Capítulo 09.

No fue un sueño.

"Los sueños se sienten reales mientras estamos en ellos. Solo cuando nos despertamos nos damos cuenta de que algo era realmente extraño". Inception.


A veces se necesita ser más fuerte que cualquier adversidad, se necesita pararnos firmes para darnos cuenta de que realmente necesitamos ser fuertes en los momentos en los que nos creemos perdidos, pero la vez que tenemos que ser fuertes para resistir el dolor que puede traer una adversidad que no sabemos cómo superar porque jamás la hemos vivido.

Pero también nos damos cuenta de que nuestra inteligencia emocional es aquello que debe reinar en nuestras mentes, debemos de ser inteligentes en el momento de aceptar la realidad y de darnos cuenta de que muchas cosas que nosotros estábamos viendo no eran realidad, muchas veces como humanos nos creamos ilusiones que son solamente recuerdos para mantenernos con vida. Pero muchas otras veces nosotros nos aferramos a que ello es una mentira y queremos vivir en la fantasía de que nada de lo que está ocurriendo es una realidad, ahí es cuando disociamos con nuestra propia mente.

Los primeros meses después de la muerte de mis padres y del hombre que tanto había amado, mi corazón se había sumergido en un profundo dolor del que sólo lograba sacarme mi pequeño niño, mi pequeño angelito que sonreía y me decía lo mucho que me amaba a cada segundo para que me sintiese querida por él. Realmente era lo único que me había mantenido a flote, porque ni siquiera los recuerdos de ellos me hacían sentir bien.

Mi pequeño niño había sufrido tanto como yo con la pérdida de todos ellos, las primeras semanas después de que había despertado de ese coma, siempre me preguntaba por sus abuelos pues quería ver a su belita Ari, quien siempre lo consentía horneando pasteles o galletas, porque ella incluso siendo la ministra de una organización militar, siempre tenía tiempo para su familia. Eso era lo que más me gustaba de mi madre, que ella sin importar absolutamente nada siempre tenía tiempo para mí o para mi familia.

Incluso con su recuerdo intacto mi corazón dolía cada instante, trataba de disimularlo para no hacer sentir mal a mi pequeño o a los que convivían conmigo día a día, porque estaba completamente segura de que ellos no tenían la culpa de absolutamente nada, por lo cual no tenían que soportar mi mal genio o mis llantos esporádicos, que me daban en los momentos que me quedaba completamente sola en la habitación.

Incluso si el fin del mundo llegaba, yo sentía que ya no perdería nada, pero fue en el momento en el que me di cuenta que yo debía luchar por mi pequeño, no importaba si ya me había quedado completamente sola en el mundo, a él no lo dejaría solo. Me aseguraría darle tanta felicidad que cuando creciese no sintiera que alguien lo había abandonado, incluso si su padre no estaba con nosotros me aseguraría de amarlo por los dos, esa era la razón por la que me había esforzado tanto en amarlo y en darle la felicidad que nadie le daba.

Mi pequeño gran valiente, mi pequeño era tan valiente que realmente no había tenido miedo en el momento en el que nos habíamos visto atacados dos años atrás, no había opuesto resistencia cuando me vio en los brazos de su abuelo quién me cargaba después de haberme inyectado un calmante. Me habían dicho que incluso mi pequeño se había quedado a mi lado durante las 3 semanas que había estado completamente inconsciente, que me había hablado todos los días y me contaba todo lo que hacía, que no había llorado y que incluso se había comportado como un pequeño hombrecito.

Por eso lo había nombrado así, porque era pequeño gran valiente, sin importar que todo el mundo se le estuviese cayendo encima no había dejado de sonreír y se había preocupado por mí, porque realmente me amaba y quería que estuviera a su lado.

Cuando lo llevamos a su primera revisión médica, después de que mi nonno se asegurarse de llevar a Sicilia a uno de los mejores doctores del mundo, nos confirmó que Niall no solo tenía mi sangre en sus venas, sino que también habia heredado mi memoria eidética, lo que significaba que podía recordar imágenes, olores, sabores y sonidos desde que era un bebé. También lo habia calificado como un niño super dotado, mi niño con tan solo 3 años ya había aprendido a leer y escribir, sabía sumar, restar y multiplicar sin un solo problema, por ese motivo tenía clases todos los días y con los mejores profesores que estaban enseñándole una vida académica desde pequeño.

