E de Extraño sueño
Extraño... todo es muy borroso a mi alrededor, ¿es niebla? También hay un hombre... un hombre que grita un nombre que no llegó a escuchar.
¿Qué dice?
«...nity»
¿Quién será esa nity?
¡Necesito poder escuchar el nombre completo! Aquel muchacho parece buscar a alguien... preocupado, pobrecillo...
¿Qué me pasa? —llevé la mano al pecho, de pronto sentí que me faltaba el aire—, ¿qué me pasa?
—¡¡¡Serena!!! —abrí los ojos y frente a mí, estaba Luna, mi pequeña gata negra que me miraba preocupada. Solo la acaricié y cerré los ojos nuevamente para aspirar profundamente.
—Todo fue un sueño —susurré.
—¿Qué pasó? —miré a Luna y le sonreí.
— Tuve un sueño raro... —la tomé entre mis brazos —. No sé porque me siento angustiada...
—Serena, tranquila —me susurró, apoyando su cabeza en mi cuello —. Ya todo pasó.
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Sólo soy una niña inocente.
Capítulo 05
E de Extraño sueño...
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Creo que, como ya estaba despierta, era bueno levantarme. Miré el despertador y no alcanzaban las siete de la mañana. ¡Record! Me desperecé y me vestí para la escuela. Hoy alcanzaría a desayunar.
Huevos con tostadas y Pie de Limón... ¡Mmm! Mi mamá es la mejor.
Estaba en lo mejor de mi desayuno cuando el timbre de la casa, sonó.
—¡Buenos Días, señora! ¡Vine a buscar a Serena!
Esa voz... ¿Será posible? Me acerqué al pasillo que da a la puerta de la calle, sorprendida. Era quien creía.
—¡Darien! —exclamó mi madre como si fuera la gran cosa. ¡Sí, se la había comprado! —. Pasa, estábamos tomando desayuno. ¿Ya comiste?
—Sí —ingresó al comedor y yo, rápidamente, tomé mi asiento en la mesa—. Gracias.
—Serena —mi mamá me llamó, así que la miré.
—¡Darien! —dije fingiendo sorpresa—. ¿Qué haces aquí?
—Quise pasar a buscarte para ir juntos al colegio. Si no te molesto, si no...
Cuando iba a contestarle que podía irse por donde llegó, mi papá me interrumpió.
—Ya estás aquí, no podemos permitir que Serena sea descortés.
Lloraré... mi papá cayó bajo los encantos Chiba... ¡¡¡¡Noooo!!!!
—Sí, como estás aquí —dije entre dientes y me miró victorioso. ¡Oh, Darien, te golpearía si no estuvieran mis padres aquí, presentes!—. ¿Por qué no nos vamos ya? —pregunté, poniéndome de pie.
Nos despedimos y nos pusimos camino a la escuela. Bien, estaba molesta por su repentina persecución, hasta me iba a buscar a mi casa.
Indignada, porque seguro creía que estando conmigo iba a obtener el cristal de plata y, apenada por el maldito sueño...
—¿Pasa algo? —me preguntó y lo miré, frunciendo el ceño.
—No.
—¿Hice mal en pasarte a buscar?
—Muy mal —le respondí —. Estoy de muy mal humor hoy, por un estúpido sueño que tuve y encima, llegas tú a buscarme. Mira, si estás aquí por el cristal de plata, bien, te dejo en claro que yo no sé dónde está y si supiera, menos te lo diría. Ahora, si crees que acompañándome a todos lados vas a conseguirlo, pues no pierdas tu tiempo y déjame en paz.
—Serena... yo no estoy contigo solo porque eres Sailor Moon, ¿Cuándo vas a entenderlo?
—Pues me cuesta mucho —y, de pronto, estaba contra la pared. ¿Qué?
—Me gustas, Serena —me dijo, mirándome fijamente. ¡¡Qué miedo!! Sus ojos miran mis labios, yo lo sé...
—Darien...
