Capítulo 06.

Antihéroe.

"Una reina puede dejar su trono. Pero una madre nunca deja a su hijo. "– V.E. Schwab


Muchas veces nos damos cuenta de que la vida realmente nos deja elegir lo que queremos para nuestra vida, nos muestra momentos en donde realmente solo tenemos una oportunidad para lograr triunfar, donde tenemos que pararnos firmes y darnos cuenta de todo lo que debemos hacer para poder llegar a nuestro final.

A veces ese camino es realmente doloroso, a veces es imposible que sigamos el camino recto que no puede llevar a la salvación, pero a la vez, todos estamos completamente conscientes de que es necesario hacerlo.

Mi madre siempre decía que en la vida existían tres bandos, los héroes, esos que estan dispuestos a sacrificar a quienes aman para salvar al mundo, los villanos que estan dispuestos a sacrificar el mundo por su conveniencia y los antihéroes, esos que no actúan con reglas de héroes pero que tampoco llegan a ser villanos, esos que estan dispuestos a sacrificar el mundo por quienes aman y a la vez, sacrificarse a ellos mismos por salvar al mundo y a quienes aman.

Mi padre siempre habia concordado con mi madre, decía que no habia mejor ser sobre la tierra que aquellos que están dispuestos a sacrificarse por el amor de su vida y vaya que ellos tenían experiencia sobre eso, ambos se habían sacrificado en diferentes momentos para salvarse pero que también habían puesto a arder el mundo para mantenerse a salvo, ellos se amaban como a nadie en el mundo y su amor realmente habia permanecido hasta la muerte.

Donde quiera que ambos estuviesen, estaba segura de que se tomaban de la mano y daban cada paso juntos, su amor era demasiado fuerte para ser separado por la muerte. Me los imaginaba realmente caminando por los senderos del paraíso, sosteniendo la mano del otro dándose la fortaleza que siempre se habían brindado, amándose a cada instante de su eternidad.

Me gustaba pensar en ellos, saber que por lo menos ellos dos se habían logrado amar hasta la eternidad, que por lo menos mis padres habían logrado tener un "final feliz" aunque la vida les hubiese arrebatado la oportunidad de seguir en el plano terrenal, ellos podían ir juntos al otro lado, para abogar por su amor y buscar su siguiente vida juntos.

Pero en secreto y casi de forma egoísta, suplicaba al cielo porque me permitiera tenerlos como mis padres en una siguiente vida. Y que también me diera la oportunidad de estar al lado de Conall en la siguiente vida, una vida donde no tuviésemos nada que ver con ejércitos o mafias, donde quizás fuéramos tontos herederos de empresas o campesinos, una vida en la que pudiéramos amarnos desde pequeños hasta viejitos y donde pudiésemos recuperar todos los años perdidos en esta vida, realmente lo anhelaba.

Conall era el amor de mi existencia, porque lo queria en cada una de las vidas que le siguieran y en mi vida, era el motor que me ayudaba a continuar incluso cuando sentía que el mundo recaía sobre mis hombros, él y mi pequeño Niall lo eran, los únicos dos que me hacían sentir humana y no una máquina de venganza.

Mi nonno me habia dado consejos durante los dos años que habíamos estado ahí con él, me habia dicho que una persona no se vuelve un monstruo hasta que la vida se lo exige, no nos volvemos antihéroes por las bondades de la vida, sino porque nos arrebatan la oportunidad de ser buenos, nos obligan a oscurecer nuestro corazón y a perder las riendas de nuestra vida para que no nos pisoteen.

Eso era lo que Arniel y Magnus me habían hecho, me habían arrebatado absolutamente todo, dejando solo un corazón vacío cargado de venganza que solo lograba controlar por mi pequeño hijo, porque sabía que enfrentarlos sin un ejército era un suicidio y él ya estaba lidiando sin tener un padre, no queria ser egoísta para quitarle a su madre.

