Parte dos

Nuevamente le había llegado una nota bajo la puerta del departamento que rentaba.
Desde hace algunos meses atrás se retrasó en los pagos correspondientes debido al poco trabajo que ha tenido como mesero en un pequeño restaurante.
El poco dinero que tenía lo usaba para poder subsistir mientras le daban una respuesta en uno de sus libros que con ímpetu había logrado escribir.

- Un joven amante de las estrellas que es un guerrero ávido lector como yo, en un santuario cuidando de un diosa griega junto a otros más...

Se dijo a si mismo mirando por la ventana como resplandecía las primeras estrellas del firmamento.

- Estrellas que voy a terminar viendo si no termino de juntar los meses que se me acumulan.

Degel se dejó caer vencido en el viejo sillón que había recogido de una esquina de una calle donde acostumbraban a tirar la gente de un enorme residencial.
Al menos aún tenía uso y en sus condiciones le era de mucha ayuda para poder descansar un rato.
Pero...
¿Y si buscaba algo en su computadora?
Rápidamente tomó su vieja laptop que usa para escribir, una que logró conseguir en una casa de empeños, nuevamente tomó asiento en el sillón mientras miraba fijamente su computadora, la pantalla vacía reflejaba su mente bloqueada, pero las ideas no fluían como esperaba. Para empeorar las cosas, sus preocupaciones financieras lo estaban consumiendo.

El alquiler de su pequeño apartamento estaba atrasado, la cuenta de la electricidad estaba por vencer y su cuenta bancaria estaba casi vacía. Degel se pasó las manos por el cabello, desesperado. ¿Cómo podía concentrarse en su búsqueda si no podía pagar sus deudas?

Necesitaba un plan, y rápido. Degel se levantó de su sillón y comenzó a caminar por la habitación, pensando en voz alta.

-Puedo vender algunos de mis libros usados... no, eso no será suficiente. Puedo pedir un préstamo... pero no quiero endeudarme más. Puedo...

De repente, se detuvo en seco. Una idea comenzó a tomar forma en su mente.
-;Puedo ofrecer mis servicios de escritura a otros - pensó - Puedo escribir artículos, redactar informes, cualquier cosa que me permita ganar algo de dinero mientras sigo esperando respuesta de mi libro.

Degel se sentó de nuevo en su sillón, su corazón latiendo con emoción. Tenía un plan, y estaba decidido a hacer que funcionara. Comenzó a investigar en línea, buscando oportunidades de escritura freelance y preparándose para presentar sus servicios a posibles clientes.
La pantalla de su computadora ya no estaba vacía, ahora estaba llena de posibilidades.

Degel pasó horas investigando y enviando solicitudes, pero ninguna parecía ser la adecuada. Justo cuando estaba a punto de rendirse, encontró una página web que llamó su atención. "Trabajos de escritura freelance desde casa" decía el título.
Degel sintió un escalofrío de emoción al leer la descripción del trabajo.

Se trataba de una empresa que necesitaba escritores para crear contenido para sus clientes. El trabajo era flexible, y se podía hacer desde casa. Degel sabía que era la oportunidad perfecta para él.

Se inscribió en la página y envió su solicitud, esperando ansiosamente una respuesta.
Una que llegó al día siguiente, en forma de correo electrónico:

Querido Degel, gracias por su interés en nuestro trabajo. Le invitamos a una entrevista para discutir más sobre la oportunidad.

Degel sintió un golpe de nerviosismo. Una entrevista a las tres de la tarde.
Tenía toda la mañana para pensar que llevar de atuendo, quizá también un poco de ensayo para hablar ante la gente de la empresa, pasó el resto de la mañana preparándose, investigando sobre la empresa y practicando sus respuestas a preguntas comunes de entrevistas.

Unas horas antes de la citada, comenzó a vestirse con su mejor atuendo, listo para la entrevista. Respiró profundamente y se recordó a sí mismo que estaba preparado. Todo lo que necesitaba era confianza en sí mismo y en sus habilidades como escritor.

Quince minutos antes de las tres de la tarde, Degel se presentó al lugar indicado, se dió cuenta que no era el único postulante, esperó pacientemente en el lugar que le habían asignaron dando un respiro esperando ser uno de los que terminen contratando.

