Capítulo 7. Ambas nos ocultamos cosas.
Capítulo 7. Ambas nos ocultamos cosas.
-Uno muere, otro es encarcelado, los otros dos destinados a servir e internar destronar a su padre -una voz melodiosa hablaba en tono bajo-. No se cual es mejor.
-Ninguno, supongo, porque siquiera morir se ve como una buena opción. Aunque es tentadora -dijo otro, ésta vez era hombre.
Entrecerré los ojos intentando verlos, pero la habitación estaba a oscuras.
- ¿El oráculo no dio nombres? -inquirió la mujer luego de un suspiro.
-No... ¿Acaso te importa?
-Umm, una de ellas es mi bisnieta, supongo que debe importarme... Oh.
Ese "Oh" sonó... Sonó muy...
-El oráculo sólo dijo eso, Dita -hice una mueca, esos sonidos prometían sólo una cosa... Oh Merlín, asco-. Ahora calla.
-Mhh, está bien.
Me tapé los oídos, aunque aún podía oírlos suspirar y reír como idiotas.
Luego la luz se encendió y me dejó casi ciega por unos momentos. En cuanto pude enfocar la vista, logré ver una cama hecha jirones y dos cuerpos apenas tapados sobre ella.
La mujer observaba hacia la puerta con cierto aburrimiento.
-Agh, Hefesto, ¿No podías llegar después?
Giré la cabeza, sintiendo mis mejillas arder. Hice un sonido estrangulado al ver al hombre en la puerta.
Era... Horrible. Oh.
- ¿Es que no tienen vergüenza? Lo hacen en mis narices -gruñe. Levanta una mano y señala al hombre en la cama-. Y tú, Apolo, eres un jodido idiota.
Uh, pelea matrimonial... ¿Qué diablos hago en medio de una pelea matrimonial?
La mujer movió la mano quitándole importancia-. Ni gastes saliva, Hefesto, él no va a responder.
- ¿Se puede saber porqué, Afrodita?
-Está hechizado -sonríe inocente mientras se levanta en todo su esplendor y yo vuelvo a apartar la mirada-. Lo traje para saber lo de la profecía.
-Te estás arriesgando mucho...
Ella caminó lentamente hasta él y puso una mano en su pecho, yo intentaba mirarle la cara y no el trasero. El tal "Apolo" seguía en la cama con la mirada perdida.
-Pero vas a defenderme, ¿No, querido?
Quise gritarle al hombre "So idiota" pero él ya había ladeado la cabeza y retrocedido un paso.
-Perdona, pero no es mi problema -hizo una ceña hacia el otro-. Ni Apolo ni Zeus estarán muy felices por esto.
Desapareció del lugar y la mujer quedó allí, con las manos hechas puños en sus costados. Chilló con furia.
Y yo me desperté.
Llevé mi mano a mi cabeza, sentía un horrendo dolor justo en medio de la frente. Cerré los ojos con la esperanza de que cesara, pero cada vez era peor.
Gruñi y lance mi edredón un lado.
-Maldita sea -volví gruñir cuando me levanté.
Fui al baño y mojé mi rostro repetidas veces hasta que el dolor desapareció. Respiré hondo mirándome al espejo.
Primero sueño con sirenas. Ahora con gente desconocida en medio del "acto"
Debe ser la edad... Merlín, debe ser la edad.
Bajé a desayunar, pero ahí noté que era muy temprano, muy temprano para que una persona esté despierta.
Eso sólo aumentó mi mal genio, tuve que desayunar sola, porque estaba segura de que ya no podría dormir.
A las siete oí la puerta de entrada abrirse. Quedé con una tostada a centímetros de mi boca.
Silenciosa, caminé hacia el pasillo y me incliné en una de las esquinas, observando a la escalera.
Mamá las subía con pesadez, tenía la ropa hecha jirones, su cabello estaba hecho un desastre en una coleta improvisada. Había algo en su mano derecha, pero no seguí mirando.
Porque ella quedó quieta a mitad de la escalera, con la espalda recta y los hombros cuadrados. Tal vez sentía que alguien la observaba.
Mi corazón latía con fuerza mientras me pegaba a la pared deseando fundirme en ella. No se por qué quiero esconderme de mi propia madre, pero algo me obliga a hacerlo.
El primero en levantarse luego de eso fue, sorprendentemente, Nico.
Él caminó como un zombie hacia el refrigerador, llevaba sus pantuflas al revés y su cabello parecía un nido de pájaros.
Se lanzó en la silla junto a mí y tomó el café, me miró por sobre su hombro con los ojos entrecerrados.
- ¿Qué?
- ¿Qué de qué?
- ¿Por qué ya estás despierta?
- ¿Por qué tú estás despierto? -me defendí moviendo un dedo.
Hizo un mohín y siguió con lo suyo-. Bien, como sea.
Amo estos momentos de hermanos donde nos demostramos lo mucho que nos amamos al comenzar el día con un "Buenos días, hermana, ¿Cómo amaneciste hoy?"
Él bebió su café en silencio, ignorando mi presencia. Entonces llegaron Maddie y papá.
Ellos sí fueron buenas personas y saludaron. Luego cada uno se dedicó a su desayuno.