Mi pequeño niño era valiente y soñador, era como su padre y cada día me demostraba más las cosas que habia heredado de Conall aun sin recordarlo mucho, lo habia perdido cuando tenía dos años y sabía que aunque tuviese memoria fotográfica, no la habia desarrollado muy bien antes de que nos mudásemos a Sicilia, así que recordar a su padre le estaba costando.

—¡Mami! —chilló colgando el ultimo adorno en el árbol —. ¿A qué es hermoso?

—Lo es, mi amor—murmuré con una sonrisa viendo el hermoso árbol de navidad.

La mansión habia cambiado completamente, cada centímetro estaba adornada por cientos y cientos de esferas, luces o decoraciones, tenía realmente un ambiente familiar que me hacía sentir en casa.

Cargué a mi hijo para que pudiese ver desde una perspectiva diferente, sus grititos de emoción llenaban mi corazón, gritaba cada que señalaba todo lo que habíamos colocado durante casi una semana, eran escandalosos y realmente felices, algo que hacía sentir que mi corazón se inundaba de alegría, realmente no habia comparación con nada que me hiciese más feliz que escucharlo a él siendo dichoso por algo.

Eso era lo que me habia prometido, me habia jurado hacerlo feliz aunque la vida se volviese insignificante para mí.

Pronto todos los que vivían en esa enorme mansión, incluidos los invitados, llegaron al enorme salón para felicitar a mi pequeño decorador. Todo tenía un ambiente cálido, cada centímetro de nuestro hogar era perfecto y a todos parecía encantarles.

—Hace años no veía una decoración tan hermosa—murmuró Nonno—. Es perfecto...

—Nonno—murmuró Niall—. Le dije a mamá que no comprara santas y en su lugar ¡Mira!

Mi pequeño hijo guío a mi nonno hasta el gran nacimiento que habíamos creado junto a la chimenea, realmente me habia esforzado para hacerlo lo más parecido a lo que recordaba mi madre lo decoraba, ella era una amante de ese tipo de tradiciones y entendía la razón, después de todo, teníamos raíces italianas.

Mi nonno sonrió en mi dirección, dándome un pequeño asentimiento.

—Es hermoso—murmuró.

—Bueno, la idea se la copie a mi madre... pero creo que es una nueva tradición que podemos tener Niall y yo. ¿Cierto, peque?

—¡Si, mami! —gritó.

Todos soltaron una pequeña risa por el entusiasmo de mi pequeño, mi Niall era una alegría para todos, de la misma manera que lo era Keyla y Jackson.

—¿Quién quiere galletas con leche?

Keyla y Niall fueron los primeros en seguir a Kennett.

Solté una pequeña risa cuando todos se sentaron en el suelo del salón, riendo y cantando los villancicos que Archie se habia encargado de colocar, incluso los miembros del Sacerdozio lo hacían. La voz de mi hijo era la que encabezaba todo el coro, mientras los demás lo seguían, haciendo de esa enorme mansión un hogar.

Sonreí, pero no pude evitar que una lagrima resbalara por mi mejilla, haciéndome sentir completamente vulnerable ante los recuerdos, recordaba como cada año sin falta, mis padres reunían a toda la familia para arreglar el castillo y al final del día, cuando todos quedábamos agotados de decorar, mi madre horneaba galletas y mi padre preparaba chocolate caliente, haciendo que el corazón de todos se inundara del espíritu navideños.

<<En otra vida>>

No dije nada, simplemente me alejé para poder tomar un poco de aire fresco y no amargar la noche con los recuerdos que llegaban a mi mente como bombardeos, sí, no era la única que habia perdido algo, todos habían perdido a un ser amado, pero sentía la culpa palpitando en mi ser, incluso dos años después seguía sintiendo que las cosas habrían sido diferentes si no me hubiese resistido a Schiavone.

