Capítulo 07.
Más que alucinación.
"Todo lo que vemos o parecemos no es más que un sueño dentro de un sueño". ~Edgar Allan Poe.
A veces dicen que el amor es tan fuerte que vence la muerte, qué es capaz de destruir las leyes de la vida para dejarnos tener a las personas que amamos para el resto de nuestra vida, que incluso el universo se apiada de nosotros y nos deja por fin tener un momento tranquilo con esas personas qué se marcharon antes de tiempo. Nos muestra que realmente es piadoso y que a veces lo que creemos que había ocurrido sólo era una perspectiva de la situación, algo completamente diferente a lo que en realidad ocurrió.
Mi madre siempre había dicho que el amor podía llegar a ser la fuerza más poderosa y vital de la Tierra, que si todo el mundo amara, entendería la fuerza que se necesita para superar una muerte o para tener un poco de bondad en su corazón, ella siempre había dicho que el amor era tan fuerte que podía desterrar reinos y hacer sufrir a incrédulos de la fuerza de este.
Que era tan fuerte que podía destruir las leyes naturales de la vida, que podía vencer la muerte para poder seguir con la persona que amas, incluso si tu muerte está escrita en el destino porque nada es imposible para dos almas que se aman tan fervientemente, que están dispuestas a cruzar el limbo y de regresar de la muerte para continuar amando a su otra mitad.
La fuerza del amor que mis padres se tenían era un claro ejemplo de ello, para ellos no les importaba volver cenizas el mundo si podían protegerse, realmente no les importaba recibir una bala o una flecha para estar juntos y proteger a quien amaban, incluso en los últimos momentos de su vida se habían declarado el amor que se habían tenido vehementemente durante toda su vida.
Mi madre también creía demasiado en las historias de amor y cuentos de hadas, esos en donde el amor es tan fuerte que es capaz de romper las barreras de la muerte, en donde se permite sólo una oportunidad de regresar para poder amar a las personas que dejaste en vida, algo completamente fantasioso, pero que era como un alimento para el alma, algo que llenaba de esperanza cuando no había más.
Mi padre aunque creía que el amor podía ser algo realmente fuerte, también me había dicho que cuando te arrebatan el amor de tu vida lo único que te queda es la venganza, una fuerza incluso más poderosa que el mismo amor, porque de cierta manera sabes que no tienes nada más que perder, que lo perdiste todo cuando la persona que amabas dejó de existir y quizás ese era tu único motor para seguir con vida, por lo que irremediablemente, te convertirás en un monstruo que será imposible de parar.
Eso era en lo que me habían convertido en el momento en el que me habían arrebatado a mi familia y al hombre que amaba, me habían vuelto un maldito demonio que estaba dispuesto a acabar con su propia vida si se cargaba a todos los demás que le habían hecho daño, Claro que esa no era una de mis opciones porque sabía que también tenía que luchar por mi pequeño, no podía dejarlo solo después de que su padre también se había ido, pero me aseguraría de crearle un lugar en donde pudiese vivir completamente a salvo, donde nadie lo amenazara ni le hiciera sentir que no tenía un lugar seguro al cual recurrir. No podía encerrarlo en una esfera de cristal, pero sí podía protegerlo de los males que nos has echaban todo el tiempo.
Por eso me había prometido a mí misma acabar con todos esos bastardos sin morir en el intento, esa no era una de mis opciones, porque yo tenía que regresar con mi pequeño y darle todo el amor del mundo, cuidarlo y guiarlo por el camino que lo formaría como un hombre de bien, un hombre dispuesto a hacer todo por su familia.
Amaba a mi pequeño, y esa era la precisa razón por la que sabía que debía acabar con las personas que podían amenazarlo, con esos dos bastardos que nos habían arrebatado toda la felicidad de nuestras vidas y no descansaría hasta verlos revolcarse en su jodida mierda. Ellos me habían arrebatado todo y yo me encargaría de arrebatarles todo lo que habían construido sobre las cenizas de mi vida.
—¡No los quiero sentados, niñitas! —grité en cuando todos estaban haciendo supuestas flexiones—. ¡Los harán papilla!
—¡Si, señora! —gritaron todos.
—¡No quiero ni un solo caído! Como ya se los dije hace unas horas, mi ejército es el mejor y a ustedes no los harán caer hasta que nosotros lo decidamos ¿Quedó claro?!
