedir ni una sola explicación... todos saben por qué lo hicieron y el motivo que los impulsó a hacerlo. Me alegra que ahora estén aquí con nosotros, aunque han sido 2 años realmente difíciles para todos los que tuvimos que quedarnos aquí, es bueno saber que están de regreso y que nuestro ejército podrá unirse nuevamente para poder derrocar a esos bastardos que nos arrebataron absolutamente todo.
Estar ahí en medio de todo se sentía como un triunfo, sabía que aún teníamos una guerra por concluir y que posiblemente no podríamos estar tranquilos hasta acabar con ese par de bastardos, sin embargo también sabíamos que podíamos ser fuertes y acabar con ellos, juntos éramos más fuertes y estaba segura de que nada nos volvería a separar. Éramos la gran familia Kim y eso les dejaríamos grabado a los bastados que habían querido meterse con nosotros.
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¡Holi, hoy tenemos capítulo doble y una noticia! Los adoro muñequitos <3
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