Primer Deseo
Muchas gracias por el apoyo a la historia, no creí que tan rápido tendría ese apoyo.
Gracias.
Y disculpen que actualice esto a estas horas (10:50 p.m. en C.A.) pero tengo insomnio, y quiero publicar un cap por día. Esto es corto y algo cutre... ¡Pero a darle!
Disfruten!
[∅]
"Flug..."
"Flug."
- ¡Flugslys!
Y se levanta de golpe, asustado y algo confundido, pero rápidamente se da cuenta que está en su laboratorio, en su escritorio y que se había quedado dormido a eso de la una, tal vez, y que ya estaba oscuro. Pasó toda la tarde dormido y ahora su jefe estaba frente a él y tenía un semblante... Algo aterrador.
- ¡Je-efesito! -se levanta rápidamente el humano.- ¡Lo siento, no debí quedarme dormido! Pe-ero le prometo que compensaré esa-as horas perdidas, tra-abajaré en la noche y-
- no hace falta. -interrumpe Black Hat.- ya ha hecho suficiente. -suspira.
- no no no, jefesito, -dice mientras camina rumbo a una gran mesa con varias piezas, pasando al lado del demonio.- debo hacer el arma de Dark Phantom y-
- no hace falta. -le detiene, tomándolo del brazo y obligandole a verle.- ya no puede hacer nada.
El demonio siente como el doctor se estremece, como tiembla y como se quiebra su voz al cuestionar:
- ¿Ya-a...? ¿Me-e va a de-espedi-ir?
- ¿Qué? ¡Claro que no, idiota! -responde mientras soltaba su agarre.- entienda, usted no... se encuentra en condiciones y no trabajará hasta nuevo aviso.
- pe-ero-
- es una orden, Flug. -le interrumpe y camina a la salida:- y otra orden es que vaya al comedor, usted se perdió la cena.
Flug le mira, confundido, extrañado... Pero sonríe suavemente bajo su bolsa y le sigue hasta el comedor.
Todo estaba en silencio, y casi a oscuras de no ser por algunas velas que habían en el sitio. Y el comedor... Nunca lo vio tan vacío.
- tome asiento. -habla Black Hat, pasando de largo y dirigiendose a la cocina.
El humano hace lo que se le indicó y toma lugar en una silla al lado de la principal, que sería la de Black Hat.
Antes de siquiera pensar otra cosa, el jefe volvió con una bandeja, en la que traía lassaña, una botella de vino y dos copa.
- gra-acias, jefe-e. -murmura Flugslys cuando el demonio deja el plato con lassaña frente a él.- ¿Y Demencia y 505? -cuestiona curioso.
- fueron a la cama hace unos momentos, ya cenaron. -le responde, tomando asiento en su silla.- 505 deseaba poder comer con usted.
- lamento no haberme presentado antes. -dice con cierta pena mientras se quita la bolsa de papel, dejando ver sus castaños y desordenados cabellos, al igual que sus ojos de un verde, o tal vez un caramelo... Y esas marcas.
"Cicatrices"
Que ocupaban gran parte de su cara, desde un momento muy lejano en la vida del doctor, y que ahora ya no importaba, pero seguían en su piel: en su rostro, en sus ahora desnudas manos, y hay más por su cuerpo que nadie divisará nunca.
Comenzó a devorar la lassaña, y es que sí se sentía bastante hambriento, no recordaba haber comido desde el desayuno. Y Black Hat solo le veía, en silencio, y servía en las copas el vino que había traído.
Nadie dijo nada. Tan solo se dedicaron a comer y a tomar, nada más durante poco más de cinco minutos, en los que Flug ya se había deleitado con aquel platillo y ahora tomaba un poco de vino.
- Flugslys.
Este se giro a verle, ciertamente extrañado porque ya nadie le llamaba de esa forma. Es más, hasta entonces creyó que su apellido ya había sido olvidado.
- ¿Si?
- ¿Ha escuchado esa estupides de los héroes de pedir deseos a las estrellas? O a los muertos. -habla el mayor de los dos y con diferencia.- hoy leía una noticia así, y no puedo evitar pensar: ¡Que ilusos! ¡Que idiotas! Un deseo de mierda no se piden a esas cosas, porque ninguno de los dos está vivo y quedan como idiotas hablando a la nada y haciendo creer a mocosos que esos deseos se cumplirán y mantendrán la esperanza y ¡Bah! ¡Cosas tan ridículas!
El doctor, a pesar de sentirse extrañado por lo conversador que estaba su jefe, no evita soltar una ligera risa por su comentario, por ese punto de vista que solo Black Hat posee.
- cosas de héroes. -suspira.
- exacto... Yo en verdad deseo que esos malnacidos desaparezcan. Son un enorme dolor de cabeza. -dice antes de beber un poco de su copa.
- pero no habrían villanos de ese modo, señor. -murmura Flug, sosteniendo su copa.