—¡Si, señora!
—¡Bien! —grité—. ¡Largo a los lugares que fueron asignados, todos llevan a un líder! ¡Recuerden, ya no somos de bandos diferentes, todos defendemos algo en común, así que cuídense las espaldas unos con otros y asegúrense de volver a casa sanos y salvos!
—¡Si, señora!
—¡Largo! —grité.
Todos comenzaron a abordar los jets que mi nonno había preparado para poderlos llevar a cada uno de los destinos, donde sabíamos había miembros del ERR, Arniel los había infiltrado en cada una de las bases para tener completo control de ello, él no quería un ejército para hacer el bien, quería un ejército que no lo cazara y donde pudiera tener las fuerzas del orden a su favor.
—¿Estan listos? —preguntó mi nonno, viendo como todos abordaban sus respectivos lugares.
—Si—murmuré—. Ya entregué los planes de vuelo para no ser detectados en el aire y todos entraran como simples turistas a los diferentes países, Arniel tiene comprados a la mayoría de los gobiernos.
—¿Arniel no sospecha nada?
—No—murmuré—. Está demasiado ocupado arreglando lo que usamos como distracción, es claro que ahora quiere volver a reunir a todos los que se alejaran de él, no va a permitir a que nadie le dé la espalda, pero lo que no sabe es que todos están jugando a nuestro favor.
—Bien—murmuró mi nonno—. Cuídate allá, niña...
—Y tú cuida a mi pequeño—murmuré viendo como Kennett se despedía de su nieto.
—Lo haré con mi vida... no te preocupes, cuando regreses, tú pequeño estará a salvo, aunque no prometo que no lo llenaré de golosinas—murmuró con un guiño.
—No mucho chocolate—murmuré—. Eso lo vuelve loco...
—No te preocupes, mi pequeña—murmuró—. Prometo que lo cuidaré y no le daré el chocolate para que no se ponga mal, tú asegúrate de debilitar tanto su ejército que no pueda levantarse...
—Eso hare—aseguré.
—Señorita—murmuró Kris acercándose a mí.
—Kris—murmuré riendo—. Dos años y sigues llamándome así. Cuida a los pequeños, sabes cual es el plan de escape en caso de que las cosas se salgan de control, aunque creo que no será necesario teniendo a nonno al frente.
—Pienso lo mismo, señorita—murmuró con una sonrisa—. Pero no se preocupe, le prometo que cuidare a los pequeños con mi vida.
—Bien—murmuré con una pequeña sonrisa—. Debo despedirme de mi pequeño.
Ambos asintieron, me alejé para acercarme a mi pequeño, que ya tenía algunas lágrimas corriendo por sus mejillas, seguramente por la despedida de su abuelo, estaba realmente triste, desde dos años atrás no lo que habíamos dejado solo ni un solo instante y aunque yo ya me había ido un día, mi pequeño jamás había estado sin ninguno de nosotros.
—Hey, enano—murmuré agachándome a su altura.
Niall corrió hacia mis brazos con su carita llena de miedo, sentí que algo se atoraba en mi corazón al ver esa expresión de terror, sabía que tenía temor de que algo nos pudiese pasar en esa misión.
—Mami—sollozó sobre mi hombro.
—Mi pequeño gran valiente—murmuré separándolo para besar su cabecita—. ¿Qué ocurre, mi amor?
—N...No quiero que te vayas—susurró con sus ojitos llenos de temor y dolor.
—Tranquilo, pequeño... regresaremos cuando menos te des cuenta—murmuré besando la punta de su nariz—. ¿Recuerdas el libro del principito?
—Si, mami—murmuró sorbiendo su naricita.
—Bueno, dile a nonno que te lo lea, veras que nosotros regresaremos cuando nonno lo termine de leer.
—Yo puedo leerlo también—murmuró.
—Bueno, entonces léelo tú a nonno—murmuré besando su frente—. Verás que terminaras de leerlo justo cuando nosotros regresemos ¿Crees que puedas hacerlo?
—¡Si, mami! —murmuró besando mi mejilla.
—Hazle caso a nonno en todo lo que te diga, no comas mucho chocolate y nada de caramelos después de las ocho—murmuré—. Y hazle caso a Kris y nonno si tienen que irse, si es así, no te preocupes, te prometo que te buscaré y estaremos juntos ¿De acuerdo?