Salí al patio que estaba a unos pasos de la sala, me senté en una de las bancas de piedra que había en ese hermoso jardín lleno de flores, tan hermoso que me recordaba los jardines de mi madre. Realmente no podía evitar sentir que mi corazón se hacía pequeño cada que algo nos hacía felices, porque sabía que nos faltaba algo, una parte de nuestra vida se había marchado junto con todas las personas que habían perdido la vida por esos bastardos.

Era como si mi corazón doliera de una forma completamente nueva, estaba segura de que nunca había sentido tal dolor y a pesar de que habían pasado dos años desde que ellos se habían marchado para siempre, mi corazón seguía doliendo como el primer día que había despertado en la base de Italia y me había dado cuenta de qué había perdido toda mi familia, y no sólo yo lo había hecho, todas las personas que estábamos en esa enorme mansión, habíamos perdido personas que eran todo nuestro querer.

No podía evitar sentir que mi alma se destruía recordando el dolor del rostro de mis padres al estar perdiendo la vida, y tampoco que los recuerdos de que mi futuro esposo había muerto minutos después de que a mí me obligaron a salir de ese lugar, realmente quería quedarme en ese lugar, no me importaba si mi vida se perdía. Realmente me había sentido enojada conmigo misma. Los primeros meses creí que yo era quien debía haber muerto, no las personas que amaba con todo mi corazón, ellos realmente no merecían una muerte tan cruel como la que esos bastardos les habían dado.

Realmente no sabía cómo seguir con mi vida sabiendo que todo lo que tenía a mi alrededor se había perdido, mi corazón dolía como nunca antes, era realmente horrible saber que yo habría podido evitar eso, pero una parte de mí sabía que eso era completamente imposible, si me hubiese entregado a Schiavone años atrás, el resultado hubiese sido lo mismo, él los habría matado para que yo no tuviese nada por lo que pelear.

Pero se había equivocado completamente al subestimarme en ese aspecto, creía que si él los asesinaba yo terminaría completamente rendida a sus pies, pero no lo haría, tendría mayor fuerza para pelear para vengar su muerte y para hacerlo sufrir tanto como yo estaba sufriendo.

Como mi madre siempre me había dicho, una mujer herida puede convertirse en el peor demonio y yo lo estaba comprobando completamente, no descansaría hasta ver arder todo lo que esos bastardos habían construido, a base de mentiras y amenazas. Los vería caer y disfrutaría enteramente, saber qué se revolcaban en su propia mierda.

No los cazaría en primera instancia, ni siquiera pensaría en asesinarlos, no... mi venganza no era sólo por acabar con sus míseras vidas, sería un gato satisfecho que jugaría con su comida hasta que me volviese a dar hambre, jugaría con mis presas hasta verlos revolcarse de dolor, hasta verlos que se quedasen sin nada. Después les haría sentir tanto dolor que su único escape sería la muerte, pero por supuesto que no se las daría tan rápido, si era necesario los llevaría al mejor hospital para que se recuperaran, sólo para seguir jugando con ellos hasta cansarme.

Habían tocado mi vena más sensible y por supuesto que eso no se quedaría con simples amenazas, habían dañado a mi hijo arrebatándole a su padre, habían dañado a mi hermano quitándole a la mujer que amaba, a nuestro hermano y nuestros padres, a Kennett le habían arrebatado a su madre y a su hijo, habían dañado a mis tíos arrebatándole a las mujeres que amaban y a sus hijos, todos habían perdido algo por ellos, estaba segura de que no era la única que quería venganza, porque incluso las personas que estaban como parte de mi nonno, habían perdido algo por esos bastardos.

Realmente me aseguraría de darles tanto dolor a ese par de malditos, hasta que suplican piedad pero yo no les daría piedad, mi corazón estaba tan envenenado de venganza y no me quedaría de brazos cruzados para asesinarlos solamente, ellos merecían una muerte lenta y dolorosa, necesitaban suplicar por su muerte y yo les daría eso.

—Deberías ser más discreta—escuché la voz de Hunt detrás de mí.

