Capítulo 10.

Por ella.

"El amor es el único fuego lo suficientemente caliente para derretir la obstinación de hierro de la voluntad de una criatura. "~ Alexander McLaren


Un año y tres meses atrás.

Dicen que cuando la vida nos apremia nosotros debemos de tomarla por los cuernos, y cuando se nos presentan oportunidades de avanzar e ir más allá debemos tomarlas para no quedarnos con las ganas del hubiera. No podemos quedarnos simplemente en el pasado, o atrapados en las decisiones que pudieron haber cambiado las cosas o nuestro futuro. Somos humanos y no podemos cambiar lo que hemos decidido o lo que hemos escrito en nuestra vida.

Toda mi vida había creído que yo era quien tomaba las decisiones sobre mí mismo, que yo era dueño de mi propio futuro, que no importaba lo que ocurriese nadie tenía injerencia en mi vida yo era el único que podía tomar las decisiones que me llevarían más allá, yo era el que tomaba las decisiones de ir más adelante o de quedarme atrapado en un doloroso pasado.

Pero muy tarde me había dado cuenta de que nunca había sido verdaderamente el dueño de mi pasado, presente o futuro, porque en mi vida había una hermosa muñequita que se había adueñado completamente de ello que sin importar absolutamente nada, ella era la única dueña de mí, con una sola palabra ella podía causar que todo lo que estaba pensando para mí cambiara radicalmente para ella.

Ella realmente tenía el poder de sólo llamar mi nombre para hacer que corriera a su lado, ella tenía el poder de darme fuerzas para sacrificarme o sacrificar al mundo por ella. No importaba cuánto tiempo pasaste de nuestra relación, yo la seguía amando como la primera vez y por eso no me había importado en lo más mínimo atravesarme entre una flecha que estaba destinada a atravesará.

No me importaba mi vida misma si ella estaba completamente a salvo, quizás ese era el motivo por el que no me había importado interponerme entre esa flecha y ella, porque yo sabía que mi muñequita podía vivir completamente sin mí, ella era fuerte y no le citaba que yo estuviese a su lado para destruir al mundo, pero por el contrario yo sin ella no era nada, no podía ni siquiera imaginar un mundo en el que ella no existiera, en donde sus hermosos ojitos verdes no me miraran.

Esos hermosos ojitos eran mi perdición, se habían convertido en la única debilidad que podía acabar conmigo y a la vez la única fortaleza que me podía hacer destruir el mundo en un solo segundo. No había nada más en mi vida que me hiciste sentir tan vivo, nada que me hiciera sentir completamente renovado y tampoco con las energías suficientes para destruir a cientos de ejércitos con tal de protegerla.

Ella era mi punto más fuerte pero también mi talón de Aquiles. Ella y mi hijo lo eran todo para mí, no me importaba tener un mundo sin absolutamente nada, con tal de que ellos estuvieran a salvo y a mi lado era suficiente para ser el hombre más fuerte y feliz del mundo. Ella era la mujer más hermosa que había conocido en toda mi existencia y él, mi pequeño Niall, era el rayito de esperanza que había llegado en el momento de más oscuridad, precisamente por esos dos motivos no estaba dispuesto a perderlos.

En un principio todo solo era oscuridad, cada fibra de mi cuerpo estaba completamente perdida en el limbo, como si mi cuerpo hubiese dejado de existir y lo único que vagaba en el limbo era mi mente, sin embargo sentía el peso de mi cuerpo, lo que significaba que estaba vivo pero no sabía en qué estado.

Mi alma parecía haber dejado mi cuerpo, esa manera en la que me sentía, porque solo había oscuridad a mi alrededor sin embargo, de vez en cuando veía una luz a lo lejos, esa misma luz en la que había encontrado por míseros segundos a mi madre, pero cuando había tratado de cruzar la barrera para estar a su lado, todo había cambiado completamente, una fuerza me había regresado a ese lugar tan oscuro.