—Mami—murmuró, sus ojitos volvieron a inundarse de lágrimas señal de que estaba a punto de soltarse en llanto—. ¿Vas a regresar?
—Si, mi amor—murmuré—. Lo prometo, por la garrita.
—Tengo miedo, mami...—murmuró abrazándose con más fuerza a mí—. Cuando todos se fueron la última vez, papi no regreso ¿Y si Diosito quiere que tú también vayas a ser general?
—Mi amor—susurré besando su cabello cobrizo—. Te prometo que si Diosito quiere que vaya con él, voy a decirle que no puedo porque mi pequeño necesita a su mami ¿De acuerdo?
—Si, mami—murmuró abrazándose con más fuerza a mí.
No quería dejar a mi pequeño bebé solo en ese lugar, sabía que mi pequeñito tenía miedo de que no volviera, porque como lo había dicho la última vez que todos nos habíamos ido ni su padre ni sus abuelos habían regresado, eso se había quedado como un trauma para él y aunque quería borrarlo era imposible.
Le di besos por toda su carita, mientras escuchaba como poco a poco las lágrimas aminoraban y comenzaba a carcajearse por todo el cariño que le daba. Lo estreché con tanta fuerza entre mis brazos como si quisiera llevarme una partecita de él conmigo, era lo único que me hacía sonreír día a día y realmente no me imaginaba una vida sin él, era mi pequeño muñequito.
—Te quiero, mi bebé—murmuré cargándolo para llevarlo con mi nonno.
—También te quiero, mami... mucho muchote—murmuró besando mi mejilla, antes de que Kris mi nonno lo cargara.
Con el corazón en la mano me alejé de mi pequeño, sin pensarlo mucho porque sabía que no podría alejarme si volví a darle otra mirada, me subí al jet para poder ir a la Gran Ciudad, Arniel lo habia pensado todo, había mandado reconstruir la base para asentarse y poner ese como el comando central de toda la organización, era claro que sólo no había hecho para hacerlo como un trofeo de que él nos había ganado.
Ni siquiera pude prestar atención a todas las horas de vuelo, me sentía como si estuviese completamente aturdida y mi cabeza no era capaz de procesar la información de forma coherente, era la primera vez que estaría tan lejos de mi hijo después de lo ocurrido, no quería volver a dejarlo nunca más, pero sabía que ese momento era necesario para poderle dar un futuro mejor, uno en donde no tuviese que escapar de esos malditos que se empeñan en hacernos daño, uno en donde estuviese completamente a salvo, y no sufriera más pérdidas.
—Escuchen—murmuré—. Nosotros llegaremos como un equipo de futbol internacional, todos tienen sus uniformes, vístanse y traten de no llamar la atención, logramos hacer que todos tuvieran nuevas identidades y el equipo fuese completamente legal, representamos a las fuerzas básicas de Alemania, por obvias razones no tenemos la autorización de entrar sin ser revisados al aeropuerto de la Gran Ciudad, por lo que todas nuestras armas serán descargadas en la sierra.
—Tenemos autos esperándonos, usaremos todo a nuestra disposición para el ataque—murmuró Nick.
—Atacaremos mañana al anochecer—murmuré—. Nos hospedaremos en uno de los hoteles más lujosos, así que disfruten su estadía ahí. Seis autobuses pasaran por nosotros al hotel mañana a las 6, todos deben estar preparados, colocaran su uniforme de ataque debajo de ropa deportiva.
—Sus armas estarán en los compartimentos de los autobuses.
—Sólo tendremos una oportunidad—murmuré—. Sus intercomunicadores estan en sus maletas—aseguré—. Son como audífonos inalámbricos, así que al cruzar la revisión del aeropuerto, nadie sospechara...
—Si alguien les pide información, no la den... todos hablan alemán, así que usen ese idioma para responder las preguntas y llámennos a alguno de nosotros—murmuró Archie—. Sus pasaportes estan en las maletas, sean amables y no opongan resistencia, todas las armas a las cajas.