—Hey—saludé.

Levanté la mirada para observar a mi hermano, verlo era también un recuerdo de todo el daño que le habían causado, a pesar de que seguía entrenando y día con día luchaba para no quedarse en cama, sabía que todo ese dolor que le habían provocado no había dejado con reales dificultades para poder hacer lo que amaba.

Dejé la mirada hacia sus dedos de la mano izquierda, el meñique y el anular los tenía completamente paralizados, una marca enorme se extendía por todo su antebrazo. Dirigí mis ojos hacia su rodilla, la cual había quedado completamente deshecha por esos bastardos, y aunque había recuperado el 60% de movilidad, sabía que le dolía a cada instante que caminaba.

—No vayas por ahí, niña—murmuró sentándose a mi lado—. No fue tu culpa... te lo he repetido durante dos años.

—No puedes decir que no fue mi culpa cuando ese bastardo lo repetía una y otra vez mientras te torturaba, mientras te causado este daño irreversible.

—No pudiste haber hecho nada...

—Pude de haberme entregado la primera vez que me lo exigió—murmuré—. Si me hubiera ido de su lado quizás jamás les habría hecho daño a ustedes, quizás lo había logrado convencer de que lo amaba y no les habría causado ese dolor a ninguno.

—Quizás—murmuró—. Eso habría funcionado con Magnus, y es solo una suposición, sabes que él no habría dejado que nosotros viviéramos, porque eso sería algo por lo que tú lucharías y no te rendirías completamente a sus pies, nos habría matado incluso si tú te hubieses entregado a él.

—Sí, pero no puedo parar de pensar en qué pude haber hecho las cosas diferentes...

—Quizás con Magnus, pero y ¿con Arniel O Massimo?, como mierda se llame ¿Qué habrías hecho? Quizás el primero nos hubiese perdonado la vida, si tú te hubieses rendido a sus pies, pero ¿Con el otro?, sabes que no habrías tenido oportunidad, nisiquiera de protegernos cómo lo hiciste.

—No los protegí y quizás Arniel ni siquiera hubiese aparecido, porque Magnus habría tenido todo el poder de la mafia.

—Mamá siempre decía que el destino sólo nos prepara un camino, no importa la ruta que tomemos siempre regresaremos al principal... si te hubieses entregado en ese entonces, quizás te hubiese obligado a ver cómo nos asesinaba, tú estabas vulnerable en ese momento, si estando en un hospital para recuperarte sufriste, imagínate haberte quedado con él, te habría vuelto una completa adicta. O quizás, te habrías recuperado. Pero de una u otra manera obtendríamos el mismo resultado que ahora.

—Me volvió una adicta y me dejó completamente defectuosa.

—Yo no veo ni un solo defecto en ti, hermanita. Y sé de alguien que tampoco te veía con un solo defecto, a sus ojos siempre fuiste perfecta—susurró—. Conall nunca te vio con un solo defecto, ni siquiera por lo que tú te consideras defectuosa.

—¿Y qué me dices tú? —pregunté—. No has vuelto a ser el mismo.

—Si te soy sincero, antes era un bromista de primera y me gustaba ver el lado divertido de las cosas, porque sabía que Gian te cuidaba si yo estaba con mis payasadas... pero cuando te vi en la cama de hospital después de que regresaron de ese lugar, supe que debía tomar el rol del hermano mayor, porque tú estarías completamente vulnerable y no tendrías a mis padres...

—¿Lo hiciste por mí?

—¿Qué no haría por mi hermanita? —preguntó besando mi coronilla con delicadeza—. Pero no te estoy diciendo esto para que te sientas culpable, esto fue una decisión que yo tome, de la cual no me arrepiento.

—¿Y si prefiero a Hunt bromista? —pregunté acurrucándome con mi hermano, como lo habíamos hecho siempre.

—Entonces tú tendrías que ser la hermana mayor—murmuró riendo—. Pero si así ya eres mandona, no me imagino como serás si tienes el poder de ambos.