Al principio yo realmente me había preocupado porque mi pequeño no disfrutase de su infancia como era debido, pero el pediatra que lo atendía me había asegurado de que no tenía por qué quitarle su infancia, que podía desarrollar sus habilidades de forma divertida y siempre cuidando su bienestar. Por eso, hasta que cumpliese los seis años, tendría clases de cinco horas diarias, aunque algunas las tomaba con Kennett o Charly, quienes le enseñaban medicina y mi hijo parecía disfrutarlo más que nada.

Habíamos aprendido a vivir sin el dolor que nos provocaba saber que habíamos perdido a personas realmente importantes en nuestra vida, sin el calor y el cariño de su padre, las galletas y los almuerzos de mi madre o los consejos y regaños de mi padre. Dolía como un carajo, realmente lo hacía, pero sabía que debíamos superarlo para poder tener una vida estable y bonita, para poderle dar a mi pequeño una vida en la que no tuviese miedo y que por supuesto, fuese feliz.

Pero en mi cabeza nunca estuvo que mi familia podía seguir con vida, realmente jamás lo había pensado con claridad porque yo estaba segura de qué habían muerto en el cine después de la explosión, era imposible que alguien saliera ileso de esa explosión, incluso nosotros estando en una distancia considerable, habíamos sufrido daños. Pero de cierta manera sentía que el dolor que había sentido durante todo ese tiempo se había reducido a nada, no me importaba lo que hubiese ocurrido o todo lo que seguramente implicaría su regreso, lo único que podía hacer era agradecer al cielo.

Después de todo eso era lo que es suplicaba todas las noches, mientras lloraba hasta quedarme dormida, todas las noches suplicaba por qué todo lo que hubiese ocurrido fuese un sueño, porque los dos años de soledad y tristeza fueran un simple sueño, una pesadilla que me atormentaba. Ni siquiera estaba molesta porque me lo hubiesen ocultado, ni siquiera les exigiría una explicación o por lo menos no lo haría hasta darme cuenta de que ellos realmente estaban con vida.

Aunque me conocía, incluso si me molestaba, minutos después me abrazaría a ellos con fuerza para que nunca más me volvieran a dejar sola, no queria que volvieran a hacerlo, no queria que me volvieran a dejar en ese profundo pozo de soledad. Los amaba tanto que realmente no me importaba lo que hubiesen hecho en todo ese tiempo.

—Mami esta dormida—susurró Kennett a mi lado.

—¿No va a despertar? —preguntó mi hijo y sentí sus manitas agarrar la mía—. No quiero que se vaya...

—No se ira, peque—murmuró mi nonno—. Solo está durmiendo, está muy cansadita... ¿Qué te parece si comemos un helado mientras mami despierta?

—No quiero helado—murmuró y me imagine su pucherito—. Quiero a mi mami... me prometió regresar cuando terminara el principito...

Luché contra las ganas de seguir dormida, mi pequeño me necesitaba y estaba completamente segura de que necesitaba saber que estaba bien, sabía que tenía demasiado miedo, no me habia visto mal desde dos años atrás y podía suponer lo confundido y triste que estaba.

—Vamos, enano—murmuró Hunt—. ¿Por qué no vamos a la playa?

—¡No! —chilló y lo sentí aferrarse más a mi—. ¡Quiero a mi mami!

—Niall, vamos a comer— murmuró Hunt.

—¡No! Yo de aquí no me muevo, voy a volver a leer el principito... mami prometió algo—murmuró y escuché sus pasitos por la habitación.

<<Mi pequeño berrinchudo>>

Traté de abrir los ojos, mientras seguían tratando de convencer a mi hijo que me dejase descansar, no quería eso, lo único que anhelaba era abrir los ojos y ver a mi pequeño angelito, lo queria entre mis brazos para estrecharlo y mostrarle todo el amor que le tenía.

Abrí los ojos con pesadez, sentía unas enormes ganas de volver a cerrarlos para no sentir ese horrible dolor perforando mis corneas, dolía como si me encajasen mil agujas en los ojos y la luz que entraba del balcón era aún peor para toda esa sensación. Realmente quería volver a cerrar mis ojos para seguir durmiendo hasta sentirme completamente renovada, pero la vocecita de mi niño era como la fortaleza que necesitaba para abrir completamente mis ojos.

—¿Key? —preguntó Kennett—. ¿Puedes oírnos?

Solté un gemido cuando traté de moverme y el dolor opacó completamente mis movimientos, realmente dolía como un carajo sentir que me habían perforado el abdomen con una bala, no sabía qué procedimiento me habían realizado pero estaba segura de que me habían abierto más de lo que la bala había hecho. Ese dolor punzante sólo era sinónimo de que había tenido una cirugía y no estaba segura de querer que mi hijo me viera de esa manera.

—Pequeña—murmuró mi nonno—. ¿Estas despierta?