Todos obedecieron y como estaba previsto, justo al pasar por la sierra, las cajas se lanzaron por la compuerta, ese era nuestro plan para pasar desapercibidos, no habia nada que pudiese salir mal. Aunque nos enfrentaríamos al mayor número de soldados del ERR, también teníamos a los que eran más entrenados, que incluso habían pertenecido a las Fuerzas especiales o ejércitos de diferentes naciones.
Cuando aterrizamos en el aeropuerto, agradecí que no detuvieran a ninguno, era claro que si eso ocurría llamaría la atención de Arniel y nos joderían nuestro plan. Ese hombre no solo tenía el dominio de los ejércitos revolucionarios, sino que también de los gobiernos y en general de cualquier persona que tuviese un grado de poder, ese era el motivo por el que no podíamos atacarlo hasta que nos declarase muertos, sino era arriesgarnos a ser reconocidos con nuestros rostros pegados por todos lados.
—Grace Vítale—murmuró el hombre de inmigración—. Bienvenida a la Gran Ciudad.
—Danke, mein Herr—murmuré con naturalidad.
Cuando todos fueron revisados, me encargué de que abordaran los autobuses, quizás era un poco extraño tantos deportistas, pero habíamos creado una forma para que todos pasaran como del supuesto club de Berlín de diferentes categorías.
—Bienvenida a casa—murmuró Nick dándome un pequeño codazo.
—Se siente extraño—murmuré—. Pero siento que está ya no es mi casa, me la arrebataron...
—Te entiendo—murmuró con una sonrisa—. Pues recuperémosla, porque este es nuestro hogar.
Asentí, subí al autobús para dirigirnos al lugar de destino. Habia hablado con Gabriel para reservar todo un hotel de mis padres. Gabriel habia sido el representante legal de la empresa, se habia quedado como encargado de las empresas de mis padres, Hunt se habia encargado de pasar todo a nombre de mi Nonno, de esa manera nosotros seguíamos disponiendo del dinero y teníamos injerencia en las decisiones de la empresa.
Después de asignar las habitaciones, los más cercanos a mí se encargaron de regresar con los autobuses a la sierra, en búsqueda de las armas. Y a la media noche, todos estaban de regreso con las cajas a salvo, con las armas listas para ser entregadas a nuestros hombres.
—Todos tendrán su armamento en los compartimentos del autobús donde vayan—murmuré, habia solicitado la sala de conferencias—. Como saben, les marcará en rojo cuando se detecte nuestro antiguo chip, eso significa que no deben disparar, a menos que su vida este en juego o la misión en peligro.
—Hay dos mujeres, Maddison y Selene, son altas mandatarias, por lo que si les vuelan la cabeza, me sentiré orgulloso de ustedes—murmuró Nick—. No queremos bajas, tienen el día entero de mañana para relajarse en sus habitaciones y para entrenar en el gimnasio si asi lo desean.
—Pero quiero a todos listos a las seis de la tarde de mañana—murmuré—. Todos listos para abordar los autobuses, no quiero ni una sola baja o falla ¿Quedó claro?
—¡Si, señora! —contestaron.
—Nikolai, Smirnov y yo los seguiremos en camionetas todo terreno, todos tienen diferentes categorías, por lo que cuando mencione su nombre son los que deben atacar.
—¡Si, señora!
—Bien—murmuré—. Ahora, muevan sus traseros a sus respectivas habitaciones, no olviden llevarse todo lo importante de regreso a los autobuses, después del ataque tendremos minutos para salir de aquí antes de que las fuerzas policiacas lleguen al lugar, no olvidemos que tratamos con un bastardo que ha logrado tener de su lado a todas las naciones.
—Pero no atacaremos a inocentes—murmuró Nick—. Ningún inocente debe salir herido.
—¡Si, señor!
—Bien—murmuré—. Largo.
Sabía que estábamos tomando demasiados riesgos al estar considerando no dañar a ningún inocente, pero si lo hacíamos nos convertíamos en él y realmente no estaba en mis planes volverme un monstruo como él, un monstruo sin sentimientos que no temía hacer daño a inocentes y a los que en algún momento lo habían querido, con tal de tener todo el poder sobre sus manos.
Cuando todos los soldados salieron, me despedí de mis amigos y me fui a mi habitación, me sentía un poco cansada por todo el viaje que habíamos hecho desde Sicilia hasta la Gran Ciudad, además que estaba agotada mentalmente por la lucha interna que tenía al saber que había dejado a mi pequeño en manos de mi nonno y que si yo realmente no podía regresar, nunca sabría cuál era su destino.