Solté una carcajada, abrazando a mi hermano.

Aunque había perdido la mayoría de mi familia realmente estaba agradecida con el cielo porque me hubiese dejado a mi hermano, siempre habíamos tenido una conexión más fuerte entre nosotros dos, quizás porque ambos éramos menos serios que nuestra hermano mayor por minutos.

Después de pasar un rato ahí bajo la luz de la Luna abrazados, sin decir absolutamente nada más, ambos volvimos a entrar a la gran mansión para poder pasar un tiempo agradable con todos nuestros compañeros, aunque mi corazón dolía realmente trataba de disfrutar esos momentos, porque no quería que después me arrepintiese de no estar con los que amaba.

Me había costado soltar a toda mi familia, me había costado aprender cómo decirle adiós a las dos personas que me habían dado la vida, las que habían estado conmigo cuando tenía pesadillas, que me habían apoyado en todo, incluso en mis decisiones más estúpidas, a esos que sin importar lo que yo hiciese me amaban y me consolaban si necesitaba llorar. Me habia costado despedirme de mis familia, de mis tíos y primos que aunque quizás no teníamos un lazo de sangre que nos unía, la fuerza del lazo del amor era más fuerte.

Pero sobre todo me había costado despedirme del amor de mi existencia, del hombre que sin importar nada me veía con ojos de perfección, que me amaba incluso cuando yo no me sentía incapaz de amarme. Mi amor por él era tan intenso que incluso después de su muerte lo seguía amando como la primera vez, lo seguía anhelando y deseando como una adolescente a su novio de secundaria, pero estaba segura de que nuestro amor era más fuerte que el de un par de niños.

Cuando todos comenzaron a despedirse, mi hijo se quedó dormido en mis brazos, me aseguré de llevarlo a su habitación para que pudiese descansar. Lo arrope bajo sus mantas y dejé que durmiera durante el resto de la noche, con su pequeña lamparita de Luna que nunca podía dejar de estar prendida, recordaba sus palabras con tanto cariño que realmente me hacía llorar << La dejo prendida por si papi viene a visitarme, Para que no se tropiece con mis juguetes>>

Me retiré a mi habitación y como cada noche después de la primera fase de nuestro plan, sólo fue suficiente cerrar mis ojos para comenzar a sentirlo tan cerca de mí, como si realmente su fantasma estuviese conmigo o quizás eran mis recuerdos que se sentían cada vez más fuertes para ayudarme a sobrevivir.

Sus manos se quedaban tatuadas sobre mi piel, mi intimidad lo anhelaba y llegaba al orgasmo tantas veces que sentía mi cuerpo desvanecerse, pero jamás llagaba a darme lo que tanto anhelaba, no me poseía de la forma que lo deseaba y eso era lo que me indicaba que solo era un maldito sueño.

Y como cada mañana después de esa primera vez, al despertar me daba cuenta de que solo era un sueño o quizás los recuerdos que me invadían para poder sobrevivir con ese deseo tan grande que sentía por él.

Solo faltaba un día para la misión, solo un día y debíamos tener todo preparado para hacerlos sufrir como ellos nos habían hecho sufrir a nosotros. Cuando la alarma sonó justamente a las cuatro de la mañana, me apresuré a ponerme el uniforme que mi abuelo me había obsequiado, era un completo negro con un chaleco antibalas, la tela era realmente resistente y se amoldaba perfectamente mi cuerpo.

Parecía los uniformes que estamos acostumbrados a usar en el ejército, pero eran de una calidad incomparable, los uniformes eran casi con una tela que impedía el paso de las balas, pero aun así el uso de un chaleco era necesario, solo eran resistentes a cierta distancia.

Me coloqué las botas militares y me peiné con dos trenzas de boxeadora, no me maquille, sabiendo que sería un largo entrenamiento, pues al ser el último, juntaría a los grupos que habia dividido para poder realizar el final.