Era como si mi alma se hubiese encadenado en mi cuerpo, como si no pudiese ser libre ni siquiera para ascender al cielo o descender al infierno, nunca en mi situación estaba seguro de que eran la segunda opción. Llegué a considerar incluso que estaba en el infierno, que esa profunda oscuridad era estar en la perpetuación condena, pero aun así me aferraba que quizás había algo más, que quizás estaba vagando en el limbo en algún lugar que no conocía. Porque mi mente estaba consciente pero mi cuerpo no respondía.

Claro que trataba de buscar en esa perdición a mi única bendición, trataba de encontrar a los ojitos verdes de mi hermosa muñequita, queriendo encontrar un respiro a esa perpetua tortura, no sabía si me había quedado dormido o si había muerto en algún momento, no tenía idea de qué era lo que había ocurrido o cómo había llegado hasta esa situación, pero realmente me daba miedo no poder despertar más.

Cuando pude ser más consciente de mi cuerpo, de darme cuenta de que mi alma no estaba vagando en el limbo o en el infierno, sentí el peso de mis ojos, traté de abrirlos, pero mi cuerpo parecía no ceder ante el esfuerzo que hacía, realmente quería abrir los ojos y ver en dónde rayos estaba, porque mi mente estaba completamente confundida y lo último que recordaba era haber sido herido por dos flechas y una maldita bala.

Quería abrir los ojos, me esforzaba por hacerlo, trataba de luchar contra ese peso que opacaba completamente mis párpados, hasta que poco a poco sentí como iban reaccionando ante las órdenes de mi cerebro.

Aunque seguía completamente confundido y no podía abrirlos al 100%, seguí intentando una y otra vez hasta que con un poco más de esfuerzo mis párpados cedieron, dándole paso a una luz tan cegadora que se sentía como si mil agujas se clavaran en mis pupilas, era un dolor tan horrible que me obligué a mí mismo a volver a cerrarlos.

Era como si mis ojos no hubiesen visto la luz durante años, como sí hubiese estado dormido durante un tiempo indefinido, pero era completamente consciente de que quizás no habían pasado ni siquiera dos horas o eso era lo que yo pensaba.

Volví a hacer un segundo intento, no podía quedarme con los ojos cerrados de por vida o por lo menos suponía que estaba vivo, este dolor no era comparable con nada. Mis ojos volvieron a ceder y la retina volvió a quemar como si tuviese un encendedor justo sobre mis ojos.

Cuando mis ojos volvieron a ceder, me obligué a mantenerlos abiertos a pesar de que el dolor era insoportable, no podía volverlos a cerrar porque no estaba seguro si tendrían la fuerza necesaria para volverlos a abrir.

Poco a poco fui enfocando para analizar el lugar en el que me encontraba, las paredes eran completamente blancas, las luces eran frías e iluminaban cada parte de la habitación. Pero lo que más me llamaba la atención, era el extraño pitido que indicaba los latidos de mi corazón, fue cuando me di cuenta que estaba en una habitación de hospital, no había ninguna otra explicación para ello.

Todo estaba pulcramente limpio, como si no hubiese entrado nadie durante meses a ese lugar, pero que tuviese algún sistema autosustentable de limpieza. Me enderece rápidamente tratando de averiguar dónde diablos estaba, si estaba con vida o esa era otra prueba del infierno que estaba viviendo.

Gruñí con dolor al sentir un pequeño tirón en mi abdomen, pero al revisarme me di cuenta de que mi torso estaba completamente desnudo, lo único que se alcanzaba a detallar eran dos grandes cicatrices un par de tonos más claros que mi piel.

Intenté ponerme de pie para poder averiguar qué era lo que estaba ocurriendo, pero mi cuerpo no respondió, era como si estuviese completamente entumecido y fue cuando comencé a relacionar todas las cosas, para que las cicatrices que tenía en mi abdomen tuvieran ese color, significaba que por lo menos habían transcurrido 6 meses, no sabía mucho de medicina pero mi muñequita lo había mencionado en una ocasión.