Traté de dejar de pensar en esas cosas, mi corazón se sentía herido al saber que mi pequeño estaba totalmente solo a miles de kilómetros de distancia, quería tenerlo a mi lado para estrecharlo y darle todo el amor que tenía para él, mi pequeño gran valiente.
Queria llamarlo y ver como estaba, pero sabía que eso lo podía poner de nervios y lograría qué se descontrolara, aunque era un niño demasiado inteligente nunca lo había enseñado estar sin mí, a pesar de que dormíamos en habitaciones diferentes, se había convertido en una rutina que yo lo acostara todas las noches y le cantara o leyera algún cuento.
Me encerré en mi habitación, dispuesta a dormir durante toda la noche y parte de la mañana, realmente anhelaba una cama y poder dormir durante horas, aunque sabía que eso era prácticamente imposible, considerando que mis sueños evitaban dormir más de 2 horas seguidas.
Me desvestí e ingresé a la ducha. El agua mojó todo mi cuerpo haciéndome sentir refrescada, a pesar de que el clima de la Gran Ciudad era completamente diferente al de Sicilia, por más que lo negara se sentía como mi hogar, ni siquiera había sentido un poco de frío cuando la temperatura había comenzado a descender.
Al salir, me coloqué una simple bata de cama, aunque debía aterrarme por el frio nocturno de la Gran Ciudad, me sentía completamente relajada y tardé menos de lo esperado en conciliar el sueño, pero esa maravilla duro poco.
Mis sueños comenzaron a ser tormentosos, a pesar de tener los ojos cerrados sentía que estaba viviendo un maldito infierno, toda mi alrededor se volvía cenizas y volvía a recordar el día que lo había perdido todo, ese maldito día en donde habían muerto mis padres y también el amor de mi existencia.
—¡No, Conall! —grité, despertándome a mí misma con mi grito.
Las lágrimas comenzaron a fluir por mis ojos descendiendo por mis mejillas y haciéndome sentir completamente vulnerable, no me importó comenzar a llorar como una pequeña niña en medio de una tormenta, completamente perdida y asustada. Porque así me sentía desde el día que los había perdido, por más que trataba de sentirme fuerte y valiente para enfrentar a todos esos malditos que me los habían arrebatado, mi corazón no podía evitar sentirse como el de una niña que había perdido a sus padres y lo único que la hacía sentir segura.
Lo único que podía salir de mis labios eran los susurros llamando a mi hombre, a Conall. Anhelaba sentir sus brazos rodeándome, haciéndome sentir completamente segura y sentir que el miedo y todo el dolor que había pasado era una simple alucinación mía. Quería saber que yo no tenía que ser la fuerte todo el tiempo porque de una u otra manera lo tenían respaldándome, siendo El Fuerte cuando yo quería ser débil.
Quería dejar de verme obligada a mantener el control cuando yo quería perderlo, cuando quería dejarme llorar y volverme cenizas por el dolor que se acumulaba en mi pecho, pero no quería volverme ceniza sola, quería que él estuviera a mi lado para ayudarme a reconstruirme después de ello, quería abrazarme a su fuerte pecho y sentir que tenía un lugar seguro en el mundo, un lugar en el que mi hijo y yo estábamos completamente a salvo.
Escuché las puertas corredizas del balcón abrirse, no me importó sentir que mi corazón se destruía al entrar en esa fase donde no sabía si todo era producto de mi mente, si era un sueño o la realidad.
—No merezco las lágrimas de mi mujer—escuché un murmulló en el aire.
Escuché el cancel cerrarse y una sombra se cernió sobre mi cuerpo, que se encontraba temblando mientras sollozos salían de mi boca.
Levanté la mirada, viendo como la sombra que reflejaba la luz de la Gran Ciudad hacia mi habitación, era completamente idéntica a la de mi hombre, como lo había hecho la última semana, mi cuerpo se sintió en completa armonía como si la presencia de esa alucinación o sueño fuese verdadera, como si no fuese algo que creaba mi mente, sino que fuese el hombre que amaba.
—¿Por qué te fuiste? —pregunté, en un sollozo.
—Ya te lo he dicho, cada que me lo preguntas, te lo respondo—murmuró acercándose a mi cama.