Entré en la habitación de mi pequeño en completo silencio, me acerqué a su cama y deposité un tierno beso sobre su cabeza, deseando que con eso fuese suficiente para construir toda una burbuja de protección que lo mantuviese a salvo de cualquier peligro.

Me apresuré a llegar hasta el campo de entrenamiento, donde como cada mañana, me esperaban todos los soldados, listos para entrenar.

—¡Escuchen, soldados! —grité, llamando la atención de todos—. No están aquí para hacer simples caras bonitas, los que están aquí saben a lo que nos vamos a enfrentar el día de mañana, saben que nos enfrentaremos a uno de los ejércitos revolucionarios más poderosos del planeta, esos bastardos que acabaron con mi ejército y me hicieron perder a personas que amaba. Así que escuchen algo, tenemos 3 reglas para el día de mañana.

>> La primera, no son nada si tratan de lucirse, si tratan de opacar a sus compañeros o si no los ayudan cuando ellos lo requieren, no quiero a princesitas que vayan a querer poner una cara bonita para que no les disparen, nenitas que van a sacrificar a sus compañeros con tal de salvarse a sí mismo, quien lo haga, créanme que yo les daré una muerte peor de la que esos bastardos les pueden dar.

>> Eso me lleva a la segunda regla, no importa que tan fuerte sea nuestro enemigo nosotros lo somos más, pero no quiero que lo subestimen, la mayoría de esos bastardos va a tener una ventaja sobre nosotros y es que tienen droga en su sistema, una que los vuelve animales, así que un disparo no va a ser suficiente para matarlos, tienen que apuntar al corazón o en la cabeza, sé que quizás le suene fantasioso, pero hemos estado investigando y ese par de bastardos han inyectado a sus soldados para que se conviertan en una especie de invencibles.

>> Y la tercera, más les vale regresar a salvo a casa, ya perdí a un ejército y no estoy dispuesta a perder a uno solo de mis hombres, así que todos tienen que regresar mañana por la tarde a salvo.

Uno de los hombres levantó la mano para hacer una pregunta, le cedí la palabra cuando me di cuenta de que era uno de los hombres de mi abuelo.

—¿Cómo sabremos vencerlos si nos quedamos sin municiones? Usted lo ha dicho, un solo disparo no será suficiente considerando que el ejército rojo revolucionario es 3 veces más grande que el nuestro, es Claro que nos quedaremos sin municiones en algún momento.

—Mi madre siempre dijo algo, y eso es que debes estar completamente preparado para quedarte sin municiones en la guerra—murmuré—. Por eso los he estado entrenando aquí, porque estoy completamente segura de que todos son los mejores tiradores de sus ejércitos, eso fue lo que nos dijeron sus jefes...así que, cuando se queden sin municiones, deben patearle el trasero a cualquiera que se les atraviese, su cuerpo es la mejor arma que tendrán.

—¿Qué debemos hacer para no terminar como su ejército?

— Dirigí al mejor ejercito por años, si caímos fue porque hubo traidores en nuestras filas y los ataques fueron internos y externos, nos acorralaron—contesté—. Han estado entrenando durante una semana de una forma que nunca entrené a mi ejército, no caeremos ni terminaremos como mi antiguo ejército por la simple razón de que ustedes son leales, algo que cada uno de ustedes tiene en mente es que si nos traiciona sabe que deseara la muerte, incluso más que la vida... eso fue lo que nos debilitó, las traiciones que hubo dentro de nuestro ejército, de otro modo nosotros seguiríamos en el poder.

—Todos somos leales al Sacerdozio—murmuró uno de los hombres—. Y somos leales a usted...

—Perfecto—murmuré—. ¡La lealtad es importante, quien no le sea leal a nadie no tiene la maldita idea de lo que se siente perder todo! ¡Pero algo si les digo, no tengan compasión con sus enemigos, yo la tuve y ¿qué fue lo que gané?!—pregunté y todos se quedaron en completo silencio—. Gané dolor y perdida, ¡Ustedes no tengan compasión, un enemigo es enemigo, mátenlo sin piedad y bailen sobre su sangre si es necesario!