—Lo estoy—murmuré aguantando el dolor—. ¿Por qué duele tanto?

—Te realizamos una cirugía, tuvimos que cortar la zona que cauterizamos y cerrar capa por capa de tu piel, la bala no perforo ningún órgano importante.

—¿Qué hace Niall aquí? —murmuré,

Enfoqué a mi pequeño niño en pijama, que parecía habia logrado tranquilizarse en uno de los sofás de la habitación.

—No ha querido dormir en otro lado, tampoco comer o jugar—murmuró Kennett—. Dijo que no se movería de aquí, quiere cuidarte.

—Mi amor—susurré llamando su atención.

—¡Mami! —chilló

Mi pequeño niño dio un gran salto del sofá y comenzó a correr en mi dirección con una gran sonrisa surcando sus pequeños labios, podía ver sus ojitos llenos de lágrimas y ese miedo que tanto temía ver, por las bolsas oscuras bajo sus ojitos podía saber que realmente no había dormido y me preocupaba saber que tampoco había comido.

Kennett me ayudó a sentarme en la cama para poder ver a mi pequeño de una mejor perspectiva, me daba temor ver su carita tan preocupada y sus ojitos llenos de lágrimas me partían el corazón, no lo había visto así desde el momento en el que le había dicho que su padre no volvería y se había ido con Dios.

—Mi pequeño gran valiente—susurré.

Subió a la cama con tanta velocidad que fue imposible para todos los que estaban en la habitación detenerlo y yo tampoco me opuse a sentirlo cerca, mirar a mi pequeño niño era lo único que había pensado durante todo el tiempo que había estado dormida o por lo menos eso era lo que recordaba.

—Mami—susurró abrazándome con delicadeza.

—Mi niño—murmuré besando su coronilla—. Ya estoy de regreso, mi bebé...

—Mami—sollozó—. C...Creí que te habia pasado algo. T...Tuve mucho miedo y nonno me dijo que tenía que comer, pero no queria comer sin mami...

—Mi pequeño angelito—murmuré besando su carita—. Debes comer, peque... no puedes quedarte sin comer lo necesario, sabes que para crecer fuerte y grande, debes de comer todo el tiempo.

—P...Pero no tenía hambre—murmuró.

—Y si te pido que comas ahora, ¿Iras con tío Hunt y comerás?

—¿T...Tú vas a venir?

—Debo quedarme aquí, mi amor—murmuré—. O mi herida puede abrirse y no podremos celebrar navidad en la playa...

—Cierto, mami—murmuró con un puchero.

—Ve a comer, mi amor—murmuré.

Dejé un beso en su rebelde cabello cobrizo y le sonreí. Mi pequeño hijo sonrió y miró en otra dirección, pero yo no despegué la mirada de él, saber que mi bebé estaba a salvo era suficiente para sentirme tranquila y en casa.

—Mami... ¿Puedo contarte un secreto? —susurró.

Solté una pequeña risa y asentí.

—¿Qué secreto, bebé?

—Puedo ver a papi—susurró—. Pero no le digas a nadie... creo que papi vino a verte a ti...

Levanté la mirada al escuchar a mi hijo, como cada vez que lo veía mi corazón comenzó a latir como un loco, la respiración se me agitó y fue como si de repente sintiera un balde de agua fría sobre mi cabeza, miré hacia el hombre que estaba recargado en el umbral de la puerta, parecía que no había pasado ni un solo segundo alejado de mí, no tenía ni un solo rasgo diferente era tal cual lo recordaba. Su barba se encontraba más perfilada y su cabello un poco más corto, pero a pesar de todo, era mi hombre.

—Mi amor—murmuré hacia Niall—. Es papi...

—Pero dijiste que Diosito no hacía excepciones—murmuró con un gesto extrañado.

—Parece que esta vez hizo una—murmuré —. ¿Por qué no vas a averiguar que sea papi?

—¿Puedo?

—Si, mi amor—murmuré besando su cabecita—. Corre, ve a ver a papi.

—¡Si, mami! —chilló.

Mi pequeño bajo de la cama a toda velocidad, y sin pensarlo comenzó a correr hacia el hombre que parecía piedra, parecía que no podía creer ver a su hijo tan grande, tan bonito y tan él, levantó la mirada hacia mí, como interrogándome si era prudente abrazarlo. Le di una pequeña sonrisa, Niall lo habia extrañado tanto que si no lo cargaba estaba segura de que le daría un gran golpe por no haberlo hecho.