Un poco después una amable señorita de cabellos largos plateados portando un gafete donde se le podía leer su nombre...
Serafina.

Al estar frente a los postulantes les dió una única orden y esa era que iban a pasar a una computadora para conectarse con el dueño de la empresa por video llamada.
Misma que fueron haciendo uno por uno y cuando fue el turno de Degel respiró profundamente y siguió los pasos de la señorita, al tomar asiento esperó que la pantalla reflejará a al dueño... era muy parecido a la señorita Serafina.

El saludo y las preguntas no se hicieron esperar, el dueño mencionó que regularmente el hace las preguntas personalmente pero esta ocasión le tocó hacer un viaje de imprevisto y ahora debía atender a su gente de esa manera.
Degel respondió a las preguntas con confianza. Al final, el dueño sonrió y le dijo:

-Degel, creemos que eres el candidato ideal para el puesto. ¿Estás disponible para empezar mañana? Vendrás unos días aquí a la empresa y otras trabajarás desde casa ¿Que te parece la idea?

Degel se sintió feliz en ese momento.
¡Había conseguido el trabajo!
Se despidió del entrevistador y cerró su computadora, sintiendo un gran alivio y felicidad, aunque ahora tenía que pensar como pagar todo lo que se acumulaba, puesto que el pago siempre sería a mes vencido.

Al salir de las oficinas, Degel se apresuró para llegar a su casa, sin embargo al ir demasiado distraído mientras caminaba, no vio a un joven  quien pasaba por ahí en su silla de ruedas. Degel chocó contra él sin querer, y se disculpó de inmediato.

Pero al mirar a ese joven se quedó impresionado. Había algo en su mirada que le resultaba... Tierno, algo que le hacía sentir diferente. Degel se quedó parado, sin saber qué decir.

Camus, por su parte, sonrió amablemente - No te preocupes. Estoy acostumbrado a que la gente no me vea venir.

Degel se sintió avergonzado, pero también intrigado. ¿Quién era ese joven y por qué le resultaba tan lindo? Se presentó y charló un rato con Camus, descubriendo que acababa de empezar a trabajar en una sastrería cercana.

Al despedirse, Degel se sintió conmovido por la coincidencia. ¿Qué probabilidades había de chocar con alguien que también estaba empezando una nueva etapa en su vida?

Degel sintió prudente despedirse, no sabía si Camus tenía cosas que hacer y el le estaba quitando el tiempo quizá, se alejó con una sonrisa y esperando volver a verlo algún día, sin darse cuenta de que algunos de sus documentos habían volado de su carpeta y caído en las piernas de Camus cuando chocaron pero ninguno de los dos lo había notado entre la plática.
Camus por su parte, avanzó un poco para otra dirección antes de notar los papeles en su regazo.

Al mirarlos, vio que eran documentos de trabajo y una hoja con el nombre y número de teléfono de Degel. Camus sonrió, pensando que era una señal del destino. Se guardó los papeles en su bolsillo detrás de su silla y decidió intentar alcanzar a Degel entre la multitud.

Mientras avanzaba en su silla de ruedas, Camus no podía dejar de pensar en el joven que había chocado con él. Había algo en sus ojos que le había llamado la atención, algo que le hacía sentir que quería conocerlo mejor.

Finalmente, alcanzó a Degel en la esquina de la calle.
- ¡Ey, Degel! - Gritó Camus.

Degel se dio la vuelta, sorprendido, y vio a Camus sonriendo y mostrándole sus documentos.

Degel se ruborizó al darse cuenta de lo que había pasado.

- Lo siento mucho - Dijo apenado, mientras Camus le devolvía sus papeles.

Pero al mirarse a los ojos, ambos se sintieron flechados por el amor. Fue como si el tiempo se hubiera detenido, y solo existieran ellos dos en el mundo.

- ¿Quieres tomar un café conmigo? - preguntó Degel rompiendo el silencio.

Camus sonrió, sintiendo que su corazón latía con emoción - Me encantaría - Respondió con una sonrisa.

Y así, entre papeles voladores y cafés compartidos, Degel tomó la silla de Camus y ambos se dirigieron a la cafetería más cercana.

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