—Siempre dices que no te fuiste—gruñí—. ¡Eso es una puta mentira!
—No lo es—murmuró.
Cuando sentí su presencia cerca de la mía todo mi cuerpo tembló, fue como si una nueva sensación se despertara en mi interior, algo más fuerte que en las veces pasadas, como si mi mente captara que realmente no era una alucinación o sueño, como si fuese algo más. Pero estaba completamente segura de que estaba loca, por qué estaba enloqueciendo por alguna razón, sólo yo podía tener sexo con un maldito fantasma, el fantasma de mi hombre.
—¿Por qué sigues pensando que es un sueño, muñequita?
—Porque cuando despierto no estas a mi lado—murmuré—. Porque cada mañana después de que sueño con que me haces llegar al orgasmo, abro los ojos y lo único que encuentro son mis cabellos revueltos y mis sábanas mojadas.
—¿Y si esto realmente no fuera un sueño o alucinación?
—Te lanzaría desde este maldito balcón, por haberte ido—gruñí.
Mis lagrimas seguían cayendo, pero el dolor en mi pecho aminoraba cada que ese espectro se acercaba a mí.
—Entonces, creo que debí haber venido preparado con un paracaídas—murmuró, subiendo a la cama y en un rápido movimiento, colocándose sobre mi cuerpo—. No quiero que llores más, mi muñequita... no quiero que sufras más...
—Es tu culpa—susurré—. Si no te hubieses atravesado en esa maldita lanza...
—El resultado habría sido el mismo o peor—murmuró—. Porque si esa lanza te hubiese traspasado, me habría matado en ese mismo instante.
—Bastardo—susurré—. Dijimos que nada de heroísmos o Romeo y Julieta...
Conall soltó una ronca risa, apoderándose de mis labios en ese mismo momento, haciéndome quedar completamente aturdida, toda la voluntad de seguirle reclamando al fantasma de Conall quedó en el pasado.
Sus labios se movían con maestría sobre los míos, logrando que cualquier cosa quedara completamente perdida. Se sentía real, tan real que sentía que podía tocarlo. Mis manos se aferraron a su cabello, besándolo con tanto frenesí que a ese punto me valía una mierda deshacerme entre sus brazos.
Arrancó mi camisón de un solo jalón, el sonido de la tela rasgándose me hizo dudar si era un sueño o la realidad, se sentía tan real que mi piel quemaba a su tacto, era como si mis células lo reconocieran, como si anhelaran más y más su calor.
—Joder, no me cansaré nunca de tu cuerpo—gruñó sobre mis labios.
—C...Conall—gemí.
Envolví mis piernas en su cintura, no queria más previos, no queria seguir imaginando solo su lengua, si iba a disfrutar de esa alucinación quería sentirlo dentro de mí. Escuché su ronca risa, cuando mis manos comenzaron a tratar de desabrochar sus jeans.
—Tan jodidamente caliente y necesitada—gruñó cuando mis dedos acariciaron su erección.
—Se siente tan real—susurré para mí.
—Es real, mi amor—susurró—. Soy real, de carne y hueso...
—Mentiroso—susurré sobre sus labios—. No me importa, real o no te quiero dentro...
—Tan malditamente desesperada—gruñó.
Descendió por el valle de mis pechos, dejando un camino delicado con su lengua y sus labios, haciéndome sentir completamente aturdida. Se sentía real, todo tan real que solo había dos opciones, o me estaba volviendo loca o realmente estaba frente a mí.
Pero no me importaba, no queria pensar en eso, queria disfrutar de mi hombre.
Cuando su lengua alcanzo mi sexo, fue necesario solo un par de lamidas antes de que explotase necesitada de él, mi orgasmo explotó en su boca y sin rechistar lo bebió todo, haciendo que mi cuerpo temblase sobre sus labios y mi espalda se arquera, queriendo más y más contacto.
No me importaba si en ese momento llegaba el fin del mundo, si tenía algo mal en la cabeza para imaginarme y sentir una escena tan erótica, tampoco si todo era real y mi mente no lo distinguía. Lo único que anhelaba era su cuerpo.
Su boca me regalo tres malditos orgasmos, cuando era una masa temblorosa y jadeante, creí que como cada noche se alejaría, como si mi mente no pudiese imaginarlo dentro de mí. Pero una sonrisa lobuna se dibujó en sus labios, haciéndome temblar al saber que podía realmente sentirlo, no importaba que fuese lo que me ocurría o le ocurría a mi cerebro.