Luché con todas mis fuerzas para ponerme de pie, no me importaba que el dolor recorriera mi cuerpo como un torrente eléctrico que me endurecía completamente, pude notar que mis músculos abdominales estaban no tan marcados lo que significaba que era una realidad que habían pasado meses desde que estaba dormido.

No supe de dónde saqué fuerzas para ponerme de pie, pero lo hice. Mis piernas temblaban como si se tratase de una gelatina, me arranqué las dos agujas que había en mi brazo izquierdo, no me importa ver cómo la sangre brotaba y corría por mi piel pálida, lo que podía suponer que realmente no había tomado el Sol en meses.

Lo último que podía recordar, eran los ojitos de mi muñequita llorando, pero nada más tenía sentido para mí.

La puerta se abrió de golpe, dejándome ver a una chica rubia con uniforme de enfermera, los ojos gris pálido de la mujer se abrieron con sorpresa, como si no pudiese creer que estaba despierto y mucho menos de pie. No podía confiar ni en mí misma sombra, tomé la aguja con la habia estado conectado y apunté contra la mujer, si se atrevía a acercarme se la encajaría en la yugular para que no tuviera oportunidad de vivir.

—Señor Nikolaev—murmuró—. Tranquilícese, mi nombre es Rita Romanova.

—No soy Nikolaev—gruñí—. Soy Harrison.

—Bien, señor Harrison, tranquilícese—murmuró la enfermera, levantó las manos en señal de rendición—. Por favor no se preocupe, todo está marchando bien con usted y solo necesitaba tiempo para recuperarse, pero debe tranquilizarse y tomarlo con calma.

—¿Cuánto tiempo?

—Nueve meses—murmuró mirándome con cautela—. Por eso es necesario que vuelva a recostarse y no haga ningún esfuerzo hasta que el doctor venga a revisarlo, no podemos arriesgarnos a que vuelva a colapsar.

—¡¿Qué?! ¡¿Nueve meses?!

—Escuche, señor Niko... Harrison, por favor debe tranquilizarse, usted recibió dos flechas en su abdomen y un disparo cerca del corazón—murmuró —. Que esté vivo es realmente un milagro, tuvo una infección severa después de la cirugía y por esa razón tuvimos que someterlo a un coma inducido mientras combatimos la infección, está salvo en Rusia... pero debe tranquilizarse aún puede sufrir un derrame cerebral. Llamaré al doctor.

Aunque quería salir corriendo en ese preciso momento, sabía que no era muy coherente considerando todo lo que acababa de saber, de alguna forma me habían logrado sacar de ahí y estaba salvo, pero algo que no lograba entender, era el motivo por el que estaba en Rusia.

Casi una hora después el doctor ya me había revisado completamente, al igual de que me había dado algunas recomendaciones para poder recuperarme del post coma. Debía de mantenerme tranquilo y por más noticias que me dieran no debía alterarme, no podía correr el riesgo de sufrir un derrame cerebral, lo que el doctor me había explicado era que mi cerebro se encontraba en una fase vulnerable, estaba adaptándose nuevamente a estar consciente.

Después de que el doctor se retirara, la puerta se volvió a abrir, dejando paso a un hombre alto con cabellos largos y rebeldes, me sonrió con burla y se acercó para dejarse caer en una silla plegable que había al lado de la cama.

—Bien dicen que hierba mala no muere ¿Cierto, primo?

—¿Dónde mierda está mi mujer? ¿Él la daño?

—De tantas personas que puedes preguntarme, me preguntas por ella—murmuró rodando los ojos—. Aunque considerando tu caso, creo que por primera vez me doy cuenta de que el viejo dicho de que el amor te hace débil es una completa mentira, algo me dice que por ella es por lo que tu alma se aferró a la vida.

