O de Obligado a pelear contigo.
Darien, mi querido Darien.
En mi poca conciencia, puedo verte parado frente a mí, con mis guardianas detrás de ti. No me gusta esto. Yo quise protegerlos y terminé arruinándolo todo.
¡Por favor, sálvame!
No quiero morir. Quiero estar contigo, con las chicas, terminar la escuela aunque la odie, entrar a la preparatoria, crecer de tu mano...
Espero que todo ese amor que sientes por mí, no te prohíba pelear conmigo porque eso es lo que va a pasar. La energía negativa que está tratando de controlar mi mente -cada segundo- pronto me hará perder el control. No quiero lastimarlos, pero si no puedo evitarlo...
¡Peleen! ¡Peleen aunque sea contra mí!
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Sólo soy una niña inocente.
Capítulo 12
O de Obligado a pelear contigo.
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POV Darien
¡No puede ser!
Aquella mujer infernal que tenía frente a mí, no podía ser mi dulce y alocada Serena. Su cuerpo crecido, su ropa oscura y condenadamente sexy me estaba haciendo perder la concentración mientras observaba las largas y esbeltas piernas adornadas por un zapato morado. Realmente estaba perdiéndome en las curvas cuando, por suerte, Rei apoyó su mano en mi hombro y me hizo concentrarme de nuevo en lo que importaba: salvar a Serena.
—En el cetro que tiene, en su mano derecha, está el cristal de plata. Se ve corrompido y presiento que es eso lo que tiene a Serena controlada.
—Ya veo —le susurré, sin quitar la vista en la rubia que tenía en frente—, ¿habrá que conseguir purificarlo?
—No veo cómo —comentó Amy. Al verla, estaba con unos lentes azules frente a sus ojos —. El nivel de poder es increíble. No creo que podamos hacer mucho sin pelear.
—Sabíamos que a eso veníamos —dijo Mina, sin decir nada más. Miraba también a Serena, pero con el ceño fruncido —. Si tenemos que pelear contra la princesa para proteger la Tierra, eso es lo que se hará.
—¡Venus! —gritó Lita, parándose delante de ella con las manos extendidas—. ¿Cómo dices algo así?
—Es que eso es lo que tenemos que hacer —dije, provocando que todas me miraran con el ceño muy fruncido—. ¿Qué? —moví mis manos —. Si hay que pelear contra Serena, hay que hacerlo. No tenemos otra opción.
—¿Dejaron de hablar? —se escuchó la voz de Serena retumbar todo el lugar, al mismo tiempo que los cinco evitaron, con mucha facilidad, el primer rayo oscuro que les lanzó —. ¡Si van a pelear... Peleen!
—Bien —apreté mis puños y me paré delante de las chicas —. Pelearemos contra ti, Sailor Dark Moon.
—Yo no pelearé contra ti, mi amado Endymion —dijo, con una sonrisa ladeada que me dio escalofríos—. Tú —elevó su mano izquierda frente a mí y de pronto, una barrera oscura me nubló la vista. Estaba encerrado en una esfera oscura.
—¡Tuxedo Mask! —exclamaron las chicas, pero yo no podía permitir que se distrajeran.
—¡¡Sigan adelante!! —les grité, golpeando con ambos puños el campo de energía —. ¡De ustedes depende salvar a Serena!
No me quedo más que quedarme quieto mientras ellas peleaban con todas sus fuerzas contra Serena. Ataques solitarios, combinados o en grupo... Nada. Nada lograba derribar a Sailor Moon que, prácticamente, sin mover un dedo, devolvía cada ataque a sus guardianas, las cuales podían evitarlos con mucha dificultad. Me sentía tan impotente, tan inútil.
—¡¡Vamos, chicas!! —les grité, golpeando el campo oscuro que me rodeaba—. ¡¡Ustedes pueden!!
—Silencio, Endymion —me calló Serena y la miré con los ojos entrecerrados. No sé por qué, de pronto, me molestaba que me llamara Endymion. Supuestamente, ese era yo, pero... —, cuando termine con estas mocosas, tengo una tarea mucho mejor para ti.
—¿Qué? —apreté los ojos cuando sentí una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo y caí arrodillado del dolor, pero no me iba a vencer. Tal vez seré la reencarnación de Endymion, pero no soy como él. Aunque no tenga poder alguno, voy a proteger a Serena. No voy a morir, ni permitir que ella muera...