—Lo sé... esto es todo muy raro, pero yo estoy seguro que me gustas tú —llevó su mano a mi coleta y deslizó los dedos por ella—. Cuando estoy contigo, siento como si estuviera en paz... aunque estemos peleando. Es raro, es loco pero yo... —en ese momento, abrí enorme los ojos, una sensación cálida recorrió mis labios y me hizo sentir tranquila. Crucé los brazos tras su cuello y me odié por ser tan débil... pero el condenado besaba muy bien, como si nuestros labios fueran algo tan...
«Endymion»
Lo empujé de golpe y llevé mis manos al rostro. ¿De dónde había escuchado ese nombre?
—¿Qué sucede? —me preguntó, pero yo no podía responderle. Me agaché para tomar el maletín que se me cayó con la mano derecha y con la izquierda, aún en mi frente, me eché a correr.
Llegué al salón y, como nunca, aún estaba vacío. Aprovechando la oportunidad, me apoyé en mi pupitre y me puse a llorar. No sé por qué... pero necesitaba llorar.
—¿Serena? —escuché la voz de Amy, llamándome, pero no quería levantar mi rostro de entre mis brazos—. Serena, ¿Qué pasa? Luna nos dijo que estabas mal. ¿Qué sucede?
—No lo sé —respondí, con la voz entrecortada por los sollozos—, sólo quiero llorar mucho.
—Toma —ahora escuché a Lita—, tengo un trozo de pastel de fresas. ¿Lo quieres?
Levanté la mirada, las miré y no pude tomarlo porque las lágrimas me invadieron, nuevamente.
—¡Oh, por todos los cielos! —lo que faltaba, llegó Molly —. Serena, ¿estás bien?
—No —afirmé—, me siento mal —les dije, con las manos en la cara y luego perdí los dedos entre mi flequillo—. No sé lo que me pasa.
—¿Te hizo algo el galán del Instituto Azabu? —creo que me sonrojé porque las tres acercaron sus rostros a mí, como indagándome.
—No —respondí, pero era claro que no me creyeron. Me relamí los labios, aún presos por el sabor de los de Darien, y bajé la mirada —, bueno... me... —no, no podía echarle la culpa a él, de algo que permití, así que solté el aire por la nariz y continué—, nos besamos.
—¡¡Te besaste con Darien!! —gritaron las tres y yo quise que me tragara la tierra. Si antes, las chicas del colegio me miraban mal, ahora me odiarían.
—¿Y por eso lloras? —preguntó Amy de manera ingenua.
—Ohhh —Molly me palmeó la espalda—, a poco el adonis del Instituto Azabu es mal besador.
—¡No estoy llorando por el beso! —grité, desesperada—. Estoy así por un estúpido sueño que tuve... —bajé la mirada nuevamente y apreté en mi mano derecha el broche de Sailor Moon que tenía sujeto al moño rojo de mi uniforme—. Estoy angustiada... Presiento algo raro...
Supongo que Amy y Lita entendieron a qué me refería, pues me comentaron que me verían en el receso porque me invitarían a almorzar. ¿Cómo desperdiciar un almuerzo, verdad?
—Ya Serena, cuéntanos —para mi sorpresa, hasta Luna estaba en el receso.
—¿Qué está pasando?
—Bueno, no he querido decirles nada, pero desde hace unos días para acá, en las noches, sueño que un hombre me llama por un nombre que no logró identificar. Siento pena y mucha angustia y... recordé un nombre.
—¿Un nombre? —las tres preguntaron a la vez —. ¿Cuál?
—Endymion —respondí—. Ese nombre me vino a la mente mientras... —llevé los dedos a mis labios—, me besaba con Darien
—¡¡¿Qué hiciste qué?!! —gritó Luna y casi me deja sorda.
—Bueno yo... —nerviosa, empecé a jugar con mis dedos—, pasó todo muy rápido... Estos días nos hemos acercado mucho y pues...
—Serena —protestó Luna—, sabes que ese muchacho me da mala espina pero, claro, tú nunca me haces caso.