—Déjate de malditas metáforas y dime dónde está mi mujer.

—Ella no está aquí, pero te aseguro que está completamente bien—murmuró.

—¿Y por qué mierda si está bien no está aquí? ¿No entiendes que perdió a toda su familia?

—Vaya que eres más complicado que todos los demás juntos, eres el que más me ha hecho preguntas en menos de una hora que llevas despierto. Cuando te tranquilices podemos hablarlo mientras tanto espero disfrutes de estadía en esta habitación.

—¡Espera! —gruñí—. ¿De qué mierda estás hablando? ¿Quiénes otros?

—Ven—murmuró.

Lo vi ponerse de pie y caminar hasta lo que parecían ser un armario, abrió la puerta y sacó una silla de ruedas demasiado rústica para la habitación en la que estábamos. Regreso a mi dirección y colocó la silla justo debajo de donde me encontraba, como si fuese algo completamente obvio la señaló para que pudiese levantarme y sentarme ahí.

Solté un brusco suspiro, decidiendo que no servía de nada discutir con un hombre que no le entraba ninguna razón, me puse de pie y me senté en la silla de ruedas, complacido por mi acción, salimos de la habitación y comenzó a empujarme por lo que parecía ser un pasillo, no tenía ni la menor idea de lo que estaba ocurriendo, tampoco de por qué seguía sus órdenes.

Miré hacia el frente cuando escuché algunas voces risueñas, mientras el sonido de los cubiertos chocando con los platos era más audible cada vez más, enarque una ceja al ver a los ministros de pie, sirviendo lo que parecía ser algún tipo de comida en los platos de los demás. Abrí los ojos con mayor sorpresa al ver a Marlen con un bebé en brazos, mientras Jacob le hacía pucheros.

—¿Estoy muerto? —pregunté.

La atención de todos se dirigió a mí, la ministra dejó caer la bandeja de comida que llevaba entre sus manos y corrió en mi dirección, antes de que pudiera hacer algo la tenía rodeándome como si fuese mi madre. No me negué a su abrazo porque de cierta forma sentía que una parte de mi muñequita estaba con ella.

—Si tuviera una moneda por cada vez que alguno de ustedes pregunto eso, en definitiva sería la más rica del mundo—murmuró la voz de una mujer.

Levanté la mirada, encontrándome con los ojos grises de una señora de mediana edad. Sus ojos me eran tan parecidos que se sentía real familiaridad, realmente estaba completamente confundido con todo lo que estaba a mi alrededor, todas las personas a las que yo había creído muertes estaban frente a mí, incluido los tíos y primos de mi muñequita, su hermano y sus padres. También podía haber rostros conocidos de algunos soldados, de mis agentes.

—¿Qué...?

—Estas a salvo—murmuró la ministra—. Dios, es tan bueno tenerte aquí, realmente todos tuvimos miedo de que no lograrás despertar, los pronósticos eran nulos.

—¿Alguien me puede explicar qué rayos está pasando? Sé que me acabo de despertar, pero puedo maquinar todo lo que haya en mi alrededor, sin embargo necesito que alguien me explique por qué no veo a mi mujer y por qué a las personas que creí muertas están en este lugar—murmuré.

—Creo que son demasiadas cosas las cuales debes de saber antes de entender lo que está pasando—murmuró la mujer de ojos chocolate y cabello corto—. Soy Anastasia Nikolaev.

Fue como si un torrente de agua fría cayera sobre mi cabeza, abrí la boca tratando de decir algo coherente pero no era capaz ni siquiera de procesarlo en mi cabeza, esa mujer era mi madre, por la que mi padre había sufrido tanto, la mujer que él creía muerta y que adoraba con todo su corazón, tanto que jamás se había vuelto a enamorar de nadie, a pesar de que habían pasado más de 30 años sin verla.

—¿Qué? —pregunté con sorpresa.