Conall se inclinó, atrapando a mi pequeño en un abrazo. Sentí como si mi corazón volviese a sentirse completo, como si la parte que había desaparecido de él dos años atrás hubiese regresado y el dolor que había sufrido durante todo ese tiempo se redujese a nada, realmente no me importaba absolutamente todo lo que estaba a mi alrededor, sólo con ver al hombre que amaba abrazando a mi pequeño hijo, era suficiente para sentirme en casa.

—Es él—susurré.

—Lo es—aseguró Kennett—. No lo asesines antes de tiempo, quiero que nos dé la explicación que merecemos.

Solté un pequeño suspiro al ver que mi hijo se afirmaba fuertemente a su padre, como si tuviese miedo de que nuevamente desapareciera o quizá, al igual que yo, sentía que era sólo un sueño o una alucinación lo que estaba ocurriendo. Era casi surrealista ver a ese hombre que yo había visto desangrarse en mis brazos.

Pero era él, estaba completamente segura de que no era una alucinación, no podía serlo cuando mi corazón vibraba con tanta energía como la que no había sentido durante dos años, era como si ese pequeño órgano quisiera lanzarse a sus brazos, como si mi cuerpo mismo reaccionara completamente sólo con él, como si su presencia fuese lo único que me mantenía con vida y lo único que hacía vibrar a mi cuerpo de maneras que ni siquiera yo sabía podía hacerlo.

—Creo que es momento de que los dejemos solos—murmuró mi nonno—. Aunque estoy seguro de que hay otro par de personas que estan ansiosos por verte.

—Le diré a Conall que los llame—murmuré con una pequeña sonrisa.

—¿Sabes? Me gusta como sonríes, no veía que lo hicieras con sinceridad desde que llegaste—murmuró con una pequeña sonrisa, se acercó a mí y deposito un beso sobre mi coronilla—. Te quiero, pequeña...

—Te quiero, nonno—murmuré.

Kennett y mi nonno salieron de la habitación, Hunt solo me dio una pequeña sonrisa y un asentimiento, en señal de que era una realidad que ellos estaban en ese lugar, que estaban con vida y que no sólo era mi cabeza tratando de ocultar todo lo que estaba ocurriendo, no me estaba volviendo loca y ellos estaban con vida, estaban en el mismo lugar que nosotros.

—Deberían reunirse—murmuró Kennett palmeando el hombro de su hijo—. Ya tendremos tiempo de hablar.

—Gracias por cuidarlos, papá—murmuró.

—Estoy seguro de que ahora que estas de regreso, tú puedes cuidarlos mucho mejor que yo... además créeme que ambos te han extrañado demasiado. No debe hacer movimientos bruscos y debe permanecer acostada hasta mañana, más tarde haré que le traigan avena, es lo único que podrá comer hasta mañana.

—Está bien—murmuró Conall, aun con nuestro hijo entre sus brazos.

Sentí que mi corazón latía de una manera desenfrenada, cuando Kennett nos dejó solos en la habitación. Conall levantó la mirada y pude ver esa Suavidad y amor a la que tanto estaba acostumbrada, ver sus hermosos ojos de color gris era como saber que estaba terminando una de las tormentas más fuertes de mi vida.

Se acercó a la cama con tranquilidad mientras nuestro pequeño se aferraba a sus brazos como si tuviese miedo de que volviese a desaparecer, y lo entendí perfectamente, yo también tenía el mismo miedo de sentir que de un momento a otro ese hombre podía volver a desaparecer de nuestras vidas y nos volveríamos a asumir en ese profundo hoyo del que tanto nos había costado salir.

Cuando su aroma llegó a mis fosas nasales, fue como si toda mi vida se redujera ese momento, como si el verdadero dolor que había sentido durante dos años no fuese absolutamente nada y no me importaba ni siquiera lo que había ocurrido, no importaba que se había ido y nunca nos había dicho que seguía con vida, ni siquiera estaba molesta o tenía planes de reclamarle, porque yo solo había sentido el dolor de mi corazón al no tenerlo cerca y no me importaba los motivos o las razones, volverlo a tener a mi lado era como volver a sentir que mi corazón latía.

—Mami—susurró Niall con sus ojitos llenos de lágrimas—. Es papi... si es papi...

—Lo sé, mi amor—murmuré.

Mi mirada se conectó con esos gris tormenta, haciendo que mi corazón comenzara a latir con una velocidad que estaba segura sobrepasaba cualquier marca. Lo miré, esos ojos tan hermosos y penetrantes, esos que eran mi lugar seguro incluso en mis sueños.

—Mi muñequita—susurró.

—Si te vuelves a ir, Niall y yo vamos a amarrarte—murmuré.