Todos comenzaron a correr por la arena, el entrenamiento era tres veces más difícil que en cualquier campo de entrenamiento, el campo no era completamente liso y los baches de la arena normalmente causaban que los soldados cayeran si no pisaban bien, pero eso los haría fuertes en el momento en el que tuvieran que enfrentar al ejército rojo revolucionario, porque yo los había conocido en carne propia y sabía de lo que eran capaces.

—¡No quiero niñitas! —grité cuando uno de ellos cayó.

—¡Si, señora! —gritó.

Se levantó incluso sintiendo que el alma se le iba al haberse esguinzado uno de sus pies.

—¡Vamos! ¡No quiero niñas o ratas inservibles en mi ejército! —grité sobrepasando al primero que guiaba al ejército—. ¡Quiero que todos entienden una cosa, no importa que tan fuerte sea su enemigo, ustedes deben de ser el doble! ¿Quedó claro, princesitas?!

—¡Sí, señora! —contestaron todos.

—¡Ahora no pertenecen a la mafia, ahora son un ejército que acabara con los que hacen la vida imposible a los suyos! —grité—. No hay bandos, ¡Yo no dirijo cobardes, yo dirijo valientes que van a enfrentarse a la guerra sin precedentes, yo dirijo personas que van a saber lo que es el bien y el mal y que aun así van a luchar por mantener a los suyos a salvo! ¿Son quienes quieren ser?

—¡No, señora!

—¡Eso me gusta! —grité—. ¡No se conformen, si tienen enfrente lo que quieren tómenlo, si aún les falta para llegar luchen por ello, por eso me gané el orgullo de decir que soy la maldita princesa de la Cosa Nostra, que ni un solo enemigo se me escapa y que haré pagar a todos aquellos que me hicieron la vida imposible, que acabaron con personas que amaba y que me quisieron ver caer! —grité, haciendo que todos pasaran por los obstáculos que habia diseñado en la pista.

—¡Alabada sea la princesa!

— No soy la princesa solo por herencia, soy porque fui general de la IISMFCMO, la puta ama de los ejércitos, con tantas medallas que su putos dedos no serían capaces de contar, con tantos reconocimientos que una pared no era suficiente para colocarlos. Poliglota, medica, criminóloga y científica. Fui francotiradora y piloto de las fuerzas armadas ¿Y para qué? Para que me arrebataran todo, pero eso me sirvió para crecer, para ahora pararme frente a ustedes y decirles que aunque mañana tendremos a un puto ejército que puede hacernos mierda, nosotros somos más fuertes!

—¡Nosotros podemos!

—¡No somos héroes, somos los villanos de esta historia y haremos llorar lágrimas de sangre!¡No soy una heroína, soy la maldita perra que hará sufrir a esos bastardos, la puta ama y señora!

—¡Alabada sea la princesa! —contestaron todos como un mantra.

—¡Que Dios se apiade de sus almas, malditas niñitas! —grité.

Todos continuaron con el entrenamiento, esquivando cada una de las pruebas que había puesto para que pudiesen estar preparados para el ataque que haríamos al día siguiente. Yo me había enfrentado de frente con ese maldito ejército, eran los que habían vencido a los míos y no estaba dispuesta a perder ni un solo soldado más.

Los veía caer pero levantarse inmediatamente para seguir, los torturaba psicológicamente diciéndoles que ellos no podrían, sin embargo ninguno de ellos soltaba ni una sola lágrima o insultó, porque estaban preparados para sufrir eso en el campo de guerra. Todos y cada uno de ellos gritaba de dolor cuando el medio día llego al campo.