—Sé que ahora mismo no puedes creer todo lo que estoy diciendo y que incluso vayas a estar enfadado conmigo porque vas a pensar que te abandoné, pero jamás lo hice...te daré un contexto rápido para que lo entiendas y después responderé todas tus preguntas. El día en que te di a luz, mi mundo cambió radicalmente. Yo siempre te esperé y quería tenerte entre mis brazos, sin embargo, mientras distraían a tu padre con mi supuesta muerte y a tu abuela con una guerra que mi padre había creado, aprovecharon para sacarme e intercambiarme por mi hermana gemela—la miré con completa sorpresa sin poder creer lo que me decía—. Ivanna fue asesinada por mí mismo padre, es una larga historia que por supuesto, después te contaré.

—No—murmuré—. Usted no es mi madre... mi madre está muerta.

—Conall—murmuró la ministra—. Dale la oportunidad que te explique...

Miré a la ministra tratando de encontrar un rastro de seguridad, en ese punto ella era lo más cercano a una madre que tenía.

—Cuando me intercambiaron por mi hermana, mi padre me obligó a desaparecer del mapa, me dijo que si no lo hacía la persona que trabajaba para él asesinaría a mi hijo, yo te amé desde el primer instante que supe que estabas en mi vientre, por supuesto que te iba a proteger de absolutamente todo. Me obligó a casarme con un hombre, un maldito bastardo que se pudría en dinero y que le era bien para mi padre. No te voy a decir todo lo que ese hombre me hizo por respeto que te tengo como mi hijo, pero me hizo cosas horribles de las cuales estoy segura jamás podré recuperarme... ese hombre murió el año pasado y yo logré escapar.

—Fue ahí cuando me contactó—murmuró Lev—. Yo supe que era mi familia en el primer instante que la vi, la ayudé para que pudiese tener un refugio y las cosas pasaron demasiado rápido, fue cuando yo deje la unión de la Krug Ada, Justo cuando le pusieron precio a tu cabeza...

—Dijiste que era el último Nikolaev.

—Bueno, eres el hijo de la heredera principal, pero ella no tomó posesión antes de los 35 años, por lo que ahora solo quedará como consejera—murmuró como si fuera obvio—. Por derecho de herencia a ti te corresponde el liderazgo de la Bratva... pero no te presionaremos con esa ahora. Hace nueve meses, cuando te dejaron encerrado en ese cine, mi equipo logró rescatarlos a todos ustedes, y a ellos—señaló a Marlen y los tíos de Key—. Tenía un equipo listo y preparado para sacarlos de ese lugar, la base alpha, no te lo dije porque no me habrías permitido ayudarte si te contaba todo mi plan.

—No entiendo.

—Es sencillo, tenía todo un plan estructurado porque conocía la verdadera identidad de Lombardi, pero si te lo decía no me habías creído, me habrías tomado por loco, no tenía pruebas concisas más que suposiciones, pero eso fue suficiente para saber que había acertado cuando lo vi. Fue él quien te disparó, quería eliminar a todas sus competencias y supongo que de alguna forma retorcida, quería compartirla con Schiavone.

—Fue Schiavone quien me disparo—murmuré.

—No... haz memoria querido primo, ¿Había alguien más en ese cine, que se quedó hasta el final?

—Sólo... Arniel...

—Correcto—aseguró—. Por ese motivo todo lo que ustedes hacían era sabido por la Krug Ada, porque tenían el maldito líder a su lado. A decir verdad nos dimos cuenta demasiado tarde, yo creí que solo te querría sacar del camino causándote alguna herida, pero no, él lo que quería era asesinarte para eliminarte completamente como su competencia.

—Arniel es Massimo—murmuré—. Key... ¿Le hizo algo a ella?

—El maldito de Lombardi sacó su verdadero rostro frente a tu mujer, tenía el plan de secuestrarla, según él no tenía personas tan inteligentes a su lado, por lo que era más fácil porque estaba vulnerable, pero no contaba con la idea de que el Sacerdozio la protegería.