Soltó una pequeña risa, mientras dejaba a mi pequeño sobre la cama. Niall nos miró con una energía que estaba segura no habia visto en dos años, mi pequeño niño sonreía con real alegría, como si sintiera que su corazón volvía a estar completo.

—Papi—murmuró—. Deberías besar a mami.

Solté una pequeña risa ante las palabras de mi pequeño. Le di un pequeño asentimiento a Conall, quien sin dudarlo un solo momento, se sentó sobre la cama, me miró con ese amor y dulzura que tanto había extrañado.

Una lagrima cayó por mi mejilla, el dolor de haberlo perdido desapareció y lo único que habia en mi corazón era la mágica esperanza de que todo podía retomarse en como lo habíamos dejado dos años atrás. Su mano se coló detrás de mi nuca, erizando mi piel de la manera que solo él era capaz de lograr.

—No sabes cuanto te he extrañado, mi amor—susurró.

—Y yo a ti—susurré de regreso—. Aunque tu nota debía decir que no eras Casper...

—¿Casper? ¿Cómo el fantasma? —preguntó, mirándome a los ojos.

—Como el fantasma—murmuré con los ojos inundados de lágrimas.

—Casper no te habría hecho sentir como yo lo hice, muñequita—murmuró.

—Cállate y bésame—exigí.

—Tus deseos son ordenes, mi amor—murmuró.

Sus labios chocaron con los míos con tanto frenesí que sentí que todo mi cuerpo dejaba de sentir, como si de repente, ambos comenzáramos a flotar en el espacio, con una burbuja cargada de amor a nuestro alrededor. Cerré mis ojos, disfrutando de los cientos de sensaciones que sus labios provocaban en mí.

Me sentía alucinada, mi corazón bombeaba con tanto frenesí que era imposible para mi sentirme totalmente cuerda, sentía que de una u otra manera estaba flotando, como si mis pies no fuesen capaces de ponerse sobre la tierra.

El calor que me provocaba la corriente eléctrica que nacía en mis labios me hacía sentir completamente aturdida, lo había anhelado tanto que en ese momento parecía una jodida fantasía. Pero mi corazón lo sentía y mi cuerpo lo comprobaba, era él. Mi hombre.

Rodeé mis brazos detrás de su cuello, deseando volverme una con él. Tanto habíamos sufrido, tanto habíamos anhelado ese momento que parecía completamente extraordinario que estuviera ocurriendo. No me importaba una mierda, nisiquiera que habíamos declarado una segunda guerra.

—Casémonos—susurré sobre sus labios.

Sentí su sonrisa sobre mis labios, el placer de sentirlo completamente mío era inigualable, lo quería como no habia querido a nadie nunca, no me importaba si nos acabábamos de reencontrar, si tenía mil explicaciones que darme, lo quería sentir completamente mío.

—Es la propuesta más romántica que has hecho—susurró—. Pero... Soy yo quien debería pedirte que te cases conmigo.

—Pero yo lo propuse primero—murmuré.

—Entonces, yo acepto—susurró—. ¿Quieres casarte conmigo?

—Es la tercera vez que te digo que si—murmuré.

—La tercera es la vencida, mi amor—murmuró con una pequeña risa.

—Más te vale que sea la definitiva—susurré.

Volví a tomar sus labios con todo el amor que le tenía.

Nuestros labios volvieron a juntarse en uno solo, haciendo que todo mi ser se estremeciera en la necesidad de sentir por el resto de mi vida sus labios sobre los míos, mi corazón lo había anhelado tanto que realmente sentirlo tan cerca de mí era como volver a recordar que no había pasado ni un solo minuto de mi vida durante esos dos años.

Lo amaba, realmente lo amaba y no me importaba absolutamente nada, solo saber que él estaba de regreso era suficiente para que mi corazón se sintiera seguro, para no volver a negar ese amor que nos habíamos entregado tiempo atrás y que por azares del destino se había visto pausado tras la pérdida de él.

—Sí esa es tu respuesta entonces sí quiero casarme contigo y pasar cada momento del resto de mi vida a tu lado—susurró sobre mis labios.

—Papi—murmuró Niall.

—¿Dime enano? —preguntó Conall.

—¿Vas a quedarte? ¿No tienes que regresar con Diosito?

Conall me miró con una ceja arqueada y negué, mi pequeño niño habia sufrido demasiado al saber que su padre nos había dejado, claro que deberíamos la explicación verdadera pero primero teníamos que esperar a que se fuera lo suficientemente maduro para procesarlo y no sentir que le habíamos mentido.

—No, pequeño—murmuró Conall abriendo los brazos para acunar a Niall entre sus brazos—. Jamás los volveré a dejar solos, no importa que sea lo que pase...