- tiene razón, pero todo deseo tiene un precio. -dice con cierta simplesa.- y yo lo pagaría solo por dejar de ver a esos hipócritas en mallas y bajando gatos de árboles.
El castaño asiente y da un trago a su bebida carmesí.
- ¿Cuáles son sus mayores deseos, Flug?
Casi se atraganta por tal pregunta. No puede recordar la última, o siquiera la primera vez que le preguntaron eso. Ni siquiera sus padres días antes de su cumpleaños o la Navidad.
¿Qué deseaba?
- el exterminio de los héroes, supongo, o la cura del cáncer. -responde en una dubitación.
- ¿Es en serio? -le mira incrédulo el demonio.- ¿En verdad lo deseas? ¡Ja! Literal, pides primero algo tan malvado y luego algo tan bueno ¡Decídete Flug! -ríe de forma... Aterradora.
- oh bueno... ¿Sabe? Desearía un poco más de vino. -dice, extendiendo su copa.
Black suspira, chasquea los dedos y su propia sombra levanta la botella y vierte un poco de esta en la copa del doctor.
- lo suyo no era un deseo, era una petición.
- ¿Y la diferencia es...?
- lo irreal e imposible. La petición es cuando usted pide, y el deseo cuando hay algo que en verdad le apatece con... No sé ¿El corazón? ¿Cerebro? Con lo que sea. -alza sus hombros con indiferencia.
- usted... Sabe mucho de deseos, jefe. -habla Flug, ciertamente asombrado.
- he aprendido con el tiempo, doctor. Los mortales siempre me han pedido deseos: poder, justicia, inmortalidad...
- ¿Los cumple?
- no soy dios. Debían darme algo a cambio: el precio del deseo que le comenté antes, y era alto.
- comprendo...
- pero no me ha respondido, doctor. ¿Tiene algún deseo?
Flug no comprendía bien la razón por la que aquel malvado villano le preguntaba. Era... Extraño de por sí hablar con el jefe de aquel modo tan casual, como si en verdad no le tuviera miedo. Como si no fuera el villano más parecido al diablo.
¿No estaba soñando? Porque era más seguro que no estuviera conciente a que esa conversación fuese real.
- yo... No deseo nada en particular, señor. -dice con cierta pena y bajando la mirada.
No tenía ambiciones en verdad.
No quería nada en particular.
Solo sigue su vida.
- pienselo bien, tan solo algo que en verdad quisiera. -insiste el de sombrero.
Flug se queda callado unos momentos, haciendo caso de las palabras del jefe y pensando en algún deseo en verdad vago que tuviera en lo más profundo de su alma. Se rasco la nuca con cierto nerviosismo, y entonces soltó un quejido por el contacto con aquella zona: una enorme cicatriz que tenía allí y que siempre, al igual que las demás, le irritaban.
- bueno... -dubitó un instante mientras veía su mano.- a veces se me irritan las zonas... afectadas. -menciona, señalando al mismo tiempo su nuca, y luego su cara.- yo... Desearía que eso no pasara. -suspira.
El demonio le mira, le examina y se recuesta en su propia silla y deja escapar un fuerte suspiro.
- le irrita lo que pasó ¿O no? -suelta Black Hat.
- también es una razón. -responde en voz baja el de cabellos castaños.- pero no importa ya, fue solo... Un accidente. -suspira e imita al jefe y se recuesta en su silla.
Y examina aquel ambiente tan raro, tan calmado, tan silencioso. Parece que no fuera real todo eso.
Cierra los ojos lentamente. No está cansado, en absoluto, y esos dolores que tenía ya no los siente. Se siente bien, y no evita demostrar eso con una débil sonrisa.
Y un chasquido escucha.
Y rápidamente abre los ojos y ve a su jefe, en la misma posición pero con una mano alzada y sus dedos en la posición final del chasquido.
- ¿Qué su-ucede, jefesito? -pregunta extrañado el científico, volviendo a componerse en su silla.
- ¿En verdad quiere saberlo, Flug? -su mirada es seria, pero su sonrisa no llega a ser macabra.
- bue-eno... -duda un momento antes de llevar su mano a la nuca otra vez, por el hecho de estar nervioso.- si no l-
Calla abruptamente cuando no siente nada. Esa zona ya no le irrita. Y cree que fue su jefe quien le quito esa irritación, y sonríe ampliamente. Hasta que ve su mano.
"Sin cicatrices."
Confundido y sorprendido, toma rápidamente su bolsa, donde yacen sus lentes y se mira en el reflejo. Su rostro, normal.
Sin ni una cicatriz, ni la más pequeña. Solo el rostro que alguna vez tuvo.
Está en shook. No se lo cree aún.
- ¿Qu-ué?
- usted dijo que desearía ya no tener esa irritación. -habla con tranquilidad el de sombrero de copa.
- pe-pero-
- nunca especificó cómo.
- pe-ero... ¿Y el precio?
[CONTINUARÁ]
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