—¿Sacerdozio?

—Larga historia—murmuró la ministra—. Pero en resumen las antiguas familias que crearon la ISAMC, también pertenecían a la mafia, más concisamente a una organización llamada el Sacerdozio Mi tío abuelo la protege...

—¿Y que esperamos? Vayamos a verla.

—No—murmuró el ministro—. Igual que todos nosotros tienes ganas de verla, créeme que yo quiero ver a mis hijos y a mi nieto, pero no podemos hacerlo hasta que Arniel los declare muertos. Ahora los tiene como criminales de guerra y está rastreando cualquier movimiento extraño, tiene a todas las autoridades del mundo compradas, es imposible que traspasemos migración.

—¿Cómo?

—Le arrebató el puesto de ministra a Keyli, se hizo pasar por el bueno y marcó como traidores a Keylani y los otros, no sabemos dónde están en este momento, pero sí vamos allá es posible que nos sigan y no podamos protegerla, ni a ella ni a su hijo.

—¿Mi hijo?

—Su hijo, de ambos—murmuró Giandrick—. Ellos creen que estamos muertos, se comenzó un proceso legal para que ella lo adoptara, sin embargo el proceso indicaba que tenían que buscar a la madre biológica del niño. Luego de una orden de la jueza que llevó su caso, la clínica entregó los resultados de ADN... ¿Crees en el destino? Pues si no, te recomiendo que lo hagas... porque el óvulo que fecundaron con tus esperma, fue el que Keylani donó cinco años atrás.

—¿Cómo? ¿Entonces... Niall... es de ambos?

—Lo es—aseguró la ministra—. Les dije que tenía genes Kim, no me equivoco con esas cosas.

Miré la ministra sin poder creer sus palabras, Giandrick me extendió unos papeles y rápidamente los observé para encontrar que realmente el ADN de mi muñequita coincidía completamente con el de mi hijo. Sentí como si toda mi vida cobrará sentido, un sentido tan hermoso que realmente anhelaba regresar a su lado.

—¿Ella lo sabe?

—Si—murmuró Gian—. Se lo dijeron el mismo día que ese bastardo atacó...

Solté un ligero suspiro, sí ellos tenían razón realmente no podíamos regresar, porque eso pondría en completo peligro a mi muñequita y a nuestro hijo, incluso si no había sido concebido de la forma tradicional, compartía nuestra sangre y eso era suficiente para saber que debía protegerlos a capa y espada.

—¿Cuánto debemos esperar? —pregunté.

—Debemos esperar por lo menos, un par de meses hasta que ese bastardo se rinda y decida declararlos muertos, ese es el problema por el que ahora no podemos movernos libremente por el mundo, porque si detecta cualquier movimiento de alguno de nosotros o de nombres que claramente no estarán en su sistema, va a saber que es alguno de nosotros y nos seguirá hasta donde ellos se están ocultando—aseguró el ministro.

Mi mundo se había detenido en el mismo instante en el que había creído que estaba muerto, porque para mí, mi única vida era saber que mi muñequita estaba en el mismo plano existencial que yo. Realmente jamás había creído que toda mi existencia se reduciría a alguien, pero sinceramente no podía sentirme mejor, porque ella no era todo para mí y si eso significaba que no podía estar a su lado para protegerla, lo haría.

Seis meses antes del reencuentro.

No había dormido bien durante todos esos meses, cerraba los ojos y me imaginaba que en cualquier momento alguien podía atacar a mi familia, que alguien podía hacerle daño a mi muñequita o a mi hijo, incluso a mi padre.

Aunque me moría de ganas por ponerle una maldita bala en la cabeza al maldito bastardo que alguna vez había considerado mi mejor amigo, tenía que esperar a que la declarara muerta para poder hacer todo lo que mi mente estaba planeando, así también la podría poner a salvo a ella y a mi pequeño niño, los podía poner completamente bajo mi protección y no habría persona que pudiera dañarlos.