Conall nos estrechó en un fuerte abrazo a los dos, sentí su calor embriagarme completamente y la parte que había faltado en mi corazón durante esos dos años apareció de repente ser encontrada y alineada a la perfección con las demás piezas.

—Te extrañamos—murmuró Niall.

—Y yo los extrañe a ustedes, pequeño—murmuró besando su cabecita—. Pero creo que es hora de que duerman, mañana por la mañana podemos hacer todo lo que tengan planeado.

—¡Pero es temprano! —reclamó mi pequeño con un puchero—. ¡Mami, podemos llevar a papi a la playa!

—Enano—murmuré despeinando sus cabellos cobrizos—. No puedo moverme ahora y creo que papi también quiere descansar, debió ser difícil su camino de regreso con nosotros ¿No lo crees?

Niall hizo un gesto pensativo, colocó su manita debajo de su mentón como si estuviese analizando todas las alternativas para lo que estábamos diciendo, frunció su ceño, intercambiando la mirada entre su padre y mis rostro.

—Papi—murmuró—. ¿Estas cansado?

—Si, pequeño—murmuró Conall—. Muy cansado y ahora lo único que quiero es dormir a lado de mi mujer y mi hijo.

—Entonces... deberíamos dormir... mami tampoco duerme mucho por las noches.

—Tu hijo tiene razón, han sido dos años en los que no he podido dormir bien... así que no voy a dejar que te levantes hasta que duerma lo suficiente—murmuré, acurrucándome en Conall.

—Ven entonces—murmuró, colocándose detrás de mí y abrazando mi cintura con suma delicadeza—. Pequeño, ¿por qué no proteges a mamá desde el otro lado?

—Si, papi—murmuró mi hijo.

Me dio una pequeña sonrisa y se acomodó frente a mí, asegurándose de no tocar mi abdomen que estaba segura tenía cientos de vendas alrededor. Poco a poco sentí las caricias de mí hombre en mis brazos, haciéndome sentir como si estuviese en casa y realmente adorada, no existía dolor en esa cama por supuesto que el amor que nos teníamos era más fuerte que cualquier otro sentimiento.

Por primera vez en dos años logré conciliar sueño sin sentir que la vida se me iba con cada pesadilla que aparecía en mi mente, porque ni siquiera hubo oportunidad de tener pesadillas, lo único que podía soñar era en esos hermosos ojos grises que había extrañado tanto, en esa parte de mi corazón que se había marchado pero que por gracia del destino había regresado a mi lado, no existía más dolor a pesar de que mi corazón se repararía aún más al reencontrarme con mi familia.

Abrí los ojos, cuando sentí un par de labios besar mi rostro, podía escuchar las juguetonas risas de mi pequeño y los sonidos para que guardase silencio de mi hombre, en ese momento supe que toda mi vida sin importar lo que ocurriese a mi alrededor, si los tenía ellos dos mi vida estaba completa, aunque Claro que extrañaba a mi madre y a mi padre, también sabía que yo había comenzado a formar mi nueva familia y en ese momento tenerlos ahí a mi lado, era como sentir que todo estaba completo, como si el rompecabezas de mi corazón hubiese encontrado la pieza perdida.

Solté una pequeña risa, cuando los labios de Conall aterrizaron sobre los míos, haciéndome sentir incluso más amada de lo que me había hecho sentir durante toda la noche, no había sido necesario hacer ninguna cosa, con el simple hecho de tenerme entre sus brazos era suficiente para sentirme segura y amada, para saber que mi hogar estaba a su lado, que sin importar lo que ocurriese a nuestro alrededor, si él me tenía entre sus brazos era mi lugar seguro, mi protección en la tormenta.

—Fuchi—murmuró Niall—. Papi besó a mami.

—Ayer me pediste que lo hiciera—bromeó Conall.

Me dio un segundo beso con delicadeza.

—Ayer—murmuró mi hijo—. Hoy no quiero que beses a mami, estoy enojado...

—¿Estas enojado? —pregunté con una ceja arqueada.

Conall me ayudó a sentarme sobre la cama, el dolor había disminuido casi a la mitad y ya no sentía como si un hierro caliente me atravesara la herida cada que hablaba o me movía un par de centímetros.

—Si—contestó mi hijo inflando sus mejillas—. Papi se fue y no nos dijo...

Solté una pequeña risa, abrí mis brazos para que mi pequeño me abrazara.

—Mi amor—murmuré acariciando sus cabellitos—. Papi regreso... seguro lucho contra dragones y monstruos gigantes para poder regresar con nosotros... ¿No crees que deberíamos perdonarlo? Tú querías que papi regresara y está aquí, no podemos enojarnos...