Bajé mi mirada y suspiré. No sé por qué, en ese momento, vino a mi mente la imagen de mis padres, el brillo dorado que me rodeó mientras caíamos por ese barranco. La curiosa forma de sanar mis heridas con solo tocarlas.
Mi muerte como Endymion, la muerte de Serenity, la muerte de mis padres y mi soledad, todo había sido un alto precio por enamorarme de quien no debía en el pasado, un alto precio que aún en esta vida me tocó pagar. Por eso, no puedo derrochar esta oportunidad de hacer que las cosas salgan bien. Somos dos simples humanos, con defectos y virtudes, nada de palacios, ni títulos que nos alejen...
Voy a luchar, voy a pelear... aunque me vea obligado a pelear contra ti, amada mía.
¡Lo haré!
Y con esa decisión, un campo de energía me invadió, destruyendo el que me tenía cautivo. En ese momento, una voz retumbó en mi cabeza
«Tu deber es completar lo que yo no pude, no vivir mi misma vida»
¿Acaso era mi voz? ¿Sería Endymion?
«Coloca las manos en el pecho»
Tras hacerlo, un brillo mucho más grande emergió del centro de mi pecho.
«Ese es el Cristal Dorado, el cristal que protege a mi amada Tierra desde Elysion. Cuídalo bien.»
Cuando separé las manos del pecho, ahí estaba frente a mí, un brillante cristal dorado en forma de semilla. Levanté la mirada hacia las chicas que aún seguían peleando con Serena, me paré y, tras cerrar mis ojos, adquirí la armadura de Endymion y su espada.
Si iba a luchar, tenía que hacerlo bien.
—Príncipe —oí gritar a Venus cuando me paré delante de ellas.
—Quédense quietas y repongan sus energías —les ordené—. Quiero probar algo. Si funciona, necesitaré de todas ustedes.
—Bien —escuché que todas obedecían la orden y, con una sonrisa, me acerqué hasta mi querida Serena —. Vamos a luchar.
—¡No quiero luchar contra ti! —me gritó, apretando los puños. Dirigí mi mirada a su báculo y el cristal de Plata estaba cada vez más oscurecido. Tenía que actuar rápido.
—¡Pero, yo sí! —el cristal que tenía en la mano izquierda se paró en mi palma, mientras dirigía su poder hasta el Cristal de Plata. Inmediatamente, éste empezó a absorber mi energía, haciendo tambalear a Sailor Dark Moon.
Estaba en lo correcto, mi cristal era capaz de restaurar el poder del de Plata. Ahora tenía que concentrarme.
—¡Chicas! —les pedí entre dientes—. Distraigan a Serena mientras yo intento purificar su cristal con el mío.
Las cuatro se pusieron a mi costado y junté ambas manos alrededor del cristal. Era nuestra oportunidad.
En ese momento, Venus se paró delante de Serena con una espada. ¿No pensará matarla o sí?
—¿Venus? —le grité para llamar su atención, pero no podía desconcentrarme mucho de lo que estaba haciendo.
—Tranquilo —respondió con una sonrisa—, esta espada está hecha para proteger a la princesa. Dicho eso, la espada adquirió los colores azul, rojo, naranja y verde. Los cuatro colores que las representaban a ellas.
Escuché un golpe y Júpiter se acercó rápidamente hacia mí con el báculo de Serena, se lo habían quitado. Quité el cristal del báculo y lo acerqué al mío mientras la sailor del relámpago me protegía. Parece que el poder oscuro dentro de Serena estaba descontrolándose. ¡Tenía que actuar aún más rápido!
—Por favor, Cristal Dorado —le supliqué—, ayúdame a purificar el Cristal de Plata. Tú que proteges la tierra desde el interior, ayúdame a librar de las fuerzas negativas al cristal que nos protege desde el exterior. Por favor... —apreté ambos cristales en mis manos y cerré los ojos—, por favor...
Cuando abrí mis manos, no lo podía creer, ambos cristales estaban claros y brillantes. Levanté mi mirada esperando encontrar a Serena consciente, pero lejos de eso, aún seguía controlada. Guardé los cristales en mis bolsillos y le pedí a Venus, su espada. Con un movimiento ágil, la empuñé en la mano derecha y con la izquierda, tomé la espada de Endymion con el mismo movimiento circular. Prácticamente, como si hubiera hecho esgrima toda mi vida.