—Eres tan deliciosa, tan mía—murmuró relamiendo sus labios—. ¿Qué quieres, mi muñequita? Pídemelo y te lo daré.
—Lo anhelo—susurré jadeante—. Joder, Conall, te quiero dentro...
Conall soltó una carcajada, se cernió sobre mí, cubriendo con su gigante cuerpo el mío, su calor me embriago y si no fuese porque sabía que era imposible que estuviese con vida, creería que sus palabras eran reales.
Me besó, mi sabor combinado con el sabor de sus labios era perfecto y agradecía tener esa memoria donde podía recordar sabores y sensaciones aparte de imágenes o sonidos, gemí sobre sus labios, cuando la dureza entre sus piernas tocó mi ansiosa intimidad, me removí bajo su cuerpo, anhelando sentirlo dentro.
—Mi nena caprichosa—murmuró con una sonrisa—. Tan malditamente ansiosa y necesitada—gruñó.
—C...Conall... hazlo... joder...
—Tus deseos son ordenes, mi hermosa muñequita—susurró.
Lo sentí abrirse paso en mi interior, se sentía tan real, tan perfecto que era como si mi cuerpo volviese a experimentar la primera vez, mis paredes lo apretaron, sacándole un gruñido que aterrizó en mi pequeño nudo de nervios.
Solté un gemido, seguido de otro y de otro. Lo sentí abrirme, hacerme suya y nisiquiera sabía si era real o una maldita alucinación, pero a ese punto sentía que era real, no podía ser una alucinación, mi cabeza no era tan desarrollada para sentirlo.
Pero no quise pensar en ello, no quise decepcionarme al saber que al despertar no encontraría nada, más que mi cuerpo tembloroso y mojado.
Las embestidas poco a poco se volvieron salvajes, mi cuerpo dejo de resistirse y los orgasmos llegaban casi cada minuto, lo sentía crecer en mi interior y sus roncos gemidos eran un afrodisiaco que me hacía correrme vez tras vez.
Mi cuerpo temblaba, mientras me aferraba a él, queria sentirlo completamente, queria saber que era mío, que no habia poder tan fuerte como nuestro amor, que no importaba si la muerte nos habia separado, que incluso en mis sueños él seguía siendo mi hombre.
—C...Conall—gemí—. T...Te amo—grité, aferrándome con tanta fuerza a él que sentí que me volví una sola.
—Te amo, mil veces más—gruñó.
Solté un alarido de placer cuando lo sentí llenarme, no me importaba una mierda, esa sensación no podía ser imaginaria, no podía ser una alucinación y menos un sueño. Pero mi cuerpo estaba tan agotado, que nisiquiera las palabras salían de mi boca, era él, estaba completamente segura.
—E...Eres tú...—susurré.
—Soy yo—murmuró besando mi frente—. Mañana, mi muñequita, mañana volveremos a estar juntos.
—No te vayas—susurré, sintiendo mis parpados tan pesados que me era imposible mantenerlos abiertos.
—Nunca más, mi amor...—susurró—. Nunca más me volveré a alejar de ustedes... solo resiste hasta mañana.
Mi cabeza dejo de mantenerme despierta, caí completamente rendida entre sus brazos, ni me importaba si era ilusión o no, aunque estaba segura de que todo lo que había sentido no podía ser obra de las alucinaciones o sueños.
Abrí los ojos de golpe, cuando sentí una ligera brisa sobre mi piel. Estaba aturdida, completamente perdida y no sabía si todo habia sido un jodido sueño. Miré el reloj de la mesita de noche y me sentí aún más desorientada al ver que eran pasadas las cuatro de la tarde.
—Dormí demasiado—murmuré para mí misma, tallando mis ojos—. ¡Mierda!
Cuando me di cuenta de que debíamos salir en menos de dos horas, me enderecé rápidamente, me habia quedado tan dormida que no me habia dado cuenta del momento en el que habia amanecido, tampoco de que mi alarma seguramente habia despertado a toda la Gran Ciudad menos a mí.