El sudor corría por mi rostro, mientras mis puños se estrellaban una y otra vez contra el costal de boxeo, no podíamos hacer mucho estando en ese lugar, por lo que la mayoría de mis días se iba en entrenamientos hasta quedar completamente deshecho, mi cuerpo había logrado adaptarse al cambio de temperatura y a todo lo demás que implicaba estar en una de las zonas más frías de Rusia. Mi anatomía también habia mejorado, me había esforzado durante esos nueve meses en mejorar mi condición física para poder ser mejor protector para mi familia.

Mis días se resumían en planificar estrategias, mirar a mi mujer en las fotografías que Archie se encargaba de enviarnos y entrenar hasta caer agotado. Era monótono y aburrido, los únicos momentos en los que podía respirar con tranquilidad y en donde sentía que mi vida estaba completa, era cuando podía ver en esas fotografías a mi mujer y mi hermoso hijo.

Archie, era el único que sabía que estábamos con vida, no sólo la habíamos elegido por la lealtad que había demostrado durante años, sino porque era el único que podía ayudarnos a no ser detectados en el momento que entabláramos contacto con él. Nos enviaba fotografías cada que podía, en unas podía ver una gran sonrisa de mi hijo, pero parecía que nunca lograba captar las sonrisas de mi hermosa muñequita. Cuando le había preguntado sobre ello, había dicho que ella no sonreía muy a menudo, que lo hacía en contadas ocasiones y sólo eran ocasionadas por Niall.

Resultaba que ellos también estaban esperando lo mismo que nosotros, que los declararan como muertos para poder hacer algo en contra de los bastardos que nos habían alejado, pero ese bastardo parecía no tener la mínima intención de rendirse en la búsqueda de mi mujer, sabía que no era idiota, no lo había sido cuando éramos amigos y no lo sería cuando éramos enemigos.

La vida se había convertido en algo monótono, había perdido cualquier sentido de pertenencia y lo único que sentía mi vida eran las enormes ganas de querer asesinar a ese bastardo, pero cuando lograba tranquilizarme y pensaba en la mujer que amaba, lo único que quería era tomarla, llevarla a una isla completamente desierta, llevarnos a nuestro pequeño con nosotros y poder tener una vida tranquila, en donde no tuviésemos que preocuparnos por psicópatas que nos perseguían.

Limpié el sudor de mi rostro y caminé hacía las bancas del gimnasio, encontrándome con Lev, quien me miraba con una sonrisa.

—Deja de mirarme así—gruñí—. Parece que quieres hacer cosas obscenas.

—Eso es asqueroso—aseguró con una carcajada—. Solo digo que serías un buen Boss.

—Ni lo sueñes—murmuré—. No seré un Jefe de nadie o un Pakhan. Mi vida no es la mafia.

—Lo es ahora—aseguró—. Y deberías tomar el poder, estoy seguro de que tu serías mejor líder que yo, yo prefiero los oficios de un Vor, aunque me parece anticuado ese término.

—¿Ladrón de la ley? Te queda el nombre.

—Igual que a ti te queda el de Boss o Pakhan—murmuró—. Todo el ejército te ve como su líder, tus entrenamientos han sido más fructíferos en un año que los míos en cinco, necesitan un líder que sepa pararse frente a ellos, no uno que se acobarde y no sea capaz de hacerle frente a bastardos.

—¿Y qué gano yo siendo el líder? —pregunté, colocándome la camiseta.

—Tú eres quien tomará las decisiones, quien dará las órdenes y quien tendrá todo el poder de la Bratva en sus manos. Deberás consultarlo con tu consejero, pero estoy seguro de que hay una persona que puede hacer ese trabajo a la perfección.

—No te hagas ilusiones, Lev, aun no acepto—murmuré.