—¡¿Qué vas a hacer?! —sus voces se oían espantadas, pero las tranquilicé con una sonrisa.
—Solo traeré a nuestra querida Serena de regreso. —respondí.
—No me atacarías —gruñó Serena o al menos lo que estaba poseyéndola, porque su voz sonó espantosa. Yo solo crucé las espadas frente a mí —. No puedes hacerlo, tú amas a esta niña inocente.
—Y porque la amo lucharé contra ti. Porque la amo, le hice la promesa de que lucharía con ella si así se daban las cosas. Y eso es lo que haré —separé las espadas rápidamente, provocando una ráfaga que la movió varios pasos hacia atrás.
¿Sería que el cristal de plata me estaba dando de su energía? Desde el momento en que quité toda la energía negativa del famoso cristal, dejé de sentirme cansado; me sentía repuesto y lleno de energía.
Bien, era hora de acabar con esto.
Volví a cruzar las espadas y las deslicé una vez más, para crear una ráfaga aún más violenta que la hizo estrellarse contra la pared. Los gritos ahogados de las chicas me afectaron, pero no tenía otra alternativa, estaba obligado a pelear contra ella. Cerré los ojos y lancé una nueva explosión de aire desde mis espadas y el grito proveniente desde la voz de mi princesa, me hizo abrir enorme los ojos. Un ente oscuro salió de su boca y cayó desmayada al suelo. Le pasé el cristal de Plata a Venus y las cuatro se acercaron corriendo a Serena. Bien, ahora estábamos frente al verdadero enemigo.
—¡¡Heriste a la persona que amas!! —gruñó, con un tono de voz tan chillón que me hizo erizar hasta los pelos de la nuca—. ¡Eres un maldito desgraciado!
Ahora todo dependía de mí.
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Pov Mina.
Esto parecía salido de las peores pesadillas. Nuestra princesa controlada por el enemigo y el príncipe dispuesto a hacerle frente quien, sin titubeo alguno, se enfrentó a ella y manejando, sin ningún problema, la legendaria espada del reino Lunar, aquella espada destinada a proteger a la princesa, no a atacarla. Pero ahí estaba él, enfrentándola, queriendo demostrar que no es Endymion.
Pero no puede evitarlo, tarde o temprano, va a tener que admitir que parte de lo que es hoy, es por ser Endymion hace años atrás. Su poder de control y de coordinación, lo demuestra.
Lo increíble fue que logró expulsar el ente que se apoderaba de nuestra princesa y me entregó el Cristal de Plata con una sonrisa. Se ve que estaba confiado y me acerqué con el cristal a la princesa que estaba desmayada con su uniforme de colegio.
—Princesa —susurré, apoyando su cabeza en mi regazo —, resista —tomé su mano derecha y encerré el Cristal de Plata en ella —. Aquí está su cristal, brillante y reluciente como es usted.
—Serena... —murmuraron las otras tres sailors, tomándole los signos vitales. Al parecer, todo estaba bien.
Gracias al cielo, la princesa no tardó en despertar. Parpadeó un par de veces antes de incorporarse.
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¿Qué había sucedido? Mi cabeza daba vueltas y vueltas. Estaba mareada, con náuseas, pero una cálida energía en mi mano derecha fue devolviéndome la paz y la energía a cada músculo de mi cuerpo. Me senté y abrí el puño para encontrarme en él, mi resplandeciente Cristal de Plata.
—Darien lo hizo —me informó Mars y recién ahí, me di cuenta que estaba rodeada por mis amigas. Por las cuatro.
—¿Dónde está Darien? —pregunté, pero las cuatro bajaron sus miradas—. ¡No! —exclamé, tratando de incorporarme — ¡¿Dónde está Darien?! ¿Qué le paso? —exigí saber, pero Júpiter levantó su brazo y me señalo un lugar. Seguí con mis ojos la dirección y ahí lo vi.
Mi príncipe, mi querido y amado arrogante, estaba enfrentándose al ser que estaba tratando de controlar mi mente. Apreté, con mi rabia contenida, el Cristal de Plata en mis manos y me acerqué a ellos.
—¡Serena! —me gritaron. Volteé con la mirada seria y las cuatro retrocedieron.
—Tengo que ayudarlo —sostuve el cristal entre las manos y cerré los ojos para convertirme en la princesa de la Luna, luego las miré, desafiante —, y lo voy a hacer, con o sin su ayuda.
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