Cuando me puse de pie, todo mi cuerpo tembló, estaba completamente desnuda y mi camisón no estaba por ninguna parte de la habitación. Realmente habia sido un sueño tan realista que mi cuerpo se sentía agotado, como si realmente hubiese tenido sexo real.
Solté una carcajada al pensar en eso, mi mente realmente me jugaba bromas tan hermosas que me hacía sentir esperanzada, pero yo misma sabía que era una jodida alucinación, Conall estaba muerto y los muertos no resucitan para follar.
Corrí hacia el baño, incluso sintiendo la incomodidad entre mis piernas, habia tenido tantos orgasmos mientras estaba dormida que sentía como si lo hubiese tenido dentro de mi. No me detuve mucho a pensar, me dediqué a darme una rápida ducha para quitarme en sudor y el olor a sexo de mi intimidad. La materia viscosa entre mis piernas debía indicarme algo, pero estaba tan jodidamente perdida en mis propios pensamientos que no presté atención a ello, en su lugar me aseguré de limpiarme lo mejor que pude.
Alguien tocó la puerta de mi habitación, me sequé y me envolví en una toalla, antes de correr para ver quien estaba detrás, me encontré con los ojos verdes de Hunt, con una picardía que habia olvidado podía tener.
—¿Qué mosca te pico? —pregunté.
—¿Con quién pasaste la noche, pillina? —preguntó con una sonrisa—. Dime que no fue con el griego, porque te golpeo.
—¿Cómo?
—Hermana... somos vecinos de habitación y aunque debo decir que es asqueroso escuchar tus gemidos, era claro que habia alguien aquí—aseguró—. Además, durmieron todo el jodido día.
—No pase la noche con nadie—murmuré.
—Aja—murmuró sin creerme—. Eres una mentirosa...
—Te dije que no habia pasado la noche con nadie—murmuró Julia—. Aunque amiga, por un momento le di la razón a Hunt, todo el hotel debió escucharte.
Mis mejillas se calentaron y realmente tuve vergüenza, me habían escuchado gemir teniendo sexo con un espectro de mi hombre.
—Estan equivocados—mentí—. Seguro fue alguien más.
—No lo creo—murmuró Julia con un guiño—. Dejamos que termines de vestirte, debemos partir en una hora y media.
—Si—murmuré—. Gracias.
Mi hermano me dio un guiñó y Julia levanto los pulgares en alto, haciendo que me sintiera aún más avergonzada. Realmente habia tenido sueños húmedos que habían hecho que gimiera en voz alta. Cuando ambos se fueron, solté un suspiro.
—Eso sí que fue extraño—susurré—. Fantasma de Conall, creo que debes dejar de seguirme... pronto me encerraran en el psiquiátrico por tener sexo con un espectro...
Caminé hacia la maleta y saqué el traje especial. Me coloqué mi lencería e inmediatamente me puse el traje para poder ir a la misión. Seguido de un pans deportivo y una sudadera del mismo tipo.
Metí todas mis cosas en la maleta y me aseguré de dejar completamente limpia la habitación, solo tendríamos menos de media hora para abordar el jet, teníamos el plan de escape perfectamente estructurado, no habia forma de fallar.
Justo cuando estaba por dejar la habitación, noté algo en el balcón. Me acerqué con lentitud, tratando de averiguar que era, hasta que sentí que mi corazón se detuvo por un segundo y mi cabeza dejo de funcionar, la caligrafía única y perfecta estaba calcada en una nota.
<<Dijiste que nunca te dejaba más que tus cabellos revueltos y tus sábanas mojadas... no pude esperarme a la mañana porque habría sido imposible irme... pero te dejo esta nota... no estas loca, mi amor; te dije que vencería demonios y volvería cenizas el cielo por ti. Sólo tú tienes el poder sobre mí de hacerme romper las reglas hasta de la naturaleza... Nos veremos en unas horas y te juro que esta vez será para siempre>>
.
.
Deja este capítulo y se marcha lentamente...
¿Qué les pareció?
¿Tenemos a Conall de regreso o nuestra Key se esta volviendo loca?
¿Qué creen que pase?
¿Les gusto nuestro Casper (Fantasma de Conall)? PDT. Ya hacia falta algo fuerte, no me siento yo sin escribir cochinadas ;)
Espero mañana subir o el domingo subir el resto de nuestro maratón, ¿Estan listos para lo que se viene?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top