—¡Bien hecho, perras desgraciadas! —grité—. Quiero que todos vayan a casa y se preparen, todos salimos dentro de tres horas, y por Dios les juro, qué si alguno de ustedes se les ocurre rendirse o entregar su lealtad, sufrirán una peor tortura que la muerte y esa será su única salida, pero no hasta que yo se los permita ¡¿Quedó claro?!

—¡Si, señora! —gritaron todos.

—¡Recuérdenlo, tres reglas! Ya no somos de diferentes mafias, ahora todos estamos unidos para asesinar a esos bastardos que le han arrebatado cosas a su familia ¿Quedó claro?

—Si, señora.

—¡Son mi ejército y mi ejército es el mejor, así que nosotros no caemos hasta que lo decidimos, no caemos hasta que lo queremos, Porque la única oportunidad de que nos dañen es nosotros permitiéndolo. No quiero compasión con un solo enemigo porque ellos no la tienen con nosotros, allá sólo tendrán una oportunidad de matar o morir y yo no quiero ver a mi ejército morir.

—¡Si, señora!

—Rompan filas—murmuré.

Todos rompieron filas y comenzaron a caminar directo afuera del campo de entrenamiento, mi nonno lo había diseñado con el fin de que nadie pudiese entrar o tener curiosidad si visitaba Sicilia, era tan discreto que ni siquiera podía verse desde un avión o helicóptero, para todos era un simple campo de fútbol de playa, pero al encontrarse tan cerca de la mansión, era lo único que podía mantenernos firmes.

—Excelente entrenamiento—murmuró mi nonno, siendo seguido por todos los miembros del Sacerdozio

—Creo Que debo pedirle una disculpa por haber dudado de sus capacidades, jamás había visto a mis hombres tan preparados para una guerra... mis respetos y mi lealtad ahora están con usted y no con su abuelo.

—Sigue jugando y puedo partirte la cara—gruñó mi nonno rodando los ojos—. Pero hasta yo, tengo más lealtad a ti que a mí mismo—se burló.

—Eso es realmente una halago de su parte caballeros—murmuré riendo—. Aunque me hubiese gustado entrenarlos más, tienen que estar lo suficientemente preparados para enfrentar mañana el ejército rojo revolucionario, las listas ya las tiene mis compañeros, hemos decidido que mi equipo será el que irá acompañado con varios soldados de ustedes a la Gran Ciudad.

—Si ustedes no lo decidían lo decidiríamos nosotros—murmuró el líder Alemán—. Creo que lo suyo con Lombardi es más personal.

—Por supuesto que lo es—murmuré—. Es bastardo acabo con mi familia, merece la muerte por mi mano...

—Nunca he estado más de acuerdo con algo—murmuró Peter con un guiño—. ¿Me permitirá ir con usted? Realmente sería un honor servirle en sus filas.

—Ya lo tenía pensado—murmuré—. Más tarde se les informara a que equipo pertenecerán, Nonno, tú te quedarás aquí con un equipo, serán el equipo de refuerzo, en caso de necesitarlo estarán preparados para apoyar.

—Bien, pequeña—murmuró.

Aunque teníamos muchas cosas en contra, sabía que solo teníamos una oportunidad de debilitar al ejército, no podíamos arriesgarnos a que contraatacarán y teníamos una racha de por lo menos 3 meses en lo que ellos se recuperaban, quizás era un poco sádico pensar que podíamos acabar con tantas personas en tan poco tiempo, pero era lo único que teníamos y era lo único que podíamos aferrarnos en ese momento.

Realmente no iba a permitir que volvieran a amenazar a mi familia o al ejército que estaba creando, me aseguraría de darles un golpe tan fuerte que los hiciera caer y después de ver los revolcándose los haría ver cómo volvía a la punta de mi ejército, eso era mi única misión.

<<Bueno, Arniel y Magnus, más les vale estar preparados, porque los haré sufrir. >>

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¿Qué les pareció este capítulo? 

¿Qué creen que ocurra?

¿Estan listos?

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