—Pero lo harás—aseguró—. Tendrías el poder de ordenarnos que vayamos por tu muñequita cuando lo decidas.

—Eso es chantaje—gruñí—. No, Lev... no voy a aceptar así de fácil, sé que en sus leyes yo me he ganado el respeto de todos, pero no puedo ser su líder si mi lealtad es mi familia.

—Y la Bratva también es leal a una sola cosa, la familia—murmuró—. Amas a tu familia, así que si quieres protegerla, es alzándote como el Pakhan de la Bratva. Keylani ascenderá al poder como reina de la Cosa Nostra, es la legitima heredera, incluso, pasando a Arisbette o sus hermanos, Keylani por hazañas y lealtad es merecedora del puesto... ¿Te imaginas lo fuertes que serían?

—No crecí en este mundo, no sé cómo manejarlo y no serviría de nada que me alce como el líder de esta mafia si no sé cómo hacerlo, todo mundo se dará cuenta de que no soy de su mundo, yo crecí en un mundo militar.

—Y precisamente esa es la razón por la que serías el mejor líder que ha tenido la Bratva. Tienes una formación militar que te hace encargado de entrenar a mis soldados como yo nunca lo pude hacer, a pesar de que somos el ejército más fuerte de la vieja unión soviética, yo nunca había logrado lo que tú has logrado. Los soldados están más que entrenados, estoy seguro de que en el momento en el que tú te pares frente a ellos te entregaran su lealtad.

—Quizás tienes razón y ellos me entregaran la lealtad, pero eso no importa porque no sé en qué momento voy a poder regresar por mi muñequita, siendo el jefe no podría volver al mundo militar y ella pertenece al mundo militar.

Escuché unos pasos detrás de nosotros y al girar la mirada me encontré con los oscuros ojos del ministro.

—Ese es el mundo que nosotros creíamos nuestro, pero cuando regresemos no tendremos absolutamente nada, tendremos que comenzar de cero, construyendo una nueva unión y tratar de ganarnos el respeto de los demás ejércitos, eso funcionaría si lo hacemos nuevamente como fue hace años. Que las mismas mafias, creen una unión para proteger al mundo. Tú como líder de la Bratva, Keyli como la reina de la Cosa Nostra.

—Señor ¿Está de acuerdo con esto?

—Lo estoy—aseguró —. Cuando regresemos necesitaremos a todos los líderes de nuestro lado, tú eres uno de los más fuertes del ejército, si te conviertes en el líder de la Bratva ¿Te imaginas el poder que tendrás para protegerla a ella?

Levanté la mirada para observar al ministro, aunque sonaba un plan descabellado, y era cierto que la única manera de proteger a mi muñequita era siendo de los más fuertes, sabía que ella no se iba a quedar de brazos cruzados y en el primer momento en el que se le presentara la oportunidad de derrotar al mal nacido que nos habían separado, lo haría.

Me había criado en un mundo militar, pero jamás había sido un santo, era un monstruo que siempre buscaba la justicia por medio de la sangre, no era muy diferente a todos los mafiosos que estaban en ese lugar, era un sanguinario me gustaba serlo y más si se trataba de proteger a la mujer que amaba.

—¿Cuándo puedo tomar el puesto? —pregunté.

—Hoy mismo, si lo deseas.

Quizás estaba yendo contra mis principios, contra todo aquello con lo que mi padre me había criado, sin embargo lo hacía porque iba a proteger a mi muñequita sin importar que mi alma se consumiera y también porque sabía que ella no era débil, siendo la reina de la Cosa Nostra, sería imparable al igual que lo había sido como general. Si quería protegerla tenía que estar a su altura.

<<Muñequita... no importa como ... pero te protegeré de absolutamente todo>>

.

.

¿Qué piensan de Conall? 

¿Creen que hizo lo correcto?

¿Esperaban que su madre estuviera con vida? 

Ahora si, nos leemos pronto, muñequitos <3 Los quieroo!

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