—Tranquila Luna —me levanté, molesta—, yo sé muy bien lo que hago. —y me fui, dejándolas solas. En lugar de prestar atención a mi angustia, solo se ponen a reprocharme por lo de Darien. Bien... De todas formas, yo lo provoqué... Yo quería que se fijara en mí... —llevé, nuevamente, mis dedos a mis labios—, y lo había conseguido. Tenía al chico arrogante y, al parecer, me quería a mí... Sin importar si fuera o no, Sailor Moon... ¡Rayos! Tenía que sacarme esta espina antes de que no pueda más con ella. Como que me llamo Serena Tsukino, averiguaré eso hoy mismo.
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Por suerte, como lo supuse, Darien estaba esperándome a la salida. Y claro, nuevamente con su pose lectora y las chicas suspirando cada vez que pasaban al lado de él. ¡Pero como ya me odian, quise ser un poquito mala! No me gustaba sentirme así... angustiada, porque esa no es la Serena de siempre. Me acerqué con cuidado a él y le di un beso en la mejilla, sorprendiéndolo y sorprendiendo a las chicas que pasaba y lo miraban con caras de babosas. Ok, yo seré una niña de catorce años pero sé que tengo que cuidar lo que es mío. ¿Desde cuándo Darien es mío? ¡Desde ahora! ¡Sí, lo compre!
—Temí que no quisieras verme —me dijo, quitándose las gafas y... ¿era rubor lo que veía en sus mejillas? Jajaja si es más lindo.
—¿Por qué? —pregunté, haciéndome la que no entendía—. ¿Pasó algo?
—Serena —me miró frunciendo el ceño—, ¿no recuerdas lo que pasó o tengo que repetirlo?
Oh, oh... otro beso de Darien y mis piernas no lo resistirían. ¡No! Yo ya soy adicta a los dulces, no quería otra adicción en mi vida... ¿O tal vez, sí?
—¿Ah sí? —me acerqué a él, estupidizada. No sé si existe esa palabra o la acabo de inventar. La cosa es que no podía ante Darien, algo extraño me imantaba a él, y todo por un beso.
—¿Vamos por el helado? —me preguntó y gracias al cielo, se cortó esa tensión que me estaba por hacer besarlo.
—Claro —afirmé, con una sonrisa y me pegué a su brazo derecho como lapa.
—¿Qué haces? —me preguntó, sumamente rojo. Ohhhh, mi cercanía lo ruborizaba. Y eso que él fue, el que me robó un beso. Si es más tierno...
—Lo siento —me separé, haciéndome la niña inocente y avergonzada—, no debí...
—No te preocupes —lo miré, pero él miraba hacia el frente—. Tómate de mi brazo si quieres —ya, ¿se supone que yo debo creer en su tono despectivo? ¿Sobre todo cuando está tan rojo? Jajaja Este chico va a matarme de la risa.
Llegamos a una linda cafetería y nos sentamos. Mientras pedíamos los helados, no sé por qué, me invadió de nuevo la angustia. ¿Qué me estaba pasando?
—Serena —lo escuché nombrarme y lo miré. Frente a mí, estaba mi orden de helado—. ¿Qué es lo que sucede? No me irás a dejar con la comida de nuevo, ¿no? —preguntó con una sonrisa. Yo sé que trataba de animarme, pero...
—¿Cuál comida?
—La que dejamos en el restaurante a donde te llevé —llevó la cuchara al postre helado y me sonrió —. Por suerte, me conocían, así que llevaron la orden a mi casa. Hasta hoy, desayuné ese almuerzo.
—Vaya... lo siento —llevé mis manos al tallo de la copa y me la acerqué—. Prometo no dejarte con el helado a medias.
—Eso espero —de pronto, se puso serio, estiró su mano y me tomó del antebrazo derecho —, así como espero que confíes en mí... ¿Qué es lo que sucede? ¿Acaso no me tienes confianza?
Confianza... es una palabra muy grande y pesada... pero... ambos sabíamos el secreto del otro. No podía ser tan malo.
—No es eso —llené la cuchara con helado y me la llevé a la boca. ¡Maldita angustia! El helado me sabía a nada por el terrible nudo que tenía en la garganta.