Cuando pensé que mamá no bajaría, ella apareció. Bañada, con el cabello semi-mojado en un hombro. Besó a papá y luego se sentó justo frente a mi.
No dejé de mirarla. No podía evitarlo. Quería saber por qué llegaba así en la mañana. Pero no sabía si preguntarlo ahí, frente a todos.
La angustia se apoderó de mí ante el pensamiento de que mamá tal vez... Engaña a papá.
Lo descarte. Porque ella lo ama. Porque me niego a pensar eso.
Supongo que mamá ya no podía con mi mirada, porque levantó la cabeza y pegó sus ojos a los míos con cierta interrogación.
-Mamá -dije-. Tú... Uh, ¿qué tal?
-Bien -dice confundida-. ¿Por qué?
-Yo... Bueno... Sólo quería saber.
Asiente sin creerselo y vuelve a su desayuno, yo exploto.
- ¡¿Por qué llegaste a las siete de la mañana?!
Volvió a mirarme, ésta vez escandalizada. Nico tosió a mi lado.
- Marlee -dice papá-. No grites.
-Perdón... Pero, ¿qué hiciste, mamá?
Todos la están mirando, pero ella sólo me mira a mi.
- Eras tú -fue lo primero que dijo y luego suspiró -. Vine... Del trabajo.
- ¡¿trabajo?! -chilla Nico y luego se recompone ante el reproche en la mirada de papá. Quien sabe qué habrá pensado.
-No se si lo han olvidado, pero soy un auror, niños.
Siento que mis mejillas se sonrojan por la pena.
- Papá también -repongo-. ¿Por qué él no fue?
-Porque me llamaron a mi, no siempre iremos los dos a la misma misión -responde como si nada.
-Bien -digo luego de un incómodo silencio-. Me... Me voy.
-Bien -murmura ella y se levanta.
Va tras de mi y en cuanto salimos del lugar, se inclina hacia mi, tomando mi codo con un poco de fuerza.
- ¿Por qué estabas despierta tan temprano? -sus cejas se fruncen al mirarme, como si deseara entrar en mi mente.
-Pesadilla -la palabra, una vez más, la tensa.
- ¿Qué pasó? -parecía decidida a saberlo.
-Nada, no recuerdo -mentí.
Su rostro se contrae-. ¿Por qué me ocultas cosas, cariño? -murmura.
Yo siento una vez más mis mejillas ardiendo, ésta vez no es de pena, me suelto de su agarre.
-Tú también me ocultas cosas, mamá, muchas cosas -recalco.
Escucho un alboroto en la cocina y ambas nos volvemos hacia la puerta.
Allí aparece una chica con una enorme sonrisa.
- ¡Mel! -dijo mamá con una enorme sonrisa y abriendo los brazos.
Los celos se liaron en mi estómago. Hice una mueca viendo cómo una chica de unos veinti tantos años se abrazaba a mi mamá. Por más que acabara de discutir con ella... Seguía siendo mi madre.
Melody Lupin era la ahijada de mis padres. Aunque hacía tiempo ella había perdido a sus padres en un incendio, por lo que vivió en casa hasta que cumplió la mayoría de edad y tomó a mis padres como los suyos...
Sé que no debería sentir celos de ella, y menos por algo así. Pero no puedo evitar sentir eso al verla.
Ella parece más hija de mis padres que yo. Dado que es una metamorfomaga, puede cambiar su apariencia a su antojo, y desde hace años que ella lleva la misma. Ojos verdes como los de mi mamá, cabello marrón con reflejos pelirrojos a la luz como mi papá.
No puedo evitar odiarla, aunque sea un poco. Recuerdo que alguna vez en el colegio pensaron que era mi hermana. E incluso le dijeron "Digna hija de James y Mar", cuando a mi... pues me miraron raro por haber terminado en Slytherin.
Salí de allí intentando no ser muy obvia... ¿A quién engaño? Mis zapatos resonaron contra el suelo, me alejé con las manos hechas puños en mis costados. No puedo evitar llamar la atención.
El sentimiento no abandonaba mi cuerpo, estaba en medio de un ligero ataque de ansiedad a causa de todo. Melody robando mi puesto. Mamá ocultándome cosas. Nico y su maldita manía de lanzarme su ropa cuando paso por su habitación...
- ¡Agh! -grité sacándome su camiseta sucia de la cara-. ¡Eres idiota!
Me sonrió desde su cama. Ese chico es hijo del diablo, estaba en la cocina, y ahora aparece aquí. Estaba sin camiseta, así que el sudor que chocó contra mis mejillas es reciente... Hice una mueca de asco y volví a aventarle su porquería de camisa.
- No puedo evitarlo. Tú eres un imán de basura... ¡Eso explica a Jerome!
Mis mejillas enrojecieron.
- ¿Acabas de llamar basura... a mi novio?
-Ummm... Ajá, sí, exacto -asintió luego de fingir pensarlo.
Levanté una mano, luego respiré hondo.
Tranquila Marlee. No pierdas el control. Tres días y vuelves al colegio, tres días y ya no tendrás ropa sucia en la cara.
Me volteé y salí de allí a pasos rápidos.
Necesito comida. Necesito un maldito estado de coma alimenticio.
¡Oh! Y necesito saber porqué diablos siento que ya no se nada sobre mí y mi familia.
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