Mi pequeño volvió a hacer el tierno gesto de pensar las cosas, como si estuviese analizando todas las respuestas que le había dado o si tuviese alguna otra idea de lo que podía hacer. Miró a Conall, con ese gesto tan decidido que se parecía a mí, infló sus mejillas y enarco una ceja para interrogarlo, tal como yo lo hacía cuando él cometía una travesura.

—Papi—llamó con seriedad—. Mami y yo estamos enojados porque no nos dijiste que te irías, mami lloró muchote cuando te fuiste y creo que no te perdonaremos hasta que nos compres tres, no, seis litros de helado de chocolate... y si nos cuentas a cuantos dragones derrotaste.

Conall soltó una fuerte carcajada, mi pequeño estafador incluso con su padre era chantajista.

—¡Niall! —regañé.

—Perdón, mami—murmuró con un puchero.

Escuché unos toques en la puerta y un par de segundos después se abrió, dándole paso a mi tío, quien me regaló una sonrisa cargada de alegría, seguramente saber que su hermana seguía con vida era lo que más lo llenaba. Le regresé la sonrisa, viendo cómo se acercaba hacia mí para poder revisar la herida o quizás los líquidos que me estaban pasando vía intravenosa.

—Bien—murmuró con una sonrisa—. Espero no interrumpir nada... Niall, hay unas personas que te hornearon pasteles en la cocina, ¿Por qué no vas a verlos?

—¿Quiénes, tío? —preguntó mi niño.

—¿Por qué no lo averiguas por ti mismo? Yo debo hablar con mami un ratito y después bajaremos a desayunar con todos ustedes... ¿De acuerdo?

—¡Si, tío! ¿Mami podrá ir a la playa?

—Posiblemente—aseguró mi tío con una sonrisa hacía mi hijo.

—¿Puedo ir, mami? —preguntó Niall.

—Ve, mi amor, pero nada de chocolate... seguro Nonno te dio bastante.

—¡Sí! —chilló con una sonrisa.

Bajó de la cama y comenzó a correr hacia la puerta, pero antes de salir se regresó y le dio un fuerte abrazo a su padre, como si tuviese miedo de que al regresar no lo encontrara. Sentí una pequeña punzada en mi corazón porque yo sentía lo mismo, tenía miedo de quedarme dormida y al despertar no encontrarlo.

Después de despedirse salió corriendo de la habitación, mientras gritaba a su abuelo y a nonno.

—¿Qué ocurre, tío? —pregunté al ver su mirada sería.

—Key—murmuró—. Tuve que mandarte hacer algunos estudios después de realizarte una placa para sacarte la bala que se incrustó en tu abdomen, sé que sonará un poco extraño pero en la placa encontré algo que me sorprendió...

—¿Es malo? ¿Otro tumor?

Mi tío guardo silencio, se acercó a lo que parecía ser una mesita médica y tomó unos papeles.

—De hecho es todo lo contrario... hace 4 años cuando te diagnostiqué infértil, todo el manto uterino estaba completamente vulnerable, por lo que era imposible poder concebir un hijo sin que tu vida se pusiese en riesgo. Sin embargo... en estos estudios, pudimos darnos cuenta de que habíamos cometido un error al decir que eras infértil, tu útero sólo necesitaba repararse a sí mismo para que pudiese mantener una vida dentro de ti.

—¿A qué vas? —pregunté.

—Keyli—murmuró—. No eres infértil... a pesar de que estuviste con la droga una gran cantidad de tiempo, estos cuatro años de completa abstinencia y de sanación, han funcionado para que tú útero vuelva a ser habitable, para decirlo de una forma que se entienda. Eres completamente fértil. Te envié a hacer más pruebas para no darte falsas esperanzas, pero por lo que pudimos darnos cuenta, el problema por el que no podías quedar embarazada era porque tu útero estaba demasiado débil para soportar una vida dentro de él, pero considerando que en estos momentos tu útero está completamente sano, ya no hay impedimentos para que puedas quedar embarazada.

Sentí como si mi corazón comenzara a bombear incluso con mayor frenesí, Conall tomó mi mano entre la suyas, dándome una fortaleza que ni siquiera yo sabía que necesitaba, pero que de cierta manera yo misma sabía que lo requería. Era como si por fin el universo nos estuviese sonriendo y nos dijese que no importaba cuánto tiempo pasará, si las cosas estaban destinadas ocurrirían.

—¿Puedo ser madre? ¿De forma natural?