—Te ves como si quisieras llorar
—¡Ohhh, qué observador! ¿Te parece?
—Tu ironía y tu sarcasmo no funcionan conmigo —aún no soltaba mi antebrazo —. Confía en mí, Serena. Quiero demostrarte que puedes confiar en mí.
—Está bien —le afirmé. Tenía que desahogarme con alguien que no iba a juzgarme, o al menos eso pensé—. Pero, lo que te diga, queda entre nosotros.
—Por supuesto —me soltó y levantó la mano—, lo prometo.
Luego del helado sin sabor a nada, caminamos un poco y nos detuvimos en los columpios. Yo corrí a sentarme en uno y empecé a columpiarme. Necesitaba no pensar en nada, pero la misma nada, me soltó las lágrimas acumuladas por la angustia.
Un fuerte movimiento me detuvo y Darien estaba en cuclillas, frente a mí.
—¿Qué es lo que pasa? Ésta no es la Serena que acostumbra a pelear conmigo.
—Darien, es todo por culpa de un sueño.
—¿Un sueño?
—Sí —afirmé con la cabeza y la mirada fija en sus manos sobre mis rodillas —. Un sueño que vengo teniendo desde hace unos días, pero no le había prestado atención hasta hoy, que me dio un dolor en el pecho —solté una de las cadenas que afirmaba el columpio y la llevé a mi pecho —. Un ardor, aquí, que me quitaba el aliento. —estaba callado, así que supuse que era porque estaba prestándome atención. Bajé mis manos hasta las de él —. En ese sueño, hay un hombre que me llama, en medio de la neblina...
—Pero —me interrumpió — ¿cuando estás a punto de verle la cara o escuchar el nombre, te despiertas aunque no quieras?
¿Eh? Levanté mi mirada y él me miraba, con los ojos entrecerrados.
—¿Cómo sabes eso? —se soltó de mis manos y se paró, con una mano perdida entre sus cabellos. Se veía realmente perturbado. ¿Por qué sería?
—Parece —me miró —, que tenemos el mismo sueño, Serena.
—¿Qué?
—Yo también veo a una mujer que me llama y me pide el Cristal de Plata. Siento esa misma angustia, pero el dolor está en mi espalda.
Aquel relato me dejó una duda.
—¿Cómo te llaman en el sueño? —le pregunté y él me miró con una ceja alzada.
—No escucho bien el nombre, pero algo con «mion» —¿Acaso sería? Abrí enormes mis ojos por la impresión—. ¿Qué?
—Endymion... —bajé la mirada, para luego volverlo a mirar —. No sé por qué ese nombre apareció en mi mente cuando nos besamos en la mañana.
—¿De verdad? —volvió a ponerse de cuclillas, frente a mí —. Serena, a mí me paso exactamente lo mismo, pero fue otro nombre el que retumbó en mi cabeza.
—¿Cuál?
—Serenity...
¡Oh, por todos los cielos! Ese sería el «nity» que escuchaba.
Ambos nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos... tratando de entender... ¿Qué nos estaba pasando?
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POV DARIEN
Aquel beso que le di a Serena, estuvo mal, lo sé, pero lo disfruté tanto. Fue todo muy extraño, la calidez de aquellos suaves labios, la entrega de ambos. Todo estuvo perfecto, hasta que se separó de golpe de mí y se alejó corriendo. Una gran angustia me brotó y a su vez, un nombre retumbó en mi cabeza sin parar. «Serenity»
Estaba muy preocupado por Serena, así que decidí pasar a buscarla. Nunca pensé que pudiera sentir vergüenza de verla de nuevo pero, lo que nunca imaginé, fue lo que me contó.
¿Por qué soñaría lo mismo que yo? ¿Qué significaba ese sueño? ¿Esa mujer de cabellos largos sería ella?
Frente a ella, de cuclillas, tomé su cabello entre mi mano derecha, su largo cabello... Miré sus ojos. ¿Qué nos está pasando?
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