𝖘𝖔𝖑𝖔

la chica se levantó desorientada, su alarma sonaba fuertemente aturdiendo sus oídos, con pereza la apagó, quería dormir un poco más, pero era tiempo de que tomara sus pastillas.

tomo las pantuflas que descansaban en los pies de la cama y las colocó en sus pies. con pereza, caminó por el pasillo hasta la cocina, donde se encontraban los dos chicos, reconocía a uno por ser su hermano, más no sabía quién era el chico que estaba parado con una mascarilla negra en el rostro y una papa entre manos.

— hola? — su voz ronca se escuchó en la cocina, llamando la atención de los antes nombrados.

— ¿sofi?, ¿cómo te sentís? — preguntó el carrera mayor, mientras que el pelinegro desconocido escondía la papa en su espalda avergonzado. '—bueno ivan, que buena primera impresión das.' pensó.

— estoy bien rod. — le dió una pequeña sonrisa a su hermano para tranquilizarlo. — y... hola, supongo. — miró al tercero en la habitación.

— cierto, el boludo de acá es ivan, más conocido como spreen. — presentó a su amigo. — y ella es mi hermana sofia, más conocida como sofia. — presento esta vez a su hermana.

ojos marrones oscuros, cabello castaño y largo hasta la cintura, una piel pálida y un rostro delgado. '—linda', pensó spreen.

 ojos marrones, cabello negro, piel blanca y unas pestañas preciosas. '—lindo', pensó sofia.

— ¿qué necesitas linda? — preguntó carre abrazando a su hermana.

— oh cierto, venía por mis pastillas. — le dio un pequeña sonrisa.

— dale. spreen, ¿podés pasarme esos frasquitos? — pidió el ojiverde, el morocho asintió y tomo los 3 frascos que se hallaban sobre una repisa. 

la chica sirvió agua en un vaso e ingiero 3 pastillas. — listo. — miro a su hermano. — por cierto, gracias spreen. — le regalo una sonrisa. una de las más lindas que le habían dado.

— no hay de que.