—Tendríamos que hacerte análisis sanguíneos y cientos de pruebas médicas para poder dictaminarlo, además de acabar con todas las personas que quieren hacerte daño, pero si logramos aprobar todo eso, podrás ser madre de forma natural... quizás con un par de tratamientos hormonales, pero eso sería lo único que necesitaríamos.

Mis ojos se inundaron de lágrimas sin poderlo evitar, era como si realmente todos esos 2 años de muerte y soledad hubiesen quedado en el pasado, pero en un solo día darme 2 noticias hermosas, no era como si en ese momento quisiera correr y quedar embarazada, porque como lo había dicho mi tío necesitábamos eliminar a todas las amenazas contra mi familia, pero saber que podía ser madre de forma natural era como sentir que mi corazón volví a estar sano.

Amaba a Niall como si lo hubiese cargado en mi vientre, lo amaba con todo mi corazón, pero mi sueño de ser madre era algo que anhelaba.

—Te prometo, mi amor, que primero terminaremos con esos dos bastardos y luego, podremos tener la vida que siempre hemos soñado—murmuró besando mi mejilla.

—Me alegró ser portador de buenas noticias, si ustedes lo deciden, yo me encargaré de que en el momento que quieran conseguir llevar todo su proceso, conozco a una buena ginecóloga que nos podría ayudar con ello y también a un par de urólogos para que realice un tu operación de reversión de la vasectomía.

—Nada me haría más feliz—murmuré.

Charly me dio una pequeña sonrisa.

—Yo creo que si—murmuró señalando a la puerta.

Mi corazón se dio un vuelco al ver a mis padres frente a la puerta, un nudo enorme se atoró en mi garganta y las ganas de llorar me invadieron, los había extrañado tanto que realmente sentía como si mi corazón volvía a estar completo, la parte que ocupaba mi familia se había quebrantado en miles de pedazos, pero al tener a mis padres frente a mí, era como si ellos con una hermosa cintita de corazones dejaran cada uno de los pedacitos rotos de mi alma.

—Mi pequeña florecita—murmuró mi madre.

—Mami—murmuré.

No espere mucho tiempo antes de abrazar a mi madre, estár entre sus brazos era como sentir que la pequeña niña perdida había encontrado su hogar, realmente me había sentido como una niña que había sido extraviada, sin un camino y sin unos padres amorosos que me abrazaran. Pero sentir que ellos estaban ahí era suficiente para que todos los pedacitos de mi alma volvieran a juntarse.

—Te extrañamos tanto, pequeña—murmuró mi padre, abrazándonos a ambas.

—Y yo los extrañé—murmuré—. Los extrañé mucho.

Volví a llorar entre sus brazos, pero no me daba miedo o vergüenza, me había hecho la fuerte durante dos años para proteger a todos los que amaba y aunque sabía que no debía bajar la guardia, sabía que no estaba completamente sola, era suficiente para poderme permitir ser humana.

Después de otro gran rato de abrazos, nos separamos con el sonido de unos pasitos llegando a la habitación.

—Mira, tío y ella es mi mami—murmuró mi hijo.

Levanté la mirada, encontrándome con los ojos burlones de un hombre realmente parecido a Conall.

—Después de todo, hierva mala nunca muere—aseguró riendo—. Tenemos todo listo, señor, para el cargamento que saldrá por la tarde—murmuró y lo miré sin entender.

—Asegúrate de que les llegué calientito—aseguró Conall con voz firme.

—Estoy perdida—murmuré—. ¿Qué ocurre?

—El Boss y UnderBoss de la Bratva les enviarán un obsequio—murmuró Lev.

—Larga historia—murmuró mi padre—. Tendremos tiempo de contarte, lo prometo.

—¿Ellos son los que dijiste? —pregunté a Lev.

—Bueno, yo solo mencione al Boss y por lo que veo, tenía razón en que caerías redondita a sus encantos.

Miré a Conall, con cientos de preguntas, sin embargo, no podía culparlo, en realidad no podía decirle ni una sola palabra porque así como él habia buscado protección, nosotros también, lo que nos habia convertido en pocas palabras en los jefes, de diferentes mafias, pero que nos uníamos por algo más fuerte que todo eso. 

.

.

.

No estoy llorando, ¿tú estás llorando? ;)

¿Qué les pareció este capítulo? 

¿Qué piensan del reencuentro de Conall con Niall y Keyli? 

¿Qué creen que pase a partir de ahora?

Créditos de la imagen a la página oficial de Instagram de Can Yaman. La encontré anoche y no pude evitar pensar que así se vería nuestro Conall con Niall en brazos. La amé.

¿Diganme que no soy la unica que se los imagino así?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top